'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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30.04.2013 Views

santuario, es en sí un gesto altamente político que revela una forma novedosa y efectiva de hacer política. La calle se politizará explícita y espontáneamente: los tres ataúdes aparecen envueltos en una bandera roja y negra a su paso por el centro, los dirigentes de los sindicatos salen y se ponen al frente de la manifestación (significativamente, el narrador ya no se refiere al “entierro”, ni al “cortejo fúnebre”, sino a la “manifestación”), y los socialistas reparten impresos con el itinerario del entierro que vienen a ser manifiestos políticos. 120 Esta fusión entre lo político y lo privado queda bien sintetizada en el prólogo de la novela, en el que Sender, igual que su personaje, a pesar de defender una fórmula apolítica según la cual los seres humanos se moverán por la libertad, el bien y la justicia, esto es, lo humano, no podrá evitar alejarse de una fórmula política –el anarcosindicalismo— para acercarse a otra, el comunismo. 4.3 Conclusión Las dos novelas analizadas son relatos de una creación: creación de nuevos sujetos, nuevos discursos políticos, nuevos fenómenos sociales, nuevos cauces de expresión, dándose cita todo ello en la calle como nuevo espacio de lucha y reclamo, pues como indica Sender, “al venir la República las calles, los hombres, las casas, tenían algo nuevo. Parecía que hubiera bodas y verbenas en todas partes” (Siete domingos 15). Todo ello muestra, más que nunca, una “realidad en desarrollo” (Triviños y Alonso 91) y unos participantes cuyo continuo caminar los mantiene en 120 Una de las bases sobre las que se sustenta el discurso político que se practica desde la calle es que, como ya se ha mencionado, si bien en la masa somos todos iguales, partes de un mismo cuerpo, en la muerte también todos somos iguales, sin diferencias de clase ni de sexo. Esta idea quedará plenamente reforzada cuando Samar acuda al depósito de cadáveres a visitar los cuerpos de los compañeros víctimas de la ley de fugas y descubre el cuerpo de Amparo junto al de los revolucionarios. Burgueses y proletarios, hombres y mujeres, todos ocupan los mismos espacios en la muerte. 444

perpetua construcción. Como se ha visto, la calle se llena de soluciones, de opciones y alternativas y constituirá un escenario propicio desde el que se intentará cambiar la realidad. Del mismo modo que el sujeto busca su camino, así mismo lo hará la República, aunque su camino sea “más difícil de recorrer que el mío”, como reflexiona Ramón Arias (Un hombre 160). Las novelas analizadas como representantes de una época deben leerse como la construcción de ese arduo y nuevo camino, ese trayecto que el nuevo régimen así como sus partidarios y detractores se ven obligados a caminar. Son relatos cuyos protagonistas marchan por las calles “sin saber ellos mismos sino su fin inmediato, su urgencia actual, como todos andamos por la vida”, tal y como señalaría Cansinos Assens (“Ramón J. Sender” 51). Y puesto que sólo andando se hace camino, no es de extrañar que la calle juegue un papel fundamental en estos textos, como he tratado de demostrar en este análisis, privilegiando individuos con instintos nómadas que en los años de la República no dudarán en hacer “de la calle su casa”, como indica el narrador de Cuando estallaron los volcanes (Izcaray 19). Al final de ambos relatos, Madrid parece volver a la normalidad: la gente va y viene a sus quehaceres, los comercios reabren, los transportes circulan, los tranvías navegan por las calles y en definitiva, “todas las cosas volvían a su cauce” (Siete domingos 374). Sin embargo, el largo y difícil camino recorrido por los protagonistas no ha sido en vano. Puede ser fácil caer en la tentación de interpretar la muerte final de Ramón Arias o el encarcelamiento de Lucas Samar como un fracaso a título individual, así como expresión de la corta y efímera vida que aguardaba al régimen republicano. Sin embargo, haciéndome eco de las palabras de Foxá de que el 14 de abril había enseñado a los obreros “un camino que ya no olvidarían nunca” (Madrid de corte 74), al cabo de la lectura y análisis de los textos bajo estudio, me permito 445

santuario, es en sí un gesto altamente político que revela una forma novedosa y<br />

efectiva de hacer política. La calle se politizará explícita y espontáneamente: los tres<br />

ataúdes aparecen envueltos en una bandera roja y negra a su paso por el centro, los<br />

dirigentes de los sindicatos salen y se ponen al frente de la manifestación<br />

(significativamente, el narrador ya no se refiere al “entierro”, ni al “cortejo fúnebre”,<br />

sino a la “manifestación”), y los socialistas reparten impresos con el itinerario del<br />

entierro que vienen a ser manifiestos políticos. 120 Esta fusión entre lo político y lo<br />

privado queda bien sintetizada en el prólogo de la novela, en el que Sender, igual que<br />

su personaje, a pesar de defender una fórmula apolítica según la cual los seres<br />

humanos se moverán por la libertad, el bien y la justicia, esto es, lo humano, no podrá<br />

evitar alejarse de una fórmula política –el anarcosindicalismo— para acercarse a otra,<br />

el comunismo.<br />

4.3 Conclusión<br />

Las dos novelas analizadas son relatos de una creación: creación de nuevos<br />

sujetos, nuevos discursos políticos, nuevos fenómenos sociales, nuevos cauces de<br />

expresión, dándose cita todo ello en la calle como nuevo espacio de lucha y reclamo,<br />

pues como indica Sender, “al venir la República las calles, los hombres, las casas,<br />

tenían algo nuevo. Parecía que hubiera bodas y verbenas en todas partes” (Siete<br />

domingos 15). Todo ello muestra, más que nunca, una “realidad en desarrollo”<br />

(Triviños y Alonso 91) y unos participantes cuyo continuo caminar los mantiene en<br />

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Una de las bases sobre las que se sustenta el discurso político que se practica desde la calle es que,<br />

como ya se ha mencionado, si bien en la masa somos todos iguales, partes de un mismo cuerpo, en la<br />

muerte también todos somos iguales, sin diferencias de clase ni de sexo. Esta idea quedará plenamente<br />

reforzada cuando Samar acuda al depósito de cadáveres a visitar los cuerpos de los compañeros<br />

víctimas de la ley de fugas y descubre el cuerpo de Amparo junto al de los revolucionarios. Burgueses y<br />

proletarios, hombres y mujeres, todos ocupan los mismos espacios en la muerte.<br />

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