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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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que llora a su muerto. Así, los socialistas reparten el impreso con el itinerario<br />

planificado del entierro: “Seguirá el paseo del Prado hasta la plaza de Castelar y allí<br />

las carrozas partirán hacia el cementerio y se disolverá la manifestación”. Pero los<br />

anarquistas, fieles a su energía incontrolable, quieren ir más allá: “La manifestación<br />

debe desviarse por la plaza de Neptuno y subir a la Puerta del Sol… Es necesario que<br />

la burguesía vea nuestros mártires” (Siete domingos 120). Y será esta “desviación”<br />

geográfica hacia Sol, esta consigna de la FAI contra la orden de los jefes socialistas, la<br />

que cause la revuelta con la policía que desembocará en más heridos, más muertos y la<br />

profanación de los féretros en mitad de la calzada. Incluso en el homenaje a las<br />

víctimas hay un intento de toma de poder por vía de la calle. El cortejo fúnebre es otra<br />

táctica para la conquista del centro, para penetrar en él y hacerse visibles. 119 Pero tras<br />

este objetivo político se esconde otro de ribetes más humanos: la calle céntrica se alía<br />

con las masas proletarias para mostrar su unidad e indestructibilidad, su fortaleza.<br />

Porque si bien la masa absorbe todo lo que encuentra a su paso, como señalaba<br />

Canetti, creciendo y haciéndose más fuerte, este poder le confiere la inmortalidad. En<br />

la masa la muerte no existe, pues como apunta Nonoyama al respecto de la novela,<br />

“en la solidaridad colectiva no existe la muerte individual” (El anarquismo 115). Así<br />

mismo lo afirma Samar al señalar que “lo bueno que tiene todo esto de diluirse y<br />

despersonalizarse en la masa es que no le pueden matar ya a uno” (Siete domingos<br />

196). Esta idea es perfectamente coherente con la teoría de Canetti de que solamente<br />

inmerso en la masa el hombre puede liberarse del temor a ser tocado. En cuanto el<br />

sujeto pasa a ser uno más en la masa, tanto en su constitución física (los cuerpos se<br />

119<br />

Sender realiza aquí una lectura muy original de la urbe, cuando alega que los obreros querían<br />

entierro porque es necesario “un homenaje de la ciudad para sus mártires” (117). La ciudad se<br />

personaliza nuevamente, con sus calles y sus edificios participando en el entierro, homenajeando a los<br />

muertos y haciéndolos suyos. Mediante esta afirmación, las masas asumen la conquista del centro,<br />

sintiéndose parte del mismo y expresando su derecho a exigir.<br />

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