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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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el calibre 6,35 en el bolsillo” (39, 41). Sin embargo, las masas cenetistas se<br />

aprovecharán del asesinato de los tres camaradas para presentarlos como mártires,<br />

como hombres pero ante todo obreros que “han muerto por una idea”, por una causa, a<br />

saber, por “una sociedad más justa, edificada sobre realidades vivas y no sobre<br />

mentiras espiritualistas e intelectualistas” (37). La estructura religiosa de la CNT, en la<br />

que la figura del “mártir” ocupa un lugar prominente, es resumida por Juliá en<br />

contraposición a la de la UGT: “Si el militante de la UGT se mide por su devoción a<br />

un maestro o apóstol –Pablo Iglesias—, el de la CNT lo hace por su fidelidad a unos<br />

mártires” (Madrid 1931-1934 173). En la religión de la CNT no existen nombres<br />

propios, porque los mártires “son ante todo un colectivo” cuya acción y mérito es “el<br />

de testimoniar con su vida el valor de una causa” (174). Por lo tanto, parece justo<br />

afirmar que el discurso religioso de la CNT está basado en una religión heroica según<br />

la cual unos héroes, siguiendo unos principios, no dudan en derramar su sangre por<br />

una causa. Y la de la CNT es una religión a todos los efectos, quedando manifestada a<br />

nivel de la calle: la procesión fúnebre de los tres mártires a los que se une un socialista<br />

recuerda “a las procesiones del Corpus” (Siete domingos 121). Las masas proletarias<br />

que acompañan a dicho cortejo fúnebre están embriagadas de una emoción religiosa y<br />

recorren su itinerario urbano cantando, caminando lentamente y transportando velas.<br />

Seguros por su superioridad numérica y contagiados por la religiosidad que los<br />

envuelve, el río humano “ya no siente odio” (121), se vuelven unos héroes al lado de<br />

sus mártires. El mismo Cansinos Assens se sirvió de esta escena para describir la<br />

novela, declarando que Siete domingos rojos es un septenario de dolores al modo<br />

nazareno, vía crucis de la pasión proletaria (“Ramón J. Sender” 44).<br />

El entierro público por el centro urbano, contrario a la táctica indisciplinada de<br />

los anarquistas, está extremadamente organizado, en parte gracias a la mano socialista<br />

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