'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University
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semana excepto el domingo. De esta manera, el narrador produce un efecto de extrañamiento al nombrar los objetos como si fueran vistos por primera vez. Algo parecido ocurre con este día de la semana, el domingo, día en el que los burgueses continúan su descanso (pues no trabajan nunca) y los obreros descansan al menos mecánicamente, porque el afán de lucha nunca cesa ni se apaga. Sender describe en esta novela “the dogmas and rituals as if they were unfamiliar” (Shklovsky, “Art as a Technique” 24), pues contrario al ritual del descanso dominical, el domingo se convierte en el texto en un día de trabajo, esto es, de lucha obrera, de acción, de conquista, de insurrección armada y muerte (contrario al mito de la creación y vida al que hacen alusión los siete domingos rojos del título). Aunque el concepto de desfamiliarización funcione para explicar el fenómeno de la aparición de los obreros, ahora organizados bajo el proyecto común de la acción, en la construcción del domingo como día de luchas reside un gesto que alude a una voluntad por parte del narrador de hacer visible otra realidad diferente, la de la lucha obrera, lo que hace que el narrador elija este día de la semana como la jornada en que el obrero, alejado del trabajo y de su responsabilidad diaria, es capaz de redirigir su tiempo y su fuerza hacia la organización y la lucha. 105 105 Otro ejemplo que podría explicarse desde el concepto de desfamiliarización (pero que igualmente alude a una voluntad de lucha obrera) llega con la descripción de la “embriaguez” de las multitudes, la cual se explica de manera natural por la frecuentación de espacios marginales como la taberna donde las masas quedan dominadas por el alcohol. Pero embriaguez es explicada por el narrador como un estado de opinión, una concienciación de que hay que actuar para vencer la injusticia. El elemento extraño es introducido cuando el narrador señala que las masas, embriagadas e incivilizadas, movidas por el afán de lucha, son incitadas a la acción y la lucha mediante la música, la canción. Según el antiguo dicho popular, “la música amansa a las fieras”, puede ayudar a tranquilizar a un animal, una bestia o incluso hacer dormir a una fiera humana. Sin embargo, en este caso, lejos de amansar, la música agitará los espíritus indómitos de las multitudes, de esas fieras humanas que piden armas y se lanzan a la calle a pegar tiros, desestabilizando el orden urbano e introduciendo una armonía nueva “que se rige por leyes desconocidas aún, que nada tiene que ver con las leyes de la estética burguesa ni con las leyes morales ya sabidas” (Siete domingos 297). Estaríamos ante el concepto de “paralelismo” el cual se desprende del de desfamiliarización y que consiste en “the perception of disharmony in a harmonious contex”, con un claro propósito: “transfer the usual perception of an object into the sphere of a new perception” (Shklovsky, “Art as a Technique” 27). 406
A pesar de ser una novela focalizada en la toma de las calles del centro de Madrid, el extrarradio aparece en reiteradas ocasiones, no sólo como lugar de procedencia de todos esos sujetos marginales que siembran el caos y el desorden en la ciudad, sino como espacio de concienciación, enunciación y organización, así como foco de acción donde se incuban las manifestaciones callejeras que dan título a la novela. Dice Juliá que “la República no fue más que el marco político en que las tensiones acumuladas por un crecimiento caótico en la periferia repercutieron sobre el carácter del centro, transformando las relaciones entre sus clases” (Madrid 1931-1934 50). En efecto, durante los años de la República se transformaron las relaciones entre el extrarradio y el centro, relaciones cristalizadas principalmente en el suelo urbano, en la calle: los habitantes del extrarradio abandonan la calle marginal y los espacios cerrados en las afueras para invadir y asentarse en el centro, aumentando la fragmentación del espacio urbano y accediendo a una conciencia políticamente diferenciada de clase precisada a raíz de dicha fragmentación. El “magno problema del extrarradio”, un “problema de arrabal desordenado y antihigiénico” como lo definiría el mismo Ayuntamiento de Madrid en 1925, 106 siempre objeto de proyectos y nunca de planes reales, no parece haber cambiado mucho desde los tiempos de La horda, a pesar de los afanes del gobierno socialista de fomentar “la creación de nuevos e higiénicos poblados satélites” y romper “el cinturón de miseria construido en el extrarradio” (Juliá, Madrid 486), con el fin de realzar la función de capitalidad de Madrid. Baste para dar cuenta de la queja ante esta falta de progreso y mejora en el extrarradio la descripción que realiza Sender por boca de la tía Isabela, madre de uno de los sindicalistas asesinados, de uno de los barrios del norte adyacentes a Cuatro Caminos: “barrio miserable” de chabolas y casas mal construidas, 106 Ambas denominaciones aparecen en la Dirección General de Administración, Anuario de la vida local 1924-1925 (Madrid, 1925), pag. 529. 407
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