'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University
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huelguistas de la CNT que discurren y se emborrachan de ideas y tácticas revolucionarias. No deja de ser curioso que si bien en la novela de Sender todo este tipo de reflexiones, expresiones colectivas y discursos clandestinos provengan de las afueras, de las tabernas del extrarradio o de los hogares de los sindicalistas, en Un hombre de treinta años los tres espacios simbólicos de reflexión y formación del proletariado que aparecen en la novela para acoger este tipo de discursos están situados en el mismo centro urbano. Aunque la primera sede del Ateneo madrileño, creado en 1835, fue en el Palacio de Abrantes y posteriormente se mudó a la calle de Carretas, después a la Plaza del Ángel y a la calle de la Montera, desde 1884 y por tanto en tiempos de la Segunda República, el Ateneo ya tiene su sede en el número 21 de la calle del Prado, una calle adyacente a la Carrera de San Jerónimo, en pleno centro de la urbe. La Casa del Pueblo, fundada por Pablo Iglesias en 1908, fue inaugurada en un antiguo palacio ducal en la calle del Piamonte, localizada en el centro urbano, entre Gran Vía y Génova. Por otro lado, la calle de Relatores donde se celebran las reuniones de los huelguistas de la CNT en el texto se encuentra ubicada en las inmediaciones al sur de la Puerta del Sol. Puede decirse que en Siete domingos rojos el movimiento amenazador está dominado por una fuerza centrípeta, que va del extrarradio al centro, mientras que en Un hombre este movimiento se gesta en el mismo corazón de la ciudad. Quizás una explicación sea porque el personaje principal, a través del cual nos llega el tipo de actividad que se produce en estos lugares, es un intelectual burgués cuyo “hábitat natural” en la urbe es el centro, lo cual no deja de ser desconcertante y atemorizante para los defensores del antiguo sistema, quienes perciben el “peligro social” en el interior, como bien hace notar el suegro de Ramón, don Claudio, para quien la idea de que el enemigo emane de adentro lo llena de “angustia mental” (Un hombre 65). La producción de discursos sociales (entendidos 382
como aquellas prácticas que emanan de un sujeto colectivo y que proyectan una ideología) en este tipo de espacios se revela primordial, pues según Imbert, “el sujeto social no adquiere existencia sino a través de su performance pública” (Los discursos 23). En otras palabras, el discurso social es lo que permite al agente social reproducirse, y más importante, producir efectos sociales. Este tipo de retórica se dejará entrever más nítidamente en las tabernas de la novela de Sender, lugar convertido en espacio simbólico al acoger la expresión colectiva materializada a través del intercambio social y el discurso público, los cuales producirán un importante y trascendente efecto social cuyo resultado es la huelga general. En estos espacios, por tanto, se crean “lazos culturales entre elementos socialmente dispersos en sus centros de trabajo y en sus lugares de habitación” (Juliá, Madrid 1931-1934 158). En efecto, el atractivo y el placer que se deriva de estos lugares proviene de un sentimiento de colectividad que hace que el personaje se sienta parte de una comunidad: “Y comenzó a gustar el placer de sentirse perdido entre aquellos hombres, de ser no uno, sino uno más” (Un hombre 218). Efectivamente, uno de los motivos por los que estos espacios contribuyen a la formación de un carácter e invitan a la “introversión” es precisamente porque fomentan la disolución de la individualidad en la colectividad. La presencia de las colectividades obreras tanto en el espacio cerrado del Ateneo o en la Casa del Pueblo como en las calles madrileñas nos lleva a analizar el rol fundamental de las masas en la definición ideológica del personaje. 4.1.2. A camino entre el compromiso individual y la participación colectiva El primer contacto de Arias con las multitudes tiene lugar un domingo en que los obreros marchan hacia el campo atravesando toda la ciudad en un itinerario urbano 383
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reproducirse, y más importante, producir efectos sociales. Este tipo de retórica se<br />
dejará entrever más nítidamente en las tabernas de la novela de Sender, lugar<br />
convertido en espacio simbólico al acoger la expresión colectiva materializada a<br />
través del intercambio social y el discurso público, los cuales producirán un<br />
importante y trascendente efecto social cuyo resultado es la huelga general.<br />
En estos espacios, por tanto, se crean “lazos culturales entre elementos<br />
socialmente dispersos en sus centros de trabajo y en sus lugares de habitación” (Juliá,<br />
Madrid 1931-1934 158). En efecto, el atractivo y el placer que se deriva de estos<br />
lugares proviene de un sentimiento de colectividad que hace que el personaje se sienta<br />
parte de una comunidad: “Y comenzó a gustar el placer de sentirse perdido entre<br />
aquellos hombres, de ser no uno, sino uno más” (Un hombre 218). Efectivamente, uno<br />
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