'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University
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apariciones literarias de esta calle, el cual contribuiría a reconstruir los acontecimientos que desembocaron en la República, su celebración y posteriormente los conflictos que la abocaron al fracaso. De modo parecido a Ramón Arias, Antonio, el protagonista de Uno, se sienta en un café de dicha calle para, ante el espectáculo de los caballeros que tutean al limpiabotas que “les limpia con frecuencia el calzado”, reflexionar sobre la revolución que debería llegar de manera inminente. A raíz de esta escena, el personaje idea un taponamiento desde la Cibeles hasta la Puerta del Sol “uno de esos días en que por la calle de Alcalá paseara todo lo vacío de España” (190). Se revela esta calle, por tanto, como formativa de conciencia revolucionaria y por extensión como espacio donde se gesta el conflicto. También será escenario privilegiado de la celebración una vez declarada la República: González Ruano recuerda cómo los cafés de la calle de Alcalá “se echan a la calle en la revolución desorbitada de abril” (Madrid entrevisto 83). De modo parecido, Foxá narra cómo los burgueses aplauden desde las terrazas de los cafés de Alcalá a la República. Una de las escenas más violentas de Siete domingos rojos se desarrolla en esta calle, cuando los huelguistas descarrían un tranvía y Villacampa, uno de los dirigentes sindicales cenetistas, mata a tiros a un anciano inocente que pasa por la calle con muletas, simplemente porque “es la guerra” (203). Es por ello que Ramón Arias observa que la calle de Alcalá es defendida por “guardias, muchos guardias” que cuidan los derechos de los burgueses ante el miedo que suscita una posible invasión por parte de aquéllos cuyos derechos no son provistos, esto es, los obreros. Es éste un miedo que responde a una antigua pugna obrera por recuperar y conquistar el corazón de la urbe, tal y como Lefebvre recuerda al respecto de la “Paris Commune”, la primera revolución obrera que se salvó con éxito y que existió entre el 28 de marzo y el 28 de mayo de 1871. El triunfo residió precisamente en “the strength of the return toward the urban center of 378
workers pushed out into the outskirts and peripheries, their re-conquest of the city…” (Kofman y Lebas, Writing on Cities 76). Convendrá tener en cuenta este paradigmático ejemplo en el análisis de la novela de Sender. La indeterminación geográfica viene igualmente regida por la actitud ambivalente del personaje ante la calle: tan pronto en la calle “complacíase en todo lo que veían sus ojos: el bullir de las gentes, el concierto estruendoso de los tranvías; la loca carrera de los autos con sus apresurados viajeros, y la alegría de las muchachas que iban al trabajo” como de repente, fiel a su naturaleza indecisa, “quería huir del espectáculo de la calle”; pues todo lo que veía “se le antojaba torpe y feo: el bullir ahora estéril de las gentes; el horrísono estruendo de los tranvías; la carrera alocada de los autos y el triste transitar de las muchachas esclavas del trabajo” (Un hombre 152- 53). La atracción o el rechazo del espectáculo de la calle tiene como corolario la indeterminación política del personaje. El escenario urbano y en particular el centro es sinónimo de orden, tranquilidad y normatividad, como se ha visto en la calle de Alcalá; rechazar dicho “espectáculo” significaría rechazar un sistema burgués capitalista y opresor que niega los derechos básicos a los trabajadores –el de propiedad, el de familia, el de trabajo, el de vivir (112)— a esos hombres cuyos derechos se negaban para “salvaguardar los derechos de los que se paseaban por todas las calles de Alcalá del mundo” (112). Vemos así que la desorientación e indeterminación geográfica está estrechamente relacionada con las dudas del personaje ante su posicionamiento político e ideológico, y es interesante que ambos fenómenos se manifiesten a nivel espacial en la calle. En el arduo proceso de “formarse una conciencia actual”, la calle juega un papel fundamental decidiendo el futuro ideológico del sujeto, así como su posición ante la violencia: “Las calles se abrían a sus ojos. Caminar por ellas e inquirir 379
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una antigua pugna obrera por recuperar y conquistar el corazón de la urbe, tal y como<br />
Lefebvre recuerda al respecto de la “Paris Commune”, la primera revolución obrera<br />
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