'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University
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prolongó hasta el 1 de mayo, día del trabajo en que se celebraba también la República, no hubo manifestaciones violentas más que para las estatuas y los tranvías, predominando en las calles de Madrid la sensación de fiesta. 95 Juliá afirma que la corta vida de la República queda resumida y enmarcada por la presencia del pueblo en la calle en abril de 1931 para celebrar jubilosamente la fundación y proclamación del nuevo movimiento político, y por la salida a la misma calle de los obreros de Madrid en junio de 1936 con motivo de la más larga y dura de las huelgas generales de la construcción. Esta afirmación pone de manifiesto no sólo el protagonismo político de la muchedumbre, sino principalmente la importancia de la calle como el hábitat por excelencia en que esa multitud como sujeto colectivo se manifiesta. Según el historiador, “no pasaron más de dos años sin que la fiesta popular que proclamó la República se convirtiera en lucha de clases” (Madrid 491). Ahora bien, la imagen de Madrid como fiesta ante la proclamación de la República no es la predominante en la producción cultural de este periodo histórico. 96 Los textos seleccionados son representantes de una época en que la calle se revela como el escenario ideal para conocer los sucesos, los protagonistas y principalmente los conflictos que condicionaron dicha época y están construidos en torno, no a la fiesta, a la celebración o al júbilo, sino a la tensión y a la violencia. Siete domingos rojos (1931) es una novela sobre la revolución, sobre cómo organizar y generar una 95 Fueron las estatuas reales o regias las que sufrieron las peores consecuencias: la de Isabel II fue arrastrada entre risas hasta la Puerta del Sol, donde fue destrozada. La misma suerte corrió la estatua de Felipe IV en la Plaza Mayor. Es curioso que Valle-Inclán se lamentara en una carta al periódico Luz de que no se hubieran destrozado más estatuas (27-1-1934). 96 Por lo que se refiere a producción cinematográfica, apenas existe filmografía significativa que tenga a la Segunda República y la vida cotidiana de aquellos años como epicentro. Reig Tapia atribuye esta escasez a la débil estructura industrial en la España de la República (“Proclamación” 153). Pero tampoco el cine más reciente que trata de recuperar la memoria de la República (entre las que se puede citar Belle Epoque (1992) de Trueba o La lengua de las mariposas (1999) de Cuerda) consigue reconstruir un contexto genuino referido a estos años, ni pueden ser consideradas películas republicanas en sentido estricto: la República se lee en la mayoría de los filmes como antesala y siempre enlazada a lo que viene después, esto es, a la guerra, tema que sí ha sido ampliamente recreado en una rica producción cultural. 370
huelga y sobre el fracaso de la misma. La violencia permea todos los poros del texto, estando incardinada no sólo en las acciones de los personajes, sino en sus mismos nombres y diálogos. Siguiendo el planteamiento de Juliá de que la República se fundó, se celebró y terminó en la calle, la novela de Sender acontece en un noventa por ciento en la calle urbana, la cual se alza como espacio de acción, de conspiración y de muerte, nunca de celebración. Si el domingo es día de lucha en el texto de Sender, el mismo día semanal será elegido por los obreros de Benavides para el disfrute y la búsqueda del bienestar, eso sí, de espaldas a la ciudad. Un hombre de treinta años (1933) reconstruye ciertos pasajes en que el pueblo como sujeto colectivo prosigue un itinerario urbano que lo lleva al campo a relajarse y a pasar un día apacible. Sin embargo, la ciudad no dejará de ser el escenario primordial de la República y las calles urbanas seguirán sirviendo como espacios de lucha, de miedo, de disparos, de quema de conventos, predominando la imagen violenta y problemática de las calles cuando éstas se encuentran “en poder de las turbas” (Un hombre 20). Junto a esta naturaleza conflictiva, las novelas bajo estudio construyen un nuevo mundo dominado por la alteración y el caos, todo ello provocado por los nuevos acontecimientos que la República como nuevo movimiento político y social trajo consigo. Es por ello que el sujeto buscará ubicarse entre las nuevas opciones, formarse ideológicamente y encontrar su camino –he aquí la naturaleza formativa de la calle— ante todos esos “elementos extraños” (Siete domingos 17) que llevaban años incubándose pero entran en España con la República. La narrativa de la República recogerá una serie de nuevas realidades: nuevos discursos políticos (discursos, no ya contra la monarquía, sino contra la misma República, la necesidad de destruir el orden burgués y capitalista, la emergencia del comunismo, la revolución libertaria); nuevos fenómenos sociales (la crisis del trabajo, el aumento del paro y el con éste la crisis 371
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nuevo movimiento político, y por la salida a la misma calle de los obreros de Madrid<br />
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Ahora bien, la imagen de Madrid como fiesta ante la proclamación de la<br />
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Los textos seleccionados son representantes de una época en que la calle se revela<br />
como el escenario ideal para conocer los sucesos, los protagonistas y principalmente<br />
los conflictos que condicionaron dicha época y están construidos en torno, no a la<br />
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Fueron las estatuas reales o regias las que sufrieron las peores consecuencias: la de Isabel II fue<br />
arrastrada entre risas hasta la Puerta del Sol, donde fue destrozada. La misma suerte corrió la estatua de<br />
Felipe IV en la Plaza Mayor. Es curioso que Valle-Inclán se lamentara en una carta al periódico Luz de<br />
que no se hubieran destrozado más estatuas (27-1-1934).<br />
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Por lo que se refiere a producción cinematográfica, apenas existe filmografía significativa que tenga a<br />
la Segunda República y la vida cotidiana de aquellos años como epicentro. Reig Tapia atribuye esta<br />
escasez a la débil estructura industrial en la España de la República (“Proclamación” 153). Pero<br />
tampoco el cine más reciente que trata de recuperar la memoria de la República (entre las que se puede<br />
citar Belle Epoque (1992) de Trueba o La lengua de las mariposas (1999) de Cuerda) consigue<br />
reconstruir un contexto genuino referido a estos años, ni pueden ser consideradas películas republicanas<br />
en sentido estricto: la República se lee en la mayoría de los filmes como antesala y siempre enlazada a<br />
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