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30.04.2013 Views

ha puesto de parte de la sociedad burguesa capitalista y la ciudad vuelve a convertirse en “una ciudad de hierro y de metal, cerrada y abrupta como una fortaleza” (274). Uno de los motivos a los que el narrador parece apuntar como posible fracaso de la huelga es la reticencia del individuo a mezclarse con la masa. Obdulia, en el paseo de su casa a la oficina de Víctor en Gran Vía, no puede disimular su temor ante esa muchedumbre que “la acorrala” en la calle de Valverde (272). Se analizará en detalle en el próximo capítulo esta disyuntiva, la cual será una constante en la novelística de la República y de la guerra civil, textos con un marcado ideario político: el dilema del individuo que si bien por un lado se resiste a ser descrito como “un número de masa” (Locura 59) como diría Jarnés, con la consecuente (y temida) transformación de su individualidad y la pérdida de especificidad, por otro se siente atraído hacia la idea de pertenecer a un colectivo que se considera el principal motor de las agitaciones populares. Cabe afirmar es que una de las consecuencias del fracaso de la huelga es la deportación aleccionadora del médico Augusto Sureda, personaje que conspira contra el Gobierno y que confía en que el pueblo, con un líder que le despierte la conciencia revolucionaria y lo enardezca, tendrá el poder de implantar la anhelada revolución social. No es casualidad que sea este personaje, agitador de conciencias, el que sea desterrado como forma de restaurar el orden alterado por los grupos de obreros en la urbe. 88 Igualmente podría establecerse un paralelismo entre el fracaso de la revuelta y la muerte del hijo de los protagonistas, un hijo que parecía venir al mundo “ileso de la 88 El mismo día que sale Sureda para el destierro amanece Madrid con “nubes negras, hinchadas y lentas como vientres hidrópicos” (Venus 291). Si el día de la aurora roja, utilizando el título de Baroja, es el día de la revolución social, del despertar de las conciencias proletarias, y el ansiado día en que se produzca la constitución de las clases populares en una fuente de poder político, las nubes negras parecen apuntar al fracaso de esta empresa. 352

formidable represión” (Venus 275-76), con la promesa de la invulnerabilidad y la inmunización contra los sables y las balas. A diferencia de otros personajes abúlicos y apáticos –Andrés Hurtado o el mismo Isidro Maltrana—que ven en la descendencia un crimen que vendría a continuar una estirpe humana lacrada socialmente en un mundo miserable, Víctor proyecta un porvenir esperanzado en su futura estirpe. La misma expectativa en la huelga como triunfo del movimiento proletario es depositada en el niño, que al final muere de fiebre tifoidea. A pesar de su fallecimiento, el grito último de venganza del protagonista, unido al optimismo que le despiertan las futuras generaciones, así como la actuación del estudiante y el obrero en el despido de Sureda, añaden tintes esperanzadores al texto, dejando la puerta abierta a un futuro cambio social, como de hecho terminará de materializarse, aunque de forma transitoria, en la República. El final de la novela es sin duda ambivalente y se abre a múltiples interpretaciones. La muerte del hijo, unida al triunfo de la represión y el destierro del médico se complementan con el encarcelamiento de Víctor para imprimir al texto con un aura de pesimismo y catastrofismo. 89 La rebelión de Obdulia ante su condición de objeto mecanizado da un paso atrás cuando Víctor (cuyo nombre conjura tanto la imagen de vencedor pero también la de vencido), al ser detenido, pierde toda individualidad y se convierte en un número, esto es, en otra pieza más en el engranaje de la sociedad: “Víctor ya no era Víctor. Era una cosa en depósito, un semoviente que pronto tendría la etiqueta de un número. Más que el frío de la noche y la rabia de la 89 El encarcelamiento de Víctor debe leerse a la luz de la censura y los medios de control impuestos por la Dictadura. Nos dicen Aubert y Desvois que la obsesión del dictador, conjugando control y autonomía, es obligar a la prensa a ser buena (“Libros” 75). Recordemos la amenaza en forma de recomendación que un ministro hace llegar a Víctor para que tenga “mayor discreción en sus correspondencias para el Extranjero” porque “hay verdades que no se pueden decir fuera por patriotismo” (Venus 186). Expresa así Díaz Fernández una fuerte crítica hacia la dictadura de Primo de Rivera cuya obsesión, según Aubert, de dar una imagen positiva de España en el exterior llevó a la persecución de los periodistas (acentuad en los últimos años de la dictadura), con las consecuentes multas, suspensiones y encarcelamientos arbitrarios. 353

ha puesto de parte de la sociedad burguesa capitalista y la ciudad vuelve a convertirse<br />

en “una ciudad de hierro y de metal, cerrada y abrupta como una fortaleza” (274). Uno<br />

de los motivos a los que el narrador parece apuntar como posible fracaso de la huelga<br />

es la reticencia del individuo a mezclarse con la masa. Obdulia, en el paseo de su casa<br />

a la oficina de Víctor en Gran Vía, no puede disimular su temor ante esa<br />

muchedumbre que “la acorrala” en la calle de Valverde (272). Se analizará en detalle<br />

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la República y de la guerra civil, textos con un marcado ideario político: el dilema del<br />

individuo que si bien por un lado se resiste a ser descrito como “un número de masa”<br />

(Locura 59) como diría Jarnés, con la consecuente (y temida) transformación de su<br />

individualidad y la pérdida de especificidad, por otro se siente atraído hacia la idea de<br />

pertenecer a un colectivo que se considera el principal motor de las agitaciones<br />

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Cabe afirmar es que una de las consecuencias del fracaso de la huelga es la<br />

deportación aleccionadora del médico Augusto Sureda, personaje que conspira contra<br />

el Gobierno y que confía en que el pueblo, con un líder que le despierte la conciencia<br />

revolucionaria y lo enardezca, tendrá el poder de implantar la anhelada revolución<br />

social. No es casualidad que sea este personaje, agitador de conciencias, el que sea<br />

desterrado como forma de restaurar el orden alterado por los grupos de obreros en la<br />

urbe. 88<br />

Igualmente podría establecerse un paralelismo entre el fracaso de la revuelta y<br />

la muerte del hijo de los protagonistas, un hijo que parecía venir al mundo “ileso de la<br />

88<br />

El mismo día que sale Sureda para el destierro amanece Madrid con “nubes negras, hinchadas y<br />

lentas como vientres hidrópicos” (Venus 291). Si el día de la aurora roja, utilizando el título de Baroja,<br />

es el día de la revolución social, del despertar de las conciencias proletarias, y el ansiado día en que se<br />

produzca la constitución de las clases populares en una fuente de poder político, las nubes negras<br />

parecen apuntar al fracaso de esta empresa.<br />

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