'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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30.04.2013 Views

una gran jaula metálica” (144) Obdulia es transportada a las galerías de las minas, espacios vagamente iluminados, estrechos y asfixiantes que contrastan fuertemente con la luminosidad del espacio abierto de la urbe y con la libertad de movimientos que ésta posibilita. Las condiciones deplorables en que estos hombres trabajan hacen que Obdulia no los perciba como hombres sino como “espectros en el subsuelo de un paisaje hostil” (145) cuya existencia transcurre en la sepultura de la mina. La restricción de movimientos y la oscuridad así como la estructura asfixiante del lugar físico en que se encuentran estos sujetos tiene el poder de inducir sentimientos, emociones y cambios mentales en el individuo y hará que Obdulia desarrolle un nuevo sentido de la identidad, impregnando una vez más el entorno físico la conciencia del individuo, pues como algunos científicos culturales han apuntado, “the built environment can be extended to alter modes of behavior and stimulate urban dwellers to undertake new forms of social action” (Gutman, “Street Generation” 253). En efecto el personaje será invadido por “una furiosa rabia contra el dominio y la fuerza” (Venus 147) que la llevará a lanzar un “grito enorme de protesta, una imprecación rencorosa contra la despótica voluntad de los fuertes” con el que exhorta a los hombres a que “lo incendiasen todo, que cayesen como una horda sobre la ciudad iluminada” (197), una acción que pasa por la invasión de la ciudad y la apropiación de las calles urbanas. Lo que para Isidro Maltrana era simplemente una profecía, un deseo de venganza gestado en su imaginación, para Obdulia se convertirá en una amenaza real que cobrará forma estética en la huelga general revolucionaria. altamente polémica del mural responde sin duda a la yuxtaposición vertical de los distintos niveles sociales de cualquier urbe moderna, en la cual las masas avanzan pesadamente al trabajo, los desposeídos son embodegados y los ricos acumulan su dinero. Podría decirse que este mural es la representación gráfica del contenido social que encontramos en la novela de Díaz Fernández. 342

La mina funciona así como una suerte de ventana a otro mundo en que el personaje, contagiado por las condiciones de vida de otros sujetos, experimentará una inmediata y poderosa concienciación social que la llevará a adoptar ese “nuevo romanticismo” el cual apuesta por una exaltación de lo humano. El efecto de subjetivación que da lugar a un individuo fuertemente politizado pasa por la identificación con esos hombres “pegados a tierra como sabandijas” (Venus 144) los cuales, como las prostitutas o las modelos forman parte de una producción seriada que los despoja de toda individualidad y humanidad. 83 El cambio de vestimenta impuesto a Obdulia para bajar a la mina sustituye el abrigo de lana gris, propio de su estatus burgués, por un mono azul, lo cual no deja de ser significativo para ilustrar dicha identificación entre el personaje femenino y el obrero así como para introducir el papel del activismo obrerista femenino durante la República, cuando las calles de la ciudad sean invadidas por una legión de monos azules. La mina sería una parada más en un viaje de claudicaciones que comenzó con la llegada a Madrid en el cabaret y que define a la mujer como víctima no sólo del sistema social sino de las propias circunstancias de su vida –el abandono de su padre cuando era niña, el abuso de los hombres, las diferencias económicas. Esta dolorosa peripecia femenina presenta muchas similitudes con las historias de Carmen de Burgos las cuales construyen la marginación y victimización a las que la urbe expone a la mujer por falta de protección social. El hombre negro (1912) cuenta la historia de Elvira, una mujer que incapaz de aguantar a su marido tiene la valentía de abandonarlo sólo para descubrir que la vida en Madrid ofrece condiciones más 83 La identificación entre mujer y obrero deriva de su mecanización, de su condición de ser robótico, de pieza en el engranaje de la maquinaria urbana, pero también de mercancía que es comprada y vendida. La representación que de ello hace Francisco Ayala en Cazador en el alba lo expone con gran nitidez: “Las mujeres de la ciudad son un producto industrial tan perfecto, tan admirable como la máquina del capitán o la calculadora del comisario. Una maravilla de la técnica moderna: exactas, articuladas” (Mis mejores 36). 343

una gran jaula metálica” (144) Obdulia es transportada a las galerías de las minas,<br />

espacios vagamente iluminados, estrechos y asfixiantes que contrastan fuertemente<br />

con la luminosidad del espacio abierto de la urbe y con la libertad de movimientos que<br />

ésta posibilita. Las condiciones deplorables en que estos hombres trabajan hacen que<br />

Obdulia no los perciba como hombres sino como “espectros en el subsuelo de un<br />

paisaje hostil” (145) cuya existencia transcurre en la sepultura de la mina. La<br />

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emociones y cambios mentales en el individuo y hará que Obdulia desarrolle un nuevo<br />

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individuo, pues como algunos científicos culturales han apuntado, “the built<br />

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to undertake new forms of social action” (Gutman, “Street Generation” 253). En<br />

efecto el personaje será invadido por “una furiosa rabia contra el dominio y la fuerza”<br />

(Venus 147) que la llevará a lanzar un “grito enorme de protesta, una imprecación<br />

rencorosa contra la despótica voluntad de los fuertes” con el que exhorta a los<br />

hombres a que “lo incendiasen todo, que cayesen como una horda sobre la ciudad<br />

iluminada” (197), una acción que pasa por la invasión de la ciudad y la apropiación de<br />

las calles urbanas. Lo que para Isidro Maltrana era simplemente una profecía, un<br />

deseo de venganza gestado en su imaginación, para Obdulia se convertirá en una<br />

amenaza real que cobrará forma estética en la huelga general revolucionaria.<br />

altamente polémica del mural responde sin duda a la yuxtaposición vertical de los distintos niveles<br />

sociales de cualquier urbe moderna, en la cual las masas avanzan pesadamente al trabajo, los<br />

desposeídos son embodegados y los ricos acumulan su dinero. Podría decirse que este mural es la<br />

representación gráfica del contenido social que encontramos en la novela de Díaz Fernández.<br />

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