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30.04.2013 Views

pronto cambiará este “señoritismo infecundo” (“Nueva literatura” 63) por la vida del intelectual comprometido con la causa obrera, transformación en la que la mediación de la figura femenina será imprescindible pues desde el momento en que conoce a Obdulia querrá unirse a ella de por vida, desarrollando una conciencia comprometida con el otro. 76 La importancia creciente en el texto del personaje femenino queda remarcada por los desplazamientos y movimientos dinámicos que, como se ha comprobado en esta sección, define al texto así como a la subjetividad de los protagonistas. Lo realmente novedoso de esta novela a diferencia de cualquier otra del periodo es que el movimiento urbano es protagonizado por ambos sexos. Varios autores –Conte en su prólogo, Martínez Latre, Nora—han resaltado el creciente protagonismo de la mujer en la novela, hasta el punto de considerarla “un alegato feminista” (Martínez Latre 194). La abundante presencia de personajes femeninos, algunos de ellos con profundos perfiles psicológicos como Obdulia, la Mussolini o la condesa Edith, de diferentes nacionalidades, clases sociales y dedicadas a diversas profesiones hace que la mujer en la novela esté situada casi al mismo nivel que el hombre en términos espaciales, sociales y activistas. La mujer, sin importar su clase social, se desplaza por la ciudad con la misma libertad que el hombre, lo que debe interpretarse como expresión de los muchos avances que la mujer logró en estos años, los cuales quedarán plasmados en los dos primeros años de la República. 77 76 No deja de ser contradictorio que sea Obdulia quien le despierte esta conciencia comprometida y le anime a participar en los movimientos sociales revolucionarios, pero al mismo tiempo quien le quiera “sujetar” a una vida burguesa, si no por medio del matrimonio, sí con un hijo. 77 Parsons apunta que hasta los años veinte las mujeres obreras eran prácticamente invisibles en las representaciones literarias (Cultural History 44), constituyendo La Venus mecánica una de las primeras novelas que introduce mujeres obreras caminando a su trabajo diario, que luchan por cambiar, no sólo su vida en la ciudad, sino la vida de la ciudad, como se verá. 330

3.2.2. Espacios femeninos, espacios urbanos: de la mecanización a la proletarización de la mujer urbana La asociación mujer-urbe iniciada por Benavides en términos de la representación simétrica de la ciudad y de la geometría de la mujer es continuada en La Venus mecánica. Existe una fuerte identificación entre mujer y ciudad hasta el punto que la ciudad puede leerse y hasta pintarse en el cuerpo de la mujer: “Un pintor actual podría retratar en ellas la desolación de una urbe: al fondo, la valla de un solar; a la izquierda, un desmonte, y más lejos, la espalda iluminada de un rascacielos” (Venus 93-94). La simetría femenina es comparable a la geometría urbana y por ello la fascinación que siente el hombre por la ciudad y sus calles se amplía a las mujeres, compartiendo ambos cuerpos lo efímero de los contactos y las pulsiones nerviosas que desencadenan en el sujeto masculino. Las “aventuras de la calle” (10) están íntimamente relacionadas y hasta condicionadas por las “videncias” de “las imponderables transeúntes” (11), porque normalmente, como en el caso del personaje de Lamentación, la fascinación con la ciudad es simultánea al hallazgo y encaprichamiento con una alguna mujer. La experiencia del acto sexual corre paralela al paseo: del mismo modo que el paseante aparece y desaparece por las calles, desdibujándose entre el tumulto, acelerando y desacelerando el paso, “las manos de Elvira gateaban por el pecho de Víctor, burlonas e insidiosas. Él le apretó una con fuerza en un acceso sensual y se la fue soltando poco a poco, hasta vencer aquel súbito arrebato” (33). Una vez más, y como señala Ramos, la gran ciudad y la mujer, “ambos subyugan y ambos presentan un reto: la conquista” (“Entre el organillo” 137); la mujer es elemento a recorrer y en el que perderse, del que tomar posesión y conquistar para abandonar después. Porque la mujer, especialmente la moderna, artificial y mecánica, se corresponde con la belleza artificial de la urbe moderna: “Más que 331

3.2.2. Espacios femeninos, espacios urbanos: de la mecanización a la proletarización<br />

de la mujer urbana<br />

La asociación mujer-urbe iniciada por Benavides en términos de la<br />

representación simétrica de la ciudad y de la geometría de la mujer es continuada en<br />

La Venus mecánica. Existe una fuerte identificación entre mujer y ciudad hasta el<br />

punto que la ciudad puede leerse y hasta pintarse en el cuerpo de la mujer: “Un pintor<br />

actual podría retratar en ellas la desolación de una urbe: al fondo, la valla de un solar;<br />

a la izquierda, un desmonte, y más lejos, la espalda iluminada de un rascacielos”<br />

(Venus 93-94). La simetría femenina es comparable a la geometría urbana y por ello la<br />

fascinación que siente el hombre por la ciudad y sus calles se amplía a las mujeres,<br />

compartiendo ambos cuerpos lo efímero de los contactos y las pulsiones nerviosas que<br />

desencadenan en el sujeto masculino. Las “aventuras de la calle” (10) están<br />

íntimamente relacionadas y hasta condicionadas por las “videncias” de “las<br />

imponderables transeúntes” (11), porque normalmente, como en el caso del personaje<br />

de Lamentación, la fascinación con la ciudad es simultánea al hallazgo y<br />

encaprichamiento con una alguna mujer. La experiencia del acto sexual corre paralela<br />

al paseo: del mismo modo que el paseante aparece y desaparece por las calles,<br />

desdibujándose entre el tumulto, acelerando y desacelerando el paso, “las manos de<br />

Elvira gateaban por el pecho de Víctor, burlonas e insidiosas. Él le apretó una con<br />

fuerza en un acceso sensual y se la fue soltando poco a poco, hasta vencer aquel súbito<br />

arrebato” (33). Una vez más, y como señala Ramos, la gran ciudad y la mujer, “ambos<br />

subyugan y ambos presentan un reto: la conquista” (“Entre el organillo” 137); la<br />

mujer es elemento a recorrer y en el que perderse, del que tomar posesión y conquistar<br />

para abandonar después. Porque la mujer, especialmente la moderna, artificial y<br />

mecánica, se corresponde con la belleza artificial de la urbe moderna: “Más que<br />

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