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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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difícil de extirpar” (82). Las taras físicas de los individuos esperpénticos de<br />

Ehrenburg se amplían a las calles de la ciudad que habitan, calles enrevesadas y<br />

paralíticas. Es significativo que, como se verá más adelante, sea esta ciudad lisiada y<br />

aparentemente paralizada la que determine el curso de los acontecimientos que<br />

tratarán de restablecer el equilibrio entre los dos mundos desiguales a nivel social.<br />

El contraste entre ambos mundos deja constancia en las costumbres y<br />

tradiciones populares del nuevo Madrid. El progreso conquista Madrid, en sus muchas<br />

manifestaciones a través de la presencia del extranjero, que entra en la capital por vía<br />

de la artes y las ideas políticas (Víctor lee a Lenin, a Bernard Shaw) y la arquitectura<br />

(como bien demuestran los edificios de inspiración francesa en la Gran Vía) pero<br />

también a través de las costumbres. Andrés Álvarez relata en Sentimental Dancing,<br />

publicada en 1925, cómo la irrupción de los bailes “exóticos” en los locales<br />

madrileños introdujo una diferenciación entre clases no sólo sociales, sino entre<br />

“castizas” y “nuevas”: “Hacia el año 1912 se produjo en los bailes de Madrid un<br />

cambio radical, operado por las danzas exóticos que entonces comenzaron a llegar.<br />

Hasta entonces se bailaba en Madrid el pasodoble, polca, mazurca, habanera, vals y<br />

chotis, piezas que además de bailarse como ordinariamente se bailan en todas partes<br />

tenían la forma típica madrileña, el girar a izquierdas y a derechas” (306). El<br />

extranjero como símbolo de modernidad y progreso entra en todas las dimensiones de<br />

la capital española. Sin embargo, Víctor Murias no puede sino afirmar con gran<br />

decepción que “Madrid, con rascacielos y aeródromos, sigue siendo un lugar de la<br />

Mancha” (Venus 47), una tensión que se percibe, aparte de en la arquitectura, en las<br />

costumbres y tradiciones populares: mientras los habitantes de Madrid disfrutan en<br />

nuevos espacios de ocio –cafés, teatros, music-halls, cabarets— aún persiste una<br />

afición, una “superstición de los toros” (47) de la que el español no puede sustraerse.<br />

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