'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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30.04.2013 Views

zona periférica al sur de la urbe, “van más carros que coches y pasan algunos burros ingenuos” (El Rastro 33). Pero no hay que desplazarse a la periferia. En un documento publicado el mismo año que la novela de Benavides, una viajera inglesa captura la convivencia de ambas vertientes en la calle de Alcalá, calle céntrica por excelencia: “In the centre of the street the yellow trams dawdled up and down in what appeared to be an interminable sequence; they suggested the prosaic struggle for life, as exemplified by the human ants that were swarming in and out at the stopping-places. As I looked, a high powered car of the latest type dashed up-hill and was forced to put on the brakes suddenly because a team of mules, drawing a country cart, had got right across the roadway” (Erskine 8). No sólo llama la atención la convivencia de progreso y tradición en la calle, sino también la referencia a las mulas (símbolo del pasado) que cruzan el escenario callejero dominado por el tranvía (símbolo del porvenir), el cual vino precisamente a sustituir a las mulas, produciéndose de esta manera una confusión social a nivel de la calle. 66 Si bien en La horda había que viajar a los márgenes urbanos para apreciar cómo el “Progreso” no es igual para todos y para experimentar ese mundo de masas periurbanas al margen de toda modernidad que pasan hambre y que viven de los restos del mundo moderno, en Lamentación la misma calle del centro urbano pondrá en 66 El primer tranvía arrastrado por mulas se inauguró el 31 de mayo de 1871 con una línea que nacía en la calle Serrano, pasaba por Alcalá, hasta la Puerta del Sol y seguía hasta el barrio de las Pozas. Este primer tranvía ya es objeto de representación en la novela galdosiana de 1871 La novela en el tranvía, novela desarrollada en torno a una metáfora geográfica que ya introduce una nueva realidad urbana, la del tranvía, en el cual los individuos se rozan, se encuentran y se desencuentran para no volverse a ver. En 1879 la línea de tranvía Madrid-Leganés empieza a funcionar con tracción de vapor, y ya en 1899 comienzan a funcionar los tranvías eléctricos, que sustituyen a las mulas, con la primera línea conectando la Puerta del Sol y el barrio de Salamanca. Según Azaña, el tranvía empezó a perder las mulas justamente “cuando España acabó de perder las colonias” (Obras 22), con lo que “la ciudad pudo sentirse libre del pausado ritmo que tal medio de locomoción imponía a los hábitos de sus ciudadanos” (Juliá, “De población” 143). Junto a la puesta en funcionamiento de las primeras líneas de metro en 1919, los tranvías transformaron la fisonomía de la ciudad y contribuyeron a consolidar el proceso de industrialización iniciado en el último tercio del siglo XIX. 274

contacto ambos mundos, tradición y modernidad. Precisamente la toma de conciencia social acontecerá al presenciar esta injusticia: Discurren a mi lado las gentes de vida sosegada, sin inquietudes ni afanes, almas dormilonas en la gran ciudad insensible. Más adelante por las calles en que respira la sordidez ciudadana. Una vieja se arrastra por el suelo, sombría y miserable. Sus manos, abultadas por la porquería, pujan de un saco en el que va prensando anuncios de teatros, de bailes y de fiestas galantes, de todas esas cosas que ella no gozó nunca… Verdaderamente los ricos, los hartos se exhiben con demasiada audacia entre nosotros los pobres, la canalla hambrienta. Echo a andar, desafiando con mi gesto a los idiotizados por la mesa abundante… Extiendo la mirada por la calle y siento la opacidad de las almas de los transeúntes. (243-44) Los años 20 fueron años de euforia económica, estando la mayor parte de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1929) regida por un periodo de prosperidad. Sin embargo, a través de esta construcción personal y subjetiva Benavides muestra un mundo en el que convive una minoría urbana selecta y un estrato popular que sufre de las necesidades más básicas y que, sin acceso aún a la modernidad, vive en condiciones de precariedad. 67 Si en el caso de La horda la exclusión geográfica de los pobres era una consecuencia indirecta de la situación económica, en este caso los ricos y los pobres conviven juntos dentro del círculo rojo y existe un voluntarismo por parte del rico que le lleva a “exhibirse con audacia” entre los pobres como forma de hacer ostensible su capital económico. Además, los ricos siguen haciendo gala de una ceguera que, igual que los habitantes del círculo rojo de La horda, no les permite ver 67 Viene a la mente una escena de Pájaro Pinto (1927) de Antonio Espina en que la masa urbana, “esa gente del pueblo, esas que salen en las zarzuelas, se apiñaban a la puerta del templo” (93), mezclándose con esa minoría cosmopolita y educada en las calles de la urbe. 275

contacto ambos mundos, tradición y modernidad. Precisamente la toma de conciencia<br />

social acontecerá al presenciar esta injusticia:<br />

Discurren a mi lado las gentes de vida sosegada, sin inquietudes ni afanes,<br />

almas dormilonas en la gran ciudad insensible. Más adelante por las calles en<br />

que respira la sordidez ciudadana. Una vieja se arrastra por el suelo, sombría y<br />

miserable. Sus manos, abultadas por la porquería, pujan de un saco en el que<br />

va prensando anuncios de teatros, de bailes y de fiestas galantes, de todas esas<br />

cosas que ella no gozó nunca… Verdaderamente los ricos, los hartos se<br />

exhiben con demasiada audacia entre nosotros los pobres, la canalla<br />

hambrienta. Echo a andar, desafiando con mi gesto a los idiotizados por la<br />

mesa abundante… Extiendo la mirada por la calle y siento la opacidad de las<br />

almas de los transeúntes. (243-44)<br />

Los años 20 fueron años de euforia económica, estando la mayor parte de la dictadura<br />

de Primo de Rivera (1923-1929) regida por un periodo de prosperidad. Sin embargo, a<br />

través de esta construcción personal y subjetiva Benavides muestra un mundo en el<br />

que convive una minoría urbana selecta y un estrato popular que sufre de las<br />

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de precariedad. 67 Si en el caso de La horda la exclusión geográfica de los pobres era<br />

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ostensible su capital económico. Además, los ricos siguen haciendo gala de una<br />

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67 Viene a la mente una escena de Pájaro Pinto (1927) de Antonio Espina en que la masa urbana, “esa<br />

gente del pueblo, esas que salen en las zarzuelas, se apiñaban a la puerta del templo” (93), mezclándose<br />

con esa minoría cosmopolita y educada en las calles de la urbe.<br />

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