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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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merienda que su hermana Maruja cuidadosamente le preparó para el trayecto en tren,<br />

el reloj de su abuelo que su madre le legó con cariño, las palabras de su padre que<br />

retintinean constantemente en la cabeza del personaje, “procura hacer útiles nuestros<br />

esfuerzos” (Lamentación 15)— se desprende una nostalgia la cual remite a una<br />

“persistente mirada retrospectiva” hacia esa sociedad rural, nostalgia que aparece en la<br />

narrativa de vanguardia con cierta frecuencia. 65<br />

Algo parecido ocurre con la naturaleza: como lugar asociado a la tranquilidad<br />

y al sosiego del mundo rural, el estado de naturaleza aparece en la novela con<br />

connotaciones paradisíacas, como un espacio que invita a la reflexión y a la<br />

meditación, apartado de la corrupción de la urbe. Es por ello que en “la tenebrosa<br />

soledad” de los jardines del Prado (Lamentación 108), en la “serenidad lóbrega” de<br />

Rosales y del Retiro (179) o en el norte, más allá de los confines urbanos, el personaje<br />

encuentra “un encanto augusto” (110). La manera en que el personaje experimenta la<br />

naturaleza en el ámbito urbano es diferente a cómo la experimentaría un sujeto que<br />

vive en contacto directo con la misma. Simmel señala que las profundas alteraciones<br />

que produce el dinero en la relación entre el individuo y su entorno afectan también a<br />

65<br />

Existen numerosos ejemplos de esta presencia de lo rural en la narrativa de vanguardia bajo<br />

diferentes formas. A veces esta presencia es fruto de la nostalgia del narrador por un mundo perdido: en<br />

el relato “Esa vaca y yo”, incluido en el libro Yo, inspector de alcantarillas de Giménez Caballero, el<br />

personaje sobrevive en el inhóspito ambiente urbano gracias a una perversa relación con una vaca, lo<br />

que a su vez lo lleva a querer recuperar su origen rural. Esta historia recuerda en gran medida a<br />

Lamentación en tanto que el personaje se muda a una casa de huéspedes y también por la naturaleza<br />

negativa y “quejosa” del lenguaje utilizado: “Soy una verdadera ruindad humana, uno de esos<br />

productos que cría y pudre una gran ciudad, y que terminan siempre en una casa de huéspedes, sin otra<br />

fraternidad que la de otros seres semejantes a ellos” (45). En otras ocasiones, la presencia de lo rural<br />

constituye simplemente la constatación de un hecho y encierra una crítica hacia la imposibilidad de<br />

desprenderse del peso de la tradición y por ello la dificultad de integrarse en la modernidad del siglo<br />

XX. Exponente de esta actitud será el discurso de uno de los personajes de La Venus mecánica, una<br />

escultora haitiana llamada Aurora Nitti, quien alude al atraso de las tradiciones de los hombres de<br />

Madrid como un lastre que ata a la capital moderna a su pasado, impidiéndole ubicarse completamente<br />

en la modernidad: “Los carpetovetónicos. Los españoles de Madrid. Están muy atrasados. Todavía<br />

hablan con las novias desde la calle, a tres pisos de distancia, para terminar casándose con ellas.<br />

Algunos quieren morder a las mujeres que pasan. Otros se cuelgan al cuello medallas y escapularios y<br />

van por ahí, con una vela en la mano. Son unos bárbaros” (260). Este comportamiento “bárbaro” será<br />

ejemplificado por el personaje de Lamentación, quien hace gala de su ubicación al margen de la<br />

urbanidad social cuando se acerca a una mujer en la calle para tocarla, obrando así por impulsos y<br />

movido por instintos casi animales propios de una comunidad pre-social.<br />

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