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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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naturaleza y el campo, la dignificación de artesanos y labradores por su utilidad y<br />

trabajo y la austeridad de costumbres. Sería éste el caso, por ejemplo, de Los<br />

menestrales (1784) de Cándido María Trigueros o El barón (1803) de Leandro<br />

Fernández de Moratín, obras de teatro que toman como punto de referencia –como<br />

casi todas durante este periodo—el entremés Getafe (1646) en el que Antonio Hurtado<br />

de Mendoza lanza una profunda crítica hacia las costumbres y tradiciones de los<br />

grupos sociales urbanos. Como contrapartida a estos trabajos, existen otras obras que<br />

ponderan la ciudad y sus virtudes como cuna de la educación y la cultura frente al<br />

retroceso y “rusticidad” del campo, como especificaría el periódico El Censor. En esta<br />

línea estarían algunos sainetes de Ramón de la Cruz –entre ellos La civilización<br />

(1763) es uno de los más relevantes— o El alcalde proyectista (1790) de Luciano<br />

Francisco Comella, el cual está construido alrededor de la dicotomía entre ciudad y<br />

campo, con aparente victoria de la primera. En un siglo que carece de novelas, como<br />

Rebecca Haidt ha afirmado en más de una ocasión, el espacio urbano es a menudo<br />

recreado en el género teatral.<br />

Sin embargo, en el siglo XVIII son escasos o prácticamente inexistentes los<br />

ejemplos literarios que recrean la calle como espacio formativo y conflictivo en el que<br />

el individuo, al estilo de un paseante como Larra, precedente de esta tesis, construye y<br />

transforma su subjetividad a través de sus periplos urbanos, un proceso de<br />

construcción que atañe al relato y que pasa por una estructuración y desestructuración<br />

constante. En cualquier caso, cuando se recrea la calle urbana en el siglo XVIII es<br />

normalmente para asociarla al lujo como gran amenaza contra el orden social y a la<br />

mujer como figura en la que se concentra la crítica al lujo y al derroche, crítica de la<br />

que La petimetra (1762) de Moratín es el exponente más paradigmático. En el primer<br />

capítulo quedará más clara dicha asociación, en el que me referiré a la calle Mayor<br />

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