'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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30.04.2013 Views

momento, el personaje pugnará por penetrar nuevamente en el corazón de la villa movido por sus anhelos de vida burguesa, por su afán de poseer “habitación propia, muchos libros y algunos objetos de arte… y una hembra apetecible que podía embellecer su existencia” (La horda 127). Por eso no dudará en prostituir su pluma: el “trabajo de mercenario” (124) consiste en escribir un libro para el marqués Gaspar Jiménez, “un libro socialista” que debía ser “un himno a la caridad” (122). A pesar de reírse del “socialismo católico y de las ideas de su protector” (124), el personaje acepta su participación en la piratería literaria. Se produce aquí una transmisión del capital cultural en su “objectified state” (bajo la forma de un libro) que pasa del “holder” esto es, de Isidro al “owner”, al marqués en términos bourdianos. El capital cultural del que el marqués se apropia es utilizado “in the fields of social classes”, en una lucha en la que “the agents wield strengths and obtain profits proportionate to their mastery of this objectified capital” (Bourdieu, “Forms of Capital” 109). Los beneficios obtenidos son tanto para el poseedor del capital cultural –que ha convertido dicho capital en económico—y del que se lo apropia –pues la apropiación del capital cultural bajo la forma objetivizada de un libro le proporcionará capital simbólico. Una vez más, el rico necesita del pobre y viceversa, estableciéndose una relación simbiótica de dependencia y patronazgo—que Rousseau caracteriza de endémica en toda organización social—en la que el desfavorecido suple sus necesidades más básicas a consta del poderoso, y éste mantiene su posición y reconocimiento público a través de la sumisión del primero, puesto que “even if one rises to the top, in material terms, there is no escape from the constant need for one’s position to be reinforced by others” (Wraight, Rousseau 22). Este estado de superioridad durará “as long as it is continually and publicly recognized by others” (22). Por eso mientras duran los elogios de los “compañeros de la Alta Cámara” (La horda 200), el marqués 234

“conserva” a Isidro, pero en cuanto sufre la burla de los amigos y su carrera política sufre peligro, el rico decide “prescindir del trato” y pone fin a las relaciones de patronazgo, y con ellas, a los sueños y aspiraciones burguesas del pobre (294). El libro, así como las notas a pie de página del mismo las cuales contienen el intelecto del autor, no serán leídas por nadie, como nos dirá más adelante el narrador, pues la erudición no sirve para nada: “Los nutridos de griego y latín están muertos de hambre” (231). Estableciendo una conexión entre experiencia callejera y actividad artística, las ideas y la sabiduría del personaje no le proporcionarán una visibilidad en las calles de Madrid donde casi morirá de hambre ante la indiferencia de los transeúntes. Aún con su cultura, “todos los caminos estaban cerrados para él” (297). El caminar del sujeto (en el libro y en la vida) sólo conduce a una ilusoria apariencia social y a una momentánea situación privilegiada de la que pronto será despojado para ser retornado a las afueras, al anexo de la urbe. El libro que había de concederle un espacio de representación y reconocimiento social entre la clase poderosa, que le proporcionaría sustento material y le facilitaría el aburguesamiento no será firmado por él y además no será leído por nadie. Una vez escrito y expuesto en los escaparates de las librerías, la gente se limita a “pasear la mirada por el índice” (200) sin comprarlo, igual que por las calles de Madrid el mundo contemplaba su marcha penosa sin un impulso de misericordia” (298). Mientras duran estas relaciones, el personaje adopta una conciencia plenamente burguesa cuyo proceso quedará manifestado en el recorrido por las calles abigarradas de El Rastro. Cuando el marqués le paga tres mil pesetas a cambio del libro, Maltrana se siente rico y le propone a Feli, hija de trapero, abandonar el barrio de las Carolinas y asentarse en el centro urbano para disfrutar de una existencia burguesa. La identidad social comienza por la conquista y posesión del espacio 235

momento, el personaje pugnará por penetrar nuevamente en el corazón de la villa<br />

movido por sus anhelos de vida burguesa, por su afán de poseer “habitación propia,<br />

muchos libros y algunos objetos de arte… y una hembra apetecible que podía<br />

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través de la sumisión del primero, puesto que “even if one rises to the top, in material<br />

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continually and publicly recognized by others” (22). Por eso mientras duran los<br />

elogios de los “compañeros de la Alta Cámara” (La horda 200), el marqués<br />

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