'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University
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igual al gitano y a la bestia y evita que ambos “mueran como chinches” (274) ante la escasez de agua para el aseo e higiene diaria. Esta comparación con el mundo animal en la novela tiene una importante función que se desprende de las palabras de Medina previamente mencionadas respecto a la animalización como modo de enfatizar la irracionalidad primitiva de los humanos. Las hordas humanas que rodean Madrid como un cinturón presentan una “primitiva animalidad” (109) que contrasta con el “núcleo de civilización” (109) que representa la población. Recordemos cómo Le Bon comparaba a la masa con un “savage” situado al margen de la sociedad que se mueve por impulsos instintuales. Mientras la interpretación de Le Bon, regida por su temor ante los colectivos ascendientes y reivindicadores, construye estos impulsos instintivos con implicaciones muy negativas, desde la perspectiva de Blasco el “salvajismo” de las hordas periféricas no puede ser considerado como destructor ni bárbaro, pues en este salvajismo residirá la concienciación y consecuente toma de acción. Si el poderoso instinto animal convierte a la masa en “impulsive and mobile” (The Crowd 44), Blasco adelanta que será este mismo instinto el que guiará la acción revolucionaria de esas hordas periurbanas, primitivas y nómadas. Aquí reside la finalidad e implicaciones del uso del naturalismo a través del cual se representa a los humanos como animales en la novela: sólo con esta animalidad, con la fuerza inherente a ella, las hordas humanas se crecerán, se autorealizarán, se empoderarán y serán capaces de socavar el poder del más fuerte, del enemigo que los subyuga. Como se apreciará con más claridad en el cuarto capítulo, la injusticia y el abuso son necesarios para la concienciación, para una conversión de la horda como un colectivo resignad en un colectivo con capacidad de acción. El trapero Manolo el Federal protesta con ira ante la injusticia social que concede el poder y la libertad al más fuerte para aniquilar al 224
más débil: “Da rabia pensar que hombres tan hombres mueran como perros, por querer vivir de lo superfluo, de lo que otros no necesitan; que los cacen como fieras, sin haber hecho otro delito que cobrar algunos conejos… ¡Puñales! ¡Y después aún se extrañan de que pidamos la revolución…!” (La horda 223). El personaje se refiere al asesinato de su hermano el Mosco, trapero cazador quien ha sucumbido como un animal y ha sido cazado como una presa por parte de los esbirros. Se empieza a gestar así la idea de la revolución entre estas muchedumbres desfavorecidas que significativamente asumen su propia animalización –condición indispensable para la toma de acción— y reclamarán un espacio de representación y una visibilidad pública de la que hasta ese momento no han gozado. Otro ejemplo ilustrativo lo constituye la escena del entierro de don José, padrastro de Isidro. En el funeral las masas adquieren plena concienciación social en la calle en la que vociferan, piden venganza y se autocomparan con el ganado maloliente: “Debemos marchar por las rondas como los ganados que van de paso… Los pobres, a la cuadra… porque olemos mal” (240-41). La deshumanización y desnaturalización a la que Blasco hace que el pobre se someta a sí mismo identifica a la masa humana con el ganado mediante una referencia física al lugar y a la manera en que son acorralados por los señores, en este caso, por la policía que ejerce su labor disciplinaria y restrictiva sobre la masa de cabezas que se manifiestan, invadiendo el centro urbano y haciendo valer su subjetividad colectiva. En el gesto de autocomparación con los animales reside no sólo una denuncia social hacia la indiferencia y ocultación a la que se relega a los pobres, sino también y más importante una voluntad de acción por parte del narrador que exhorta a dicho colectivo a, precisamente, abandonar las rondas y tomar la calle del centro urbano. Aunque expulsados y devueltos a su suelo geográfico, estas masas de “monstruos” con “caras amenazantes” y con “anhelos locos y criminales de destrucción” (335) 225
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igual al gitano y a la bestia y evita que ambos “mueran como chinches” (274) ante la<br />
escasez de agua para el aseo e higiene diaria.<br />
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ascendientes y reivindicadores, construye estos impulsos instintivos con<br />
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salvajismo residirá la concienciación y consecuente toma de acción. Si el poderoso<br />
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Blasco adelanta que será este mismo instinto el que guiará la acción revolucionaria de<br />
esas hordas periurbanas, primitivas y nómadas. Aquí reside la finalidad e<br />
implicaciones del uso del naturalismo a través del cual se representa a los humanos<br />
como animales en la novela: sólo con esta animalidad, con la fuerza inherente a ella,<br />
las hordas humanas se crecerán, se autorealizarán, se empoderarán y serán capaces de<br />
socavar el poder del más fuerte, del enemigo que los subyuga. Como se apreciará con<br />
más claridad en el cuarto capítulo, la injusticia y el abuso son necesarios para la<br />
concienciación, para una conversión de la horda como un colectivo resignad en un<br />
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