'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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En relación a estas relaciones simbióticas de dependencia entre el rico y el pobre interesa volver a traer a colación la metáfora espacial que Levi-Strauss introdujo con los términos “vomiting” y “swallowing” para hacer referencia a una sociedad que controla socialmente a sus miembros: If we studied societies from the outside, it would be tempting to distinguish two contrasting types: those which practise cannibalism –that is, which regard the absorption of certain individuals possessing dangerous powers as the only means of neutralising those powers and even of turning them to advantage— and those which adopt what might be called the practice of anthropemy (from the Greek emein, to vomit); faced with the same problem the latter type of society has chosen the opposite solution, which consists of ejecting dangerous individuals from the social body and keeping them temporarily or permanently in isolation, away from all contact with their fellows, in establishments especially intended for this purpose. (Tristes Tropiques 508) La sociedad que “vomita” es la que separa, excluye, oculta, establece límites y confina a la periferia a los sujetos que pueden significar una amenaza: los barrios de las Carolinas, Bellavistas y Cambroneras serán espacios designados para la expulsión de las clases sociales más desfavorecidas ante el miedo y la ansiedad que una mezcla con éstas representa, ansiedad disfrazada bajo el discurso de la higiene, la enfermedad, la criminalidad, el alcoholismo y común a todos ellos, la pobreza como tara social más temida. Por otro lado, la sociedad que practica el canibalismo es la que absorbe esos mismos sujetos peligrosos con el fin de utilizarlos y tenerlos controlados, bajo su supervisión, e imponerles así un discurso normativo de obediencia interna. Se vio este tipo de control social en la figura del verdugo o de Alonso el titiritero en Aurora quienes eran absorbidos por las fuerzas del orden para 218

su propio beneficio y el buen funcionamiento de los sistemas de control de la urbe. En La horda espacios como el hospicio, la cárcel o el hospital, localizados en el centro urbano, existen para someter el espacio urbano y los sujetos que en él se mueven; sin embargo, si bien son pensados como espacios que apuntan a la neutralización y desestructuración de los sujetos que en ellos se internan, lejos de neutralizar la subjetividad, la (re)construyen, dando lugar a nuevas estructuraciones, como se apreciará con más nitidez en el último capítulo. Más interesante es que en el texto se conjugan ambas formas de control social, la del canibalismo y el vómito, a través de la visualización y planificación del espacio urbano, pues como señala Cohen, “reforms motivated by the inclusionary impulse often end up being exclusionary”, añadiendo que “this might happen when the decision about whom to include calls for an act of formal classification, which then immediately results in another form of separation” (Visions 219). La inclusión del trapero en la urbe evitará la adulteración, esto es, la mezcla de cosas que no deben ser mezcladas. La urbe absorbe al individuo, lo utiliza y mastica, el cual a su vez “ingiere” la suciedad de las calles urbanas, para después, con su propia exclusión, expulsarla a la periferia. Una de las justificaciones para establecer límites geográficos entre el “gran núcleo de civilización” que representa Madrid y la “vida ruda y salvaje que le rodeaba” es el riesgo de enfermedad que comportaba la acumulación de basura en las afueras. Ese Madrid pobre de principios del XIX sin aire, literalmente cubierto de basura y mugre, con los residuos de las viviendas amontonándose en los portales y las calles sin pavimentar, sin suficiente agua para la higiene pública ni la privada sigue existiendo a principios del XX, aunque ha sido trasladado al extrarradio donde aún no ha llegado el progreso que ha hecho del centro urbano una villa moderna y ordenada. Los suburbios que rodean Madrid son un “cinturón de estiércol viviente, de 219

su propio beneficio y el buen funcionamiento de los sistemas de control de la urbe. En<br />

La horda espacios como el hospicio, la cárcel o el hospital, localizados en el centro<br />

urbano, existen para someter el espacio urbano y los sujetos que en él se mueven; sin<br />

embargo, si bien son pensados como espacios que apuntan a la neutralización y<br />

desestructuración de los sujetos que en ellos se internan, lejos de neutralizar la<br />

subjetividad, la (re)construyen, dando lugar a nuevas estructuraciones, como se<br />

apreciará con más nitidez en el último capítulo. Más interesante es que en el texto se<br />

conjugan ambas formas de control social, la del canibalismo y el vómito, a través de<br />

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“reforms motivated by the inclusionary impulse often end up being exclusionary”,<br />

añadiendo que “this might happen when the decision about whom to include calls for<br />

an act of formal classification, which then immediately results in another form of<br />

separation” (Visions 219). La inclusión del trapero en la urbe evitará la adulteración,<br />

esto es, la mezcla de cosas que no deben ser mezcladas. La urbe absorbe al individuo,<br />

lo utiliza y mastica, el cual a su vez “ingiere” la suciedad de las calles urbanas, para<br />

después, con su propia exclusión, expulsarla a la periferia.<br />

Una de las justificaciones para establecer límites geográficos entre el “gran<br />

núcleo de civilización” que representa Madrid y la “vida ruda y salvaje que le<br />

rodeaba” es el riesgo de enfermedad que comportaba la acumulación de basura en las<br />

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basura y mugre, con los residuos de las viviendas amontonándose en los portales y las<br />

calles sin pavimentar, sin suficiente agua para la higiene pública ni la privada sigue<br />

existiendo a principios del XX, aunque ha sido trasladado al extrarradio donde aún no<br />

ha llegado el progreso que ha hecho del centro urbano una villa moderna y ordenada.<br />

Los suburbios que rodean Madrid son un “cinturón de estiércol viviente, de<br />

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