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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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crucial para una concienciación política, no sólo obrera, sino también femenina. En La<br />

horda la acción emprendida por obreros y albañiles parece cobrar un matiz más<br />

revolucionario, en parte porque el narrador toma partido por la masa de desheredados:<br />

de sus palabras emana una actitud de solidaridad hacia el pobre, por ejemplo cuando<br />

apunta que “aquellas gentes sentían la caricia del palo apenas intentaban pedir, como<br />

añadidura al mendrugo, un poco de justicia y de piedad para su vida” (244). Esta masa<br />

invade el centro urbano de la capital buscando un espacio de representación en el que<br />

clamar venganza y justicia por vía de las armas dejando claro, a diferencia de Baroja,<br />

que no puede existir revolución sin violencia y adelantando ya la acción<br />

revolucionaria de las masas en las calles madrileñas durante los años de la República.<br />

Igual que en Aurora, la protesta callejera es ahogada por el cuerpo disciplinar del<br />

Estado a la altura del puente y la Puerta de Toledo, puerta de entrada a la ciudad por el<br />

sur, la cual es cautelosamente vigilada por la policía que corta el paso al cortejo y le<br />

empuja a dar la vuelta a Madrid por las rondas, para así no molestar a los ricos. Lo<br />

interesante de esta escena es que son las mujeres las que avanzan en la calle<br />

levantándose contra los guardias del orden y violando los límites urbanos: “Las<br />

mujeres eran las primeras en avanzar, en agarrarse a las puntas del féretro…<br />

vociferaban en torno del féretro, iracundas, llorosas, como si el rudo sol del verano<br />

mordiese con agresiva demencia sus cabezas despeinadas” (La horda 240).<br />

El cuerpo sin vida de Juan y esta invasión espacial del centro urbano por parte<br />

de las masas, portadoras del caos y el desorden, constituirá otra forma de completar su<br />

misión social. Se altera así la retórica espacial en la novela, que en todo momento ha<br />

mantenido al pueblo y al sujeto marginal oculto en los márgenes urbanos. Habría que<br />

traer a colación de nuevo a Julio Ramos cuando habla del arte de componer un<br />

itinerario determinado, posibilitado y limitado por los signos y leyes que gobiernan el<br />

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