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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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en torno a la violencia –justificada desde el punto de vista anarquista porque el primer<br />

provocador es siempre el Gobierno. 47 La segunda parte del paseo dirige a los<br />

caminantes hacia las afueras, es decir, hacia el campo abierto: desde la calle de<br />

Magallanes, hacia el Tercer Depósito, el Canalillo, el Paseo de Areneros y la Calle de<br />

Rosales para terminar en la calle Ferraz, en el margen occidental de la urbe. Lo<br />

interesante de este paseo es que el recorrido por el centro urbano tiene lugar en la<br />

oscuridad de la noche, mientras que el paseo por la naturaleza acontece una vez está<br />

amaneciendo. Es en este preciso momento que la conversación en torno a las bombas,<br />

el terrorismo y la dinamita toca a su fin y el espacio textual es invadido por una serie<br />

de descripciones bucólicas que remite a una concepción anarquista de la naturaleza<br />

similar al viaje de Juan por el mundo natural en el prólogo: “Comenzaba a amanecer.<br />

La luz fina y velada de la mañana iba filtrándose entre las nubes de un gris de estaño.<br />

Desde el repecho de la colina vieron la cavidad inmensa del Tercer Depósito, que<br />

estaban construyendo… El Canalillo, con sus filas de chopos, sin hojas, al lado de la<br />

cinta de agua que brillaba y se curvaba en mil vueltas… Y en el fondo, cortando el<br />

horizonte, iba apareciendo el Guadarrama, orlado por la claridad del día” (226). 48 Los<br />

47<br />

Esta idea trae resonancias de consignas y publicaciones propagandísticas de finales de los años<br />

ochenta, en que se estaba preparando el terreno para el terrorismo clásico entre los órganos más<br />

representativos de la tendencia violenta del anarquismo. Así lo prueba el lema de 1889 de la asociación<br />

La Víctima del Trabajo: “La fuerza se repele con la fuerza. Para eso se inventó la dinamita”. Por ser<br />

relativamente reciente y efectivo, el invento de la dinamita en 1867 por Alfred Nobel gozaba de cierto<br />

atractivo entre los escritores. Sin duda Baroja tenía conocimiento de estos escritos, en particular el<br />

artículo titulado “La dinamita”, publicado en las revistas Acracia (num. 6) y El Socialismo (num. 10),<br />

en el que se explica la composición, el modo de empleo y los efectos de este explosivo. Baroja parece<br />

haber tomado este artículo y reproducirlo en boca de su personaje el Madrileño, cuando en el mismo<br />

paseo, justificando la violencia anarquista, explica el funcionamiento del explosivo: “La dinamita es<br />

una mezcla de arena y de nitroglicerina., que se hace detonar por medio de la cápsula de un<br />

fulminante… Se prepara primero la nitroglicerina, tratando la glicerina con una mezcla en frío, de ácido<br />

nítrico y de ácido sulfúrico, y luego se mezcla con una sustancia inerte” (Aurora 225).<br />

48<br />

Esta invasión del mundo natural en el espacio textual, que a su vez desplaza la atención de los<br />

caminantes del escenario urbano (orden social) a las afueras (orden natural) puede relacionarse con la<br />

labor revitalizadora que se ha puesto en marcha en el cementerio: “Ya no quedaban allí avenidas, ni<br />

paseos, ni plazoletas; los hierbajos borraron lentamente toda huella humana” (Aurora 172). No sólo se<br />

refieren estas palabras al abandono al que se ha relegado el cementerio, sino también al hecho de que la<br />

naturaleza en su estado más puro y libre se ha abierto paso en este paraje natural que, por tratarse de un<br />

195

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