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vigila tanto en la taberna como en la calle, puede tomar la forma del representante del poder (el guardia que guarda los intereses de las clases dominantes) y de la resistencia: el personaje de Alonso, al que ya se ha aludido previamente, es “apropiado” por las clases dominantes a modo de mercancía para servir a sus propósitos, para ser después abandonado cuando ya no es necesario. Por utilizar una metáfora de Levi-Strauss (Tristes Tropiques 508), el sujeto es “tragado” (swallowed), absorbido y asimilado al sistema vigente para luego ser “vomitado” (vomited out), es decir, excluido y expulsado como un residuo que ya no es necesitado. Cohen apunta que “most societies employ both modes of control, constantly oscillating between one and the other” (Visions 219), como quedará confirmado en el análisis de La horda. En una oquedad del camino cercano al Cerro del Pimiento, en una zona llena de terraplenes y desniveles sin urbanizar (lo que vuelve a conectar por medio de la marginalidad espacio-individuo) el muerto “quedó despatarrado, mostrando sus pobres desnudeces ante la mirada azul, clara y serena del cielo, y los camilleros se fueron a tomar una copa” (Aurora 188). El mundo natural donde reina la calma y la igualdad es contrapuesto al mundo social, corrupto y artificial, en el que se emplean modos de control inclusivos y exclusivos. 44 La construcción de un cuerpo disciplinar que controla, tanto en la calle como en la taberna, se encuentra sin duda vinculada al proceso de racionalización social burguesa y a la consolidación del orden social. En su estudio sobre los espacios geográficos de la novela, la relación entre periferia y centro 44 Esta ideología de integración y absorción del sujeto se pone en práctica de modo parecido en la figura del verdugo, “personaje sombrío y terrible”, sujeto marginal por excelencia quien trabaja para mantener el orden como ejecutor de la justicia del lado de las clases dominantes. Su marginalidad es tanto espacial como social, estando ambas íntimamente relacionadas: Su acento andaluz deja constancia de su naturaleza marginal a nivel geográfico, por ser de las afueras de Madrid, y su vivienda, “un cuarto pequeño y pobre, iluminado por un quinqué encendido” (Aurora 194) así como su frecuentación de una taberna en la calle de Bravo Murillo manifiesta su exclusión social. Aún así, ha conseguido adaptarse socialmente –igual que Manuel- prestando sus servicios a una sociedad injusta y cruel y convirtiéndose en “uno de los sostenes de esta sociedad capitalista” (198) a cambio de su protección porque “peó é morirse de jambre” (194). 188

y los mapas literarios como fuente indispensable para analizar el argumento narrativo, Moretti señala que “by enclosing illegality within a limited (and slightly peripheral) space, it makes it easier to recognize” (Atlas 103). La concentración del grupo de marginales asegura el control de los mismos. La acertada y a la vez contradictoria expresión de Chartier, “concentration de marginaux” (“Monarchie” 297) es válida para identificar al desorden y la desorganización que, no sólo el sujeto marginal, sino el anarquismo como doctrina política conlleva. Quizás sea por ello que la constante vigilancia conduzca a la acción frustrada. La acción revolucionaria que se incuba en la taberna en torno a las conversaciones y tertulias políticas y que debe ser llevada a cabo posteriormente en la calle quedan frustradas: los dos únicos actos de intervención del grupo anarquista –la organización del meeting en el teatro Barbieri y el intento de regicidio el día de la coronación de Alfonso XIII- nunca llegan a realizarse. Es más, la comitiva real pasea por las calles madrileñas sin que se produzca incidente alguno, resultando la única víctima el señor Canuto, representante del grupo anarquista, quien por su negativa de quitarse el sombrero ante la bandera, 45 y de esta forma contribuir al status quo y apoyar la organización social, es arremetido por los sablazos de los guardias que le causan una conmoción cerebral. Eliminando al desviado, al marginal, la efectividad de las fuerzas del orden cuidan de que haya ningún altercado, especialmente en el centro urbano, centro neurálgico del poder. De esta manera, el 45 La bandera constituye un símbolo de masas –según Canetti, aquellas unidades colectivas experimentadas como masa, a pesar de no consistir en seres humanos (“Discussion” 4)- siempre asociado al escenario urbano de la calle. Adelanta ya Baroja el enorme valor que este símbolo tendrá en las manifestaciones callejeras de las muchedumbres y en el desarrollo político de la guerra civil años más tarde. No deja de resultar curioso que Baroja aquí asocie la bandera a la monarquía y los defensores del conservadurismo y del orden tradicional, refiriéndose a la misma con ironía como “trapo glorioso, el símbolo del despotismo y de la tiranía” (Aurora 298), mientras que en la contienda civil, la bandera republicana, comunista y anarquista será utilizada por escritores de la izquierda como un “trapo” decisivo en la formación de la conciencia nacional, contribuyendo a la identificación de los seres humanos con una nación en un momento clave de su existencia nacional. Refiriéndose a la bandera con los colores republicanos, Zamacois la identificará con un “emblema de victorias, sin la cual las multitudes no aciertan a moverse” (Asedio 301). 189

y los mapas literarios como fuente indispensable para analizar el argumento narrativo,<br />

Moretti señala que “by enclosing illegality within a limited (and slightly peripheral)<br />

space, it makes it easier to recognize” (Atlas 103). La concentración del grupo de<br />

marginales asegura el control de los mismos. La acertada y a la vez contradictoria<br />

expresión de Chartier, “concentration de marginaux” (“Monarchie” 297) es válida<br />

para identificar al desorden y la desorganización que, no sólo el sujeto marginal, sino<br />

el anarquismo como doctrina política conlleva. Quizás sea por ello que la constante<br />

vigilancia conduzca a la acción frustrada. La acción revolucionaria que se incuba en la<br />

taberna en torno a las conversaciones y tertulias políticas y que debe ser llevada a<br />

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45<br />

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cual las multitudes no aciertan a moverse” (Asedio 301).<br />

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