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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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CAPÍTULO 2<br />

La calle en el Madrid de los márgenes en Aurora roja (1904) y La horda<br />

(1905)<br />

Madrid está rodeado de suburbios, en donde viven peor que en el fondo de<br />

África un mundo de mendigos, de miserables, de gente abandonada. ¿Quién se ocupa<br />

de ellos? Nadie, absolutamente nadie. Yo he paseado de noche por las Injurias y las<br />

Cambroneras, he alternado con la golfería de las tabernas de las Peñuelas y los<br />

merenderos de los Cuatro Caminos y de la carretera de Andalucía. He visto mujeres<br />

amontonadas en las cuevas del Gobierno Civil y hombres echados desnudos al<br />

calabozo. He visto golfos andrajosos salir gateando de las cuevas del cerrillo de San<br />

Blas y les he contemplado cómo devoraban gatos muertos… Y no he visto a nadie que<br />

se ocupara en serio de tanta tristeza, de tanta laceria…<br />

Baroja, Hojas sueltas 331-32<br />

Sólo unos cuantos metros separaban la vida moderna que circulaba<br />

por lo alto de aquella hondonada, donde aún subsistían las tradiciones<br />

de la existencia nómada, la barbarie de una raza errante, insensible a todo<br />

progreso.<br />

Las dos vidas rozábanse diariamente, pero se ignoraban, se desconocían,<br />

sin que los de abajo, en su aislamiento, sintiesen la más leve influencia de los de<br />

arriba<br />

Blasco Ibáñez, La horda 290-91<br />

Hasta la mitad del siglo XIX, las calles de Madrid habían sido un espacio<br />

socialmente confuso que posibilitaba el encuentro del rico burgués con el populacho.<br />

Aunque esta situación cambió tan pronto como se empezó a consolidar en Madrid una<br />

nueva clase media cuya conciencia de estar situada socialmente entre aristocracia y<br />

pueblo la obliga a segregar la ciudad espacialmente en términos sociales, todavía un<br />

escritor como Galdós mostrará su desacuerdo ante la confusión social que el vestido o<br />

atuendo femenino causaba, haciendo imposible la identificación de la clase social a la<br />

que el sujeto femenino pertenecía. Esta crítica hacia la confusión social callejera será<br />

adoptada por los escritores de principios de siglo, y así Baroja afirmará que en la calle<br />

madrileña “todo anda mezclado y desnaturalizado” (Aurora 44) mientras que Blasco<br />

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