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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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decerteauiano, un espacio liminal donde pueden “elude or slip through the network of<br />

classifications that normally locate states and positions in cultural space” (Turner 95).<br />

Aquí reside precisamente su poder, en su indeterminación y en la ambigüedad, en el<br />

no estar ni adentro ni afuera, pues “liminal entities are neither here nor there” (95). No<br />

son ángeles del hogar, pero tampoco son hombres, aunque actúan como si lo fueran;<br />

no se dedican a las labores propias de su género en el espacio doméstico, pero<br />

tampoco desempeñan una profesión laboral que les permita ingresar en el espacio<br />

público; pertenecen a la periferia (urbana y social), pero tratan de acceder al centro. La<br />

calle vendría a funcionar como el balcón como espacio liminal por excelencia en la<br />

literatura europea del siglo XVIII, un recinto interesante y ambiguo en cuanto que se<br />

encuentra dentro y fuera del espacio doméstico, representando así una disolución de<br />

los límites. Por ello, según Tanner, supone un recurso común en la literatura<br />

dieciochesca para ubicar la actividad extramarital y posibilitabar el adulterio (Adultery<br />

12-18). En el XIX el balcón seguirá conservando esta naturaleza liminal y conflictiva:<br />

ejemplos de ello serán Miau, La Regenta o Su único hijo, pero concebido como<br />

antesala de la calle, irá cediendo protagonismo a la misma, como demuestran las<br />

reiteradas y obsesivas miradas que Isidora y Tristana lanzan a la calle desde el balcón,<br />

antes de lanzarse a la misma. 34<br />

34 En La desheredada hay numerosas referencias al balcón del que Isidora se asoma, primero en la calle<br />

de Hernán Cortés donde vive con su padrino, y luego en la casa que comparte con Botín en la calle de<br />

las Huertas. De hecho, la equivalencia entre calle y balcón como mirador y antesala de la misma queda<br />

bien manifestada en la prohibición de Botín de que su amante salga a la calle, así como a asomarse al<br />

balcón: “No quiere que me dé a conocer en la calle… ¡Que celoso, Dios mío! Si me ve asomada al<br />

balcón, ya se le figura no sé qué” (La desheredada 349-50). En Tristana el potencial subversivo de este<br />

espacio liminal será aprovechado por Buñuel en la adaptación cinematográfica de la novela, cuando<br />

Tristana ocupe este espacio intermedio para retomar los juegos sexuales con Saturno y poner en<br />

funcionamiento una discursividad del deseo, o cuando abre el balcón antes de dejar morir a Lope. Se<br />

pone así de manifiesto la libertad y el poder del que goza el sujeto femenino en relación a este espacio<br />

semi-público.<br />

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