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que puede rastrearse en el romance medieval. 24 En esta línea Tubert declara que el incesto como actividad sexual en general y en Tristana en particular debe ser leído como un ejercicio de las relaciones de poder y del deseo (“Ley patriarcal” 233). Si a ello unimos la idea de que la calle, como se viene demostrando, es uno de los primeros espacios físicos que la “new woman” ocupa en un intento de conquistar un destino propio que le suponga la adquisición de todos los derechos reservados a los hombres, parece fácil establecer una relación entre calle y libertad sexual. Las prohibiciones de don Lope a las salidas callejeras de Tristana son el antecedente que apuntan a esta estrecha relación: “Porque nada tendrá de particular que, si sales, te acose algún mequetrefe, de estos Bacillus virgula del amor que andan por ahí, y que tú, a fuerza de oír sandeces, te marees y le hagas caso” (Tristana 164). En la calle el individuo corre el riesgo de contraer un “virus”, el del amor, que también anda suelto por la calle para infectar a todo el que se desvíe. Estas palabras prefiguran el destino del personaje: en efecto, en la calle conocerá a Horacio, se “infectará” de su amor, y tras caer enferma, requerirá una cura extrema. Las palabras de Lope como amante que canta al amor libre pero que utiliza esas ideas liberales para encarcelar a Tristana 25 están justificadas por el miedo de la figura patriarcal ante la libertad femenina –una vez más demostrando lo anticuado de sus valores tradicionales en relación a la libertad de la mujer. Parsons lo expresa así: “The unmarried, 24 El poder de decir que no es el primer (y único, podría decirse) poder que se le concede a la amada en el romance medieval. Mediante este poder el personaje, igual que Tristana, puede controlar el deseo del amante (en este caso Horacio) y negarle sus servicios, bien por capricho, por lógica (porque esté casada) o por sabiduría (porque el amante no le conviene). Esta toma de poder cobrará un punto más álgido en la Tristana de Buñuel, cuando al final el sujeto femenino tenga el poder de elegir entre la vida y la muerte, poder supremo del que el personaje se apropia como resultado de la castración. 25 Recordemos que con la negativa a casarse con Horacio, Tristana ejerce su derecho a la libertad según los valores transmitidos por Lope, pero al mismo esta negativa la encadena más a su tirano. Galdós hace explícita esta ambivalencia de la libertad a través de las palabras del personaje: aunque Lope exhorta a Tristana a huir del matrimonio, porque éste “te zambulliría en la vulgaridad. Tú no puedes ni debes ser de nadie, sino de ti misma” (Tristana 227), poco más adelante y tras el fracaso de la relación con Horacio no puede sino dejar aflorar su egoísmo: “¡Sujeta para siempre! ¡Ya no más desviaciones para mí!” (241). 108

emancipated woman was also judged in sexual terms as threatening to masculinity; as sexually free and voracious” (Streetwalking 83). Como decíamos anteriormente, la libertad sexual es el punto de partida para la toma de otras formas de poder y Tristana, quien se echa a la calle en busca de su emancipación por vía de la soltería, del amor libre y de una profesión que le haga vivir “libre y honrada”, constituye un peligro social. La advertencia de Lope adelanta a su vez la imagen de la ciudad como territorio propicio al juego y a las asociaciones novedosas que privilegiará la literatura vanguardista y de la que Buñuel se aprovechará para hacer circular al sujeto femenino por las calles toledanas, estrechas y laberínticas, las cuales conducirán al encuentro con el futuro amante. La calle como vía que conduce a la sorpresa facilita la posibilidad del encuentro con el otro, lo cual erotiza la experiencia urbana y establece una estrecha relación entre mujer y ciudad, como se verá en el tercer capítulo de esta tesis. En efecto, será en la calle madrileña, en particular en la calle de Ríos Rosas, calle de las afueras que une los altos de Santa Engracia y la Castellana, donde Tristana cruce miradas con Horacio por primera vez, empezando a “examinar con ojos de mujer al hombre que tan sin motivo absorbía su atención” (Tristana 148). Será en este momento cuando se produzca el verdadero despertar del deseo sexual, pues si bien el personaje ya ha sido seducido y conquistado por Lope, hasta ahora el deseo ha estado unido al odio, o como explica Hoffman, “Tristana grows in sexual desire, but she also grows to hate her only available and permissible source of sexual pleasure, the aging Don Lope” (“Tristan la Blonde” 170). Esto cambiará en la calle de Ríos Rosas, donde Tristana “siente una sacudida interna, como suspensión instantánea del correr de la sangre” (Tristana 148) al producirse el encuentro visual con Horacio. 109

que puede rastrearse en el romance medieval. 24 En esta línea Tubert declara que el<br />

incesto como actividad sexual en general y en Tristana en particular debe ser leído<br />

como un ejercicio de las relaciones de poder y del deseo (“Ley patriarcal” 233). Si a<br />

ello unimos la idea de que la calle, como se viene demostrando, es uno de los primeros<br />

espacios físicos que la “new woman” ocupa en un intento de conquistar un destino<br />

propio que le suponga la adquisición de todos los derechos reservados a los hombres,<br />

parece fácil establecer una relación entre calle y libertad sexual.<br />

Las prohibiciones de don Lope a las salidas callejeras de Tristana son el<br />

antecedente que apuntan a esta estrecha relación: “Porque nada tendrá de particular<br />

que, si sales, te acose algún mequetrefe, de estos Bacillus virgula del amor que andan<br />

por ahí, y que tú, a fuerza de oír sandeces, te marees y le hagas caso” (Tristana 164).<br />

En la calle el individuo corre el riesgo de contraer un “virus”, el del amor, que<br />

también anda suelto por la calle para infectar a todo el que se desvíe. Estas palabras<br />

prefiguran el destino del personaje: en efecto, en la calle conocerá a Horacio, se<br />

“infectará” de su amor, y tras caer enferma, requerirá una cura extrema. Las palabras<br />

de Lope como amante que canta al amor libre pero que utiliza esas ideas liberales para<br />

encarcelar a Tristana 25 están justificadas por el miedo de la figura patriarcal ante la<br />

libertad femenina –una vez más demostrando lo anticuado de sus valores tradicionales<br />

en relación a la libertad de la mujer. Parsons lo expresa así: “The unmarried,<br />

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El poder de decir que no es el primer (y único, podría decirse) poder que se le concede a la amada en<br />

el romance medieval. Mediante este poder el personaje, igual que Tristana, puede controlar el deseo<br />

del amante (en este caso Horacio) y negarle sus servicios, bien por capricho, por lógica (porque esté<br />

casada) o por sabiduría (porque el amante no le conviene). Esta toma de poder cobrará un punto más<br />

álgido en la Tristana de Buñuel, cuando al final el sujeto femenino tenga el poder de elegir entre la vida<br />

y la muerte, poder supremo del que el personaje se apropia como resultado de la castración.<br />

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Recordemos que con la negativa a casarse con Horacio, Tristana ejerce su derecho a la libertad según<br />

los valores transmitidos por Lope, pero al mismo esta negativa la encadena más a su tirano. Galdós<br />

hace explícita esta ambivalencia de la libertad a través de las palabras del personaje: aunque Lope<br />

exhorta a Tristana a huir del matrimonio, porque éste “te zambulliría en la vulgaridad. Tú no puedes ni<br />

debes ser de nadie, sino de ti misma” (Tristana 227), poco más adelante y tras el fracaso de la relación<br />

con Horacio no puede sino dejar aflorar su egoísmo: “¡Sujeta para siempre! ¡Ya no más desviaciones<br />

para mí!” (241).<br />

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