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'ANDANDO SE HACE EL CAMINO - DataSpace - Princeton University

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castigo final y los métodos de encauzamiento impuestos. 19<br />

Aunque en esta última mirada hay un intento de mirarse y verse críticamente,<br />

dicho intento quedará inmediatamente ahogado con el retraimiento al narcisismo<br />

primario, infantil y alineado. Tras observar con detenimiento “no sólo el rostro, sino el<br />

cuerpo” –lo cual no deja de ser significativo en tanto que el sujeto pasa a construirse<br />

como mujer de la calle que no vende tanto su rostro como su cuerpo— Isidora afirma:<br />

“Todavía soy guapa… valgo mucho, y valdré muchísimo más” (La desheredada 495).<br />

La oscilación entre la fase narcisista, infantil y primitiva a la que el sujeto se retrae,<br />

una vez más, en momentos de crisis y el proceso de reconocimiento social sigue<br />

prevaleciendo al final de la novela. El personaje sigue afirmando su cuerpo,<br />

contemplándolo, adornándolo y valorándolo como forma de hacer constar sus<br />

ambiciones sociales. Pero la afirmación de la conciencia social es diferente en esta<br />

última mirada. En un último intento de toma de agencialidad, y poniendo de<br />

manifiesto un último deseo de confirmar su valor subjetivo, Isidora lleva a cabo la<br />

acción transgresora de lanzarse a la calle como estrategia de resistencia al discurso<br />

hegemónico. Si hasta este momento la reflexión en el espejo ha estado dominada por<br />

una mirada burguesa, la última mirada antes de lanzarse a la calle corresponde a una<br />

nueva conciencia femenina que se aleja de todo modelo burgués tradicional y que<br />

adquiere plena libertad de movimientos y con ésta, de agencialidad. Aunque podría ser<br />

tentador calificar este último acto como fracaso, pues la prostituta se convierte en<br />

19 La inversión también atañe a los roles de género, algo de lo que ya se ha venido hablando: si, según<br />

Freud, “men love anaclitically, meaning they love themselves in the idealized and specular other, most<br />

women will love narcissistically, plainly seeking themselves as love objects” (Complete Psychological<br />

88). A lo largo del relato, Isidora ha expresado su negación a convertirse en objeto de deseo masculino<br />

(a Miquis le dice “lo que es a mí… no me han de imponer un marido que no sea de mis gusto, aunque<br />

esté más alto que el sol” (La desheredada 131), rechazando el modelo de femineidad impuesto en la<br />

sociedad decimonónica. Por el contrario se ha alzado como sujeto deseante –tanto en relación a los<br />

objetos materiales como a sus amantes, que ella misma ha elegido. Sin embargo, esta inversión se<br />

reinvierte como parte de la labor encauzadora de conducta, e Isidora, en términos freudianos, actuará<br />

“narcisísticamente”, tornando en objeto de deseo de múltiples hombres en su calidad de prostituta.<br />

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