El libro de Iván Salas

Quilish Hora Cero
Cajamarca, la lucha de un pueblo que defiende su vida y dignidad
EPÍLOGO
Aquí el testimonio de una gran jornada cívica y la propuesta. Culmino
respondiendo a una pregunta frecuente realizada por amigos, colegas,
ciudadanos; recientemente me la hizo Giorgio (un experto italiano en
recursos naturales):
- Iván, ¿no tienes miedo que te maten?
- Creo, dije, que no hay que tenerle miedo a la muerte; esta partida, este final es
inevitable para todos. Hay que tenerle miedo al haber vivido en vano, al haber
sido uno más del montón, al haberse pasado los días comprando cosas, soñando
con casas lujosas, autos y joyas. Haberse pasado los años preso del bostezo, la
indiferencia, el conformismo de la clásica frase: «esto no lo arregla nadie.»
Me aferro a la vida entendida, como repito, como EMOCIÓN DEL IDEAL; espero
algún día morir como los árboles: DE PIE.
Recuerdo a Eduardo Galeano cuando en su relato «Las huellas digitales» incluido
en «El libro de los abrazos», renuncia a morir prematuramente diciendo:
«(…) Mucho me falta andar. Hay lunas a las que todavía no ladré y soles en
los que todavía no me incendié. Todavía no me sumergí en todos los mares
de este mundo, me dicen que son siete, ni en todos los ríos del Paraíso, que
dicen que son cuatro.
En Montevideo, hay un niño que explica:
- Yo no quiero morirme nunca, porque quiero jugar siempre».
Iván Salas Rodríguez
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