CULTURA CLÁSICA CULTURA CLÁSICA - Almadraba Editorial
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Lecito de fi guras negras: mujeres<br />
en el telar (siglo VI a. de C.).<br />
Cerámica de fi guras negras:<br />
mujeres en la fuente.<br />
Lecito de fondo blanco: escena<br />
de un guerrero despidiéndose de su<br />
mujer.<br />
20<br />
4. Responsabilidades de la mujer casada<br />
Cuando haya dado a luz a mi hijo, podré gozar plenamente de<br />
mi condición de madre de un futuro ciudadano y hacerme cargo<br />
de las numerosas responsabilidades de una mujer casada:<br />
vigilar a los esclavos, tejer la ropa de mi esposo y mis hijos, y<br />
planificar los gastos y los alimentos para evitar que se consuma<br />
en pocos meses lo que debe durar un año. Un hombre no<br />
dudaría en quitarle las llaves de la bodega o del almacén a una<br />
esposa que es mala administradora o es una malgastadora, o<br />
se aficiona demasiado al vino y se deja llevar por la gula. Eso<br />
sería una humillación terrible.<br />
También podré salir de casa alguna vez. Es cierto que cualquier<br />
mujer honesta, siempre que no sea una campesina ni<br />
tenga que ejercer un oficio para conseguir dinero, debe permanecer<br />
en su casa, salvo para ir a algunas ceremonias religiosas<br />
o a algún entierro. Aunque de vez en cuando, con el pretexto<br />
de pedir prestada alguna cosa, y siempre acompañada de una<br />
esclava con una sombrilla para que el sol no oscurezca mi piel,<br />
podré ir a casa de las vecinas o de alguna amiga.<br />
Pero la calle es para los hombres o para mujeres como las esclavas,<br />
las cortesanas o las prostitutas, que incluso se permiten<br />
frecuentar impúdicamente los baños públicos o los banquetes,<br />
donde el único papel para una mujer decente es vigilar a las<br />
esclavas que sirven la comida y procurar que todo salga a gusto de nuestro<br />
esposo y sus invitados.