CULTURA CLÁSICA CULTURA CLÁSICA - Almadraba Editorial
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Hades Mundo subterráneo<br />
donde habitan los muertos.<br />
lecito Vasija alargada, con<br />
pie y un asa, utilizada para<br />
contener ungüentos o como<br />
ofrenda funeraria.<br />
Lecito de fondo blanco: mujer tocando<br />
la lira.<br />
Croquis de una casa ateniense,<br />
donde quedan diferenciados el espacio<br />
reservado a las mujeres (gineceo)<br />
y el de los hombres (androceo).<br />
14<br />
EL MUNDO CLÁSICO<br />
La vida de Timareta<br />
1. Nacimiento e infancia<br />
Me llamo Timareta y soy hija de un ciudadano ateniense. Tengo 16 años<br />
y estoy a punto de realizar el que espero que sea el acto más importante<br />
de mi vida. Dentro de mí bullen sentimientos encontrados: por una parte,<br />
soy muy feliz y me llena de orgullo la aprobación que leo en los ojos de todos<br />
aquellos que me rodean cuando me miran; pero, por otro lado, tengo<br />
miedo de no superar el difícil trance que me espera, porque sé que son<br />
muchas las mujeres que mueren en el intento. Por eso, hay días en que se<br />
apodera de mí la melancolía y añoro los años felices y despreocupados de<br />
mi niñez.<br />
Fui afortunada cuando nací, porque dos hermanos varones me habían precedido;<br />
así, mi familia tenía ya asegurado un heredero que perpetuara<br />
nuestro linaje. Además, son los hijos varones y sus esposas los responsables<br />
de cuidar a los padres en la vejez y de enterrarlos, al morir, siguiendo<br />
los rituales que les garanticen una vida tranquila en el Hades. Si hubiera sido<br />
yo la primogénita o hubiera nacido alguna hermana antes que yo, difícilmente<br />
mi madre habría podido convencer a mi padre para que no me<br />
abandonara en la puerta de casa sin cuidados ni alimentos. Y es que las<br />
hijas somos una carga para nuestras familias, pues necesariamente hemos<br />
de casarnos, y eso supone la entrega de una cuantiosa dote al novio, lo<br />
que disminuye el patrimonio familiar.<br />
androceo<br />
gineceo