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EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES
Más que viudas y huérfanas: las mujeres en el mundo editorial
Ciclo de mesas redondas
Como muchos de ustedes sabrán las viudas y las huérfanas son accidentes del
trabajo editorial. Considerados como resultados indeseables del desaseado
trabajo con los textos, siempre se tiende a evitarlos. Pero en este caso y cambiando
el giro lingüístico de los términos, hemos decidido rendirles una especie de
tributo. Desde el siglo XVI, las viudas han sido mujeres muy presentes en las
imprentas mexicanas pero ni ellas ni las editoras contemporáneas, herederas
de esa traducción en el mundo del libro, son huérfanas, como tampoco lo son
las diseñadoras gráficas. La vitalidad y trascendencia de sus labores así como
la necesidad de conocer y visibilizar su labor quedarán de manifiesto en estas
jornadas que esperamos sean del agrado de todos ustedes.
Más que viudas y huérfanas nació como una manera con dar continuidad
al espacio de reflexión que generamos con la exposición simultánea Las otras
letras: mujeres impresoras en el mundo del libro antiguo, de marzo pasado.
Estas exposiciones, que fueron pioneras en su tema a nivel iberoamericano,
estarán abiertas por un año en las bibliotecas Lafragua y Palafoxiana de Puebla.
En aquella oportunidad realizamos también un ciclo de conferencias que contó
con la participación de diversos investigadores que hicieron nuevos aportes a lo
que hasta hoy conocíamos de la historia de las impresoras.
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Sin embargo había otros momentos históricos y perfiles profesionales que
deseábamos atender y que no estuvieron cubiertos en aquel ciclo: me refiero la
labor de las editoras del siglo XIX hasta la actualidad y el trabajo de las diseñadoras
gráficas. De esta suerte gestamos una nueva propuesta que encontró generosa
acogida en los responsables de esta institución quienes lo incorporaron en el hilo
de los festejos del día internacional del libro y lo incluyeron en su programa de
Equidad de Género y Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres. Al señor Jesús
Oyanguren, a Claudia Reyes y Ruth González muchas gracias.
Quisiera agradecer asimismo la generosa colaboración de todos nuestros
panelistas:
1) las editoras Mónica del Villar, Laura Lecuona, Marisol Shultz y Amparo
Espinosa Rugarcía.
) Los investigadores Albert Corbeto i López, y las doctoras Lucrecia Infante,
Elena Urrutia y Lydia Elizalde.
3) Las diseñadoras Tullia Basan, Patricia Espinosa, Regina y Lourdes Zolezzi.
Asimismo quiero agradecer a los moderadores de las tres mesas: Tomás
Granados, Guadalupe Fernández y Jacinto Salcedo, y a Alejandra Guerrero
por el esmerado y sutil diseño de la imagen del encuentro.
Por último deseo agradecer a todas las instituciones que nos han apoyado:
Biblioteca Lafragua, Benemérita Universidad Autónoma del Estado de Puebla
Biblioteca Palafoxiana, Secretaría de Cultura del Estado de Puebla
Real Academia de las Buenas Letras, Barcelona
Centro Cultural Helénico de México
Universidad de Guadalajara, México
Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, Colmex
El proyecto Biográficas: historia de las diseñadoras gráficas latinoamericanas
Libraria
Revista Quadra, diseño y comunicación
Revista Ene-o
Guía de Diseño Mexicano
Muchas gracias
Marina
ÍNDICE
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Más que viudas y huérfanas: las mujeres en el mundo editorial
Editoras contemporáneas en busca de lectores
Mónica del Villar
Directora de Proyectos Especiales. Revista Artes de México
Laura Lecuona
Subgerente de Bibliografía Universitaria. Fondo de Cultura Económica
Marisol Schulz Manaut
Directora de Alfaguara y Taurus. Grupo Santillana
Amparo Espinosa Rugarcía
Directora de Documentación y Estudios de Mujeres A.C.(DEMAC)
Presidenta de Fundación Espinosa Rugarcía (Fundación ESRU
Impresoras, editoras y diseñadoras en la historia
Albert Corbeto López
Academia de las Buenas Letras, Barcelona
NOTAS PARA EL ESTUDIO DE LAS IMPRESORAS ESPAÑOLAS (SIGLOS XVI-XVIII)
Mtra. Marina Garone Gravier,
Doctoranda en Historia del Arte. Posgrado Historia del Arte, UNAM
IMPRESORAS NOVOHISPANAS: UN ESTADO DE LA CUESTIÓN
Dra. Lucrecia Infante Vargas
Coordinadora de licenciatura y la maestría en Historia. Instituto Cultural Helénico
DE LECTORAS A EMPRESARIAS DE LA CULTURA.
MUJERES Y MEDIOS IMPRESOS EN MÉXICO DURANTE EL SIGLO XIX
Dra. Elena Urrutia
Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer. El Colegio de México
Dra. Lydia Elizalde
Facultad de Artes. Universidad Autónoma del Estado de Morelos
MUJERES EN EL DISEÑO DE REVISTAS CULTURALES, 1970 - 2008
¿Cómo se forma una diseñadora gráfica?
Tulia Bassani
Universidad Anáhuac
Patricia Espinosa
Universidad Iberoamericana
Regina Olivares
Escuela de Diseño del INBA
Lourdes Zolezzi
Diseñadora Gráfica

Mónica del Villar
Artes de México
AGRADECIMIENTOS, PREMISAS Y PROVOCACIONES
Agradezco a Marina Garone la invitación a participar en esta serie de encuentros
relacionados con el mundo editorial, con la cultura, con la historia, con la
mujer. Estas iniciativas, tan frescas, me entusiasman mucho, y ante panoramas
desoladores para la lectura, la cultura y para las mujeres, son estímulos y remedios
muy gratos. También, por supuesto, agradezco su atención y la presencia de
mis compañeras de plática, así como al Centro Cultural España por el espacio
que nos abre hoy. Por último, me da mucho gusto la moderación de Tomás
Granados Salinas, el opuesto complementario de Marina. Paso ahora a compartir
comentarios y reflexiones como editora de revistas culturales y como mujer. La
lectura y los libros Parto de dos premisas aparentemente obvias, pero que en la
práctica se olvidan con frecuencia:
1. No se cuestionan los beneficios de la lectura ni de los libros o materiales
equivalentes. Leer no sólo es bueno y grato, es necesario para una mejor calidad
de vida, individual y colectiva; no se discute su función social. . Si no tienes
lectores y lectoras, no cuentas con aquello de mayor valor en un esfuerzo
editorial y cultural. Los lectores son la finalidad última y la gran motivación. Esto
lo pienso más en función de publicaciones que ante todo buscan como objetivo
el ingreso o la utilidad económica en sí más que al lector mismo y lo que se busca
comunicar. Que se entienda, no por ello demerito la importancia de la parte
económica. Reflexión sobre los principios femeninos y masculinos.
2. “Más que viudas y huérfanas, mujeres en el mundo editorial. Editoras en busca
de lectoras”; el título que me llevó incluso a pensar en los principios femeninos
y masculinos, en la mujer y el hombre, en sus necesidades e intereses, en sus
diferencias y semejanzas. Recientemente leí la última novela de Doris Lessing La
grieta (The Cist), donde relata los orígenes de lo masculino y lo femenino, del
hombre y la mujer, de cómo se encuentran y relacionan; por cierto, inicia con
una cita de Robert Graves que dice: “El hombre hace, la mujer es”. A lo largo
de la historia de la humanidad, el cosmos se ha dividido en un “lado macho” y
un “lado hembra”, los opuestos complementarios. Esta antigua concepción ha
sido compartida por muy diferentes culturas. Los sistemas dualistas funcionan
como categorías dependientes y necesarias la una de la otra. Por ejemplo,
en la tradición mesoamericana la existencia del mundo dependía del juego
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provocado por su oposición. Lo femenino evocaba la oscuridad, la tierra, lo bajo,
la muerte, la humedad y la sexualidad; lo masculino, en tanto, estaba ligado
a la luz, al cielo, lo superior, la vida, la sequedad y la gloria; sin que hubiera
connotaciones cristianas . En los puntos cardinales, a lo femenino correspondía
el oeste y el norte; a lo masculino el este y el sur. Esta división no implicaba
lo positivo y lo negativo en de manera unívoca; no existía la posibilidad de
seres puros. De ambas partes del cosmos provenían tanto bondades como
males para la humanidad. Hay que recordar que en la dualidad vida-muerte,
una genera la otra y viceversa (Alfredo López Austin, “La parte femenina del
cosmos”, Arqueología Mexicana, num. 9,1998). El sistema chino del yin/yang
es otro buen ejemplo para la dualidad femenino-masculino, presente en cada
hombre y mujer; compartimos, pues, ambas partes. El hombre da y la mujer
recibe. El principio femenino (yin) es un principio de profundidad, de recibir, de
interiorizar, de gestar, de germinar dentro de nosotros... El principio masculino
(yang) emprende acciones, promueve, proyecta; está más vinculado con las
superficies...
3. ¿Cómo afecta lo masculino y lo femenino a las publicaciones? ¿Cómo son
las editoras y cómo son los editores? ¿Cómo nos dirigimos a la búsqueda de
lectoras y lectores? Hay complementos, competencias, diferencias, semejanzas.
Son puntos posibles a reflexionar... MI EXPERIENCIA EDITORIAL Y EL PÚBLICO
LECTOR Las revistas De entrada una obviedad: las revistas tienen formatos,
mercados, situaciones y se comportan de manera diferente a los libros. De
acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura ( 006), 40% de los mexicanos leen
revistas, y 56% libros; 4 % periódicos y 1 % historietas. Entre las ventajas de
las revistas para captar lectores tenemos que: _ En la difusión contemporánea
son uno de los medios idóneos para divulgar el conocimiento. El formato en
artículos permite expresar con mayor facilidad los tiempos de la modernidad.
_ La forma de ver y recibir la información cada vez está más acotada, directa,
fragmentada; los artículos y gráficas permiten presentarla así. Incluso las páginas
de una revista pueden asemejar imágenes muy parecidas a la información
que aparece en pantallas de computadoras, teléfonos o agendas electrónicas
(manera actual de “leer”). _ Novedades diversas, noticias, avances o hallazgos del
conocimiento (científico, intelectual, artístico o recreativo) se dan mayormente
a través de artículos. Mi experiencia editorial Durante 13 años (1993- 006) tuve
la oportunidad de ser directora editorial de la revista Arqueología Mexicana,
coproducida por el INAH y Editorial Raíces. Su contenido principal: la arqueología
mexicana, historia, antropología y disciplinas afines, así como temas de cultura
general relacionados. Sus autores: destacados investigadores. Durante esos
años, desde su fundación, tuvo un tiraje sostenido de 40 000 ejemplares para
un público lector muy fiel.
4. Actualmente tengo el gusto de trabajar para Artes de México como directora
de proyectos especiales, publicación clasificada también como de “interés
general”, y en la subcategoría de “Arte y Cultura”. Cuenta con un tiraje
promedio de 1 000 ejemplares (más otros miles por petición expresa) y cumple
0 años en su nueva época; originalmente fue fundada en 195 . Creo que
ambas publicaciones comparten la gran calidad de contenidos y han logrado
convertirse (Artes de México mucho tiempo atrás) en revistas coleccionables y
fuentes de consulta. Gracias a esas características, ambas publicaciones participan
de la existencia de un público lector leal y estable; quizá ya tenemos su nicho
prácticamente cubierto en México. El reto de ampliar el número de lectores es
difícil de librar, al igual que es un gran desafío obtener los recursos para producir
cada número de estas publicaciones, pero los intentos y las pruebas-error
continúan. Es importante aclarar que ninguna de estas dos revistas pertenece
a grandes grupos editoriales que cuenten con varios títulos, situación que les
abre posibilidades de acuerdos preferenciales en el mercado. Ambas editoriales
son pequeñas empresas y 100% mexicanas. Pese a problemas y obstáculos, y
dentro del enorme mundo de las revistas en México (aparecen muchos títulos
que desaparecen en pocos años), considero que tanto Arqueología Mexicana
como Artes de México han logrado posicionarse y demostrar que “la cultura
sí vende”, además de presumir un público lector devoto y constante. Añado
como dato relevante y para contextualizar, que las revistas dedicadas a estas
temáticas (arte-cultura-literatura), ocupan el quinto lugar de lectura, dentro de
una clasificación de 46 diferentes temas, aproximadamente. Los otras cuatro
categorías más leídas son: 1. espectáculos. . femeninas. 3. música y guías de
TV. 4. deportes. En relación con el género de lectores, hay más mujeres que leen
revistas (41%), que hombres (38%) (Encuesta Nacional de Lectura). Otras cifras
para seguir ubicándonos en este universo editorial de las revistas en México
(CANIEM, 006).
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5. 1. 54 editores de PP (en 005 había 461) . 1 134 títulos (en 005, 1 193)
3. 689 millones de ejemplares en tiraje (en 005, 5 6 millones) De acuerdo
con el contenido, la FIPP (Federación Internacional de Prensa Periódica) divide a
las publicaciones en seis categorías temáticas, en algunas de ellas se exhibe la
presencia femenina abierta: 1. Interés general (368 títulos y 43% del tiraje). .
Interés específico (3 7 títulos). 3. Femeninas: (80% son lectoras) tienen 18 %
de los títulos y 1% del tiraje. 4. Masculinas: (80% son lectores) tienen 14%
de los títulos y 17% del tiraje. 5. Guías de TV (consideradas como de “interés
general”). 6. Financieras y de negocios ( %). Hay otras dos categorías más para
México: Infantiles (4-1 años) y Juveniles (1 -18 años). ¿Cuántos lectores(as)
pueden representar estas cifras (la cantidad de títulos y sus millones de tiraje)
en un país que ocupa el lugar 107 en hábitos de lectura de acuerdo con la
categoría establecida por la UNESCO? Los lectores y su perfil Durante los años
que trabajé en Arqueología Mexicana realizamos diferentes acciones para
conocer el mercado en que nos movíamos para incrementar las ventas, es decir,
estábamos en busca de lectores, además de conseguir la publicidad necesaria.
Dado el tipo de revista de “interés general”, el planteamiento de género no ha
sido prioritario ni como objetivo del contenido de la publicación, ni como sector
específico de la población a conquistar; en un estudio sobre nuestros lectores lo
comprobamos. Lo mismo sucede en el caso de Artes de México.
6. En cambio, para ambas publicaciones fue revelador, como en la mayor parte
del mundo de lectores, una correlación de a mayor ingreso y escolaridad, mayor
lectura. Otra información útil se obtuvo cuando en Arqueología Mexicana se
hizo un estudio sobre el “Perfil del lector”. Encontramos que la mayoría de
lectores de la publicación son hombres de 5 años o más pertenecientes a los
niveles socioeconómicos alto y medio alto. Buena parte de ellos son casados y
con hijos, ya que en promedio hay cuatro miembros en los hogares (este dato
es importante para lectores primarios y secundarios; también considerar que
la mujer desempeña un papel muy importante como difusora en el hogar).
Obviamente que también hay lectoras, aunque en una menor proporción (34%)
que los hombres. Muchos lectores son profesionales y un porcentaje importante
tiene maestría o doctorado. La mayoría de los lectores consideró que la revista
es de colección, que es un buen embajador de México en el mundo, pues
difunde la herencia cultural, y la consideraron como una publicación de altísima
credibilidad. Un dato muy importante que, de alguna manera, reflejaba el tiraje
sostenido a lo largo de los años es que los lectores son fieles hacia la revista, ya
que de cada seis números publicados, leían en promedio cinco ediciones. Me
pregunto si hoy por hoy, con los cambios en los hábitos de lectura, sobre todo
debido a los medios elctrónicos, estos datos o tendencias se mantienen. Para
tener una revista completa en la red, faltaba mucho, pero estuvo planteado y
siempre consideré que es un tipo de publicación idónea tanto para el Internet
como para captar nuevos usuarios. En el perfil de lectores de Artes de México
cuentan como lectores a hombres y mujeres, en porcentajes prácticmente iguales
(profesionistas, empresarios-as, políticos, líderes de opinión, amas de casa). Se
encuentra su presencia en la red y tiene también mucho potencial ahí.
7. REFLEXIONES FINALES Y ALGUNAS PROPUESTAS La calidad, credibilidad y
presentación de los contenidos editoriales (autores, imágenes, diseño, edición,
impresión, etcétera), cualquiera que sea su giro, es la mejor garantía para
conseguir, mantener y aumentar lectoras(es). No me refiero a enormes gastos,
sino a publicaciones dignas. La gente sabe distinguir y reconoce entre tipografías
legibles, en presentaciones pulcras, en contenidos; se sabe bien o mal tratada.
En la medida de lo posible, es importante saber quiénes son tus lectores o
quiénes lo pueden ser. Cómo ya lo dije antes, esto puede ser, con sus grandes
limitaciones, a través de estudios de perfil de lector, de nichos de mercado y
ampliar tu comunicación directa con ellos; uno de los mejores instrumentos
de conocimiento para mí fueron las “cartas” de los lectores (sus opiniones,
peticiones, quejas, etcétera), incluso era una de las secciones de la revista a la
que más importancia le daba. Ahora los medios electrónicos facilitan mucho esa
tarea, el contacto directo: editor-lector. Tener conciencia y saber de la existencia
de los nuevos medios de comunicación y sus alcances. Me refiero no sólo a la TV, el
cine y la radio, sino al e-mail, las páginas de Internet, YouTube, chats, blogs –hoy
considerados como un nuevo género literario–, celulares y agendas electrónicas.
Para quienes temíamos la desaparición del libro impreso y símiles, creo que cada
vez más se comprueba que los digitales son complementos, no sustitutos. Lo que
sí ha provocado esta revolución de la comunicación son importantes cambios en
las prácticas de lectura, en la manera de recibir la información, en las relaciones
entre autores y lectores, entre editores y autores, entre editores y público. Es
decir, hay que saber ubicarrnos como editores de letra impresa y ver quiénes y
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cómo nos acompañan. Mencioné la importancia de contar con nuestras revistas
en la red, su formato digital sin duda ampliaría nuestro público lector.
No podemos renunciar a buscar una sociedad democrática, más justa y con
mayor número de lectores. Para ello es fundamental revisar y actualizar las
políticas públicas en beneficio de la lectura y quienes la generan, en apoyo a
una industria editorial en crecimiento. Por ejemplo, la urgente aprobación de
la nueva ley del libro sería una medida de gran utilidad. Plantear campañas de
fomento a la lectura pero viables, claras y sencillas, sin aspiraciones excesivas y
mensajes contradictorios. Esto se debe lograr con base en las experiencias de
aquí y de otros lados y con sentido común. Lo mismo pensaría para recrear la
lectura con otras formas de comunicación en los espacios y los medios públicos.
Por último, y tan relevante para la mesa de hoy, pienso en la mujer y su papel
como editora, autora, lectora; en cómo darle los apoyos y estímulos requeridos.
Pero también y más allá, a la par con otras acciones conjuntas dirigidas a la
escuela, la biblioteca, la librería; propongo poner especial atención en la mujer:
madre, esposa, hermana, hija, maestra, amiga, como una excelente promotora y
mediadora en crear y fomentar la práctica de la lectura. Por excelencia, la mujer
ha sido la trasmisora de la cultura, de nuestros usos y costumbres adquiridos y
por adquirir. Su efecto, desde la familia, es profundo y multiplicador. Hay que
involucrarla de manera más organizada en este cultivo, acción y palabra raíz
de cultura; hay que introducir a la mujer mexicana en el gozo y necesidad de
leer. De esta manera, las editoras contemporáneas también contaremos con más
lectores... Recordemos, que no hay seres puros, sí opuestos complementarios,
unamos esfuerzos todos.
Laura Lecuona
Gerente de Literatura Infantil y Juvenil. Ediciones SM
A UNA JOVEN QUE QUIERE SER EDITORA
Hace un par de meses M me preguntó si la hija de su amiga R podría llamarme
para platicar conmigo, pues piensa que de grande quiere ser editora y le vendría
bien recibir consejos de una veterana del mundo editorial. Si me lo permiten,
ensayaré aquí con ustedes lo que le diré a esta joven cuando me busque (no
sé cuándo será, me explican que el tiempo para los adolescentes no transcurre
igual que para los adultos).
Antes que nada le preguntaré por qué quiere ser editora. Yo de chica también
deseé serlo, tras haber agotado las más aventureras opciones de astronauta y
veterinaria –no de perros y gatos sino de caballos y tigres, aclaro-. Contemplaba
la caja tipográfica, siempre tan bien ordenada sin importar que las líneas tuvieran
algunos caracteres más o algunos menos (a diferencia de las cuartillas escritas
en mi Olivetti, con despeinados márgenes derechos). Descubría erratas y me
entraba una compulsión por corregirlas. Admiraba las cubiertas de Daniel Gil
para la colección El Libro de Bolsillo de Alianza Editorial y pensaba: alguien tiene
que haberle contado de qué se trata el libro, pues a qué hora va a leerlos todos.
Y seguro que haber acompañado un día a mi abuelo al taller donde se imprimía
su último estudio sobre historia de Tabasco también dejó en mí alguna impronta,
y ese recuerdo a la larga se convirtió en motivación, una entre varias otras.
Mi padre, cineasta, me inculcó la costumbre, que aún conservo, de no salir de
la sala de cine antes de que terminaran de pasar los créditos finales. Es según
él una señal de respeto a quienes trabajaron en una producción, y también una
manera de percatarse de cuánta gente hay detrás de una película. Desde luego,
no se comparan la larga lista de créditos de incluso la más modesta producción y
la escasa página de créditos de un libro (y no sólo porque aquí casi nunca figura
el nombre del corrector de estilo, ya no digamos el del prensista), pero así como
es importante reconocer a quienes trabajan detrás de las cámaras, vale la pena
cobrar conciencia de que detrás de un libro hay alguien más aparte del autor.
Porque el nuestro es un trabajo hasta cierto punto invisible y, como el trabajo
doméstico, sólo se nota cuando no se hace o cuando algo falla. Ves la errata y
te acuerdas de que existe alguien que la dejó escaparse.
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Pero cuando nos preguntan en qué trabajamos y les decimos que somos editoras
provocamos gran envidia, concretamente de quienes se imaginan que el trabajo
editorial consiste básicamente en leer todo el tiempo. Claro, yo también siento
envidia: ¡¡qué ganas de ser una editora neoyorquina como la Mrs. Dalloway
contemporánea que representa Meryl Streep en “Las horas”!! Pero no.
La realidad, la realidad mexicana por lo pronto, es un poco menos glamorosa,
pero, con todo, no deja de ser un trabajo noble y con sus dosis de fascinación.
No leemos todo el tiempo, ni siquiera la mayor parte del tiempo, pero sí
estamos cerca de los libros, que suelen ser nuestros objetos predilectos, y los
más afortunados acompañamos a los autores a lo largo de la gestación de sus
obras. (Gabriel Zaid nos recuerda la metáfora del editor como partero, metáfora
presente en la etimología: del latín edere, dar hacia fuera. Como Sócrates y su
arte mayéutica, consistente en ayudar a su interlocutor, mediante preguntas, a
sacar de sí mismo la sabiduría “que estaba pidiendo nacer”, el editor encauza
el diálogo público cultural que se da entre autores y lectores en el ágora de hoy
que son los libros y las revistas.)
Como no existe la carrera universitaria de edición (vaya, en México ni el máster
ni la especialidad), esta muchachita que quiere ser editora me va a preguntar
qué debería estudiar. En el mundo del libro coincidimos personas provenientes
de carreras diversas: letras, matemáticas, filosofía, arqueología, diseño,
comunicación, ingeniería... y, claro, hoy más que nunca, administración de
empresas. Como se sabe, a la importante base de los estudios universitarios se va
sumando la experiencia sobre la marcha, y en buena medida nos formamos en el
ruedo. Ser editor no está peleado con ser, además, cualquier otra cosa. Es más,
es deseable que la editora tenga una amplia gama de intereses e inquietudes
intelectuales. Ganas de saber de todo y leer de todo. Bueno, no de todo. De
hecho, para ser editor y tomar decisiones acertadas hay que saber discriminar:
separar el grano de la paja, reconocer lo valioso y lo pertinente, detectar por
dónde transcurre la conversación que pretendemos animar.
Y nos gusta invitar a otros a leer. ¡Si de eso se trata todo! La editora es partera
y es anfitriona. Invita a que en su casa, que es su catálogo, se dé esa animada
conversación en donde se gestan la cultura y el conocimiento. El editor quiere
ante todo propiciar el encuentro feliz entre el libro y su lector. Cómo disfrutamos
compartir con otros nuestros hallazgos y presumir esas obras de las que nos
sentimos discretamente partícipes.
Creemos en los libros y la palabra escrita como vehículos de conocimiento,
socialización, cultura y placer. Y aunque se supondría que en el mundo editorial
todos comparten esta premisa fundamental, cada día tenemos que defender
nuestras creaciones o nuestros proyectos frente a ese aliado y simultáneamente
adversario de los editores que es el agente de ventas de nuestra propia
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editorial.
Es una verdad universalmente reconocida que cuando un libro se vende bien es
gracias al vendedor, pero cuando por el contrario un libro se queda en la bodega
es por culpa del editor. “Dame libros que se vendan”, piden ellos. “Vende los
libros que te doy”, reviramos nosotras.
Y cada vez es más notoria la tendencia a que sean los departamentos de ventas
y los administradores quienes tengan la última palabra en lo que respecta a
qué libros se publican y qué libros no. En muchas empresas, con muy notables
excepciones, quieren negarnos nuestra prerrogativa histórica fundamental, en
tanto editores anfitriones, de elegir a los invitados y definir su lugar en la mesa.
Pero no nos quedaremos de brazos cruzados; seguiremos buscando maneras
de salirnos con la nuestra y echar a la leña de la conversación los temas adonde
nuestra experiencia, nuestro talento, nuestro instinto o nuestro olfato editorial
nos conduzcan.
Y por lo pronto yo no le recomendaré a esta joven que estudie administración
de empresas. Cualquier otra cosa sí.

Marisol Schulz Manaut
Directora de Alfaguara y Taurus México
Celebro antes que nada la excelente idea de Marina Garone –y apoyada por
el Centro Cultural de España- de convocar a las editoras a hablar de nuestro
oficio en esta mesa cuyo nombre es elocuente y nos refiere a lo que como
profesionales de la edición nos enfrentamos todos los días, amén de que es
un juego de palabras certero y divertido. ¿Somos nosotras mismas viudas o
huérfanas? ¿Nos enfrentamos a la orfandad o a la viudez en tanto que mujeres
editoras o simplemente por la carencia cada día mayor de lectores?
Me parece una iniciativa muy loable porque a lo largo de los ya muchos años
que he trabajado en la industria editorial uno de los grandes cuestionamientos
que he hecho es que a pesar de que somos más las editoras que los editores,
normalmente nosotras no tenemos representación y no creo recordar ninguna
ocasión en que se nos haya reunido. Con más frecuencia de la que imaginamos,
a las mujeres que se desarrollan como profesionales no se les brindan las mismas
oportunidades para ocupar puestos que impliquen alta responsabilidad y toma
de decisiones estratégicas. Lamentablemente, muchas se topan con una barrera
que quienes se dedican a los estudios de equidad de género han dado en llamar
“el techo de cristal”: una barrera invisible que sólo se puede explicar como un
prejuicio, como una subestimación de nuestras capacidades y posibilidades.
Somos miles las mujeres que trabajamos en distintas áreas del mundo editorial
mexicano, y ésta suele ser una labor solitaria, silenciosa y soterrada, muchas
veces circunscrita a nuestros escritorios. Las editoras podríamos tipificarnos como
una especie de secta secreta, o mejor dicho una fraternidad: “la fraternidad
misteriosa”, para parafrasear al extraordinario poeta español Pedro Salinas, en
un célebre texto en defensa de nuestro idioma.
Definitivamente, me siento parte del reducido grupo de editoras que aún cree
que la lectura puede salvar al mundo y ha dedicado su vida, o al menos su vida
profesional, a luchar por este ideal a través de la edición de libros y revistas, por
lo que efectivamente sé que un motor que me ha echado a andar desde tiempo
atrás es la insaciable búsqueda de lectores (y lectoras).
En el largo camino recorrido en defensa del libro, de la lectura y de la palabra
impresa, y en el oficio de perseguir lectores, con frecuencia he sentido que
remo a contracorriente, cuando observo que la lectura se ve desplazada por
el caudal interminable de lo trivial y lo superfluo, en una sociedad que cada
vez más promueve una visión reduccionista y simplificada de la vida y de los
problemas cotidianos, y que desgraciadamente no ve en el libro la mejor forma
de entender nuestra realidad.
En un homenaje escrito que el periodista y editor español Juan Cruz hizo a
Fernando Esteves, actual director en México de Santillana Ediciones Generales,
decía: “En los editores siempre tiene que haber, latente, un cierto grado de
felicidad, para trasladarla a los autores, para trasladarla a los lectores, para
hacer mejor la tarea ímproba, casi hercúlea, de desaparecer mientras los otros
se llevan el foco.”
Hago mía esa alegría, pero aderezada con una dosis mínima de preocupación y
ocupación acerca de las aristas y espinas que el editor enfrenta en su quehacer
cotidiano cuando se topa que aquello que edita y distribuye no tiene el número
de lectores que en principio se esperaba, para lo cual tiene que hacer circo,
maroma y teatro con el objeto de acercar el libro a sus potenciales lectores.
Se ha pronosticado de muchas maneras la muerte del libro para dar paso
a la lectura de otros soportes, especialmente los digitales. No comparto esa
impresión. Al menos, no creo que ocurra en el corto plazo. Como señala
Umberto Eco: “Aunque impresos en papel ácido, que sólo dura setenta años
aproximadamente, [los libros] son más duraderos que los soportes magnéticos.
Además, no sufren cortes de corriente y son más resistentes a los golpes. Al
menos hasta ahora, los libros todavía representan la forma más barata, flexible
y práctica de transportar información a muy bajo costo”.
Al respecto, el historiador francés Roger Chartier afirma: “El libro no va a morir
como objeto, porque este ‘cubo de papel con hojas’, como decía Borges, es
todavía el más adecuado a los hábitos de los lectores que entablan un diálogo
con las obras que les hacen pensar o soñar”.
Sin embargo, debo reconocer que cada vez son más las amenazas para el
libro, para la lectura y para la actividad editorial misma. Parten de factores muy
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diversos, desde los meramente económicos hasta los cambios en la forma como
la gente emplea su tiempo libre. Se señala, y con razón, que un factor que
afecta el entorno de la industria editorial a nivel mundial es la sobreproducción
y la comercialización de libros con base en un sistema de novedades que llega
al extremo de provocar que los libros se hayan vuelto artículos perecederos,
con una duración máxima de tres meses en los anaqueles, luego de lo cual se
devuelven a los editores y muy difícilmente se vuelven a exhibir.
En el caso de México, es ineludible hacer ajustes en todas las fases de la
cadena productiva del libro (desde su creación, el trabajo editorial e industrial,
la mercadotecnia y la comercialización y distribución); y en definitiva, la
promulgación de la Ley del Libro es absolutamente imprescindible, por lo que
hago un llamado a los legisladores para que le den curso, con la certeza de que
es un paso indispensable para establecer las condiciones jurídicas necesarias
para el desarrollo de un país lector. Esta Ley, vale la pena enfatizarlo, cuenta
con el consenso de libreros, editores, distribuidores y personas vinculadas con
el ámbito editorial.
Hoy en día pensar en un país de lectores y lectoras es una utopía. Hay en nuestro
país millones de personas que el único libro que han tenido en las manos ha
sido el de texto gratuito y que nunca han entrado en una biblioteca. Cuando en
otros países ya se discute el derecho de la población a tener acceso a sistemas
digitales, en el nuestro aún es asignatura pendiente estrechar la brecha entre
quienes han tenido acceso a una educación formal y los millones que todavía
viven en la marginación educativa.
La lectura es una actividad placentera y divertida, y por si ello hiciera falta,
también es una fuente invaluable de información. Pese a ello, es evidente la
escasez de lectores y ese es un problema que nos atañe a todos: padres, maestros,
autores, editores, autoridades gubernamentales y sociedad en su conjunto. Los
bajos índices de lectura en México dan cuenta de una grave situación a la que
debemos hacer frente de inmediato y con planes a largo plazo.
En los años que llevo en el mundo de la edición he oído todo tipo de lemas; he
participado en múltiples mesas, seminarios; programas de animación a la lectura,
discusiones de todo tipo y he escuchado cientos de discursos sobre la necesidad
de promover la lectura, pero la situación no ha mejorado: seguimos teniendo
índices de lectura y de comprensión lectora, por decir lo menos, preocupantes. Y
sin embargo, porque creo en su poder transformador, en su potencial humanista
y en sus bondades, aquí estoy con ustedes, que seguramente también creen en
ello, en una mesa en la que coincido con mujeres que han centrado su vida
profesional en la búsqueda (caza) de lectores, desde diferentes trincheras.
No es una búsqueda fácil, y creo que para encontrar lectores no sólo no hay
recetas de cocina sino que cada publicación entraña un grado de complejidad
distinto, lo que obstaculiza mucho el hecho de siquiera imaginarse el tipo de
lector a que llegará la publicación de la que somos responsables, pero eso
no exime a ningún editor de la responsabilidad ética, civil, social y por qué
no ecológica de formularse varias preguntas en el momento de planear una
edición, para por lo menos tener muy claro qué se pretende, a quién se dirige y
cómo se piensa hacerla llegar.
En esa caza de lectores no sólo interviene el trabajo editorial mismo, la calidad,
la sintaxis, el formato, la caja tipográfica, y aspectos inherentes al cuidado
editorial tradicional, sino que cada vez más el editor debe dominar aspectos antes
impensables para este oficio como son el marketing editorial, la distribución, las
ventas, la búsqueda de canales alternativos de venta y en suma el estar al frente
de toda la cadena del libro desde que es un manuscrito hasta que un lector (por
fin) lo tiene en sus manos, lo cual tampoco garantiza que lo vaya a leer.
Comencé citando a un poeta y terminaré haciendo mías las palabras del inmenso
poeta chileno Pablo Neruda:
“Yo escogí el difícil camino de una responsabilidad compartida y, antes de
reiterar la adoración hacia el individuo como sol central del sistema, preferí
entregar con humildad mi servicio a un considerable ejército que a trechos puede
equivocarse, pero que camina sin descanso y avanza cada día enfrentándose
tanto a los anacrónicos recalcitrantes como a los infatuados impacientes.”
14 EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES 15

Amparo Espinosa Rugarcía
DEMAC
Ahí empezó mi tortura mental y física. Querían que yo confesara que había
mandado matar a Rubén. Como... negaba todo... me metían a un cuarto y
me golpeaban. Luego me sacaban a declarar y yo no les firmaba nada...
Me aseguraron que si confesaba... me llevarían al Femenil y de ahí saldría.
Supuestamente confesé. En el Femenil me dijeron que los golpes que había
recibido no eran nada, que ahí me iban a cortar las orejas. Después de ponerme
el uniforme y de imprimir mis huellas, pasé al ala médica. Ahí me revisaron y
me preguntaron si me habían golpeado y yo, por temor a que me cortaran las
orejas, les dije que no. (María de Jesús Mariscal Díaz).
La editorial DEMAC tiene una misión atípica, no convencional: publicar y difundir,
por todos los medios, historias de vida de mujeres mexicanas de cualquier estrato
y condición social que no son (necesariamente) ni reconocidas, ni famosas; como
María Jesús Mariscal Díaz, autora del texto que acabo de leer, que nació en
Guadalajara, Jalisco, y se encuentra en reclusión. Las historia de vida de mujeres
que publica DEMAC, deben cumplir con dos únicos requisitos:
1.- Ser autobiográficas y, .- haber sido seleccionadas para su publicación, por
un jurado multidisciplinar, no sin antes haber pasado por un exhaustivo proceso
de lectura, análisis y relectura. En este proceso participan decenas de mujeres
mexicanas (y unos cuantos hombres) que se han distinguido por su honestidad
y compromiso social y que se desempeñan en una amplia gama de profesiones,
actividades, edades y grupos sociales. Conformar un jurado para concursos
ortodoxos es ya una tarea compleja, como lo pone de manifiesto el escritor José
María Guelbenzu, en un provocativo artículo publicado en días pasados en el
periódico El País que tituló: ¿Cómo se dan los premios literarios? En su escrito,
Guelbenzu dice que en España abundan los galardones, pero que éstos son
cuestionables en tanto que los concedidos por jurados del sector privado suelen
obedecer a razones editoriales, y los del sector público, a criterios funcionariales
o políticos. Propone la creación de fundaciones de solvencia y no pude menos
que pensar que podía estarse refiriendo precisamente a espacios como DEMAC.
Pero si conformar jurados para concursos ortodoxos es ya una tarea compleja,
encontrar personas realmente capacitadas en razón de su integridad moral,
preparación intelectual y obra creativa para evaluar textos heterodoxos, como
los que recibimos en DEMAC, es aún más complejo. Podría hablar muchas horas
sobre nuestras experiencias en torno al tema, pero baste aquí señalar que hemos
trabajado mucho en la definición de las políticas de selección de jurados y en
los criterios-guía de lectura de textos. Entre estos últimos, a la fecha hemos
privilegiado el cuestionamiento y enojo ante situaciones femeninas injustas, la
representatividad de grupos específicos de mujeres mexicanas, el espíritu de
lucha y las manifestaciones de dignidad y sentido del humor. Pero sabemos que
aún que nos queda mucho por definir y seguimos trabajando. La tarea editorial
de DEMAC no comienza cuando una autora toca a sus puertas, como por lo
común sucede con las casas editoriales. Comienza cuando ella, DEMAC, sale a
la calle a tocar a la puerta de las mujeres mexicanas para invitarlas a poner su
historia por escrito y a enviarla para su publicación.
La tarea de la editorial DEMAC no termina tampoco como termina (por lo general)
la tarea de otras casas editoriales: con la publicación de los textos. (En realidad)
la tarea editorial de DEMAC no termina nunca. Tras la publicación de un texto,
nosotras seguimos de cerca a nuestras autoras y caminamos a su lado por tiempo
indefinido: han sido varias las ocasiones en que hemos ayudado a concursantas
en reclusión a conseguir su preliberación; a mujeres indígenas a echar a andar
una microempresa o a mujeres discapacitadas que se han atrevido a contar su
historia, a conformar organizaciones de ayuda para personas que padecen su
misma discapacidad. Luego les sugerimos que cuenten su experiencia por escrito
y nos la den para su publicación. La invitación de la organización DEMAC a las
mujeres mexicanas a atreverse a contar su historia por escrito, como el resto
del proceso editorial y demás actividades que esta asociación civil lleva a cabo,
involucra una serie de rituales que son practicados como si fueran sagrados,
por todo el equipo de mujeres comprometidas que la integran, además de mí,
María Fenollosa, Graciela Enriquez, Ángeles Suárez, Amaranta Medina, , Blanca
Delgado, Araceli Morales y Alejandra Montero (Puebla), Carolina Verduzco
(Querétaro) , Guadalupe Payán (Chihuahua). Diseñamos con respeto y esmero
los cartelones que utilizamos para difundir nuestros certámenes e involucramos,
invariablemente, a diseñadores sensibles (uno de ellos, Gonzalo Tassier, acaba
de recibir un reconocimiento en Inglaterra). Cuidamos de que nuestro material
EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES 17

gráfico sea bello y, sobre todo, que esté a la altura de la dignidad de los textos que
generosamente nos envían nuestras conciudadanas. Para ilustrar el impacto de
esta política, baste un ejemplo: una mujer en reclusión cuyo texto fue publicado,
había considerado suicidarse pero, cuando vio su libro impreso, decidió no hacerlo:
“pensé que si mi vida merecía esa envoltura, debía valer la pena”, comentó.
Recibimos los textos personalmente si así lo prefieren las autoras, como suele
ser el caso de mujeres indígenas que escriben por primera vez o de mujeres
mayores que quieren cerciorarse de que sus vidas serán tratadas con delicadeza
y respeto. Tras el concurso expedimos diplomas de participación, que también
son diseñados con esmero. A partir de nuestros textos hemos montado obras
de teatro experimental que han viajado por todo el país, y hemos difundido, vía
radio, historias dramatizadas. Algunas de nuestras publicaciones han dado pie
a tesis de licenciatura e incluso de maestría. En seguida, extractos de algunas
publicaciones DEMAC. A Isak lo conocí en el 93, en una fiesta del Partido. Le
pedí a un compañero que me lo presentara y se hizo el menso pero; cuando ya
me iba, mientras mis hijas iban al baño, Isak y yo nos sonreímos. Él me preguntó
si podía verme otra vez. Le dije que sí y le di mi teléfono. Me llamó. Salimos y yo,
sin saber por qué, le conté casi toda mi vida... Volvimos a salir. Él me ofreció ir al
museo o al cine. Le respondí que mejor fuéramos a un hotel y aceptó. Quería,
como siempre, darle sólo mi cuerpo. Pero él no se iba a conformar. Quería más.
Yo no tenía mucho más que darle, y ahí estuvo el problema (Aura Macías).
Este relato de Aura Macías desmitifica candorosamente algunos supuestos sexuales
que todavía gravitan en torno a las mujeres y que son, de hecho, estereotipos
que inhiben nuestra capacidad de decisión y limitan nuestro desarrollo. Con
palabras impregnadas de frescura, Aura cuestiona, casi sin proponérselo, el
dogma tácito de que las mujeres no debemos de tomar la iniciativa amorosa
ni tampoco relacionarnos sexualmente sin amor, ya que lo nuestro es amar a
nuestro hombre y a nuestros hijos; amarlos siempre, amarlos sin límites, amarlos
sin mesura ni cortapisas. Veamos ahora que nos develan Rosa Isabel Gaytán
de Córdova, Veracruz, primero, y Elvira Hernández Carballido del DF, después:
“¿Ves este limón cargadito de azahar y las almendras bien carnudas? ¿Ves ese
coco? Hace veinte años que los sembré. Mira mis tulipanes: nunca dejan de
florear...”. Eso dijo la tía Lucre con los ojos arrasados por las lágrimas, esperando
que Chonita le respondiera. Pero Chonita sabía que pronto ese huerto se perdería
para siempre porque moriría bajo el agua. Abrazó a la tía sabiendo que los años
que la viejita viviría en Pueblo Nuevo no serían suficientes para hacer otro huerto
y verlo florecer... por eso simplemente acarició su cabeza y la ayudó a secarse
las lágrimas4. Ahora las palabras de Elvira: Cuando vuelvo de mis actividades
soy la clásica madre mexicana rumbo al Metro de la ciudad: niño en “canguro”,
bien apretadito, no me lo vayan a querer robar. En un hombro, la pañalera; en
el otro, el portafolio de la academia... He aprendido a ganar lugar en el camión,
aunque no esté detenido; a empujar para bajar a tiempo sin que nadie toque a
mi hijo; a fingir sufrimiento para que alguien me dé el lugar; a soportar miradas
inquisitivas si a mi bebé le da por llorar del Centro Médico a Zapata. También
soy experta en amamantarlo en un asiento del metro, un una incómoda combi,
en un tranquilo taxi o en un cafre ruta 100... Soy mamá de tiempo completo.
Al mismo tiempo lucho por no dejar de ser profesionista, profesora, estudiante,
periodista, escritora, colaboradora, reportera, hija agradecida, nuera reservada
y... ¿esposa, amante, mujer? ¿En qué instante perdí ese rol? 5. ¿No acaso los
párrafos que entresaqué del texto de Elvira Hernández Carballido, el último que
leí, son más elocuentes que cualquier cifra, acerca de las peripecias que realiza
cientos de miles de mujeres que, además de trabajar fuera de casa, ejercen la
maternidad? Y la historia de Rosa Isabel Gaytán, ¿no acaso se refiere, además de
a la tía Lucrecia, a una infinidad de mujeres que en su vejez se vuelven invisibles
y son arrancadas de sus hogares en aras de la modernidad, de la comodidad de
los hijos o bajo cualquier otro pretexto igualmente banal?.
Porque la respuesta a estas preguntas es sí, DEMAC trabaja para que los textos
que recibe, sencillos pero elocuentes, como los anteriores, se difundan entre
quienes tienen en sus manos el diseño de las políticas públicas además, desde
luego, de entre otras mujeres que pueden verse reflejadas en ellos. Me pregunto
si bajo un criterio masculino se publicarían muchas historias socialmente
denunciatorias escritas por mujeres socialmente anónimas, como las anteriores.
No lo creo. Historias de vida escritas en primera persona como la de Elvira, la
de Rosa Isabel, la de Aura y la de María de Jesús, no suelen ver la luz pública.
Sin embargo, son precisamente sus historias y las historias de otras mujeres
como ellas, las que necesitamos conocer para ponerles rostro a las estadísticas
18 EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES 19

que se difunden sobre las mujeres mexicanas; para sensibilizar a la sociedad
acerca de nuestra realidad y necesidades. Que los espacios editoriales hayan sido
tradicionalmente monopolio de los hombres, al menos en el sentido de que son
ellos quienes toman las decisiones finales, no es ningún secreto; como tampoco
lo es que haya sido su perspectiva, la masculina, la que ha privado en la selección
de los textos que se publican. No en balde la mayoría de los libros que han salido
a la luz desde que se inventó la imprenta están firmados por hombres. No en
balde celebramos los pocos que han salido a la luz con eventos como el que hoy
se está llevando a cabo. Es verdad que la ausencia de mujeres en la dirección
de las casas editoriales, no es total. En México, Amparín Serrano y Patricia Van
Rhin dirigen actualmente dos editoriales que hacen libros originales para niños.
Ángeles Aguilar Zinzer es dueña de la revista Tiempo Libre. Claudia Galán, una
chica muy joven, dirige la oficina en México de la editorial Tusquets. Isabel Lassa
dirigió por muchos años la Editorial Patria y están, desde luego, Mónica del
Villar, Marisol Schultz y Laura Lecuona que me acompañan en la mesa.
Pero son sólo excepciones. Hay hipótesis demasiado arraigadas obstaculizando
que las cosas cambien; como aquella que postula que la mayoría de las mujeres
no sabemos escribir ni tampoco tenemos nada qué decir. La experiencia DEMAC
echa por tierra hipótesis tales: recibimos cientos de escritos de mujeres anónimas
que denotan pensamientos originales y hasta revolucionarios, cada vez que las
invitamos a contar su historia, a hablar acerca de otras mujeres o a pronunciarse
sobre algún tema particular, como puede ser la equidad en los medios de
comunicación o el pecado, el cuerpo y la sexualidad vistos a partir de la religión
o cualquiera forma de espiritualidad. En este último concurso, realizado ya hace
unos años, hicimos extensiva la invitación a toda Latinoamérica. Decenas de
mujeres respondieron a la convocatoria ofreciendo información significativa
acerca del impacto que ciertos prejuicios y prácticas religiosas atávicas, tienen
en la salud emocional y el bienestar de las mujeres de la región; como lo señala
de manera casi poética Consuelo Arreola Belgara (de Apatzingan, Michoacán),
autora del texto que leeré en seguida: Me vigilan de día y de noche, me persiguen
incansables sus ojillos acusadores. Agazapado en mi conciencia, me señalan con
los dedos de fuego quemándome el alma... Son mis pecados que van conmigo a
todas partes... los actos que mayor vergüenza y culpabilidad me ocasionan, tienen
que ver con mi vida sexual: “No debo permitir que mis manos se conviertan en
instrumentos de los demonios del deseo”. “Es mejor ignorar esas cosas”. “Dios
mío, perdóname por tener pensamientos impuros”. “¿Me condenaré?”. “¿Y si
este no es el camino indicado?”. “¿También es pecado imaginar o soñar?”6.
Los estratos sociales a que pertenecen las mujeres que responden al llamado
de los Premios DEMAC son tan diversos como su edad. Recibimos escritos de
mujeres campesinas, de mujeres indígenas, de mujeres empresarias, amas de
casas, esposas de políticos, mujeres en reclusión o en situación de enfermedad,
entre muchas otras cuyas edades han fluctuado, hasta hoy, entre los 13 y los
9 años. EL tenor de nuestra invitación propicia que así sea: es abierta, como
ya dije, sin restricciones ni requisitos académicos. Todas las mujeres mexicanas,
absolutamente todas, pueden participar. No tienen que haber hecho nada que
el sistema considere excepcional; tampoco haber formado parte de ningún taller
de escritura. Basta con que hayan vivido y se atrevan a contar lo vivido, en
media lengua o lengua entera. Basta con que le pierdan el miedo a la escritura,
con que dejen de considerarla monopolio masculino, privilegio de unos cuantos
iluminados. La trayectoria de las publicaciones DEMAC es responsable de que
cada año sea mayor el número de escritos recibidos en los Premios DEMAC.
Cientos de mujeres mexicanas han constatado que nuestra invitación es veraz:
los libros que publicamos son (en su mayoría) de la autoría de mujeres que nunca
antes habían escrito; mujeres que viven en sitios apartados y que se enteran del
certamen porque nuestras convocatorias llegan hasta los rincones más apartados
del país, vía radio, periódico, tríptico o poster, y hasta de boca en boca. Este año
recibimos el doble de trabajos que el año anterior.
¿Qué busca DEMAC? DEMAC busca promover la individualidad de las mujeres
en un mundo que las colectiviza; un mundo que para abordar las problemáticas
que les aquejan, privilegia los datos estadísticos por sobre sus historias de vida.
A DEMAC le interesa la subjetividad femenina, ese juego interior de afectos
y representaciones que dispara la imaginación, otorga creatividad al trabajo y
alimenta las relaciones personales7; le interesa la intimidad de las mujeres y la
expresión de esa intimidad; no los roles pre-establecidos en función al género.
La mayoría de las revistas femeninas hablan de flores, tejidos, ropa, niños,
moda, chismes y pequeñas pruebas de sensiblería. DEMAC privilegia las otras
0 EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES 1

preocupaciones de las mujeres, esas que ellas han tenido guardadas durante
siglos como si fueran tesoros. Sabemos que la autoescritura es el vehículo idóneo
para que éstas afloren porque así nos lo han confirmado nuestras autoras.
Escuchen lo que, con claridad y sencillez, nos dice Gloria Marín Quintana, del
Distrito Federal: Ahora sé que escribirme es encontrar nuevos significados. Es
trascenderme; es volver a hacerme. Cada palabra que sale de mi entraña tiene
un efecto curativo. Es la oportunidad de reconciliarme con la vida, con mi gente,
con mis experiencias, conmigo misma. Es perdonarme por toda esa confusión que
viví. Es perdonar a otros. Es purificar las heridas para que sanen...Es enfrentar mi
miedo, soportar mi angustia. Es autoafirmarme. Es querer encontrar la verdad.
Mi verdad8. Subyace en el proyecto DEMAC una propuesta muy simple: Las
mujeres mexicanas necesitamos tomar conciencia de nuestra realidad y México
necesita tomar conciencia de la realidad de nosotras sus mujeres. Estamos
convencidas de que una manera de que esto ocurra es que las mujeres comunes
y corrientes contemos nuestras experiencias desde nuestra alma, y que estas
experiencias se publiquen y difundan. En DEMAC llevamos 0 años trabajando en
esta dirección y yo me siento satisfecha. El hecho de estar aquí hoy, en la Centro
Cultural en la ciudad de México, como invitada para hablar de una editorial
que se desempeña bajo las premisas que he descrito, es ya una razón suficiente
para estarlo. El proyecto DEMAC no ha estado exento de cuestionamientos. No
tiene antecedentes y esto siempre resulta aterrador. ¿Para qué publicar textos de
mujeres no consagradas?, me han preguntado. ¿Por qué no destinar los esfuerzos
a promover la “buena literatura”?, ¿En qué colaboran, a la resolución de la
problemática femenina nacional, historias mal contadas, en primera persona,
de mujeres pobres que salen por millares de sus pueblos y, tras toda suerte
de malabarismos, riesgos y descalabros, llegan a definirse como enfermeras o
maestras?, ¿qué aporta saber que a una mujer cualquiera la amenacen con
cortarle las orejas? Algunas colegas incluso me han sugerido que modifique
el rumbo del proyecto; que dedique los esfuerzos a publicar traducciones de
textos eruditos que aportan conocimiento sustancial a los estudios de mujeres.
Ciertamente un camino para incidir en la problemática de las mujeres son los
estudios académicos y la publicación de textos eruditos. Pero existe otro camino
para hacerlo: la publicación de textos de mujeres socialmente anónimas. Estos
textos tienen la virtud de la frescura y la espontaneidad. Sus autoras son mujeres
de carne y hueso; mujeres que no se esconden tras la literatura o la academia
para decir una verdad incómoda, sino que, con generosidad y aplomo, como
si entraran en trance, cuentan su historia en primera persona. Son tantas las
mujeres que lo hacen, que han ido conformando un semillero de talentos. Sus
temas son tan variados, que entre ellos siempre encontramos material iluminador
para alguna situación crítica (justo ayer remitía a una paciente que tiene un
familiar esquizofrénico al texto DEMAC de Maribel López Martínez, La luz al
final del túnel9, que relata precisamente una experiencia tal). En su poema, El
camino no tomado10, Robert Frost dice: Dos caminos divergieron en un bosque
amarillo, Y afligido porque no podría caminar ambos Siendo un solo viajero,
estuve largo tiempo de pie Mirando uno de ellos tan lejos como pude, Hasta
donde se perdía en la maleza. Entonces tomé el otro, imparcialmente, y habiendo
tenido quizás la elección acertada, Pues era tupido y agradable de caminar;
Aunque en cuanto a lo que vi allí Hubiera elegido cualquiera de los dos. Y
ambos esa mañana yacían igualmente, ¡Oh, había guardado aquel primero para
otro día! Aun sabiendo la inexorable manera en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debí haber regresado sobre mis pasos. Debo estar diciendo esto con un
suspiro Que en alguna parte envejece y hace envejecer, Dos caminos divergieron
en un bosque y yo, Yo tomé el menos caminado, Y eso ha representado toda
la diferencia. Ante dos caminos divergentes, el de publicar textos eruditos o
publicar textos de mujeres anónimas, DEMAC eligió publicar los de las mujeres
anónimas, que es el camino menos transitado. Estas mujeres escriben porque lo
que tienen dentro está quemándoles las entrañas; sus textos son portadores de
fuego nuevo y esto, como dice Frost, representa toda la diferencia.
Felicito a las organizadoras del foro: Las otras letras: mujeres impresoras en el
libro antiguo, y agradezco a Marina Garone Garavier que me haya invitado a
estar aquí hoy. Reuniones como ésta hacen avanzar la causa de las mujeres más
que decenas de declaraciones. Para mí, es un privilegio haber participado.
EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES 3

Bibliografía:
ARREOLA BELGARA, Consuelo. Yo,pecadora... En: Mujeres latinoamericanas
Religión, Espiritualidad, Pecado, Cuerpo y Sexual. México: DEMAC, 001.
BOLLAS, Christopher. La sombra del objeto. Buenos Aires: Amorrortu, 1987.
GAYTÁN, Rosa Isabel ( 005). NuevoPremios DEMAC Regionales del Sureste
1998, “De Mesopotamia a Pueblo”. En: Claro que me atrevo. México: DEMAC.
FROST, Robert. El camino no tomado (The road not taken).
GUELBENZU, José María: ¿Cómo se dan los premios literarios?,
en: El País, abril 5, 008.
LOPEZ MARTÍNEZ, Maribel ( 004). Luz al final del túnel. México:
Editorial DEMAC.
HERNÁNDEZ CARBALLIDO, Elvira (1998). Desde el maternazgo.
En: 6 Estampas de mujeres mexicanas, México, DEMAC, p. 164.
MACÍAS, Aura ( 005). Premios DEMAC 1999- 000.
En: Claro que me atrevo, México: DEMAC, p. 97.
MARÍN DE QUINTANA, Gloria ( 005). Concurso Premios DEMAC 1999- 000,
“Susana”; en: Claro que me atrevo. México: DEMAC, p. 88.
MARISCAL DÍAZ, María de Jesús ( 005). Concurso DEMAC, 1999- 000,
“A la deriva”. En: Claro que me atrevo, p. 05.
4 EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA 5

Albert Corbeto López
Academia de las Buenas Letras, Barcelona
NOTAS PARA EL ESTUDIO DE LAS IMPRESORAS ESPAÑOLAS
(SIGLOS XVI-XVIII)
El alto número de impresos en los que mujeres, en general viudas de tipógrafos
difuntos, aparecen en las portadas o colofones que les atribuyen su autoría,
contrasta de forma paradójica con la escasa atención que los historiadores del
libro y la tipografía española han prestado al trabajo de las mujeres impresoras.
Uno de los argumentos que han servido para justificar la poca consideración con
la que se ha tratado la actividad de las impresoras españolas ha sido la posición
meramente ocasional que ocuparon en la mayoría de los talleres. Es cierto que
algunas mujeres, relegadas al cuidado de la casa y la familia, se convertían en
trabajadoras sólo cuando las necesidades económicas lo requerían y, de hecho,
fue la viudez la que permitió a muchas de ellas abandonar el ámbito doméstico
para ponerse al frente de los negocios familiares. Sin embargo, no cabe relacionar
forzosamente esta evidencia con una supuesta falta de experiencia previa en el
oficio de todas las mujeres que asumieron, tras la muerte de sus maridos, la
dirección de las imprentas.
Si consideramos la escasez de medios que caracterizó la actividad de buena
parte de los establecimientos tipográficos españoles de la época de la imprenta
manual, podemos suponer que en muchos casos la participación de todos los
miembros de la familia resultó indispensable para el buen funcionamiento de
los negocios. En este supuesto, es más que probable que algunas de las mujeres
llegasen a regentear los establecimientos con ciertos conocimientos sobre el
funcionamiento de los talleres y, seguramente, con experiencia práctica en
algunos de los procedimientos que integran el proceso de impresión.
De todas formas, cabe reconocer que nuestro conocimiento real sobre la actividad
de las mujeres en la imprenta española es todavía muy limitado. Lo cierto es que
los antiguos bibliógrafos omitieron o infravaloraron su participación y, pese a
que en los últimos años se han publicado varios artículos que han analizado la
trayectoria de algunas de estas impresoras, siguen siendo todavía muy pocas
las aportaciones que permitan comprender de forma global el auténtico papel
que las mujeres tuvieron en la historia de la imprenta hispana. Los trabajos
6 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
7

más antiguos que conocemos dedicados de forma monográfica a una de estas
mujeres que, por circunstancias familiares, se convirtieron en propietarias de
talleres de imprenta, se refieren precisamente a la primera viuda que figura
como responsable de la edición de un impreso editado en España. Gracias al
estudio de material documental relacionado con varios procesos interpuestos
contra Isabel de Basilea, el hispanista francés A. Rumeau publicó, en los años
setenta, dos artículos1 en los que ponía en duda la actividad impresora de esta
mujer, y rechazaba el papel principal que Luisa Cuesta atribuía a la heredera del
taller de Fadrique de Basilea en la dirección del establecimiento. Otros trabajos,
de aparición más reciente, han abordado también la vinculación de algunas
mujeres con el arte tipográfico. En uno de ellos Clive Griffin analiza, a partir de un
minucioso estudio documental, la participación de Brígida Maldonado, viuda del
famoso impresor Juan Cromberger, en la actividad del prestigioso taller sevillano.
También contamos con dos artículos (en realidad se trata básicamente del mismo
texto, publicado en inglés y en castellano) de María del Mar Fernández Vega,
de la Universidad Complutense de Madrid, en los que reivindica la figura de la
valenciana Jerónima Galés,4 seguramente la más destacada de las impresoras
españolas del siglo XVI. Y, finalmente, un par de trabajos más dedicados a la
trayectoria de tres impresoras activas durante el siglo XVII: Mariana de Montoya,
viuda del impresor madrileño Antonio Román.
No cabe duda que el bagaje bibliográfico referido a la participación de la mujer
en la imprenta española es todavía muy limitado, y más si consideramos la
amplia relación de viudas e hijas de impresores que estuvieron al frente de los
establecimientos tipográficos. Resulta significativo, como ejemplo de esta evidente
desatención, la carencia absoluta de aportaciones referidas específicamente
a la actividad de las numerosas impresoras activas durante el siglo XVIII. De
todas formas, también es cierto que las aproximaciones biográficas de las pocas
impresoras que han despertado el interés de los investigadores tampoco han
aportado hasta la fecha datos significativos sobre la actividad profesional de
estas mujeres y su auténtica implicación en las tareas propias de los talleres.
Apunta Clive Griffin que, pese a las numerosas viudas que estuvieron al frente
de los establecimientos que habían heredado tras la muerte de sus maridos,
tan sólo tenía constancia de tres casos en los que “parece incontrovertible
que una mujer haya trabajado personalmente en un taller de imprenta”.8 Cita
Griffin a Jerónima Galés, quien dirigió la imprenta que había sido de su esposo y
practicó personalmente el arte tipográfico, así como también a Teresa y Catalina,
hijas del impresor Juan de Lucena, activo en Toledo y La Puebla de Montalbán
durante el siglo XV, quienes ayudaron a su padre en el taller a “hacer libros de
molde en hebraico”. Sin embargo, la exigencia de pruebas documentales que
confirmen de forma fehaciente la aportación de estas mujeres en el trabajo
diario de las imprentas no es excesivamente coherente si consideramos que
este requerimiento no tiene su debida correspondencia para el caso de los
hombres. La falta de informaciones concretas referidas a la actividad de muchos
de los impresores españoles no ha supuesto, evidentemente, que se dudase
de la capacidad de éstos para dirigir sus respectivos talleres ni tampoco de sus
conocimientos del oficio. En cambio parece que la aportación de referencias
escritas que confirmen explícitamente la realización de una actividad específica
sea una condición sine qua non para aceptar cualquier participación de las
mujeres en los negocios familiares. No cabe duda que la tendencia habitual en
los estudios sobre la imprenta española ha sido pasar de puntillas por aquellos
periodos en los que las mujeres dirigieron los establecimientos tipográficos y
negar no sólo su participación en las labores artesanales propias de los talleres
sino incluso también su capacidad de organización y dirección de los negocios.
De todas formas, debemos tener en consideración que en la España del Antiguo
Régimen las mujeres fueron tradicionalmente marginadas en el ámbito laboral,
y su trabajo no sólo era mucho menos valorado que el de los varones sino que
incluso pudo haber sido ocultado o eliminado de los registros y las historias
escritas. Las carencias de información documental referida a las actividades
laborales de las mujeres podría ser una prueba más de las limitaciones sociales
y legales que condicionaban al sexo femenino, y explicaría a su vez que no
hayan aparecido hasta el momento informaciones referidas a las funciones que
asumieron muchas impresoras que con certeza estuvieron al frente de los talleres
familiares.
Podemos suponer que en la ideología imperante en la época la participación de la
mujer en la actividad diaria de las imprentas debió ser vista como una intromisión
8 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
9

por muchas de las personas del mismo oficio. Algunos comentarios de esos
tiempos permiten imaginar la opinión que para algunos impresores mereció la
presencia de viudas en la dirección de talleres de imprenta. En el tratado sobre
el arte de la imprenta de Alonso Víctor de Paredes, escrito aproximadamente
sobre el año 1680, este impresor hace referencia a las capacidades del corrector
de imprenta y menciona los problemas que se ocasionan cuando pretenden
realizar dicho trabajo personas que no están capacitadas: “cuando el dueño de
la imprenta no es impresor, sino mercader de libros, o son viudas, o personas
que no lo entienden, y no obstante quieren corregir, o lo encargan a personas
que apenas saben leer: a estos tales quien los puede llamar correctores?”.
Pero lo cierto es que el trato que la crítica ha concedido al trabajo de las mujeres
en la imprenta ha ido frecuentemente acompañado de los mismos prejuicios que
las propias impresoras debieron encontrarse para ejercer su profesión. Con razón
se lamenta María del Mar Fernández Vega que algunas de las magníficas obras
editadas por Jerónima Galés merecieran ser consideradas por los bibliógrafos los
modelos más perfectos y magníficos de la tipografía del siglo XVI, y en cambio
tan sólo se atendiese a su condición de esposa del célebre Juan Mey y al de madre
de los no menos importantes impresores Felipe, Pedro Patricio y Aurelio.11 En
este sentido hace referencia a la mención biográfica que Pedro Salvá, autor
de uno de los repertorios bibliográficos españoles más conocidos del siglo XIX,
dedica a Juan Mey en la entrada de la Crónica del Rey y que pese a todo atribuye
a su hijo Felipe, de quien en realidad no se conoce ninguna obra impresa hasta
el año 1589.
También resulta curioso comprobar como en otros textos se le atribuyen a la mujer
comportamientos propios de la actividad doméstica, aplicados a su participación
en las labores profesionales. En un artículo dedicado al grabado tipográfico en
España, publicado en el año 1899, se hace referencia a la actividad de Antonio
Espinosa, impresor y a la vez uno de los más importantes abridores de punzones
para tipos de imprenta de la segunda mitad del siglo XVIII. Cuando éste obtuvo
la plaza de grabador de la Casa de Moneda de Segovia, tuvo que dejar en
funcionamiento en Madrid el obrador de fundición de tipos que regentaba con
tanto éxito; tras su marcha, el taller pasó a ser dirigido por su mujer, quien
en opinión del autor “tenía tanta travesura como el marido. Él iba haciendo a
pellizcos los grabados en Segovia y enviaba a Madrid matrices con las que su
mujer fundía la letra. La buena señora aplicaba al vaciado las mismas reglas de
economía que a su despensa, compraba el plomo viejo de canalones y vidrieras
en el rastro y le echaba la menos mezcla posible, de tal modo, que la letra vieja
de Espinosa solía comprarse como si fuera plomo puro”.
Lo cierto es que tampoco parece que los esfuerzos realizados por conocer la
auténtica participación de las mujeres en las tareas propias de los talleres de
imprenta hayan sido lo suficientemente generosos como para que puedan
establecerse unas normas generales de conducta. No obstante, si bien es cierto
que parte de las viudas que conocemos ocuparon un papel testimonial, fruto
de la continuidad familiar y como paso intermedio a la mayoría de edad de los
hijos varones, cabe reconocer que la imprenta española nos ofrece muchos otros
ejemplos en los que la participación de las mujeres se convirtió en decisiva para
el mantenimiento y crecimiento de buena parte de los negocios tipográficos.
La primera de las mujeres que, según los colofones de los impresos conservados,
se dedicó al arte tipográfico en España fue Isabel de Basilea. La hija del impresor
alemán Fadrique de Basilea, uno de los pioneros en la introducción de la imprenta
en España, heredó todos los utensilios y otros materiales que formaban el
establecimiento de su padre, sin duda el más importante de la ciudad de Burgos.
En 1517, antes del fallecimiento del impresor alemán, el matrimonio de Isabel
con uno de los oficiales del taller, Alonso de Melgar, facilitó que éste empezara
a asumir las responsabilidades impresoras hasta convertirse, tras la muerte
de Fadrique de Basilea a principios de 1519, en el director de la imprenta. Se
conocen tan sólo unos pocos libros impresos con posterioridad a la defunción de
Melgar, producida en 15 5, cuyos pies de imprenta otorgan la edición a la “casa
de Alonso de Melgar”, y un par de ellas en las que se atribuye directamente a la
“honestae viduae vxoris quondam Alfonsi de Melgar” la realización de las obras.
Resulta en cierta manera sorprendente que uno de los argumentos utilizados
por A. Rumeau para desacreditar el texto de Luisa Cuesta, y negar a la vez
que Isabel de Basilea hubiera desempeñado funciones de responsabilidad en
la dirección técnica y financiera del negocio, sea el presuroso matrimonio de la
30 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
31

impresora poco tiempo después de la muerte de Melgar. La ironía con la que
Rumeau trata a la “honesta viuda” debido a la rapidez de su nuevo enlace,
no se corresponde con la realidad de la época, en la que los matrimonios de
conveniencia eran de lo más frecuente, y más cuando había en juego, como en
este caso, un importante patrimonio. En el año 15 6 Isabel se casó con Juan de
Junta, miembro de la famosa dinastía de impresores florentinos, quien desde
ese momento dirigió el taller burgalés de su mujer. No cabe duda que se trataba
de un matrimonio arreglado que proporcionaba indudables ventajas a ambos
cónyuges. Para Juan de Junta la dirección de una imprenta de tanto prestigio
representaba una importante oportunidad profesional, y para Isabel de Basilea el
matrimonio suponía recuperar la estabilidad personal, con la garantía de haber
elegido al mejor pretendiente, vinculado a una de las principales casas editoriales
europeas y poseedor de una considerable hacienda. En 1551, fundaron una
nueva imprenta en Salamanca que, después de la muerte de Juan de Junta, en
1558, pasó a manos de la viuda y los hijos, Lucrecia y Felipe. Fue su hijo Felipe
Junta quien dirigió el taller burgalés, mientras que la imprenta salmantina la
acabó regentando el marido de Lucrecia, el flamenco Matías Gast.
Pese a que evidentemente Isabel pasó a un segundo término después de su
matrimonio con Juan de Junta, lo cierto es que siempre tuvo una participación
activa en la marcha de las imprentas y librerías, especialmente en las largas
ausencias de su marido, que recorría España y Francia para atender sus negocios
editoriales. Los varios procesos legales en los que estuvo implicada demuestran
también su plena participación en los asuntos que afectaban a todos los aspectos
relacionados con el negocio. Precisamente, gracias a uno de esos pleitos se
descubre que Isabel fabricaba en el patio de su casa la tinta para la imprenta. Este
hecho, más que un argumento para desmitificar la posición de Isabel de Basilea
en el taller de imprenta, del que se sirve Rumeau para negarle cualquier otra
función, debería considerarse como una evidencia más del concurso activo de la
mujer en las tareas relacionadas con los muy diversos procesos que intervienen
en la impresión.
Como en el caso de Isabel de Basilea, los matrimonios sucesivos de algunas viudas
con impresores fueron una práctica común. Es cierto que en general la mujer
casada carecía de derechos individuales en beneficio del marido, que actuaba
como un tutor para su esposa, gestionaba sus bienes y debía dar su autorización
antes de que ella pudiera emprender acciones de cualquier tipo; pero cuando
el marido moría, la viuda se convertía en la cabeza legal de la familia y, por lo
tanto, obtenía el control de todos los asuntos, bienes y negocios.19 Sería lícito
cuestionar cuáles fueron las razones que impulsaron a algunas de estas mujeres,
una vez convertidas en titulares de los establecimientos, a ceder su posición
dominante en beneficio de una tercera persona. Es evidente que las viudas eran
el camino más rápido de los oficiales impresores para convertirse en propietarios
de las imprentas y, de hecho, cabría preguntarse si estos nuevos matrimonios se
debieron tan sólo a la necesidad de confiar la dirección de los talleres a hombres
con experiencia en el oficio, o si fueron en mayor medida ciertos condicionantes
de tipo social o legal, como por ejemplo las obligaciones gremiales, los que
impulsaron a algunas viudas a estabilizar su situación acordando uniones con otros
impresores. De hecho, todavía durante el siglo XVI encontramos otros ejemplos
en los que se repite esta situación, como el caso de la impresora zaragozana
Juana Millán, casada sucesivamente con Pedro Harduyn y Diego Hernández;
el de María Rodríguez de Rivalde, con Pedro de Madrigal y Juan Iñíguez de
Lecquerica, ambos importantes impresores madrileños; el de María de Urueña,
con los impresores Antonio Lorenzana y Juan Serrano de Vargas; o también el
de la valenciana Jerónima Galés, quien sobrevivió a dos maridos impresores.
Jerónima Galés estuvo casada con el prestigioso impresor flamenco Juan Mey,
y al quedarse viuda, en 1555, se hizo cargo de la dirección del establecimiento.
Imprimió con el colofón “Viuda de Juan Mey” e incluso después de su segundo
matrimonio siguió usando la marca tipográfica de su primer marido. Después de la
muerte de Juan Mey la renovación de las ayudas que las autoridades municipales
valencianas venían concediendo al tipógrafo flamenco para que no se trasladase
a otra ciudad, es una prueba de la confianza del Ayuntamiento en que la viuda
podría hacerse cargo del negocio al mismo nivel que su marido y mantener activa
una imprenta que prestigiaba a la ciudad. No cabe duda que Jerónima intervino
directamente en la dirección del taller y a su iniciativa se deben muchas obras de
gran envergadura, destinadas al mundo humanista y universitario de la ciudad
de Valencia. En el año 1559 Jerónima Galés estaba ya casada con el impresor
Pedro Huete, y los Jurados de Valencia, temerosos de que el nuevo matrimonio
3 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
33

abandonase la ciudad y se instalase en Alcalá, como era la voluntad de Huete,
les concedió un notable aumento de la subvención. El documento referido a
este asunto, y que reproduce íntegramente José Enrique Serrano Morales, cita
un contrato anterior que obligaba a la impresora a permanecer en la ciudad
por el término de diez años con todos los instrumentos de imprimir. De todas
formas, conscientes las autoridades valencianas de la obligación de la mujer de
seguir a su marido y para evitar el gran prejuicio que supondría para la ciudad
la pérdida de tan importante establecimiento de imprenta, se les concedió dicha
ayuda a cambio de que residieran en Valencia, ejerciendo su oficio, durante
el resto de sus vidas. Se indica también en este documento que tanto Pedro
Huete como Jerónima Galés “son personas muy hábiles en su oficio y disponen
de un excelente equipamiento para su negocio de imprenta”; la mención a
las habilidades de Jerónima es sin duda significativa y viene a corroborar su
pericia como impresora. Además, todo parece indicar que incluso después del
matrimonio siguió ocupando el papel principal en la dirección del negocio,
como demuestra el hecho que fuera ella, y no Huete, quien se encargase de la
contratación de los nuevos empleados para la imprenta.
Pese a que desde 1568 en los impresos figurará exclusivamente el nombre de
Pedro Huete, tras la muerte de éste, ocurrida en 1580, Jerónima Galés continuó
imprimiendo hasta su fallecimiento en el año 1587, ahora como “Viuda de Huete”
y asociada con Pedro Patricio Mey, uno de los hijos de su primer matrimonio.
Jerónima Galés, sin ser una “mujer de letras” poseía un bagaje que la colocaba
desde luego muy por encima de la media de su sexo. Lo que sabemos de su hijo
Felipe Mey nos permite imaginar el ambiente de curiosidad intelectual en el que
debía estar impregnada la familia, ya que sus conocimientos en lenguas antiguas
fueron requeridos por las autoridades valencianas, quienes le confirieron dos
cátedras en la Universidad.
La propia Jerónima Galés escribió un soneto, que publicó en los preliminares de
la traducción castellana de El libro de las historias, de Paulo Jovio, impreso por
ella misma en el año 156 , en el que reivindicaba su experiencia y conocimiento
de la profesión que ejercía. Reproduzco tan sólo el segundo de los cuartetos, en
el que justifica su discurso amparándose en su larga trayectoria como impresora:
Si el voto mío vale por mi officio, y haver sido una entre las más curiosas, que
de ver e imprimir las más famosas historias ya tengo uso y exercicio. De entre
las varias mujeres que, durante el siglo XVI, dirigieron los talleres heredados de
sus maridos cabe destacar también a la viudas de los impresores barceloneses
Carlos Amorós (activa aproximadamente desde 1551 a 1554) y Hubert Gotard,
de nombre María Velasco (1590-1591) y casada posteriormente con Sebastián
Cormellas, quien inició con los materiales de dicho establecimiento una de las
más importantes imprentas del siglo XVII; a la madrileña María Ruiz (1584-1595),
viuda de Alonso Gómez; a la viuda de Bartolomé de Nájera (156 -1573), en
Zaragoza; a Ana de la Peña (1570-157 ), viuda del impresor sevillano Sebastián
Trujillo, conocido por ser el tipógrafo de la mayor parte de las obras de Bartolomé
de las Casas; o a Brígida Maldonado, viuda del prestigioso impresor Juan de
Cromberger, activa desde 1540 hasta 1545, de quien parece confirmarse que,
pese a firmar tan sólo El noueno libro de Amadis de Gaula (154 ), tuvo un papel
determinante en el buen funcionamiento de ese importante establecimiento.
Sobre Brígida Maldonado disponemos, como ya se ha indicado, de un completísimo
trabajo de Clive Griffin en el que se analiza con detalle el testamento e inventario
de los bienes de la viuda de Cromberger. Pese a que Griffin no se atreve a
atribuir a Brígida el papel de impresora o de responsable de la imprenta que
había pasado a sus manos tras la muerte de su marido, precisamente por la falta
de documentos concretos que lo demuestren, sí detecta una mayor prosperidad
del negocio en los años en los que la viuda estuvo al frente. Según el propio
Griffin, las varias innovaciones y el marcado espíritu comercial que caracteriza
la actividad del periodo comprendido entre 1540 y 1545, y que afectará muy
positivamente a la producción de la imprenta cromberguiana, se convertirá en
decadencia a partir de 1546, año en el que Brígida pasó la gerencia de la empresa
a su hijo Jácome. A diferencia de tantas otras viudas, Brígida no se volvió a casar,
y manejó la imprenta y los negocios familiares de ultramar hasta que su hijo tuvo
la edad suficiente como para hacerse cargo. El espíritu de mujer de negocios que
Griffin percibe en Brígida tras el análisis de su testamento podría ser el motivo
que justificaría el hecho que no firmara las ediciones que realizó, prefiriendo
que llevasen el nombre del famoso Cromberger, garantía asegurada, por años
de tradición, de una alta calidad de impresión. Además, continuó también con
34 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
35

la antigua práctica medieval de aludir a la pena de la viuda con formas como “la
desdichada viuda” o “la triste Brigida Maldonado”. Como bien apunta Philippe
Berger, el aprendizaje formal del oficio de impresor lo realizaban solamente los
hombres, y aunque en realidad también fue practicado por algunas mujeres, éstas
tuvieron que formarse sobre el terreno, seguramente gracias a la implicación
familiar con el negocio. El caso de Brígida Maldonado ejemplifica el de otras
tantas mujeres que con toda seguridad aprendieron los mecanismos propios
de un oficio al que estuvieron vinculadas desde la infancia. Hija de una familia
de libreros activos en Salamanca, emparentados con los principales impresores
y editores de la ciudad, creció en el corazón de la industria editorial, lo que
seguramente le proporcionó un bagaje y una formación suficiente como para
asumir, llegado el momento, la dirección del negocio. De hecho, la familia y
el padre de Brígida en particular habían mantenido frecuentes contactos
profesionales con el importante taller sevillano de la familia Cromberger. No
cabe duda que los términos elogioso que Griffin dedica a Brígida Maldonado,
quien “resultó ser una esposa ideal: dio a Juan muchos hijos y cuando él murió
en 1540, puso en práctica con mucho éxito sus conocimientos en el mundo del
libro”, podrían servir también para explicar la situación de muchas otras mujeres
que, tras la pérdida de sus maridos, reemplazaron sus obligaciones domésticas
por la dirección de los establecimientos tipográficos. Entre los siglos XVI y XVII
estuvo también activa María Ramírez, viuda del famoso impresor alcalaíno Juan
Gracián. La imprenta de Gracián es especialmente conocida por haber impreso
la primera novela larga de Miguel de Cervantes, La Galatea (1585), así como la
Tragicomedia de Calisto y Melibea, de Fernando de Rojas (1586). Después de la
muerte del impresor, en 1587, el taller siguió funcionando bajo la dirección de
María Ramírez, quien se mantuvo activa hasta el año 16 4. Firmó siempre como
viuda y nunca con su nombre, con excepción de un impreso de 1600, la Selva de
aventuras, de Jerónimo de Contreras, por lo que el nombre de Gracián, ya sea
por devoción a su esposo o por simples razones comerciales, aparece siempre,
muchas veces con la adición de fórmulas tan piadosas como “difunto” o “que
santa gloria haya”.
En el siglo XVII, aunque hubo un aumento significativo de mujeres al frente
de los talleres de imprenta, no parece que sus condiciones de trabajo o las
oportunidades de practicar el oficio hubieran mejorado ostensiblemente. Lo que
sí aumentan son los casos conocidos en los que la dirección de la mujer en los
negocios se prolongó más allá de la simple etapa de transición, y de hecho
muchas de las impresoras permanecieron activas durante varias décadas.
Entre los casos más llamativos encontramos el de María de Quiñones, viuda del
impresor Juan de la Cuesta, y cuya producción, de casi 00 obras impresas, está
en consonancia con los muchos años que dirigió el establecimiento tipográfico
de Madrid. Juan de la Cuesta había trabajado en la imprenta de Pedro Madrigal
desde 1599 como empleado de su viuda, María Rodríguez Rivalde. En 160 ,
Juan de la Cuesta contrajo matrimonio con María de Quiñones y se hizo cargo
de la imprenta. Varios autores que han hecho referencia a la actividad de este
taller de imprenta apuntaban que, junto a María Rodríguez de Rivalde, estuvo
al frente del negocio su hijo, que también se llamaba Pedro Madrigal, casado
supuestamente con María de Quiñones, quien al enviudar en 1604 se casó con
Juan de la Cuesta, se ponen en duda muchas de estas noticias y se apunta la
posibilidad que María de nombre de la imprenta, según consta en los pies de
imprenta, es el de Juan de la Cuesta, pese a que la propiedad del taller siga
siendo de María Rodríguez de Ribalde.
La trayectoria de este impresor es especialmente conocida por haber dado a
la luz la primera edición del Quijote, de 1605, así como otras obras de Miguel
de Cervantes. De todas formas, la participación de Juan de la Cuesta en la
actividad del taller fue muy breve, pues según parece a finales de 1607 había
renunciado a la dirección de la imprenta y se encontraba fuera de la ciudad.30
Pese a todo, su nombre seguirá apareciendo en los colofones hasta el año 16 7,
fecha de la muerte de María Rodríguez de Ribalde. Desde ese momento los
impresos publicados recuperaron la firma de la “viuda de Pedro Madrigal” o
de “los herederos de la viuda de Pedro Madrigal”. A partir del año 1633 todas
las obras salidas del taller madrileño llevarán el nombre de María de Quiñónez,
quien nunca firmó como viuda de Juan de la Cuesta. Pese a que la defunción
de María de Quiñones no se producirá hasta el año 1669, el último impreso
con su nombre es de 1666, fecha en la que traspasó el negocio a Melchor
Alegre y a su mujer Catalina Gómez, quien continuó la actividad del taller, tras
36 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
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la muerte de su marido, hasta el año 1691. (Fig. 4.- Publio Ovidio Nasón, Las
Metamorfoses...) Otros casos dignos de mención, por haber estado al frente de
los talleres durante varias décadas, son el de Antonia Ramírez del Arroyo (1601-
1646), posiblemente viuda del impresor salmantino Juan Fernández; el de María
Fernández (de 1643 a 167 ), viuda de Antonio Vázquez, de Alcalá de Henares;
el de Mariana del Valle (de 1654 a 1696), activa en Madrid y viuda del impresor
Francisco Nieto de Salcedo; o el de la viuda de Pedro Guasp Oliver, Margarita (de
1668 a 1696), quien después de la prematura muerte de su marido regentó la
antigua imprenta de Palma de Mallorca, fundada en el año 1579.
También durante el siglo XVII ejercieron su actividad otras impresoras que
bien merece la pena citar en este texto. En Madrid, trabajaron Teresa Junta
(16 5-1657), viuda de Tomás Junta y regente del taller que ostentaba el título
de Imprenta Real desde que a finales del siglo anterior Julio Junta obtuvo ese
privilegio para su establecimiento; Catalina de Barrio Angulo (16 1-16 y
163 -147), casada en primeras nupcias con Pedro Madrigal, de paso fugaz por
el negocio, pudiera ser hijo de un primer matrimonio de Pedro Madrigal o bien
hijo de un hermano de éste. Parece que se encontraba en Sevilla, probablemente
con la intención de pasar a Indias, y dejaba en Madrid a su mujer, embarazada
y con la necesidad de pagar las deudas que había dejado su marido, de quien
conocemos su testamento y en el que se indica claramente que su profesión fue
el de “impresora de libros”; o la viuda de Nicolás Rodríguez de Abrego (1671-
1675), en Sevilla.
El análisis de la obra producida por esta última impresora ha permitido a Wilson
y Cruickshank, en su estudio sobre la imprenta y el comercio de libros en Sevilla
antes del año 1700, formular interesantes conclusiones.3 Perciben estos
autores no sólo un aumento de la producción respecto a la de su marido, sino
también un evidente cambio en la orientación editorial del negocio. A diferencia
de la obra producida por Nicolás Rodríguez de Abrego, de temática variada y
de un nivel en consonancia con la mediocridad general de la época, todos los
impresos realizados bajo la dirección de su viuda son religiosos y de una calidad
por encima de lo habitual. En este sentido, su obra es mucho más ambiciosa,
como así lo demuestran los varios libros de mayor tamaño y magnificencia que
los de su marido. Su trayectoria queda encumbrada por haber realizado una obra
especialmente significativa, las Fiestas de la S. Iglesia Metropolitana y Patriarcal
de Sevilla, de 1671, considerada por varios autores como la mejor edición de
toda la imprenta sevillana del seiscientos; la obra, escrita con motivo de la
canonización de Fernando III el Santo, incluye algunos grabados magníficos,
uno de ellos según un dibujo de Bartolomé Murillo.
Durante el siglo XVIII fueron varios los ejemplos en los que las imprentas familiares,
en funcionamiento durante varias generaciones, llegaron a su máximo esplendor
en manos de una mujer. Así ocurre con la casa de los Martí, en Barcelona, cuya
producción y prestigio aumentó de forma considerable entre 1754 y 1770, etapa en
la que fue regentada por María Ángela Martí, viuda de Maur Martí. Algo parecido
ocurrió con los Piferrer, la otra gran saga de impresores y libreros barceloneses
del siglo XVIII, empresa que estuvo en manos de dos mujeres: Teresa Pou (1750-
1764), viuda de Joan Piferrer y Eulàlia Macià (1775-1794), viuda de Tomás Piferrer.
También en Cataluña, en la prestigiosa imprenta de la Universidad de Cervera, la
hija de Manuel Ibarra, hermano mayor del gran Joaquín Ibarra, no sólo regentó la
imprenta como lo había hecho su padre sino que además estuvo plenamente activa
en las tareas propias del proceso de impresión. Manuel Ibarra fue contratado para
regentar el establecimiento en el año 1735, y ocupó la plaza hasta su fallecimiento
en 1759; después de esa fecha, su viuda firmó todas las obras salidas del taller
hasta el año 1777 y, posteriormente, fue su hija Antonia la que se mantuvo en la
dirección de la imprenta hasta su defunción en el año 1805.
La actividad de Antonia Ibarra supone un muy buen ejemplo de la directa
participación de la mujer en las tareas propias de las imprentas. En este caso,
tenemos constancia de que la hija de Ibarra trabajaba en el taller, antes incluso de
convertirse en la regente del mismo tras la defunción de su madre. Gracias a los
varios volúmenes de correspondencia de Josep Finetres, catedrático de derecho
de la Universidad de Cervera y director de la imprenta de dicha universidad,
tenemos noticia de la brillantez con la que Antonia realizaba las labores de
composición tipográfica. Finestres siempre se ocupó con interés de los aspectos
técnicos relacionados con la producción editorial, y su actividad epistolar supone
una fuente espléndida sobre muchos aspectos relacionados con la imprenta y el
38 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
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comercio del libro. Finestres, protector y consejero de Eudald Pradell, el primer
grabador de tipos de imprenta español activo durante el siglo XVIII, siempre
se ocupó con esmero de la actividad de la imprenta. Una de sus principales
preocupaciones fue la obtención de caracteres griegos; de hecho, la carencia de
imprenta griega fue un obstáculo muy sentido por los helenistas catalanes de la
época y, gracias al celo de Finestres, se instaló una tipografía griega en Cervera,
con la que se imprimió el texto griego de las citas en varias obras latinas.
Los esfuerzos de Finestres por imprimir correctamente los textos griegos se
vieron recompensados gracias a la aplicación y conocimientos de Antonia Ibarra.
En carta al ilustrado valenciano Gregorio Mayans, con fecha de noviembre de
1768, se felicita por los progresos de la joven impresora:
La lástima es que no puedo evitar algunos trabajos molestos que se me encargan,
casi por necesidad, como el haber corregido pocos días ha el alfabeto griego,
que envío a Vm. para que vea las primicias de esa señorita, hija de nuestro
antiguo impresor Ibarra y sobrina de Joaquín Ibarra, célebre impresor de Madrid,
la cual compuso el griego, y juzgue si se puede esperar que en adelante lo haga
con mayor acierto, pues en pocos días aprendió de leer e inmediatamente pasó
a la composición tipográfica. Todo esto fue necesario para cumplir con el orden
del Real Consejo, que nos manda que se enseñe en las aulas la lengua griega
por la Gramática de Pedro Juan Nuñez, y entretanto, para dar este alfabeto a
muchos que deseaban saber aquella lengua; en esta ciudad, ni en toda Cataluña
no se encontraba oficial que compusiese con caracteres griegos, y ahora nuestra
tipógrafa compone las Fábulas de Esopo en griego, porque también son menester
para los ejercicios de los opositores a las cátedras de gramática y letras humanas,
y para la enseñanza de los discípulos.
Las tareas que Antonia realizó en el taller de imprenta, que pese a no ser el
negocio familiar estaba regentado por los Ibarra desde que en 1735 substituyeron
al antiguo impresor contratado por la Universidad, no sólo demuestran que era
habitual que todos los miembros de la familia colaboraran en las labores del
establecimiento, sino también que seguramente fueron muchas las mujeres que
realizaron tareas específicas dentro de los talleres. Como bien apunta Paul Nash,
la tendencia habitual en los estudios sobre la mujer impresora ha sido considerar
que una actividad como la composición tipográfica era mucho más adecuada
para una mujer que no otras labores en las que la exigencia física era mayor, como
por ejemplo el trabajo con las prensas.36 Resulta hasta cierto punto razonable
que en general se hayan atribuido al hombre aquellas prácticas que requerían
cierta fortaleza física, y en cambio se considerase más aceptable que las mujeres
trabajasen tan sólo en las tareas en las que primaba la destreza y la habilidad.
Pero lo cierto es que eran muchas las funciones que podían ser realizadas por
mujeres sin un requerimiento físico particular: ya se ha indicado que la mujer de
Antonio Espinosa se dedicaba a la fundición de tipos, y también que durante el
siglo XVII algunas viudas trabajaron como correctoras. De todas formas, cabe
considerar que la composición, igual que la corrección, no podía realizarse sin un
nivel básico de formación; si tenemos en cuenta que hasta bien entrado el siglo
XVIII la educación estuvo reservada a una muy selecta minoría de mujeres, y que
seguramente algunas de las viudas de impresores eran analfabetas, sería fácil
llegar a la conclusión que no todas ellas estuvieron capacitadas para semejante
actividad. Es evidente que Antonia Ibarra, formada en un ambiente universitario
desde su infancia, tenía los conocimientos suficientes como para componer
textos, no sólo en su propia lengua, sino también en latín, y además, después de
las enseñanzas de Finestres, “en pocos días había aprendido tan bien a leer, que
ya pudo pasar a la composición de los tipos griegos”.
Seguramente también dispuso de una amplia formación la viuda del prestigioso
impresor valenciano Antonio Bordazar. No cabe duda que Bordazar representa el
ejemplo perfecto del impresor erudito. Ostentó los cargos de impresor de la ciudad,
del arzobispado y de la inquisición, escribió tratados de historia, matemáticas,
astronomía o gramática, así como su conocida propuesta para imprimir en España
los libros del Nuevo Rezado, bajo el control de la imprenta plantiniana de Amberes
desde el siglo XVI. Margarita Veo, su viuda, se hizo cargo del taller después de la
muerte de su marido en 1744, imprimió un buen número de obras y ostentó el
cargo de “Impresora de la ciudad” hasta su defunción en 1759.
En la misma ciudad, otra impresora, Antonia Gómez, la viuda de José Jaime
de Orga, tuvo incluso una participación mucho más decisiva en la posición
40 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
41

preeminente que su taller de imprenta ocupó en Valencia. Cabe apuntar que
la viuda de Orga procedía de una importante familia de impresores valencianos
activos desde finales del siglo XVII, y su padre, Antonio Gómez, regentó también
un taller de imprenta.38 Parece lógico considerar que Antonia pudiera disponer
de suficientes conocimientos sobre como manejar el negocio y, de hecho, a ella
se deben algunas de las mejores obras impresas por la dinastía de los Orga.39
Fue ella quien fundó el taller pocos años después de 1756, fecha de la muerte
de su marido. Las muchas deudas que había dejado José Jaime de Orga en su
taller madrileño hicieron que Antonia regresara a Valencia e instalara una nueva
imprenta en la calle de la Cruz Nueva.40 Pese a los problemas económicos y
los cuatro hijos de corta edad, la impresora consiguió levantar el negocio y
convertirlo en uno de los más productivos de la ciudad. Desde 1771, sus hijos
José y Tomás, se hicieron cargo de la imprenta, consolidando el prestigio que su
madre había conseguido para el establecimiento.
También deben tenerse en cuenta otras impresoras, todas ellas establecidas en
Madrid y activas durante el siglo XVIII, cuya continuidad al frente del negocio
merece ser incluida dentro de este sucinto recuento. Se pueden citar por ejemplo
a Isabel María Arroyo (171 -1730), viuda de Juan García Infanzón; a la viuda de
Manuel Fernández (1750-1774), quien ocupó durante muchos años el cargo de
“Impresora del Consejo de la Inquisición”; a la viuda de Eliseo Sánchez (1765-
1776); y a Luisa Victoria Sánchez (1790-1803), viuda de Pedro Marín. Finalmente,
tampoco podemos olvidar a Manuela de Contera, la viuda del más famoso de
todos los impresores españoles, Joaquín Ibarra, que conservó durante los años
que estuvo al frente de la imprenta el prestigio que su marido había conseguido
para el famoso establecimiento de la calle Gorguera.
Pese a que el mismo año de la muerte de Ibarra, en 1785, aparecieron ya varios
libros impresos con el pie de imprenta “Viuda de Ibarra hijos y compañía”, lo
cierto es que tras la desaparición del impresor se originaron ciertos conflictos
familiares. El impresor aragonés afincado en Madrid había tenido una hija de
su primera esposa, que falleció a temprana edad, y tres hijos más fruto de su
segundo matrimonio, con Manuela de Contera. Estas desavenencias tuvieron
como resultado la separación de los dos hijos mayores, quienes dejaron el
taller familiar y se unieron al impresor Jerónimo Ortega, quedando al frente
del prestigioso taller la viuda y la hija menor.41 A partir de 1789 todos los
impresos aparecen firmados por la viuda de Ibarra, quien siguió usando las
marcas tipográficas de su marido y conservó además el título de Impresora de la
Real Academia. Después de 1805, posiblemente la fecha de la muerte de doña
Manuela, los pies de imprenta muestran que el negocio quedó en manos de “la
hija de Manuel Ibarra”. Finalmente, desde 1809, el taller siguió su actividad bajo
el título de “Imprenta de Ibarra”, y comenzó a languidecer poco a poco hasta su
desaparición y venta en el año 1836.
No cabe duda que la escasa atención prestada a la amplia y prolífica trayectoria de
la viuda de Ibarra supone, en comparación con la atenta disección de la actividad
de su marido, una evidencia más de los prejuicios por los que se ha obviado
la participación de la mujer en la imprenta española. De hecho, el argumento
habitual con el que se ha justificado la valiosa producción del establecimiento
bajo la dirección de Manuela de Contera ha sido la atribución de todos los
méritos al experimentado regente del taller y a sus brillantes operarios.4 Es
evidente que tal simplificación resulta ser del todo inconsecuente si tenemos en
consideración que Rafael Sánchez de la Iglesia, regente y compañero de Ibarra
en toda su aventura tipográfica, y los operarios Juan José Sigüenza Vera y Miguel
de Burgos, expertos impresores y tratadistas de dicho arte, también ejercieron su
oficio artesano junto al tipógrafo zaragozano.
En este sentido, cabe esperar que las futuras aproximaciones al estudio de la
actividad de las mujeres en la imprenta española puedan superar los viejos
tópicos y analizar sin prejuicios ni falsas presunciones la capacidad que estas
impresoras demostraron para gestionar sus establecimientos tipográficos.
En realidad, la voluntad del presente trabajo ha sido tan sólo destacar a las
mujeres activas en los talleres más representativos, así como a las impresoras
de mayor productividad, con la esperanza de estimular la aparición de nuevas
aportaciones que confirmen el papel determinante que muchas de ellas tuvieron
en el funcionamiento de la imprenta en España.
4 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
43

Marina Garone Gravier,
Historia del Arte-UNAM, CCE/ México, abril 2008
IMPRESORAS NOVOHISPANAS: UN ESTADO DE LA CUESTIÓN A
Introducción
Aunque la participación femenina en las labores del libro y las artes gráficas
tiene larga data es poca la información sistematizada, organizada y sin sesgos
andróginos a la cual se tiene acceso si uno decide caminar este fértil terreno.
Esa fue la razón por la cuál hace más de cuatro años emprendí el estudio del
papel de las mujeres en la imprenta mexicana durante el periodo colonial, interés
que se vincula con mis trabajos previos sobre la presencia de las mujeres en el
diseño. De esa forma realicé una recopilación y análisis biblio-hemerográfico
para organizar la información disponible de forma tal que nos permitiera a)
sensibilizarnos ante unos personajes que merecen ser estudiados con mayor
profundidad y b) marcar, a grandes rasgos, una agenda general que pudiera ser
atendida por los interesados de la historia del libro, la imprenta y las mujeres
mexicanas. A continuación haré una enumeración en las publicaciones que
sobre el tema se han realizado desde 1904 hasta la fecha.
Impresoras novohispanas: un estado de la cuestión (1904-2006)
Las menciones sobre impresoras novohispanas comenzaron a aparecer en
las bibliografías de finales del siglo XIX y comienzos del XX. En particular la
primera gran enumeración de nombres la proporciona José Toribio Medina en la
monumental La imprenta en México (1904) y también su estudio sobre Puebla.
Más tarde Francisco Pérez de Salazar (19 4) y Juan B. Iguiniz (1938) agregan
algunos otros datos más. Sin embargo no será hasta 197 cuando aparezca el
primer estudio con intención panorámica sobre el tema elaborado por Carolina
Amor de Fournier, en quien no profundizaré porque lo hará la Dra. Urrutia.
En 00 apareció Viudas en la Historia donde se publicaron tres textos que tocan
el tema. Basados en la obra de Amor y Medina, Josefina Muriel escribió “Las
viudas en el desarrollo de la vida novohispana” donde menciona algunas de
las viudas impresoras del XVII. Sara Poot Herrera publica “El siglo de las viudas
impresoras y mercaderes de libros: el XVII novohispano” en el que se centra en
Paula Benavides, viuda de Bernardo Calderón, la viuda de Rodriguez Lupercio
de quien no da nombre, y María de Benavides, viuda de Juan de Rivera. Sus
fuentes fueron, además de las anteriormente citadas, las memorias de libros
del ramo inquisición del AGN. Por último, Carmen Castañeda publicó “Petra
Manjares y Padilla, viuda y heredera de imprenta en Guadalajara, 1808-18 1”,
debelándonos así el nombre de la primera impresora tapatía.
Dos contribuciones al trabajo de mujeres en el mundo del libro: Apoyo al
Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (Adabi).
Otros esfuerzos para clarificar el papel de las mujeres en este ámbito son los que
realizaron Isabel Grañén y Elvia Carreño respectivamente. Isabel Grañén Porrúa
publicó en 1999 “Francisca Flores y su imprenta,” b donde analizó las fuentes
conocidas y aportó pruebas documentales que permitieron entender el arribo y
permanencia de esa oficina tipográfica a Oaxaca. Por su parte Carreño describió la
labor de organización que se realizó en el Archivo Histórico José María Basagoiti,
del Colegio San Ignacio de Loyola, Vizcaínas, c que estuvo dedicado a la educación
femenina. La autora platea una tipología del catálogo del colegio: 1) libros escritos
para mujeres, ) libros escritos sobre mujeres, 3) libros escritos por mujeres, 4) libros
financiados, pagados o editados por mujeres y 5) libros impresos por mujeres.
El primer enfoque genealógico globald que se hizo de las impresoras novohispanas
fue el que publiqué en “Herederas de la letra: mujeres y tipografía en la Nueva
España”, Casa de la Primer Imprenta de América, México, UAM-Gobierno
de la Ciudad de México, 004. Además de las fuentes antes mencionadas se
usaron todas las monografías de impresores disponibles hasta ese momento
y bibliografía internacional, se abordó el tema de la mujer y la cultura escrita
y se dio un panorama europeo y norteamericano de las impresoras antiguas y
contemporáneas, para situar y poner en contexto la labor de local. También se
perfiló una primera agenda de contenidos que permitirían la continuación del
tema mujeres e imprenta en México.
En aquella oportunidad se mencionaron las siguientes líneas familiares y de
talleres:
1) Juan Cromberger y Brígida Maldonado, Juan Pablos y Jerónima Gutiérrez,
Pedro Ocharte y María de Figueroa y, más tarde, María de Sansoric.
44 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
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) Antonio de Espinosa y su hija María, Pedro Balli y Catalina del Valle, Diego López
Dávalos y María de Espinosa, Diego Garrido y Ana de Herrera, su viuda.
3) Enrico Martínez, Juan Ruiz, herederos de Juan Ruiz y Feliciana Ruiz.
4) Bernardo Calderón y Paula de Benavides, Juan de Rivera y María de Benavides,
Miguel de Rivera Calderón y Gertrudis de Escobar y Vera y Francisco de Rivera
Calderón y Juana de León y Mesa, y María de Rivera Calderón y Benavides.
5) José Bernardo de Hogal y Teresa de Poveda, herederos de la viuda de Hogal,
y José Antonio de Hogal.
6) Imprenta de la Biblioteca Mexicana, José de Jáuregui, herederos de José de
Jáuregui, José Fernández de Jáuregui y María Fernández de Jáuregui.
Hay otros casos que no llegan a constituir líneas genealógicas extensas
México: Jerónima Delgado, vuida de Francisco Rodríguez Lupercio
Puebla, Oaxaca y Guadalajara: Inés Vásquez Infante, viuda de Juan de Borja y
Gandia; Catalina Cerezo, viuda de Miguel Ortega y Bonilla y más tarde la hija de
ambos con Pedro de la Rosa; Francisca Reyes Flores y Petra Manjares y Padilla.
Mujeres de la dinastía Calderón Benavides y Rivera
Sobre las mujeres de esta dinastía se han publicado algunos trabajos en México.
Dos de ellos aparecieron de forma simultánea en 004: “Las mujeres y su
aportación a la prensa periódica en la época colonial”, e de Amalia Estrada Porrúa,
y “Viudas de la tipografía”, de Luisa Martínez Leal. f En el primer texto se aborda
muy brevemente la figura de Paula Benavides y su nieta María, con la intención
de hacer énfasis en la producción de hojas sueltas, volantes y más tarde gacetas.
Por su parte el texto de Martínez Leal menciona además de las anteriores a las
viudas de Cromberger, Pablos, Ocharte, Garrido, Rodríguez Lupercio, y termina
con María Fernández de Jáuregui. Lamentablemente en ninguno de los dos casos
se da cuenta de las fuentes ni primarias ni secundarias que fueron empleadas.
El tercer texto de esta genealogía, apareció en 006, y resalta en particular la
figura de la madre primigenia de la dinastía y se titula “Paula de Benavides:
impresora del siglo XVII. El inicio de un linaje”, el texto fue escrito por Ana
Cecilia Montiel Ontiveros y Luz del Carmen Beltrán Cabrera. g El artículo presenta
novedosa evidencia documental, localizada tanto en el Archivo de Notarías de
la Ciudad de México como del General de la Nación, que permite conocer con
precisión una parte del trabajo de doña Paula y el modo en que protegió sus
intereses comerciales durante sus 46 años de labor. h
María de Fernández de Jáuregui
Silvia Fernández ha trabajado a esta impresora en un contexto sucesorio en “El
valor histórico del del testamento del Bachiller Josef Fernández de Jáuregui”, i
trabajo final del diplomado de Libro antiguo de la UNAM en 006. Aunque el
objetivo principal de la investigación fue hacer un análisis paleográfico, la autora
hizo un acercamiento al contexto histórico del documento. Allí destaca la riqueza
de la imprenta que Jáuregui heredó a sus descendientes, a quienes identifica
por primera vez añadiendo nombres que Medina no conoció y clarificando que
María era sobrina y no hermana de José. Asimismo Silvia Fernández explica
que fueron los maridos de María Josefa y Gertrudis quienes se quedaron con
el negocio y además aventura que se pudieron haber repartido la imprenta y
libraría, respectivamente.
Coloquio Las otras letras: mujeres impresoras en el mundo del libro antiguo.
(Biblioteca Palafoxiana, marzo de 2008)
En marzo pasado se llevó a cabo la exposición de libros Las otras letras: mujeres
impresoras en el mundo antiguo. Ésta fue la primera muestra sobre esta
materia a nivel iberoamericano y organizamos un ciclo de conferencias. Además
del estudio de Corbeto sobre las españolas y mi trabajo sobre Typosine, la musa
de la tipografía y la imprenta, se presentaron nuevos trabajos sobre impresoras
mexicanas que menciono a continuación.
Luz Beltrán y Miguel Sobrino presentaron “Impresoras novohispanas 1541-
1755: análisis cuantitativo-valorativo de su producción”, que es el primer gran
acercamiento al conteo general de las publicaciones de las impresoras realizados
entre 1541 y 1755 a partir de los repertorios conocidos. Su trabajo de orientación
cuantitativa toma en consideración los temas y autores, lo que permite también
hacer unas primeras lecturas sobre el impacto de estas mujeres en la cultura y el
pensamiento coloniales.
46 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
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Ken Ward, curador de la sección de libros latinoamericanos de la John Carter
Brown Library, es sin duda quien ha estudiado más ampliamente la familia de
impresores y libreros de los Calderón y Benavides y los Rivera. Es precisamente
en esas familias donde encontramos algunas de las más sobresalientes
impresoras mexicanas. En “Quien diablo es María: la imprenta de los Herederos
de la viuda de Miguel de Rivera”, Ward dio cuenta de algunas de las mujeres
de la dinastía, aclarando homónimos y explicando cómo en cierta forma el
que una de estas mujeres haya sido doncella, jugó en contra de sus negocios
editoriales y deterioró su posición ante las autoridad en la dura competencia
por mantener la clientela.
“Retazos en la vida de una impresora novohispana: Rosa Teresa de Poveda,
viuda de Hogal,” fue el título del trabajo de Idalia García (CUIB –UNAM) quien
presentó algunos documentos inéditos y testimonios de esta mujer novohispana
quien más tarde heredaría la imprenta a su hijo. García también distinguió
algunos de los impresos que bajo su nombre se realizaron y que no habían sido
registrados con anterioridad.
En “María Fernández de Jáuregui: impresora de la transición del Virreinato
de la Nueva España al México independiente” Ana Cecilia Montiel expuso
la genealogía y los vínculos de esta mujer con el linaje de Paula Benavides y
Bernardo Calderón. Se precisan las condiciones en las cuales María Fernández
de Jáuregui heredó la imprenta y el papel que jugó su esposo, Francisco de
Sales Quintero, en la conducción de la misma. Finalmente, se plantea el papel
que esta imprenta tuvo en la conformación de la opinión pública durante la
guerra de independencia.
Por su parte la historiadora del arte Montserrat Gali presentó un avance preliminar
de un estudio más amplio sobre los impresos y las imprentas en Puebla. En
él procuró estudiar la ornamentación de las ediciones de las dos impresoras
poblanas (Catalina Cerezo, mujer de Miguel Ortega y Bonilla y Inés Infante,
la viuda de Borja y Gandia), tratando de distinguir “estilos” o modalidades en
plecas, viñetas, orlas y grabados.
Finalmente la investigadora Elvia Carreño trató sobre las diversas actividades de
las órdenes del Carmen y Santo Domingo en Puebla en el quehacer del libro y
la imprenta novohispana. Para ello trató elpapel del libro en formación religiosa,
los libros usados para la formación de la espiritualidad y la imprenta y la difusión
de la buena palabra. Indicó además laslabores de venta de publicaciones que
desarrollaron las monjas poblanas.
Algunos nuevos aportes j
A continuación quiero mencionar nuevos nombres de mujeres que habría
que considerar ya que de seguro nos depararán gratas sorpresas. Aunque no
necesariamente todas resulten ser impresoras, como en casos anteriores es
altamente probable que debamos estudiarlas por su trascendente papel en las
líneas sucesorias de algunos talleres coloniales y seguir así la pista de varias
imprentas mexicanas.
Para el siglo XVI tenemos a Ana de Carranza,* mujer de Antonio de Espinosa (al
menos en 157 ), de ella habría que ver porqué no aparece cómo heredera ante
la muerte de él. k
Hemos encontrado el registro de pasajero Catalina Agudo, mujer de Antonio
Ricardo, quien llega a México en 1576. l Sabemos que Ricardo estuvo en México
entre 1570 y 1580, antes de pasar a Perú para instalar imprenta, pero solo entre
1577 a 1579, aparecen obras realizadas por él, es decir al año de haber llegado
su mujer. Lo interesante del documento que encontramos es que menciona que
ella había estado casada en primeras nupcias con Melchor Tretchel, impresor
establecido con tienda en Toledo. Melchor había sido a su vez hijo de Gaspar
Trechel y de Magdalena de Portonaris. El padre de Catalina, Francisco Agudo,
también había tenido también tienda de libros. Con estos antecedents familiares
y con el hecho adicional de que fue después de su llegada que Ricardo comienza
a imprimir es más que lícito pensar que ella hubiera colaborado con él en las
labores librescas.
Además de María de Sansoric, mujer de Pedro Ocharte, a quien los negros que
tiraban de las prensas no querían hacer caso mientras él estuvo preso por la
48 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
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Inquisición, en el siglo XVII hubo otras mujeres en esa familia de impresoras.
Melchor Ocharte (1599-1601) tuvo dos matrimonios: con Bernardina de Carrión,
con quien tuvo un hijo llamado José de Ocharte; y con Magdalena de Salazar con
quien tuvo una hija llamada Francisca de Salazar; Por su parte Luis Ocharte Figueroa
se casó también dos veces: con Ma. Dávila y con María de la O. m Aunque ambos
desaparecen pronto de la historia de la tipografía mexicana hemos encontrado
un posible descendiente de Melchor llamado Sebastiane de Ocharte n
El caso de Feliciana Ruiz nos lo hizo saber Pérez de Salazar quien publicó el
testamento de Juan Ruiz (1670) en el que se nombra como albacea a su nieta
Feliciana. Ruiz muere en junio de 1675 dejando por herederos a Juan y Madalena
hijos del primer matrimonio con Felipa de Santiago, y del segundo con Isabel de
Quiróz a Ángela (16 años), Gertrudis (9 años) y Domingo (14 años). o
El inventario de bienes de Ruiz se realizó en agosto de 1675 y en octubre de ese
año encontramos una solicitud de impresión de Feliciana. Lo confuso de esta
solicitud es que en ella se dice que Juan era el padre y no el abuelo de Feliciana.
Ella muere en marzo de 1677 sin testar. Los pies de imprenta que aparecen
entre 1676 y 1678 mencionan a los herederos de Juan Ruiz, y sólo en un caso
aparece “Juan Ruiz”. Por lo anterior podemos suponer que fue el hijo mayor
y homónimo de Juan Ruiz quien retomó el negocio familiar a la muerte de su
sobrina Feliciana. Sin embargo aún no podemos saber las razones por las cuáles
Medina menciona como heredero de Juan Ruiz a Feliciano Ruiz, un supuesto
hijo del impresores quien trabajaba en el taller por lo menos desde 1669, ya que
como vimos Ruiz no tuvo hijos de ese nombre. Como nota adicional queremos
mencionar que hemos localizado a un nieto de Juan Ruiz por vía de su hija
Madalena, llamado Diego Ruiz de Castañeda p quien coincidentemente es oficial
de impresor.
En nuestro contexto sería interesante averiguar más sobre la vida de Feliciana
quien indudablemente se crió entre las prensas y cajas de letras de su abuelo. q
Según nuestra opinión, compartida por Ken Ward, ésta sería la primera impresora
mestiza o de padres mexicanos, ya que María de Espinosa podría ser considerada
la primera impresora criolla por ser de padre español y madre mexicana.
Para los siglos XVIII y XIX tenemos más nombres: Ángela Ruiz Machorro,* viuda
de Diego Fernández de León, albacea de la imprenta y de la cual se conocen
dos impresos; r María Gertrudis de Correo y Burgos, mujer del impresor Francisco
Sánchez Pizero, con quien tuvo una hija que se llamó Ana María; s Ana Téllez
Girón,* mujer de Manuel Antonio Valdés y madre de Alejandro t y Mariana
Lobix, mujer de éste último. u En el XVIII encontramos además un documento
que permitirá poner en contexto la labor de las impresoras poblanas. Se trata
de una prentesión de Pedro de la Rosa (1773) para que se le permita a su hija
y otras mujeres, imprimir. Se ordena sea con anuencia del administrador de la
imprenta perteneciente a los colegios. v La hija de éste y nieta de Manuela Cerezo
era María Manuela de la Rosa y Ortega, quien fue pieza fundamental en la
conservación del privilegio de impresión que esa imprenta familiar tuvo de que
los papeles relativos a Puebla no se imprimieran fuera de la ciudad. w
Hasta aquí mis nuevos apuntamientos.
El futuro de las antiguas impresoras mexicanas
Con todo lo dicho hasta aquí podemos decir que el actual estado de la cuestión
sobre el estudio de las impresoras novohispanas es alentador en la medida de
que de cuatro años a la fecha hemos producido nuevos y mejor documentados
trabajos y encontrado nuevas vetas documentales que nos confirman la presencia
irremplazable de las mujeres en la imprenta novohispana. Si hoy tuviéramos
que trazar una nueva agenda de cara a reencontrarnos en un futuro próximo a
continuación daré nombres, temas y enfoques que deberíamos atender:
Impresoras conocidas pendientes de estudiarse
Siglo XVI: María de Sansoric, viuda de Pedro Ocharte y madre de Jerórimo
Siglo XVII: María de Espinosa, hija de Antonio de Espinosa y viuda de Diego
López Dávalos; Catalina del Valle, viuda de Pedro Balli; Ana de Herrera, viuda de
Diego Garrido; Feliciana Ruiz; Jerónima Delgado, viuda de Francisco Rodríguez
Lupercio; Inés Vásquez Infante, viuda de Juan de Borja y Gandia
Siglo XVIII: Gertrudis de Escobar y Vera, viuda de Miguel de Ribera Calderón,
Juana de León y Mesa, viuda de Francisco Ribera Calderón y Catalina Cerezo,
viuda de Miguel Ortega.
50 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
51

Sobre el enfoque monográfico deseo mencionar que Rosario Rodríguez
Torres está realizando su tesis de licenciatura en Bibliotecología en la UNAM
denominada La presencia femenina durante un siglo de quehacer tipográfico en
la Nueva España. Su objetivo es hacer una compilación y estudio de los impresos
femeninos novohispanos del primer siglo temporal de la Nueva España, años
1539-1639, catalogando los impresos localizados en la Biblioteca Nacional de
México y en el Archivo General de la Nación.
Sobre nuevos temas y enfoques es preciso profundizar en el análisis efectivo de la
producción más allá de los repertorios bibliográficos, es decir ir de lo cuantitativo
a lo cualitativo para analizar ad géneros y clientes con los que las impresoras
estuvieron familiarizadas. Y de lo cualitativo pasar al análisis material para poder
atender las repercusiones de la acción de las mujeres en los aspectos pragmáticos
y estéticos de las ediciones (volumen, ilustración y ornamentación).
Respecto de los enfoques podríamos incorporar estudios que buscaran realizar
un tejido transversal de la presencia de la mujer en las diversas áreas de la cultura
letrada: la escritura, la imprenta, la edición, la encuadernación y la venta de
libros. A este respecto es importante recordar que varias de nuestras impresoras
novohispanas fueron también libreras como algunas de las mujeres de la familia
Calderón y Benavides, María Fernández de Jáuregui y, como ha demostrado
Carreño, también las monjas poblanas.
En relación con el impacto de la edición de casas de mujeres en la vida cultural
colonial se deberá estudiar la presencia de sus impresos en las bibliotecas y
fondos antiguos. Sobre este punto Elvia Carreño ha descrito la constitución de
fondos como el de Vizcaínas en México, y Carmelitas y Dominicas en Puebla. La
presencia de las impresoras en la constitución de fondos contemporáneos es un
terreno aún por abordarse. A este punto quisiera mencionar mi trabajo realizado
entre 004 y 005 sobre la presencia de las mujeres en el Fondo Antiguo de la
Biblioteca Central de la UNAM (FA de la BC) asesorado por Isabel Chong, x donde
se localizaron más de 100 ejemplares de cuatro siglos de imprenta. Los temas
fueron variados al igual que las procedencias. La distribución de títulos por siglos
refleja una amplia representación de los siglos XIX y XVIII, y en menor medida los
siglos XVI, XVII y XX. Continuando con esa veta de estudio, Mercedes Salomón,
Lourdes González con el apoyo del Dr. Manuel de Santiago y bajo mi coordinación
y realizaremos un relevamiento de información similar en la Biblioteca Lafragua
de Puebla. Espero que en otros fondos emprendas este enfoque.
Por último y dada la notoria presencia de impresoras españolas que hemos
detectado con la investigación para la exposición Las otras letras, considero
que habría que inicial estudios comparativos entre la producción novoshiapana
y la peninsular a fin de establecer semejanzas y diferencias pero sobre todo
para entender de forma más cabal la trascendencia de trabajo de las impresoras
mujeres en el contexto del mundo hispánico.
La notoria presencia, en cantidad y calidad, de las impresoras novohispanas
se hace aún más evidente si se la compara con el resto de la labor editorial
americana colonial, particularmente la de Perú y el Río de la Plata. En ambos
lugares la imprenta estuvo asociada desde sus inicios con las órdenes religiosas
y constituyó un espacio predominantemente masculino. El único caso que
conocemos de impresora de otra región americana que no fuera México, es el
de Juana Martínez Batres, viuda de Sebastián de Arévalo (Activa entre 177 y
1800) impresora la Guatemala y de la cual hemos dado cuenta en la exposición
de Mujeres impresoras en la Biblioteca Lafragua.
Por todo lo anterior debemos reconocer que si queremos contribuir al estudio
de la historia del libro y la imprenta en Nueva España no podemos seguir
olvidando el papel que tuvieron las mujeres. Sabemos que el rezago en los
estudios incluyentes no es privativos de la historia del libro y la imprenta y
que no todos los intentos por corregir las historias parcializadas se han hecho
desde una perspectiva de género; en otras palabras, no basta enumerar a una
serie de personajes femeninos para hacer una historia feminista, en este caso
una historia feminista de la imprenta. Sin embargo, independientemente de lo
militante de las premisas que definen los trabajos de rescate, la visibilización de
las mujeres será siempre un paso ineludible y deseable y ése ha sido uno de los
objetivos de esta presentación.
5 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA
53

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Notas:
a La mayor parte de la información de este texto ha sido publicada con anterioridad en
Marina Garone Gravier, “Herederas de la letra: mujeres y tipografía en la Nueva España”, Casa
de la Primer Imprenta de América, México, UAM-Gobierno de la Ciudad de México, 004. En el
presente texto se integraron nuevas fuentes secundarias que se han producido desde entonces
hasta la fecha para presentar un estado de la cuestión más actualizado.
b El texto apareció en La Historia de la Imprenta en Oaxaca, 1999. Hubo otra edición en
004 que apareció bajo el título ¨Francisca Flores y la Imprenta en Oaxaca / 1685- 17 0¨, más
tarde el texto fue enriquecido y ampliado y se lo puede consultar en Adabi, en Artículos de
investigación de las sección bibliotecas y libro antiguo, www.adabi.org.mx
c “El Colegio San Ignacio de Loyola, Vizcaínas y la Imprenta femenina”, en la página
electrónica de Apoyo de Archivos y Bibliotecas de México, A.C. (ADABI, www.adabi.org.mx), en
la sección de artículos de investigación de las sección “Bibliotecas y libro antiguo”.
d Cabe aclarar que aquí se unieron dos formas de la construcción de las genealogías la
que se refiera a los lazos estrictamente familiares y la que establece vínculos entre talleres por la
compra o transferencia de materiales.
e Libros de México, núm. 74, agosto-septiembre de 004, México.
f Revista DX, núm. 1, agosto-septiembre de 004, México.
g Montiel Ontiveros, Ana Cecilia y Luz del Carmen Beltrán Cabrera “Paula de Benavides:
impresora del siglo XVII. El inicio de un linaje”, en Contribuciones desde Coatepec, enero-junio
006, núm. 10, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca..
h El artículo planteaba además una serie de problemas de la bibliografía existente hasta
ese momento, como por ejemplo vincular el contexto sociocultural y político que podría haber
favorecido el desempeño laboral de ciertas impresoras o comprender cuál pudo haber sido el
espacio específico de las mujeres dentro de la organización de las imprentas, sin embargo en ese
trabajo no se respondieron esos puntos.
i Silvia Fernández, “El valor histórico del del testamento del Bachiller Josef Fernández de
Jáuregui”, Trabajo final del diplomado de Libro antiguo, 006, inédito. Agradezco a la autora
haberme proporcionado una copia del ejemplar.
j Los asteriscos junto a los nombres corresponden a nombres de los cuáles hemos
localizado información en el AGN de México
k Pérez de Salazar, 19 4, p. 48 .
l Catalina Agudo AGI, Contratación 5 5-A N° , R. 19.
m Pérez de Salazar, p. 494.
n Archivo General de la Nación/ Instituciones Coloniales/ Regio Patronato Indiano./
Matrimonios (069)./ Volumen 19 / Expediente 39, 1633.
o Los nietos de Juan Ruiz fueron: un niño homónimo, Josefa Ruiz, Ana Ruiz de Castañeda,
Juana Ruiz de Castañeda, María Tirado y Micaela Ruiz de Castañeda.
p Archivo General de la Nación/ Instituciones Coloniales/ Regio Patronato Indiano./
Matrimonios (069)./ Volumen 145/ Expediente 1 , 1708.
q Queda por aclararse también el caso de una homónima de Feliciana, con quien creemos
que seguramente existió algún tipo de parentesco. Se trata de la información de la viudez de
Salvador de Quiroz Bailón quien estuvo casado con Feliciana Ruíz, enterrada en San Antton,
Tepito. Pretende casarse en Texcoco en donde es vecino. México. Archivo General de la Nación/
Instituciones Coloniales/ Indiferente Virreinal./ Cajas 4000-4999/ Caja 40 5/ Título: Matrimonios
40 5 – 006, Fecha(s): 1737 Productores: Salvador de Quiroz Bailón, Feliciana Ruíz. Lo curioso
de este caso es que también coincide el apellido Quiroz que como vimos corresponde al de la
segunda mujer de Juan Ruiz.
r Pérez de Salazar, p. 483.
s Pérez de Salazar, 508-9.
56 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA 57

t Fueron casados en 1763. En 1814 él ya era viuda, sin embargo habría que averiguar si
en algún momento aquella lo auxilió en la imprenta, Pérez de Salazar, p. 510.
u Alejandro Valdés Girón murió en 1833 y dejó testamento que no hemos visto, para
aclarar el papel de su mujer.
v Archivo General de la Nación/ Instituciones Coloniales/ Gobierno Virreinal./ General de
Parte. (051)/ Volumen 51/ 1 7/ (1773), Fojas: 133r-133v.
w Medina, La imprenta en Puebla, p. XXXVIII.
x La metodología, la relación completa de las obras localizadas y la descripción de las
fichas de segundo nivel, así como datos biográficos de algunas impresoras presentes en el FA
de la BC, podrán leerse en Marina Garone Gravier, “La presencia de las impresoras en el Fondo
Antiguo de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México”, Ensayo sobre
el libro antiguo, Diplomado El Libro Antiguo, Facultad de Filosofía y Letras, División de
Educación Continua y Dirección General de Bibliotecas-UNAM (en prensa).
Lucrecia Infante Vargas
Instituto Cultural Helénico, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM
DE LECTORAS A EMPRESARIAS DE LA CULTURA.
MUJERES Y MEDIOS IMPRESOS EN MÉXICO DURANTE EL SIGLO XIX
Resumen:
El proceso mediante el cual las mujeres se insertaron en los diversos ámbitos de la
escritura y la cultura impresa, forma parte de una extensa historia que, en el caso
de nuestro país, puede reconstruirse, por lo menos, desde el comienzo de la vida
novohispana. Como resultado de un lento, pero continuo ejercitamiento de la
escritura mediante la redacción epistolar, los diarios personales, la traducción, la
participación en tertulias, y la lectura (individual o en grupos), ciertos sectores de
mujeres –primero de las élites y luego también de las clases medias- pasaron de
lectoras, a redactoras de sus propias ideas, y transitaron de una escritura privada
hacia otra que les permitió expresarse en el terreno de lo público, a través de
diversos medios impresos. Entre ellos las publicaciones periódicas, y de manera
especial aquellas que surgieron a lo largo de los últimos treinta años del siglo
XIX, mismas que además de dirigirse de manera concreta a un publico lector
femenino, también fueron realizadas, dirigidas y distribuidas por mujeres. Sobre
dicho conjunto de revistas tratará esta breve plática.
En la sesión del pasado miércoles, Mónica del Villar (editora de la bella y
prestigiada revista Artes de México), tuvo a bien compartirnos una serie de
estadísticas vinculadas a la vida editorial y el perfil de lectura en nuestro pais
durante 007. De acuerdo con dichos cálculos, las revistas femeninas, entiéndase
las dirigidas en especial a un público lector de mujeres, ocupan el segundo lugar
de la producción nacional en este género editorial.
Quizá esta realidad no genera hoy en día asombro y mucho menos una reflexión
seria, como no sea la discusión que, por fortuna, sigue dándose en relación a
los estereotipos de belleza o de salud que la mayoría de estas revistas ofrece
a sus lectoras. No obstante, tanto esa discusión como la existencia misma de
esta avasalladora oferta de revistas para mujeres son resultado de una historia
todavía muy poco atendida en nuestro país: la de la actividad de las mujeres en
el ejercicio de la escritura y la cultura impresa a lo largo del siglo XIX.
58 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA 59

En este breve trabajo se expone brevemente uno solo de los momentos de este
largo proceso, el de los años comprendidos entre 1870 y 1970, periodo durante
el cual se generan los primeros proyectos editoriales creados por mujeres que
asimismo se dirigen a un público femenino .
Antes de revisar brevemente algunas de estas revistas, es preciso recordar que
hacia la década de los años setenta, la presencia de la escritura femenina está
mas que constatada en la vasta producción de poesía, traducción, cuento,
crónica social y teatral que las mujeres publican en los medios impresos desde la
segunda mitad del siglo.
No debe olvidarse tampoco que los cambios generados a raíz del ingreso formal
de las mujeres al magisterio, (proceso inaugurado de manera oficial en 1869
con la apertura de la Escuela Secundaria para Señoritas –transformada hacia
1890 en Escuela Normal de Profesoras), propician asimismo las condiciones para
el surgimiento de las primeras revistas femeninas realizadas y dirigidas ya por
mujeres, que entre el periodo por mi estudiado suman un total de 15, y de
las cuales solo esbozaré 9 de las más representativas (y sobre las que sabemos
un poco más); tanto por su trascendencia en el terreno concreto del mundo
editorial decimonónico que aquí nos interesa: la participación de las mujeres,
como por su importancia como testimonios históricos del otro proceso que, en
mi opinión, corre paralelo al antes dicho: el del papel de la expresión escrita
en la conformación de una subjetividad propia, y una identidad colectiva de
lo femenino, desde una perspectiva sí femenina, entiéndase que emerge de la
vivencia de las mujeres.
Para una revisión detallada de las etapas anteriores mencionadas en la presentación, puede
consultarse: Lucrecia Infante Vargas, “Del diario personal al Diario de México. Escritura femenina
y medios impresos durante la primera mitad del siglo XIX en México”, en Sara Beatriz Guardia
(compilación y edición), La Escritura de la Historia de las mujeres en América Latina. El retorno
de las Diosas, CEHMAL, Perú, 005; “De lectoras y redactoras. Las publicaciones femeninas
en México durante el siglo XIX”, en Belem Clark de Lara y Elisa Speckman Guerra (editoras),
La República de las letras. Asomos a la Cultura Escrita del México decimonónico (volumen II),
México, UNAM-IIF-IIH, 005; “De la escritura personal, a la redacción de las primeras revistas
femeninas. Mujeres y cultura escrita en México durante el siglo XIX.”, en Relaciones, Revista del
Colegio de Michoacán, 008.
Pasemos ahora a nuestras publicaciones. En términos generales, la escasa
investigación que sobre todas ellas se ha producido plantea sin embargo una
serie de problemáticas a resolver que se vinculan directamente con el proceso
técnico formal de su elaboración. Me refiero a que, por ejemplo, no se sabe
con precisión quién propone y elabora los diseños de portada, quien decide los
eventuales cambios de su formato. Aun cuando por lo que sí se sabe sobre la
dinámica editorial sugiere que son las propias redactoras en jefe quienes toman
dichas decisiones, este sigue una de las áreas sobre las que se requiere todavía
mucha investigación. Asimismo con relación al vínculo con las imprentas en
cuyas prensas ven la luz estas publicaciones, aunque, de nuevo, datos aleatorios
sugieren la frecuente existencia de lazos familiares.
Publicaciones representativas:
1. 1870-1872 La Siempreviva. Órgano oficial de la sociedad de su nombre.
Bellas Artes, ilustración, recreo, caridad. Redactada exclusivamente
por Señoras y señoritas., Mérida-Yucatán. Dirigida y redactada por: Rita
Cetina Gutiérrez, Gertrudis Tenorio Zavala, Cristina Farfán. Surge como parte
de un amplio y ambicioso proyecto educativo y artístico dirigido a las mujeres
meridanas. Sus fundadoras son parte también de la primera generación de
poetas mexicanas reconocida como tal, y al menos dos de ellas generarán más
tarde otros proyectos editoriales.
2. 1873-1874 Las Hijas del Anáhuac. Ensayo literario, Ciudad de México.
Imprenta del Taller de Artes y Oficios para mujeres. Dirigida por Concepción García
y Ontiveros, y un amplio equipo de redactoras que escriben con seudónimo.
Es el único caso en el que no existe duda sobre el vínculo directo entre las editoras-
redactoras y las encargadas de la elaboración tipográfica, y la impresión de la revista
3. 1883-1890 El Álbum de la mujer, Ciudad de México. Dirigida por la española
residente en México Concepción Gimeno de Flaquer. Uno de los proyectos con
mayor éxito, establece un modelo editorial con secciones permanentes dedicadas,
por ejemplo, a la Biografía de Mujeres, y la Crónica social. Es una de las revistas
que nos permite rastrear con gran detalle la influencia de autoras españolas en
las noveles autoras mexicanas –tanto de poesía como ensayo-.
60 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA 61

4. 1883-1893 El Correo de las señoras. Semanario escrito expresamente
para el bello sexo; Ciudad de México. En 1886, aparece como directora y
administradora la Sra. Mariana J. Viuda de Rico. Otro interesante caso de larga
permanencia en el mercado editorial, aun cuando no se cuenta todavía con
una investigación que dirimir si la viuda del fundador original, quien asumió la
responsabilidad legal de esta publicación durante la mayor parte de su existencia,
participó directamente en la dirección y administración.
5. 1886-1890 La República Literaria, Guadalajara, Jalisco.
Dirigida por Esther Tapia de Castellanos, José López Portillo y Rojas, y Manuel
Álvarez del Castillo. Un interesante ejemplo de proyectos donde las mujeres
ocupan un importante papel en la toma de decisiones editoriales, pero no
sabemos si lo hacen también en otros terrenos. Sin embargo, el caso de esta
escritora, y el de la directora de la siguiente revista, dan pistas para suponer
que ellas dedicaban gran parte de su tiempo a sus publicaciones, entre otras,
la referencia constante de que los ingresos reportados por esta actividad, les
permiten mantener a sus hijos, y enfrentar así su condición de viudas.
6. 1887 La Palmera del Valle. Periódico quincenal, religioso, científico y
literario, Guadalajara, Jalisco. Dirigida por Refugio Barragán de Toscano
7. 1887-1889 Violetas del Anáhuac, Ciudad de México (inicialmente Hijas
del Anáhuac -del 1º. Diciembre de 1887 al 22 de enero de 1888. Dirigida
sucesivamente por Laureana Wright de Kleinhans, y Mateana Murguía de
Aveleyra. Ha sido una de las privilegiadas por la investigación, quizá porque
rastrear a la primera de sus directoras ha sido relativamente más sencillo gracias
a la amplia obra escrita por esta mujer –la mayoría como ensayos publicados
en esta y otras revistas de la época, pero que llegaron a convertirse en libros
(Mujeres Notables mexicanas, Educación errónea de la mujer y medios
para corregirla). Por otra parte, las ideas difundidas por esta revista sobre el
derecho de las mujeres a educarse profesionalmente, es decir a ingresar en las
entonces llamadas “profesiones liberales” (medicina, leyes-odontología), entre
otras, son también representavias de la discusión que al respecto atendieron
otras muchas publicaciones de la época, y no sólo de mujeres.
8. 1896 El Periódico de las Señoras. Semanario escrito por señoras
y señoritas expresamente para el sexo femenino. Ciudad de México.
Dirigida sucesivamente por Guadalupe F. Viuda de Gómez Vergara, e Isabel M.
viuda de Gamboa. Administradora Virginia F. de Olvera. Imprenta de León y
Compañía.Esta es de las que nos muestra con toda claridad algunos aspectos de
la dinámica empresarial que iba de la mano con la elaboración de una revista,
no solo con respecto a la parte de los contenidos, sino de la producción material
y distribución del impreso. Esta revista nacio de la mano con una agencia de
mensajería personalizada, la Agencia de Encargos para Señoras, cuya red de
distribución abarcaba prácticamente todo el territorio nacional.
9. 1904-1907 La mujer mexicana. Revista mensual consagrada a la
evolución y perfeccionamiento de la mujer mexicana. Dirigida, redactada
y sostenida sólo por Señoras y Señoritas, Ciudad de México. Dirigida
sucesivamente por Dolores Correa Zapata, Victoria Sandoval de Zarco, Laura
Méndez de Cuenca, y Luz Fernández viuda de Herrera.A semejanza de la primera
revista comentada, esta publicación va también de la mano con un proyecto
educativo y cultural más ambicioso, el de la llamada Sociedad Protectora de la
Mujer, considerada por sus fundadoras como la “primera asociación feminista
en México”, y en la cual se dan cita muchas de las escritoras que ya consolidadas
o todavía muy jóvenes emprenden la escritura como una actividad formal.
Consideraciones finales
El breve esbozo aquí presentado sobre este conjunto de publicaciones periódicas
es solo un fragmento, o quizá sea más preciso decir un eslabón, de un largo y
lento proceso a través del cual las mujeres se apropiaron de la palabra escrita
para dejar registro de su vida, sus emociones e ideas. Es también sólo uno de los
muchos escenarios que se vinculan con la historia de las mujeres como productoras
de cultura impresa. Una historia que, ya desde la crítica literaria, la historia de las
mujeres y de género, la historia de la lectura, de la cultura impresa, así como de
la interacción de todas estas perspectivas de análisis, ofrece una riqueza todavía
insospechada para el abordaje de procesos vinculados con la historia intelectual,
cultural, social, de la tipografía por supuesto, e incluso de una historia política,
pero con acentos en los que no estamos tan acostumbramos en reparar.
6 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA 63

Por ejemplo, muchos de los más recientes trabajos relacionados con la prensa
femenina decimonónica han mostrado cómo en la medida que profundizamos
en la biografía de las y los protagonistas de esta memoria histórica, y en la
historia de cada uno de los proyectos editoriales que dirigieron su atención
a un público femenino, se encuentran nuevos elementos de análisis para
comprender mejor, e incluso reinterpretar, el papel que las mujeres jugaron
en el afianzamiento y transmisión de mecanismos culturales cruciales para la
configuraron de las identidades políticas surgidas al calor de la modernidad y el
progreso decimonónicos, como por ejemplo la de la ciudadanía.
En otra perspectiva, a primera vista diferente pero del todo relacionada con
dicho proceso; y tal como atinadamente refirió Amparo Espinosa en la sesión
pasada al compartirnos la experiencia de las historias de vida publicadas por
DEMAC; la escritura juega también un papel crucial en el complejo proceso de
conformación de la subjetividad individual, e incluso todavía más en la recreación
o transformación de la identidad –propia o colectiva- cuando, al cruzar el umbral
de lo privado, la palabra, la idea, se insertan en el espacio de lo público y se
imprimen en la página de un libro, de un periódico, una revista, un volante, un
cartel, etc.
Así pues, creo que gracias al legado cultural heredado por los proyectos editoriales
antes referidos, muchas de las aquí presentes tenemos hoy en día un sin fin de
posibilidades de lenguajes (escritos, visuales, gráficos) para expresar nuestras
emociones e ideas.
Gracias a todas aquéllas que antes de nosotras se empeñaron en tomar una
pluma y desafiar la difícil tarea de enfrentarse a una página en blanco (hoy en día
por supuesto esta imagen es una metáfora que podemos identificar con muchos
otros símbolos: entre ellos la brillante pantalla de una computadora), muchas de
nosotras podemos decir que, aun cuando no necesariamente nos dediquemos
a escribir cuentos, novelas o poesía, también somos mujeres de palabras, de
pluma y tinta, de color, de dibujos, de ideas, que somos, en resumen, Mujeres
de letras.
Lydia Elizalde
Facultad de de Artes
Universidad Autónoma del Estado de Morelos
MUJERES EN EL DISEÑO DE REVISTAS CULTURALES, 1970 - 2008
Presencia, profesionalización, permanencia y reconocimiento califican
el trabajo de las mujeres en el diseño de publicaciones periódicas
contemporáneas mexicanas que se han desarrollo de 1970 hasta los
primeros años del presente siglo.
Desde finales de los años cuarenta, periodistas, artistas visuales y promotores
de la cultura dieron impulso a la creación de suplementos y revistas culturales
desde los principales diarios nacionales y en instituciones públicas. a A través
de la forma impresa -diagramación, tipografía e imaginería- se crearon revistas
originales con cualidades estéticas. b
Se suma a esto la influencia de las experiencias europeas en la enseñanza del
diseño gráfico para la formación de profesionales; y es a partir de los años
sesenta cuando se inició esta especialidad en varias instituciones de educación
superior en México. En 196 se fundó en la Escuela de Diseño y Artesanías del
Instituto Nacional de Bellas Artes una carrera técnica artesanal de tres años con
un enfoque a la publicidad y al diseño gráfico. Sin embargo, la Universidad
Iberoamericana fue la primera en establecer la licenciatura en Diseño Gráfico a
finales de los años sesenta. En 1971, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de
la Universidad Nacional Autónoma de México, entró en vigor el plan de estudios
para la Licenciatura en Artes Visuales, en donde, además de las disciplinas propias
de las artes como pintura, escultura y grabado, se incorporaron nuevas materias
como educación visual, diseño básico, diseño gráfico, arte cinético, fotografía.
En 1973 se introdujo, en la ENAP, la licenciatura de Diseño Gráfico respondiendo
a la demanda y a la importancia que empezaba a tener este oficio en el desarrollo
cultural, social y económico del país. Posteriormente, a finales de los setenta
y durante los ochenta, otras universidades públicas y privadas instauraron la
licenciatura en diseño gráfico: la Universidad InterContinental, Universidad La
Salle, Universidad Anáhuac, Universidad Autónoma Metropolitana y Universidad
64 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA 65

de las Américas en Puebla, entre las principales. Algunas otras incluyeron, dentro
de la licenciatura en comunicación, el diseño gráfico como una especialidad, tal
es el caso del Tecnológico de Monterrey.
La carrera de diseño gráfico es actualmente una de las carreras con mayor
porcentaje de mujeres en formación y sobresale por el número de profesionistas
ocupadas en el país. c Cuatro décadas de formar profesionales en el diseño de
la imagen visual en México ha dado como resultado profesionalismo en las
diferentes funciones del diseño editorial: dirección de una publicación, edición,
dirección de arte o coordinación de arte, diseño gráfico y formación, fotografía
e ilustración.
Forma visual
Diseñar una revista es comunicar y expresar un contenido con signos visuales
que actúan como catalizadores de comprensión en la dinámica que se da entre
el autor, de textos o imágenes, con el editor-diseñador. La forma visual es una
escritura universal que está sujeta al proceso de producción y al significado que
le confiere el emisor desde su inicio y el receptor final de acuerdo con patrones
culturales y circunstancias históricas. Los nombres de diseñadoras independientes
y de grupos de diseñadores, de ambos sexos, empiezan a distinguirse por su
práctica en este amplio campo de trabajo. En esta sesión, destaco el trabajo
profesional de las siguientes diseñadoras de reconocidas revistas culturales:
– María Shelley una de las pioneras en la gráfica editorial, diseñó para la
revista independiente FEM, 1970, realizada desde su dirección y edición
por mujeres.
– Azul Morris se incorpora al equipo de diseñadores de la revista
independiente Artes de México, de 1988 a 1990 y Mónica Puigferrat
estuvo a cargo de varios números monográficos de este libro-revista
durante la década de 1990. d
– Natalia Rojas, hace la propuesta gráfica en Tierra Adentro, en la nueva
época de su publicación a partir de 1989. La imagen presentada por
Natalia es una de las más versátiles por el uso de diferentes lenguajes
visuales que enriquecen las portadas y las diferentes secciones de las
páginas interiores.
– Mónica Gilardi, Karen Kelley y Celine Zagury se destacan en el
desarrollo creativo de la revista independiente Origina, 1993, con
recursos visuales intertextuales manipulados digitalmente y propuestas
tipográficas.
– Brenda Solis en el diseño gráfico en Luvina, Universidad de Guadalajara,
1996, presenta una revista sobria y funcional.
– Lorena Noyola se hace cargo del diseño gráfico en la revista Alquimia
de 1999 a 006. Con un minucioso tratamiento visual, preserva las
características icónicas de materiales historiográficos; además presenta
una cuidada solución tipográfica a la investigación documental.
– Mayte Amescua, directora de arte, en la revista independiente Letras
Libres 1999, sigue el modelo de revistas norteamericanas de información
especializada con la utilización en sus portadas de diferentes géneros
expresivos: fotografía, ilustración, caricatura, fotomontaje y hace una
propuesta original con ciertos elementos de identidad nacional.
– Carolina Valdez siguiendo el concepto gráfico original de la revista
Inventio realiza la formación gráfica de la publicación semestral de la
UAEM, 006.
– Daniela Rocha, se hace cargo del diseño gráfico en la Revista de la
Universidad de México, UNAM, desde 003, durante la dirección de
Ignacio Solares. Es la primera ocasión, en la historia de la más importante
revista de difusión de la cultura en México, que una mujer realiza su diseño.
66 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA 67

En el Catálogo de revistas de arte y cultura, editado por Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes en 006, e la lista de directoras, editoras y diseñadoras
es más de una veintena; también es sobresaliente la profesionalización de la
mujer contemporánea en la edición de libros, ya sea como editora, coordinadora
y diseñadora. Entre las cualidades de la mujer para desarrollar el trabajo de
edición destacan, además de una formación profesional, el detallismo y el
seguimiento de tareas simultáneas, lo que permite que su presencia en ediciones
sea altamente requerida y valorada.
Estilos
El discurso visual en las revistas presentadas es resultado del manejo profesional
de las variables gráficas, y así, la construcción de portadas y páginas interiores
se ha convertido en una muestra de las tendencias formales del desarrollo del
diseño gráfico en el país.
Por otro lado, la manipulación creativa de la tipografía y de las imágenes ha
permitido asegurar la amplia recepción de mensajes, desde su hechura formal
hasta su contenido textual. En estas transformaciones intencionales cada
diseñadora ha construido su idiolecto, su estilo personal de representar y
amalgamar diferentes signos gráficos. En el diseño gráfico en revistas, que se
ha producido en los últimos 38 años en México y que brevemente presento en
este breve ensayo, hay elementos visuales, tratamientos expresivos que permiten
reconocer formas culturales, icónicas y temáticas, que confluyen y enriquecen la
identidad nacional.
68 IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA IMPRESORAS, EDITORAS Y DISENADORAS EN LA HISTORIA 69
Notas:
a Fernando Benítez, promotor de la difusión de la cultura en publicaciones periódicas,
fue director del diario El Nacional y formó la Revista Mexicana de Cultura (1947-1948) y los
suplementos culturales de diferentes periódicos de circulación nacional: Novedades, México en
la Cultura (1949-1961), en Siempre!, La Cultura en México (196 -1971), en el unomásuno,
Sábado (1977-1986) y en La Jornada, La Jornada Semanal (1987-1988). De estos tres
últimos suplementos, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco fueron colaboradores eficaces y
determinantes en su contenido y hechura.
b Vicente Rojo habla de la importancia de las cualidades estéticas en las publicaciones
periódicas. En Vicente Rojo, cuarenta años de diseño gráfico. Suplementos culturales. Trama
Visual, Era. México, 1990. p. 34.
c Al cuarto trimestre de 007, el porcentaje de mujeres profesionistas ocupadas con
respecto al total de profesionistas ocupados en el país es de 40%. Las áreas profesionales en
donde las mujeres representan a más de la mitad del total de profesionistas ocupados son
Humanidades, Educación, Artes y Ciencias de la Salud […] El Diseño Gráfico, se clasifica en
el grupo las carreras de nivel licenciatura que preparan profesionistas con conocimientos para
transmitir imágenes visuales, mediante la configuración, estructuración, sistematización y
realización de mensajes significativos a través de: formatos tipográficos, publicaciones, carteles,
folletos, tarjetas, catálogos, cubiertas, camisas, etc., que son divulgados a través de los distintos
medios de información; por esta razón se vinculan estrechamente con la comunicación, publicidad
y mercadotecnia. Características de los profesionistas ocupados dedicados a la práctica gráfica:
70 de cada 100 son asalariados, 49 de cada 100 son mujeres, 53 de cada 100 trabajan en la
zona Centro, 44 de cada 100 laboran en servicios profesionales, financieros y corporativos, 54
de cada 100 se ocupan como pintores, escultores, dibujantes, diseñadores y similares. http://
www.empleo.gob.mx/wb/BANEM/BANE_tendencias_de_empleo_de_las_carreras_profesi, en
Portal del empleo STPS, consulta marzo 3, 008.
d Diseñadora entre otros números de la Revista-libro. Número 7, El tequila, arte
tradicional de México. Noviembre-Diciembre de 1994.
e Catálogo de revistas de arte y cultura. Fondo Editorial Tierra Adentro, Conaculta,
México, 006.

Más que viudas y huérfanas:
las mujeres en el mundo editorial.
El diseño de imagen del ciclo de conferencias
realizadas en el Centro Cultural España en México,
fue realizado por Alejandra Guerrero Esperón.
Para la composición usó la fuente Tlayuda
de Gabriela Varela y Frutiger
del tipógrafo homónimo.
MMVIII
70 EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES 71

7 EDITORAS CONTEMPORÁNEAS EN BUSCA DE LECTORES