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Nou Restaurant! - Tot Cerdanyola

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18<br />

TROBA APRÈN CUIDA CUIDA’ T PASSA-T’HO BÉ exPRessA’T INFORMA’ T<br />

persona es Juan Gabriel Rodrigo,<br />

un joven trabajador que murió<br />

el 6 de marzo de 1976 durante<br />

la represión policial desatada<br />

en Tarragona contra las protestas<br />

solidarias que denunciaban<br />

la matanza de Vitoria ocurrida<br />

unos días antes. En los últimos<br />

meses hemos estrechado lazos<br />

con su familia y amigos, que hoy<br />

además comparten jornada con<br />

nosotros en los actos que estamos<br />

desarrollando en Vitoria-<br />

Gasteiz. Su memoria también es<br />

parte de nuestra lucha contra el<br />

olvido y la impunidad y su estrella<br />

alumbra la historia del pueblo<br />

trabajador catalán y la solidaridad<br />

internacionalista. Desde<br />

aquí nuestro homenaje. La<br />

segunda también fue asesinada<br />

por las balas del Estado que dirigía<br />

y dirige el mismo heredero<br />

borbónico de Franco desde 1975;<br />

su nombre, Oriol Sugranyes.<br />

Oriol era un revolucionario anarquista<br />

catalán que cumpliendo<br />

con el deber de todo preso político,<br />

escapó en la famosa fuga<br />

de la cárcel de Segovia. Fue capturado<br />

y ametrallado a balazos<br />

por la Guardia Civil en los montes<br />

de Euskal Herria un 6 de abril<br />

de 1976. Vitoria-Gasteiz estaba<br />

de luto aquel 6 de abril, pues un<br />

día antes del asesinato de Oriol<br />

y tras un mes de larga agonía en<br />

el hospital, había muerto Bienvenido<br />

Pereda, el quinto obrero<br />

asesinado de la masacre de Gasteiz.<br />

Las vidas de Oriol y Bienvenido<br />

se fueron casi al mismo tiempo<br />

y por eso su memoria también<br />

resuena en nuestros corazones<br />

junto al resto de compañeros<br />

y militantes caídos antes y después<br />

que él. Y es que en realidad,<br />

la memoria de Oriol también<br />

reconstruye la versión completa<br />

de esas fechas que algunos<br />

se empeñan en llamar “Modélica<br />

y Pacífica Transición”.<br />

Y por ultimo, nuestra ultima<br />

mención para Lluís Llach. Él supo<br />

recoger y expresar como nadie,<br />

en su maravilloso réquiem “Campanades<br />

a Morts”, nuestras<br />

sensaciones de ayer, hoy y por<br />

supuesto, mañana. Con sus palabras<br />

nos despedimos: “ Assassins<br />

de raons, de vides, que mai no tingueu<br />

repòs en cap dels vostres<br />

dies i que en la mort us persegueixin<br />

les nostres memòries”.<br />

Asociación 3 de Marzo<br />

quién debe pilotar la<br />

gestión de la crisis?<br />

En el artículo El ‘nuevo’ Rey de<br />

la lana” puse de relieve la<br />

intemporalidad y la actualidad de<br />

ese gran pensador de finales del s.<br />

XIX y principios del XX, el<br />

regeneracionista Joaquín Costa.<br />

Ahora, que está a punto de<br />

concluir el centenario de su<br />

muerte, lo traigo de nuevo a<br />

colación, ya que en uno de sus<br />

escritos podemos encontrar la<br />

respuesta a la pregunta que<br />

encabeza esta reflexión. A finales<br />

del XIX, España estaba también<br />

inmersa en gravísimos problemas<br />

y J. Costa se preguntó: “¿Quién<br />

debe gobernar después de la<br />

catástrofe?”*; pregunta a la que<br />

respondió en una conferencia que<br />

impartió, en Madrid, en 1900. El<br />

paralelismo entre la situación<br />

actual y la de finales del siglo XIX<br />

es más que evidente. Por eso,<br />

podemos y debemos preguntarnos,<br />

como J. Costa: ¿Quién debe<br />

pilotar la gestión de la salida de la<br />

crisis actual? La respuesta nos la da<br />

este insigne pensador aragonés.<br />

Según J. Costa, en los dos últimos<br />

siglos, ha habido dos fechas<br />

emblemáticas en la historia de<br />

España. Por un lado, 1812-1814:<br />

guerra de la Independencia contra<br />

el invasor francés. Y por el otro,<br />

1898: pérdida de las últimas<br />

colonias ultramarinas del Imperio<br />

Español, donde no se ponía el sol,<br />

que está en el origen, junto con<br />

otras causas, de la llamada<br />

Generación del 98, que reflexionó<br />

sobre la decadencia moral,<br />

política, social, etc. de España. En<br />

ambos casos, según J. Costa, se<br />

suele pensar que todas las clases<br />

sociales tomaron parte en los dos<br />

hechos históricos y arrimaron el<br />

hombro, pero no fue así. En efecto,<br />

sólo el pueblo hizo frente a las<br />

tropas napoleónicas y liberó el<br />

país, ya que las clases dirigentes y<br />

pudientes emigraron al extranjero<br />

(Francia, Gibraltar, Islas Baleares y<br />

norte de África), donde “permanecieron<br />

tranquilamente, a<br />

cubierto de la guerra y de sus<br />

estragos” (p. 222-223), mientras<br />

duró la contienda. Por otro lado, la<br />

decadencia y el descalabro de<br />

España en 1898 fueron propiciados<br />

por las clases directoras, “sin<br />

que en ello alcance la menor culpa<br />

el pueblo, el cual ha cumplido<br />

hasta con exceso sus deberes<br />

cívicos y sociales, dando dócilmente<br />

toda la sangre y todo el oro que<br />

aquellas han querido pedirle” (p.<br />

225).<br />

Y esto no fue todo. Además, para<br />

más inri, al finalizar la Guerra<br />

de la Independencia, se “encarceló<br />

o asesinó a los que habían<br />

sido sus salvadores, mientras se<br />

ponía el cetro en manos de los<br />

infames que la habían hecho traición,<br />

entregando sus ciudades y<br />

fortalezas al enemigo” (p. 226).<br />

Y después de la catástrofe de<br />

1898, sucedió lo mismo: se “castiga<br />

con nuevos tributos al pueblo<br />

que lo ha dado todo para salvar<br />

el nombre y la existencia de<br />

la Nación, […] mientras se confía<br />

la administración de sus ruinas a<br />

los mismos que las han causado<br />

y […] que, con su máxima ‘gobernar<br />

es gozar’ […], han entregado<br />

a los yankees sus archipiélagos y<br />

sus islas, a los tiburones su juventud<br />

y a los judíos los últimos res-

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