37 - Parroquia de San Andrés Apostol

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L’Alcúdia Cristiana. Desembre 2011
y Dios se hizo hombre
La Anunciación del Beato Angélico (Museo del Prado)
La Diócesis de Valencia, en su segundo año
del Itinerario Diocesano de Renovación, ha escogido
esta imagen para ilustrar el lema del curso “El Verbo
se hizo carne y habitó entre nosotros”, siendo la
portada de los libros y el motivo de los carteles. La
acertada elección se basa en que en una misma tabla
pictórica se aúnan los dos episodios clave en la
Historia de la Salvación y que son motivo de
reflexión en los grupos: el pecado original y la
Encarnación del Hijo de Dios.
Autor y ubicación de la obra
Guido di Pietro da Mugello era un fraile
dominico del convento de Santo Domingo de Fiesole,
cerca de Florencia. En sus obras se ven rasgos de la
pintura gótica internacional unidos a los propios del
inicio del renacimiento italiano. La profunda
espiritualidad de sus pinturas le hizo merecedor de un
sobrenombre con el que es conocido: “Fray Angélico”,
pues se decía que pintaba como los ángeles. En 1982
fue beatificado por Juan Pablo II; desde entonces es,
para la Iglesia, el Beato Angélico, aunque la Historia
del Arte lo siga llamando Fra Angelico.
La Anunciación es la tabla central de un
retablo que pintó entre 1425 y 1428 para la iglesia
de su convento en Fiesole. Esta Anunciación fue
vendida en 1611 para poder pagar los gastos de un
nuevo campanario, siendo adquirida por Mario
Farnesio para el valido de Felipe III, el duque de
Lerma, quien la donó al convento de los dominicos
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”
de Valladolid; de allí pasó a las Descalzas Reales de
Madrid. El 16 de junio de 1862, Federico de
Madrazo, director del Museo del Prado, convenció
a Don Francisco de Asís, consorte de la reina Isabel
II, de la conveniencia del traslado de esta obra
maestra perteneciente a las colecciones reales; pronto
se convirtió en una de las piezas destacadas del
entonces joven museo.
El tema
La Anunciación es uno de los temas más
destacados en el arte cristiano. Representa el instante
en que el arcángel san Gabriel, enviado por Dios,
le muestra a María que es la elegida para ser la
Madre de su Hijo, por obra del Espíritu Santo. De
su respuesta libre dependerá la salvación de la
humanidad. El sí de María da paso a la Encarnación
del Verbo: “la Palabra se hizo carne”.
El Beato Angélico plasma en imágenes el
episodio del evangelio de Lucas:
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una
ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un hombre llamado José, de la casa de
David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alégrate,
llena de gracia, el Señor está contigo”.
Ella se turbó grandemente ante estas palabras
y se preguntaba qué saludo era aquel.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has
encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre
y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Será grande, se llamará hijo del Altísimo, el Señor Dios
le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa
de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no
conozco varón?”.
El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá
sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra;
por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de
Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo
en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril,
porque para Dios nada hay imposible”.
María contestó: “He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra”.
Y el ángel se retiró.