la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

sustentarse de algún modo. No podemos
determinar a qué se destinaría la evaluación de
tales cuantías.
Tampoco se deben considerar necesariamente
excluyentes. Probablemente, en principio, se
podrían destinar a la construcción y, tras la
edificación, luego pudiesen quedar como
dotación del centro religioso allí establecido.
Sea como fuere, lo cierto es que el proyecto no
pasó de tal y en la ermita de la Virgen no se
estableció monasterio alguno. ¿Se aprovechó la
ocasión para hacer alguna reparación del
edificio? Es posible, aunque no se tenga
constancia de ello. En cualquier caso no estarían
orientadas a las mencionadas infraestructuras
monásticas, pues no ha quedado en la
edificación resto alguno que permita sostener, al
menos como sospecha, algo similar.
El proyecto, como reza el título del epígrafe,
quedó frustrado, pero gracias a su planteamiento
podemos llegar a conocer las otras cuestiones
que se tratan a continuación.
2. Unos bienes ciertos.
Como ya dije en la intervención a la que he
hecho mención al inicio de estas páginas, la
cofradía de la Virgen de la Sierra podía contar
con determinados ingresos para hacer frente a
las necesidades de los gastos para el culto y para
los días de fiesta que celebraban. Hoy podemos
saber con mayor precisión tales cuestiones,
gracias al documento que estoy comentando.
Gracias al mismo sabemos que el patrimonio de
la ermita, de cuya gestión se ocuparía la
cofradía establecida en Villarrubia, que contaba
para tales menesteres con un mayordomo, como
dije en la ocasión anterior, disponía de los
siguientes bienes raíces:
- “Tiene unas casas, que baldrán duçientos
ducados, en que vive Bernaldino”
- “Tiene en Xetar dos aças que rentan seis
ducados”
- “Más una huerta en la misma ermita, que
benefiada (sic) sería de mucho interés”
Las casas mencionadas, en las que vivía y tenía
arrendadas en esos momentos el tal Bernardino,
se hallarían en nuestra localidad, aunque su
ubicación no se conoce y es imposible
establecerla por el momento. Su valor era de
una cierta consideración, pues esos 200 ducados
suponían una cuantía de unos 150.000
maravedíes, cifra de cierta entidad.
Por lo que atañe a las dos hazas de tierra
existentes en Jétar, cuya superficie
lamentablemente no da el texto, suponían una
renta de 6 ducados, o lo que es lo mismo, unos
4.500 mrs. anuales.
No parece que en el proyecto se contemplase el
desprenderse de tales bienes, puesto que se
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010
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habla de rentas. Es más claro en el caso de las
hazas de Jétar, menos en el caso de las casas.
Pero en este último, el texto registra una
cantidad, puesta en el margen izquierdo de la
anotación, que corresponde a 2.200.
Probablemente se trate de maravedíes y sea la
cantidad correspondiente al arriendo anual de
dichas casas por el mencionado Bernardino. De
ser así, no resultaría una renta muy alta, pues no
alcanzaría el 1,5%.
La huerta existente en la ermita no parece que
en esos momentos se hallase explotada. Por eso
el texto no registra renta alguna y dice que, tal
vez, se podría acondicionar para tal fin con
algún provecho. Posiblemente se ubicase en lo
que antaño se conocía como alameda existente
en el barranco contiguo a la ermita, en la caída
del parador, por donde discurría un pequeño
hilo de agua procedente de la fuente del
“nacimiento”. No me cabe la menor duda de que
los más viejos tendrán memoria de ello. Yo lo
recuerdo perfectamente.
Lamentablemente no anotaron su posible
superficie, aunque no debería ser elevada,
puesto que se trataba de una huerta y con
recursos hídricos algo limitados. Por otro lado,
su no explotación en el momento del registro
del documento tal vez se debiese a la ausencia
del ermitaño mencionado con anterioridad y se
hallaría aneja al puesto; bien de éste o de un
santero, cuya presencia se cita en otras
ocasiones.
Además de las referidas rentas,
correspondientes a los mencionados bienes
raíces, se podía contar con otra serie de
cuantías, que el texto registra bajo la
denominación de “limosnas” y que son de
diversa entidad. El texto comentado registra las
siguientes:
- “La limosna ordinaria de los pueblos
conveçinos se puede estimar en çien ducados”
- “La limosna que da el conçejo de la
predicaçión cada año, que son doçe mill mrs.”
- “La limosna de la tela, que baldrá otros doçe
mill mrs.”
- “Toda la limosna que llegan los monesterios
çircunbeçinos, ques el pan del agosto, que
montará çinquenta fanegas de todo pan”
- De la misma procedencia: “el vino, que serán
çien arrobas”
- Igualmente: “la çera, lana, ajos, toçino y
huebos, ques la demanda ordinaria”
Como se ve, la ermita tenía toda una serie de
ingresos procedentes de las localidades del
entorno, sobre las que tendría ciertos derechos.
El texto las denomina limosnas y las pagarían,
probablemente, aquellos núcleos en los que
existía una cofradía de la Virgen de la Sierra, en
su mayor parte del territorio sanjuanista, pero
también algunas del calatravo.