la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

HISTORIA
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010
UN PROYECTO FRUSTRADO Y
UNOS BIENES CIERTOS EN VILLARRUBIA
Cuando a mediados de agosto del pasado año
hice una exposición pública comentada sobre
las Ordenanzas de la Cofradía de la Virgen de la
Sierra, manifesté que la cuestión del patronato
de la referida advocación en la villa era un
asunto todavía no cristalizado en las primeras
décadas del siglo XVII, fecha de dichas
Ordenanzas, y, por otro lado, que la economía
de la cofradía existente en nuestra localidad bajo
dicha advocación se sustentaba sobre la
propiedad de ciertos bienes y pagos que recibía
la mencionada institución.
Conocedor hoy de otras fuentes, que en ese
momento no pude utilizar, quisiera ofrecer unos
breves datos sobre unas cuestiones que tienen
que ver con lo antes mencionado. A las mismas
hago alusión en el título de esta breve
aportación a la historia de nuestra localidad,
completando de este modo lo dicho en la
ocasión precedente.
Curiosamente, el documento objeto ahora de
comentario se encuentra en un fondo
archivístico un tanto extraño, pues no se
corresponde con el referente al título del ducado
de Híjar, lo que sería más lógico, dado el
señorío sobre nuestra población, sino dentro de
los legajos de otro título nobiliario, el de Osuna,
a cuyo fondo desconozco cómo ha podido
llegar. En cualquier caso, poco importa esto
para la historia que ahora nos ocupa.
1. Un proyecto frustrado.
Personalmente no sé mucho más del asunto de
lo que aquí expongo. Tampoco las fuentes que
conozco resultan más explícitas. He datado el
documento que ha llegado a mis manos en 1624,
aunque no es algo sólido y, por tanto, debe
quedar como fecha orientativa. Lo aquí narrado
debió suceder en torno a dicha fecha, unos años
antes o después.
El hecho es que a finales del primer cuarto del
siglo XVII, posiblemente unos años antes de la
fecha antes registrada, parece que se había
suscitado entre los círculos de poder de la
localidad, sin duda los próximos al duque de
Híjar, la posibilidad de establecer un monasterio
en la ermita de la Virgen de la Sierra. En el
referido proyecto participarían, probablemente,
por ciertos indicadores que da la fuente, las
autoridades locales de Villarrubia y, más
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Luis Rafael Villegas Díaz
todavía, las religiosas, de las que dependerían
algunas de las cuantías que se recogen en el
texto. Además de ellas, posiblemente en el
proyecto participaba también la cofradía de la
Virgen, de modo institucional, a tenor de esas
menciones.
El hecho parece que era una novedad que
cambiaba la situación que se había mantenido
en la mencionada ermita hasta esos momentos.
Por lo que dice el documento, en ella parece que
había habido en tiempos precedentes un
ermitaño a cargo de la misma. Este, al parecer,
se encargaba de recibir una serie de limosnas
que ofrecían los fieles que se desplazaban al
santuario por devoción a la Virgen. La cuantía
recaudada no se quedaba con ella y tampoco
consta que la entregase a la cofradía existente en
Villarrubia, sino que la daba a un encargado,
posiblemente, del señor de la localidad, quien
parece que la destinaba a las necesidades de la
ermita.
En las fechas referidas, da la impresión de que
el mencionado ermitaño había abandonado el
puesto o había fallecido, dando la sensación de
que el mismo no había sido ocupado por otra
persona, pues si así hubiera sido lo hubiera
registrado sin duda el documento.
La referida circunstancia es la que, tal vez, hizo
que se plantease el proyecto mencionado de
establecer en el complejo de la ermita el
susodicho monasterio. El texto no registra cuál
pudiera ser la orden religiosa que estuviese
interesada en instalarse allí, si es que la había.
Lo que sí aparece con mayor nitidez es que el
proyecto se hallaba ya claramente asumido y se
estaba trabajando en él, pues el título de
encabezamiento reza así: “Raçón de lo que tiene
la ermita de Nuestra Señora de la Sierra y lo
que se le puede adiudicar para el monesterio
que se le a de haçer”. La decisión, pues, parece
que estaba tomada, aunque todavía quedasen
múltiples cuestiones por resolver.
Una, no pequeña, era la económica, que tendría
una doble vertiente, difícil de definir a tenor del
texto conocido. La cuantía recogida en el
referido registro podía asignarse, bien a
satisfacer las necesidades materiales de la
construcción del edificio del mencionado
monasterio que se pretendía edificar; o bien, por
otro lado, a evaluar la dotación de dicho centro,
puesto que los religiosos allí establecidos debían