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la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

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derrotando a Ing<strong>la</strong>terra y castigando <strong>la</strong> osadía de<br />

su reina. Dicho en <strong>la</strong>s propias pa<strong>la</strong>bras de un<br />

consejero de Felipe II, se trataba de meter el<br />

fuego en casa de <strong>la</strong> reina de Ing<strong>la</strong>terra para que,<br />

ocupada en apagarlo, no le quedaran ganas de<br />

enredar en lo ajeno.<br />

Mientras se prepara <strong>la</strong> Empresa de Ing<strong>la</strong>terra, <strong>la</strong><br />

guerra secreta entre ambas naciones va<br />

intensificándose. Los espías al servicio de<br />

Felipe II recorren los puertos ingleses, acechan<br />

los preparativos y <strong>la</strong>s defensas de Ing<strong>la</strong>terra,<br />

mientras los agentes de Walsingham, muchas<br />

veces por tortuosos caminos indirectos (debido<br />

el embargo, <strong>la</strong>s noticias pasan de Portugal y<br />

España a Italia, y de allí a Ing<strong>la</strong>terra) avisan del<br />

acopio de naves, suministros y hombres que se<br />

hacen en Andalucía y Lisboa.<br />

La operación tiene una incógnita política<br />

importante: ¿quién gobernará Ing<strong>la</strong>terra si se<br />

consigue conquistar<strong>la</strong>? En 1585 todavía <strong>la</strong><br />

respuesta es obvia: por supuesto, <strong>la</strong> prisionera,<br />

católica y legítima heredera María Estuardo.<br />

Precisamente para eliminar esa posibilidad el<br />

Par<strong>la</strong>mento inglés decreta que en caso de<br />

rebelión o asesinato de <strong>la</strong> reina Isabel serán<br />

ejecutados como reos de alta traición no solo los<br />

propios conspiradores, sino también los<br />

beneficiarios del crimen o el destronamiento,<br />

incluso aunque no hubiesen participado de<br />

ninguna forma en el complot. Se da así base<br />

legal (aunque dudosamente moral) a lo que en<br />

realidad significa una sentencia de muerte<br />

anticipada contra María Estuardo.<br />

Ya solo falta dar cuerpo al complot que <strong>la</strong> lleve<br />

al patíbulo. Y tal conspiración llega en 1586,<br />

cuando agentes provocadores de Walsingham<br />

como Gifford, Maude y Poley, seguramente con<br />

<strong>la</strong> co<strong>la</strong>boración de los agentes de <strong>la</strong> propia<br />

María Estuardo en Francia, se infiltran en los<br />

círculos de exiliados católicos ingleses en<br />

Francia y los conectan con un grupo de jóvenes,<br />

ricos, idealistas e inconscientes nobles católicos<br />

de Ing<strong>la</strong>terra encabezados por Anthony<br />

Babington. Son víctimas propiciatorias del<br />

hechizo fatal que <strong>la</strong> causa desesperada y<br />

romántica de <strong>la</strong> reina de Escocia ha llegado ha<br />

adquirir entre sus partidarios y de <strong>la</strong> habilidad<br />

de Walsingham para proyectar una conjura con<br />

<strong>la</strong> que espera librarse definitivamente de María<br />

Estuardo y robarle esta baza a Felipe II.<br />

Porque, aunque <strong>la</strong> escocesa había prometido al<br />

embajador Mendoza redactar un testamento<br />

legando sus derechos al trono de Ing<strong>la</strong>terra al<br />

rey de España, tal documento nunca llegó a<br />

manos de Felipe II. Algún historiador supone<br />

que le fue incautado a María Estuardo con sus<br />

demás papeles y que Isabel lo rompió con sus<br />

propias manos. Mendoza intentaría luego<br />

acumu<strong>la</strong>r testimonios de los servidores de María<br />

corroborando su intención de transmitir tales<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

45<br />

derechos al Rey Prudente. Pero <strong>la</strong> desaparición<br />

de <strong>la</strong> reina de Escocia dejaría <strong>la</strong> elección de un<br />

soberano católico para Ing<strong>la</strong>terra como un<br />

espinoso asunto pendiente entre Felipe II y el<br />

Papa, cuyos intereses no eran, ni mucho menos,<br />

coincidentes.<br />

España apenas participa en <strong>la</strong> conspiración de<br />

Babington. En París, Mendoza se entrevista con<br />

algunos implicados, les anima a actuar contra<br />

Isabel y promete <strong>la</strong> ayuda militar españo<strong>la</strong> una<br />

vez puesta en marcha <strong>la</strong> rebelión y liberada<br />

María Estuardo. En Madrid, los despachos<br />

cifrados del embajador que informan del<br />

complot son recibidos con caute<strong>la</strong> por Felipe II,<br />

quien duda de que el secreto de una<br />

conspiración así se pueda mantener por mucho<br />

tiempo.<br />

Isabel I<br />

Su desconfianza está plenamente justificada.<br />

Con cierto pánico por que el asunto no se le<br />

vaya de <strong>la</strong>s manos, Walsingham ordena el<br />

arresto de los implicados, que son ejecutados<br />

poco después con extremada crueldad en <strong>la</strong>s<br />

horcas de Tyburn. El leal secretario está ahora<br />

en condiciones de servir en bandeja a su señora<br />

<strong>la</strong>s pruebas escritas, muy probablemente<br />

manipu<strong>la</strong>das por su descifrador Phelippes, de <strong>la</strong><br />

intervención directa de María Estuardo en <strong>la</strong><br />

conspiración.<br />

El juicio contra el<strong>la</strong> que se sigue es una mera<br />

representación cuyo resultado se conoce de<br />

antemano y <strong>la</strong> ejecución en Fotheringay de una<br />

reina soberana, ilegalmente detenida durante<br />

cerca de veinte años en un país en el que había<br />

entrado como asi<strong>la</strong>da, se retrasa unos meses,<br />

hasta principios de 1587, por los escrúpulos de<br />

conciencia, sinceros o fingidos, de una Isabel<br />

que sabe que no le interesa escandalizar a todas<br />

<strong>la</strong>s coronas de Europa ejecutando a una reina<br />

ungida, pero que sabe también perfectamente<br />

que mientras María viva su trono y su propia<br />

vida estarán amenazados por cualquier nueva<br />

conspiración.<br />

Mientras se desarrol<strong>la</strong> el último capítulo del<br />

drama de María Estuardo, los ingleses se habían

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