la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

HISTORIAS Y COSTUMBRES
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010
DEPORTE ANCESTRAL EN VILLARRUBIA
Hablar de deporte en Villarrubia de los Ojos
sería toda una hipotética historia, además de
ilógica, puesto que se antepone la cultura, los
medios sociales, económicos y los
conocimientos deportivos de aquellos tiempos.
El inicio o práctica del fútbol en Villarrubia
como deporte importación se remonta a la
década de los años 30, limitándose
exclusivamente al fútbol y su principio de
desarrollo. Tal vez esta década tenga su
anécdota o historia, como también puede que la
de los años 20; sin embargo, los 40 es cuando
realmente aflora el interés por la práctica del
fútbol, que tuvo su razón de ser, como primer
terreno de juego, en un quiñón de don Paco del
Águila, situándolo en la confluencia inicio de la
calle Almería con el Paseo del Cordón. Allí se
dieron las primeras patadas a un balón por los
estudiantes de aquella época en tiempo estival,
siendo difícil acoplar dos equipos, dirigidos por
un técnico idóneo, don José Carruana Gálvez.
Gallego de nacimiento y médico en la localidad
durante un gran periodo de años, en distintas
etapas de su vida fue jugador y directivo del
Real Madrid, en esta última faceta en las
primeras directivas de Santiago Bernabéu.
Una segunda explanada o terreno de juego
donde practicar el fútbol fue en los huertos de la
casa palacio de Don Bernardo Marín del
Campo, toda una manzana hasta llegar a las
Clarisas. El primer proceder de aquellos
aficionados faltos de divertimentos fue la
creación de uno o más equipos, en el primero de
los casos había que buscarse rivales de otras
localidades. De esta manera surgieron tres
equipos que rivalizaron a veces más contra
pueblos vecinos que entre ellos, Castilla,
Hispania y Charango fueron sus nombres, el
medio de locomoción en las salidas fue la
bicicleta, todo un lujo de la época.
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Francisco J. Serrano López
Un tercer emplazamiento, o lugar donde
practicar el arte balompédico, fue en la
explanada de La Cooperativa. El día del partido
se levantaban al alba para desalojar el terreno de
juego de piedras, colocar las porterías y marcar
el campo. Qué decir de los vestuarios, bien
cambiarse al descampado o ir vestidos desde
casa como si de toreros se tratara.
Era tradicional y a la vez caballeresco que cada
equipo tuviera su madrina, por lo tanto el
orgullo de cada uno de ellos radicaba en tener la
más atractiva y simpática señorita. Dentro de la
práctica deportiva, lo importante tanto como
marcar un gol, era procurar no caerte y dar con
tu cuerpo en una auténtica pedriza o patatal.
También existían las dosis de orgullo y
pedantería, cuando se trataba de disponer y a la
vez presumir de un par de botas, cuando una
mayoría usaba calzado de cáñamo en forma de
sandalia, para entendernos, la clásica alpargata,
era para los privilegiados, un síntoma de
prepotencia, aunque en la mayoría de los casos,
solo era una virtud económica y no sinónimo de
jugar bien. También lo que era comprensible
sobre este deporte era el aspecto físico de antes
al de ahora, tal vez fuese factor importante
demostrar más la virilidad que la técnica
depurada. En los dos apartados lógicamente
habría excepciones, pero en líneas generales,
primaba más la ilusión y la defensa a ultranza de
unos colores, en aquellos respetables señores,
que ponían todo el empeño y la garra en sus
acciones. Al parecer y volviendo a la rivalidad,
el Castilla fue el equipo más internacional de
Villarrubia, disputando muchos partidos contra
equipos de Malagón y Fuente el Fresno, y
teniendo como medio de locomoción el lujo que
era tener una bicicleta, les tendieron una trampa
a la salida del pueblo. Tendiendo un cable en la
carretera de árbol a árbol, con el consiguiente