la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

del sur-, o Ben –en Aguas pantanosas.) Renoir
encuadra en plano fijo y medio a Celestine y a
Joseph –primero habla él, luego ella lo secunda-
para simbolizar que se trata en realidad de una
reivindicación de clase. Pero todo este tiene
mucho de farsa, de juego de máscaras que
esconde la verdad, un registro por otro lado muy
habitual en el cine de Renoir. Nadie se mueve
por sentimientos, sólo por lo material, y por el
dinero, claro.
En fin, ¿al final quién se lleva a la chica?
¿Joseph o George? ¿Celestine podrá al final
salir del pozo de miseria y de desarraigo en el
que ha vivido durante tantos años? El filme se
resuelve en una especie de epílogo: en un vagón
de tren van sentados dos jóvenes, el hombre de
clase alta y la doncella, anotando ciertos
compromisos en un diario con destino a una
nueva vida. Faulkner y Duncan han relacionado
el final de este filme con Catherine, la primera
película de Renoir.
2.4. The Woman on the Beach (1947): un film
noir.
De último filme de Renoir en América
destacamos de manera especial los siguientes
aspectos: la magistral interpretación de Robert
Ryan en su papel de teniente Scott Burnett (de
la guardia costera americana); el simbolismo del
espacio natural –otra vez la presencia del agua,
aunque esta vez no es un río sino el mar- y de
los elementos escenográficos –en especial, los
restos de un barco a la deriva-; y sobre todo el
peso del pasado en el desarrollo de la trama
argumental. En esto último, y muy
especialmente en la historia de amor fou, es
donde debemos ver la adscripción del filme al
cine negro.
La relación de amor entre Burnett y Peggy
Butler surge desde el primer instante en que se
ven: él, discreto, sonríe levemente; ella, con
dotes de femme fatale, fuma, lo mira primero
con cierta risita, luego para otro lado como si
aquel tipo nada le importara, y no le da ni los
buenos días. Pero no cabe duda de que la fuerza
de la pasión amorosa es arrolladora: él
abandonará a su prometida, con quien está a
punto de casarse; ella hará lo propio con su
marido a quien sigue unido simplemente por
pena, ya que por su culpa quedó ciego. Luego,
en el segundo encuentro Scott y Peggy se
muestran muy distantes y se hablan entre el
respeto y la indiferencia. Pero al final de esta
secuencia ambos recapacitan, y es entonces
cuando ella toma la iniciativa, y lo invita a su
casa para tomar té. Da la sensación en estos
primeros diálogos de que se conocen bastante,
porque quizás se parezcan demasiado. (“Somos
muy parecidos”, le dirá él.) Renoir apunta en
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010
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sus memorias algunas ideas sobre el contenido:
el gran tema de la película es la soledad, el
desencanto, el vacío, el drama del aislamiento, y
la influencia negativa de los fantasmas del
pasado. No es, como reconoce el director, una
temática muy presente en su filmografía.
Renoir planifica a la manera del cine clásico
americano, a partir de planos fijos y de una
puesta en escena basada en el uso
indiscriminada del plano-contraplano.
En realidad, ellos se entienden muy bien aunque
parecen hablar a medias, en clave. Pero al
espectador aún le falta información. Sólo
sabemos que él ha estado una temporada en el
hospital y que ha conocido a un enfermo ciego
(¿un herido?). Al salir de una cena en casa de
los Butler, Scott sabrá por boca de Peg cómo
Tod se quedó ciego y la parte de culpa que ella
tiene en este asunto. Pero ahora ella ya no le
quiere; en realidad, lo odia. Y entonces los
amantes se besan. Ya no habrá marcha atrás en
este affaire amoroso: ellos, cada uno a su
manera, forman parte de los restos de un
naufragio. No están satisfechos con sus
respectivas vidas, no encuentras un asidero en
otros asuntos ni en otros seres. Son iguales,
pasan por lo mismo. Por eso el final del filme
es muy previsible: me refiero a que será el
mismo para los dos.
El rasgo distintivo del filme, a juicio de
Faulkner y Duncan, es que “se trata de un
relato psicológico creado por un cineasta que
manifestó en más de una ocasión su
abominación por la psicología del cine”. En
cualquier caso, se trata de la película más
“negra” –“un filme extraño, subterráneo y
oscuro”, dirá André Bazin- no sólo de la etapa
americana sino del conjunto de su filmografía
Ángel Quintana, por su parte, ha señalado que
“[la película] plantea una arriesgada trama
criminal sin crimen, en la que el asesinato no se
constituye como acción, sino como deseo”.
Hemos hablado de simbolismo en el filme. En
primer lugar, ahí está esa niebla que ambienta
algunas escenas como muestra de una historia
harto confusa, de unos personajes oscuros y