la oscura quintería - Bibliotecas Públicas
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presenta como una mujer pragmática, víctima de<br />
<strong>la</strong> sociedad c<strong>la</strong>sista de su época.<br />
Esta p<strong>la</strong>smación de <strong>la</strong> diferencia de c<strong>la</strong>ses ya<br />
estaba presente en La reg<strong>la</strong> del juego, <strong>la</strong> obra<br />
maestra de Renoir, y quizás su mejor pelícu<strong>la</strong>:<br />
los criados y los señores, que no creen en <strong>la</strong><br />
República, y que guardan bajo l<strong>la</strong>ve una<br />
riquísima cubertería. Renoir no tardará en<br />
p<strong>la</strong>smar su condición de director de comedias<br />
desde <strong>la</strong> escena en <strong>la</strong> que Celestine confunde al<br />
señor de <strong>la</strong> casa con un jardinero mientras que <strong>la</strong><br />
nueva fregona le hace gestos para decirle que se<br />
trata del jefe. Más que en ningún otro filme de<br />
esta etapa el director francés acude al registro<br />
coloquial en <strong>la</strong> e<strong>la</strong>boración de los diálogos. En<br />
esto <strong>la</strong> mordaz Paulette Goddard se aproxima a<br />
<strong>la</strong> salvaje Anne Baxter de Aguas pantanosas.<br />
Del grupo de los poderosos señores destaca el<br />
simpático señor Lan<strong>la</strong>ire que enseguida conecta<br />
con <strong>la</strong> extravertida Celestine, porque gracias a<br />
el<strong>la</strong> <strong>la</strong> alegría parece haber entrado por fin en<br />
esa seria y aburrida casa so<strong>la</strong>riega. Me l<strong>la</strong>ma <strong>la</strong><br />
atención una entrañable secuencia, muy propia<br />
del mundo de Renoir, que se desarrol<strong>la</strong> en el<br />
jardín de <strong>la</strong> casa, en <strong>la</strong> que ambos se sinceran.<br />
Primero es Celestine quien se disculpa por su<br />
atrevimiento el día anterior al confundirlo con<br />
un criado. Él, por su parte, elogia su encanto, su<br />
belleza, y le confiesa abiertamente sus gustos<br />
-Quisiera traer un poco de París aquí. A mí<br />
también me gustaría divertirme. Quizás<br />
podríamos ir juntos a París… Quieres<br />
hacerme el favor de salir y comprarte un<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
25<br />
pequeño regalo como señal de mi aprecio por<br />
ti.<br />
-Preferiría tener un recuerdo de usted… Una<br />
caja de rapé tal vez.<br />
Pues bien, el espectador escucha este<br />
par<strong>la</strong>mento pero en realidad está viendo a otros<br />
personajes que asisten atónitos a este encuentro<br />
entre el señor y su nueva criada. De nuevo<br />
vemos cómo el encuadre del cine de Renoir se<br />
ensancha, cómo <strong>la</strong> voz y el espacio en off<br />
cobran mucho protagonismo.<br />
Celestine se entera de que en realidad el señor<br />
Lan<strong>la</strong>ire no tiene nada. Y piensa entonces en su<br />
vecino, el estrafa<strong>la</strong>rio capitán Mojuet. Sospecha<br />
que este viejo loco sí puede facilitarle los lujos<br />
que tanto desea.<br />
-Si te vienes conmigo te lo daré todo. Todo…<br />
Nos casaremos… Tú serías <strong>la</strong> primera. Y deja<br />
que te diga una cosa: en mi habitación tengo<br />
escondidos 25.ooo francos. ¿Qué tal eso<br />
como regalo?<br />
El ritmo de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> es frenético. Pero ya<br />
sabemos cómo es y cómo piensa, en fin, a qué<br />
aspira <strong>la</strong> alocada camarera de <strong>la</strong> casa. Ahora<br />
bien, <strong>la</strong> llegada de George, el hijo de los<br />
Lan<strong>la</strong>ire, descoloca a Celestine: se convierte en<br />
su acompañante, en su lectora, en su amiga. Es<br />
ésta <strong>la</strong> segunda trama narrativa del filme: se<br />
p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> imposibilidad del amor por <strong>la</strong><br />
diferencia de c<strong>la</strong>se, a pesar de que George no se<br />
siente cómodo con este marbete. En el otro<br />
extremo, Joseph, el mayordomo, le recuerda a<br />
Celestine su humilde condición social: le<br />
sugiere hacerse cargo de un cabaret en<br />
Cherburgo, casarse con él. O simplemente<br />
apropiarse de algunos objetos de <strong>la</strong> casa y huir.<br />
“Somos iguales tú y yo”, le reitera en numerosas<br />
ocasiones. Al final matará al capitán Mojuet<br />
para apropiarse de su dinero e implicará a<br />
Celestine en este macabro asunto.<br />
Celestine arrastra demasiado sufrimiento –<br />
algunos hechos de un gris pasado- y no está<br />
dispuesta a soportar los caprichos del enfermizo<br />
hijo, de <strong>la</strong> prepotente madre y de esa agobiante<br />
casa de locos. Y por de<strong>la</strong>nte no tiene nada ni a<br />
nadie. Por eso <strong>la</strong> propuesta del mayordomo al<br />
menos <strong>la</strong> lleva a recapacitar y a mantenerse<br />
durante un tiempo más en <strong>la</strong> casa de los<br />
Lon<strong>la</strong>ire.<br />
Concluimos el comentario de este filme con el<br />
análisis de <strong>la</strong> secuencia en <strong>la</strong> que Joseph, el<br />
mayordomo, anuncia su deseo de renunciar a su<br />
cargo después de algo más de diez años: como<br />
tantas otras personas de su c<strong>la</strong>se, aspira a algo<br />
mejor, “<strong>la</strong> ambición de ser algún día mi propio<br />
amo”. (Algo simi<strong>la</strong>r a lo que aspiran otros<br />
personajes de Renoir como Sam –en El hombre