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la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

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<strong>la</strong>s principales virtudes del filme de Renoir. En<br />

este sentido, <strong>la</strong> secuencia c<strong>la</strong>ve del filme es <strong>la</strong><br />

reunión de Laughton con el director del colegio<br />

inmediatamente después del bombardeo aliado.<br />

El discurso antibélico de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> se basa en<br />

<strong>la</strong> moral y en <strong>la</strong> ética del individuo. El director<br />

defiende <strong>la</strong> lucha por <strong>la</strong> dignidad y por <strong>la</strong><br />

libertad del ser humano. Los alemanes ordenan<br />

de inmediato censurar <strong>la</strong>s páginas de algunos<br />

manuales, y <strong>la</strong> quema de otros libros. Pero un<br />

régimen totalitario –que se lo digan a Hitler,<br />

Mussolini, Stalin, o Franco- no puede “quemar”<br />

<strong>la</strong> memoria del individuo culto, lo aprendido; en<br />

todo caso, sólo fusi<strong>la</strong>r, y desde luego que lo<br />

hicieron. Los vencedores piensan que<br />

destruyendo <strong>la</strong> imprenta podrán acabar con el<br />

foco de <strong>la</strong> Resistencia. Pero sólo con <strong>la</strong><br />

intelectual. De inmediato los héroes del pueblo<br />

se <strong>la</strong>nzan a <strong>la</strong> lucha armada arrojando<br />

proyectiles contra los invasores. Los alemanes<br />

saben que el foco de resistencia principal radica<br />

en <strong>la</strong>s ideas que irradia el profesor Sorel.<br />

Quizás <strong>la</strong> escena más entrañable del filme es<br />

aquel<strong>la</strong> en <strong>la</strong> que O’Hara invita al profesor Lory<br />

a cenar. La historia pasa a un segundo p<strong>la</strong>no en<br />

favor de <strong>la</strong> explicitación de los sentimientos: es<br />

una de <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de amor más<br />

emocionantes del cine clásico americano. Para<br />

mí <strong>la</strong> secuencia tendría tres momentos o<br />

subpartes. Primero, en <strong>la</strong> parte final de <strong>la</strong> cena,<br />

Louise sirve ya el café, se sienta y en ese<br />

momento –Renoir mantiene unos segundos el<br />

p<strong>la</strong>no fijo- Lory intenta sincerarse. A<br />

continuación, los personajes se sientan: pero<br />

Renoir no utiliza el p<strong>la</strong>no- contrap<strong>la</strong>no del cine<br />

clásico para el desarrollo del diálogo: oímos<br />

fuera de campo <strong>la</strong> voz de Louise mientras<br />

vemos los titubeos de Lory para dec<strong>la</strong>rarse. Por<br />

último, asistimos a <strong>la</strong> dec<strong>la</strong>ración de amor de<br />

Lory, ahora de espaldas, casi fuera de campo,<br />

mientras vemos <strong>la</strong> sorpresa en el rostro de<br />

Louise, un primer p<strong>la</strong>no harto elocuente. (Este<br />

motivo se completa con otra dec<strong>la</strong>ración de<br />

amor ulterior en el juicio final en el que Lory<br />

confiesa su cobardía. Louise escucha sus<br />

pa<strong>la</strong>bras bañada en lágrimas.)<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

24<br />

Pero el profesor Lory entrará poco a poco en <strong>la</strong><br />

“historia”: enseguida comprende <strong>la</strong> importancia<br />

de <strong>la</strong> resistencia frente a los ocupantes, a los<br />

invasores. Los alemanes lo toman como rehén<br />

para amedrentar a los miembros de <strong>la</strong><br />

Resistencia, pero pronto queda en libertad. Es<br />

curioso: Lory nunca ha emitido un juicio<br />

negativo contra los alemanes, jamás ha<br />

participado en una acción de sabotaje, y casi<br />

siempre parece estar al margen de los<br />

acontecimientos históricos. Llega tarde a todo,<br />

está siempre en el lugar inadecuado: se le acusa<br />

de asesinar a un co<strong>la</strong>boracionista pero –como<br />

verá el espectador primero, y oirá luego el<br />

jurado del juicio- se trata de un caso de suicidio.<br />

Yo quería matar a George Lambert pero creo<br />

que no hubiera sido capaz. Soy muy débil y soy<br />

cobarde. Todo el mundo lo sabe, hasta el fiscal.<br />

Y por eso se bur<strong>la</strong> de mí… Sé muy bien que me<br />

espera <strong>la</strong> muerte… Esta mañana he podido ver<br />

con c<strong>la</strong>ridad [en un fusi<strong>la</strong>miento] cómo es ese<br />

maravilloso mundo que nos pintan. Hoy han<br />

caído diez hombres porque aún querían ser<br />

libres… La lucha es muy dura. Hemos de luchar<br />

primero contra nosotros mismos. Soy el primero<br />

en acusarme.<br />

Lory muere con dignidad. “Los verdaderos<br />

héroes –afirma Renoir- son modestos”. Los<br />

alemanes lo detienen mientras lee a sus alumnos<br />

<strong>la</strong> Dec<strong>la</strong>ración de los Derechos Humanos.<br />

El personaje del “maestro idiota” es uno de los<br />

grandes logros de <strong>la</strong> filmografía americana de<br />

Jean Renoir. La interpretación de Charles<br />

Laughton a lo <strong>la</strong>rgo del filme, pero sobre todo<br />

en <strong>la</strong> escena final, debería ser vista y analizada<br />

obligatoriamente en todas <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s de cine y<br />

de interpretación dramática.<br />

Recientemente Faulkner y Duncan han<br />

reivindicado el alcance político de este filme,<br />

muy denostado en <strong>la</strong> Francia de posguerra,<br />

porque aborda valientemente y sin tapujos “<strong>la</strong><br />

realidad del antisemitismo, los coqueteos del<br />

nazismo y el precio moral de <strong>la</strong> co<strong>la</strong>boración”.<br />

2.3. The Diary of a Chambermaid (1945): de <strong>la</strong><br />

comedia al melodrama.<br />

De nuevo el comienzo de una pelícu<strong>la</strong> de<br />

Renoir, en el que se apoya el discurso<br />

cinematográfico, es un texto escrito: en este<br />

caso, el diario de Celestine. El director sitúa <strong>la</strong><br />

cámara en el vagón: <strong>la</strong> joven Celestine con<br />

cierta torpeza baja sus maletas del tren. Renoir<br />

tirará de primeros p<strong>la</strong>nos para presentar de una<br />

manera precisa el temperamento de <strong>la</strong><br />

“camarera” en presencia de Joseph, el<br />

“mayordomo”. Y otra vez esa cámara de Renoir<br />

que se mueve y que les abre el paso a los<br />

personajes –y, c<strong>la</strong>ro está al espectador-, hasta<br />

llegar al espacio escénico del filme. Celestine se

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