la oscura quintería - Bibliotecas Públicas
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escena muy austera con apenas movimientos de<br />
cámara, resuelta casi en su totalidad en p<strong>la</strong>nos<br />
fijos. (A veces, algunos p<strong>la</strong>nos nos han<br />
recordado a ciertos cuadros realistas.) Comienza<br />
ahora el auténtico aprendizaje de Ben: Tom le<br />
explica algunas costumbres remotas de los<br />
indios, algunas características sobre ese medio<br />
natural que le permitan colocar trampas y cazar<br />
panteras y otros animales salvajes para obtener<br />
buenas pieles. (Por otra parte, no olvidemos que<br />
uno de los temas preferidos de Renoir ya desde<br />
sus inicios es <strong>la</strong> amistad, un tema<br />
insuficientemente tratado en el cine y en <strong>la</strong><br />
literatura.).<br />
Otro personaje importante de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> es el de<br />
Julie (Anne Baxter) que representa a <strong>la</strong> mujer<br />
salvaje –una “gata salvaje” que, de hecho, es <strong>la</strong><br />
hija de Tom, quien <strong>la</strong> dejó de pequeña al<br />
cuidado de una familia de granjeros-, inadaptada<br />
en el mundo civilizado. Julie –seña<strong>la</strong>n Faulkner<br />
y Duncan- “recuerda a <strong>la</strong> inocente Virginie de<br />
La fille de l’eau”.<br />
Ahora le corresponde a Ben <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor de<br />
“educador”: le proporciona afecto, le compra un<br />
hermoso vestido y <strong>la</strong> invita a un baile de <strong>la</strong><br />
comunidad. Vemos, pues, cómo a lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong><br />
pelícu<strong>la</strong> Ben se mueve una y otra vez entre el<br />
medio civilizado y el medio natural. En <strong>la</strong><br />
ciudad solo encuentra hostilidad e<br />
incomprensión, envidia e ira; en cambio, en el<br />
campo, en el medio salvaje, en mil<strong>la</strong>s y mil<strong>la</strong>s<br />
de aguas pantanosas y cipreses sin un solo ser<br />
humano, está el sosiego y <strong>la</strong> tranquilidad, y por<br />
supuesto, <strong>la</strong> amistad y el amor que representan,<br />
indistintamente, Tom y si hija. ¿No es esto,<br />
acaso, una versión fílmica del tópico horaciano<br />
del beatus ille, o para entendernos mejor, del<br />
elogio a <strong>la</strong> “vida retirada” de Fray Luis de<br />
León?<br />
Ben representa al soñador rebelde de <strong>la</strong><br />
filmografía de Renoir: al igual que el<br />
protagonista de El hombre del sur, sueña con<br />
hacer fortuna con sus propias manos, con su<br />
esfuerzo en ese medio natural (en este caso el<br />
pantano, allí era <strong>la</strong> tierra baldía, en barbecho),<br />
para ir poco a poco adquiriendo medios que le<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
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permitan subsistir por su cuenta, ampliar sus<br />
miras de cazador (o, en el otro filme que<br />
analizaremos a continuación, ser un granjero).<br />
Renoir ha confesado en sus memorias que de <strong>la</strong><br />
nove<strong>la</strong> de Vereen Bell le interesó especialmente<br />
el carácter de los personajes del drama. “Me<br />
fascinaban –concluye Renoir- aquellos<br />
personajes primitivos”.<br />
THE SOUTHERNER / EL HOMBRE DEL<br />
SUR (1945, PRODUCING PICT.)<br />
The Southerner es, a nuestro juicio, el filme más<br />
interesante de <strong>la</strong> etapa americana de Jean<br />
Renoir. Desde luego, es el que menos se aleja de<br />
su estilo, de su mundo cinematográfico que<br />
había gestado de manera muy personal desde<br />
sus inicios, ya en el cine mudo, y que había<br />
consolidado en los años treinta. Hollywood es<br />
otra cosa: no importa tanto el director como <strong>la</strong><br />
estrel<strong>la</strong>, como el género, como el mercado.<br />
Así pues, en esta pelícu<strong>la</strong> analizaremos de<br />
manera especial aquellos aspectos que nos<br />
recuerdan a filmes anteriores de Renoir, sobre<br />
todo lo referente a su aportación al l<strong>la</strong>mado<br />
realismo poético. Veremos, en este sentido,<br />
cómo destacan temas como <strong>la</strong> naturaleza, <strong>la</strong><br />
ternura y <strong>la</strong> amistad, <strong>la</strong> solidaridad y el trabajo,<br />
y, por supuesto, uno de los grandes elementos<br />
del cine de Renoir, el humor.<br />
El tema de <strong>la</strong> amistad está p<strong>la</strong>nteado ya desde el<br />
propio prólogo del filme. Un narrador en<br />
primera persona –se presenta a sí mismo como<br />
“(un amigo) de <strong>la</strong> ciudad”- se dispone, a partir<br />
de un álbum de fotos, a re<strong>la</strong>tar <strong>la</strong> historia de su<br />
amigo Sam Tucker y su familia (“no hal<strong>la</strong>rán<br />
gente mejor, créanme”): Sam, un auténtico<br />
cabezota; Nona, su esposa; <strong>la</strong> madre de Sam,<br />
viuda; Harmie, un buen amigo de los Tucker;<br />
Daisy y Jotty, los hijos; y <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> de Sam.<br />
“Las guardo con cariño, al mirar<strong>la</strong>s me siento<br />
cerca de mis amigos”.<br />
Al igual que en Aguas pantanosas, en un<br />
momento del filme encontramos un<br />
p<strong>la</strong>nteamiento del tópico literario (y por qué no<br />
cinematográfico) del beatus ille, si cabe de<br />
manera más explícita y más determinante que en