la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

exiliarse en Estados Unidos? Y siete años
después, ¿a qué responde su deseo de regresar a
Francia? En los siguientes párrafos intentaremos
resolver estos interrogantes.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial Jean
Renoir recupera su condición de subteniente y
es destinado al servicio cinematográfico del
ejército. Sucedió entonces que Mussolini, tras
haber visto La regla del juego, solicitó conocer
al director e invitarlo al Centro Sperimentale de
Roma para impartir clases de cine. Renoir
empieza a rodar La Tosca al tiempo que los
alemanes organizan la toma de la Ciudad
Eterna: a partir de ese momento el Duce iba a
combatir al lado de Alemania. Entonces, el
embajador de Francia en Roma le aconseja a
Renoir que se marche de allí en el primer tren a
París. No obstante, su colaborador Carl Koch y
el actor Michel Simon se quedan para rodar La
Tosca. Renoir recuerda ese momento con
profunda emoción: “La despedida de mis
colaboradores fue muy triste… Además de los
acontecimientos políticos, lo que me afligía es
que apenas había comenzado el rodaje de La
Tosca”.
La estancia en París es peligrosa. Los Renoir
(Jean y Dido, su mujer), en compañía de los
Cézanne, inician una escapada hacia el sur de
Francia con paradas en algunas granjas donde
fueron muy bien acogidos. Recibe en ese
momento una carta de Robert Flaherty, el
director de Nanouk, el esquimal: le ordena que
se presente de inmediato en el consulado de
Niza “donde me esperaba un visado para
Estados Unidos”. Renoir tuvo que esperar aún
varios meses para obtener un visado de salida de
las autoridades francesas. Y llegamos al
momento clave en la vida de Renoir. Los
colaboracionistas con el régimen nazi le
proponen trabajar en el marco de la France
Nouvelle, asegurándole que se beneficiaría de
todos los medios necesarios para rodar
“libremente” sus películas. “Había llegado el
momento de desaparecer”: Renoir y su mujer
toman en Marsella un barco con destino a
Argelia, y luego a Marruecos y a Lisboa… y,
por fin, a Nueva York.
El 31 de diciembre de 1940 los Renoir llegan a
Nueva York. Robert Flaherty los espera en el
muelle: “Aquel hombre era todo amor”. (Renoir
dedica el capítulo 34 -“Primeros tiempos en el
país de los pieles rojas”- a relatar la emoción y
el estupor que le provocaron los edificios, las
calles y las gentes de “aquella ciudad
sorprendente”.) Al poco tiempo se trasladan a
Hollywood: “es decir, según los neoyorquinos,
[dejábamos] la civilización por la barbarie”.
Renoir tenía un contrato con la FOX. En este
punto de sus memorias el director francés
manifiesta algo que constataremos en nuestro
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010
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análisis fílmico posterior: Rápidamente
comprendí que la Fox no esperaba que les
ofreciera mis métodos personales, sino que
adoptara los métodos hollywoodenses.
En realidad, como afirman Faulkner y Duncan,
“Renoir tuvo que empezar de cero y aprender la
forma de hacer cine del lugar”. Tuvo éxitos y
fracasos. Muchas ideas y proyectos quedaron en
el camino, y, al final, podemos concluir que no
llegaría a adaptarse al sistema.
No sin dificultad Renoir convence a Darryl F.
Zanuck, jefe de la Fox, para que le confíe la
dirección de SWAMP WATER / AGUAS
PANTANOSAS (1941), un filme de argumento
puramente americano, con guión de Dudley
Nichols, basado en la novela de Vereen Bell. De
ese rodaje Renoir recuerda con emoción un
doble descubrimiento: de un parte, la región de
Okefenokee, refugio de animales salvajes de
todo tipo; y, de otro parte, la bebida nacional del
Sur, el bourbon. (En esto también admiramos el
buen gusto del maestro.) Por otra parte, el
director francés lamenta cómo Darryl F. Zanuck
le recrimina la tardanza en el rodaje y le impone
filmar a la manera de Hollywood:
concretamente, le obliga a rodar algunas escenas
plano a plano en lugar de emplear el plano
secuencia. “Fue mi primera abdicación en
Hollywood”.
Tras su frustración con Zanuck en la Fox,
Renoir firma un contrato con la Universal
Pictures, donde le proponen trabajar con Deanna
Durbin en una película bélica titulada MI