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la oscura quintería - Bibliotecas Públicas

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SUMARIO<br />

COORDINACIÓN Y<br />

MONTAJE<br />

Luís Modesto Urda Buitrago<br />

Jesús Fernández Vallejo<br />

Juan Carlos Zamora Muñoz<br />

ESCRIBEN<br />

Andrés Carretero Sosa<br />

Ángel González Puga<br />

Rosario Ramírez García<br />

Pau<strong>la</strong> Martín-Moreno Romero<br />

Antonio Millán Hernández<br />

Jesús Fernández Vallejo<br />

J. Vicente Caminero Torija<br />

Francisco J. Serrano López<br />

Javier Díaz-Moreno<br />

David García Urda<br />

Carlos Carnicer<br />

Luis Rafael Villegas Díaz<br />

Juan Carlos Zamora Muñoz<br />

EDITA<br />

Bogart Cineclub<br />

IMPRIME<br />

Gráficas Vil<strong>la</strong>rrubia<br />

COLABORAN<br />

Ayuntamiento de Vil<strong>la</strong>rrubia<br />

Cooperativa “El Progreso”<br />

ISSN 1889-0318<br />

Dep. Legal CR-460-2008<br />

“Desde el Árbol Gordo” no<br />

se hace responsable de <strong>la</strong>s<br />

opiniones emitidas libremente<br />

por sus co<strong>la</strong>boradores.<br />

Nº 5 junio de 2010<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos<br />

(Ciudad Real)<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 - JUNIO 2010<br />

La imagen de portada es de un grupo de amigas en <strong>la</strong> fachada del<br />

desaparecido Lavadero Municipal de Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO - REVISTA CULTURAL<br />

Pág. 01 - Portada “Lavadero Municipal de Vil<strong>la</strong>rrubia”<br />

Pág. 03 - Sumario.<br />

CREACIÓN LITERARIA<br />

Pág. 04 - “Némesis”.<br />

Pág. 06 - “Ni en los sueños”.<br />

Pág. 09 - “Poesía”.<br />

Pág. 10 - “Íncubo”.<br />

Pág. 12 - “La <strong>oscura</strong> <strong>quintería</strong>”.<br />

CINE<br />

Pág. 17 - “Jean Renoir en Hollywood”.<br />

Pág. 28 - “La presencia escondida de Dios en el cine contemporáneo”.<br />

HISTORIAS Y COSTUMBRES<br />

Pág. 34 - “Deporte ancestral en Vil<strong>la</strong>rrubia”.<br />

HUMOR<br />

Pág. 35 - Caricatura.<br />

ECOLOGÍA<br />

Pág. 36 - “Reflexión sobre el patrimonio y <strong>la</strong> calidad medioambiental<br />

de Vil<strong>la</strong>rrubia”.<br />

HISTORIA<br />

Pág. 43 - “Duelo de espías”.<br />

Pág. 47 - “Un proyecto frustrado y unos bienes ciertos en Vil<strong>la</strong>rrubia”.<br />

Pág. 50 - “Una muerte que cambió <strong>la</strong> historia”.<br />

FOTOGRAFÍA<br />

Pág. 54 - “Vista de los pinos de Renales”.<br />

Aquel<strong>la</strong>s personas que deseen hacernos llegar algún tipo de co<strong>la</strong>boración o cualquier<br />

sugerencia deben remitirlo a: Bogart Cineclub, P<strong>la</strong>za de <strong>la</strong> Constitución, 20 - Vil<strong>la</strong>rrubia<br />

de los Ojos CP 13670 (Ciudad Real) desdee<strong>la</strong>rbolgordo@hotmail.es<br />

3


CREACIÓN LITERARIA<br />

Pese a lo que le afirmaron matar no era algo a lo<br />

que te acostumbrabas. Quizá solo ocurrió con él,<br />

quizá eran necesarias más de <strong>la</strong>s dos muertes<br />

que él contaba en su haber. Aquel 1 de Abril<br />

mientras amanecía se juró y perjuró no volver a<br />

matar, pero si algo no lo remediaba nuevamente<br />

iba a quedar demostrado lo estéril del hombre<br />

juramentado. Era verano y a pesar del sudor frío<br />

perlándole <strong>la</strong> frente que se abría camino bajo <strong>la</strong><br />

boina permanecía muy tranquilo, a <strong>la</strong> espera.<br />

Apoyado sobre un árbol al amparo de <strong>la</strong><br />

oscuridad observaba, sin ocultarse, <strong>la</strong>s sombras<br />

sobre <strong>la</strong> pardusca tierra que <strong>la</strong> luz osci<strong>la</strong>nte de<br />

<strong>la</strong>s ve<strong>la</strong>s arrojaba entre <strong>la</strong>s rejas de <strong>la</strong> ventana.<br />

Oyó el crujir de pasos sobre <strong>la</strong>s algarrobas secas<br />

en el suelo de <strong>la</strong> glorieta y se ocultó todo lo que<br />

pudo al abrigo de <strong>la</strong>s sombras nacidas de <strong>la</strong><br />

límpida luz de <strong>la</strong> luna llena. Instintivamente<br />

llevó su mano derecha tanteando el bolsillo del<br />

pantalón buscando su navaja. Allí estaba como<br />

siempre, fiel a él. Hurgó en el interior hasta<br />

tocar el gastado mango de madera y llevó el<br />

dedo guiándose por su profundo surco hasta el<br />

seguro. El filo nació para matar y abrió<br />

lentamente los ojos a <strong>la</strong> noche mientras<br />

abandonaba el pantalón para volver a<br />

esconderse apuntando al cielo, como un<br />

presagio, en <strong>la</strong> manga de <strong>la</strong> chaquetil<strong>la</strong>. Perfiló<br />

una silueta levemente renqueante bastante<br />

conocida y el corazón se desbocó como un<br />

caballo. Su hermano se acercaba lentamente a<br />

buscarlo. Aguardó sujetando fuerte <strong>la</strong> filosa<br />

compañera decidido a que nadie, ni su misma<br />

sangre, se interpusiera entre lo que tenía que ser.<br />

No había lugar al arrepentimiento ni a <strong>la</strong> duda.<br />

Dionisio, su hermano, lo localizó rápidamente y<br />

se llegó hasta él. Cuando estuvo a su altura se<br />

paró de<strong>la</strong>nte y le miró a los ojos. Su mirar era<br />

obvio, estaba allí para desanimarle en el empeño<br />

y convencerle de que nadie es presa de su<br />

pa<strong>la</strong>bra, que siempre hay tiempo para volver<br />

hacía atrás. Es lo que hay, respondió <strong>la</strong> mirada<br />

del otro, tengo que hacer lo que tengo que hacer,<br />

lo que hube de hacer hace mucho tiempo y de lo<br />

que tanto me arrepiento. Dionisio conocía el<br />

destino de su hermano después de esa noche. Si<br />

tenía suerte a vivir perseguido y oculto en <strong>la</strong><br />

sierra, como ya lo hacían otros antes, esperando<br />

<strong>la</strong> postrera en forma de ba<strong>la</strong> de civil y si no,<br />

muerto allí mismo bañando el suelo de <strong>la</strong><br />

glorieta con su sangre. Es lo que hay. Tenía<br />

razón. Dejó resba<strong>la</strong>r una lágrima que<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

NÉMESIS<br />

4<br />

Andrés Carretero Sosa<br />

desapareció instantáneamente absorbida por el<br />

polvo viejo de uno de los profundos surcos de<br />

su cara y acercó su rostro para besarle mientras<br />

le susurró, “tu familia es ahora <strong>la</strong> mía”.<br />

Su hermano protegería lo suyo a partir de<br />

entonces. Protegería lo que desde en el mismo<br />

momento que abandonó su casa ya no le<br />

pertenecía. A su Filomena, quien aguardaría<br />

esperanzada su regresó pese a saber mejor que<br />

nadie lo inevitable de todo lo que iba a pasar.<br />

El<strong>la</strong> avisó a Dionisio. Para que fuera a impedir<br />

el crimen aún intuyendo que un ciclo estaba a<br />

punto de cerrarse, veinte años de rencores y<br />

odios a punto de culminar. Para que fuera a<br />

darle <strong>la</strong> confianza y <strong>la</strong> fe necesarias para matar<br />

si era menester sin dejarse asesinar ni que le<br />

engatusaran el alma, si te quieren matar mejor<br />

morir matando. A sus dos hijas ya en edad de<br />

merecer y aquellos dos yernos que tanto futuro<br />

portaban y sobre los que no era de ninguna de<br />

<strong>la</strong>s maneras justo verter esa maldición, esa<br />

humil<strong>la</strong>ción. Qué suerte sería escuchar nuevas<br />

sobre <strong>la</strong> muerte del innombrable, cuán diferente<br />

sería todo. Pero nada de eso pasaría, no al<br />

menos esa noche.<br />

Reparó de nuevo <strong>la</strong> vista en <strong>la</strong> ventana. Nada<br />

había cambiado. Eran más de <strong>la</strong>s ocho y nadie a<br />

esas horas en <strong>la</strong> calle. En el ayuntamiento<br />

únicamente los dos guardias que todas <strong>la</strong>s<br />

noches después de hacer el cambio de turno lo<br />

acompañaban a su casa. Lo acompañaban a él.<br />

Hasta <strong>la</strong> misma puerta de su casa. A aquel hijo<br />

de puta a quien un día hace mucho tiempo le<br />

salvó <strong>la</strong> vida y del que jamás obtuvo su perdón<br />

por ello, por presenciar cómo <strong>la</strong>mía <strong>la</strong>s botas de<br />

aquel borracho implorando por <strong>la</strong> vida que le<br />

amenazaban reventar con una ba<strong>la</strong> en los sesos.<br />

Por ver cómo se cagaba en los pantalones al oír<br />

como el percutor de <strong>la</strong> pisto<strong>la</strong> hacía clic en <strong>la</strong><br />

recámara vacía y el borracho reía mientras<br />

profería toda c<strong>la</strong>se de insultos contra <strong>la</strong> puta<br />

madre que lo parió y contra dios. Por ser quien<br />

impidió a aquel beodo poner una nueva ba<strong>la</strong> en<br />

<strong>la</strong> pisto<strong>la</strong> a cambio de media botel<strong>la</strong> de vino.<br />

Por ayudarle a levantarse y devolverlo a <strong>la</strong><br />

cárcel donde estaba retenido de donde lo<br />

sacaron para tal vez matarlo. Por animarle con<br />

aquel<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras, “animo compatriota, esto es<br />

solo <strong>la</strong> guerra”. Se equivocó en dos cosas, <strong>la</strong><br />

guerra, y más entre hermanos, no es solo <strong>la</strong><br />

guerra y en dejar vivo a una rata. Las ratas hay<br />

que matar<strong>la</strong>s cuando se puede. Nunca dijo a


nadie nada sobre ello cuando regresó en el<br />

bando de los perdedores al pueblo. Nunca trató<br />

de hacer valer ante Ramón cuando se convirtió<br />

en inspector de policía ese secreto que los unía.<br />

Solo su Filomena reconocía exactamente lo que<br />

expresaban sus ojos cuando aquel a quien salvó<br />

de una muerte terrible le hacía alguna visita para<br />

cobrarle gabe<strong>la</strong>s o lo acusaba de naderías y le<br />

zurraba una paliza. Solo el<strong>la</strong> observaba como el<br />

odio le crecía lentamente y corroía el resto de <strong>la</strong><br />

inocencia que pudo conservar durante <strong>la</strong> guerra<br />

y que le permitió sobrevivir. Veinte años así,<br />

desde que Ramón retornó al pueblo en el bando<br />

de los vencedores y lo primero que hizo fue<br />

facilitar su nombre para que lo fusi<strong>la</strong>ran. Se<br />

libró de pura chiripa, porque no todos acabaron<br />

locos tras aquel<strong>la</strong> cruenta lucha, porque había<br />

gente con fe en el futuro como única arma para<br />

sobrevivir.<br />

La puerta anunció su apertura con el chirrido<br />

oxidado de los goznes al girar y le despabiló <strong>la</strong><br />

soñarrera cansina en <strong>la</strong> que había caído. Se<br />

estiró todo lo que pudo sobre <strong>la</strong> corteza de <strong>la</strong><br />

vieja encina escondiendo su cuerpo en <strong>la</strong><br />

sombra y aguardó con el puño prieto en torno a<br />

su navaja. Haciéndose daño en los nudillos para<br />

no perder concentración. Ramón siempre hacía<br />

idéntico recorrido a través de <strong>la</strong> <strong>oscura</strong> glorieta<br />

cuando acababa el trabajo diario y siempre<br />

torcía a <strong>la</strong> misma altura para llegar a un pequeño<br />

arbusto detrás del cual se refugiaba fuera de <strong>la</strong><br />

vista de los alguaciles, quienes le aguardaban<br />

fumando un pitillo, para cagar. De todos era<br />

conocida esa afición suya a cagar en mitad de <strong>la</strong><br />

noche en mitad de <strong>la</strong> glorieta. Todos conocían<br />

aquel lugar como <strong>la</strong> letrina de Ramón. La<br />

elección de aquel<strong>la</strong> encina cerca de <strong>la</strong> letrina no<br />

fue fruto del azar como tampoco que su<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

5<br />

hermano lo localizara tan pronto. Observó cómo<br />

se bajaba los pantalones y se agazapaba y cómo<br />

bril<strong>la</strong>ba <strong>la</strong> b<strong>la</strong>nca piel de <strong>la</strong>s nalgas con <strong>la</strong> luz de<br />

<strong>la</strong> luna. Ramón se tiró un par de pedos tras los<br />

cuales se oyeron <strong>la</strong>s sofocadas risas de los<br />

guardias. Hijos de puta les obsequió antes de<br />

conseguir tras ímprobo esfuerzo descargar. Se<br />

levantó tras acabar y se subió los calzones sin<br />

limpiarse. El otro abandonó su escondite y se<br />

acercó lentamente a él mientras pensaba que<br />

encima de mal parido era un soberano guarral.<br />

Le llegó el olor de <strong>la</strong> mierda de Ramón, el<br />

mismo olor ya olvidado de aquel lejano día,<br />

mientras lo cogía de <strong>la</strong> garganta para que no<br />

gritase y le torcía <strong>la</strong> cabeza para que le fuera<br />

dado el contemp<strong>la</strong>r a quien pertenecía el brazo<br />

ejecutor. Levantó el brazo y lo soltó. Rápido,<br />

cegador, fácil. Escuchó cómo el corazón se<br />

rompía al paso del filo de <strong>la</strong> navaja. Lo dejó<br />

caer y sacó del bolsillo de su chaqueta <strong>la</strong> ba<strong>la</strong><br />

que compró por media botel<strong>la</strong> de vino y <strong>la</strong><br />

colocó dentro del destrozado órgano. Vio cómo<br />

los guardias habían comenzado a aproximarse al<br />

no obtener respuesta a <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>madas que hacían<br />

al inspector y reflexionó un segundo sobre su<br />

siguiente paso. Se encontró demasiado viejo y<br />

fatigado para huir y se sentó a esperarles, tal vez<br />

con suerte lo mataran allí mismo.<br />

Los guardias abrieron los ojos espantados ante<br />

el espectáculo y como autómatas b<strong>la</strong>ndieron los<br />

fusiles hacia de<strong>la</strong>nte buscando aterrados algo<br />

sobre lo que disparar. Encontraron a Julián<br />

sentado mirándoles, <strong>la</strong> luna iluminando a los<br />

tres, el muerto en penumbra sobre sus<br />

excrementos. Lo reconocieron y bajaron <strong>la</strong>s<br />

armas, se miraron un segundo y uno de ellos<br />

preguntó inseguro, “¿qué hacemos?


CREACIÓN LITERARIA<br />

Hay heridas que no acaban de cicatrizarse<br />

nunca, ¿sabe usted?, heridas tercas que se<br />

resisten a cualquier medicina, al cambio de <strong>la</strong>s<br />

estaciones, al perfume embriagador del ajenjo o<br />

del ci<strong>la</strong>ntro, al embrujo de un bolero, a los<br />

caprichos del amor, a <strong>la</strong>s mudanzas de casa, de<br />

auto, de país, de continente, incluso a los efectos<br />

narcotizantes del alcohol (aunque hay una<br />

bebida que <strong>la</strong>s alivia mucho, directora, el ron, el<br />

ron Arecha, yo lo sé, me ha acompañado<br />

mucho, me ha conso<strong>la</strong>do mucho, pero <strong>la</strong><br />

infección, ya digo, no termina de curar, es terca<br />

como un niño caprichoso). Si usted lo dice,<br />

doña Sara, será así, usted debe de saber mucho<br />

de ese tipo de dolencias, por <strong>la</strong> edad más que<br />

nada (usted sabrá perdonarme) pero mi deber es<br />

intentar sanar<strong>la</strong>, o al menos procurar paliar esos<br />

dolores, y aquí tenemos muy prohibido el<br />

alcohol, no es cosa mía, de veras que lo siento.<br />

El<strong>la</strong>, doña Sara, llegó a <strong>la</strong> residencia en sil<strong>la</strong> de<br />

ruedas, f<strong>la</strong>quita, amojamada, el mentón pegado<br />

al pecho, <strong>la</strong>s manos sarmentosas siempre<br />

entre<strong>la</strong>zadas como si estuviera rezando. Ningún<br />

familiar, caso de que lo tuviera, acudió a<br />

recibir<strong>la</strong>. El<strong>la</strong> tampoco preguntó por nadie; se<br />

dejó hacer, se dejó llevar dócilmente en un<br />

principio. Únicamente pidió a <strong>la</strong>s asistentas ron,<br />

una copita de ron, Arecha si es posible, es <strong>la</strong><br />

costumbre, ¿sabe usted? El<strong>la</strong>s intercambiaron<br />

miradas de complicidad y se rieron. Qué cosas<br />

tiene usted, señora, menudas ocurrencias, ande,<br />

ande, un buen vasito de agua fresca y a dormir,<br />

que es lo que usted necesita.<br />

Desde el primer momento, aquel<strong>la</strong> anciana de<br />

pelo canoso recogido en moño y piel<br />

apergaminada por el sol del Caribe me pareció<br />

un caracol, un caracol de p<strong>la</strong>ya desvalido, un<br />

caracol minúsculo y desnortado, un caracol<br />

triste que sólo se atrevía a sacar su menuda<br />

cabecita del caparazón que <strong>la</strong> protegía del<br />

mundo hostil para suplicar un traguito, un<br />

traguito de ron, señora, ande, sea usted buena,<br />

que el<strong>la</strong>s no conocen, se me bur<strong>la</strong>n… o para<br />

defenderse de los presuntos agravios que recibía<br />

por parte del servicio: Allá me decían La<br />

Gallega, ¿sabe usted?, aquí todos me l<strong>la</strong>man La<br />

Cubana, ¿quieren volverme loca ustedes?, vino<br />

a mi despacho a protestar un día porque <strong>la</strong>s<br />

cuidadoras se dirigían a el<strong>la</strong>, doña Sara Pérez<br />

Becedas, por ese patronímico, La Cubana, que<br />

el<strong>la</strong> sentía ahora como una afrenta, como una<br />

falta de consideración a su nuevo estatus. ¡Yo<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

NI EN LOS SUEÑOS<br />

6<br />

Ángel González Puga<br />

soy españo<strong>la</strong>, ¿sabe usted?, como <strong>la</strong> que más,<br />

por eso estoy aquí, carajo, y si no que se lo<br />

pregunten al señor cónsul, él les informará, él<br />

sabe! - me espetó con tono enérgico y voz<br />

ronca, casi cavernosa (pero sin levantar nunca<br />

<strong>la</strong> vista del suelo) doña Sara, <strong>la</strong> octogenaria y<br />

corajuda cubanita.<br />

C<strong>la</strong>ro que era españo<strong>la</strong> doña Sara, castel<strong>la</strong>na<br />

vieja por más señas, cómo no iba a serlo con<br />

aquel temperamento, con aquel<strong>la</strong> forzada<br />

resignación de quien se siente desbordada y<br />

vencida por el empuje de los años, por <strong>la</strong>s<br />

tormentas de una vida inclemente, pero se<br />

resiste a dar su brazo a torcer hasta el último<br />

minuto, hasta el último aliento, faltaría más,<br />

genio y figura, castel<strong>la</strong>na de pura cepa; por eso<br />

había llegado a <strong>la</strong> residencia una tarde canicu<strong>la</strong>r<br />

de agosto, aunque ningún familiar saliera a<br />

recibir<strong>la</strong>, aunque el<strong>la</strong> no preguntara por nadie,<br />

porque había nacido allí, en aquel pueblo, como<br />

los otros residentes, por eso <strong>la</strong> diputación<br />

provincial <strong>la</strong> había rescatado de Guarda<strong>la</strong>vaca<br />

(Cuba) en una de sus operaciones<br />

propagandístico-humanitarias , por eso el<br />

Estado le había proporcionado <strong>la</strong>s ayudas<br />

asistenciales previstas en <strong>la</strong> Constitución,<br />

¿cómo iba a estar si no aquí La Cubana, a ver?,<br />

pero no, eso no está previsto, señora, el ron no<br />

entra en <strong>la</strong> dieta de los residentes, doña Sara,<br />

mire usted que lo siento, no me insista, por<br />

favor, pídame cualquier otra cosa y trataré de<br />

comp<strong>la</strong>cer<strong>la</strong> con mucho gusto, pero esa no, se<br />

lo ruego.<br />

¿Y por fuera? Yo le entrego los pesos que fuere<br />

menester, directora, y algunos más para usted, si<br />

me lo admite, a mí ahora me sobran, yo para<br />

qué los quiero, quedará entre nosotras, le doy mi<br />

pa<strong>la</strong>bra. ¿Cómo…? ¡Ah, ya! Por fuera…No,<br />

doña Sara, esto no es Cuba, aquí no hay<br />

mercado ilegal…bueno, al menos como allá,<br />

entiéndame, usted ahora es españo<strong>la</strong> a todos los<br />

efectos, un caldito, mejor un caldito, doña Sara,<br />

olvídese del ron, y guárdese sus pesos para<br />

algún caprichito, no se lo tome a mal, ande, una<br />

sopita <strong>la</strong> pondrá a tono mejor, mucho mejor que<br />

el ron. Y <strong>la</strong> viejecita apretaba los dientes y<br />

entre<strong>la</strong>zaba con más fuerza sus manos para<br />

contener una rabia y unas lágrimas que sólo <strong>la</strong><br />

impotencia refrenaba. ¿Por qué no podía el<strong>la</strong><br />

tomarse su copita de ron como había hecho<br />

siempre, carajo, qué problema había?


Españo<strong>la</strong>…Desde 1936 (entonces contaba el<strong>la</strong><br />

ocho años) no había pisado tierra españo<strong>la</strong> doña<br />

Sara. Su informe lo decía. ¿Cómo habría ido a<br />

parar tan lejos? La guerra, c<strong>la</strong>ro, el viento<br />

maldito de <strong>la</strong> guerra <strong>la</strong> fue arrastrando de un<br />

<strong>la</strong>do para otro como a una hoja huérfana, como<br />

a un trapito abandonado en <strong>la</strong> calle, seguro,<br />

aunque no me lo dijo el<strong>la</strong>, no, el<strong>la</strong> no hab<strong>la</strong>ba de<br />

esas cosas, ya no le interesaban, parecía, sólo le<br />

interesaba el ron, Arecha si puede ser, directora,<br />

es bueno, es el que tomo siempre, tengo <strong>la</strong><br />

costumbre y no me hace mal, se lo prometo.<br />

Pero yo hice mis averiguaciones.<br />

No tenía familia en el pueblo, me aseguró el<br />

secretario del ayuntamiento, al menos familia<br />

cercana. Por eso nadie se aproximó al autobús<br />

aquel<strong>la</strong> tarde para interesarse por el<strong>la</strong>, por eso<br />

el<strong>la</strong> no preguntó tampoco por ninguno. Pero <strong>la</strong><br />

noticia del regreso de <strong>la</strong> vieja Cubana corrió<br />

como <strong>la</strong> pólvora por <strong>la</strong>s otras residencias de<br />

ancianos, por <strong>la</strong>s so<strong>la</strong>nas, por los bares, por <strong>la</strong>s<br />

bodegas, por <strong>la</strong>s casas, y al fin algo se supo de<br />

aquel<strong>la</strong> misteriosa aparecida: siempre hay<br />

alguien que conoció, que oyó, gente a <strong>la</strong> que le<br />

contaron alguna vez historias, sucedidos.<br />

He consultado al doctor, doña Sara, y no, el ron<br />

no es una bebida medicinal como usted dice,<br />

aunque puede que sí, que alegre el alma, que<br />

aleje <strong>la</strong> me<strong>la</strong>ncolía, que espante <strong>la</strong>s te<strong>la</strong>rañas de<br />

<strong>la</strong> tristeza, que disipe los malos humores, que<br />

ayude a distraer los pensamientos, pero no cura<br />

<strong>la</strong> gripe, no es bueno para <strong>la</strong> circu<strong>la</strong>ción, usted<br />

está equivocada, doña Sara, <strong>la</strong> han informado<br />

mal, esa bebida no es nada recomendable para<br />

usted, debe creerme.<br />

Y yo <strong>la</strong> veía consumirse a <strong>la</strong> viejecita cada<br />

tarde, cada vez más comprimida en sus magras<br />

carnes de jilguerillo enjau<strong>la</strong>do, mirando de<br />

través por <strong>la</strong> ventana de <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> de estar hacia un<br />

horizonte indefinido mientras los otros ancianos<br />

seguían los programas de televisión, jugaban a<br />

<strong>la</strong>s cartas, dormitaban, o hacían <strong>la</strong>s tres cosas a<br />

<strong>la</strong> vez (tal vez ninguna). ¿En qué pensaba el<strong>la</strong>,<br />

qué recuerdos pob<strong>la</strong>rían su cabecita gacha, sus<br />

prolongados silencios? Desde allí no se veían<br />

mares de ensueño ni engañosos valles ni épicas<br />

montañas como en el oriente de su is<strong>la</strong> lejana ni<br />

se oían los cantos de cotorras o guacamayos en<br />

los patios ni se olía el viento perfumado de<br />

sal… no, allí solo se oían los chirridos<br />

estridentes de <strong>la</strong>s cigarras al atardecer, a veces a<br />

algún perro callejero y abandonado, con suerte a<br />

algún mirlo risueño persiguiendo una sombra, y<br />

sólo se veían <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>nuras interminables de <strong>la</strong><br />

Tierra de Campos, de los campos de tierra que<br />

dijera el poeta, los rastrojos amarillentos, los<br />

cielos viudos de nubes…<br />

¿Habría estado casada La Cubana? El informe<br />

aseguraba que sí, que incluso tenía una hija de<br />

<strong>la</strong> que no había noticia, tampoco del marido.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

7<br />

Mire, doña Sara, vamos a hacer un trato, no<br />

piense usted más en regresar, me han llegado<br />

rumores, aquí se sabe todo, alegre esa cara, he<br />

comprado una botellita de ron, pásese usted por<br />

mi despacho y hab<strong>la</strong>mos, hab<strong>la</strong>mos despacito, y<br />

que esto quede entre nosotras como me dijo<br />

usted, ¿de acuerdo? Y fue entonces cuando vi<br />

por primera vez un amago de sonrisa en aquel<strong>la</strong><br />

cara de arrugas como surcos, un intento<br />

imposible de mirar hacia arriba para<br />

agradecerme el gesto con los ojos, <strong>la</strong> primera<br />

vez que separó sus manos instintivamente para<br />

buscar <strong>la</strong>s mías…<br />

Y a partir de entonces cada tarde, a <strong>la</strong>s seis,<br />

doña Sara entraba puntual en mi despacho con<br />

el mismo saludo: ¿p<strong>la</strong>ticamos un poco,<br />

directora? Y yo le preparaba su copita (diez por<br />

ciento de ron, noventa de agua fría, ese había<br />

sido el trato) y p<strong>la</strong>ticábamos. Yo no soy una<br />

ja<strong>la</strong>da como dicen, directora, el ron cicatriza <strong>la</strong>s<br />

heridas, ¿sabe usted?, es solo eso.<br />

Era verdad, sí, era verdad lo que rumoreaba <strong>la</strong><br />

gente del pueblo, y el<strong>la</strong> me lo confirmó una de<br />

aquel<strong>la</strong>s tardes, cuando el recelo y los silencios<br />

de los primeros días dejaron paso a <strong>la</strong>s<br />

confidencias espaciadas y a <strong>la</strong>s torrenteras de <strong>la</strong><br />

añoranza reprimida: habían sido tres los<br />

hermanos que nacieron allí, en el pueblo, dos<br />

varones y el<strong>la</strong>, y a sus padres los fusi<strong>la</strong>ron, sí, a<br />

los dos juntos, en <strong>la</strong>s tapias del cementerio,<br />

como a otros, en una noche <strong>oscura</strong> y fría de un<br />

noviembre lejano, de eso todavía se acordaba,<br />

cómo olvidar. ¿Sabe, directora? No es lo mismo<br />

con agua, parece caldo de chícharo, pero es<br />

mejor que nada, ¿eh?, je, je, je, ¿no me<br />

acompaña usted? Y lo que <strong>la</strong> gente no sabía y <strong>la</strong><br />

viejecita me confesó en susurros al abrigo de <strong>la</strong><br />

amistad cómplice y al empuje del ron dosificado<br />

era que podían haber sido cuatro hermanos al<br />

menos, sí, cuatro, porque aquellos salvajes le<br />

fusi<strong>la</strong>ron a <strong>la</strong> mamacita preñada de ocho meses,<br />

qué barbaridad, de eso sí se acordaba, pero de<br />

los portugueses no, no quería acordarse, de eso<br />

no me pregunte, directora, ¿otra copita? No se<br />

enterará nadie, se lo juro, pero esta vez de<br />

Arecha, si es posible. No, de los hermanos<br />

nunca supo, estarían ya muertos, quién sabe, y<br />

tampoco, tampoco habían regresado al pueblo<br />

jamás, se los tragó <strong>la</strong> tierra, el tiempo los iría<br />

devorando, como a el<strong>la</strong> el mar, así es <strong>la</strong> vida. El<br />

Arecha no se vende por aquí, doña Sara, ya se lo<br />

he dicho, pero este ron también es cubano, ¿no<br />

le gusta? Mañana otra copita, pero hoy ya no<br />

más, ese fue el trato.<br />

La vieja administraba sus historias cada tarde<br />

como yo el ron rebajado con que <strong>la</strong> obsequiaba<br />

a escondidas: tenían que durar, el<strong>la</strong> lo sabía, <strong>la</strong>s<br />

historias y el ron, por eso remoloneaba, o tal vez<br />

no, quizá no quería recordar (¿quiénes serían<br />

aquellos portugueses?), a fin de cuentas no


debía de haber sido una vida muy p<strong>la</strong>centera <strong>la</strong><br />

suya, de esas de atrapar fugazmente en lo<br />

álbumes para presumir en alguna ocasión<br />

de<strong>la</strong>nte de los otros ¿quiénes? o para regodearse<br />

en soledad con <strong>la</strong> añoranza de lo vivido, de los<br />

tiempos felices ¿por qué no? y yo tampoco <strong>la</strong><br />

obligaba, tenía que tomarse su tiempo, era muy<br />

dueña.<br />

Desde que bebía su copita de ron al atardecer se<br />

notaba a doña Sara menos triste, incluso algo<br />

más comunicativa con <strong>la</strong>s otras pensionistas,<br />

que querían saber demasiado, que preguntaban<br />

más de lo debido, ¿sabe usted?, y yo no quiero<br />

ir contando por ahí mi vida, qué le importará a<br />

nadie, so<strong>la</strong>mente he vuelto para esperar <strong>la</strong><br />

muerte, y porque me dijeron que aquí no tendría<br />

que andar por <strong>la</strong>s calles vendiendo dulcecitos y<br />

periódicos sin poder, porque familia no me<br />

quedaba ya allá, los perdí a todos, y así es duro,<br />

¿qué dice usted?, si aún es una moza, ande,<br />

ande, no piense en <strong>la</strong> muerte, que aún le queda<br />

mucha guerra que dar en estas tierras, que son<br />

<strong>la</strong>s suyas, no piense más en eso, aunque a lo<br />

mejor me he equivocado, tenía que haberme<br />

quedado allá, <strong>la</strong> soledad es igual de perra en<br />

todas partes, ¿no le parece, directora?<br />

Me parece, me parece, yo les diré que no <strong>la</strong><br />

vuelvan a l<strong>la</strong>mar tampoco Chavelita, estas<br />

limpiadoras son un poco desvergonzadas,<br />

discúlpe<strong>la</strong>s usted, doña Sara, no tienen<br />

educación. Se creen que no sé, pero sí, yo<br />

también sé que <strong>la</strong> Vargas se emborrachaba,<br />

como yo después de mi divorcio, para olvidar,<br />

pero ya no, directora, usted lo sabe, sólo una<br />

copita aguada, nada más, para no acordarme de<br />

los portugueses, porque de mi marido hace<br />

muchos años que no sé, ni me importa, y mi hija<br />

se marchó a Santiago y ya nunca más supe, son<br />

cosas del destino, que es muy traicionero, como<br />

el mar.<br />

¿Por qué Cuba? Yo sé que en esos años negros<br />

embarcaron a muchos niños hacia Bélgica, hacia<br />

Méjico, hacia Rusia… ¿Por qué fue usted a<br />

Cuba, doña Sara, si no es mucho atrevimiento?<br />

Y La Cubana cerró los ojos por toda respuesta,<br />

tal vez el ron, tal vez el sueño, <strong>la</strong> memoria<br />

quizá. Se me queda dormida en su sillita, pensé,<br />

hoy no le ha sentado bien su copa. Pero no.<br />

Yo tenía un tío en Cienfuegos, ¿sabe usted? Se<br />

había ido del pueblo por espantar el hambre<br />

antes de que sucediera aquello, sí, algunos años<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

8<br />

antes de <strong>la</strong> guerra (otros se marchaban a <strong>la</strong><br />

Argentina, yo lo sé). Y no le fue mal, lo contaba<br />

en <strong>la</strong>s cartas. Por eso me mandaron allá a mí, a<br />

<strong>la</strong> niña, él se encargaría, él tenía posibles, los<br />

niños se valdrían de una u otra forma aquí, eran<br />

maneras de pensar entonces. Y allí estaba<br />

cuando llegué, y me recibió bien, me crió como<br />

a una hija. Pero nunca le conté lo del barco, lo<br />

de <strong>la</strong> tripu<strong>la</strong>ción portuguesa, lo de aquel<strong>la</strong> noche<br />

interminable de travesía y de horror, ni a él ni a<br />

mi marido después, ni a mi hija, ni a nadie,<br />

¿sabe?, por vergüenza, nomás, ni a ellos ni a<br />

nadie, ¿sabe usted?, sí, ya sé, ahora ya sé que<br />

hice mal en cal<strong>la</strong>rme, en no denunciar para que<br />

los castigaran, pero tenía sólo ocho años, y eran<br />

otros tiempos, directora, malos tiempos, y el<br />

miedo, tenía mucho miedo, un mar de miedos<br />

siempre rondando a mi alrededor, una vida de<br />

miedos, y después, cuando grande, me asaltaba<br />

el recuerdo, no me dejaba vivir el recuerdo, me<br />

vio<strong>la</strong>ban una y otra vez los recuerdos, sólo el<br />

ron era capaz de anestesiarme <strong>la</strong> memoria, solo<br />

el traguito era capaz de apaciguar el recuerdo de<br />

aquel<strong>la</strong> noche negra como mi vida, sólo el ron<br />

me servía para cicatrizar <strong>la</strong>s heridas por un rato,<br />

directora, solo el ron, aunque después se<br />

abrieran otra vez, porque hay heridas que no<br />

acaban de cicatrizar nunca, directora, ¿sabe<br />

usted?<br />

Y <strong>la</strong> viejecita volvió a cerrar los ojos y a cal<strong>la</strong>r,<br />

y esta vez sí, esta vez se durmió aliviada, quién<br />

sabe, por aquel<strong>la</strong>s confidencias, o tal vez por <strong>la</strong><br />

copita rebajada de ron, o por el peso horrendo e<br />

imborrable de <strong>la</strong> memoria sumergida...<br />

Le eché para atrás el respaldo de <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> de<br />

ruedas y le puse un cojín para que reposara su<br />

cabeza vencida. Y permanecí allí, sentada frente<br />

a el<strong>la</strong>, viendo cómo apretaba sus manos<br />

sarmentosas, cómo gritaba a intervalos con voz<br />

ronca y cavernosa, cómo intentaba vanamente<br />

despegar el mentón de su pecho agitado, cómo<br />

temb<strong>la</strong>ba su f<strong>la</strong>co cuerpo amojamado en <strong>la</strong><br />

misma sil<strong>la</strong> de ruedas en que llegó a <strong>la</strong><br />

residencia aquel<strong>la</strong> tarde de agosto sin más<br />

compañía que los malos recuerdos y sin más<br />

apetencias que <strong>la</strong> muerte y una copita de ron<br />

para amortiguar <strong>la</strong> espera.<br />

Sí, ya lo sé, ahora ya lo sé, doña Sara, hay<br />

heridas que no acaban de cicatrizar nunca… ni<br />

en los sueños.


CREACIÓN LITERARIA - POESÍA<br />

Después de ti<br />

Si después de mirarme fijamente a los ojos<br />

ves que no existen sombras de mi vida pasada,<br />

que murió <strong>la</strong> ilusión, que ya no queda nada,<br />

que mataste <strong>la</strong> dicha con tus crueles antojos.<br />

Si después de tocar con tus manos <strong>la</strong>s mías<br />

notas que ya mi piel dejó de ser sensible,<br />

que hasta el dolor más cruel no pudo ser posible<br />

y resba<strong>la</strong>n <strong>la</strong>s penas de estas manos tan frías.<br />

Si después de que sientas mi pesar como tuyo,<br />

sepas lo que es sufrir amor en soledad,<br />

que tu cruz no fue tanta, que te di libertad,<br />

que lo que era tristeza es so<strong>la</strong>mente orgullo.<br />

Si después de que digan tus <strong>la</strong>bios un te quiero,<br />

no me tiemble <strong>la</strong> boca al pronunciar tu nombre<br />

y agaches <strong>la</strong> cabeza y no te sientas hombre,<br />

y veas c<strong>la</strong>ramente que no eres lo que espero.<br />

Si ves que ya no hay vida en este cuerpo inerte,<br />

que dejé de quererte, que no tengo esperanza,<br />

que a favor del olvido se inclinó <strong>la</strong> ba<strong>la</strong>nza,<br />

ya no esperes mi<strong>la</strong>gros, sólo aguardo <strong>la</strong> muerte.<br />

Día tras día<br />

Vivir día tras día <strong>la</strong> rutina,<br />

<strong>la</strong> espera sin espera del mañana,<br />

que agrieta más <strong>la</strong> herida que no sana<br />

y alqui<strong>la</strong> <strong>la</strong> tristeza en una esquina.<br />

El conjuro del sueño se termina,<br />

<strong>la</strong> pena entre <strong>la</strong>s rocas se enga<strong>la</strong>na,<br />

y a salvo en una is<strong>la</strong>, <strong>la</strong> desgana,<br />

impone cruel su firme disciplina.<br />

Morir noche tras noche de demoras<br />

que inyectan en <strong>la</strong> piel esa inclemencia<br />

del ritmo inquebrantable de <strong>la</strong>s horas.<br />

Sentir de tanto en tanto, que en ocasos,<br />

me espera en tu regazo <strong>la</strong> paciencia,<br />

amiga infatigable de mis pasos.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

9<br />

Por creer<br />

Rosario Ramírez García-Calvillo<br />

Por unir a mi voz tu voz de p<strong>la</strong>ta,<br />

y saber que, aunque so<strong>la</strong>, estoy contigo,<br />

por beber de tus <strong>la</strong>bios, cual mendigo,<br />

los besos que me hicieron ser ingrata.<br />

Por fingir el reloj, que inexorable,<br />

paso a paso me da tu lejanía,<br />

al saber que tu amor es cobardía<br />

y tu cara es <strong>la</strong> cara del culpable.<br />

Por amar cuando el viento es solo frío<br />

y el calor de <strong>la</strong> dicha fugaz sueño,<br />

por querer ver el mar, sin más empeño,<br />

que llenar este hueco tan vacío.<br />

Por ser <strong>la</strong> frágil l<strong>la</strong>ma que perdura<br />

al roce de tu aliento con el mío,<br />

no creas, a <strong>la</strong>s puertas del hastío,<br />

que ya tu amor con otro amor se cura.<br />

La historia musa<br />

Es <strong>la</strong> historia incompleta de una vida<br />

por los vastos caminos del olvido,<br />

tan sensible a ese l<strong>la</strong>nto conmovido<br />

que perdió <strong>la</strong> esperanza y <strong>la</strong> partida.<br />

Es <strong>la</strong> historia de un beso consumido<br />

por los vientos feroces de tristeza,<br />

cuando el frío se viste de tibieza<br />

y <strong>la</strong> voz del amor es sólo ruido.<br />

Es <strong>la</strong> historia de un sueño y su simpleza<br />

que jamás pretendió ser otra cosa<br />

que aquel leve vo<strong>la</strong>r de mariposa<br />

en un mundo manchado de crudeza.<br />

Es <strong>la</strong> historia del ser y su pureza,<br />

de un castigo que impone <strong>la</strong> conciencia,<br />

de unas manos vacías, sin paciencia,<br />

y un reloj que se para sin motivos.<br />

Una historia de amor sin adjetivos,<br />

y un dolor que no duele en apariencia.


CREACIÓN LITERARIA<br />

Mi nombre es Doña Inés Díaz de Guzmán, mi<br />

padre era (Dios lo tenga en su gloria, pues a mí<br />

nadie sabe lo que me espera…) un poderoso<br />

acauda<strong>la</strong>do de <strong>la</strong>s tierras de Castil<strong>la</strong> en tiempos<br />

del reinado de Isabel y Fernando. No escribo<br />

esto para que lo lean mis coetáneos, sino más<br />

bien para que futuras sociedades, más<br />

iluminadas y menos anc<strong>la</strong>das en el <strong>oscura</strong>ntismo<br />

imperante en este momento, tengan a bien<br />

juzgarme con <strong>la</strong> mayor objetividad que les sea<br />

posible y les permita su conciencia.<br />

Mi padre siempre fue persona ade<strong>la</strong>ntada a su<br />

época, y deseaba fervorosamente que su única<br />

hija, aunque no gozara de los privilegios de que<br />

disponen los varones -pues éstos son bendecidos<br />

en el mismo momento de su nacimiento con<br />

ventajas con <strong>la</strong>s que nosotras no podemos ni<br />

soñar siquiera- tuviese una educación que nada<br />

habría de envidiar a <strong>la</strong> de los mismos<br />

marqueses. Como he mencionado<br />

anteriormente, mi padre, bendito sea, poseía<br />

cierta fortuna, no heredada, sino amasada como<br />

comerciante, y no dudó en gastar un séptimo de<br />

ésta (según leería con posterioridad en su diario)<br />

en dedicar<strong>la</strong> a <strong>la</strong> formación cultural de su única<br />

descendiente. Para ello contrató a una institutriz<br />

recién llegada de Francia, que me habría de<br />

enseñar francés, y un preceptor que debía<br />

iniciarme en <strong>la</strong> música y otras artes, además de<br />

en los números.<br />

Mi infancia y juventud pasaron felices, porque<br />

aunque no recordaba a mi madre -pues murió<br />

cuando yo aún no contaba con uso de razón- mi<br />

padre se esforzaba en que no me faltara de nada,<br />

desde el punto de vista material e intelectual. De<br />

manera que a casa acudían poetas, músicos,<br />

arquitectos a debatir los mismos temas (segura<br />

estoy de ello) que se trataban en pa<strong>la</strong>cio en esos<br />

días.<br />

Como corresponde a una mujer de mi posición,<br />

cuando no era más que una niña (16 años) el<br />

hijo de otro poderoso comerciante de <strong>la</strong> ciudad<br />

vino a cortejarme. El padre de éste era el mayor<br />

rival de mi padre en cuestiones de compra y<br />

venta, por lo que contrariamente a lo que yo<br />

había podido pensar en un principio, a mi padre<br />

<strong>la</strong> idea le hizo inmensamente feliz, pues<br />

comprendió que con <strong>la</strong> unión de los vástagos se<br />

acabarían <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s tretas en el negocio, y<br />

aceptó de buen grado <strong>la</strong> petición de matrimonio<br />

de Don Joaquín Ferraz. El mozo era alto y bien<br />

parecido, de manera que no me costó trabajo<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

ÍNCUBO<br />

10<br />

Pau<strong>la</strong> Martín-Moreno Romero<br />

acostumbrarme a él en el p<strong>la</strong>no físico. Su<br />

conversación, por otra parte, era más bien<br />

mediocre, pero yo me prometí a mí misma que<br />

una vez los dos viviéramos en el mismo hogar<br />

podría hacer que ciertas nove<strong>la</strong>s y tratados le<br />

sedujeran, y así poder hab<strong>la</strong>r, no sólo de<br />

negocios y de los dimes y diretes de <strong>la</strong> zona.<br />

Los desposorios tuvieron lugar un 15 de Marzo,<br />

y mi condición cambió en <strong>la</strong> medida en que dejé<br />

de ser una propiedad de mi padre (aunque éste<br />

nunca me hizo sentir como tal) para ser<strong>la</strong> de mi<br />

esposo. Nos insta<strong>la</strong>mos en un austero pa<strong>la</strong>cete<br />

de nuestra ciudad que mi suegro nos había<br />

ofrecido como presente por nuestra alianza<br />

matrimonial.<br />

Al principio, me desilusionaba con frecuencia,<br />

pues tenía que acostumbrarme a una vida<br />

distinta a <strong>la</strong> que había tenido en casa de mi<br />

padre: ya no había institutrices, ni libros con<br />

ideas modernas -pues a mi consorte no le<br />

parecían apropiados para una “dama”-, ni<br />

tampoco pensadores que vinieran a cenar y a<br />

compartir sus puntos de vista con nosotros. Mi<br />

idea de forjarlo de otra manera, más abierta,<br />

había fracasado. Después de un año de<br />

convivencia nació un niño: Diego. Y fue con<br />

Diego que mi vida volvió a tener algo de luz.<br />

Tenía <strong>la</strong> cara de su padre, que, como he dicho<br />

antes, es bien parecido. Pero su interior es mío,<br />

tiene <strong>la</strong>s mismas inquietudes y anhelos que su<br />

madre. Le gusta preguntar por <strong>la</strong> causa de todo<br />

y experimentar sin descanso. Confío en que<br />

sabrá alimentar ese espíritu despierto con que<br />

nuestro Señor le ha bendecido. Por mi parte,<br />

después de mucho pleitear con mi esposo<br />

conseguí que accediera a contratar una<br />

institutriz para una educación completa. Mi<br />

dicha en estos momentos era infinita, pues<br />

disfrutaba de los ade<strong>la</strong>ntos de mi hijo <strong>la</strong>s<br />

veinticuatro horas, y su vivez, su cara de ojos<br />

negros inquietos me conquistó de tal manera<br />

que cuando miraba <strong>la</strong> de su padre (tan parecida<br />

a <strong>la</strong> de Diego) veía una belleza que antes no era<br />

capaz de reconocer. No es que Joaquín hubiese<br />

cambiado, es que Diego me hacía verlo de otro<br />

modo. Además, mi hijo adoraba a su padre, y el<br />

padre al hijo, y a mí me gustaba observar (no sin<br />

cierta dosis de celos) cómo el niño abrazaba a<br />

Joaquín cuando éste llegaba de vuelta a <strong>la</strong> noche<br />

y le asía un mechón de pelo de manera cariñosa,<br />

no soltándolo hasta que transcurría cuestión de


media hora; siempre supuse que para que su<br />

padre no se ausentase de nuevo.<br />

Pues sí, me invadió un sentimiento, que si <strong>la</strong>s<br />

nove<strong>la</strong>s no mienten, se denomina amor, y mi<br />

vida estaba completa, hasta que hace un año mi<br />

padre murió de tuberculosis. Debido a <strong>la</strong><br />

estrecha re<strong>la</strong>ción que nos unía, pues nunca se<br />

había limitado a mantenerme y vestirme, como<br />

otros progenitores hacen, sino que actuaba para<br />

mí de maestro, confidente y consejero, yo me<br />

sumí en un estado de semiinconsciencia durante<br />

meses, en un intento de no reconocer este triste<br />

acontecimiento. Ni siquiera <strong>la</strong>s caricias de mi<br />

hijo me hacían salir de ese ensueño. Si bien es<br />

cierto que comía y bebía, no era capaz de<br />

levantarme de <strong>la</strong> cama por más de dos horas<br />

seguidas. Recuerdo a mi hijo llorar y a mi<br />

marido decir que se iba de montería; y es que en<br />

este momento que yo tanto lo necesitaba él<br />

volvía a ser el de antes: ya no contaba con el<br />

encanto y <strong>la</strong> sensibilidad que yo le había<br />

atribuido, tal vez sin motivo real, sino sólo por<br />

mediación de Diego. Ese cambio que se había<br />

operado en Joaquín, y que yo de tan buena gana<br />

había aceptado, no había sido más que fruto de<br />

mi imaginación.<br />

Entonces, y me tiemb<strong>la</strong> <strong>la</strong> mano al escribir esto,<br />

mientras mi marido estaba en una de sus<br />

monterías regresó una noche. Una noche de luna<br />

llena que no olvidaré, puesto que no debo<br />

olvidar, sino divulgar esta información a fin de<br />

que no se repita algo así… Joaquín pasó al<br />

dormitorio de puntil<strong>la</strong>s, como nunca antes había<br />

hecho, pues le gustaba hacer notar su presencia;<br />

y yo, entre ensoñaciones, le recibí en mi<br />

lecho… ¡Maldito sino!, ¡maldita noche! ¿Cómo<br />

iba a saber yo que ese hombre que me l<strong>la</strong>maba<br />

por mi nombre, que me hab<strong>la</strong>ba de mi hijo…?<br />

Recuerdo haber pensado que era extraño que<br />

hubiera regresado a casa tan pronto, pues suele<br />

ausentarse durante más de una semana cuando<br />

va de caza, y sólo habían pasado dos días,<br />

empero me reconfortaba tanto su presencia que<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

11<br />

no traté de preguntarle siquiera. En mi extravío<br />

noté cosas extrañas: su piel estaba más fría que<br />

de costumbre y lo achaqué a una tormenta; sus<br />

ojos eran ardientes, con un fuego, que yo en<br />

siete años de matrimonio no había visto jamás,<br />

no encontré nada en mi mente que justificara<br />

esto, así que lo re<strong>la</strong>cioné con mi estado febril.<br />

Mas hubo algo… ¡Oh, Padre Piadoso! Hubo<br />

algo que me quitó de manera fulminante <strong>la</strong><br />

venda de los ojos y me hizo salir de esa<br />

semiinconsciencia en que me encontraba para<br />

no dejarme volver a el<strong>la</strong> jamás: su boca, esa<br />

boca temb<strong>la</strong>ba cuando se alejaba de mí, tan<br />

rápidamente que mis ojos no podían seguir sus<br />

movimientos… y su piel, pálida cuando había<br />

entrado en el cuarto, ahora era rosada y<br />

saludable hasta un punto inconcebible, como <strong>la</strong><br />

de un bebé, ¡tan lleno de vida!<br />

Ése no era Joaquín. Entonces, ¿es posible que<br />

yo dejara entrar en mi lecho a un impostor?, ¿es<br />

posible que <strong>la</strong> criatura que llevo en mi vientre<br />

desde hace tres meses exactamente hoy no sea<br />

de mi marido?, ¿y quién era aquél que posó su<br />

mano en mi corazón antes de irse, y que desde<br />

que me falta mis fuerzas no hacen más que<br />

abandonarme?, ¿es posible que ese letargo en el<br />

que me encontraba me hiciera imaginar lo que<br />

no existe, lo que si contara me costaría <strong>la</strong> vida a<br />

manos de <strong>la</strong> Inquisición? Tal vez todo haya sido<br />

una fantasía; y sin embargo en sueños le veo, le<br />

veo y me dice: darás a luz a mi hijo con tu<br />

último aliento, y vendré a por él, pues me<br />

pertenece. ¡Dios mío, he leído numerosas veces<br />

sobre estos seres, pero nunca osé creer una<br />

pa<strong>la</strong>bra de esos re<strong>la</strong>tos de aldeanos que para mí<br />

no eran más que desvaríos de mentes crédu<strong>la</strong>s!<br />

Y ahora que soy yo, <strong>la</strong> que se ve envuelta en<br />

esta situación que hie<strong>la</strong> <strong>la</strong> sangre no hago más<br />

que temb<strong>la</strong>r y preguntarme sin cesar: ¿Qué será<br />

de mi pequeño Diego sin su madre?, ¿Qué será<br />

de… su madre?


CREACIÓN LITERARIA<br />

Juan llegó a su meta un atardecer en el que el<br />

sol achicharrante de agosto empezaba a<br />

hundirse entre <strong>la</strong>s dos mue<strong>la</strong>s pétreas de los<br />

castellones, entre un caramelizado color sepia y<br />

unos últimos rayos rojizos que atravesaban los<br />

borregos algodonosos, esas nubes perezosas que<br />

remueven como <strong>la</strong>s últimas ovejas remisas en<br />

querer pasar al aprisco. Mejor dicho, Juan no<br />

llegó a su destino de aquel día, el antiguo<br />

Santuario que dominaba toda <strong>la</strong> l<strong>la</strong>nura desde el<br />

semioculto valle de <strong>la</strong> sierra que, como un<br />

diorama, se extendía de Este a Oeste sobre <strong>la</strong><br />

tierra ocre verdeante de viñas y moteada de<br />

pequeñas casas de <strong>la</strong>branza y andenes con<br />

brocales de pozos de noria medio derruidos por<br />

el abandono y el paso del tiempo.<br />

Fue <strong>la</strong> extraña flojera que se apoderó de su<br />

ánimo al pasar frente a <strong>la</strong> <strong>quintería</strong> ruinosa que<br />

mostraba sus muros marrones de tapia con<br />

apenas algunos restos del revoco de yeso y cal<br />

que alguna vez tuvieron. Bueno, según me<br />

contaba, también influyó <strong>la</strong> súbita pérdida de<br />

aire de <strong>la</strong> rueda trasera de <strong>la</strong> bicicleta que notó<br />

al acercarse al parador de <strong>la</strong> otra casa que a<br />

menos de cincuenta metros se alzaba en el cruce<br />

de los dos caminos, apenas sendones, por uno<br />

de los cuales avanzaba en el silencio apenas roto<br />

por el ludir de <strong>la</strong> l<strong>la</strong>nta hendiendo el polvo<br />

batido y reseco por el sol.<br />

Se apeó en el parador abandonado y contempló<br />

unos instantes el viejo edificio cuyas tejas rotas<br />

casi todas y algunas amontonadas en el caballete<br />

en equilibrio inverosímil acentuaban aún más el<br />

deplorable estado de <strong>la</strong> construcción. Aún así, <strong>la</strong><br />

puerta pintada antaño de añil, después de<br />

almagra y más tarde de ocre amarillo, mostraba<br />

en los estratos descoloridos una especie de<br />

hospitalidad recia y antigua. No así los dos<br />

á<strong>la</strong>mos negros que levantaban hacia el cielo<br />

cárdeno <strong>la</strong>s ramas resecas y medio podridas sus<br />

troncos ahorquil<strong>la</strong>dos <strong>la</strong>nzando los palotones<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

LA OSCURA QUINTERÍA<br />

12<br />

Antonio Millán Hernández<br />

secos en un gesto amenazante, conminando al<br />

visitante a que se fuera.<br />

Muy cerca, el pozo de noria mostraba <strong>la</strong>s<br />

paredes del brocal, apenas unos retazos de tapia<br />

y mampostería que sostenían una viga de encina<br />

medio podrida con dos matojos de hierba que<br />

habían crecido en alguna coquera del palo. ”No<br />

lo creerás, pero <strong>la</strong> visión del brocal del pozo me<br />

inquietó más que ninguna otra cosa. Un súbito<br />

golpe de viento formó en el andén un remolino<br />

que se desp<strong>la</strong>zó sobre <strong>la</strong> hierba agostada<br />

animando <strong>la</strong> maleza y los cardos resecos con un<br />

movimiento circu<strong>la</strong>r que les imprimió un<br />

cabeceo de aquiescencia e incluso <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>nca de<br />

madera de fresno pareció asentir e hizo sonar<br />

con un clic-c<strong>la</strong>c inquietante <strong>la</strong> horquil<strong>la</strong> del gato<br />

que <strong>la</strong> sujetaba a pesar de <strong>la</strong> costra de grasa y<br />

polvo que <strong>la</strong> mantenía soldada al cuerpo de <strong>la</strong><br />

maquinaria... por el poyete de yeso y piedras;<br />

luego, todo quedó en paz. De pronto, <strong>la</strong>s<br />

cigarras, todas <strong>la</strong>s cigarras rompieron a cantar.<br />

Entonces –me dijo Juan- me dí cuenta del<br />

extraordinario silencio que me había<br />

acompañado hasta entonces. No sé porqué pero<br />

el movimiento de <strong>la</strong> puerta, fue como una<br />

invitación a que entrara en <strong>la</strong> casa. Y, a pesar de<br />

cierto desasosiego, lo hice. El interior era<br />

umbroso y fresco. A esas horas, casi de noche <strong>la</strong><br />

oscuridad ponía un tinte piadoso disimu<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong><br />

decrepitud de los viejos muebles rústicos y<br />

aperos (más bien sus restos) que ocupaban parte<br />

del suelo empedrado con cantos de río, desigual<br />

y cubierto casi todo él por hojas podridas y<br />

ma<strong>la</strong>s hierbas. Dos poyos a ambos <strong>la</strong>dos de <strong>la</strong><br />

chimenea ostentaban los andrajosos restos de un<br />

“redor” de anea cada uno casi reducidos a<br />

polvo, mostraban en los restos que aún<br />

quedaban <strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s de incontables chuscas y<br />

bolliscas que de<strong>la</strong>taban los muchos años de<br />

compañeros del fuego. En los <strong>la</strong>drillos del<br />

hogar, casi tapados por los restos de yeso y<br />

hollín antiguo había aún trozos de leños<br />

renegridos, polvorientos por el derrumbe lento,<br />

pero inexorable del humero. Los viejos palos, le<br />

produjeron <strong>la</strong> sensación de una fiesta a medio<br />

terminar, una fiesta alegre y cálida que haya que<br />

abandonar por motivos luctuosos. Se puso de<br />

pié sobre los poyos y examinó los desvanes que<br />

f<strong>la</strong>nqueaban <strong>la</strong> campana de <strong>la</strong> chimenea.<br />

Para su sorpresa, todos los utensilios que<br />

contenían los vasares estaban intactos aunque<br />

completamente cubiertos de una capa de polvo


acumu<strong>la</strong>da sólo Dios sabe durante cuánto<br />

tiempo. Un candil de hierro con <strong>la</strong> torcida casi<br />

de <strong>la</strong> consistencia de <strong>la</strong> madera y el aceite<br />

seboso, casi sólido. El salero de cuerno con <strong>la</strong><br />

tapa de corcho agrietada y unas cucharas de<br />

hierro casia soldadas con su propio óxido. Y, al<br />

fondo de uno de los vasares, entre una<br />

mesco<strong>la</strong>nza de cosas apenas identificables bajo<br />

el polvo, un p<strong>la</strong>to con un trozo de queso con <strong>la</strong><br />

consistencia del acero.<br />

Otra cosa l<strong>la</strong>mó su atención: <strong>la</strong> ausencia de<br />

cagadas de ratón, moscas muertas o los restos de<br />

alguna te<strong>la</strong>raña. Juan de pronto sintió deseos de<br />

abandonar aquel<strong>la</strong> casa y seguir su camino. Pero<br />

era <strong>la</strong>rgo el sendero hasta el Santuario, ya era<br />

noche cerrada y a pesar de <strong>la</strong> luna llena los<br />

perros guardianes de <strong>la</strong> majada de La Sima que<br />

rondaban de noche siempre alerta por <strong>la</strong>s<br />

alimañas y los perros asilvestrados eran un<br />

peligro real pues no hacían muchos distingos a<br />

<strong>la</strong> hora de revolcar y morder a cualquier<br />

sospechoso, hombre o animal que pasara por <strong>la</strong>s<br />

cercanías de su majada. Así que, entrando <strong>la</strong><br />

bicicleta a <strong>la</strong> <strong>quintería</strong>, se dispuso a pasar <strong>la</strong><br />

noche. Resolvió encender un buen fuego, por su<br />

compañía más que por el calor, pues <strong>la</strong> noche<br />

era cálida así que recogió unos tamaruscos del<br />

parador de <strong>la</strong> casa del cruce y unas cuantas<br />

cepas que tuvo que arrancar del montón cosido<br />

de hijos de á<strong>la</strong>mo, que había alrededor del pozo<br />

de noria. Reparó entonces en verdor de los<br />

árboles de <strong>la</strong> pequeña a<strong>la</strong>meda del arroyo<br />

cercano y <strong>la</strong> madera reseca y agrietada de los<br />

troncos y <strong>la</strong>s ramas de los dos que había junto al<br />

andén del pozo, como dos centine<strong>la</strong>s mustios<br />

levantando sus ramas a <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s que ya<br />

llenaban el cielo nocturno. En <strong>la</strong> <strong>quintería</strong> el<br />

fuego prendió al instante, y Juan desató <strong>la</strong>s<br />

gomas del portaequipaje de <strong>la</strong> vieja “Orbea”<br />

sacó <strong>la</strong> manta, <strong>la</strong> desdobló para que <strong>la</strong> mitad<br />

sirviera de colchón y se dispuso a pasar <strong>la</strong><br />

noche.<br />

“Me quedé dormido enseguida, porque si miras<br />

<strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas fijamente te re<strong>la</strong>jas mucho. Me quedé<br />

como un tronco, Antonio, sería también por <strong>la</strong><br />

costumbre de dormir tantas veces al “escampío”<br />

y tener aquel<strong>la</strong> noche un techo aunque malo<br />

donde refugiarme”, <strong>la</strong> mano de Juan agarró el<br />

jarro y se sirvió otro vaso casi hasta los bordes.<br />

“Ojalá no lo hubiera hecho y me hubiera ido<br />

como pensé <strong>la</strong> primera vez; a pesar de lo malo<br />

del camino, de <strong>la</strong> bicicleta sin aire y de los putos<br />

mastines de La Sima”. Se pasó <strong>la</strong> mano por <strong>la</strong><br />

cara, y casi con el mismo movimiento, levantó<br />

<strong>la</strong> boina y se rascó los cuatro pelos del <strong>la</strong>do<br />

derecho de <strong>la</strong> cabeza. Creo que debían ser<br />

alrededor de <strong>la</strong>s dos o <strong>la</strong>s tres, cuando un ruido<br />

lo despertó: no era un ruido grande pero<br />

enseguida se puso alerta. De pronto se dio<br />

cuenta de que quizá no fue el ruido sino <strong>la</strong><br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

13<br />

ausencia de él lo que lo había desve<strong>la</strong>do porque,<br />

de pronto todos los grillos que cantaban<br />

alrededor de <strong>la</strong> <strong>quintería</strong> habían dejado de<br />

hacerlo. Como si alguien los hubiera<br />

desconectado de un enchufe. Abrió los ojos y su<br />

vista se paseó por <strong>la</strong>s paredes de <strong>la</strong> casa, pero en<br />

<strong>la</strong> oscuridad rota apenas por un rectángulo de<br />

luz de luna que entraba por <strong>la</strong> puerta abierta,<br />

solo se distinguían <strong>la</strong>s figuras difusas de <strong>la</strong>s dos<br />

viejas sil<strong>la</strong>s valencianas y el serijo medio<br />

deshecho junto a <strong>la</strong> mesa; y en <strong>la</strong> pared frente al<br />

poyo, <strong>la</strong> forma apenas discernible de <strong>la</strong> collera<br />

con el cuero resquebrajado y duro como <strong>la</strong><br />

piedra colgada de <strong>la</strong> estaca de <strong>la</strong> que pendía <strong>la</strong><br />

cadena del tiro dándole <strong>la</strong> apariencia de un reloj<br />

de pared arcaico e inservible. Entonces, para su<br />

espanto, se dio cuenta de que en <strong>la</strong> puerta de <strong>la</strong><br />

casa había alguien, Recortada su silueta en <strong>la</strong><br />

luz de <strong>la</strong> luna, había una figura de pié al <strong>la</strong>do de<br />

fuera del poyete que golpeaba con los nudillos<br />

<strong>la</strong> reseca madera de encina; eran golpes suaves<br />

como si el que los daba quisiera despertar s los<br />

de dentro y al mismo tiempo no deseara hacerlo.<br />

Parecía un hombre de mediana estatura que<br />

empuñaba un bastón <strong>la</strong>rgo y curvado en su<br />

extremo. Sobre su cabeza, un tocado que a Juan<br />

le resultaba familiar y extraño al mismo tiempo,<br />

pero que añadía, de alguna manera un toque un<br />

tanto raro a su presencia. Juan se quedó quieto,<br />

mientras el corazón se le desbocaba en el pecho.<br />

Después se tranquilizó un poco, o hizo lo que<br />

pudo por tranquilizarse, y sentándose en el poyo<br />

preguntó:”Quién vive”.<br />

La silueta dejó de tocar <strong>la</strong> puerta y del bulto de<br />

sombras que <strong>la</strong> formaban surgió una voz no<br />

demasiado grave aunque tampoco aguda que<br />

preguntó a su vez: ”¿Puedo entrar en esta<br />

casa?”. Juan se quedó un tanto confuso por una<br />

respuesta tan educada, por lo que contestó a su<br />

vez: ”Pasa, o mejor dicho, pase “usté”. La voz<br />

al cabo de un instante ,volvió a surgir de <strong>la</strong><br />

silueta que, a los ojos de Juan. parecía hecha de<br />

retazos oscuros y negros; ”Si me d´ais licencia,<br />

paso dentro”. Juan se mosqueó (dentro de <strong>la</strong>s<br />

circunstancias) un poco. A pesar del canguelo<br />

que sentía respondió”Sí, hombre , pase “usté”.<br />

Otro instante de silencio antes de que <strong>la</strong> voz<br />

volviera a preguntar “Me tomo <strong>la</strong> licencia y


entro en <strong>la</strong> casa con su permiso”. Y Juan, más<br />

seguro: ”Venga , hombre sin tanta ceremonia.<br />

Pase”usté”, que avivo <strong>la</strong> lumbre. Entonces,<br />

mientras Juan echaba sobre los tizones una<br />

brazada de pinchos resecos y un par de cepas<br />

que levantaron casi al instante una l<strong>la</strong>ma que<br />

iluminó <strong>la</strong> estancia, <strong>la</strong> silueta ade<strong>la</strong>ntó un pié<br />

sobre el poyete y pasó a <strong>la</strong> casa.<br />

Juan se extrañó más de lo que estaba al ver el<br />

aspecto del recién llegado. Evidentemente era<br />

un pastor. Su indumentaria así lo proc<strong>la</strong>maba;<br />

desde <strong>la</strong> zamarra de cuero sin curtir,<br />

despellejada en los codos y en toda <strong>la</strong> parte<br />

de<strong>la</strong>ntera, hasta los altos “leguis” que cubrían<br />

los remendados pantalones de recia pana hasta<br />

<strong>la</strong> rodil<strong>la</strong>, pasando por los capillos de cuero y<br />

<strong>la</strong>s bastas abarcas de gruesas correas con que<br />

cubría sus pies.<br />

El personaje se quitó el antiguo capote con<br />

esc<strong>la</strong>vina que llevaba sobre los hombros y lo<br />

echó sobre el otro poyo, a modo de colchoneta.<br />

Juan miraba al recién llegado cuyo tocado<br />

consistía en una montera antigua de <strong>la</strong>na de<br />

oveja de <strong>la</strong>s que hacía muchísimos años no se<br />

veían por estas tierras. El <strong>la</strong>rgo bastón curvado<br />

en un extremo como un signo de interrogación<br />

era una gancha, antigua como toda su<br />

indumentaria.<br />

Sin pronunciar una pa<strong>la</strong>bra, siguiendo lo que a<br />

Juan le pareció un ritual que el recién llegado<br />

repetía muy a menudo, el pastor o mayoral o lo<br />

que fuera, se tumbó en el poyo. Juan, lo observó<br />

con disimulo mientras se acomodaba en el duro<br />

catre. Y le l<strong>la</strong>mó <strong>la</strong> atención que un hombre de<br />

campo no tuviera <strong>la</strong> piel tan morena y atezada<br />

como <strong>la</strong> tenía el mismo. Y entonces pensó que<br />

el hombre de <strong>la</strong> montera que no se había<br />

quitado, por cierto, al acostarse no era de esta<br />

época .O, quizás, pertenecía a algún remoto<br />

caserío perdido en los tortuosos montes de<br />

detrás del Santuario. Entonces Juan observó que<br />

<strong>la</strong> gancha tenía en su extremo curvado unas<br />

manchas que a <strong>la</strong> danzante luz de <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas<br />

parecían de color rojo oscuro, como de almagra<br />

mezc<strong>la</strong>da con hollín como de sangre seca. Juan<br />

murmuró un “Buenas noches nos dé Dios” que<br />

el otro contestó con un gruñido ininteligible en<br />

el que sonaba el nombre de Dios, pero no como<br />

una respuesta, sino como un maldición. La<br />

gancha permanecía al <strong>la</strong>do del pastor a lo <strong>la</strong>rgo<br />

del poyo, dándole al yacente el aspecto de una<br />

figura funeraria, quizás <strong>la</strong> de un antiguo Obispo<br />

con su báculo. Su inmovilidad era absoluta y al<br />

reflejo de <strong>la</strong> lumbre, parecía como si se hubiera<br />

fundido con el poyo como si se tratara en efecto<br />

de <strong>la</strong> escultura pétrea de una tumba antigua. Sus<br />

ojos, o eso le parecía a Juan no se apartaban de<br />

<strong>la</strong> viga de <strong>la</strong> tisera que cruzaba <strong>la</strong> <strong>quintería</strong><br />

sobre su poyo.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

14<br />

Juan interrumpió su narración para echar un<br />

buen trago de vino del jarro situado sobre <strong>la</strong><br />

mesa, entre él y yo. ”Te lo juro, Antonio, era<br />

espeluznante todo. Desde <strong>la</strong> manera de entrar en<br />

<strong>la</strong> <strong>quintería</strong> haciéndose rogar hasta el desparpajo<br />

con el que colocó su camastro y se tumbó… y<br />

sobre todo su aspecto allí tumbado, mirando sin<br />

pestañear <strong>la</strong>s tirantil<strong>la</strong>s… si lo sé no le pregunto,<br />

si lo llego a saber no digo “ná”.<br />

Juan volvió a retomar su historia, si así puede<br />

l<strong>la</strong>mársele. Luego de que un leve<br />

estremecimiento recorriera su cuerpo al<br />

recordar, continuó. Después de un buen rato,<br />

por decir algo pregunté: ”¿Qué? ¿es usted de<br />

por aquí?” El otro sin moverse lo más mínimo<br />

respondió su voz saliendo de <strong>la</strong> sombra apenas<br />

discernible a <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas cada vez más<br />

escasas;”Yo habito aquí”. A Juan <strong>la</strong> inquietud le<br />

subió dos grados por lo menos, ante <strong>la</strong> respuesta<br />

nada brusca sino más bien tranqui<strong>la</strong>. Y Juan”.<br />

Pero ¿siempre? ¿Usté solo? ¿Y el ganado?”. La<br />

voz sin inflexión respondió de nuevo;”Algunas<br />

noches de luna llena, no todas, vengo aquí.<br />

Tengo que venir. Si hay alguien, cosa que nunca<br />

sucede, debo pedir licencia para entrar tres<br />

veces, a tres personas que pernocten en <strong>la</strong><br />

<strong>quintería</strong>. Tú eres <strong>la</strong> segunda.” La voz de Juan<br />

era apenas un hilo y <strong>la</strong> flojera que sentía desde<br />

que llegó a <strong>la</strong> casa se le acentuó, junto con un<br />

tembleque apenas disimu<strong>la</strong>do en <strong>la</strong>s piernas. A<br />

pesar de ello, y tratando de disimu<strong>la</strong>r el miedo,<br />

dijo: ”¿Qué…Cuál es <strong>la</strong> historia?”<br />

El pastor, sin abandonar ni por un momento su<br />

inmóvil postura empezó más que a hab<strong>la</strong>r, a<br />

recitar una historia que daba <strong>la</strong> sensación no<br />

quería contar pero que ago superior a su<br />

voluntad le obligara a hacerlo. Juan a pesar de<br />

querer haber estado a leguas de allí no tuvo más<br />

remedio que prestar oídos. Sobre todo, porque <strong>la</strong><br />

puerta de trillo se cerró de pronto con un<br />

golpazo que hizo estremecer <strong>la</strong>s paredes de <strong>la</strong><br />

casucha y derribó trozos del viejo revoco de<br />

yeso provocando finas cataratas de tierra<br />

pulverizada encima del poyo de Juan y del<br />

humero, cayeron varios terrones de barro sobre<br />

los tizones del hogar terminando casi con <strong>la</strong><br />

poca iluminación que aún quedaba.<br />

El pastor -su voz- comenzó así a contar una<br />

historia vieja de casas ”recias” de <strong>la</strong>branza, de<br />

amoríos entre criadas y pastores. De pastores


enamorados de sirvientas y de falsos frailes<br />

embaucadores y viciosos. De mensajes de amor<br />

en esque<strong>la</strong>s atada con cintas de colores dejados<br />

al albur del viento para que los encontrara el<br />

pastor amante al ir con su ganado a los pastos.<br />

De citas furtivas a <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> luna bajo los<br />

á<strong>la</strong>mos del pozo, entonces verdes y lozanos. Y<br />

habló del fraile corroído por los celos y <strong>la</strong><br />

lujuria que mató a <strong>la</strong> criada para poder<br />

conseguir<strong>la</strong>. Y de un girón de te<strong>la</strong> de<strong>la</strong>tor de <strong>la</strong><br />

camisa sangrienta de <strong>la</strong> criada que enganchada<br />

en un ruedamundos llegó como un mensaje de<br />

muerte hasta el lugar donde estaba el mozo con<br />

el ganado. De apresuradas carreras en <strong>la</strong> noche<br />

Del fraile enterrando el cadáver bajo los á<strong>la</strong>mos<br />

y sus manos llenas de sangre y tierra levantadas<br />

para defenderse de los golpes. Y del bastón del<br />

pastor cayendo una y otra vez sobre su cabeza,<br />

golpeando con furia homicida hasta <strong>la</strong> muerte y<br />

después. Juan, escuchaba horrorizado con los<br />

ojos abiertos como p<strong>la</strong>tos, agarrotadas sus<br />

manos en <strong>la</strong>s arrugas de <strong>la</strong> manta, mientras el<br />

pastor desgranaba aquel<strong>la</strong> sarta de horrores con<br />

una voz monótona, sin emoción; como un guión<br />

recitad mil veces del que no hay que dejar ni<br />

una coma. Al fin cuando aquel<strong>la</strong> historia<br />

terrible dio lugar a una pausa, se atrevió a<br />

preguntar con una voz que a él le pareció<br />

pertenecía a otro. ”Y que fue de aquel…<br />

aquel… pastor”.<br />

La voz que parecía venir de algún sitio del<br />

infierno, pues ahora <strong>la</strong> oscuridad era casi<br />

absoluta, respondió con lo que a Juan le pareció<br />

un ligero acento de emoción. El pastor arrojó al<br />

fraile al pozo de noria con una piedra atada al<br />

pie. Después entro en esta <strong>quintería</strong> y se ahorcó<br />

en esa viga que está encima de los poyos. La<br />

viga que ahora mismo estoy mirando. Los<br />

caseros al descubrir el cadáver huyeron dejando<br />

en <strong>la</strong> casa todo lo que tenían y nadie que<br />

conociera estos crímenes volvió a entrar aquí, ni<br />

a acercarse a este lugar. Ni tampoco a <strong>la</strong> casa de<br />

enfrente, <strong>la</strong> de los Mendoza, que hoy todo el<br />

mundo conoce como casa del Fraile. Juan estaba<br />

mudo de terror y por un sentimiento como de<br />

estar en el sitio en que no debía. Tras un silencio<br />

que le pareció eterno, algo vino a aumentar <strong>la</strong><br />

tensión. Algo raspó en el exterior de <strong>la</strong> puerta de<br />

<strong>la</strong> casa. Primero fue un leve roce, después un<br />

poco más fuerte, con insistencia. Deseando con<br />

toda su alma que el horror se hubiera acabado<br />

por esa noche, Juan fue a tientas hasta <strong>la</strong> puerta<br />

y <strong>la</strong> abrió de golpe. A <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> luna<br />

contempló un bulto informe que se movía a<br />

impulsos de una ligera brisa. Cuando miró con<br />

más atención, vio que se trataba de un pajito, de<br />

un ruedamundos que rozaba con <strong>la</strong> puerta. Pero<br />

colgando de él, en pleno centro casi, había una<br />

colgajo ensangrentado cuyo color rojo oscuro<br />

resaltaba a <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> luna llena .Juan recordó<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

15<br />

al punto el trozo de camisa que desató <strong>la</strong><br />

tragedia y <strong>la</strong> gancha llena de sangre que llevaba<br />

el pastor. Quiso volver a entrar y cuando se dio<br />

<strong>la</strong> vuelta tropezó con el cuerpo del pastor que<br />

detrás de él miraba con los ojos desorbitados el<br />

trapo que colgaba del ruedamundos, <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong><br />

luna resaltando su espantosa palidez.<br />

Después todo sucedió muy deprisa. Tan rápido<br />

que a Juan le pareció estar asistiendo a algo muy<br />

ensayado o, mejor dicho, que se estuviera<br />

representando siempre. Como si él y sólo él<br />

hubiera sido elegido para presenciarlo. El<br />

pastor, con los ojos inyectados en sangre,<br />

empujándolo a un <strong>la</strong>do y después de <strong>la</strong>nzar una<br />

maldición terrible a los cielos, gritando con voz<br />

aterradora y desesperada”!! ¿Pero es que ha<br />

vuelto ese hijo puta?!!”. Y enarbo<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong><br />

gancha correr hacia los á<strong>la</strong>mos a los que un<br />

súbito golpe de viento había animado y movían<br />

sus ramas esqueléticas como manos sarmentosas<br />

hacia el cielo, mientras el aire al correr entre los<br />

agostados palotes sonaba como un l<strong>la</strong>nto de<br />

mujer.<br />

El pastor se sumergió en <strong>la</strong>s sombras nocturnas<br />

de los á<strong>la</strong>mos sin dejar de gritar; ”¡¡¡Ven acá<br />

cabrón, ¿por qué has vuelto?!!! Una y mil veces<br />

te mataré!!! ¡¡¡¡ Aunque me queme en el<br />

infierno !!!. Y sus gestos eran acompañados de<br />

tremendos golpes del <strong>la</strong>rgo bastón sobre algo<br />

que a juzgar por el sonido, parecía tener <strong>la</strong><br />

consistencia del cuero o el corcho. Juan no pudo<br />

más; abandonó <strong>la</strong> casa saltando como una liebre<br />

sobre el poyete y corrió… Corrió como un<br />

gamo, como un galgo con <strong>la</strong> desesperación de<br />

quien quiere escapar de una pesadil<strong>la</strong>. Sus pies<br />

parecían vo<strong>la</strong>r sobre el camino polvoriento sin<br />

tocarlo apenas; una zancada, otra, otra, un salto<br />

para salvar el arroyo, otra zancada, otra… Por<br />

un paisaje que <strong>la</strong> luna convertía en un cuadro<br />

irreal, en un decorado de pesadil<strong>la</strong> de sólo dos<br />

colores: b<strong>la</strong>nco y sombra. Con los perros de La<br />

Sima saliéndole al encuentro y al verlo (u<br />

olerlo), huyendo espantados a refugiarse en <strong>la</strong><br />

majada, como si tras el o rodeándolo arrastrase<br />

un girón de otro mundo, un retazo de<br />

maldición… Con el corazón <strong>la</strong>tiéndole en <strong>la</strong>s<br />

sienes y zumbándole en los oídos; a los que<br />

extrañamente y a pesar de <strong>la</strong> distancia que su<br />

carrera había puesto entre él y <strong>la</strong> <strong>quintería</strong>, llegó<br />

el ruido de una zambullida en el agua…Y siguió<br />

moviendo <strong>la</strong>s piernas a toda <strong>la</strong> velocidad que<br />

pudo, hasta llegar al Santuario. Cayó<br />

derrengado en el parador, y en cuanto pudo se<br />

levantó. Medio a rastras l<strong>la</strong>mó en <strong>la</strong> puerta de <strong>la</strong><br />

vivienda del santero el cual tardó unos minutos<br />

en abrir (era de madrugada) y le rogó que le<br />

vendiera 4,5,6… Muchas ve<strong>la</strong>s (no recordaba<br />

cuantas para una ofrenda a <strong>la</strong> Virgen. Y no dijo<br />

nada. A nadie. Aunque le preguntaron al ver su<br />

aspecto, se cuidó mucho de decir <strong>la</strong> verdad,


Masculló algo de “los cabrones de los<br />

mastines”. Nunca refirió lo que le había pasado<br />

en aquel<strong>la</strong> negra <strong>quintería</strong>; porque estaba seguro<br />

de que lo habrían tomado por loco. Su secreto<br />

continuó siéndolo, incluso para su mujer y sus<br />

hijos. “So<strong>la</strong>mente te lo he contado a ti, porque<br />

siempre he pensado que eras una persona de<br />

mente abierta... Aunque <strong>la</strong> verdad es que si lo<br />

pienso, no sé porqué a ti, después de tantos<br />

años… Quizás porque creo que sabes escuchar.”<br />

Yo me quedé pensativo. Mirándole con<br />

admiración y sin saber que decir. Acudieron a<br />

mi mente <strong>la</strong> célebre frasecita de “Si non é<br />

vero…”, pero <strong>la</strong> deseché inmediatamente,<br />

porque no se me antojaba Juan capaz de<br />

inventarse no esa historia sino de imaginar el<br />

cuento más sencillo. Luego de un rato, por decir<br />

algo, le hice <strong>la</strong> pregunta más ramplona que se<br />

me vino a <strong>la</strong> cabeza.”¿Y <strong>la</strong> Orbea? Porque yo sé<br />

lo que apreciabas <strong>la</strong> bicicleta y lo que te costó<br />

poder<strong>la</strong> comprar”. Juan se me quedó mirando un<br />

<strong>la</strong>rgo rato, después apuró el vino que tenía en el<br />

vaso y se sirvió otro. Me miró de hito en hito, y<br />

me respondió: “La bicicleta (pausa). La bicicleta<br />

allí estará, mejor dicho allí está.” Se inclinó<br />

sobre <strong>la</strong> mesa y agarrándome el brazo me dijo<br />

en voz baja; su cara casi pegada a <strong>la</strong> mía:<br />

¿conoces a mi cuñao Joaquín qu’es mu listo, mu<br />

tonto diría yo. Te via contar lo que le pasó , pero<br />

que no s’entere, que le dá mucho coraje. Sobre<br />

tóo porque va a saber que’sio yo el que te lo ha<br />

dicho.”<br />

Un día que pasábamos por el camino La Cañá<br />

que como sabes está a unos doscientos metros<br />

de <strong>la</strong> Casa el Fraile, se empeñó en ir allí. Ni yo<br />

ni ninguno de <strong>la</strong> cuadril<strong>la</strong> quiso acompañarle. Y<br />

él por’acese el valiente, fue. Lo vimos dende<br />

lejos. Se acercó a <strong>la</strong> casa, a <strong>la</strong> de más abajo, ya<br />

sabes cuál, y pasó. Enseguida salió haciéndonos<br />

señas con una bomba de bicicleta. De pronto<br />

vimos cómo volvía <strong>la</strong> cabeza hacia el pozo de<br />

noria, como si algo le l<strong>la</strong>mara <strong>la</strong> atención,<br />

Luego se acercó al pozo (yo con el alma encogía<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

16<br />

por lo que me había pasao). Después se asomó<br />

al brocal múu despacico, atisbó un momento…<br />

y después arrancó a correr como un loco hacia<br />

donde estábamos nosotros. Cuando llegó, sin<br />

aliento a hab<strong>la</strong>r le tuvimos que dar un traguillo<br />

de vino, (media cuartil<strong>la</strong>, diría yo) para que se<br />

calmara. Cuando pudo empezar a hab<strong>la</strong>r nos<br />

contó, con los pelos de los brazos como<br />

alcayatas, que oyó una especie de chapoteo en el<br />

pozo y pensó: “!Coño, cangrejos!” y fue a<br />

mirar. Se asomó y vio cómo el agua del pozo se<br />

remecía, como si algo se agitara en el fondo. Al<br />

fijarse mejor, notó que algo o alguien que<br />

trepaba por <strong>la</strong> pared del pozo. Cuando su vista<br />

comprendió lo que estaba presenciando se<br />

quedó mudo de terror. El dice que no lo olvidará<br />

mientras viva. Por <strong>la</strong> pared del pozo,<br />

agarrándose a <strong>la</strong>s piedras que sobresalían, con<br />

<strong>la</strong>s ropas chorreantes de agua, subía algo que a<br />

él le pareció una persona con un hábito de fraile<br />

harapiento. Las manos ensangrentadas parecidas<br />

a garras. Mi cuñado se quedó inmóvil por el<br />

terror. De pronto, el fraile o lo que fuera<br />

aquello, levantó <strong>la</strong> cabeza y se le quedó mirando<br />

con unos ojos l<strong>la</strong>meantes donde ardía el odio.<br />

Un odio atroz, inhumano. Sus ojos refulgían<br />

entre los chorretones de sangre que corrían por<br />

<strong>la</strong> cabeza destrozada, sobre un rostro deformado<br />

por los vicios más horribles. A punto de<br />

desmayarse de <strong>la</strong> impresión, sacó fuerzas de<br />

f<strong>la</strong>queza y corrió hasta nosotros. Juan se volvió<br />

a rascar <strong>la</strong> cabeza por debajo de <strong>la</strong> boina y<br />

sonriendo con sorna me dijo.: “El gilipol<strong>la</strong>s lo<br />

cascó ante toos antes de volvese a desmayar.<br />

Así que sirvió de cachondeo durante un par de<br />

meses. El del fraile, le decían los de <strong>la</strong> cuadril<strong>la</strong>.<br />

Pero, lo más grande, pa que veas si es tonto, es<br />

que cuando de nuevo volvió en sí, me dice con<br />

mu poquita voz:” Una Orbea igualita que <strong>la</strong> tuya<br />

está en <strong>la</strong> <strong>quintería</strong>. Yo me quedé mirándolo y le<br />

dije muy serio. “Allí está güena“.<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos, 5 de mayo de 2010.


CINE<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

JEAN RENOIR EN HOLLYWOOD<br />

17<br />

Jesús Fernández Vallejo<br />

“El fracaso de La reg<strong>la</strong> del juego en su aparición me deprimió tanto que decidí renunciar al<br />

cine o abandonar Francia.” (Jean RENOIR.)<br />

Para ANA. Por todo.<br />

Introducción.<br />

El presente artículo es un estudio sobre <strong>la</strong> etapa<br />

americana de Jean Renoir, uno de los cineastas<br />

más importantes del cine europeo y del cine<br />

mundial de todos los tiempos. No exageramos al<br />

situarlo entre los escogidos en el panteón de los<br />

grandes creadores del séptimo arte, al <strong>la</strong>do de<br />

figuras como Ingmar Bergman, John Ford y<br />

Akira Kurosawa. Renoir dirigió entre 1924 y<br />

1969 un total de treinta y ocho pelícu<strong>la</strong>s, una<br />

obra prolífica, sin duda alguna, que <strong>la</strong> crítica ha<br />

venido c<strong>la</strong>sificando en cuatro grandes etapas<br />

perfectamente caracterizadas: 1) el período<br />

mudo (1924-1929), en el que alterna cine<br />

comercial y cine vanguardista; 2) los años<br />

treinta (1930-1939), una etapa en <strong>la</strong> que filma<br />

algunos títulos representativos del “realismo<br />

poético” (Los bajos fondos y La bestia humana)<br />

y, desde luego, sus grandes obras maestras (La<br />

gran ilusión y La reg<strong>la</strong> del juego); 3) el exilio<br />

americano, un período en el que ajusta su estilo<br />

a los temas y a <strong>la</strong>s formas del sistema de<br />

estudios; y, por último, 4) <strong>la</strong> etapa de retorno al<br />

cine francés tras una breve estancia en <strong>la</strong> India.<br />

Jean Renoir<br />

Intentaremos, pues, circunscribir nuestro<br />

análisis a <strong>la</strong> etapa americana del autor. Por<br />

tanto, sólo analizaremos el corpus de cinco<br />

pelícu<strong>la</strong>s realizadas por Renoir en Estados<br />

Unidos entre 1941 y 1946, un período que<br />

coincide con el desarrollo de <strong>la</strong> Segunda Guerra<br />

Mundial: Swamp Water / Aguas pantanosas<br />

[20th Century Fox, 1941], This Land Is Mine /<br />

Esta tierra es mía [RKO, 1943], The Southerner<br />

/ El hombre del Sur [PRODUCING PICTURES,<br />

1945], Diary of a Chambermaid / Memorias de<br />

una doncel<strong>la</strong> [M&A Alexander Prod., 1946] y<br />

The Woman on the Beach / La mujer en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya<br />

[RKO, 1947]<br />

En el transcurso de nuestro artículo daremos en<br />

varias ocasiones <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra al director, quien, de<br />

manera magistral, redactó un libro de memorias<br />

–Mi vida y mi cine, 1974- lleno de juicios, de<br />

reflexiones y de experiencias personales, al que<br />

no dudamos en calificar como uno de los<br />

mejores textos sobre el mundo del cine. (Un<br />

“panteón” bibliográfico al que pertenecen<br />

también títulos como El cine según Hitchcock,<br />

de François Truffaut, así como <strong>la</strong>s memorias de<br />

Capra, de Huston o de Bergman, entre otros.)<br />

Renoir dedica una considerable cantidad de<br />

páginas al re<strong>la</strong>to de su etapa americana: un<br />

“éxodo” –así lo califica él- narrado entre los<br />

capítulos 33 y 45, que se lee como un libro de<br />

aventuras, o una especie de nove<strong>la</strong> de<br />

aprendizaje.<br />

Una última ac<strong>la</strong>ración. El exilio político y<br />

cinematográfico de Jean Renoir tendrá como<br />

primera etapa Italia, donde comenzará Tosca<br />

(1940), un filme que acabará Carl Koch. En<br />

realidad, el nombre del autor no aparece en los<br />

títulos de crédito y, según apunta Ángel<br />

Quintana (1998), <strong>la</strong> práctica totalidad del<br />

metraje fue filmada por Koch. Este filme<br />

quedará fuera de nuestro cometido.<br />

1. Esbozo biográfico.<br />

El conocimiento del contexto político, social y<br />

personal adquiere en el análisis de <strong>la</strong> etapa<br />

americana de Renoir una importancia capital.<br />

¿Por qué y cuándo decide el director francés


exiliarse en Estados Unidos? Y siete años<br />

después, ¿a qué responde su deseo de regresar a<br />

Francia? En los siguientes párrafos intentaremos<br />

resolver estos interrogantes.<br />

Al estal<strong>la</strong>r <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial Jean<br />

Renoir recupera su condición de subteniente y<br />

es destinado al servicio cinematográfico del<br />

ejército. Sucedió entonces que Mussolini, tras<br />

haber visto La reg<strong>la</strong> del juego, solicitó conocer<br />

al director e invitarlo al Centro Sperimentale de<br />

Roma para impartir c<strong>la</strong>ses de cine. Renoir<br />

empieza a rodar La Tosca al tiempo que los<br />

alemanes organizan <strong>la</strong> toma de <strong>la</strong> Ciudad<br />

Eterna: a partir de ese momento el Duce iba a<br />

combatir al <strong>la</strong>do de Alemania. Entonces, el<br />

embajador de Francia en Roma le aconseja a<br />

Renoir que se marche de allí en el primer tren a<br />

París. No obstante, su co<strong>la</strong>borador Carl Koch y<br />

el actor Michel Simon se quedan para rodar La<br />

Tosca. Renoir recuerda ese momento con<br />

profunda emoción: “La despedida de mis<br />

co<strong>la</strong>boradores fue muy triste… Además de los<br />

acontecimientos políticos, lo que me afligía es<br />

que apenas había comenzado el rodaje de La<br />

Tosca”.<br />

La estancia en París es peligrosa. Los Renoir<br />

(Jean y Dido, su mujer), en compañía de los<br />

Cézanne, inician una escapada hacia el sur de<br />

Francia con paradas en algunas granjas donde<br />

fueron muy bien acogidos. Recibe en ese<br />

momento una carta de Robert F<strong>la</strong>herty, el<br />

director de Nanouk, el esquimal: le ordena que<br />

se presente de inmediato en el consu<strong>la</strong>do de<br />

Niza “donde me esperaba un visado para<br />

Estados Unidos”. Renoir tuvo que esperar aún<br />

varios meses para obtener un visado de salida de<br />

<strong>la</strong>s autoridades francesas. Y llegamos al<br />

momento c<strong>la</strong>ve en <strong>la</strong> vida de Renoir. Los<br />

co<strong>la</strong>boracionistas con el régimen nazi le<br />

proponen trabajar en el marco de <strong>la</strong> France<br />

Nouvelle, asegurándole que se beneficiaría de<br />

todos los medios necesarios para rodar<br />

“libremente” sus pelícu<strong>la</strong>s. “Había llegado el<br />

momento de desaparecer”: Renoir y su mujer<br />

toman en Marsel<strong>la</strong> un barco con destino a<br />

Argelia, y luego a Marruecos y a Lisboa… y,<br />

por fin, a Nueva York.<br />

El 31 de diciembre de 1940 los Renoir llegan a<br />

Nueva York. Robert F<strong>la</strong>herty los espera en el<br />

muelle: “Aquel hombre era todo amor”. (Renoir<br />

dedica el capítulo 34 -“Primeros tiempos en el<br />

país de los pieles rojas”- a re<strong>la</strong>tar <strong>la</strong> emoción y<br />

el estupor que le provocaron los edificios, <strong>la</strong>s<br />

calles y <strong>la</strong>s gentes de “aquel<strong>la</strong> ciudad<br />

sorprendente”.) Al poco tiempo se tras<strong>la</strong>dan a<br />

Hollywood: “es decir, según los neoyorquinos,<br />

[dejábamos] <strong>la</strong> civilización por <strong>la</strong> barbarie”.<br />

Renoir tenía un contrato con <strong>la</strong> FOX. En este<br />

punto de sus memorias el director francés<br />

manifiesta algo que constataremos en nuestro<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

18<br />

análisis fílmico posterior: Rápidamente<br />

comprendí que <strong>la</strong> Fox no esperaba que les<br />

ofreciera mis métodos personales, sino que<br />

adoptara los métodos hollywoodenses.<br />

En realidad, como afirman Faulkner y Duncan,<br />

“Renoir tuvo que empezar de cero y aprender <strong>la</strong><br />

forma de hacer cine del lugar”. Tuvo éxitos y<br />

fracasos. Muchas ideas y proyectos quedaron en<br />

el camino, y, al final, podemos concluir que no<br />

llegaría a adaptarse al sistema.<br />

No sin dificultad Renoir convence a Darryl F.<br />

Zanuck, jefe de <strong>la</strong> Fox, para que le confíe <strong>la</strong><br />

dirección de SWAMP WATER / AGUAS<br />

PANTANOSAS (1941), un filme de argumento<br />

puramente americano, con guión de Dudley<br />

Nichols, basado en <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> de Vereen Bell. De<br />

ese rodaje Renoir recuerda con emoción un<br />

doble descubrimiento: de un parte, <strong>la</strong> región de<br />

Okefenokee, refugio de animales salvajes de<br />

todo tipo; y, de otro parte, <strong>la</strong> bebida nacional del<br />

Sur, el bourbon. (En esto también admiramos el<br />

buen gusto del maestro.) Por otra parte, el<br />

director francés <strong>la</strong>menta cómo Darryl F. Zanuck<br />

le recrimina <strong>la</strong> tardanza en el rodaje y le impone<br />

filmar a <strong>la</strong> manera de Hollywood:<br />

concretamente, le obliga a rodar algunas escenas<br />

p<strong>la</strong>no a p<strong>la</strong>no en lugar de emplear el p<strong>la</strong>no<br />

secuencia. “Fue mi primera abdicación en<br />

Hollywood”.<br />

Tras su frustración con Zanuck en <strong>la</strong> Fox,<br />

Renoir firma un contrato con <strong>la</strong> Universal<br />

Pictures, donde le proponen trabajar con Deanna<br />

Durbin en una pelícu<strong>la</strong> bélica titu<strong>la</strong>da MI


ENCANTADORA ESPOSA (1942, Bruce<br />

Manning). Pero Renoir abandona el proyecto al<br />

cabo de diez semanas por problemas de salud,<br />

aunque al parecer también por desacuerdos con<br />

re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> producción cinematográfica.<br />

En 1943 escribe y produce para <strong>la</strong> RKO THIS<br />

LAND IS MINE / ESTA TIERRA ES MÍA. El<br />

punto de partida es un guión original escrito por<br />

el propio Renoir y Dudley Nichols, inspirado<br />

libremente en La dernière c<strong>la</strong>sse de Alphose<br />

Daudet. Renoir destaca de esta pelícu<strong>la</strong> el<br />

trabajo de Charles Laughton, un actor<br />

maravilloso que se implicaba hasta el fondo en<br />

cada escena de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong>. Además, gracias a él<br />

conoció <strong>la</strong> literatura de William Shakespeare<br />

cuyos textos recitaba en los descansos del<br />

rodaje. Esta vez <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> se termina<br />

rápidamente. Fue todo un éxito en <strong>la</strong>s sa<strong>la</strong>s de<br />

proyección americanas. Sin embargo, el estreno<br />

de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> en Francia después del conflicto<br />

bélico recibió duras críticas por su benevolencia<br />

con el régimen de Vichy y su visión a veces<br />

algo ingenua con <strong>la</strong> ocupación alemana.<br />

Pero en este periodo hollywoodense de Jean<br />

Renoir algunos proyectos cinematográficos no<br />

llegaron nunca a materializarse. El primero, un<br />

filme titu<strong>la</strong>do SARN, basado en <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> de<br />

Mary Webb, que el director quería rodar con<br />

Ingrid Bergman. Dudley Nichols y Renoir<br />

soñaban igualmente con el rodaje de una nueva<br />

versión de LOS BAJOS FONDOS, con una<br />

historia situada en Los Ángeles. “No había<br />

nada que hacer; a pesar del dinero que daban<br />

mis pelícu<strong>la</strong>s, yo no era comercial.”<br />

En 1944 <strong>la</strong> Office for War Information le<br />

propone a Renoir ir a Nueva York para<br />

participar en <strong>la</strong> producción de SALUTE TO<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

19<br />

FRANCE, un filme menor destinado a <strong>la</strong>s tropas<br />

americanas y a <strong>la</strong>s aliadas que tenían que<br />

desembarcar en <strong>la</strong>s costas de Francia para<br />

explicar <strong>la</strong> situación de este país bajo <strong>la</strong><br />

ocupación y para familiarizarse con sus<br />

costumbres. La pelícu<strong>la</strong> se rueda entre marzo y<br />

abril de 1944, seis semanas antes del<br />

desembarco de Normandía (6 de junio). (No<br />

hemos visto este filme: al parecer, <strong>la</strong> versión<br />

original tenía un metraje de 90 minutos que<br />

quedó reducido a <strong>la</strong> mitad.)<br />

Este proyecto le permitió conocer, entre otros<br />

“monstruos del teatro”, a Burguess Meredith,<br />

que se había casado con <strong>la</strong> ex mujer de Charlie<br />

Chaplin, Paulette Goddard. Meredith le abrió a<br />

Renoir <strong>la</strong>s puertas del mundo teatral<br />

neoyorquino. Dos años más tarde el director<br />

francés dirige a Burguess y a Goddard en THE<br />

DIARY OF A CAMBERMAID, una adaptación<br />

de una nove<strong>la</strong> de Octave Mirbeau. (Lamentable<br />

e incomprensiblemente, Renoir olvida en sus<br />

memorias el re<strong>la</strong>to de <strong>la</strong> producción de este<br />

filme.)<br />

En 1945 Robert Hakim le propone a Renoir<br />

dirigir THE SOUTHERNER, un filme basado en<br />

una nove<strong>la</strong> de George Sessions Perry, Hold<br />

Autumn in Your Hand, adaptada por Hugo<br />

Butler. Éste finalmente se retira de <strong>la</strong> escritura<br />

del guión: en realidad, Renoir lo reescribe a su<br />

manera con <strong>la</strong> ayuda de su secretaria Pau<strong>la</strong><br />

Salemson y los consejos de William Faulkner,<br />

quien no aparece acreditado. Renoir se muestra<br />

muy agradecido con él en sus memorias: “La<br />

influencia de este genio tiene sin duda mucho<br />

que ver con el éxito de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> que, rodada<br />

en 1945, se proyecta todavía en todos los países<br />

del mundo.” Este filme supuso <strong>la</strong> reconciliación<br />

de Renoir con Hollywood: en el<strong>la</strong> iba a poner de<br />

manifiesto sus ideas sobre el cine de autor. Este<br />

emotivo filme tuvo un enorme éxito y supuso<br />

para Renoir una consagración definitiva.<br />

Renoir filmará su último filme americano para<br />

<strong>la</strong> RKO: empieza el rodaje a principios de<br />

febrero de 1946 y lo estrena en junio de 1947.<br />

Se pone de acuerdo con Jack Gross, el productor<br />

contratado por el estudio, para escribir el<br />

argumento de THE WOMAN ON THE BEACH,<br />

a partir de <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> de Mitchel Wilson, None<br />

Too Blind. Pero en el trascurso de <strong>la</strong><br />

preproducción Gross muere y Renoir hereda<br />

toda <strong>la</strong> responsabilidad de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong>. “Aquel<strong>la</strong><br />

muerte me pareció un terrible presagio. No me<br />

equivocaba”. Renoir intenta modificar el guión<br />

durante <strong>la</strong>s tomas, lo que provoca un desorden<br />

de argumento. La pelícu<strong>la</strong> precipita el final de<br />

su etapa americana, pero no porque fuera un<br />

desastre de crítica y de público. Renoir tenía aún<br />

un contrato de dos pelícu<strong>la</strong>s con <strong>la</strong> RKO, pero<br />

unos días después del estreno <strong>la</strong> productora le<br />

propone rescindir el contrato a cambio de una


indemnización económica. La aventura<br />

americana de Renoir llegaba a su fin, y no<br />

precisamente de forma exitosa. Zanuck lo<br />

explicó a su manera: “Renoir tiene mucho<br />

talento, pero no es de los nuestros”. Faulkner y<br />

Duncan p<strong>la</strong>ntean <strong>la</strong> posibilidad de que Renoir<br />

estuviera en <strong>la</strong>s listas negras de los productores<br />

y los estudios por su activismo político durante<br />

los años cuarenta.<br />

Las tensiones vividas con <strong>la</strong> RKO y el fracaso<br />

económico de The Woman on the Beach obligan<br />

a Jean Renoir a un nuevo exilio, esta vez de<br />

regreso a Francia: se inicia así <strong>la</strong> última etapa de<br />

su filmografía marcada –apunta Quintana- “por<br />

<strong>la</strong> condición de extranjería”, por <strong>la</strong> sensación de<br />

extrañeza en su propia casa.<br />

De todos modos, Jean Renoir volvería a Estados<br />

Unidos, y acabaría convirtiendo este país en su<br />

tierra de adopción, en el espacio predilecto para<br />

vivir felizmente sus últimos años.<br />

2. Análisis fílmico: directed by Jean Renoir.<br />

2.1. Swamp Water (1941) y The Southerner<br />

(1945): el cine realista.<br />

SWAMP WATER / AGUAS PANTANOSAS<br />

(1941, 20 th Century Fox)<br />

Un travelling en retroceso muestra una ca<strong>la</strong>vera<br />

sobre una cruz que está c<strong>la</strong>vada en mitad de un<br />

pantano (según los títulos de crédito, <strong>la</strong> historia<br />

está localizada “in the Okefenokee Swamp in<br />

the State of Georgia”), a su vez –continúa el<br />

travelling <strong>la</strong>teral hacia <strong>la</strong> derecha- enmarcado en<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

20<br />

un espacio natural exuberante, de enorme<br />

riqueza tanto de árboles como de p<strong>la</strong>ntas. Ya<br />

queda de manifiesto <strong>la</strong> importancia del medio<br />

sobre el ser humano –los hombres del pantano-<br />

que poco puede hacer para vencerlo, para<br />

dominarlo: son incapaces de encontrar a unos<br />

tramperos que al parecer se internaron en ese<br />

lugar –cazan animales para vender sus pieles- y<br />

fueron atrapados por una mocasín. Thursday<br />

Ragan (Walter Huston) le pide una y otra vez a<br />

su hijo Ben Ragan (Dana Andrew) que no se<br />

asome al pantano.<br />

Por momentos el filme de Renoir se torna casi<br />

en una especie de documental sobre el modo de<br />

subsistencia de los habitantes de <strong>la</strong> comarca del<br />

pantano. No nos sorprende, pues, que el director<br />

invierta algo más de cinco minutos en mostrar<br />

casi palmo a palmo <strong>la</strong> naturaleza del lugar<br />

cuando en un viaje arriesgado Ben sale en busca<br />

de su querido perro. Al parecer Renoir se negó a<br />

reproducir este espacio natural en los estudios<br />

de <strong>la</strong> Fox y convenció a Zanuck para rodar los<br />

exteriores del filme en Georgia, en <strong>la</strong><br />

encantadora ciudad de Waycross.<br />

La parte descriptiva de <strong>la</strong> secuencia concluye<br />

cuando aparece en escena el hombre salvaje de<br />

<strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong>, Tom Keefer (Walter Brenan), el<br />

único individuo capaz de sobrevivir en este<br />

medio inhóspito. No tiene el viejo buena<br />

opinión de <strong>la</strong> gente del pantano: mucho menos<br />

de <strong>la</strong> familia de Ben. Pero entre ellos surge a<br />

partir de este momento una re<strong>la</strong>ción amistosa<br />

muy entrañable basada en <strong>la</strong> solidaridad y en <strong>la</strong><br />

comprensión mutua. En este sentido, en <strong>la</strong><br />

segunda visita de Ben, ya emancipado, pues<br />

abandona definitivamente su casa al enfrentarse<br />

una vez más a su incompresible y testarudo<br />

padre, en este retorno al paraíso perdido, los<br />

nuevos amigos hab<strong>la</strong>n ya distendidamente:<br />

-Esto es como estar en otro mundo –le dice<br />

Ben a su “socio”.<br />

-He oído decir que <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s son otros<br />

mundos. Son como balsas flotando en <strong>la</strong><br />

noche del señor y hay seres vivientes dentro<br />

igual que en este mundo al que l<strong>la</strong>mamos<br />

tierra. Vivir en este pantano es como vivir en<br />

una estrel<strong>la</strong> -dice Tom.<br />

-Este pantano –apunta Ben- no parecer ser<br />

tan peligroso como dicen.<br />

-No si se conoce. Pero puedes perderte y<br />

volverte loco tratando de encontrar <strong>la</strong> salida.<br />

Hay que conocer bien a todos los seres que<br />

viven aquí. De <strong>la</strong> misma manera que es<br />

necesario conocer bien a <strong>la</strong> gente para vivir<br />

fuera del pantano.<br />

Se trata sin duda alguna de una de <strong>la</strong>s escenas<br />

más intimistas y líricas del primer filme de<br />

Renoir en América. Filmada con una puesta en


escena muy austera con apenas movimientos de<br />

cámara, resuelta casi en su totalidad en p<strong>la</strong>nos<br />

fijos. (A veces, algunos p<strong>la</strong>nos nos han<br />

recordado a ciertos cuadros realistas.) Comienza<br />

ahora el auténtico aprendizaje de Ben: Tom le<br />

explica algunas costumbres remotas de los<br />

indios, algunas características sobre ese medio<br />

natural que le permitan colocar trampas y cazar<br />

panteras y otros animales salvajes para obtener<br />

buenas pieles. (Por otra parte, no olvidemos que<br />

uno de los temas preferidos de Renoir ya desde<br />

sus inicios es <strong>la</strong> amistad, un tema<br />

insuficientemente tratado en el cine y en <strong>la</strong><br />

literatura.).<br />

Otro personaje importante de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> es el de<br />

Julie (Anne Baxter) que representa a <strong>la</strong> mujer<br />

salvaje –una “gata salvaje” que, de hecho, es <strong>la</strong><br />

hija de Tom, quien <strong>la</strong> dejó de pequeña al<br />

cuidado de una familia de granjeros-, inadaptada<br />

en el mundo civilizado. Julie –seña<strong>la</strong>n Faulkner<br />

y Duncan- “recuerda a <strong>la</strong> inocente Virginie de<br />

La fille de l’eau”.<br />

Ahora le corresponde a Ben <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor de<br />

“educador”: le proporciona afecto, le compra un<br />

hermoso vestido y <strong>la</strong> invita a un baile de <strong>la</strong><br />

comunidad. Vemos, pues, cómo a lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong><br />

pelícu<strong>la</strong> Ben se mueve una y otra vez entre el<br />

medio civilizado y el medio natural. En <strong>la</strong><br />

ciudad solo encuentra hostilidad e<br />

incomprensión, envidia e ira; en cambio, en el<br />

campo, en el medio salvaje, en mil<strong>la</strong>s y mil<strong>la</strong>s<br />

de aguas pantanosas y cipreses sin un solo ser<br />

humano, está el sosiego y <strong>la</strong> tranquilidad, y por<br />

supuesto, <strong>la</strong> amistad y el amor que representan,<br />

indistintamente, Tom y si hija. ¿No es esto,<br />

acaso, una versión fílmica del tópico horaciano<br />

del beatus ille, o para entendernos mejor, del<br />

elogio a <strong>la</strong> “vida retirada” de Fray Luis de<br />

León?<br />

Ben representa al soñador rebelde de <strong>la</strong><br />

filmografía de Renoir: al igual que el<br />

protagonista de El hombre del sur, sueña con<br />

hacer fortuna con sus propias manos, con su<br />

esfuerzo en ese medio natural (en este caso el<br />

pantano, allí era <strong>la</strong> tierra baldía, en barbecho),<br />

para ir poco a poco adquiriendo medios que le<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

21<br />

permitan subsistir por su cuenta, ampliar sus<br />

miras de cazador (o, en el otro filme que<br />

analizaremos a continuación, ser un granjero).<br />

Renoir ha confesado en sus memorias que de <strong>la</strong><br />

nove<strong>la</strong> de Vereen Bell le interesó especialmente<br />

el carácter de los personajes del drama. “Me<br />

fascinaban –concluye Renoir- aquellos<br />

personajes primitivos”.<br />

THE SOUTHERNER / EL HOMBRE DEL<br />

SUR (1945, PRODUCING PICT.)<br />

The Southerner es, a nuestro juicio, el filme más<br />

interesante de <strong>la</strong> etapa americana de Jean<br />

Renoir. Desde luego, es el que menos se aleja de<br />

su estilo, de su mundo cinematográfico que<br />

había gestado de manera muy personal desde<br />

sus inicios, ya en el cine mudo, y que había<br />

consolidado en los años treinta. Hollywood es<br />

otra cosa: no importa tanto el director como <strong>la</strong><br />

estrel<strong>la</strong>, como el género, como el mercado.<br />

Así pues, en esta pelícu<strong>la</strong> analizaremos de<br />

manera especial aquellos aspectos que nos<br />

recuerdan a filmes anteriores de Renoir, sobre<br />

todo lo referente a su aportación al l<strong>la</strong>mado<br />

realismo poético. Veremos, en este sentido,<br />

cómo destacan temas como <strong>la</strong> naturaleza, <strong>la</strong><br />

ternura y <strong>la</strong> amistad, <strong>la</strong> solidaridad y el trabajo,<br />

y, por supuesto, uno de los grandes elementos<br />

del cine de Renoir, el humor.<br />

El tema de <strong>la</strong> amistad está p<strong>la</strong>nteado ya desde el<br />

propio prólogo del filme. Un narrador en<br />

primera persona –se presenta a sí mismo como<br />

“(un amigo) de <strong>la</strong> ciudad”- se dispone, a partir<br />

de un álbum de fotos, a re<strong>la</strong>tar <strong>la</strong> historia de su<br />

amigo Sam Tucker y su familia (“no hal<strong>la</strong>rán<br />

gente mejor, créanme”): Sam, un auténtico<br />

cabezota; Nona, su esposa; <strong>la</strong> madre de Sam,<br />

viuda; Harmie, un buen amigo de los Tucker;<br />

Daisy y Jotty, los hijos; y <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> de Sam.<br />

“Las guardo con cariño, al mirar<strong>la</strong>s me siento<br />

cerca de mis amigos”.<br />

Al igual que en Aguas pantanosas, en un<br />

momento del filme encontramos un<br />

p<strong>la</strong>nteamiento del tópico literario (y por qué no<br />

cinematográfico) del beatus ille, si cabe de<br />

manera más explícita y más determinante que en


el filme anterior. Su amigo “de <strong>la</strong> ciudad” no se<br />

siente atraído por <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong>s gentes del<br />

campo; en realidad, asegura en el prólogo, “sólo<br />

vuelvo para fiestas, bodas y ferias”. Observa<br />

cómo su amigo sufre todo tipo de penurias para<br />

sobrevivir y entonces le ofrece trabajar en una<br />

fábrica para obtener un sueldo que le permita a<br />

él y a su familia vivir en mejores condiciones.<br />

Pero Tim sabe que el sitio de su amigo Sam está<br />

en el campo:<br />

Algún día comprarás un tractor. ¿Y de dónde<br />

crees que saldrá? Créeme, hace falta gente para<br />

todo, y el mundo seguirá girando. Amas a tu<br />

granja y es justo que te quedes. A mí me gusta<br />

trabajar en una fábrica y vine para llevarte.<br />

Pero <strong>la</strong> vida en el campo sureño es muy difícil:<br />

mucho sufrimiento, especialmente por el<br />

insoportable calor, <strong>la</strong>mentables condiciones<br />

<strong>la</strong>borales, y escasas posibilidades de tomar<br />

iniciativas personales. Con todo, este es el único<br />

medio de salir del pozo de <strong>la</strong> pobreza. En <strong>la</strong><br />

primera secuencia Renoir muestra –ya vimos<br />

algo parecido en Swamp Water- de manera lírica<br />

y al mismo tiempo muy realista una escena de<br />

recogida del algodón: <strong>la</strong> cámara se mueve en<br />

ese medio natural con varios travelling muy<br />

ralentizados, siempre hacia <strong>la</strong> izquierda y a <strong>la</strong><br />

altura de los encorvados peones, acercándose a<br />

los personajes por medio de leves picados, para<br />

mostrarnos cómo trabajan estas gentes del sur.<br />

Emplea, además, un fondo musical muy<br />

elocuente, con ritmos y voces de blues.<br />

Observamos cómo Renoir no tiene prisa en su<br />

afán de realismo cinematográfico, de<br />

documentar con detalle <strong>la</strong> recogida y carga del<br />

algodón. El tío del protagonista es una víctima<br />

de este tipo de vida: antes de fallecer le invita a<br />

cosechar sus propias tierras, a no depender<br />

siempre de los terratenientes, de los jefes, de <strong>la</strong><br />

“gente con dinero”: “Cultiva tu propia cosecha”.<br />

Y en eso consistirá básicamente el resto de <strong>la</strong><br />

pelícu<strong>la</strong>: en una especie de “documental” sobre<br />

cómo hacerse granjero en <strong>la</strong> América profunda.<br />

No sería arriesgado aventurar que Renoir recibe<br />

<strong>la</strong> influencia del cine de Robert F<strong>la</strong>herty, el<br />

amigo que lo recibió con los brazos abiertos en<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

22<br />

el puerto de Nueva York, y es muy probable que<br />

tomara ideas de su cine. “El verdadero tema –<br />

apunta Renoir en sus memorias- era el de <strong>la</strong><br />

ma<strong>la</strong> alimentación de los campesinos. El chico<br />

estaba afectado de pe<strong>la</strong>gra. El médico lo cura<br />

recomendándole que coma legumbres y beba<br />

leche, y los padres quedan asombrados”. Pero el<br />

auténtico mensaje de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> –suscribimos<br />

<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de Faulkner y Duncan- es “el deseo<br />

y <strong>la</strong> necesidad de los <strong>la</strong>zos humanos”.<br />

Sam tiene ilusión en alqui<strong>la</strong>r un terreno en San<br />

Pedro, junto al río, para iniciar esta quijotesca<br />

empresa de convertirse en granjero: “Lleva tres<br />

años sin cultivar y debe ser fértil como el<br />

fango”. El camino no será nada fácil: antes al<br />

contrario, una serie de problemas se cruzarán<br />

una y otra vez en su camino, pero él no desiste<br />

en su empeño. Tardarán un año –le apunta su<br />

mujer al principio- en despejar, en limpiar este<br />

terreno adusto y agreste. Pero ya tiene todo en <strong>la</strong><br />

cabeza: pedirle prestadas unas mu<strong>la</strong>s al viejo<br />

Newar, a cambio de parte de <strong>la</strong> cosecha,<br />

semil<strong>la</strong>s y fertilizantes a Harmie, y un arado al<br />

viejo Pox. El tras<strong>la</strong>do de <strong>la</strong> familia al nuevo<br />

hogar recuerda sobremanera a Las uvas de <strong>la</strong> ira<br />

/ The Grapes of Warth, el filme de John Ford<br />

basado en una nove<strong>la</strong> homónima de John<br />

Steinbeck. (El mismo Ford realizó para <strong>la</strong> Fox<br />

La ruta del tabaco / Tobacco Road, 1941, que<br />

se sitúa en esta línea de cine “realista”<br />

comprometido.) Allí tendrán que vivir en un<br />

hogar inhóspito, una casa con “cuatro tab<strong>la</strong>s”, y<br />

soportar los rigores del invierno. (Es <strong>la</strong> cámara<br />

<strong>la</strong> que nos adentra en este espacio y nos lo<br />

muestra con todo detalle, moviéndose<br />

libremente, primero en su interior, luego, en <strong>la</strong><br />

escena siguiente, en su exterior: un rasgo propio<br />

del estilo de Renoir, que no debemos confundir<br />

en absoluto con <strong>la</strong> cámara subjetiva.)<br />

Sin duda alguna, <strong>la</strong> secuencia c<strong>la</strong>ve de <strong>la</strong><br />

pelícu<strong>la</strong> es el primer encuentro de Sam con el<br />

granjero Henry Devers. Éste –que más ade<strong>la</strong>nte<br />

mostrará una actitud muy insolidaria con Sam-<br />

le abre los ojos a partir del re<strong>la</strong>to de su propia<br />

miseria personal y familiar.<br />

-Y tú ¿cómo empezaste? –dice Sam.<br />

-Como aparcero. El primer año perdí <strong>la</strong><br />

cosecha por el granizo. Al otro <strong>la</strong> fiebre<br />

aftosa acabó con <strong>la</strong> vaca y el cerdo, mis<br />

ahorros. Mi esposa cogió una pulmonía y<br />

murió. Dos años después uno de mis hijos<br />

murió de fiebre de primavera. Tal vez los<br />

perdí porque no tenía dinero para médicos –<br />

le contesta Henry.<br />

Renoir tiene en muy alta estima <strong>la</strong> risa y el<br />

factor sorpresa, algo muy evidente tanto en el<br />

diseño de situaciones imprevisibles como en el<br />

tratamiento de los personajes y de los


argumentos más serios. El director francés ha<br />

visto y ha admirado a los clásicos del cine<br />

cómico norteamericano. Y ha interpretado<br />

papeles cómicos en algunas pelícu<strong>la</strong>s suyas. En<br />

este sentido, no podemos pasar por alto <strong>la</strong><br />

escena que se desarrol<strong>la</strong> en el Bar Rainbow<br />

protagonizada por Sam y Tim (el amigo “de <strong>la</strong><br />

ciudad”); aquél le acaba de contar a éste sus<br />

penurias económicas y lo de <strong>la</strong> enfermedad del<br />

niño; el amigo se compadece y le sugiere un<br />

trabajo mejor. Pero lo que se anuncia como una<br />

escena melodramática, más próxima a <strong>la</strong><br />

lágrima fácil, se resuelve magistralmente en<br />

forma de comedia: estos dos amigos calman <strong>la</strong>s<br />

pe<strong>la</strong>s con una birritas, Sam rechaza <strong>la</strong>s<br />

insinuaciones de una prostituta, y Tim destroza<br />

el garito.<br />

Véase, en esta misma línea, <strong>la</strong> escena del baile<br />

de <strong>la</strong> boda de <strong>la</strong> madre de Sam en <strong>la</strong> que casi<br />

todos terminan etílicos y tirados por el suelo:<br />

una vez más, <strong>la</strong> broma procede de <strong>la</strong> actuación<br />

de Tim que esconde una botel<strong>la</strong> de whisky en <strong>la</strong><br />

estufa para que nadie <strong>la</strong> encuentre, pero que<br />

termina prendiendo el fuego. Logra salvar<strong>la</strong> a<br />

tiempo en otra escena más de c<strong>la</strong>ra<br />

reminiscencia cómica que recuerda a los<br />

Keaton, Chaplin, Lloyd y compañía. Sin<br />

embargo, al contrario que en <strong>la</strong> secuencia<br />

anterior, a <strong>la</strong> comedia le sigue de inmediato <strong>la</strong><br />

tragedia: <strong>la</strong> fiesta se cierra con una trágica<br />

tormenta que inunda los campos y acaba con<br />

toda <strong>la</strong> cosecha. Un ejemplo c<strong>la</strong>ro de maestría<br />

en <strong>la</strong> concepción del guión.<br />

Pero para mí <strong>la</strong> secuencia más hermosa del<br />

filme, al mismo tiempo <strong>la</strong> más tierna, ocurre<br />

mucho antes. Un brevísimo p<strong>la</strong>no secuencia. No<br />

hay apenas diálogo, ni voz en off; sólo vemos lo<br />

que quiere <strong>la</strong> cámara de Renoir, en una escena<br />

de enorme intimismo: un cubo recoge el agua<br />

que entra por el tejado, los niños y <strong>la</strong> abue<strong>la</strong><br />

duermen plácidamente, <strong>la</strong> estufa mantiene<br />

caliente el hogar. (A esto Pasolini lo hubiera<br />

l<strong>la</strong>mado cine-poesía.) Y muy del mundo de<br />

Renoir es también <strong>la</strong> escena de los personajes en<br />

<strong>la</strong> ribera del río en <strong>la</strong> que no se necesitan <strong>la</strong>s<br />

pa<strong>la</strong>bras para mostrar cómo vive y cómo son los<br />

seres de esta entrañable familia. Así es: <strong>la</strong> madre<br />

<strong>la</strong>va <strong>la</strong> ropa, el niño se baña y juega<br />

prácticamente desnudo, el padre pesca con <strong>la</strong>s<br />

manos. (No muy lejos de esta visión idílica del<br />

hombre en un marco natural encontramos en<br />

The River, un título inmediatamente posterior y<br />

otra de sus obras maestras.)<br />

2.2. This Land is Mine (1943): un filme<br />

político antinazi.<br />

Renoir inicia este filme bélico con una<br />

contextualización histórica, aunque con una<br />

voluntad generalizadora muy c<strong>la</strong>ra al apuntar<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

23<br />

imprecisamente el espacio de <strong>la</strong> historia, casi a<br />

<strong>la</strong> manera cervantina: “Somewhere in Europe”<br />

(En algún lugar de Europa). Pero en realidad <strong>la</strong><br />

acción se sitúa en Francia durante <strong>la</strong> ocupación<br />

de los alemanes.<br />

Comienza el filme con un p<strong>la</strong>no fijo que<br />

muestra una estatua dedicada a los héroes de <strong>la</strong><br />

Primera Guerra Mundial, en el que se indica lo<br />

siguiente: 1914-1918 In memory of those who<br />

died to bring peace to the world (A <strong>la</strong> memoria<br />

de los que murieron por <strong>la</strong> paz del mundo). Y,<br />

por fin, un leve picado para fijar <strong>la</strong> atención del<br />

espectador en un titu<strong>la</strong>r periodístico “HITLER<br />

INVADES”. Un bando municipal del alcalde<br />

aboga por el co<strong>la</strong>boracionismo del pueblo<br />

invadido por los alemanes.<br />

Pero enseguida pasamos al nivel cotidiano de <strong>la</strong><br />

historia: <strong>la</strong> vida de un maestro soltero que vive<br />

con su madre, quien, por cierto, lo trata en todo<br />

momento como un niño. Es éste un recurso muy<br />

propio en el cine histórico de Jean Renoir:<br />

abordar un momento c<strong>la</strong>ve en <strong>la</strong> historia<br />

contemporánea desde <strong>la</strong>s vidas de los seres<br />

sencillos y no desde los grandes nombres, desde<br />

<strong>la</strong> “intrahistoria” en definitiva. (Así, por<br />

ejemplo, lo hace con <strong>la</strong> Revolución Francesa en<br />

La Marsellesa, y con <strong>la</strong> Primera Guerra<br />

Mundial en La gran ilusión.) Albert Lory<br />

(Charles Laughton) representa a lo <strong>la</strong>rgo del<br />

filme <strong>la</strong> sumisión al pueblo invasor. No<br />

cuestiona en ningún momento <strong>la</strong> invasión.<br />

Íntima amiga de Lory es <strong>la</strong> señorita Louise<br />

Martin (Maureen O’Hara), quien, a pesar de su<br />

amistad, no duda en recriminarle su actitud<br />

pasiva ante tal situación. Son, sin duda alguna,<br />

<strong>la</strong>s dos posturas (por supuesto habría más) que<br />

suscita <strong>la</strong> invasión ilegal de un pueblo soberano:<br />

el co<strong>la</strong>boracionismo (Laughton) o <strong>la</strong> resistencia<br />

(O’Hara). Laughton no esconde <strong>la</strong> cobardía y el<br />

miedo que le provocan los ataques aéreos, pero<br />

el amor por <strong>la</strong> señorita O’Hara lo retiene en ese<br />

lugar.<br />

La acción bélica de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> descansa en <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra. No es, pues, un filme que se desarrolle<br />

en los campos de batal<strong>la</strong>, en <strong>la</strong>s trincheras, en el<br />

mar o en el aire. Ésta es a nuestro juicio una de


<strong>la</strong>s principales virtudes del filme de Renoir. En<br />

este sentido, <strong>la</strong> secuencia c<strong>la</strong>ve del filme es <strong>la</strong><br />

reunión de Laughton con el director del colegio<br />

inmediatamente después del bombardeo aliado.<br />

El discurso antibélico de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> se basa en<br />

<strong>la</strong> moral y en <strong>la</strong> ética del individuo. El director<br />

defiende <strong>la</strong> lucha por <strong>la</strong> dignidad y por <strong>la</strong><br />

libertad del ser humano. Los alemanes ordenan<br />

de inmediato censurar <strong>la</strong>s páginas de algunos<br />

manuales, y <strong>la</strong> quema de otros libros. Pero un<br />

régimen totalitario –que se lo digan a Hitler,<br />

Mussolini, Stalin, o Franco- no puede “quemar”<br />

<strong>la</strong> memoria del individuo culto, lo aprendido; en<br />

todo caso, sólo fusi<strong>la</strong>r, y desde luego que lo<br />

hicieron. Los vencedores piensan que<br />

destruyendo <strong>la</strong> imprenta podrán acabar con el<br />

foco de <strong>la</strong> Resistencia. Pero sólo con <strong>la</strong><br />

intelectual. De inmediato los héroes del pueblo<br />

se <strong>la</strong>nzan a <strong>la</strong> lucha armada arrojando<br />

proyectiles contra los invasores. Los alemanes<br />

saben que el foco de resistencia principal radica<br />

en <strong>la</strong>s ideas que irradia el profesor Sorel.<br />

Quizás <strong>la</strong> escena más entrañable del filme es<br />

aquel<strong>la</strong> en <strong>la</strong> que O’Hara invita al profesor Lory<br />

a cenar. La historia pasa a un segundo p<strong>la</strong>no en<br />

favor de <strong>la</strong> explicitación de los sentimientos: es<br />

una de <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de amor más<br />

emocionantes del cine clásico americano. Para<br />

mí <strong>la</strong> secuencia tendría tres momentos o<br />

subpartes. Primero, en <strong>la</strong> parte final de <strong>la</strong> cena,<br />

Louise sirve ya el café, se sienta y en ese<br />

momento –Renoir mantiene unos segundos el<br />

p<strong>la</strong>no fijo- Lory intenta sincerarse. A<br />

continuación, los personajes se sientan: pero<br />

Renoir no utiliza el p<strong>la</strong>no- contrap<strong>la</strong>no del cine<br />

clásico para el desarrollo del diálogo: oímos<br />

fuera de campo <strong>la</strong> voz de Louise mientras<br />

vemos los titubeos de Lory para dec<strong>la</strong>rarse. Por<br />

último, asistimos a <strong>la</strong> dec<strong>la</strong>ración de amor de<br />

Lory, ahora de espaldas, casi fuera de campo,<br />

mientras vemos <strong>la</strong> sorpresa en el rostro de<br />

Louise, un primer p<strong>la</strong>no harto elocuente. (Este<br />

motivo se completa con otra dec<strong>la</strong>ración de<br />

amor ulterior en el juicio final en el que Lory<br />

confiesa su cobardía. Louise escucha sus<br />

pa<strong>la</strong>bras bañada en lágrimas.)<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

24<br />

Pero el profesor Lory entrará poco a poco en <strong>la</strong><br />

“historia”: enseguida comprende <strong>la</strong> importancia<br />

de <strong>la</strong> resistencia frente a los ocupantes, a los<br />

invasores. Los alemanes lo toman como rehén<br />

para amedrentar a los miembros de <strong>la</strong><br />

Resistencia, pero pronto queda en libertad. Es<br />

curioso: Lory nunca ha emitido un juicio<br />

negativo contra los alemanes, jamás ha<br />

participado en una acción de sabotaje, y casi<br />

siempre parece estar al margen de los<br />

acontecimientos históricos. Llega tarde a todo,<br />

está siempre en el lugar inadecuado: se le acusa<br />

de asesinar a un co<strong>la</strong>boracionista pero –como<br />

verá el espectador primero, y oirá luego el<br />

jurado del juicio- se trata de un caso de suicidio.<br />

Yo quería matar a George Lambert pero creo<br />

que no hubiera sido capaz. Soy muy débil y soy<br />

cobarde. Todo el mundo lo sabe, hasta el fiscal.<br />

Y por eso se bur<strong>la</strong> de mí… Sé muy bien que me<br />

espera <strong>la</strong> muerte… Esta mañana he podido ver<br />

con c<strong>la</strong>ridad [en un fusi<strong>la</strong>miento] cómo es ese<br />

maravilloso mundo que nos pintan. Hoy han<br />

caído diez hombres porque aún querían ser<br />

libres… La lucha es muy dura. Hemos de luchar<br />

primero contra nosotros mismos. Soy el primero<br />

en acusarme.<br />

Lory muere con dignidad. “Los verdaderos<br />

héroes –afirma Renoir- son modestos”. Los<br />

alemanes lo detienen mientras lee a sus alumnos<br />

<strong>la</strong> Dec<strong>la</strong>ración de los Derechos Humanos.<br />

El personaje del “maestro idiota” es uno de los<br />

grandes logros de <strong>la</strong> filmografía americana de<br />

Jean Renoir. La interpretación de Charles<br />

Laughton a lo <strong>la</strong>rgo del filme, pero sobre todo<br />

en <strong>la</strong> escena final, debería ser vista y analizada<br />

obligatoriamente en todas <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s de cine y<br />

de interpretación dramática.<br />

Recientemente Faulkner y Duncan han<br />

reivindicado el alcance político de este filme,<br />

muy denostado en <strong>la</strong> Francia de posguerra,<br />

porque aborda valientemente y sin tapujos “<strong>la</strong><br />

realidad del antisemitismo, los coqueteos del<br />

nazismo y el precio moral de <strong>la</strong> co<strong>la</strong>boración”.<br />

2.3. The Diary of a Chambermaid (1945): de <strong>la</strong><br />

comedia al melodrama.<br />

De nuevo el comienzo de una pelícu<strong>la</strong> de<br />

Renoir, en el que se apoya el discurso<br />

cinematográfico, es un texto escrito: en este<br />

caso, el diario de Celestine. El director sitúa <strong>la</strong><br />

cámara en el vagón: <strong>la</strong> joven Celestine con<br />

cierta torpeza baja sus maletas del tren. Renoir<br />

tirará de primeros p<strong>la</strong>nos para presentar de una<br />

manera precisa el temperamento de <strong>la</strong><br />

“camarera” en presencia de Joseph, el<br />

“mayordomo”. Y otra vez esa cámara de Renoir<br />

que se mueve y que les abre el paso a los<br />

personajes –y, c<strong>la</strong>ro está al espectador-, hasta<br />

llegar al espacio escénico del filme. Celestine se


presenta como una mujer pragmática, víctima de<br />

<strong>la</strong> sociedad c<strong>la</strong>sista de su época.<br />

Esta p<strong>la</strong>smación de <strong>la</strong> diferencia de c<strong>la</strong>ses ya<br />

estaba presente en La reg<strong>la</strong> del juego, <strong>la</strong> obra<br />

maestra de Renoir, y quizás su mejor pelícu<strong>la</strong>:<br />

los criados y los señores, que no creen en <strong>la</strong><br />

República, y que guardan bajo l<strong>la</strong>ve una<br />

riquísima cubertería. Renoir no tardará en<br />

p<strong>la</strong>smar su condición de director de comedias<br />

desde <strong>la</strong> escena en <strong>la</strong> que Celestine confunde al<br />

señor de <strong>la</strong> casa con un jardinero mientras que <strong>la</strong><br />

nueva fregona le hace gestos para decirle que se<br />

trata del jefe. Más que en ningún otro filme de<br />

esta etapa el director francés acude al registro<br />

coloquial en <strong>la</strong> e<strong>la</strong>boración de los diálogos. En<br />

esto <strong>la</strong> mordaz Paulette Goddard se aproxima a<br />

<strong>la</strong> salvaje Anne Baxter de Aguas pantanosas.<br />

Del grupo de los poderosos señores destaca el<br />

simpático señor Lan<strong>la</strong>ire que enseguida conecta<br />

con <strong>la</strong> extravertida Celestine, porque gracias a<br />

el<strong>la</strong> <strong>la</strong> alegría parece haber entrado por fin en<br />

esa seria y aburrida casa so<strong>la</strong>riega. Me l<strong>la</strong>ma <strong>la</strong><br />

atención una entrañable secuencia, muy propia<br />

del mundo de Renoir, que se desarrol<strong>la</strong> en el<br />

jardín de <strong>la</strong> casa, en <strong>la</strong> que ambos se sinceran.<br />

Primero es Celestine quien se disculpa por su<br />

atrevimiento el día anterior al confundirlo con<br />

un criado. Él, por su parte, elogia su encanto, su<br />

belleza, y le confiesa abiertamente sus gustos<br />

-Quisiera traer un poco de París aquí. A mí<br />

también me gustaría divertirme. Quizás<br />

podríamos ir juntos a París… Quieres<br />

hacerme el favor de salir y comprarte un<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

25<br />

pequeño regalo como señal de mi aprecio por<br />

ti.<br />

-Preferiría tener un recuerdo de usted… Una<br />

caja de rapé tal vez.<br />

Pues bien, el espectador escucha este<br />

par<strong>la</strong>mento pero en realidad está viendo a otros<br />

personajes que asisten atónitos a este encuentro<br />

entre el señor y su nueva criada. De nuevo<br />

vemos cómo el encuadre del cine de Renoir se<br />

ensancha, cómo <strong>la</strong> voz y el espacio en off<br />

cobran mucho protagonismo.<br />

Celestine se entera de que en realidad el señor<br />

Lan<strong>la</strong>ire no tiene nada. Y piensa entonces en su<br />

vecino, el estrafa<strong>la</strong>rio capitán Mojuet. Sospecha<br />

que este viejo loco sí puede facilitarle los lujos<br />

que tanto desea.<br />

-Si te vienes conmigo te lo daré todo. Todo…<br />

Nos casaremos… Tú serías <strong>la</strong> primera. Y deja<br />

que te diga una cosa: en mi habitación tengo<br />

escondidos 25.ooo francos. ¿Qué tal eso<br />

como regalo?<br />

El ritmo de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> es frenético. Pero ya<br />

sabemos cómo es y cómo piensa, en fin, a qué<br />

aspira <strong>la</strong> alocada camarera de <strong>la</strong> casa. Ahora<br />

bien, <strong>la</strong> llegada de George, el hijo de los<br />

Lan<strong>la</strong>ire, descoloca a Celestine: se convierte en<br />

su acompañante, en su lectora, en su amiga. Es<br />

ésta <strong>la</strong> segunda trama narrativa del filme: se<br />

p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> imposibilidad del amor por <strong>la</strong><br />

diferencia de c<strong>la</strong>se, a pesar de que George no se<br />

siente cómodo con este marbete. En el otro<br />

extremo, Joseph, el mayordomo, le recuerda a<br />

Celestine su humilde condición social: le<br />

sugiere hacerse cargo de un cabaret en<br />

Cherburgo, casarse con él. O simplemente<br />

apropiarse de algunos objetos de <strong>la</strong> casa y huir.<br />

“Somos iguales tú y yo”, le reitera en numerosas<br />

ocasiones. Al final matará al capitán Mojuet<br />

para apropiarse de su dinero e implicará a<br />

Celestine en este macabro asunto.<br />

Celestine arrastra demasiado sufrimiento –<br />

algunos hechos de un gris pasado- y no está<br />

dispuesta a soportar los caprichos del enfermizo<br />

hijo, de <strong>la</strong> prepotente madre y de esa agobiante<br />

casa de locos. Y por de<strong>la</strong>nte no tiene nada ni a<br />

nadie. Por eso <strong>la</strong> propuesta del mayordomo al<br />

menos <strong>la</strong> lleva a recapacitar y a mantenerse<br />

durante un tiempo más en <strong>la</strong> casa de los<br />

Lon<strong>la</strong>ire.<br />

Concluimos el comentario de este filme con el<br />

análisis de <strong>la</strong> secuencia en <strong>la</strong> que Joseph, el<br />

mayordomo, anuncia su deseo de renunciar a su<br />

cargo después de algo más de diez años: como<br />

tantas otras personas de su c<strong>la</strong>se, aspira a algo<br />

mejor, “<strong>la</strong> ambición de ser algún día mi propio<br />

amo”. (Algo simi<strong>la</strong>r a lo que aspiran otros<br />

personajes de Renoir como Sam –en El hombre


del sur-, o Ben –en Aguas pantanosas.) Renoir<br />

encuadra en p<strong>la</strong>no fijo y medio a Celestine y a<br />

Joseph –primero hab<strong>la</strong> él, luego el<strong>la</strong> lo secunda-<br />

para simbolizar que se trata en realidad de una<br />

reivindicación de c<strong>la</strong>se. Pero todo este tiene<br />

mucho de farsa, de juego de máscaras que<br />

esconde <strong>la</strong> verdad, un registro por otro <strong>la</strong>do muy<br />

habitual en el cine de Renoir. Nadie se mueve<br />

por sentimientos, sólo por lo material, y por el<br />

dinero, c<strong>la</strong>ro.<br />

En fin, ¿al final quién se lleva a <strong>la</strong> chica?<br />

¿Joseph o George? ¿Celestine podrá al final<br />

salir del pozo de miseria y de desarraigo en el<br />

que ha vivido durante tantos años? El filme se<br />

resuelve en una especie de epílogo: en un vagón<br />

de tren van sentados dos jóvenes, el hombre de<br />

c<strong>la</strong>se alta y <strong>la</strong> doncel<strong>la</strong>, anotando ciertos<br />

compromisos en un diario con destino a una<br />

nueva vida. Faulkner y Duncan han re<strong>la</strong>cionado<br />

el final de este filme con Catherine, <strong>la</strong> primera<br />

pelícu<strong>la</strong> de Renoir.<br />

2.4. The Woman on the Beach (1947): un film<br />

noir.<br />

De último filme de Renoir en América<br />

destacamos de manera especial los siguientes<br />

aspectos: <strong>la</strong> magistral interpretación de Robert<br />

Ryan en su papel de teniente Scott Burnett (de<br />

<strong>la</strong> guardia costera americana); el simbolismo del<br />

espacio natural –otra vez <strong>la</strong> presencia del agua,<br />

aunque esta vez no es un río sino el mar- y de<br />

los elementos escenográficos –en especial, los<br />

restos de un barco a <strong>la</strong> deriva-; y sobre todo el<br />

peso del pasado en el desarrollo de <strong>la</strong> trama<br />

argumental. En esto último, y muy<br />

especialmente en <strong>la</strong> historia de amor fou, es<br />

donde debemos ver <strong>la</strong> adscripción del filme al<br />

cine negro.<br />

La re<strong>la</strong>ción de amor entre Burnett y Peggy<br />

Butler surge desde el primer instante en que se<br />

ven: él, discreto, sonríe levemente; el<strong>la</strong>, con<br />

dotes de femme fatale, fuma, lo mira primero<br />

con cierta risita, luego para otro <strong>la</strong>do como si<br />

aquel tipo nada le importara, y no le da ni los<br />

buenos días. Pero no cabe duda de que <strong>la</strong> fuerza<br />

de <strong>la</strong> pasión amorosa es arrol<strong>la</strong>dora: él<br />

abandonará a su prometida, con quien está a<br />

punto de casarse; el<strong>la</strong> hará lo propio con su<br />

marido a quien sigue unido simplemente por<br />

pena, ya que por su culpa quedó ciego. Luego,<br />

en el segundo encuentro Scott y Peggy se<br />

muestran muy distantes y se hab<strong>la</strong>n entre el<br />

respeto y <strong>la</strong> indiferencia. Pero al final de esta<br />

secuencia ambos recapacitan, y es entonces<br />

cuando el<strong>la</strong> toma <strong>la</strong> iniciativa, y lo invita a su<br />

casa para tomar té. Da <strong>la</strong> sensación en estos<br />

primeros diálogos de que se conocen bastante,<br />

porque quizás se parezcan demasiado. (“Somos<br />

muy parecidos”, le dirá él.) Renoir apunta en<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

26<br />

sus memorias algunas ideas sobre el contenido:<br />

el gran tema de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> es <strong>la</strong> soledad, el<br />

desencanto, el vacío, el drama del ais<strong>la</strong>miento, y<br />

<strong>la</strong> influencia negativa de los fantasmas del<br />

pasado. No es, como reconoce el director, una<br />

temática muy presente en su filmografía.<br />

Renoir p<strong>la</strong>nifica a <strong>la</strong> manera del cine clásico<br />

americano, a partir de p<strong>la</strong>nos fijos y de una<br />

puesta en escena basada en el uso<br />

indiscriminada del p<strong>la</strong>no-contrap<strong>la</strong>no.<br />

En realidad, ellos se entienden muy bien aunque<br />

parecen hab<strong>la</strong>r a medias, en c<strong>la</strong>ve. Pero al<br />

espectador aún le falta información. Sólo<br />

sabemos que él ha estado una temporada en el<br />

hospital y que ha conocido a un enfermo ciego<br />

(¿un herido?). Al salir de una cena en casa de<br />

los Butler, Scott sabrá por boca de Peg cómo<br />

Tod se quedó ciego y <strong>la</strong> parte de culpa que el<strong>la</strong><br />

tiene en este asunto. Pero ahora el<strong>la</strong> ya no le<br />

quiere; en realidad, lo odia. Y entonces los<br />

amantes se besan. Ya no habrá marcha atrás en<br />

este affaire amoroso: ellos, cada uno a su<br />

manera, forman parte de los restos de un<br />

naufragio. No están satisfechos con sus<br />

respectivas vidas, no encuentras un asidero en<br />

otros asuntos ni en otros seres. Son iguales,<br />

pasan por lo mismo. Por eso el final del filme<br />

es muy previsible: me refiero a que será el<br />

mismo para los dos.<br />

El rasgo distintivo del filme, a juicio de<br />

Faulkner y Duncan, es que “se trata de un<br />

re<strong>la</strong>to psicológico creado por un cineasta que<br />

manifestó en más de una ocasión su<br />

abominación por <strong>la</strong> psicología del cine”. En<br />

cualquier caso, se trata de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> más<br />

“negra” –“un filme extraño, subterráneo y<br />

oscuro”, dirá André Bazin- no sólo de <strong>la</strong> etapa<br />

americana sino del conjunto de su filmografía<br />

Ángel Quintana, por su parte, ha seña<strong>la</strong>do que<br />

“[<strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong>] p<strong>la</strong>ntea una arriesgada trama<br />

criminal sin crimen, en <strong>la</strong> que el asesinato no se<br />

constituye como acción, sino como deseo”.<br />

Hemos hab<strong>la</strong>do de simbolismo en el filme. En<br />

primer lugar, ahí está esa nieb<strong>la</strong> que ambienta<br />

algunas escenas como muestra de una historia<br />

harto confusa, de unos personajes oscuros y


enigmáticos. O <strong>la</strong> lluvia que preconiza otro tipo<br />

de hostilidades en el horizonte de los<br />

personajes. (“Con este clima –apunta Tod<br />

Butler- en esta época del año se puede esperar<br />

cualquier cosa”.) El barco abandonado a <strong>la</strong><br />

deriva evoca los fantasmas del pasado, al menos<br />

así lo parece para el teniente, quizás un fracaso<br />

o una muerte. Pero es, al mismo tiempo, el<br />

espacio del amor adúltero en donde los amantes<br />

calman sus penas y algo más. La ceguera de<br />

Tod Butler es una forma de mostrar falta de<br />

comprensión afectiva y sentimental hacia su<br />

mujer. Y, por otra parte, quemar sus cuadros es<br />

cerrar <strong>la</strong> puerta al pasado: Ahora soy un<br />

hombre libre. Ese p<strong>la</strong>no final de <strong>la</strong> casa ardiente<br />

ofrece <strong>la</strong> posibilidad de leer de manera<br />

metafórica el filme: sólo “quemando” los<br />

fantasmas del pasado podemos superar los<br />

problemas e iniciar una nueva etapa con ilusión.<br />

Conclusiones.<br />

Jean Renoir definió el sistema de estudios de<br />

Hollywood como una auténtica “dictadura”. No<br />

tiene buenos recuerdos de su experiencia con los<br />

productores, con los administradores, pero sí<br />

con los actores. Le desagrada que le impongan<br />

cómo filmar (cómo p<strong>la</strong>nificar una secuencia) y,<br />

sobre todo, no contro<strong>la</strong>r el montaje final del<br />

filme. Sin embargo, no repara en elogios hacia<br />

<strong>la</strong> sociedad americana que lo acogió desde un<br />

primer momento con cariño y con entusiasmo.<br />

Los cinco filmes de <strong>la</strong> etapa americana (1940-<br />

1947) de Jean Renoir están muy por detrás de<br />

sus obras maestras de los años treinta. Con todo,<br />

en absoluto se trata de obras menores, sino más<br />

bien de producciones pergeñadas al socaire del<br />

cine de Hollywood. No cabe duda de que Renoir<br />

c<strong>la</strong>udica al sistema de estudios, y apenas deja<br />

entrever su estilo, su poesía cinematográfica.<br />

Pero si se analizan con detalle estas pelícu<strong>la</strong>s –<br />

como hemos intentado nosotros en este artículo-<br />

es fácil encontrar en ciertos personajes, en<br />

ciertos diálogos y, sobre todo, en <strong>la</strong> puesta en<br />

escena, <strong>la</strong> impronta de Jean Renoir. En<br />

cualquier caso, para mí ha sido un auténtico<br />

p<strong>la</strong>cer asomarme, revisitar, y comentar estas<br />

pelícu<strong>la</strong>s del maestro, monsieur Renoir. A él le<br />

debo gran parte de mi irrenunciable pasión por<br />

el cine.<br />

BIBLIOGRAFÍA.<br />

BAZIN, André: Jean Renoir. Períodos, filmes y<br />

documentos [1971], presentación de François<br />

Truffaut, prólogo a <strong>la</strong> edición castel<strong>la</strong>na de<br />

Ángel Quintana, Barcelona, Paidós, 1999.<br />

FAULKNER, Christopher y DUNCAN, Paul<br />

(ed.): “Hollywood 1941-1947”, en Jean Renoir.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

27<br />

Conversación con sus pelícu<strong>la</strong>s 1894-1979,<br />

Colonia / Madrid, Taschen, 2007.<br />

QUINTANA, Ángel: Jean Renoir, Madrid,<br />

Cátedra, 1998.<br />

RENOIR, Jean: Mi vida y mi cine [1974],<br />

Madrid, Akal, 1993.<br />

FILMOGRAFÍA<br />

Swamp Water (1941) 20th Century Fox.<br />

Produced by Irvin PICHEL. Screen P<strong>la</strong>y by<br />

Dudley NICHOLS. With Walter Brennan,<br />

Walter Huston, Anne Baxter, Dana Andrews.<br />

This Land Is Mine (1943) An RKO Radio<br />

Picture. A Jean Renoir – Dudley Nichols<br />

Production. Screen P<strong>la</strong>y by Dudley NICHOLS.<br />

Presents Charles Laughton, Maureen O’Hara,<br />

with George Sanders.<br />

The Southerner (1945) Direction and<br />

Screenp<strong>la</strong>y by Jean Renoir. Producing Artists. A<br />

Jean Renoir Production. Produced by David L.<br />

Loew and Robert Hakim. Adapted by Hugo<br />

Butler from the novel Hold Autumn in Your<br />

Hand by George Sessions Perry. Starring<br />

Zachary Scott, Betty Field with J. Carrol Naish.<br />

The Diary of a Cambermaid (1946) M&A<br />

Alexander Productions, Inc. James Stacy<br />

Presents Paulette Goddard. Also starring<br />

Burguess Meredith, Hurd Hatfield, Francis<br />

Lederer. Screen P<strong>la</strong>y Burguess Meredith.<br />

Adapted from the novel by Octave Mirbeau and<br />

the p<strong>la</strong>y by Andre Heuse, Andre de Lorde and<br />

Thielly Nores.<br />

The Woman on the Beach (1947) A RKP<br />

Radio Picture. Joan Bennett, Robert Ryan,<br />

Charles Bickford. Scren P<strong>la</strong>y by Frank Davis<br />

and Jean Renoir. Adaptation by Michael Nogan.<br />

Based on the Novel None Son Blind by Mitchell<br />

Wilson.<br />

DOS CITAS NECESARIAS<br />

“El trabajo de Renoir ha estado iluminado<br />

siempre por una filosofía de <strong>la</strong> vida que se<br />

parece mucho a un secreto profesional: <strong>la</strong><br />

familiaridad. Gracias a esta familiaridad,<br />

Renoir ha conseguido los filmes más vivos de <strong>la</strong><br />

historia del cine, aquellos que todavía palpitan<br />

cuando se les proyecta cuarenta años después<br />

de su rodaje.” (François TRUFFAUT.)<br />

“He escrito que los filmes americano de Renoir<br />

eran admirables, pero sigo pensando en mi<br />

interior que son muy inferiores a los franceses y<br />

si no he aprovechado más <strong>la</strong>s ocasiones que he<br />

tenido de volverlos a ver ha sido porque de<br />

buena fe temía que su visionado me iba a<br />

confirmar en mi decepción más que hacerme<br />

rectificar <strong>la</strong> opinión que me habían producido<br />

cuando se estrenaron.” (André BAZIN.)


CINE<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

LA PRESENCIA ESCONDIDA DE DIOS EN EL CINE CONTEMPORANEO.<br />

CUANDO EL INVISIBLE SE HACE VISIBLE<br />

Cada día es más difícil educar prescindiendo<br />

completamente de los recursos audiovisuales, y<br />

en especial del cine. No es para desanimar, pero<br />

Tarkovski 1 decía: “El cine es un misterio para<br />

el propio director. El resultado, el film<br />

acabado, debe ser siempre un misterio para el<br />

director, de otra forma no sería interesante”.<br />

Pues bien, si el cine es un misterio, el cine<br />

religioso lo es más.<br />

La pregunta sobre “lo religioso” no es fácil de<br />

responder. Por una parte, sería necesario acotar<br />

1 Tarkovski nacido en <strong>la</strong> Unión Soviética en 1932 y<br />

muere en París en 1986, director de cine, actor y<br />

escritor ruso. Se le reconoce como uno de los más<br />

importantes e influyentes autores del cine soviético y<br />

uno de los más grandes de <strong>la</strong> historia del cine. Sus<br />

pelícu<strong>la</strong>s más importantes son <strong>la</strong> infancia de Iván<br />

(1962), So<strong>la</strong>ris (1972), Stalker (1979) y su última<br />

pelícu<strong>la</strong> Sacrificio (1986), en el que co<strong>la</strong>boró Ingmar<br />

Bergman, y que ganó cuatro premios en el festival de<br />

Cannes. Se le reconoce como un cineasta intimista,<br />

ocasionalmente controvertidas, siempre hermosas en<br />

cada fotograma, es considerado como un poeta del<br />

cine.<br />

28<br />

José Vicente Caminero Torija<br />

con mayor precisión qué se entiende por “lo<br />

religioso” y, por otra parte definirlo. Sin<br />

embargo, a lo <strong>la</strong>rgo de esta exposición lo iremos<br />

reve<strong>la</strong>ndo poco a poco, con cuentagotas.<br />

Aventurar una primera respuesta, supone<br />

diferenciar entre lo que constituye el drama<br />

humano que, como parte integral, incorpora <strong>la</strong><br />

dimensión religiosa y lo que responde con<br />

c<strong>la</strong>ridad al acontecimiento religioso (reve<strong>la</strong>ción,<br />

rito, moral). Esta sencil<strong>la</strong> diferencia nos permite<br />

comprender que, si el gran tema del séptimo arte<br />

es el hombre, de un modo u otro, siempre<br />

aparecerá una ventana a lo trascendente, aunque<br />

en ocasiones esté cerrada.<br />

Las formas en <strong>la</strong>s que aparece tratado lo<br />

religioso en el amplio contexto del drama<br />

humano 2 . Deseo, soledad, experiencia del límite<br />

(inclinación al mal, enfermedad y muerte,<br />

fracaso sentimental y profesional, presencia del<br />

mal), necesidad de padre y/o pertenencia, ídolos<br />

de <strong>la</strong> imaginación, tentación del sueño<br />

americano (idea de progreso como visión<br />

secu<strong>la</strong>rizada de <strong>la</strong> providencia), <strong>la</strong> traición al<br />

deseo y finalmente <strong>la</strong> recuperación del deseo.<br />

Todos estos temas aparecen más o menos<br />

visibles en cada film y constituyen una ventana<br />

abierta a <strong>la</strong> trascendencia. Todos ellos presentan<br />

<strong>la</strong> posibilidad de una respuesta religiosa.<br />

Cuando esta ventana a <strong>la</strong> trascendencia o a <strong>la</strong><br />

respuesta religiosa se cierra, aparece con nitidez<br />

el “nihilismo” que, en sí, no deja de ser un<br />

respuesta religiosa en sentido inverso: un “no”<br />

o, más bien, un “nada”. Así pues, resulta c<strong>la</strong>ro<br />

que, en <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong>s pelícu<strong>la</strong>s, lo religioso<br />

aparece como un tema puntual. El tratamiento<br />

que reciba permitirá distinguir de un modo<br />

gradual sí es algo marginal al drama que se<br />

representa o, por el contrario, es su raíz.<br />

Por tanto, el cine espiritual es un instrumento<br />

privilegiado para desplegar <strong>la</strong> competencia<br />

espiritual en educación. Así el cine, como medio<br />

audiovisual, accede al ser humano<br />

especialmente desde <strong>la</strong> afectividad, por lo que<br />

se convierte en una herramienta indicada para el<br />

desarrollo de <strong>la</strong> competencia emocional. De <strong>la</strong><br />

misma manera <strong>la</strong>s historias y los iconos que nos<br />

2 Orel<strong>la</strong>na, Juan, Como en un espejo. Drama<br />

humano y sentido religioso en el cine<br />

contemporáneo, Ed. Encuentro, Madrid 2007, pp. 17-<br />

101.


presentan <strong>la</strong>s pelícu<strong>la</strong>s nos permiten abordar <strong>la</strong><br />

competencia existencial, trascendente y<br />

religiosa que afectan al sentido de <strong>la</strong> vida y de <strong>la</strong><br />

muerte, a <strong>la</strong> búsqueda del amor y <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción, al<br />

deseo de justicia y <strong>la</strong> exigencia de <strong>la</strong><br />

solidaridad. Además hay un cine que presenta<br />

directamente el sentido cristiano y nos permite<br />

su presentación directa así por ejemplo en La<br />

vida secreta de <strong>la</strong> abejas se nos presenta a<br />

María de Nazaret, en Gran Torino hay una<br />

referencia explícita a <strong>la</strong> muerte de Cristo o en El<br />

pequeño Rambow se concluye con una oración<br />

cristiana.<br />

Es competencia de nosotros, como espectadores,<br />

de hacer y ofrecer una lectura “teológica del<br />

cine” para poder reconocer desde <strong>la</strong> naturaleza<br />

propia del lenguaje fílmico y desde <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ves de<br />

<strong>la</strong> narración audiovisual <strong>la</strong> presencia escondida<br />

del Invisible en tantas pelícu<strong>la</strong>s. Se trata de<br />

enfrentarse desde el cine a <strong>la</strong>s grandes preguntas<br />

religiosas de <strong>la</strong> humanidad, tales como el anhelo<br />

de pervivencia, el deseo de infinito, <strong>la</strong> exigencia<br />

de felicidad, <strong>la</strong> búsqueda de un significado y el<br />

descubrimiento de <strong>la</strong> realidad como signo y<br />

como misterio. Pelícu<strong>la</strong>s como El sétimo sello,<br />

Sacrificio, B<strong>la</strong>de Runner, Tiempos Modernos,<br />

Cielo sobre Berlín...<br />

Para que el mecanismo cinematográfico<br />

funcione necesitamos aproximarnos a <strong>la</strong>s<br />

condiciones de un cine. Esta ambientación<br />

forma parte del mecanismo psicológico del cine.<br />

Una pantal<strong>la</strong> grande, un sonido envolvente y el<br />

mecanismo de <strong>la</strong> proyección se convierten en<br />

proyección psicológica. Se inicia un proceso de<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

29<br />

identificación y rechazo de personajes, un<br />

itinerario de maduración a través de los giros<br />

del guión. Así en <strong>la</strong> oscuridad el sentimiento<br />

brota en <strong>la</strong> intimidad (¡Quién no ha reído o<br />

llorado en una pelícu<strong>la</strong>!), los sentidos se colocan<br />

alertas, así desde <strong>la</strong> sensibilidad se puede<br />

acceder a <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción.<br />

LO IMPLICITO Y LO EXPLÍCITO<br />

Miremos el itinerario que vamos a recorrer<br />

acompañados por algunas secuencias del cine<br />

contemporáneo. Dios aparece en el cine de<br />

forma explícita y de forma implícita.<br />

Cuando hab<strong>la</strong>mos de cine religioso, hab<strong>la</strong>mos<br />

de una presencia explícita. Así el cine religioso<br />

es aquel que por sus personajes, temas o<br />

instituciones trata sobre <strong>la</strong> religión. Sea budista<br />

como Primavera, verano, otoño e invierno...,<br />

sea musulmán como Viaje a <strong>la</strong> Meca, o bien sea<br />

cristiano como Teresa de Calcuta.<br />

En Como Dios , el actor Morgan Freeman hace<br />

del Todopoderoso Creador y se nos ofrece un<br />

ejemplo de una pelícu<strong>la</strong> en que se nos presenta<br />

directamente al Invisible.<br />

A pesar del tono de comedia y del carácter<br />

explícito de esta propuesta se trata de una<br />

interesante revisión de <strong>la</strong> imagen de Dios y<br />

como el ser humano busca un Dios<br />

todopoderoso que está detrás de todas <strong>la</strong>s<br />

causalidades pero con esta perspectiva lo que en<br />

el fondo intenta Bruce, el protagonista, es huir<br />

de su propia libertad y su responsabilidad.<br />

Veamos ahora un ejemplo de lo implícito. Esto<br />

es lo que venimos en l<strong>la</strong>mar el cine espiritual.<br />

Se trata de aquel cine que presenta historias<br />

auténticamente humanas. En el<strong>la</strong>s se p<strong>la</strong>ntean<br />

<strong>la</strong>s grandes cuestiones sobre el sentido de <strong>la</strong><br />

vida y <strong>la</strong> muerte, <strong>la</strong> posibilidad del encuentro<br />

interhumano en amistad o en amor esponsal,<br />

paternal, maternal, fraternal o filial, el empeño


por <strong>la</strong> justicia, los caminos de <strong>la</strong> compasión y el<br />

perdón, el deseo de <strong>la</strong> libertad, <strong>la</strong> lucha contra el<br />

mal y el ejercicio de <strong>la</strong> bondad. Cuando estos<br />

argumentos trasparentan en su trama el misterio<br />

profundo de los humanos que tiene <strong>la</strong><br />

potencialidad de mostrar <strong>la</strong> trascendencia, de<br />

indicar <strong>la</strong> presencia de Dios.<br />

Roberto Benigni, que se formó en los salesianos<br />

de Torino y que confesaba a Juan Pablo II que<br />

siempre llevaba en su cartera una imagen de<br />

Teresa de Lisieux nos presenta algo de esto en<br />

su pelícu<strong>la</strong> El tigre y <strong>la</strong> nieve. El poeta Atilio un<br />

día explica a sus hijas como fue su vocación. Os<br />

ruego que os fijéis en <strong>la</strong> metáfora del pajarito.<br />

En este caso esta pequeño pájaro tiene un<br />

carácter trascendente, no so<strong>la</strong>mente porque<br />

viene de arriba, sino porque tiene el poder<br />

misterioso de trasmitir una vocación, una<br />

misión.<br />

Así el actor-poeta es en el fondo el cineastapoeta<br />

que intenta encontrar <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras y <strong>la</strong>s<br />

imágenes justas para transmitir <strong>la</strong> emoción y el<br />

sentido. Y esta probablemente tendría que ser <strong>la</strong><br />

disposición del educador y el animador de<br />

pastoral, en el<strong>la</strong> dirección <strong>la</strong>s secuencia se<br />

pueden convertir en una valiosa ayuda, como<br />

los versos del poeta, pueden ayudar desde <strong>la</strong><br />

emoción a p<strong>la</strong>ntear <strong>la</strong>s cuestiones espirituales.<br />

LOS SIMBOLOS DE DIOS<br />

Como hemos visto Dios se hace presenta en <strong>la</strong><br />

pantal<strong>la</strong> de forma escondida. Para encontrar <strong>la</strong>s<br />

huel<strong>la</strong>s de Dios en el cine hemos de investigar<br />

en <strong>la</strong> semiótica de <strong>la</strong> trascendencia, en los<br />

símbolos de Dios. Veamos algunos.<br />

El símbolo por excelencia de Dios ha sido <strong>la</strong><br />

luz, ya los padres de <strong>la</strong> Iglesia usaban esta<br />

metáfora para explicar algunas cuestiones<br />

teológicas como <strong>la</strong> Trinidad: el sol (Padre) el<br />

rayo que visita (Hijo), <strong>la</strong> luz que ilumina<br />

(Espíritu Santo). En el cine <strong>la</strong> luz desde arriba,<br />

se puede reconocer como <strong>la</strong> visita de <strong>la</strong> gracia<br />

divina, algo que ya ha recibido el séptimo arte<br />

de <strong>la</strong> arquitectura, en los templos, y <strong>la</strong> pintura<br />

religiosa.<br />

Otra c<strong>la</strong>ve es el color. Para ilustrar este tema<br />

nos podemos fijar en una escena de Millones de<br />

Danny Boyle, donde predominan los colores<br />

trascendentales en <strong>la</strong> habitación del pequeño<br />

Damian: el azul del cielo, el dorado de <strong>la</strong>s<br />

cortinas que trasparentan <strong>la</strong> luz misteriosa y el<br />

b<strong>la</strong>nco de <strong>la</strong> santidad. Los códigos del color han<br />

sido profundamente estudiados por <strong>la</strong><br />

iconografía y nos dan importante pistas para <strong>la</strong><br />

representación de Dios.<br />

Pero además, el lenguaje fílmico tiene c<strong>la</strong>ves<br />

propias para significar. Tanto desde <strong>la</strong> posición<br />

de <strong>la</strong> cámara, por ejemplo, el picado radical<br />

como mirada de Dios. El contenido del cuadro,<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

30<br />

en este caso Dios habitualmente estaría fuera de<br />

campo, observemos como en tantas pelícu<strong>la</strong>s <strong>la</strong><br />

mirada o un ruido nos puede indicar el misterio<br />

de lo que no vemos. Algo de esto ocurre en el<br />

juego de <strong>la</strong>s miradas del final de Una historia<br />

verdadera de David Lynch.<br />

Otra pista son los símbolos convencionales una<br />

escalera que sube indica trascendencia, el<br />

horizonte muestra el infinito, una cruz en medio<br />

del paisaje, el cielo como el lugar donde habita<br />

Dios.<br />

El cielo estrel<strong>la</strong>do es <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ve simbólica de <strong>la</strong><br />

pelícu<strong>la</strong> de Lynch. Alvin Straight tiene 73 años,<br />

es viudo, padece un enfisema, tiene problemas<br />

de visión y de cadera y acaba de sufrir un<br />

brusco desfallecimiento. Sin embargo,<br />

emprende un <strong>la</strong>rgo camino para visitar a su<br />

hermano que acaba de tener un gravísimo<br />

percance de corazón. Será un camino<br />

penitencial y contemp<strong>la</strong>tivo emprendido en una<br />

máquina cortacésped a 10 Km/h. Los dos<br />

hermanos, tienen una vieja historia de<br />

enfrentamiento, tan vieja como Caín y Abel, y<br />

hace diez años que no se hab<strong>la</strong>n. Vamos a ver su<br />

encuentro silencioso. El suyo será un encuentro<br />

sin pa<strong>la</strong>bras.<br />

El cielo estrel<strong>la</strong>do muestra el más allá que<br />

espera al ser humano después de <strong>la</strong> muerte y <strong>la</strong><br />

reconciliación. La pelícu<strong>la</strong> termina, los finales<br />

son <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ve hermenéutica del texto, mostrando<br />

un cielo imposible ya que estamos en pleno día<br />

pero que se ha convertido en un territorio<br />

escatológico, lugar del Padre nuestro que estás<br />

en los cielos.


EL ROSTRO DE LA BONDAD<br />

Uno de los caminos privilegiados por su<br />

elocuencia para mostrar a Dios es el rostro de <strong>la</strong><br />

bondad humana. La imagen y semejanza que<br />

somos transparenta a su Creador. Hay el cine<br />

hay muchos “malos de pelícu<strong>la</strong>” pero también<br />

tenemos los buenos que siempre permanecen,<br />

los inocentes de corazón limpio, los ingenuos<br />

que atraen hacia sí lo mejor. Federico Fellini<br />

decía que había querido hacer de Gelsomina en<br />

L'Strada y de Cabira en Las noches de Cabiria<br />

dos personajes que trasparentaran <strong>la</strong> gracia de<br />

Dios. En <strong>la</strong> historia del cine hay una cosecha de<br />

buenos que indican ¡Qué bello es vivir! (1946)<br />

de Frank Capra.<br />

Los niños son un arquetipo frecuente de <strong>la</strong><br />

inocencia y <strong>la</strong> bondad. Millones, a <strong>la</strong> que antes<br />

nos referíamos con el tema del color, es un film<br />

del recientemente oscarizado Danny Boyle con<br />

Slumdog Millionaire. Este director, hijo de<br />

emigrantes ir<strong>la</strong>ndeses católicos, se formó en un<br />

colegio de los salesianos en Bolton (Reino<br />

Unido) hasta el grado de bachillerato y<br />

contempló muy seriamente <strong>la</strong> vocación<br />

religiosa, hasta que un sacerdote lo convenció<br />

de que ése no era su camino: «No sé si estaba<br />

tratando de salvarme del sacerdocio, o al<br />

sacerdocio de mí», confesaría en broma<br />

después. Lo cierto es que presenta en sus<br />

pelícu<strong>la</strong>s rostros de <strong>la</strong> bondad. Jamal Malik, el<br />

protagonista de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> de los ocho oscars, es<br />

un joven que cree en <strong>la</strong> providencia de <strong>la</strong><br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

31<br />

bondad, en el poder del amor y del ingenio.<br />

También el pequeño de Millones (2004) es un<br />

icono de <strong>la</strong> bondad. Junto con su hermano ha<br />

encontrado un monto de millones de liras y <strong>la</strong>s<br />

recibe como un regalo del cielo para dar<strong>la</strong>s a los<br />

pobres. Algunos santos que se le van<br />

apareciendo le ayudan. En el encuentro con San<br />

Pedro se nos constará una sugerente<br />

interpretación del mi<strong>la</strong>gro de los panes y los<br />

peces, donde vemos como <strong>la</strong> generosidad del<br />

niño nos hab<strong>la</strong> de cómo <strong>la</strong> bondad, que se<br />

esconde en el corazón del ser humano, es el<br />

mejor mi<strong>la</strong>gro de Dios.<br />

CAMINOS DE CONVERSIÓN.<br />

Damos otro paso en nuestro itinerario siguiendo<br />

<strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s de Dios en el cine. En este caso<br />

vamos a fijarnos en lo que técnicamente<br />

conocemos como historias de redención. Se<br />

trata de personajes que por distintos motivos<br />

entran en una situación desesperada, sin salida.<br />

Algunas veces motivada por sus propios actos,<br />

otras veces rodeados por el mal.<br />

Recordemos por ejemplo El señor de los<br />

anillos. En el<strong>la</strong> Tolkien despliega, a través de su<br />

mitología, <strong>la</strong> lucha de <strong>la</strong> humanidad contra el<br />

mal (Sauron/diablo) mostrando su inmensa<br />

capacidad de seducción (el poder del anillo), por<br />

encima de <strong>la</strong>s misma decisiones de los hombres,<br />

y, por contraste <strong>la</strong> bondad que reside en los<br />

pequeños hobbits que vencen al mal con el bien<br />

(Frodo) y <strong>la</strong> amistad (Sam).<br />

Nos detenemos en el análisis de Spiderman 3.<br />

El protagonista, Peter, ha hecho un camino de<br />

bajada. Sus deseos de venganza por <strong>la</strong> muerte de<br />

su tío se han visto incrementado por una sombra<br />

que como masa viscosa y negra se ha ido<br />

pegando a él. Poco a poco el Spiderman de <strong>la</strong><br />

bondad se ha convertido en el Spiderman negro.<br />

Sin embargo, <strong>la</strong> conversión es posible. Cuando<br />

el hombre sólo no puede viene <strong>la</strong> ayuda<br />

trascendente. Ha sido el sonido de <strong>la</strong> campana<br />

que estaba en <strong>la</strong> iglesia, bajo <strong>la</strong> cruz <strong>la</strong> que ha<br />

permitido a Spiderman vencer al mal<br />

simbolizado en ese traje. El personaje que ha<br />

pedido a Dios <strong>la</strong> venganza ahora se ha<br />

convertido en el heredero del mal que se sigue<br />

pegando/manchando/heredando de unos a otros.<br />

Tras <strong>la</strong> victoria viene <strong>la</strong> reconstrucción y por<br />

eso una ducha indica <strong>la</strong> limpieza para empezar<br />

de nuevo.<br />

LOS QUE DAN LA VIDA<br />

Conocemos como “figuras crísticas”, aquellos<br />

personajes que sin ser Jesús muestran en sus<br />

vidas alguno de los rasgos del Cristo resucitado<br />

presente en el corazón del mundo. Una de <strong>la</strong>s<br />

“figuras crísticas” más emblemáticas de <strong>la</strong>


historia de <strong>la</strong> literatura es el príncipe Mishkin,<br />

“El idiota”, inmortalizado por Fiodor<br />

Dostoievki. Pero el cine está también lleno de<br />

estás figuras como <strong>la</strong> Vianne de Choco<strong>la</strong>t de<br />

Lasse Hallström o <strong>la</strong> protagonista de El festín<br />

de Babette de Gabriel Axel.<br />

Nos podemos detener en el padre Chistopher de<br />

Disparando a perros. Vamos a ver <strong>la</strong> escena de<br />

su muerte, una “muerte crística”. De un tono<br />

semejante a <strong>la</strong> que podemos ver en Gran Torino<br />

de Clint Eastwood.<br />

El personaje es un sacerdote que a atendido a<br />

los refugiados en un colegio católico, que<br />

todavía existe en Kigali y permanece vacío, allí<br />

hubo una gran matanza. Cuando esto iba a<br />

ocurrir el sacerdote intentó salvar a un grupo de<br />

niños, sin embargo una patrul<strong>la</strong> lo detiene. Allí<br />

estaba un antiguo alumno.<br />

La “muerte crística” con los brazos en cruz del<br />

padre Christopher es ocasión de liberación para<br />

los niños que logran escapar gracias a su<br />

sacrificio. Como dirá Marie, <strong>la</strong> joven testigo del<br />

asesinato y que corre hacia <strong>la</strong> libertad, <strong>la</strong> vida es<br />

un enorme don que hemos recibido y que hemos<br />

de agradecer. Aquí aparece una belleza distinta,<br />

una transgresión del canon de belleza donde<br />

aparece que en <strong>la</strong> muerte se trasparenta una<br />

historia de amor. Es lo que el padre Christopher<br />

decía a Marie que el nunca les abandonaría. Es<br />

<strong>la</strong> belleza del amor entregado y de donación.<br />

LO IMPOSIBLE SE HACE POSIBLE<br />

Ya Meliès, uno de los inventores del cine,<br />

descubrió como el artilugio del cine permitía<br />

una frecuencia de los mi<strong>la</strong>gros que difícilmente<br />

se puede encontrar en <strong>la</strong> vida real. Así el cine se<br />

puede filmar <strong>la</strong> resurrección como hizo C. Th.<br />

Dreyer en Ordet, Mel Gibson en La pasión de<br />

Cristo o más recientemente Carlos Reygadas en<br />

Luz silenciosa.<br />

También <strong>la</strong> historia del cine ha filmado con<br />

cierta frecuencia curaciones mi<strong>la</strong>grosas, como<br />

un curioso suceso durante los bombardeos<br />

aliados en Eslovenia a final de <strong>la</strong> II Guerra<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

32<br />

Mundial como aparece en El tercer mi<strong>la</strong>gro de<br />

Agnieszka Hol<strong>la</strong>nd; <strong>la</strong> curación de pequeña<br />

recién nacida de Mary de Abel Ferrara; o <strong>la</strong><br />

curación del niño con parálisis por <strong>la</strong> mediación<br />

del padre Anatoli en La is<strong>la</strong> Pavel Lounguine.<br />

Esta presencia de lo sobrenatural y<br />

extraordinario se presenta como una huel<strong>la</strong> del<br />

misterio de Dios que acompaña a los hombres.<br />

Podemos recordar una pelícu<strong>la</strong> más infantil y<br />

que mezc<strong>la</strong> exteriores, niños, animales y efectos<br />

especiales. Se trata de <strong>la</strong> primera de <strong>la</strong> serie<br />

sobre Las Crónicas de Narnia. Basada en <strong>la</strong><br />

heptalogia de libros escrita por el escritor angloir<strong>la</strong>ndes<br />

CS Lewis entre 1939 y 1954, encarnado<br />

por Anthony Hopkins en <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> Tierras de<br />

penumbra (1993) de Richard Attenborough. En<br />

El león, <strong>la</strong> bruja y el armario, el león As<strong>la</strong>n<br />

reúne todos los requisitos de una figura crística.<br />

Tras su muerte a manos de <strong>la</strong> Jadis, <strong>la</strong> Bruja<br />

B<strong>la</strong>nca tiene lugar lo inesperado...<br />

Una resurrección con c<strong>la</strong>ros paralelos bíblicos:<br />

<strong>la</strong>s niñas como <strong>la</strong>s mujeres que van al sepulcro,<br />

el altar roto como <strong>la</strong> tumba abierta, el sol de lo<br />

alto como el Dios resucitador, <strong>la</strong> espada<br />

desenvainada de Lucía como el episodio de<br />

Pedro en el huerto. También aquí <strong>la</strong> muerte ha<br />

dado un retroceso y a sido vencida. La magia de<br />

los albores del tiempo (el pecado original) ha<br />

sido vencida por La magia de antes de los<br />

albores del tiempo (El Dios creador). Y estos<br />

mi<strong>la</strong>gros, sencillos iconos de lo imposible,<br />

también apuntan al Dios invisible.<br />

EL ESPÍRITU QUE ORA EN NOSOTROS<br />

Una de <strong>la</strong>s cosas sorprendentes para los que<br />

vemos frecuentemente cine, es <strong>la</strong>s veces que<br />

aparecen personajes rezando. Hay oraciones de<br />

agradecimiento como <strong>la</strong>s de Lana al comienzo


de Tierra de Abundancia (2004) de Wim<br />

Wenders, oraciones de súplica como <strong>la</strong>s de<br />

Sophie Scholl (2005) de Marc Rothemund,<br />

incluso oraciones en <strong>la</strong> duda como en Saraband<br />

(2003), <strong>la</strong> última pelícu<strong>la</strong> de Ingmar Bergman.<br />

La oración muestra al ser humano dirigiéndose a<br />

su Dios, pero también tenemos al Dios que se<br />

dirige a los hombres como en <strong>la</strong> vocación a<br />

Moisés en El príncipe de Egipto (1998) de<br />

Brenda Chapman, Steve Hickner y Simon<br />

Wells.<br />

MÁS ALLÁ DE LA MUERTE<br />

El cine se p<strong>la</strong>ntea con asiduidad el pregunta<br />

sobre Dios. Fijémonos en <strong>la</strong> secuencia del final<br />

de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> El color del paraíso de Majid<br />

Majidi. Se trata de una preciosa obra de<br />

inspiración islámica sobre un niño ciego que<br />

con sus manos y sus oídos anda buscando <strong>la</strong><br />

huel<strong>la</strong> de Dios en el mundo. A su <strong>la</strong>do un padre<br />

que no le acepta y que se niega a acariciarle. Un<br />

padre vestido de negro y con el corazón lleno de<br />

ira que so<strong>la</strong>mente busca su propia seguridad. Su<br />

testarudez ha llevado al niño a un accidente<br />

mortal, el mismo se ha <strong>la</strong>nzado tarde al agua<br />

mientras su hijo se ahogaba. El padre, por fin<br />

dolorido y arrepentido, mira al cielo, como<br />

pidiendo ayuda al Dios en el que decía no creer.<br />

Y el cielo responde con una mirada de Dios,<br />

recordad el picado radical y con un mi<strong>la</strong>gro<br />

sorprendente. La mano del niño trasfigurada se<br />

dirige hacia su Dios. No es una reanimación<br />

sino <strong>la</strong> incorporación a una vida nueva,<br />

resucitada, más allá de <strong>la</strong> muerte.<br />

LOS PREFERIDOS DE DIOS<br />

En el cine algunos personajes de <strong>la</strong> debilidad o<br />

de <strong>la</strong> pobreza se nos ofrecen como trasparencia<br />

de Dios. Hay una especie de re<strong>la</strong>to visual de <strong>la</strong>s<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

33<br />

bienaventuranzas donde hay niños paralíticos,<br />

como en Las l<strong>la</strong>ves de casa, que hacen de<br />

padres; pequeños minusválidos que son héroes<br />

enormes como en El inolvidable Simon Birch;<br />

personajes limpios de corazón como <strong>la</strong><br />

protagonista de Tierra de abundancia; gente<br />

que llora pero que resiste como en Tres colores:<br />

Azul o en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>smación cinematográfica de <strong>la</strong><br />

experiencia de duelo C. S. Lewis en Tierras de<br />

penumbra; los perseguidos pero que siguen<br />

siendo buenos como en Hotel Rwanda; o gente<br />

condenada pero que no pierde <strong>la</strong> esperanza<br />

como en L<strong>la</strong>nto por <strong>la</strong> tierra amada.<br />

Podemos traer a <strong>la</strong> memoria <strong>la</strong> secuencia del<br />

encuentro con un moribundo en <strong>la</strong> estación de<br />

Calcuta cuando <strong>la</strong> Madre Teresa dará un giro a<br />

su vida. Frabrizio Costa, el director de Teresa<br />

de Calcuta, nos muestra este momento vaciando<br />

<strong>la</strong> estación, abarrotada en <strong>la</strong> realidad, y con <strong>la</strong><br />

monja arrodillándose en señal de adoración. La<br />

descripción de este momento interior apunta a<br />

su decisión de servir a los más pobres de los<br />

pobres como imagen de Dios.<br />

PARA TERMINAR<br />

Hab<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> presencia escondida de Dios en el<br />

cine, es hab<strong>la</strong>r de un cine abierto a <strong>la</strong><br />

trascendencia, un cine que pueda impulsar los<br />

valores y estilos de vida positivos. Esto es lo<br />

que han hecho algunas pelícu<strong>la</strong>s como La<br />

historia del Spitfire Grill (1996) de Lee David<br />

Zlotoff. El trabajo fue un magnífico melodrama,<br />

con nitidez narrativa y moral. Zlotoff ape<strong>la</strong><br />

tanto al corazón como a <strong>la</strong> cabeza del<br />

espectador, y con un sutil dominio de <strong>la</strong> puesta<br />

en escena logra un rico mosaico de situaciones<br />

en <strong>la</strong>s que confluyen los grandes temas de hoy y<br />

de siempre: el amor, <strong>la</strong> familia, <strong>la</strong> compasión, el<br />

perdón, <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones humanas, <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones<br />

con Dios, etc...<br />

Por tanto, el cine puede tener sus peligros, pero<br />

puede contribuir a acercar personas distantes, a<br />

reconciliarnos con los demás, a inspirarnos,<br />

aportar valores y provocar esa transferencia de<br />

personalidad en una dirección enriquecedora y<br />

positiva


HISTORIAS Y COSTUMBRES<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

DEPORTE ANCESTRAL EN VILLARRUBIA<br />

Hab<strong>la</strong>r de deporte en Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos<br />

sería toda una hipotética historia, además de<br />

ilógica, puesto que se antepone <strong>la</strong> cultura, los<br />

medios sociales, económicos y los<br />

conocimientos deportivos de aquellos tiempos.<br />

El inicio o práctica del fútbol en Vil<strong>la</strong>rrubia<br />

como deporte importación se remonta a <strong>la</strong><br />

década de los años 30, limitándose<br />

exclusivamente al fútbol y su principio de<br />

desarrollo. Tal vez esta década tenga su<br />

anécdota o historia, como también puede que <strong>la</strong><br />

de los años 20; sin embargo, los 40 es cuando<br />

realmente aflora el interés por <strong>la</strong> práctica del<br />

fútbol, que tuvo su razón de ser, como primer<br />

terreno de juego, en un quiñón de don Paco del<br />

Águi<strong>la</strong>, situándolo en <strong>la</strong> confluencia inicio de <strong>la</strong><br />

calle Almería con el Paseo del Cordón. Allí se<br />

dieron <strong>la</strong>s primeras patadas a un balón por los<br />

estudiantes de aquel<strong>la</strong> época en tiempo estival,<br />

siendo difícil acop<strong>la</strong>r dos equipos, dirigidos por<br />

un técnico idóneo, don José Carruana Gálvez.<br />

Gallego de nacimiento y médico en <strong>la</strong> localidad<br />

durante un gran periodo de años, en distintas<br />

etapas de su vida fue jugador y directivo del<br />

Real Madrid, en esta última faceta en <strong>la</strong>s<br />

primeras directivas de Santiago Bernabéu.<br />

Una segunda exp<strong>la</strong>nada o terreno de juego<br />

donde practicar el fútbol fue en los huertos de <strong>la</strong><br />

casa pa<strong>la</strong>cio de Don Bernardo Marín del<br />

Campo, toda una manzana hasta llegar a <strong>la</strong>s<br />

C<strong>la</strong>risas. El primer proceder de aquellos<br />

aficionados faltos de divertimentos fue <strong>la</strong><br />

creación de uno o más equipos, en el primero de<br />

los casos había que buscarse rivales de otras<br />

localidades. De esta manera surgieron tres<br />

equipos que rivalizaron a veces más contra<br />

pueblos vecinos que entre ellos, Castil<strong>la</strong>,<br />

Hispania y Charango fueron sus nombres, el<br />

medio de locomoción en <strong>la</strong>s salidas fue <strong>la</strong><br />

bicicleta, todo un lujo de <strong>la</strong> época.<br />

34<br />

Francisco J. Serrano López<br />

Un tercer emp<strong>la</strong>zamiento, o lugar donde<br />

practicar el arte balompédico, fue en <strong>la</strong><br />

exp<strong>la</strong>nada de La Cooperativa. El día del partido<br />

se levantaban al alba para desalojar el terreno de<br />

juego de piedras, colocar <strong>la</strong>s porterías y marcar<br />

el campo. Qué decir de los vestuarios, bien<br />

cambiarse al descampado o ir vestidos desde<br />

casa como si de toreros se tratara.<br />

Era tradicional y a <strong>la</strong> vez caballeresco que cada<br />

equipo tuviera su madrina, por lo tanto el<br />

orgullo de cada uno de ellos radicaba en tener <strong>la</strong><br />

más atractiva y simpática señorita. Dentro de <strong>la</strong><br />

práctica deportiva, lo importante tanto como<br />

marcar un gol, era procurar no caerte y dar con<br />

tu cuerpo en una auténtica pedriza o patatal.<br />

También existían <strong>la</strong>s dosis de orgullo y<br />

pedantería, cuando se trataba de disponer y a <strong>la</strong><br />

vez presumir de un par de botas, cuando una<br />

mayoría usaba calzado de cáñamo en forma de<br />

sandalia, para entendernos, <strong>la</strong> clásica alpargata,<br />

era para los privilegiados, un síntoma de<br />

prepotencia, aunque en <strong>la</strong> mayoría de los casos,<br />

solo era una virtud económica y no sinónimo de<br />

jugar bien. También lo que era comprensible<br />

sobre este deporte era el aspecto físico de antes<br />

al de ahora, tal vez fuese factor importante<br />

demostrar más <strong>la</strong> virilidad que <strong>la</strong> técnica<br />

depurada. En los dos apartados lógicamente<br />

habría excepciones, pero en líneas generales,<br />

primaba más <strong>la</strong> ilusión y <strong>la</strong> defensa a ultranza de<br />

unos colores, en aquellos respetables señores,<br />

que ponían todo el empeño y <strong>la</strong> garra en sus<br />

acciones. Al parecer y volviendo a <strong>la</strong> rivalidad,<br />

el Castil<strong>la</strong> fue el equipo más internacional de<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia, disputando muchos partidos contra<br />

equipos de Ma<strong>la</strong>gón y Fuente el Fresno, y<br />

teniendo como medio de locomoción el lujo que<br />

era tener una bicicleta, les tendieron una trampa<br />

a <strong>la</strong> salida del pueblo. Tendiendo un cable en <strong>la</strong><br />

carretera de árbol a árbol, con el consiguiente


porrazo de alguno de ellos. Anteriormente <strong>la</strong>s<br />

bicicletas fueron pinchadas en <strong>la</strong> posada o lugar<br />

hospedaje.<br />

Finalizando <strong>la</strong> década de los 40 fue cuando en<br />

realidad se tomó el espíritu competitivo de los<br />

equipos en liguil<strong>la</strong>, con un total de cinco<br />

equipos: Castil<strong>la</strong>, Arenas, Vil<strong>la</strong>rta, Frente de<br />

Juventudes e Imperio, este último equipo cuyo<br />

nombre primitivo fue el de Hispania, era<br />

conocido como el equipo de los<br />

HUMOR<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

35<br />

económicamente pudientes. Para terminar esta<br />

breve semb<strong>la</strong>nza del fútbol vil<strong>la</strong>rrubiero en los<br />

años 40 citaremos un folleto anunciador de un<br />

partido de <strong>la</strong> época: Domingo 21 de Mayo de<br />

1944 a <strong>la</strong>s 7 de <strong>la</strong> tarde en el Campo de <strong>la</strong><br />

Cooperativa tercer partido del campeonato<br />

local. Copa del Excelentísimo Ayuntamiento, se<br />

disputará un interesantísimo encuentro entre el<br />

Castil<strong>la</strong> y el Hispania. A este encuentro asistirán<br />

altas jerarquías locales y del Movimiento. Se<br />

alinearán de <strong>la</strong> siguiente manera: Castil<strong>la</strong> =<br />

Pinga, Molina, Emiliano, Cabanes, Barenca,<br />

Calderón, Eugenio, Alises, García, Del Pozo, y<br />

Alfonso: Hispania = Calcerrada, Angelín,<br />

Villegas, Guzmán, Ruiz, Saneto, Andrés, Feito,<br />

Máximo, Guijarro, y Ruiz. Dicho folleto no<br />

estaba exento de publicidad, como el anuncio de<br />

un relojero donde además de publicitar sus<br />

habilidades en el buen arte de arreg<strong>la</strong>r toda c<strong>la</strong>se<br />

piezas en joyería, p<strong>la</strong>tería y relojería, era<br />

especialista en relojes de pulsera.


ECOLOGÍA<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

REFLEXIÓN SOBRE EL PATRIMONIO Y LA CALIDAD<br />

MEDIOAMBIENTAL DE VILLARRUBIA<br />

36<br />

David García Urda<br />

Agradecimientos para nuestro paisano Concepción Sepúlveda Rodríguez, “Conce”, que ama y conoce<br />

como pocos, si no como nadie, <strong>la</strong>s maravil<strong>la</strong>s y secretos de nuestro más cercano Patrimonio Natural, y<br />

siempre se ofrece para compartirlo, de manera totalmente desinteresada y con una desbordante pasión,<br />

a todos los vil<strong>la</strong>rrubieros que nos interesamos por su descubrimiento y disfrute.<br />

Por fortuna, a diferencia de lo que ocurre con<br />

aproximadamente dos tercios de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción<br />

mundial, en Vil<strong>la</strong>rrubia vivimos dentro Mundo<br />

Desarrol<strong>la</strong>do. Eso quiere decir que, en mayor o<br />

menor medida, nosotros y nuestros vecinos y<br />

conciudadanos tenemos al alcance y a nuestra<br />

disposición los más desarrol<strong>la</strong>dos<br />

conocimientos científicos y avances técnicos<br />

que se puedan encontrar a nivel mundial. Ello<br />

nos ha conducido en Occidente a lo que<br />

entendemos como <strong>la</strong> “Sociedad del Bienestar”,<br />

que permite que, de forma muy generalizada, <strong>la</strong>s<br />

personas que en el<strong>la</strong> nos insertamos podamos<br />

disfrutar, desde <strong>la</strong> infancia hasta <strong>la</strong> vejez, de<br />

unas condiciones de vida bastante dignas,<br />

traducidas en poder tener un acceso a una<br />

educación y formación muy completas, a un<br />

sistema sanitario bastante aceptable o en<br />

disfrutar de unas buenas condiciones de trabajo<br />

o de vida en caso de vejez, invalidez,<br />

desempleo... En definitiva, esta “Sociedad del<br />

Bienestar” en <strong>la</strong> que nos hemos insta<strong>la</strong>do, y en<br />

<strong>la</strong> que el Estado juega un papel básico al ofrecer<br />

una gran cobertura social, nos ha llevado a un<br />

altísimo nivel de vida sin parangón en <strong>la</strong><br />

Historia de <strong>la</strong> Humanidad y de ello debemos ser<br />

bien conscientes. Pero estos países tan<br />

desarrol<strong>la</strong>dos y avanzados como el nuestro, en<br />

ese acertado afán por llevarnos y mantenernos<br />

en esta “Sociedad del Bienestar”, se han dado<br />

cuenta desde hace ya tiempo que garantizar<br />

entre sus conciudadanos <strong>la</strong> Educación, <strong>la</strong><br />

Sanidad, <strong>la</strong>s Pensiones, etc… no son suficientes<br />

si no es cubierta otra necesidad vital que ya es<br />

valorada de primerísima magnitud: el respeto y<br />

el derecho al disfrute del Medio Ambiente. Así<br />

pues, por mucho que se hayan conseguido<br />

aquellos otros objetivos, no habremos logrado<br />

un pleno bienestar social y una plena calidad de<br />

vida mientras nuestro Medio Ambiente se<br />

encuentre en unas condiciones alejadas de lo<br />

ideal y deseable y nos veamos privados de su<br />

disfrute.<br />

Esto es así por una sencil<strong>la</strong> y lógica razón:<br />

nosotros los seres humanos venimos de <strong>la</strong><br />

Naturaleza, somos parte de el<strong>la</strong> y,<br />

consecuentemente, sólo podemos vivir dentro<br />

de el<strong>la</strong>. Desde luego que, desde nuestra<br />

aparición, <strong>la</strong>s personas hemos ido progresando<br />

material y tecnológicamente para superar <strong>la</strong>s<br />

adversidades a <strong>la</strong>s que <strong>la</strong> propia Naturaleza nos<br />

ha sometido durante milenios y,<br />

afortunadamente y gracias a el<strong>la</strong>s, hemos<br />

conseguido sobrevivir al frío, al calor, a <strong>la</strong>s<br />

epidemias, a <strong>la</strong>s hambrunas o superar<br />

incontables obstáculos, todo un logro y de lo<br />

que nos podemos sentir orgullosos como seres<br />

humanos. Pero no confundamos el desarrollo y<br />

los avances materiales y tecnológicos con el<br />

verdadero progreso. Si bien es cierto que<br />

muchísimos de estos avances nos han permitido<br />

mejorar enormemente el bienestar de <strong>la</strong><br />

Humanidad, lo cierto es que en muchos casos<br />

han sido a costa de <strong>la</strong> propia Naturaleza y, en<br />

consecuencia, de nosotros mismos. Por poner<br />

sólo algunos ejemplos comunes a toda <strong>la</strong><br />

Humanidad a nivel global: hemos contaminado<br />

el aire, el agua o los alimentos que consumimos<br />

y ahora nos afectan enfermedades generadas por<br />

el<strong>la</strong>s como el cáncer; hemos abusado del agua y<br />

ahora, con nuestros ríos, arroyos y acuíferos<br />

secos, dependemos para nuestro abastecimiento<br />

de trasvases venidos de fuera cuya cantidad y<br />

calidad no estará nunca garantizada; nos hemos<br />

aferrado a un tipo de vida en el que hemos<br />

hecho imprescindible el uso de hidrocarburos<br />

para el transporte y otro tipo de actividades y<br />

debido a ello hemos llegado a provocar un<br />

auténtico cambio climático, cuyas nefastas<br />

consecuencias ya estamos padeciendo y lo peor<br />

–dicen los expertos- aún queda por llegar; donde<br />

antes había parajes llenos de vida y color que<br />

transmitían alegría y ganas de vivir, ahora no<br />

vemos más que moles de <strong>la</strong>drillo y hormigón o<br />

montones de basura y residuos que cambian<br />

drásticamente nuestro estado de ánimo.<br />

Entonces, ¿a eso lo podemos l<strong>la</strong>mar progreso?<br />

No se trata de echar por tierra los logros que <strong>la</strong><br />

Humanidad ha conseguido durante milenios y<br />

milenios y que indudablemente nos han<br />

mejorado <strong>la</strong>s condiciones de vida, simplemente<br />

se trata de aplicar todos estos conocimientos,


avances y ade<strong>la</strong>ntos para conseguir un equilibrio<br />

con ese Medio Ambiente del que, por mucho<br />

que no quisiéramos, depende nuestras vidas. De<br />

<strong>la</strong> otra manera, no llegaremos a ningún <strong>la</strong>do.<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia, localización única y privilegiada: entre<br />

humedales y sierra.<br />

Ya a un nivel exclusivamente local, muy lejos<br />

de lo que muchos piensan, y desgraciadamente<br />

<strong>la</strong> mayoría de nuestros gobernantes, <strong>la</strong>s políticas<br />

medioambientales no consisten en crear parques<br />

y jardines muy bonitos, ni tampoco en poner<br />

muchas papeleras o incluso colocar<br />

contenedores para el recic<strong>la</strong>je, lo cual, no<br />

obstante, también es importantísimo. Muy al<br />

contrario, una verdadera política<br />

medioambiental es aquel<strong>la</strong> que hace todo lo<br />

posible por que <strong>la</strong> calidad medioambiental en<br />

todo lo que es su área de acción sea <strong>la</strong> más<br />

óptima posible en términos de salud y que su<br />

patrimonio medioambiental se conserve en <strong>la</strong>s<br />

mejores condiciones posibles para garantizarnos<br />

a nosotros mismos y a <strong>la</strong>s próximas<br />

generaciones su aprovechamiento y disfrute. Por<br />

tanto, una verdadera política medioambiental<br />

tiene que tener siempre como eje vertebrador<br />

tres pi<strong>la</strong>res básicos de los que nunca se puede<br />

alejar: ve<strong>la</strong>r por <strong>la</strong> calidad más óptima de <strong>la</strong>s<br />

condiciones del medio que envuelve a un núcleo<br />

de pob<strong>la</strong>ción y su entorno y que son<br />

indispensables para <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong>s personas,<br />

asegurar su Biodiversidad y trabajar por el<br />

establecimiento de un Desarrollo Sostenible<br />

dentro del mismo. Respecto al primero, todos<br />

estamos de acuerdo en <strong>la</strong> necesidad de respirar<br />

un aire limpio y beber un agua de calidad o de<br />

no estar en contacto con sustancias tóxicas o<br />

cancerígenas, por ejemplo. Respecto a <strong>la</strong><br />

Biodiversidad, hay que decir que ésta también<br />

es fundamental, puesto que cuanto más rico sea<br />

un determinado ecosistema, más nos podremos<br />

beneficiar. Así, existen multitud de p<strong>la</strong>ntas<br />

silvestres con propiedades medicinales y otro<br />

tipo de usos muy valiosos o cantidad de<br />

especies animales también silvestres -como<br />

muchas aves e insectos- nos causan<br />

silenciosamente un beneficio tremendo en <strong>la</strong><br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

37<br />

vida cotidiana y en actividades económicas<br />

como <strong>la</strong> agricultura, por no hab<strong>la</strong>r del potencial<br />

económico que supone en re<strong>la</strong>ción al cada vez<br />

más importante sector turístico dentro de <strong>la</strong>s<br />

actividades terciarias, cuyo predominio<br />

constituye a día de hoy <strong>la</strong> tarjeta de identidad de<br />

una economía plenamente moderna y<br />

desarrol<strong>la</strong>da. Y en cuanto al Desarrollo<br />

Sostenible, que duda cabe de que si seguimos un<br />

modelo de desarrollo económico que pone<br />

límites a los recursos que el propio medio nos<br />

ofrece y sobre los que basamos nuestra<br />

subsistencia, pondremos en riesgo nuestro<br />

propio futuro y, sobre todo, el de <strong>la</strong>s próximas<br />

generaciones. Por tanto, esas tres son <strong>la</strong>s<br />

grandes premisas sobre <strong>la</strong>s que se debe apoyar<br />

una política medioambiental, a <strong>la</strong>s cuales se les<br />

debe de añadir algo esencial sin lo cual no<br />

podrían prosperar: <strong>la</strong> necesidad de desarrol<strong>la</strong>r<br />

entre toda <strong>la</strong> ciudadanía <strong>la</strong> Educación<br />

Ambiental, principalmente entre los jóvenes,<br />

pero, también, entre los no tan jóvenes.<br />

Respecto a nuestro pueblo, ¿cuál es <strong>la</strong> situación<br />

del Patrimonio y <strong>la</strong> Calidad Medioambiental de<br />

una Vil<strong>la</strong>rrubia que está a punto de finalizar <strong>la</strong><br />

primera década del siglo XXI? Si queremos<br />

saber <strong>la</strong> respuesta preguntémosles a nuestros<br />

mayores, pero, sobre todo, a todos aquellos que,<br />

situados en <strong>la</strong>s esferas socioeconómicas bajas y<br />

humildes de <strong>la</strong> Vil<strong>la</strong>rrubia de hace cuarenta y<br />

tantos años o más y dentro de un contexto de<br />

extrema desigualdad social, pudieron subsistir y<br />

sacar ade<strong>la</strong>nte a sus familias gracias al<br />

Patrimonio Natural de nuestra localidad. Y si<br />

no, cuando el capataz de un gran terrateniente<br />

no elegía en <strong>la</strong> P<strong>la</strong>za a algún jornalero o peón<br />

para trabajar en sus tierras, cómo se sacaba éste<br />

el jornal, qué llevaba para comer a su casa. ¿A<br />

caso no tenía el alivio de disponer de una<br />

pequeña pero muy fértil parce<strong>la</strong> en <strong>la</strong> vega<br />

regada por el Gigüe<strong>la</strong> en <strong>la</strong> que sacaba<br />

productos básicos como patatas, legumbres o<br />

tomates? ¿A caso el mismo Gigüe<strong>la</strong>, Guadiana o<br />

<strong>la</strong> confluencia de ambos en lo que ahora es el<br />

Parque Nacional no le proporcionaba multitud<br />

de animales comestibles como peces, cangrejos<br />

o ranas, además de patos y otro tipo de aves<br />

acuáticas? ¿A caso no tenían <strong>la</strong> opción de ir a<br />

Nuestra Sierra a por un haz de leña que bajaban<br />

luego al pueblo para intercambiar<strong>la</strong> con los<br />

panaderos por un poco de pan? ¿A caso en <strong>la</strong><br />

misma Sierra no encontraban otro tipo de cosas<br />

que llevarse a <strong>la</strong> boca o a <strong>la</strong> de sus hijos<br />

hambrientos? Sí, durante mucho tiempo, durante<br />

muchas décadas e incluso siglos de gran<br />

desigualdad socioeconómica, el Gigüe<strong>la</strong>, el<br />

Guadiana, Las Tab<strong>la</strong>s, <strong>la</strong> Sierra y, en general,<br />

todo el Patrimonio Medioambiental situado<br />

alrededor de nuestro pueblo han aliviado los


estómagos hambrientos de muchos<br />

vil<strong>la</strong>rrubieros.<br />

Otro “Balcón de La Mancha”: La “Cruz de Ocaña”,<br />

a <strong>la</strong> que se llega ascendiendo <strong>la</strong> Co<strong>la</strong>da de<br />

Valparaiso.<br />

Y ahora, ¿qué aspecto vienen presentado –no<br />

tengamos en cuenta este excepcional año<br />

pluviométrico, que se repite muy de vez en<br />

cuando- desde hace ya algunos lustros <strong>la</strong>s vegas<br />

del Gigüe<strong>la</strong>? ¿Qué vemos en ese paraje l<strong>la</strong>mado<br />

los Ojos del Guadiana que da nombre a nuestro<br />

municipio y nos sitúa con letras mayúscu<strong>la</strong>s en<br />

el mapa de España? ¿Dónde están Las Tab<strong>la</strong>s de<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia, que, habiendo sido lo mismo -y tras<br />

haber hecho con estas inusuales lluvias<br />

invernales un amago de resucitar- en nada se<br />

parecen a lo que unos kilómetros más ade<strong>la</strong>nte<br />

es un Parque Nacional? ¿Cuál es <strong>la</strong> causa por <strong>la</strong><br />

que se ha pedido desc<strong>la</strong>sificar como Reserva de<br />

<strong>la</strong> Biosfera a lo que queda de nuestras Tab<strong>la</strong>s y<br />

resto de humedales, que, igualmente, en años<br />

como este resucitan efímeramente? ¿Por qué<br />

parece que Vil<strong>la</strong>rrubia se acaba al pie de <strong>la</strong><br />

Sierra cuando realmente va mucho más allá?<br />

¿Por qué, dentro de nuestra propia Sierra, no<br />

nos dejan pasar por los caminos por los que<br />

muchos de nuestros antepasados iban a buscarse<br />

<strong>la</strong> vida porque no había otra cosa? ¿Qué fue de<br />

aquel<strong>la</strong>s extensas dehesas y encinares que<br />

antaño envolvían buena parte de los alrededores<br />

de Vil<strong>la</strong>rrubia y que también daban alimento o<br />

leña entre otros? ¿Qué queda de todo ello? Hoy<br />

en día, afortunadamente, ya no dependemos de<br />

todo aquello como dependían muchos de<br />

nuestros antepasados, pero lo que está c<strong>la</strong>ro es<br />

que desde entonces hasta ahora algo se ha hecho<br />

mal o muy mal. Tanto que a cualquier joven<br />

vil<strong>la</strong>rrubiero le cuesta creer que el paisaje de<br />

nuestro pueblo fuera tan diferente hace tan sólo<br />

unas décadas, como es el caso de nuestros<br />

humedales, o que aún hoy día existan parajes<br />

emblemáticos muy ligados a nuestra historia y<br />

acerbo popu<strong>la</strong>r de los que no podemos disfrutar,<br />

como es el caso de Nuestra Sierra.<br />

En cuanto a <strong>la</strong> Calidad Medioambiental de<br />

nuestro pueblo, <strong>la</strong> realidad hace levantar<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

38<br />

también bastantes suspicacias, siendo un hecho<br />

el que en los últimos lustros ha proliferado el<br />

número de casos de enfermedades entre<br />

nuestros vecinos, especialmente <strong>la</strong>s<br />

cancerígenas, y, a falta de un estudio sobre ello,<br />

cabe <strong>la</strong> posibilidad que esté directamente<br />

re<strong>la</strong>cionado con <strong>la</strong> cada vez más deteriorada<br />

calidad del aire o el agua que bebemos y<br />

determinados productos que consumimos<br />

derivados de el<strong>la</strong>, sobre todo del agua<br />

procedente del acuífero que se sitúa bajo<br />

nuestras explotaciones agrarias, contaminado<br />

por algunos productos agrarios muy nocivos.<br />

En resumen, Vil<strong>la</strong>rrubia, y más en concreto lo<br />

que es su término municipal, ha gozado<br />

históricamente de un privilegiado Patrimonio y<br />

Calidad Medioambiental que actualmente está,<br />

o bien seriamente degradado -si no del todo-, o<br />

bien totalmente fuera del alcance y disfrute de<br />

los vil<strong>la</strong>rrubieros. Y los responsables de todo<br />

hemos sido nosotros los propios vil<strong>la</strong>rrubieros,<br />

nuestros políticos y gobernantes –unos<br />

impuestos en tiempos pasados, pero otros<br />

elegidos por nosotros mismos ahora en<br />

democracia- y esos nuevos grandes propietarios<br />

que llegados de fuera quieren arrebatarnos este<br />

Patrimonio y Calidad medioambiental que a<br />

todos nos pertenece y del que tenemos derecho<br />

a disfrutar como vil<strong>la</strong>rrubieros que somos. Pero<br />

centrémonos en <strong>la</strong> parte que nos toca a nosotros<br />

como ciudadanos. Más por ignorancia y dejadez<br />

que de forma intencionada, nosotros los<br />

vil<strong>la</strong>rrubieros hemos sido los que en su día, de<br />

alguna u otra manera, permitimos <strong>la</strong><br />

canalización del Gigüe<strong>la</strong> y <strong>la</strong> desaparición de<br />

sus fértiles vegas, con <strong>la</strong> consecuente<br />

destrucción de Las Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia, o que<br />

a<strong>la</strong>mbrasen <strong>la</strong> Sierra y desde entonces no<br />

podamos acceder y transitar por aquellos tramos<br />

y parajes que por Historia, Tradición y, sobre<br />

todo, por Ley nos pertenecen. También estamos<br />

siendo nosotros los que, víctimas de una<br />

equivocada política agraria sugerida por <strong>la</strong>s<br />

altas esferas políticas e institucionales hace ya<br />

años, estamos dejando vaciar el acuífero que<br />

antaño hacía manar Los Ojos del Guadiana, así<br />

como los múltiples manantiales que también<br />

alimentaban <strong>la</strong> vega del Gigüe<strong>la</strong>, hasta tal punto<br />

que, si se sigue así, no terminará habiendo agua<br />

para nada, c<strong>la</strong>ro ejemplo de lo que no es el<br />

Desarrollo Sostenible. Del mismo modo, en<br />

re<strong>la</strong>ción a nuestras actividades agrarias, también<br />

parece que no somos muy conscientes de que<br />

utilizamos en exceso productos muy nocivos y<br />

tóxicos como ciertos p<strong>la</strong>guicidas y herbicidas<br />

que igualmente contaminan ese mismo acuífero<br />

y consecuentemente terminan penetrando en<br />

nuestro organismo con <strong>la</strong>s consecuencias que ya<br />

hemos dejado entrever. Volviendo a nuestro río<br />

más cercano, llevamos ya bastante tiempo


viendo sin hacer ni demandar nada a nuestros<br />

políticos y gobernantes que el poco agua que<br />

habitualmente suele llevar el Gigüe<strong>la</strong> ya<br />

aproximándose a nuestro Parque Nacional de<br />

Las Tab<strong>la</strong>s procedente de <strong>la</strong> Depuradora<br />

Municipal suele ir circu<strong>la</strong>ndo en unas<br />

condiciones poco menos que <strong>la</strong>mentables;<br />

esperemos que <strong>la</strong>s obras de ampliación que se<br />

están acometiendo en esta infraestructura<br />

pongan solución a tan esperpéntica situación. Y,<br />

finalmente, tampoco parece importarnos mucho<br />

que otras joyas de nuestro patrimonio<br />

medioambiental -fuera ya de lo que es Nuestra<br />

Sierra y humedales- como son los corredores<br />

ecológicos representados por nuestros arroyos,<br />

que conectan fundamentalmente sierra y<br />

humedales, o ecosistemas menores pero no de<br />

inferior valor ecológico como son los pequeños<br />

montes de encinas y, especialmente, “Los<br />

Arenales” vayan siendo destruidos. Estos<br />

últimos, que, entre a otras especies vegetales y<br />

animales de gran interés, dan cobijo a una de <strong>la</strong>s<br />

colonias de abejaruco –ave migratoria<br />

procedente de África- más importantes de <strong>la</strong><br />

comarca, están siendo víctima de extracciones<br />

de arena y vertidos muy peligrosos cuya<br />

legalidad está bajo sospecha. Y si hab<strong>la</strong>mos del<br />

Vertedero Municipal…<br />

Grupo de f<strong>la</strong>mencos en <strong>la</strong> Dehesa Boyal, parte de <strong>la</strong>s<br />

antiguas Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia (abril de 2010).<br />

Podríamos seguir así con un <strong>la</strong>rgo etcétera, pero<br />

llegados a este punto debemos de cambiar <strong>la</strong><br />

dirección de discurso y tratar de dar un soplo de<br />

optimismo, pues, a pesar de los pesares, aún hay<br />

razones para haberlo. Vil<strong>la</strong>rrubia, al margen ya<br />

de lo que es su Calidad y Patrimonio<br />

Medioambiental, ha cambiado mucho en <strong>la</strong>s<br />

últimas décadas y, sobre todo, <strong>la</strong> vida de sus<br />

habitantes. El bienestar y <strong>la</strong> calidad de vida de<br />

los vil<strong>la</strong>rrubieros se han transformado para bien<br />

de forma radical y en nada se parece a <strong>la</strong> que<br />

describíamos líneas arriba, cuando muchísimos<br />

de nuestros antepasados debían ir cada día a <strong>la</strong><br />

P<strong>la</strong>za para que lo eligiesen para trabajar, y, si<br />

eso no ocurría, marchar a <strong>la</strong> vega, a <strong>la</strong> sierra o a<br />

cualquier otra parte de nuestro entorno y<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

39<br />

abastecerse de lo que ofrecía <strong>la</strong> Naturaleza. Pero<br />

aún no podemos hab<strong>la</strong>r de un bienestar pleno,<br />

porque aún queda mucho por hacer dentro de lo<br />

que es el ámbito de nuestra sociedad y porque<br />

aún estamos muy lejos de aprovecharnos y<br />

disfrutar plenamente de lo que es nuestro<br />

Patrimonio y Calidad Medioambiental, una de<br />

<strong>la</strong>s piedras angu<strong>la</strong>res de nuestro bienestar.<br />

Ahora no necesitamos ese Patrimonio<br />

Medioambiental para poder subsistir como<br />

muchos de nuestros antepasados, pero lo<br />

seguimos necesitando para vivir, y no para vivir<br />

de cualquier manera, sino para llevar una vida<br />

de calidad, que es a lo que aspira cualquier<br />

sociedad moderna y avanzada. En una<br />

“Sociedad del Bienestar” como en <strong>la</strong> que nos<br />

encontramos en <strong>la</strong> actualidad, el Medio<br />

Ambiente y <strong>la</strong> Naturaleza nos ofrecen salud,<br />

ocio e incluso riqueza económica. Sobra decir<br />

que vivir o transitar sobre un entorno sin<br />

contaminación de ningún tipo y lleno de vida en<br />

toda su diversidad es altamente favorable para<br />

nuestro organismo, tanto en términos físicos<br />

como en términos psíquicos. Igualmente, el<br />

Medio Ambiente y <strong>la</strong> Naturaleza son el<br />

escenario ideal para desarrol<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s actividades<br />

de ocio más saludables que podamos imaginar y<br />

que son una alternativa a otras actividades de<br />

entretenimiento perjudiciales y nocivas. Así,<br />

entre otras muchas, pensemos en actividades<br />

deportivas como el senderismo o el<br />

cicloturismo, <strong>la</strong> afición a <strong>la</strong> observación y<br />

contemp<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> Naturaleza, como <strong>la</strong><br />

ornitología, o pasar un día en el campo con los<br />

amigos o <strong>la</strong> familia. Y finalmente, que duda<br />

cabe que dentro de esta “Sociedad del<br />

Bienestar”, en el que <strong>la</strong>s actividades terciarias se<br />

han convertido en el motor económico de <strong>la</strong>s<br />

economías desarrol<strong>la</strong>das, el sector servicios y el<br />

turismo –concretamente el turismo rural y<br />

verde- se erigen como un recurso económico<br />

altamente potencial en aquel<strong>la</strong>s zonas con un<br />

valioso patrimonio medioambiental. Respecto a<br />

esto último, en este año pluviométrico tan<br />

excepcional y sin haberse resuelto el problema<br />

de fondo, sólo <strong>la</strong> llegada de más de 200.000<br />

visitantes a Las Tab<strong>la</strong>s –temporalmente<br />

“resucitadas”- en <strong>la</strong> primera parte del año nos<br />

puede dar una idea del peso que puede llegar a<br />

tener este sector económico si recuperamos,<br />

cuidamos y sabemos divulgar y ofrecer el<br />

Patrimonio Medioambiental de Vil<strong>la</strong>rrubia.<br />

Situado al <strong>la</strong>do de un Parque Nacional -Nuestro<br />

Parque Nacional- éste se compone, por un <strong>la</strong>do,<br />

de otros destacadísimos humedales, que serían<br />

<strong>la</strong>s Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia y el Río y Ojos del<br />

Guadiana, dec<strong>la</strong>rados por <strong>la</strong> Unesco Reserva de<br />

<strong>la</strong> Biosfera. Por otro, una extensa sierra que,<br />

junto al resto de los Montes de Toledo, ha sido<br />

catalogada por <strong>la</strong> Unión Europea como Lugar


de Interés Comunitario (LIC). Además, ambos<br />

se encuentran a su vez salpicados por multitud<br />

de corredores ecológicos y microecosistemas<br />

como los ya mencionados, completando el<br />

conjunto de todos ellos una de <strong>la</strong>s ZEPAs (Zona<br />

de Especial Protección de Aves) más<br />

importantes a nivel nacional ¿Alguien da más?<br />

Sigamos valorando económicamente todo este<br />

patrimonio, ahora haciendo, con los pies sobre<br />

<strong>la</strong> tierra, un ejercicio de imaginación:<br />

supongamos que desde ya los vil<strong>la</strong>rrubieros en<br />

general, nuestros políticos y gobernantes locales<br />

en particu<strong>la</strong>r, y con el apoyo de esferas<br />

institucionales mayores, decidimos ponernos<br />

manos a <strong>la</strong> obra y, de una u otra manera,<br />

comenzamos movernos por recuperar y<br />

revalorizar en su justa medida todo ello. Por<br />

empezar por algo, logramos que se tape el canal<br />

con el que comenzó <strong>la</strong> desaparición de <strong>la</strong> vega y<br />

consecuentemente de <strong>la</strong>s Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia.<br />

A <strong>la</strong> vez, después haber sido transformadas <strong>la</strong><br />

mayor parte de el<strong>la</strong>s en siembras y cultivos<br />

baldíos, <strong>la</strong>s reconvertimos en lo que fueron y<br />

pueden volver a ser, un espacio natural de<br />

primera magnitud, como lo es su hermano<br />

mayor, Nuestro Parque Nacional. Todos hemos<br />

podido comprobar este tiempo de atrás el<br />

impresionante poder de regeneración que tienen,<br />

como humedales que son, nuestras vegas y<br />

tab<strong>la</strong>s, y el potencial paisajístico y biológico que<br />

es capaz de atesorar cuando hace presencia su<br />

elemento nuclear, el agua.<br />

Por seguir con otra cosa, ahora supongamos que<br />

ampliamos nuestra red de Caminos Públicos<br />

serranos, y <strong>la</strong> escueta oferta con que contamos a<br />

día de hoy -Sendil<strong>la</strong> de San Cristóbal, Sendil<strong>la</strong><br />

de La Virgen, Senda de La Virgen a <strong>la</strong> Fuente<br />

del Membrillo, Camino de Los Picones… y<br />

Carretera de Urda, por sumarle algo más y<br />

hacer<strong>la</strong> un poco más digna- <strong>la</strong> ampliamos a <strong>la</strong><br />

treintena de caminos semejantes que, a día de<br />

hoy, están cerrados a pesar de que <strong>la</strong> legis<strong>la</strong>ción<br />

vigente dice que todos ellos deberían estar<br />

abiertos al tránsito público. Algunos de ellos<br />

serían el Camino del Batanejo, el Camino del<br />

A<strong>la</strong>millo, el Camino de Manciporras, el Camino<br />

de Matabestias o el Camino de <strong>la</strong> Pedriza de <strong>la</strong><br />

Encina. A todos ellos habría que sumar también<br />

<strong>la</strong>s vías pecuarias de Valparaíso y Los Santos –<br />

co<strong>la</strong>das <strong>la</strong>s dos- y El Carrerón –cañada en este<br />

caso-.<br />

Entretanto, revalorizamos y protegemos esos<br />

otros espacios de los arenales, los encinares…<br />

para darnos de nuevo un chapoteo en el agua:<br />

supongamos también que, otra cosa que en este<br />

caso no está tanto- y a <strong>la</strong> vez sí- en nuestras<br />

manos, el P<strong>la</strong>n Especial Alto Guadiana,<br />

funciona y con el tiempo se va recargando el<br />

Acuífero 23 y, finalmente… terminan por manar<br />

los Ojos de Guadiana, conocidos en toda España<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

40<br />

y referente de primera magnitud para cualquier<br />

turista que viene a <strong>la</strong> zona. A <strong>la</strong> vez, eso supone<br />

de nuevo un río Guadiana y un Parque Nacional<br />

de nuevo vivos y de forma natural. Del mismo<br />

modo <strong>la</strong> recuperación de este acuífero<br />

equivaldría al renacimiento de los manantiales<br />

de nuestra vega –Ojo de La Médica, Fuente de<br />

Las Pozas, Ojo Ricopelo, Los Ojuelos…-,<br />

aspecto también c<strong>la</strong>ve para <strong>la</strong> recuperación de<br />

<strong>la</strong>s Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia.<br />

Inigua<strong>la</strong>ble panorámica del Parque Nacional de Las<br />

Tab<strong>la</strong>s y los tab<strong>la</strong>zos de Vil<strong>la</strong>rrubia desde <strong>la</strong> Sendil<strong>la</strong><br />

de La Virgen.<br />

Perfecto, hemos logrado recuperar un<br />

impresionante Patrimonio Natural. A<br />

continuación lo ponemos en valor.<br />

Seguidamente lo divulgamos y ofertamos y…<br />

finalmente, <strong>la</strong> familia López Marín decide venir<br />

desde Asturias a Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos, famoso<br />

por su belleza, riqueza y variedad paisajística.<br />

Lo hace con el deseo de pasar un agradable fin<br />

de semana en contacto con <strong>la</strong> Naturaleza. Hace<br />

ya un tiempo, encantados tras una experiencia<br />

previa, unos amigos que estuvieron aquí les<br />

aconsejaron que vinieran por esta zona de La<br />

Mancha cuando se le presentara <strong>la</strong> ocasión. Les<br />

contaron que a lo <strong>la</strong>rgo de un fin de semana<br />

estuvieron viendo los famosos Ojos del<br />

Guadiana y su Centro de Interpretación,<br />

dependiente de Vil<strong>la</strong>rrubia, y un pletórico<br />

Parque Nacional de Las Tab<strong>la</strong>s de Daimiel. Este<br />

último lo vieron desde dos perspectivas<br />

distintas. Una de el<strong>la</strong>s, in situ, recorriendo <strong>la</strong>s<br />

pasare<strong>la</strong>s, los observatorios… y otra, que les<br />

sorprendió también sobremanera, recorriendo <strong>la</strong><br />

Sendil<strong>la</strong> de La Virgen, desde donde disfrutaron,<br />

con una panorámica privilegiada, del gran<br />

humedal manchego y de los tab<strong>la</strong>zos de<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia, y además respirando el saludable y,<br />

a <strong>la</strong> vez, aromático aire del que uno disfruta<br />

recorriendo los Montes de Toledo. Pero eso no<br />

fue todo, y ese fin de semana también les dio<br />

para adentrarse aún más en estos Montes de<br />

Toledo recorriendo <strong>la</strong> Co<strong>la</strong>da de Valparaíso,<br />

quedándose boquiabiertos con panorámicas<br />

como <strong>la</strong> de <strong>la</strong> “Cruz de Ocaña” –otro de los


numerosos “balcones” de La Mancha a donde<br />

conducen estas travesías- o ese monumento de<br />

<strong>la</strong> Naturaleza l<strong>la</strong>mado “Peñamorejón”. Y,<br />

entremedias, todavía les dio tiempo a disfrutar<br />

de <strong>la</strong>s maravil<strong>la</strong>s de los arenales, con sus<br />

importantes colonias de abejaruco y <strong>la</strong>garto<br />

oce<strong>la</strong>do o <strong>la</strong> multitud de elementos botánicos de<br />

interés que en ellos proliferan.<br />

Con ese más que seductor referente, a <strong>la</strong><br />

primavera siguiente <strong>la</strong> familia López Marín<br />

decide acudir sin pensárselo más a nuestro<br />

municipio. Se alojará en una de <strong>la</strong>s numerosas<br />

casas rurales que aquí con el tiempo se han ido<br />

habilitando y su programa para los dos días que<br />

pasarán aquí será en primer lugar visitar el<br />

sábado por <strong>la</strong> mañana los Ojos del Guadiana y<br />

el Parque Nacional. Maravil<strong>la</strong>dos por el<br />

espectáculo de los humedales manchegos, <strong>la</strong><br />

tarde el sábado <strong>la</strong> emplearán en recorrer ahora<br />

<strong>la</strong>s restauradas Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia, visitando<br />

el Centro de Interpretación que en el<strong>la</strong>s se ha<br />

habilitado y haciendo algunos de los numerosos<br />

itinerarios que en el<strong>la</strong>s se han abierto y <strong>la</strong>s<br />

recorren, con sus observatorios, paneles de<br />

información sobre flora, fauna, geología,<br />

etnografía, etc. Como se encuentran anexas a<br />

zonas de arenales y de encinares, estos también<br />

los recorren, pues algunos de esos itinerarios<br />

conectan con estos otros espacios próximos.<br />

El domingo cambiarán de escenario y centrarán<br />

sus miras en Nuestra Sierra, tal como hicieron<br />

sus amigos. Así, <strong>la</strong> mañana <strong>la</strong> emplearán en<br />

recorrer una buena parte del Camino de<br />

Manciporras, descubriendo por primera vez el<br />

“monte mediterráneo”, otro mundo también<br />

fascinante que hasta el momento tampoco nunca<br />

experimentado por ninguno de sus miembros.<br />

La buena señalización de estos caminos y vías<br />

pecuarias serranos, con sus paneles<br />

interpretativos también acerca de <strong>la</strong> flora, fauna,<br />

geología, etnografía… -presentes y habituales,<br />

como es normal, en cualquier otra zona de<br />

España que se precie de sus paisajes y tesoros<br />

naturales- facilita sobremanera su tránsito por el<br />

sector vil<strong>la</strong>rrubiero de los Montes de Toledo. La<br />

idea de esta familia era <strong>la</strong> de volver a comer a<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia y emplear parte de <strong>la</strong> tarde en hacer<br />

un tramo de <strong>la</strong> Sendil<strong>la</strong> de <strong>la</strong> Virgen y así<br />

disfrutar de esa otra visión de <strong>la</strong>s tab<strong>la</strong>s de<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia y Daimiel, tal como les habían<br />

aconsejado esos amigos. Pero, después de un día<br />

y medio con tanta actividad, el cansancio y <strong>la</strong>s<br />

fuerzas, unidas al <strong>la</strong>rgo viaje que les queda por<br />

hacer, les hace tomar <strong>la</strong> decisión de emplear ese<br />

tiempo en descansar y, finalmente, iniciar el<br />

regreso. Así pues, muy a su pesar, no han<br />

podido hacer ese trayecto tal como habían<br />

p<strong>la</strong>neado y tal como era su deseo. Pero no pasa<br />

nada. Durante el viaje de regreso, incluso ya<br />

antes de iniciarlo, se han prometido que<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

41<br />

volverán en el otoño. Y no sólo por poder<br />

disfrutar por fin de nuestros humedales desde <strong>la</strong><br />

Sendil<strong>la</strong> de La Virgen o de San Cristóbal, sino<br />

porque también quieren volver a deleitarse<br />

paseando por tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia y Daimiel,<br />

esta vez con los colores y <strong>la</strong> avifauna de <strong>la</strong> etapa<br />

otoñal-invernal. Igualmente, les gustaría hacer<br />

otra de <strong>la</strong>s grandes rutas que atraviesan <strong>la</strong> sierra<br />

y de <strong>la</strong> que le hab<strong>la</strong>ron muy bien durante esa<br />

primera estancia en nuestro pueblo: <strong>la</strong> Co<strong>la</strong>da de<br />

Los Santos y los escenarios que ésta incluye<br />

como el Barranco de Los Santos, Jalúa, Los<br />

Melecos o Las Bañaderas. Y, sin duda, si aún<br />

quedara algo de tiempo, de nuevo se acercarían<br />

a ver los legendarios Ojos del Guadiana. Y<br />

posiblemente lo harían en compañía de otros<br />

amigos, que, animados por <strong>la</strong> familia López<br />

Marín, también se decidirían ir a descubrir los<br />

escenarios naturales de Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos.<br />

Como luego harían unos familiares de estos<br />

otros aconsejados por ellos, y después unos<br />

compañeros de trabajo de estos últimos, unos<br />

conocidos de los cuales también acudirían<br />

posteriormente tras escuchar el re<strong>la</strong>to de su<br />

gratísima experiencia por aquí…y así una y otra<br />

vez.<br />

Recorriendo <strong>la</strong> Co<strong>la</strong>da de Los Santos se llega a<br />

parajes tan espectacu<strong>la</strong>res como este: “Las<br />

Bañaderas”.<br />

Pero, ¿cómo repercutiría todo esto en <strong>la</strong><br />

economía local? Lógicamente, no todos los<br />

vil<strong>la</strong>rrubieros vivirían de esto. Como tampoco<br />

todos los vil<strong>la</strong>rrubieros viven de <strong>la</strong> agricultura,<br />

<strong>la</strong> construcción, <strong>la</strong> industria, el comercio, <strong>la</strong><br />

hostelería u otros oficios. Pero, de una u otra<br />

manera, directa o indirectamente, <strong>la</strong><br />

rehabilitación de nuestro Patrimonio<br />

Medioambiental y su re<strong>la</strong>ción con el sector<br />

servicios y del turismo crearía un más que<br />

evidente beneficio económico que repercutiría<br />

en el resto de sectores económicos: generaría <strong>la</strong><br />

habilitación de casas rurales, algún que otro<br />

hotel o pensión, incluso algún albergue o<br />

camping en los que encontrarían alojamiento <strong>la</strong><br />

familia López Marín. Antes de llegar e<br />

insta<strong>la</strong>rse <strong>la</strong> familia López Marín, el propietario


de cualquiera de el<strong>la</strong>s se ve obligado a pedir los<br />

servicios de un carpintero, fontanero,<br />

electricista, cerrajero, cristalero o albañil locales<br />

para arreg<strong>la</strong>r algún desperfecto causado durante<br />

<strong>la</strong> estancia de los inquilinos anteriores. Esos<br />

mismos servicios serían requeridos para reparar<br />

también algún que otro desperfecto producido<br />

en esta ocasión en alguna de <strong>la</strong>s numerosas<br />

insta<strong>la</strong>ciones e infraestructuras públicas y<br />

municipales habilitadas en los espacios<br />

naturales visitables (centros de interpretación,<br />

paneles informativos, paseos y pasare<strong>la</strong>s,<br />

papeleras…), insta<strong>la</strong>ciones e infraestructuras<br />

que previamente habrían generado empleo<br />

durante su proceso de construcción,<br />

levantamiento o colocación. Igualmente,<br />

algunos/as vil<strong>la</strong>rrubieros serían contratados<br />

como personal para estar al cargo del<br />

mantenimiento, vigi<strong>la</strong>ncia del buen estado y<br />

limpieza de esas insta<strong>la</strong>ciones o para atender e<br />

informar a los visitantes en los Centros de<br />

Interpretación de Las Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia o de<br />

los Ojos del Guadiana. Una vez en Vil<strong>la</strong>rrubia,<br />

los López Marín irían a comer y a cenar a algún<br />

bar-restaurante del municipio. Allí consumirían,<br />

entre otros, pan e<strong>la</strong>borado en cualquiera de <strong>la</strong>s<br />

panaderías locales y, el señor López, amante del<br />

buen vino, pediría de bebida un buen vino de los<br />

e<strong>la</strong>borados en algunas de <strong>la</strong>s cooperativas y<br />

bodegas vil<strong>la</strong>rrubieras, de donde procedería<br />

también el aceite virgen con que aliñarían <strong>la</strong>s<br />

ensa<strong>la</strong>das con que acompañarían sus<br />

degustaciones. Además de <strong>la</strong> belleza natural de<br />

nuestro pueblo, de estos dos últimos productos<br />

culinarios de gran calidad harían propaganda y<br />

publicidad gratuita allá en Asturias nuestro<br />

amigo el señor López al hab<strong>la</strong>r de su estancia en<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia a familiares, paisanos, amigos,<br />

compañeros o conocidos una vez hubieran<br />

regresado a su lugar de origen. Por otro <strong>la</strong>do,<br />

esta familia contrataría a alguna empresa de<br />

turismo activo rural que crearían algunos de<br />

nuestros vecinos para recorrer con ellos y<br />

enseñarles, como guías-intérpretes, algunos de<br />

los escenarios que tendrían previstos visitar.<br />

Antes de iniciar esas visitas, <strong>la</strong> familia López<br />

Marín se acercaría a algún establecimiento<br />

comercial del pueblo para comprar pipas y agua<br />

para mientras hacen <strong>la</strong>s excursiones, y también<br />

se acercan a alguna de <strong>la</strong>s gasolineras de<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia para llenar el depósito de cara a esos<br />

desp<strong>la</strong>zamientos en vehículo por <strong>la</strong> zona. Y<br />

cuando han finalizado su estancia en<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia, antes de partir hacia Asturias,<br />

deciden pasarse por una de <strong>la</strong>s queserías locales<br />

para llevarles a algún ser querido un queso<br />

manchego como recuerdo.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

42<br />

Sin dejar de imaginar con los pies en <strong>la</strong> tierra,<br />

volvamos a <strong>la</strong> realidad y reflexionemos<br />

entonces si es apta <strong>la</strong> actual situación del<br />

Patrimonio y Calidad Medioambiental de<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia. ¿No se le podría sacar muchísimo<br />

más partido en cualquiera de esas tres vertientes<br />

a <strong>la</strong>s que nos hemos referido, o sea, salud, ocioentretenimiento<br />

y beneficio económico?<br />

¿Merece <strong>la</strong> pena esforzarse infinitamente más<br />

por su recuperación y conservación? La<br />

respuesta cae por sí so<strong>la</strong>. Políticos y ciudadanos<br />

de Vil<strong>la</strong>rrubia debemos empezar a valorarlo en<br />

su justa medida y empezar a trabajar en ello si<br />

realmente queremos alcanzar <strong>la</strong> “Sociedad del<br />

Bienestar” y una Vil<strong>la</strong>rrubia moderna y<br />

avanzada. Contamos con un Patrimonio<br />

Medioambiental excepcional, envidiable para<br />

cualquier otro municipio de <strong>la</strong> comarca, que<br />

debería hacer de nuestro pueblo un lugar mucho<br />

más atractivo en el que vivir y también mucho<br />

más atrayente para <strong>la</strong> gente que viene de fuera<br />

que lo es en <strong>la</strong> actualidad. Son muchas <strong>la</strong>s cosas<br />

que hay que corregir y rectificar y en <strong>la</strong>s que<br />

hay que ponerse a trabajar y dos son <strong>la</strong>s vías<br />

para conseguir esta meta. Por un <strong>la</strong>do, a nivel<br />

particu<strong>la</strong>r, apoyar o participar en aquel<strong>la</strong>s<br />

iniciativas y movimientos tanto institucionales<br />

como ciudadanos que, con una participación<br />

abierta a todos, persiguen precisamente <strong>la</strong><br />

recuperación de nuestro Patrimonio y Calidad<br />

Medioambiental, como pueden ser <strong>la</strong> Agenda<br />

Local 21, el P<strong>la</strong>n Especial Alto Guadiana<br />

(PEAG) o el Movimiento por Las Tab<strong>la</strong>s y el<br />

Guadiana (MXTG). Por otro, también a nivel<br />

particu<strong>la</strong>r como ciudadanos, demandando a<br />

nuestros gobernantes y a nuestro Ayuntamiento<br />

muchísima más implicación en ello, pues, sólo<br />

de esta manera, desde <strong>la</strong>s esferas institucionales<br />

y de gobierno se empezará realmente a trabajar<br />

en una verdadera política medioambiental. Esto<br />

último es así porque, por reg<strong>la</strong> general, nuestros<br />

políticos y gobernantes sólo se mueven y<br />

trabajan en un determinado asunto por demanda<br />

y presión social, y si no <strong>la</strong> hay, pues poco o<br />

nada harán.<br />

En definitiva, resulta imposible separar <strong>la</strong><br />

“Sociedad del Bienestar”, así como el<br />

Desarrollo y el Progreso, del Medio Ambiente,<br />

y, menos aún, de una política medioambiental<br />

seria y rigurosa. De manera que sería un<br />

auténtico pecado capital que los vil<strong>la</strong>rrubieros<br />

diéramos <strong>la</strong> espalda o, peor aún, dejáramos<br />

desaparecer el potencial medioambiental de<br />

nuestro pueblo, cuyo nombre y una de <strong>la</strong>s<br />

principales señas de identidad lo dicen todo:<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos…del Guadiana, que<br />

tiene como patrona a <strong>la</strong> Virgen… de <strong>la</strong> Sierra.


HISTORIA<br />

Ing<strong>la</strong>terra contra España. Felipe II el Prudente<br />

contra Isabel I, <strong>la</strong> Reina Virgen. Pero también el<br />

servicio secreto más extenso y complejo de <strong>la</strong><br />

mayor potencia de <strong>la</strong> época contra un espionaje<br />

astuto y agresivo, recién creado o recreado por<br />

el despiadado y talentoso secretario de Estado<br />

inglés Francis Walsingham.<br />

Al adentrarse en <strong>la</strong> década de 1580 <strong>la</strong> poderosa<br />

monarquía españo<strong>la</strong> entra en una fase de<br />

apogeo… al menos, sobre el papel. Completada<br />

<strong>la</strong> anexión de Portugal con <strong>la</strong>s bril<strong>la</strong>ntes<br />

campañas navales del marqués de Santa Cruz en<br />

<strong>la</strong>s Azores, en tregua con el imperio turco y con<br />

Francia paralizada por <strong>la</strong>s guerras entre<br />

católicos y hugonotes protestantes, en esos años<br />

todo parecía posible para <strong>la</strong> España de Felipe II.<br />

Las victorias del gobernador de los Países Bajos<br />

Alejandro Farnesio, particu<strong>la</strong>rmente <strong>la</strong> toma de<br />

Amberes (<strong>la</strong> más rica ciudad f<strong>la</strong>menca) y el<br />

asesinato de Guillermo de Orange, líder de <strong>la</strong><br />

revuelta neer<strong>la</strong>ndesa, hacen presagiar, si no un<br />

fulgurante triunfo español en <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga guerra de<br />

F<strong>la</strong>ndes, sí un co<strong>la</strong>pso a medio p<strong>la</strong>zo de <strong>la</strong><br />

resistencia de Ho<strong>la</strong>nda y Ze<strong>la</strong>nda, bastiones de<br />

<strong>la</strong> revuelta.<br />

Felipe II<br />

Al otro <strong>la</strong>do del mar, a apenas unos kilómetros<br />

del puerto f<strong>la</strong>menco de Dunquerque, Ing<strong>la</strong>terra<br />

observa con aprensión <strong>la</strong> amenaza continental<br />

que supone una España victoriosa tan cerca de<br />

sus costas. Tras décadas de alianza entre ambas<br />

coronas, <strong>la</strong> llegada al trono de Isabel I (1559)<br />

supone el comienzo de un terremoto<br />

diplomático. La nueva reina apenas tarda unos<br />

meses en reimp<strong>la</strong>ntar el protestantismo y se<br />

rodea de consejeros fervientemente protestantes,<br />

marginados o perseguidos en el reinado de <strong>la</strong><br />

anterior soberana católica María Tudor. La<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

DUELO DE ESPÍAS<br />

43<br />

Carlos Carnicer<br />

suerte de Isabel y de sus partidarios, su propia<br />

supervivencia, dependen del triunfo de <strong>la</strong> causa<br />

protestante en <strong>la</strong> is<strong>la</strong>.<br />

Irónicamente, en esos primeros años, <strong>la</strong> mayor<br />

amenaza para Isabel no proviene de España,<br />

sino de Francia. En especial cuando suben al<br />

trono los jóvenes Francisco II y su bel<strong>la</strong> esposa,<br />

<strong>la</strong> escocesa María Estuardo, quienes proc<strong>la</strong>man,<br />

orgullosamente sus derechos a los tronos de<br />

Escocia y de <strong>la</strong> propia Ing<strong>la</strong>terra. A pesar de los<br />

recelos de Isabel hacia España, Felipe II no va a<br />

mover entonces un dedo en su contra, pues no le<br />

conviene favorecer a su enemigo más temible:<br />

Francia.<br />

Pero <strong>la</strong>s cosas, entonces como ahora, cambian<br />

muy deprisa. La política religiosa de Isabel<br />

expulsa de Ing<strong>la</strong>terra a un número creciente de<br />

católicos que se refugian en F<strong>la</strong>ndes, Francia y<br />

España. La revuelta f<strong>la</strong>menca lleva al duque de<br />

Alba y a los ejércitos españoles a <strong>la</strong> vecindad de<br />

Ing<strong>la</strong>terra. Pío V excomulga a Isabel y c<strong>la</strong>ma<br />

por una invasión que restaure el catolicismo en<br />

<strong>la</strong> is<strong>la</strong>.<br />

Sin aliados firmes, espléndida, pero también<br />

dramáticamente ais<strong>la</strong>da, <strong>la</strong> Ing<strong>la</strong>terra isabelina<br />

va convirtiéndose en el refugio, <strong>la</strong> esperanza y<br />

<strong>la</strong> cabeza de los protestantes europeos.<br />

Contrarréplica perfecta de <strong>la</strong> po<strong>la</strong>ridad contraria<br />

que representa <strong>la</strong> España católica de Felipe II.<br />

Un anticipado telón de acero confesional va<br />

adensándose y separando a los europeos del<br />

último tercio del siglo XVI.<br />

La hostilidad hacia España y lo que representa<br />

se manifiesta pronto en <strong>la</strong> piratería consentida y<br />

aun impulsada por el gobierno inglés contra <strong>la</strong>s<br />

naves y <strong>la</strong>s posesiones españo<strong>la</strong>s en América, a<br />

menudo indefensas. Es <strong>la</strong> hora de los Hawkins,<br />

Frobisher y Drake. Entre 1568 y 1572 se vive<br />

una situación de guerra no dec<strong>la</strong>rada, con mutua<br />

expulsión de embajadores y embargos de naves<br />

y mercancías. También hacia 1568, en esta<br />

partida de ajedrez entran en juego nuevas<br />

piezas: <strong>la</strong> rebelión en F<strong>la</strong>ndes, el ejército de<br />

ocupación de Alba amenazadoramente cerca de<br />

<strong>la</strong>s costas inglesas y María Estuardo, derrocada<br />

del trono de Escocia y que cae prisionera de<br />

Isabel cuando se refugia en suelo inglés.<br />

Una rebelión de nobles católicos en 1569 y <strong>la</strong><br />

conspiración del florentino Ridolfi en 1571<br />

muestran pronto lo peligrosa que para Isabel va<br />

a resultar <strong>la</strong> prisión en Ing<strong>la</strong>terra de su católica<br />

prima María: su causa sirve de catalizador de


todas <strong>la</strong>s conspiraciones, de todos los idealismos<br />

que sueñan con destronar a <strong>la</strong> hereje Isabel y<br />

con restaurar el catolicismo en <strong>la</strong> is<strong>la</strong> bajo el<br />

gobierno de <strong>la</strong> Estuardo.<br />

En París, <strong>la</strong> terrible matanza de San Bartolomé,<br />

con miles de hugonotes masacrados en una so<strong>la</strong><br />

noche, es un aldabonazo para los protestantes de<br />

toda Europa, un aviso de <strong>la</strong> suerte que les espera<br />

si los papistas se imponen. Walsingham,<br />

embajador inglés en Francia y testigo de los<br />

hechos, no lo olvidará nunca. Al ascender a <strong>la</strong><br />

secretaría de Estado, comienza a organizar, a<br />

costa de su propio bolsillo, un servicio de<br />

espionaje a esca<strong>la</strong> continental, con agentes en<br />

<strong>la</strong>s principales ciudades europeas.<br />

Celoso calvinista, cultivado en Italia (como su<br />

homólogo el secretario Antonio Pérez, estudió<br />

en Padua), hábil, y llegado el caso,<br />

maquiavélicamente sin escrúpulos, afirmaba de<br />

sí mismo que no encontraba nada que reprochar<br />

a su conciencia cristiana en lo privado por lo<br />

que había encontrado preciso hacer en servicio<br />

de lo público. Una esquizofrenia moral muy<br />

propia de los hombres de <strong>la</strong> época (¿sólo de<br />

el<strong>la</strong>?) que no dudaban en recurrir al engaño, <strong>la</strong><br />

trampa, <strong>la</strong> falsificación y el asesinato en nombre<br />

de su particu<strong>la</strong>r visión de los intereses del<br />

Estado. Tendrá un gran éxito infiltrándose entre<br />

los exiliados católicos ingleses y proyectando<br />

complots contra su reina, en buena parte<br />

teledirigidos por él mismo, que luego se encarga<br />

de desarticu<strong>la</strong>r.<br />

En lo político, será el aliado del conde de<br />

Leicester, favorito de Isabel. Enemigo furioso<br />

de España, en <strong>la</strong> que ve encarnada todo cuanto<br />

detesta y le asusta, estimu<strong>la</strong>rá <strong>la</strong>s correrías de<br />

los piratas ingleses, alentará a los protestantes<br />

hugonotes franceses, protegerá a Don Antonio,<br />

el rival de Felipe II por el trono de Portugal,<br />

apoyará el envío de armas, créditos y tropas a<br />

los rebeldes de F<strong>la</strong>ndes. Según sus propias<br />

pa<strong>la</strong>bras, para que el perro español se rompa los<br />

dientes intentando roer el hueso duro que son<br />

los Países Bajos: todo un ejemplo de guerra<br />

preventiva en casa ajena.<br />

Enfrente tiene a los servicios secretos más<br />

complejos y vastos de <strong>la</strong> época, dirigidos en <strong>la</strong><br />

cúpu<strong>la</strong> por el propio Felipe II y el secretario de<br />

Estado, pero extendidos por toda Europa como<br />

una abigarrada te<strong>la</strong> de araña con múltiples<br />

terminales. Embajadores, gobernadores,<br />

virreyes, almirantes: cada representante del rey<br />

posee su propia red de agentes, corresponsales,<br />

en<strong>la</strong>ces, correos. El prestigio del rey de España,<br />

<strong>la</strong> adhesión a <strong>la</strong> causa católica y <strong>la</strong> fama del oro<br />

y <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta españoles permiten a Felipe II y sus<br />

delegados en el exterior reclutar informadores y<br />

captar a algunos de los personajes c<strong>la</strong>ve en <strong>la</strong>s<br />

cortes de <strong>la</strong>s otras potencias.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

44<br />

En 1585 <strong>la</strong> hostilidad entre <strong>la</strong>s dos coronas<br />

rompe ya en una guerra que curiosamente nunca<br />

llegará a dec<strong>la</strong>rarse de forma oficial, pero que<br />

durará casi veinte años y no concluirá hasta <strong>la</strong><br />

desaparición de los dos monarcas. La toma de<br />

Amberes había disparado todas <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>rmas en<br />

Londres ante el previsible co<strong>la</strong>pso de <strong>la</strong><br />

resistencia neer<strong>la</strong>ndesa. Isabel, espoleada por<br />

Leicester y Walsingham, decide enviar dinero y<br />

un ejército expedicionario inglés en apoyo de<br />

los rebeldes. Es una auténtica dec<strong>la</strong>ración de<br />

guerra de facto contra España, que se completa<br />

con el envío de <strong>la</strong>s naves de Drake que atacan<br />

Galicia y <strong>la</strong>s is<strong>la</strong>s de Cabo Verde antes de<br />

descargar su furia contra <strong>la</strong>s mal protegidas<br />

ciudades indianas de Santo Domingo y<br />

Cartagena.<br />

Francis Waksingham<br />

Diplomáticamente <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones ya estaban<br />

rotas desde <strong>la</strong> expulsión de Bernardino de<br />

Mendoza, el embajador español en Londres,<br />

acusado de conspirar a favor de <strong>la</strong> cautiva María<br />

Estuardo. Mendoza pasa por Francia, se dirige a<br />

España a recibir instrucciones y vuelve a París<br />

para hacerse cargo oficialmente de <strong>la</strong> embajada<br />

a finales de 1584. Las actividades de espionaje<br />

en Francia, Escocia e Ing<strong>la</strong>terra quedan en<br />

manos de este diplomático belicoso, veterano de<br />

<strong>la</strong>s guerras de F<strong>la</strong>ndes, que se considera<br />

hechura del duque de Alba.<br />

Ese mismo año c<strong>la</strong>ve de 1585 Ing<strong>la</strong>terra y<br />

España se atacan <strong>la</strong> una a <strong>la</strong> otra en lo<br />

económico decretando el embargo de barcos y<br />

mercancías del enemigo en los puertos propios.<br />

Pero todavía más importante es que, antes de<br />

que termine el año, Felipe II se decide a<br />

preparar una flota para <strong>la</strong> invasión de Ing<strong>la</strong>terra<br />

(que mucho más tarde será conocida como <strong>la</strong><br />

Armada Invencible). El rey y sus ministros se<br />

han terminado de convencer de que el único<br />

modo de acabar con <strong>la</strong> guerra de F<strong>la</strong>ndes es


derrotando a Ing<strong>la</strong>terra y castigando <strong>la</strong> osadía de<br />

su reina. Dicho en <strong>la</strong>s propias pa<strong>la</strong>bras de un<br />

consejero de Felipe II, se trataba de meter el<br />

fuego en casa de <strong>la</strong> reina de Ing<strong>la</strong>terra para que,<br />

ocupada en apagarlo, no le quedaran ganas de<br />

enredar en lo ajeno.<br />

Mientras se prepara <strong>la</strong> Empresa de Ing<strong>la</strong>terra, <strong>la</strong><br />

guerra secreta entre ambas naciones va<br />

intensificándose. Los espías al servicio de<br />

Felipe II recorren los puertos ingleses, acechan<br />

los preparativos y <strong>la</strong>s defensas de Ing<strong>la</strong>terra,<br />

mientras los agentes de Walsingham, muchas<br />

veces por tortuosos caminos indirectos (debido<br />

el embargo, <strong>la</strong>s noticias pasan de Portugal y<br />

España a Italia, y de allí a Ing<strong>la</strong>terra) avisan del<br />

acopio de naves, suministros y hombres que se<br />

hacen en Andalucía y Lisboa.<br />

La operación tiene una incógnita política<br />

importante: ¿quién gobernará Ing<strong>la</strong>terra si se<br />

consigue conquistar<strong>la</strong>? En 1585 todavía <strong>la</strong><br />

respuesta es obvia: por supuesto, <strong>la</strong> prisionera,<br />

católica y legítima heredera María Estuardo.<br />

Precisamente para eliminar esa posibilidad el<br />

Par<strong>la</strong>mento inglés decreta que en caso de<br />

rebelión o asesinato de <strong>la</strong> reina Isabel serán<br />

ejecutados como reos de alta traición no solo los<br />

propios conspiradores, sino también los<br />

beneficiarios del crimen o el destronamiento,<br />

incluso aunque no hubiesen participado de<br />

ninguna forma en el complot. Se da así base<br />

legal (aunque dudosamente moral) a lo que en<br />

realidad significa una sentencia de muerte<br />

anticipada contra María Estuardo.<br />

Ya solo falta dar cuerpo al complot que <strong>la</strong> lleve<br />

al patíbulo. Y tal conspiración llega en 1586,<br />

cuando agentes provocadores de Walsingham<br />

como Gifford, Maude y Poley, seguramente con<br />

<strong>la</strong> co<strong>la</strong>boración de los agentes de <strong>la</strong> propia<br />

María Estuardo en Francia, se infiltran en los<br />

círculos de exiliados católicos ingleses en<br />

Francia y los conectan con un grupo de jóvenes,<br />

ricos, idealistas e inconscientes nobles católicos<br />

de Ing<strong>la</strong>terra encabezados por Anthony<br />

Babington. Son víctimas propiciatorias del<br />

hechizo fatal que <strong>la</strong> causa desesperada y<br />

romántica de <strong>la</strong> reina de Escocia ha llegado ha<br />

adquirir entre sus partidarios y de <strong>la</strong> habilidad<br />

de Walsingham para proyectar una conjura con<br />

<strong>la</strong> que espera librarse definitivamente de María<br />

Estuardo y robarle esta baza a Felipe II.<br />

Porque, aunque <strong>la</strong> escocesa había prometido al<br />

embajador Mendoza redactar un testamento<br />

legando sus derechos al trono de Ing<strong>la</strong>terra al<br />

rey de España, tal documento nunca llegó a<br />

manos de Felipe II. Algún historiador supone<br />

que le fue incautado a María Estuardo con sus<br />

demás papeles y que Isabel lo rompió con sus<br />

propias manos. Mendoza intentaría luego<br />

acumu<strong>la</strong>r testimonios de los servidores de María<br />

corroborando su intención de transmitir tales<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

45<br />

derechos al Rey Prudente. Pero <strong>la</strong> desaparición<br />

de <strong>la</strong> reina de Escocia dejaría <strong>la</strong> elección de un<br />

soberano católico para Ing<strong>la</strong>terra como un<br />

espinoso asunto pendiente entre Felipe II y el<br />

Papa, cuyos intereses no eran, ni mucho menos,<br />

coincidentes.<br />

España apenas participa en <strong>la</strong> conspiración de<br />

Babington. En París, Mendoza se entrevista con<br />

algunos implicados, les anima a actuar contra<br />

Isabel y promete <strong>la</strong> ayuda militar españo<strong>la</strong> una<br />

vez puesta en marcha <strong>la</strong> rebelión y liberada<br />

María Estuardo. En Madrid, los despachos<br />

cifrados del embajador que informan del<br />

complot son recibidos con caute<strong>la</strong> por Felipe II,<br />

quien duda de que el secreto de una<br />

conspiración así se pueda mantener por mucho<br />

tiempo.<br />

Isabel I<br />

Su desconfianza está plenamente justificada.<br />

Con cierto pánico por que el asunto no se le<br />

vaya de <strong>la</strong>s manos, Walsingham ordena el<br />

arresto de los implicados, que son ejecutados<br />

poco después con extremada crueldad en <strong>la</strong>s<br />

horcas de Tyburn. El leal secretario está ahora<br />

en condiciones de servir en bandeja a su señora<br />

<strong>la</strong>s pruebas escritas, muy probablemente<br />

manipu<strong>la</strong>das por su descifrador Phelippes, de <strong>la</strong><br />

intervención directa de María Estuardo en <strong>la</strong><br />

conspiración.<br />

El juicio contra el<strong>la</strong> que se sigue es una mera<br />

representación cuyo resultado se conoce de<br />

antemano y <strong>la</strong> ejecución en Fotheringay de una<br />

reina soberana, ilegalmente detenida durante<br />

cerca de veinte años en un país en el que había<br />

entrado como asi<strong>la</strong>da, se retrasa unos meses,<br />

hasta principios de 1587, por los escrúpulos de<br />

conciencia, sinceros o fingidos, de una Isabel<br />

que sabe que no le interesa escandalizar a todas<br />

<strong>la</strong>s coronas de Europa ejecutando a una reina<br />

ungida, pero que sabe también perfectamente<br />

que mientras María viva su trono y su propia<br />

vida estarán amenazados por cualquier nueva<br />

conspiración.<br />

Mientras se desarrol<strong>la</strong> el último capítulo del<br />

drama de María Estuardo, los ingleses se habían


hecho con los p<strong>la</strong>nes de <strong>la</strong> flota del Marqués de<br />

Santa Cruz. Fue un éxito, sin duda, de su<br />

espionaje. Pero cuando <strong>la</strong> hora de <strong>la</strong> invasión<br />

llegue, en 1588, a España no le importará que se<br />

conozca <strong>la</strong> composición de su armada, que de<br />

hecho circu<strong>la</strong>rá incluso impresa por toda<br />

Europa. A Alejandro Farnesio, sin embargo,<br />

(quizás de modo poco realista, porque resulta<br />

imposible mantener secreta una operación de tal<br />

envergadura), le parecerá irrealizable una<br />

empresa de <strong>la</strong> que se hab<strong>la</strong>ba ya abiertamente en<br />

todas partes, particu<strong>la</strong>rmente en Roma, entre <strong>la</strong><br />

curia papal, ante los oídos de los espías ingleses<br />

que pulu<strong>la</strong>ban por <strong>la</strong> Ciudad Eterna a <strong>la</strong> caza de<br />

noticias de <strong>la</strong> Armada.<br />

La verdad es que, en gran parte debido a los<br />

constantes retrasos en <strong>la</strong> partida de <strong>la</strong> Armada y<br />

a los cambios de p<strong>la</strong>nes en Madrid, en parte<br />

también porque, a pesar de todo, lo esencial del<br />

secreto se mantuvo a salvo, cuando <strong>la</strong> flota de<br />

invasión zarpe por fin de de La Coruña, los<br />

ingleses ignorarán los esenciales cuándo y<br />

dónde del golpe que se les viene encima. En<br />

realidad, y a despecho de haberse convertido en<br />

el secreto peor guardado de Europa, <strong>la</strong> Armada<br />

se presentará ante <strong>la</strong>s costas de Ing<strong>la</strong>terra<br />

logrando una inicial sorpresa estratégica de <strong>la</strong><br />

que no supo luego sacar partido, encontrándose<br />

con que <strong>la</strong>s flotas inglesas estaban aún divididas<br />

y que Drake y sus barcos estaban encerrados y<br />

desprevenidos en Plymouth.<br />

La moneda echada al aire que era una operación<br />

naval en el siglo XVI dependía entonces, a<br />

finales de julio y primeros de agosto de 1588, de<br />

una compleja combinación de factores de<br />

coordinación, de pericia en el mando, pero<br />

también psicológicos e incluso de fortuna, como<br />

comprobarían los propios ingleses tan solo un<br />

año después cuando una expedición de<br />

semejante envergadura, a <strong>la</strong> que España apenas<br />

pudo oponer ninguna fuerza naval, se convirtió<br />

en un desastre que no consiguió ninguno de sus<br />

objetivos, y menos el principal que llevaba de<br />

sublevar Portugal a favor de Don Antonio de<br />

Crato.<br />

Pero mientras <strong>la</strong> Armada se preparaba, zarpaba<br />

hasta Ing<strong>la</strong>terra y se enfrentaba a su fatal<br />

destino, <strong>la</strong> diplomacia secreta de Felipe II se<br />

había apuntado algunos tantos a su favor. El<br />

principal fue mantener a Francia paralizada, y<br />

por lo tanto a Ing<strong>la</strong>terra ais<strong>la</strong>da de cualquier<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

46<br />

socorro o ayuda. El verano de <strong>la</strong> Armada fue el<br />

del recrudecimiento de <strong>la</strong> guerra religiosa en<br />

Francia, el verano de <strong>la</strong>s barricadas en París,<br />

cuando <strong>la</strong> Liga católica, manejada por el<br />

embajador Mendoza, se levantó y expulsó al rey<br />

Enrique III de su capital. Antes de eso, el mismo<br />

Mendoza había logrado del monarca francés <strong>la</strong><br />

autorización para que <strong>la</strong>s naves españo<strong>la</strong>s<br />

pudieran acogerse en cualquier puerto francés,<br />

una posibilidad con <strong>la</strong> que no se contó, por falta<br />

de coordinación, cuando <strong>la</strong> Armada se encontró<br />

en el Canal de <strong>la</strong> Mancha perseguida de cerca<br />

por <strong>la</strong> flota inglesa. ¿Qué hubiera sucedido si en<br />

vez de echar el anc<strong>la</strong> en el desprotegido puerto<br />

de Ca<strong>la</strong>is a <strong>la</strong> espera de conectar con <strong>la</strong> flotil<strong>la</strong><br />

de invasión de Farnesio, <strong>la</strong> Armada lo hubiera<br />

hecho en el más seguro puerto de Boulogne? ¿Y<br />

si un año antes, en 1587, hubiese tenido éxito un<br />

complot de los católicos franceses de <strong>la</strong> Liga<br />

para apoderarse de ese puerto y ponerlo al<br />

servicio de <strong>la</strong> Armada que vendría de España?<br />

En 1588, además, el único diplomático inglés en<br />

el extranjero, sir Edward Stafford, embajador de<br />

Isabel I en Francia, trabajaba para Mendoza y<br />

aportó valiosa información a España y<br />

desinformación a su gobierno en Londres. Al<br />

mismo tiempo, el embajador francés en<br />

Londres, el católico barón de Châteauneuf,<br />

actuaba como un auténtico en<strong>la</strong>ce de<br />

inteligencia al servicio de España, amparando a<br />

los espías de Mendoza en Ing<strong>la</strong>terra. Incluso<br />

James Croft, uno de los negociadores ingleses<br />

enviados por Isabel I a los Países Bajos para<br />

tratar un acuerdo con Farnesio que impidiera a<br />

última hora el ataque español contra su reino<br />

(<strong>la</strong>s negociaciones se desarrol<strong>la</strong>ron desde 1587<br />

hasta el mismo momento en que <strong>la</strong>s naves<br />

españo<strong>la</strong>s llegaron ante <strong>la</strong> costa inglesa), había<br />

sido, y acaso tal vez aún lo fuera, un agente<br />

captado por Mendoza: sus otros colegas<br />

denunciaron a <strong>la</strong> reina el trato preferencial que<br />

los españoles le dispensaban y sus reuniones<br />

aparte con el propio Farnesio.<br />

¿Se imaginan cuánto hubiesen a<strong>la</strong>rdeado los<br />

historiadores ingleses de <strong>la</strong> eficacia de sus<br />

servicios secretos y cuántas nove<strong>la</strong>s hubiesen<br />

salido de <strong>la</strong> pluma de los escritores anglosajones<br />

si un embajador español hubiera trabajado para<br />

Walsingham en el mismo momento en que <strong>la</strong><br />

Armada Invencible se dirigía contra Ing<strong>la</strong>terra?<br />

El almirante que lideraría <strong>la</strong> campaña contra <strong>la</strong><br />

Armada, lord Howard de Effingham, (pariente,<br />

por cierto, del embajador Stafford, y por quien<br />

éste conocía algunos detalles de los preparativos<br />

navales ingleses), seguramente exageraba, pero<br />

quizás tampoco andaba muy descaminado<br />

cuando se quejaba de que mientras <strong>la</strong> reina de<br />

Ing<strong>la</strong>terra gastaba solo unos cientos de coronas<br />

en espionaje, Felipe II estaba al tanto de todo<br />

cuanto se hacía en Ing<strong>la</strong>terra.


HISTORIA<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

UN PROYECTO FRUSTRADO Y<br />

UNOS BIENES CIERTOS EN VILLARRUBIA<br />

Cuando a mediados de agosto del pasado año<br />

hice una exposición pública comentada sobre<br />

<strong>la</strong>s Ordenanzas de <strong>la</strong> Cofradía de <strong>la</strong> Virgen de <strong>la</strong><br />

Sierra, manifesté que <strong>la</strong> cuestión del patronato<br />

de <strong>la</strong> referida advocación en <strong>la</strong> vil<strong>la</strong> era un<br />

asunto todavía no cristalizado en <strong>la</strong>s primeras<br />

décadas del siglo XVII, fecha de dichas<br />

Ordenanzas, y, por otro <strong>la</strong>do, que <strong>la</strong> economía<br />

de <strong>la</strong> cofradía existente en nuestra localidad bajo<br />

dicha advocación se sustentaba sobre <strong>la</strong><br />

propiedad de ciertos bienes y pagos que recibía<br />

<strong>la</strong> mencionada institución.<br />

Conocedor hoy de otras fuentes, que en ese<br />

momento no pude utilizar, quisiera ofrecer unos<br />

breves datos sobre unas cuestiones que tienen<br />

que ver con lo antes mencionado. A <strong>la</strong>s mismas<br />

hago alusión en el título de esta breve<br />

aportación a <strong>la</strong> historia de nuestra localidad,<br />

completando de este modo lo dicho en <strong>la</strong><br />

ocasión precedente.<br />

Curiosamente, el documento objeto ahora de<br />

comentario se encuentra en un fondo<br />

archivístico un tanto extraño, pues no se<br />

corresponde con el referente al título del ducado<br />

de Híjar, lo que sería más lógico, dado el<br />

señorío sobre nuestra pob<strong>la</strong>ción, sino dentro de<br />

los legajos de otro título nobiliario, el de Osuna,<br />

a cuyo fondo desconozco cómo ha podido<br />

llegar. En cualquier caso, poco importa esto<br />

para <strong>la</strong> historia que ahora nos ocupa.<br />

1. Un proyecto frustrado.<br />

Personalmente no sé mucho más del asunto de<br />

lo que aquí expongo. Tampoco <strong>la</strong>s fuentes que<br />

conozco resultan más explícitas. He datado el<br />

documento que ha llegado a mis manos en 1624,<br />

aunque no es algo sólido y, por tanto, debe<br />

quedar como fecha orientativa. Lo aquí narrado<br />

debió suceder en torno a dicha fecha, unos años<br />

antes o después.<br />

El hecho es que a finales del primer cuarto del<br />

siglo XVII, posiblemente unos años antes de <strong>la</strong><br />

fecha antes registrada, parece que se había<br />

suscitado entre los círculos de poder de <strong>la</strong><br />

localidad, sin duda los próximos al duque de<br />

Híjar, <strong>la</strong> posibilidad de establecer un monasterio<br />

en <strong>la</strong> ermita de <strong>la</strong> Virgen de <strong>la</strong> Sierra. En el<br />

referido proyecto participarían, probablemente,<br />

por ciertos indicadores que da <strong>la</strong> fuente, <strong>la</strong>s<br />

autoridades locales de Vil<strong>la</strong>rrubia y, más<br />

47<br />

Luis Rafael Villegas Díaz<br />

todavía, <strong>la</strong>s religiosas, de <strong>la</strong>s que dependerían<br />

algunas de <strong>la</strong>s cuantías que se recogen en el<br />

texto. Además de el<strong>la</strong>s, posiblemente en el<br />

proyecto participaba también <strong>la</strong> cofradía de <strong>la</strong><br />

Virgen, de modo institucional, a tenor de esas<br />

menciones.<br />

El hecho parece que era una novedad que<br />

cambiaba <strong>la</strong> situación que se había mantenido<br />

en <strong>la</strong> mencionada ermita hasta esos momentos.<br />

Por lo que dice el documento, en el<strong>la</strong> parece que<br />

había habido en tiempos precedentes un<br />

ermitaño a cargo de <strong>la</strong> misma. Este, al parecer,<br />

se encargaba de recibir una serie de limosnas<br />

que ofrecían los fieles que se desp<strong>la</strong>zaban al<br />

santuario por devoción a <strong>la</strong> Virgen. La cuantía<br />

recaudada no se quedaba con el<strong>la</strong> y tampoco<br />

consta que <strong>la</strong> entregase a <strong>la</strong> cofradía existente en<br />

Vil<strong>la</strong>rrubia, sino que <strong>la</strong> daba a un encargado,<br />

posiblemente, del señor de <strong>la</strong> localidad, quien<br />

parece que <strong>la</strong> destinaba a <strong>la</strong>s necesidades de <strong>la</strong><br />

ermita.<br />

En <strong>la</strong>s fechas referidas, da <strong>la</strong> impresión de que<br />

el mencionado ermitaño había abandonado el<br />

puesto o había fallecido, dando <strong>la</strong> sensación de<br />

que el mismo no había sido ocupado por otra<br />

persona, pues si así hubiera sido lo hubiera<br />

registrado sin duda el documento.<br />

La referida circunstancia es <strong>la</strong> que, tal vez, hizo<br />

que se p<strong>la</strong>ntease el proyecto mencionado de<br />

establecer en el complejo de <strong>la</strong> ermita el<br />

susodicho monasterio. El texto no registra cuál<br />

pudiera ser <strong>la</strong> orden religiosa que estuviese<br />

interesada en insta<strong>la</strong>rse allí, si es que <strong>la</strong> había.<br />

Lo que sí aparece con mayor nitidez es que el<br />

proyecto se hal<strong>la</strong>ba ya c<strong>la</strong>ramente asumido y se<br />

estaba trabajando en él, pues el título de<br />

encabezamiento reza así: “Raçón de lo que tiene<br />

<strong>la</strong> ermita de Nuestra Señora de <strong>la</strong> Sierra y lo<br />

que se le puede adiudicar para el monesterio<br />

que se le a de haçer”. La decisión, pues, parece<br />

que estaba tomada, aunque todavía quedasen<br />

múltiples cuestiones por resolver.<br />

Una, no pequeña, era <strong>la</strong> económica, que tendría<br />

una doble vertiente, difícil de definir a tenor del<br />

texto conocido. La cuantía recogida en el<br />

referido registro podía asignarse, bien a<br />

satisfacer <strong>la</strong>s necesidades materiales de <strong>la</strong><br />

construcción del edificio del mencionado<br />

monasterio que se pretendía edificar; o bien, por<br />

otro <strong>la</strong>do, a evaluar <strong>la</strong> dotación de dicho centro,<br />

puesto que los religiosos allí establecidos debían


sustentarse de algún modo. No podemos<br />

determinar a qué se destinaría <strong>la</strong> evaluación de<br />

tales cuantías.<br />

Tampoco se deben considerar necesariamente<br />

excluyentes. Probablemente, en principio, se<br />

podrían destinar a <strong>la</strong> construcción y, tras <strong>la</strong><br />

edificación, luego pudiesen quedar como<br />

dotación del centro religioso allí establecido.<br />

Sea como fuere, lo cierto es que el proyecto no<br />

pasó de tal y en <strong>la</strong> ermita de <strong>la</strong> Virgen no se<br />

estableció monasterio alguno. ¿Se aprovechó <strong>la</strong><br />

ocasión para hacer alguna reparación del<br />

edificio? Es posible, aunque no se tenga<br />

constancia de ello. En cualquier caso no estarían<br />

orientadas a <strong>la</strong>s mencionadas infraestructuras<br />

monásticas, pues no ha quedado en <strong>la</strong><br />

edificación resto alguno que permita sostener, al<br />

menos como sospecha, algo simi<strong>la</strong>r.<br />

El proyecto, como reza el título del epígrafe,<br />

quedó frustrado, pero gracias a su p<strong>la</strong>nteamiento<br />

podemos llegar a conocer <strong>la</strong>s otras cuestiones<br />

que se tratan a continuación.<br />

2. Unos bienes ciertos.<br />

Como ya dije en <strong>la</strong> intervención a <strong>la</strong> que he<br />

hecho mención al inicio de estas páginas, <strong>la</strong><br />

cofradía de <strong>la</strong> Virgen de <strong>la</strong> Sierra podía contar<br />

con determinados ingresos para hacer frente a<br />

<strong>la</strong>s necesidades de los gastos para el culto y para<br />

los días de fiesta que celebraban. Hoy podemos<br />

saber con mayor precisión tales cuestiones,<br />

gracias al documento que estoy comentando.<br />

Gracias al mismo sabemos que el patrimonio de<br />

<strong>la</strong> ermita, de cuya gestión se ocuparía <strong>la</strong><br />

cofradía establecida en Vil<strong>la</strong>rrubia, que contaba<br />

para tales menesteres con un mayordomo, como<br />

dije en <strong>la</strong> ocasión anterior, disponía de los<br />

siguientes bienes raíces:<br />

- “Tiene unas casas, que baldrán duçientos<br />

ducados, en que vive Bernaldino”<br />

- “Tiene en Xetar dos aças que rentan seis<br />

ducados”<br />

- “Más una huerta en <strong>la</strong> misma ermita, que<br />

benefiada (sic) sería de mucho interés”<br />

Las casas mencionadas, en <strong>la</strong>s que vivía y tenía<br />

arrendadas en esos momentos el tal Bernardino,<br />

se hal<strong>la</strong>rían en nuestra localidad, aunque su<br />

ubicación no se conoce y es imposible<br />

establecer<strong>la</strong> por el momento. Su valor era de<br />

una cierta consideración, pues esos 200 ducados<br />

suponían una cuantía de unos 150.000<br />

maravedíes, cifra de cierta entidad.<br />

Por lo que atañe a <strong>la</strong>s dos hazas de tierra<br />

existentes en Jétar, cuya superficie<br />

<strong>la</strong>mentablemente no da el texto, suponían una<br />

renta de 6 ducados, o lo que es lo mismo, unos<br />

4.500 mrs. anuales.<br />

No parece que en el proyecto se contemp<strong>la</strong>se el<br />

desprenderse de tales bienes, puesto que se<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

48<br />

hab<strong>la</strong> de rentas. Es más c<strong>la</strong>ro en el caso de <strong>la</strong>s<br />

hazas de Jétar, menos en el caso de <strong>la</strong>s casas.<br />

Pero en este último, el texto registra una<br />

cantidad, puesta en el margen izquierdo de <strong>la</strong><br />

anotación, que corresponde a 2.200.<br />

Probablemente se trate de maravedíes y sea <strong>la</strong><br />

cantidad correspondiente al arriendo anual de<br />

dichas casas por el mencionado Bernardino. De<br />

ser así, no resultaría una renta muy alta, pues no<br />

alcanzaría el 1,5%.<br />

La huerta existente en <strong>la</strong> ermita no parece que<br />

en esos momentos se hal<strong>la</strong>se explotada. Por eso<br />

el texto no registra renta alguna y dice que, tal<br />

vez, se podría acondicionar para tal fin con<br />

algún provecho. Posiblemente se ubicase en lo<br />

que antaño se conocía como a<strong>la</strong>meda existente<br />

en el barranco contiguo a <strong>la</strong> ermita, en <strong>la</strong> caída<br />

del parador, por donde discurría un pequeño<br />

hilo de agua procedente de <strong>la</strong> fuente del<br />

“nacimiento”. No me cabe <strong>la</strong> menor duda de que<br />

los más viejos tendrán memoria de ello. Yo lo<br />

recuerdo perfectamente.<br />

Lamentablemente no anotaron su posible<br />

superficie, aunque no debería ser elevada,<br />

puesto que se trataba de una huerta y con<br />

recursos hídricos algo limitados. Por otro <strong>la</strong>do,<br />

su no explotación en el momento del registro<br />

del documento tal vez se debiese a <strong>la</strong> ausencia<br />

del ermitaño mencionado con anterioridad y se<br />

hal<strong>la</strong>ría aneja al puesto; bien de éste o de un<br />

santero, cuya presencia se cita en otras<br />

ocasiones.<br />

Además de <strong>la</strong>s referidas rentas,<br />

correspondientes a los mencionados bienes<br />

raíces, se podía contar con otra serie de<br />

cuantías, que el texto registra bajo <strong>la</strong><br />

denominación de “limosnas” y que son de<br />

diversa entidad. El texto comentado registra <strong>la</strong>s<br />

siguientes:<br />

- “La limosna ordinaria de los pueblos<br />

conveçinos se puede estimar en çien ducados”<br />

- “La limosna que da el conçejo de <strong>la</strong><br />

predicaçión cada año, que son doçe mill mrs.”<br />

- “La limosna de <strong>la</strong> te<strong>la</strong>, que baldrá otros doçe<br />

mill mrs.”<br />

- “Toda <strong>la</strong> limosna que llegan los monesterios<br />

çircunbeçinos, ques el pan del agosto, que<br />

montará çinquenta fanegas de todo pan”<br />

- De <strong>la</strong> misma procedencia: “el vino, que serán<br />

çien arrobas”<br />

- Igualmente: “<strong>la</strong> çera, <strong>la</strong>na, ajos, toçino y<br />

huebos, ques <strong>la</strong> demanda ordinaria”<br />

Como se ve, <strong>la</strong> ermita tenía toda una serie de<br />

ingresos procedentes de <strong>la</strong>s localidades del<br />

entorno, sobre <strong>la</strong>s que tendría ciertos derechos.<br />

El texto <strong>la</strong>s denomina limosnas y <strong>la</strong>s pagarían,<br />

probablemente, aquellos núcleos en los que<br />

existía una cofradía de <strong>la</strong> Virgen de <strong>la</strong> Sierra, en<br />

su mayor parte del territorio sanjuanista, pero<br />

también algunas del ca<strong>la</strong>travo.


Las correspondientes a los referidas localidades<br />

parece que alcanzaban los 100 ducados, es<br />

decir, unos 7.500 mrs., cantidad nada<br />

desdeñable.<br />

Pero más compromiso existiría en Vil<strong>la</strong>rrubia, <strong>la</strong><br />

localidad donde se hal<strong>la</strong>ba <strong>la</strong> cofradía madre.<br />

Contribuía bajo dos conceptos, cuya cuantía era<br />

igual. En primer lugar, lo que aportaba el<br />

concejo (el ayuntamiento de entonces) en<br />

concepto de predicación, que posiblemente se<br />

trataba de los cultos que se hacían con motivo<br />

del tras<strong>la</strong>do de <strong>la</strong> imagen a <strong>la</strong> localidad, como<br />

indican <strong>la</strong>s Ordenanzas. Los gastos de dicho<br />

tras<strong>la</strong>do (y tal vez de los hechos cuando <strong>la</strong>s<br />

autoridades acudían a <strong>la</strong> ermita para <strong>la</strong> fiesta de<br />

septiembre) reportaban unos 12.000 mrs.<br />

En segundo lugar, igual cuantía aportaba <strong>la</strong><br />

denominada “limosna de <strong>la</strong> te<strong>la</strong>”. Desconozco a<br />

qué se puede referir el texto con dicha<br />

expresión. A mi modo de ver, se trataría,<br />

posiblemente, de <strong>la</strong> cantidad aportada por <strong>la</strong><br />

cofradía vil<strong>la</strong>rrubiera, que recaudaría <strong>la</strong>s<br />

limosnas entre los miembros con una te<strong>la</strong> o<br />

saco. La redacción del texto <strong>la</strong> diferencia del<br />

concepto aportado por el concejo, puesto que se<br />

trataba de dos instituciones c<strong>la</strong>ramente<br />

diferenciadas.<br />

Todavía de mayor dificultad de explicación son<br />

esos otros ingresos expresados en especie y que,<br />

además, se asocian a monasterios circunvecinos.<br />

No conozco <strong>la</strong> existencia de ninguno. Más bien<br />

hay que pensar que se trataría de lugares de<br />

culto en los alrededores y en cuyos términos<br />

tendría ciertos derechos <strong>la</strong> ermita de <strong>la</strong> Virgen.<br />

Tal ocurriría con Jétar, que mucho tiempo atrás<br />

contó con un edificio de culto con carácter<br />

parroquial. Y así otros posibles, tal vez en su<br />

mayor parte ubicados en territorio de San Juan.<br />

En cualquier caso, se trataba de cantidades que<br />

se aportaban en especie. No parece que se<br />

tratase de bienes correspondientes al diezmo<br />

eclesiástico, sino que da <strong>la</strong> impresión de que se<br />

trata de los tributos que tendrían que pagar los<br />

vasallos al comendador ca<strong>la</strong>travo de <strong>la</strong><br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

49<br />

encomienda vil<strong>la</strong>rrubiera y que habrían pasado a<br />

manos del señor de <strong>la</strong> localidad cuando fue<br />

vendida al conde de Salinas, el cual los habría<br />

anexionado al patrimonio de esos centros de<br />

culto. De modo simi<strong>la</strong>r se habría procedido,<br />

quizás, en otros núcleos del entorno vincu<strong>la</strong>dos<br />

a <strong>la</strong> ermita de <strong>la</strong> Virgen<br />

Las 50 fanegas de pan, <strong>la</strong>s 100 arrobas de vino y<br />

<strong>la</strong>s otras cantidades correspondientes a cera,<br />

<strong>la</strong>na, ajos, tocino y huevos, ponen de manifiesto<br />

sobre qué bases descansaba <strong>la</strong> producción y <strong>la</strong><br />

economía de <strong>la</strong> localidad y <strong>la</strong>s del entorno. No<br />

serían <strong>la</strong>s únicas producciones, pero sí <strong>la</strong>s<br />

principales, entre <strong>la</strong>s que destacan con mucho,<br />

como se puede apreciar, <strong>la</strong>s correspondientes al<br />

cereal y al viñedo.<br />

Sin embargo, tal vez convenga subrayar, no<br />

tanto <strong>la</strong>s producciones domésticas (tocino, es<br />

decir, cerdo, y huevos), sino <strong>la</strong> correspondiente<br />

a <strong>la</strong> cera, procedente de los colmenares<br />

existentes en el término de <strong>la</strong> localidad y de<br />

cuya explotación probablemente derive el actual<br />

topónimo Jétar, corrupción de Jetar.<br />

En el ba<strong>la</strong>nce global de todo este listado de<br />

bienes y rentas, el montante para acometer <strong>la</strong><br />

construcción del referido monasterio parece que<br />

era evaluado en más de 200 ducados anuales,<br />

una cantidad que, sin ser excesiva, era<br />

importante.<br />

* * *<br />

Los proyectos de <strong>la</strong> construcción de ese<br />

monasterio en <strong>la</strong> ermita de <strong>la</strong> Virgen de <strong>la</strong> Sierra<br />

no pasaron de eso, de un proyecto. En cualquier<br />

caso, gracias al mismo podemos conocer un<br />

poco mejor algunos datos referentes a nuestra<br />

historia local, aunque no sea más que a través de<br />

esta fotografía estática, carente de referencias<br />

evolutivas en el tiempo. Pero menos es nada.<br />

Hoy tenemos un dato más sobre el que construir<br />

nuestro pasado.<br />

Granada, marzo de 2010


HISTORIA<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

UNA MUERTE QUE CAMBIÓ LA HISTORIA<br />

50<br />

Juan Carlos Zamora Muñoz<br />

Un hecho sucedido en Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos cambió el curso de <strong>la</strong> historia de España. Me refiero a <strong>la</strong><br />

muerte del maestre de <strong>la</strong> Orden de Ca<strong>la</strong>trava Don Pedro Girón, acaecida en esta vil<strong>la</strong> cuando iba de<br />

camino a sus esponsales con <strong>la</strong> infanta Isabel, <strong>la</strong> que habría de ser <strong>la</strong> reina de Castil<strong>la</strong> Isabel <strong>la</strong> Católica.<br />

El objetivo de este artículo es profundizar en lo que sucedió, para intentar dar a conocer parte del legado<br />

histórico de <strong>la</strong> localidad transmitido durante generaciones.<br />

La Corte de Enrique IV.<br />

El 22 de julio de 1454 fallece tras un <strong>la</strong>rgo<br />

reinado Juan II de Castil<strong>la</strong> y al día siguiente es<br />

proc<strong>la</strong>mado rey Enrique IV. Le correspondió el<br />

trono por ser el primogénito del difunto rey, por<br />

de<strong>la</strong>nte de sus hermanastros Alfonso e Isabel. El<br />

homenaje que recibe el nuevo rey por los<br />

grandes del reino fue unánime, comenzando su<br />

reinado con muy buenas perspectivas, al<br />

depositar los estamentos del reino su confianza<br />

en el nuevo monarca, que contaba en ese<br />

momento con <strong>la</strong> edad de 29 años.<br />

Grabado de Enrique IV<br />

Antes de su acceso al trono intervino en <strong>la</strong><br />

convulsa política castel<strong>la</strong>na de <strong>la</strong> época junto a<br />

su favorito Juan Pacheco (marqués de Villena).<br />

En 1440 se casó a <strong>la</strong> edad de quince años con<br />

B<strong>la</strong>nca de Navarra hija de Juan I de Navarra, de<br />

<strong>la</strong> que no tuvo ningún hijo y por tal motivo <strong>la</strong><br />

repudió, consiguiendo <strong>la</strong> nulidad matrimonial.<br />

En 1455 se casó de nuevo con su prima Juana<br />

de Portugal, en 1462, cuando <strong>la</strong> impotencia del<br />

rey corría como un rumor generalizado, <strong>la</strong> reina<br />

dio a luz una niña, a <strong>la</strong> que bautizaron con el<br />

nombre de Juana, que sería acusada de ilegitima<br />

por un sector de <strong>la</strong> nobleza castel<strong>la</strong>na.<br />

La trayectoria seguida por Enrique IV hasta<br />

1463 siguió los cauces adecuados por el<br />

comportamiento que tuvo con los grandes y el<br />

amplio uso que hizo del perdón real con los<br />

díscolos y conflictivos desde los primeros meses<br />

de reinado. La nobleza castel<strong>la</strong>na no estaba<br />

dispuesta a someterse incondicionalmente al<br />

soberano, p<strong>la</strong>ntándole cara no solo en <strong>la</strong> defensa<br />

de sus privilegios, sino en el uso de ciertas<br />

costumbres.<br />

En 1462 se había renovado el hostigamiento<br />

contra el reino nazarí de Granada, se intenta<br />

reconciliar con los Grandes de España huidos a<br />

Aragón y acepta el trono de Cataluña, ofrecido<br />

por los mismos cata<strong>la</strong>nes, descontentos con Juan<br />

II de Aragón. Precisamente <strong>la</strong> cuestión cata<strong>la</strong>na<br />

provoca, a partir de 1463, <strong>la</strong> caída en desgracia<br />

de los nobles más cercanos al rey, estando entre<br />

estos el marqués de Villena. Con <strong>la</strong> pérdida de<br />

confianza en el Consejo de Juan Pacheco,<br />

asciende a favorito del monarca Beltrán de <strong>la</strong><br />

Cueva, miembro de <strong>la</strong> poderosa familia<br />

Mendoza. A partir de 1463 los nobles<br />

desafectos emprenden una campaña contra<br />

Enrique IV y e<strong>la</strong>boran el Manifiesto de Burgos<br />

(1464) en el que se critican aspectos diversos de<br />

<strong>la</strong> gestión del monarca, se incluyen <strong>la</strong>s protestas<br />

de <strong>la</strong>s ciudades y se critica <strong>la</strong> sucesión al trono<br />

en <strong>la</strong> persona de Juana, su hija, considerada<br />

fruto del adulterio de <strong>la</strong> reina Juana con Beltrán<br />

de <strong>la</strong> Cueva, por lo que fue bautizada con el<br />

sobrenombre de “<strong>la</strong> Beltraneja”. La presión de<br />

los nobles obliga al rey a ceder y a reconocer<br />

como heredero a su hermanastro Alfonso,<br />

estableciéndose una comisión encargada de<br />

analizar <strong>la</strong> crisis y emitir un dictamen que<br />

procure <strong>la</strong> pacificación de Castil<strong>la</strong>. Este<br />

dictamen, <strong>la</strong> sentencia de Medina del Campo<br />

(1465), de signo desfavorable a los intereses de<br />

Enrique IV, empuja a éste a combatir a los


sublevados, quienes responderán deponiéndolo<br />

simbólicamente en efigie y proc<strong>la</strong>mando rey a<br />

su hermanastro Alfonso de once años de edad<br />

en <strong>la</strong> “Farsa de Ávi<strong>la</strong>”. En esta ceremonia<br />

estaban presentes Juan Pacheco, y su hermano,<br />

Pedro Girón.<br />

La infanta Isabel.<br />

Grabado de <strong>la</strong> Farsa de Ávi<strong>la</strong>.<br />

Nació el 22 de abril de 1451 en el pueblo<br />

abulense de Madrigal de <strong>la</strong>s Altas Torres,<br />

tercera hija de Juan II de Castil<strong>la</strong> de <strong>la</strong> Casa de<br />

Trastámara, siendo su madre Isabel de Portugal<br />

que se casó con éste tras <strong>la</strong> muerte de su primera<br />

esposa María de Aragón. En 1453 nacería su<br />

hermano Alfonso, por lo cual nada hacía<br />

presagiar que un día ocuparía el trono de<br />

Castil<strong>la</strong>. Tras <strong>la</strong> muerte de su padre en 1454 se<br />

tras<strong>la</strong>dó junto a su madre a Arévalo, donde<br />

trascurrieron los años de infancia de <strong>la</strong> que sería<br />

<strong>la</strong> futura reina. En este periodo su madre<br />

comenzó a ver perturbadas sus facultades<br />

mentales y se iniciará <strong>la</strong> instrucción de <strong>la</strong> niña.<br />

Isabel iba creciendo, y entraba en el uso de<br />

razón; quienes <strong>la</strong> rodeaban insistían en que era<br />

una chiquil<strong>la</strong> despierta.<br />

La inminencia del nacimiento de <strong>la</strong> hija de<br />

Enrique IV alteraba <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones de sucesión.<br />

Ante esta situación los consejeros del rey<br />

decidieron que los infantes, Isabel y Alfonso,<br />

ambos de corta edad, tenían que estar en <strong>la</strong><br />

Corte y ser mantenidos en custodia hasta que se<br />

decidiese su destino. Sin duda, el rey creyó que<br />

teniendo cerca de sus hermanastros, podría<br />

contro<strong>la</strong>r mejor <strong>la</strong>s intrigas de <strong>la</strong> corte y <strong>la</strong><br />

posible formación de un poderoso bando<br />

contrario a su discutida hija. Las re<strong>la</strong>ciones de<br />

Isabel con Enrique IV y su hermano Alfonso<br />

eran buenas, sin embargo <strong>la</strong> situación en <strong>la</strong><br />

Corte era muy tensa, ya que <strong>la</strong> alta nobleza<br />

estaba enfrentada entre aquellos que pretendían<br />

una monarquía fuerte y los que querían un rey<br />

servil que fuera apto para sus propios intereses.<br />

La infanta Isabel ya estaba en edad de<br />

prometerse y el rey, su hermanastro, quería<br />

utilizar<strong>la</strong> como instrumento eficaz para hacerse<br />

nuevos aliados o para disuadir a sus enemigos.<br />

Los intentos de prometer<strong>la</strong> en matrimonio<br />

fueron varios, y en todos ellos <strong>la</strong> infanta dio<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

51<br />

prueba de su temple, marcando para el resto de<br />

su vida los rasgos de personalidad y religiosidad<br />

que distinguirían el carácter de Isabel <strong>la</strong><br />

Católica.<br />

Hasta los hechos que se re<strong>la</strong>tan, se negociaron<br />

una serie de posibles en<strong>la</strong>ces con <strong>la</strong> infanta.<br />

Entre los primeros pretendientes estuvo el<br />

infante Fernando (que con posterioridad sería su<br />

futuro marido), nieto del rey de Aragón, pero<br />

ese trato se deshizo debido a <strong>la</strong> poca simpatía de<br />

Enrique IV por <strong>la</strong> casa de Aragón y sobre todo<br />

cuando el padre de Fernando heredó <strong>la</strong> corona<br />

de Aragón. Su hermanastro, enemistado con el<br />

nuevo rey aragonés, prefirió negociar el<br />

casamiento de <strong>la</strong> infanta con Carlos, príncipe de<br />

Viana, que era el primogénito de <strong>la</strong> corona de<br />

Aragón y cuyo carácter e intereses gustaban al<br />

rey castel<strong>la</strong>no pero <strong>la</strong> oposición del rey aragonés<br />

y <strong>la</strong> muerte prematura del príncipe, en 1461,<br />

impidió este matrimonio. Más tarde tuvo de<br />

pretendiente al rey Alfonso V de Portugal,<br />

viudo y con veinte años más que el<strong>la</strong>. Éste fue el<br />

pretendiente más difícil de desahuciar, pero<br />

Isabel era hábil y se apoyó en <strong>la</strong>s leyes de<br />

Castil<strong>la</strong>, que prohibían a <strong>la</strong>s infantas contraer<br />

matrimonio sin el beneplácito de los nobles del<br />

reino.<br />

Isabel <strong>la</strong> Católica.<br />

El maestre de Ca<strong>la</strong>trava, Pedro Girón.<br />

Segundo hijo de Alfonso Téllez Girón y de<br />

María Pacheco, señora y propietaria de<br />

Belmonte, lugar donde nació alrededor del año<br />

1423. Fue introducido en <strong>la</strong> Corte durante el<br />

reinado de Juan II por el Condestable Álvaro de<br />

Luna, como paje del monarca, al igual que su<br />

hermano Juan Pacheco. El rápido y gran<br />

ascenso que experimentan los dos hermanos en<br />

<strong>la</strong> Corte de Castil<strong>la</strong>, recibiendo numerosas<br />

donaciones por parte de Juan II y de su hijo el<br />

príncipe Enrique, provoca que con posterioridad<br />

los veamos unidos para manejar éxitos y<br />

contiendas en beneficio propio, no importando


los incesantes cambios de bando (partidarios o<br />

enemigos de Enrique IV).<br />

El momento culminante del ascenso de Pedro<br />

Girón se produce en el año 1445, fecha en <strong>la</strong><br />

cual es elegido vigésimo noveno maestre de<br />

Ca<strong>la</strong>trava. Tras esta elección se produjo <strong>la</strong><br />

división de <strong>la</strong> nobleza castel<strong>la</strong>na y en este<br />

enfrentamiento lucharían los dos hermanos<br />

contra Álvaro de Luna provocando su caída y<br />

de alguna manera <strong>la</strong> muerte de su mentor. A<br />

partir de su confirmación como maestre de<br />

Ca<strong>la</strong>trava y una vez superadas <strong>la</strong>s luchas<br />

internas, se inició <strong>la</strong> actuación de Pedro Girón<br />

como uno de los grandes de Castil<strong>la</strong>, hábil<br />

político y terrible adversario, que destacó en el<br />

caos que envolvía a Castil<strong>la</strong> como uno de los<br />

más turbulentos cortesanos.<br />

Armas del maestre Pedro Girón.<br />

Con el poder y riqueza alcanzada, este hombre<br />

de turbulenta conducta daría lugar a dramáticos<br />

acontecimientos en algunas encomiendas a su<br />

mando y con su comportamiento inmoral violó<br />

el voto de castidad realizado al profesar en <strong>la</strong><br />

Orden de Ca<strong>la</strong>trava, no impidiéndole disfrutar<br />

de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción con Isabel de <strong>la</strong>s Casas, de <strong>la</strong> que<br />

tuvo cuatro hijos, Alfonso, Rodrigo, Juan y<br />

María. Para ver <strong>la</strong> catadura del personaje, un<br />

cronista de <strong>la</strong> época, Alonso de Palencia, recoge<br />

en su crónica un intento por parte de este de<br />

mancil<strong>la</strong>r el honor de <strong>la</strong> reina viuda: “… el<br />

maestre de Ca<strong>la</strong>trava, don Pedro Girón,<br />

instigado por el rey, y con el mayor descaro,<br />

porque el pudor estaba desterrado de aquel<strong>la</strong><br />

corte, trató de atentar al honor de <strong>la</strong> reina<br />

viuda que, después de <strong>la</strong> muerte de su esposo,<br />

encerrada en <strong>oscura</strong> habitación y condenada a<br />

voluntario silencio, vivía dominada por tal<br />

pesadumbre, que ya degeneraba en especie de<br />

locura. Favoreció el rey cuanto pudo el inocuo<br />

propósito; mas no pasó del ánimo de los que lo<br />

concibieron, quedando libre de toda sospecha<br />

<strong>la</strong> castidad y virtud de aquel<strong>la</strong> señora”.<br />

Pacto de matrimonio.<br />

Tras <strong>la</strong> “Farsa de Ávi<strong>la</strong>”, Enrique IV ordenó a<br />

los nobles sublevados que dejasen el partido del<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

52<br />

infante Alfonso y le obedecieran como legítimo<br />

rey, ante <strong>la</strong> falta de respuesta ordenó que se<br />

hiciese <strong>la</strong> guerra a Juan Pacheco y los suyos.<br />

Pero una vez proc<strong>la</strong>mado rey el infante Alfonso,<br />

muchos nobles siguieron a éste, perdiendo así el<br />

monarca castel<strong>la</strong>no numerosos apoyos. Con este<br />

alzamiento comenzaron tres años de<br />

enfrentamiento y división en Castil<strong>la</strong>. Junto a <strong>la</strong><br />

lucha se iniciaron negociaciones entre los dos<br />

bandos. Enrique IV solicitó <strong>la</strong> intervención de<br />

Roma siendo apoyado por el Papa como el<br />

legítimo rey de Castil<strong>la</strong>.<br />

Mientras tanto, <strong>la</strong>s maniobras de Juan Pacheco<br />

modificaron el curso de los acontecimientos.<br />

Trató de a<strong>la</strong>rgar los preparativos del<br />

enfrentamiento para forzar nuevas<br />

negociaciones y llegar a una tregua en <strong>la</strong> que<br />

adoptó, con <strong>la</strong> aprobación de los dos bandos en<br />

litigio, el papel de mediador. En los siguientes<br />

meses engañó a los dos reyes con su ambigua<br />

postura; por un <strong>la</strong>do mantenía entrevistas con<br />

Enrique IV y por otro dirigía el bando que<br />

apoyaba al “rey” Alfonso. En estos difíciles<br />

momentos para el reino castel<strong>la</strong>no, Juan<br />

Pacheco y actuando en <strong>la</strong> sombra, su hermano,<br />

Pedro Girón, utilizaron el reino de Castil<strong>la</strong> y <strong>la</strong>s<br />

tierras andaluzas como p<strong>la</strong>taforma para sus<br />

proyectos y ambiciones. A raíz de <strong>la</strong> rebelión,<br />

Enrique IV se vio apremiado a realizar nuevas<br />

concesiones para atraer a <strong>la</strong> nobleza disidente,<br />

por lo que el monarca pactó con los hermanos<br />

Pacheco-Girón que abandonaran el bando de <strong>la</strong><br />

causa del infante Alfonso, volver a <strong>la</strong><br />

obediencia real, apoyo económico y militar en<br />

el conflicto, el perdón para éstos y el<br />

matrimonio entre Pedro Girón y <strong>la</strong> infanta<br />

Isabel, hermanastra del rey.<br />

Vuelto Pedro Girón al bando real, se dispuso a<br />

preparar <strong>la</strong> boda con <strong>la</strong> infanta. Sin embargo, el<br />

voto de castidad realizado al profesar en <strong>la</strong><br />

Orden de Ca<strong>la</strong>trava y su dignidad maestral, eran<br />

impedimentos para poder casarse y por este<br />

motivo, solicitó a Roma que le fuese dispensado<br />

el voto de castidad y se le permitiera el<br />

casamiento con <strong>la</strong> infanta Isabel y poder<br />

renunciar al maestrazgo en su hijo Rodrigo pese<br />

a su minoría de edad. Una vez aprobadas <strong>la</strong>s<br />

bu<strong>la</strong>s a favor de Pedro Girón, éste celebró<br />

capítulo en el Convento de Ca<strong>la</strong>trava en <strong>la</strong><br />

primavera de 1466, donde renuncio a su cargo y<br />

sentó en <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> maestral a su hijo Rodrigo con<br />

<strong>la</strong>s oportunas dispensas pontificias por su<br />

nacimiento ilegítimo. Con esto pretendía seguir<br />

contro<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong> Orden, de donde obtenía un<br />

importante apoyo económico y militar, que<br />

preveía que iba a necesitar en un futuro para sus<br />

aspiraciones de engrandecimiento personal. El<br />

nacimiento ilegítimo de su hijo y su minoría de<br />

edad serían seña<strong>la</strong>dos por los cronistas de <strong>la</strong><br />

época como motivo de malestar de algunos


electores, por ser contrario a los estatutos de <strong>la</strong><br />

Orden de Ca<strong>la</strong>trava, y dado el gran poder que<br />

ostentaban el marqués de Villena, su tío el<br />

Arzobispo de Toledo y Pedro Girón, evitó<br />

cualquier tipo de protesta sobre el<br />

nombramiento.<br />

Llega <strong>la</strong> noticia a <strong>la</strong> infanta.<br />

Tras el pacto de matrimonio realizado entre el<br />

rey castel<strong>la</strong>no y el maestre de Ca<strong>la</strong>trava, <strong>la</strong><br />

joven infanta, que contaba con quince años,<br />

sintió un golpe de indignación y terror cuando le<br />

llego <strong>la</strong> noticia. Pedro Girón era un hombre<br />

viejo (una disparidad de edades frecuente en <strong>la</strong><br />

época), un verdadero monstruo para cualquier<br />

muchacha, y aún más para una infanta, a quién<br />

tenía que repugnar el bajo origen del maestre al<br />

pertenecer a <strong>la</strong> nueva nobleza, además de <strong>la</strong><br />

licenciosa conducta del pretendiente; al saber de<br />

los hijos ilegítimos que tenía y lo que se decía<br />

de que el maestre había intentado atentar contra<br />

el honor de <strong>la</strong> reina viuda, su madre. La infanta<br />

estaba fuera de si, palidecía de cólera y de<br />

desesperación, esta vez no podía negarse al<br />

haber realizado el pacto su hermanastro sin su<br />

consentimiento deseoso de asegurar su posición.<br />

El currículum vitae de Pedro Girón era como<br />

para echarse a temb<strong>la</strong>r, se dirigía éste con su<br />

séquito, desde tierras de <strong>la</strong> Orden de Ca<strong>la</strong>trava,<br />

con el propósito de inclinar <strong>la</strong> voluntad de <strong>la</strong><br />

infanta. Isabel hizo lo que sus maestros<br />

espirituales le habían enseñado; ponerse de<br />

rodil<strong>la</strong>s y pedir a Dios que le sacara de ese<br />

trance. Según cronistas de <strong>la</strong> época, su dama,<br />

Beatriz de Bobadil<strong>la</strong>, incapaz de seguir viendo<br />

sufrir a Isabel cogió un cuchillo para atentar<br />

contra <strong>la</strong> vida del maestre antes de que se<br />

esposara con su señora.<br />

Muerte del maestre de Ca<strong>la</strong>trava.<br />

Algo parecía irremediable, cuando en aquel<strong>la</strong><br />

primavera de 1466 Pedro Girón dejó Almagro<br />

con un imponente séquito y sus pendones<br />

desplegados, preparado ya para <strong>la</strong> esperada boda<br />

regia como un acontecimiento inmediato, bien<br />

provisto de regalos, brocados y joyas para<br />

obsequiar a <strong>la</strong> infanta, con un lucido<br />

acompañamiento de magnates, caballeros,<br />

<strong>la</strong>cayos y servidores. Al final de <strong>la</strong> primera<br />

jornada, estando impaciente y muy contento de<br />

alcanzar poderes y grandezas, al entrar con su<br />

séquito en Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos para hacer<br />

acopio de fuerzas y descansar con el fin de<br />

proseguir camino al día siguiente hacia <strong>la</strong><br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

53<br />

residencia de Isabel, de pronto se sintió enfermo<br />

al llegar a <strong>la</strong> localidad. Los médicos<br />

diagnosticaron anginas, pero nada pudieron<br />

hacer para que el mal cediera. Durante toda <strong>la</strong><br />

noche pareció como que una mano invisible<br />

fuera estrangu<strong>la</strong>ndo por momentos al enfermo.<br />

Cuando por fin se entero de que su mal no tenía<br />

remedio y le preguntaron si quería un sacerdote,<br />

se apoderó de él una salvaje desesperación. Al<br />

tercer día, este turbulento personaje murió sin<br />

arrepentimiento, “b<strong>la</strong>sfemando desesperado y<br />

acusando a Dios porque a una vida de cuarenta<br />

y tres años no añadía cuarenta días más para<br />

alcanzar <strong>la</strong> grandeza que iba a recibir”. El 2 de<br />

mayo de 1466, el soberbio maestre falleció en <strong>la</strong><br />

casa del comendador ca<strong>la</strong>travo de esta vil<strong>la</strong>, que<br />

estaba situada en lo que actualmente es <strong>la</strong><br />

Glorieta del Pato. Pedro Girón se fue de este<br />

mundo comido por su propia ambición lejos de<br />

<strong>la</strong> gloria humana y divina prometida, creyendo<br />

que con su muerte se frustraba el deseo de<br />

convertirse en uno de los personajes más<br />

poderosos del reino, ya que si se hubiese<br />

producido este en<strong>la</strong>ce su linaje hubiera<br />

emparentado con <strong>la</strong> familia real. Con cal<strong>la</strong>da<br />

previsión, Pedro Girón hizo testamento, y todos<br />

sus bienes y títulos pasaron a manos de sus hijos<br />

bastardos. La infanta Isabel recibió <strong>la</strong> noticia de<br />

<strong>la</strong> muerte del maestre con lágrimas de alegría y<br />

gratitud, viendo ante sí el cielo abierto para<br />

crear su propio destino.<br />

Capil<strong>la</strong> del maestre Pedro Girón en <strong>la</strong> iglesia del<br />

sacroconvento de Ca<strong>la</strong>trava La Nueva.<br />

Se especuló con el envenenamiento (recurso<br />

nada raro en <strong>la</strong> época), pero nunca se sabrá,<br />

quizás fuera ordenado por sus enemigos entre<br />

los Grandes de Castil<strong>la</strong>, por miembros del<br />

partido aragonés o incluso por el mismo<br />

monarca de Aragón, para evitar así el<br />

matrimonio con <strong>la</strong> infanta. En Vil<strong>la</strong>rrubia de los<br />

Ojos el destino fue aliado y salvador de <strong>la</strong><br />

infanta Isabel, en el futuro reina de Castil<strong>la</strong> y<br />

uno de los personajes más fascinantes de <strong>la</strong><br />

historia de España.


FOTOGRAFÍA<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />

VISTA DE LOS PINOS DE RENALES<br />

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