la oscura quintería - Bibliotecas Públicas
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SUMARIO<br />
COORDINACIÓN Y<br />
MONTAJE<br />
Luís Modesto Urda Buitrago<br />
Jesús Fernández Vallejo<br />
Juan Carlos Zamora Muñoz<br />
ESCRIBEN<br />
Andrés Carretero Sosa<br />
Ángel González Puga<br />
Rosario Ramírez García<br />
Pau<strong>la</strong> Martín-Moreno Romero<br />
Antonio Millán Hernández<br />
Jesús Fernández Vallejo<br />
J. Vicente Caminero Torija<br />
Francisco J. Serrano López<br />
Javier Díaz-Moreno<br />
David García Urda<br />
Carlos Carnicer<br />
Luis Rafael Villegas Díaz<br />
Juan Carlos Zamora Muñoz<br />
EDITA<br />
Bogart Cineclub<br />
IMPRIME<br />
Gráficas Vil<strong>la</strong>rrubia<br />
COLABORAN<br />
Ayuntamiento de Vil<strong>la</strong>rrubia<br />
Cooperativa “El Progreso”<br />
ISSN 1889-0318<br />
Dep. Legal CR-460-2008<br />
“Desde el Árbol Gordo” no<br />
se hace responsable de <strong>la</strong>s<br />
opiniones emitidas libremente<br />
por sus co<strong>la</strong>boradores.<br />
Nº 5 junio de 2010<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos<br />
(Ciudad Real)<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 - JUNIO 2010<br />
La imagen de portada es de un grupo de amigas en <strong>la</strong> fachada del<br />
desaparecido Lavadero Municipal de Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos.<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO - REVISTA CULTURAL<br />
Pág. 01 - Portada “Lavadero Municipal de Vil<strong>la</strong>rrubia”<br />
Pág. 03 - Sumario.<br />
CREACIÓN LITERARIA<br />
Pág. 04 - “Némesis”.<br />
Pág. 06 - “Ni en los sueños”.<br />
Pág. 09 - “Poesía”.<br />
Pág. 10 - “Íncubo”.<br />
Pág. 12 - “La <strong>oscura</strong> <strong>quintería</strong>”.<br />
CINE<br />
Pág. 17 - “Jean Renoir en Hollywood”.<br />
Pág. 28 - “La presencia escondida de Dios en el cine contemporáneo”.<br />
HISTORIAS Y COSTUMBRES<br />
Pág. 34 - “Deporte ancestral en Vil<strong>la</strong>rrubia”.<br />
HUMOR<br />
Pág. 35 - Caricatura.<br />
ECOLOGÍA<br />
Pág. 36 - “Reflexión sobre el patrimonio y <strong>la</strong> calidad medioambiental<br />
de Vil<strong>la</strong>rrubia”.<br />
HISTORIA<br />
Pág. 43 - “Duelo de espías”.<br />
Pág. 47 - “Un proyecto frustrado y unos bienes ciertos en Vil<strong>la</strong>rrubia”.<br />
Pág. 50 - “Una muerte que cambió <strong>la</strong> historia”.<br />
FOTOGRAFÍA<br />
Pág. 54 - “Vista de los pinos de Renales”.<br />
Aquel<strong>la</strong>s personas que deseen hacernos llegar algún tipo de co<strong>la</strong>boración o cualquier<br />
sugerencia deben remitirlo a: Bogart Cineclub, P<strong>la</strong>za de <strong>la</strong> Constitución, 20 - Vil<strong>la</strong>rrubia<br />
de los Ojos CP 13670 (Ciudad Real) desdee<strong>la</strong>rbolgordo@hotmail.es<br />
3
CREACIÓN LITERARIA<br />
Pese a lo que le afirmaron matar no era algo a lo<br />
que te acostumbrabas. Quizá solo ocurrió con él,<br />
quizá eran necesarias más de <strong>la</strong>s dos muertes<br />
que él contaba en su haber. Aquel 1 de Abril<br />
mientras amanecía se juró y perjuró no volver a<br />
matar, pero si algo no lo remediaba nuevamente<br />
iba a quedar demostrado lo estéril del hombre<br />
juramentado. Era verano y a pesar del sudor frío<br />
perlándole <strong>la</strong> frente que se abría camino bajo <strong>la</strong><br />
boina permanecía muy tranquilo, a <strong>la</strong> espera.<br />
Apoyado sobre un árbol al amparo de <strong>la</strong><br />
oscuridad observaba, sin ocultarse, <strong>la</strong>s sombras<br />
sobre <strong>la</strong> pardusca tierra que <strong>la</strong> luz osci<strong>la</strong>nte de<br />
<strong>la</strong>s ve<strong>la</strong>s arrojaba entre <strong>la</strong>s rejas de <strong>la</strong> ventana.<br />
Oyó el crujir de pasos sobre <strong>la</strong>s algarrobas secas<br />
en el suelo de <strong>la</strong> glorieta y se ocultó todo lo que<br />
pudo al abrigo de <strong>la</strong>s sombras nacidas de <strong>la</strong><br />
límpida luz de <strong>la</strong> luna llena. Instintivamente<br />
llevó su mano derecha tanteando el bolsillo del<br />
pantalón buscando su navaja. Allí estaba como<br />
siempre, fiel a él. Hurgó en el interior hasta<br />
tocar el gastado mango de madera y llevó el<br />
dedo guiándose por su profundo surco hasta el<br />
seguro. El filo nació para matar y abrió<br />
lentamente los ojos a <strong>la</strong> noche mientras<br />
abandonaba el pantalón para volver a<br />
esconderse apuntando al cielo, como un<br />
presagio, en <strong>la</strong> manga de <strong>la</strong> chaquetil<strong>la</strong>. Perfiló<br />
una silueta levemente renqueante bastante<br />
conocida y el corazón se desbocó como un<br />
caballo. Su hermano se acercaba lentamente a<br />
buscarlo. Aguardó sujetando fuerte <strong>la</strong> filosa<br />
compañera decidido a que nadie, ni su misma<br />
sangre, se interpusiera entre lo que tenía que ser.<br />
No había lugar al arrepentimiento ni a <strong>la</strong> duda.<br />
Dionisio, su hermano, lo localizó rápidamente y<br />
se llegó hasta él. Cuando estuvo a su altura se<br />
paró de<strong>la</strong>nte y le miró a los ojos. Su mirar era<br />
obvio, estaba allí para desanimarle en el empeño<br />
y convencerle de que nadie es presa de su<br />
pa<strong>la</strong>bra, que siempre hay tiempo para volver<br />
hacía atrás. Es lo que hay, respondió <strong>la</strong> mirada<br />
del otro, tengo que hacer lo que tengo que hacer,<br />
lo que hube de hacer hace mucho tiempo y de lo<br />
que tanto me arrepiento. Dionisio conocía el<br />
destino de su hermano después de esa noche. Si<br />
tenía suerte a vivir perseguido y oculto en <strong>la</strong><br />
sierra, como ya lo hacían otros antes, esperando<br />
<strong>la</strong> postrera en forma de ba<strong>la</strong> de civil y si no,<br />
muerto allí mismo bañando el suelo de <strong>la</strong><br />
glorieta con su sangre. Es lo que hay. Tenía<br />
razón. Dejó resba<strong>la</strong>r una lágrima que<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
NÉMESIS<br />
4<br />
Andrés Carretero Sosa<br />
desapareció instantáneamente absorbida por el<br />
polvo viejo de uno de los profundos surcos de<br />
su cara y acercó su rostro para besarle mientras<br />
le susurró, “tu familia es ahora <strong>la</strong> mía”.<br />
Su hermano protegería lo suyo a partir de<br />
entonces. Protegería lo que desde en el mismo<br />
momento que abandonó su casa ya no le<br />
pertenecía. A su Filomena, quien aguardaría<br />
esperanzada su regresó pese a saber mejor que<br />
nadie lo inevitable de todo lo que iba a pasar.<br />
El<strong>la</strong> avisó a Dionisio. Para que fuera a impedir<br />
el crimen aún intuyendo que un ciclo estaba a<br />
punto de cerrarse, veinte años de rencores y<br />
odios a punto de culminar. Para que fuera a<br />
darle <strong>la</strong> confianza y <strong>la</strong> fe necesarias para matar<br />
si era menester sin dejarse asesinar ni que le<br />
engatusaran el alma, si te quieren matar mejor<br />
morir matando. A sus dos hijas ya en edad de<br />
merecer y aquellos dos yernos que tanto futuro<br />
portaban y sobre los que no era de ninguna de<br />
<strong>la</strong>s maneras justo verter esa maldición, esa<br />
humil<strong>la</strong>ción. Qué suerte sería escuchar nuevas<br />
sobre <strong>la</strong> muerte del innombrable, cuán diferente<br />
sería todo. Pero nada de eso pasaría, no al<br />
menos esa noche.<br />
Reparó de nuevo <strong>la</strong> vista en <strong>la</strong> ventana. Nada<br />
había cambiado. Eran más de <strong>la</strong>s ocho y nadie a<br />
esas horas en <strong>la</strong> calle. En el ayuntamiento<br />
únicamente los dos guardias que todas <strong>la</strong>s<br />
noches después de hacer el cambio de turno lo<br />
acompañaban a su casa. Lo acompañaban a él.<br />
Hasta <strong>la</strong> misma puerta de su casa. A aquel hijo<br />
de puta a quien un día hace mucho tiempo le<br />
salvó <strong>la</strong> vida y del que jamás obtuvo su perdón<br />
por ello, por presenciar cómo <strong>la</strong>mía <strong>la</strong>s botas de<br />
aquel borracho implorando por <strong>la</strong> vida que le<br />
amenazaban reventar con una ba<strong>la</strong> en los sesos.<br />
Por ver cómo se cagaba en los pantalones al oír<br />
como el percutor de <strong>la</strong> pisto<strong>la</strong> hacía clic en <strong>la</strong><br />
recámara vacía y el borracho reía mientras<br />
profería toda c<strong>la</strong>se de insultos contra <strong>la</strong> puta<br />
madre que lo parió y contra dios. Por ser quien<br />
impidió a aquel beodo poner una nueva ba<strong>la</strong> en<br />
<strong>la</strong> pisto<strong>la</strong> a cambio de media botel<strong>la</strong> de vino.<br />
Por ayudarle a levantarse y devolverlo a <strong>la</strong><br />
cárcel donde estaba retenido de donde lo<br />
sacaron para tal vez matarlo. Por animarle con<br />
aquel<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras, “animo compatriota, esto es<br />
solo <strong>la</strong> guerra”. Se equivocó en dos cosas, <strong>la</strong><br />
guerra, y más entre hermanos, no es solo <strong>la</strong><br />
guerra y en dejar vivo a una rata. Las ratas hay<br />
que matar<strong>la</strong>s cuando se puede. Nunca dijo a
nadie nada sobre ello cuando regresó en el<br />
bando de los perdedores al pueblo. Nunca trató<br />
de hacer valer ante Ramón cuando se convirtió<br />
en inspector de policía ese secreto que los unía.<br />
Solo su Filomena reconocía exactamente lo que<br />
expresaban sus ojos cuando aquel a quien salvó<br />
de una muerte terrible le hacía alguna visita para<br />
cobrarle gabe<strong>la</strong>s o lo acusaba de naderías y le<br />
zurraba una paliza. Solo el<strong>la</strong> observaba como el<br />
odio le crecía lentamente y corroía el resto de <strong>la</strong><br />
inocencia que pudo conservar durante <strong>la</strong> guerra<br />
y que le permitió sobrevivir. Veinte años así,<br />
desde que Ramón retornó al pueblo en el bando<br />
de los vencedores y lo primero que hizo fue<br />
facilitar su nombre para que lo fusi<strong>la</strong>ran. Se<br />
libró de pura chiripa, porque no todos acabaron<br />
locos tras aquel<strong>la</strong> cruenta lucha, porque había<br />
gente con fe en el futuro como única arma para<br />
sobrevivir.<br />
La puerta anunció su apertura con el chirrido<br />
oxidado de los goznes al girar y le despabiló <strong>la</strong><br />
soñarrera cansina en <strong>la</strong> que había caído. Se<br />
estiró todo lo que pudo sobre <strong>la</strong> corteza de <strong>la</strong><br />
vieja encina escondiendo su cuerpo en <strong>la</strong><br />
sombra y aguardó con el puño prieto en torno a<br />
su navaja. Haciéndose daño en los nudillos para<br />
no perder concentración. Ramón siempre hacía<br />
idéntico recorrido a través de <strong>la</strong> <strong>oscura</strong> glorieta<br />
cuando acababa el trabajo diario y siempre<br />
torcía a <strong>la</strong> misma altura para llegar a un pequeño<br />
arbusto detrás del cual se refugiaba fuera de <strong>la</strong><br />
vista de los alguaciles, quienes le aguardaban<br />
fumando un pitillo, para cagar. De todos era<br />
conocida esa afición suya a cagar en mitad de <strong>la</strong><br />
noche en mitad de <strong>la</strong> glorieta. Todos conocían<br />
aquel lugar como <strong>la</strong> letrina de Ramón. La<br />
elección de aquel<strong>la</strong> encina cerca de <strong>la</strong> letrina no<br />
fue fruto del azar como tampoco que su<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
5<br />
hermano lo localizara tan pronto. Observó cómo<br />
se bajaba los pantalones y se agazapaba y cómo<br />
bril<strong>la</strong>ba <strong>la</strong> b<strong>la</strong>nca piel de <strong>la</strong>s nalgas con <strong>la</strong> luz de<br />
<strong>la</strong> luna. Ramón se tiró un par de pedos tras los<br />
cuales se oyeron <strong>la</strong>s sofocadas risas de los<br />
guardias. Hijos de puta les obsequió antes de<br />
conseguir tras ímprobo esfuerzo descargar. Se<br />
levantó tras acabar y se subió los calzones sin<br />
limpiarse. El otro abandonó su escondite y se<br />
acercó lentamente a él mientras pensaba que<br />
encima de mal parido era un soberano guarral.<br />
Le llegó el olor de <strong>la</strong> mierda de Ramón, el<br />
mismo olor ya olvidado de aquel lejano día,<br />
mientras lo cogía de <strong>la</strong> garganta para que no<br />
gritase y le torcía <strong>la</strong> cabeza para que le fuera<br />
dado el contemp<strong>la</strong>r a quien pertenecía el brazo<br />
ejecutor. Levantó el brazo y lo soltó. Rápido,<br />
cegador, fácil. Escuchó cómo el corazón se<br />
rompía al paso del filo de <strong>la</strong> navaja. Lo dejó<br />
caer y sacó del bolsillo de su chaqueta <strong>la</strong> ba<strong>la</strong><br />
que compró por media botel<strong>la</strong> de vino y <strong>la</strong><br />
colocó dentro del destrozado órgano. Vio cómo<br />
los guardias habían comenzado a aproximarse al<br />
no obtener respuesta a <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>madas que hacían<br />
al inspector y reflexionó un segundo sobre su<br />
siguiente paso. Se encontró demasiado viejo y<br />
fatigado para huir y se sentó a esperarles, tal vez<br />
con suerte lo mataran allí mismo.<br />
Los guardias abrieron los ojos espantados ante<br />
el espectáculo y como autómatas b<strong>la</strong>ndieron los<br />
fusiles hacia de<strong>la</strong>nte buscando aterrados algo<br />
sobre lo que disparar. Encontraron a Julián<br />
sentado mirándoles, <strong>la</strong> luna iluminando a los<br />
tres, el muerto en penumbra sobre sus<br />
excrementos. Lo reconocieron y bajaron <strong>la</strong>s<br />
armas, se miraron un segundo y uno de ellos<br />
preguntó inseguro, “¿qué hacemos?
CREACIÓN LITERARIA<br />
Hay heridas que no acaban de cicatrizarse<br />
nunca, ¿sabe usted?, heridas tercas que se<br />
resisten a cualquier medicina, al cambio de <strong>la</strong>s<br />
estaciones, al perfume embriagador del ajenjo o<br />
del ci<strong>la</strong>ntro, al embrujo de un bolero, a los<br />
caprichos del amor, a <strong>la</strong>s mudanzas de casa, de<br />
auto, de país, de continente, incluso a los efectos<br />
narcotizantes del alcohol (aunque hay una<br />
bebida que <strong>la</strong>s alivia mucho, directora, el ron, el<br />
ron Arecha, yo lo sé, me ha acompañado<br />
mucho, me ha conso<strong>la</strong>do mucho, pero <strong>la</strong><br />
infección, ya digo, no termina de curar, es terca<br />
como un niño caprichoso). Si usted lo dice,<br />
doña Sara, será así, usted debe de saber mucho<br />
de ese tipo de dolencias, por <strong>la</strong> edad más que<br />
nada (usted sabrá perdonarme) pero mi deber es<br />
intentar sanar<strong>la</strong>, o al menos procurar paliar esos<br />
dolores, y aquí tenemos muy prohibido el<br />
alcohol, no es cosa mía, de veras que lo siento.<br />
El<strong>la</strong>, doña Sara, llegó a <strong>la</strong> residencia en sil<strong>la</strong> de<br />
ruedas, f<strong>la</strong>quita, amojamada, el mentón pegado<br />
al pecho, <strong>la</strong>s manos sarmentosas siempre<br />
entre<strong>la</strong>zadas como si estuviera rezando. Ningún<br />
familiar, caso de que lo tuviera, acudió a<br />
recibir<strong>la</strong>. El<strong>la</strong> tampoco preguntó por nadie; se<br />
dejó hacer, se dejó llevar dócilmente en un<br />
principio. Únicamente pidió a <strong>la</strong>s asistentas ron,<br />
una copita de ron, Arecha si es posible, es <strong>la</strong><br />
costumbre, ¿sabe usted? El<strong>la</strong>s intercambiaron<br />
miradas de complicidad y se rieron. Qué cosas<br />
tiene usted, señora, menudas ocurrencias, ande,<br />
ande, un buen vasito de agua fresca y a dormir,<br />
que es lo que usted necesita.<br />
Desde el primer momento, aquel<strong>la</strong> anciana de<br />
pelo canoso recogido en moño y piel<br />
apergaminada por el sol del Caribe me pareció<br />
un caracol, un caracol de p<strong>la</strong>ya desvalido, un<br />
caracol minúsculo y desnortado, un caracol<br />
triste que sólo se atrevía a sacar su menuda<br />
cabecita del caparazón que <strong>la</strong> protegía del<br />
mundo hostil para suplicar un traguito, un<br />
traguito de ron, señora, ande, sea usted buena,<br />
que el<strong>la</strong>s no conocen, se me bur<strong>la</strong>n… o para<br />
defenderse de los presuntos agravios que recibía<br />
por parte del servicio: Allá me decían La<br />
Gallega, ¿sabe usted?, aquí todos me l<strong>la</strong>man La<br />
Cubana, ¿quieren volverme loca ustedes?, vino<br />
a mi despacho a protestar un día porque <strong>la</strong>s<br />
cuidadoras se dirigían a el<strong>la</strong>, doña Sara Pérez<br />
Becedas, por ese patronímico, La Cubana, que<br />
el<strong>la</strong> sentía ahora como una afrenta, como una<br />
falta de consideración a su nuevo estatus. ¡Yo<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
NI EN LOS SUEÑOS<br />
6<br />
Ángel González Puga<br />
soy españo<strong>la</strong>, ¿sabe usted?, como <strong>la</strong> que más,<br />
por eso estoy aquí, carajo, y si no que se lo<br />
pregunten al señor cónsul, él les informará, él<br />
sabe! - me espetó con tono enérgico y voz<br />
ronca, casi cavernosa (pero sin levantar nunca<br />
<strong>la</strong> vista del suelo) doña Sara, <strong>la</strong> octogenaria y<br />
corajuda cubanita.<br />
C<strong>la</strong>ro que era españo<strong>la</strong> doña Sara, castel<strong>la</strong>na<br />
vieja por más señas, cómo no iba a serlo con<br />
aquel temperamento, con aquel<strong>la</strong> forzada<br />
resignación de quien se siente desbordada y<br />
vencida por el empuje de los años, por <strong>la</strong>s<br />
tormentas de una vida inclemente, pero se<br />
resiste a dar su brazo a torcer hasta el último<br />
minuto, hasta el último aliento, faltaría más,<br />
genio y figura, castel<strong>la</strong>na de pura cepa; por eso<br />
había llegado a <strong>la</strong> residencia una tarde canicu<strong>la</strong>r<br />
de agosto, aunque ningún familiar saliera a<br />
recibir<strong>la</strong>, aunque el<strong>la</strong> no preguntara por nadie,<br />
porque había nacido allí, en aquel pueblo, como<br />
los otros residentes, por eso <strong>la</strong> diputación<br />
provincial <strong>la</strong> había rescatado de Guarda<strong>la</strong>vaca<br />
(Cuba) en una de sus operaciones<br />
propagandístico-humanitarias , por eso el<br />
Estado le había proporcionado <strong>la</strong>s ayudas<br />
asistenciales previstas en <strong>la</strong> Constitución,<br />
¿cómo iba a estar si no aquí La Cubana, a ver?,<br />
pero no, eso no está previsto, señora, el ron no<br />
entra en <strong>la</strong> dieta de los residentes, doña Sara,<br />
mire usted que lo siento, no me insista, por<br />
favor, pídame cualquier otra cosa y trataré de<br />
comp<strong>la</strong>cer<strong>la</strong> con mucho gusto, pero esa no, se<br />
lo ruego.<br />
¿Y por fuera? Yo le entrego los pesos que fuere<br />
menester, directora, y algunos más para usted, si<br />
me lo admite, a mí ahora me sobran, yo para<br />
qué los quiero, quedará entre nosotras, le doy mi<br />
pa<strong>la</strong>bra. ¿Cómo…? ¡Ah, ya! Por fuera…No,<br />
doña Sara, esto no es Cuba, aquí no hay<br />
mercado ilegal…bueno, al menos como allá,<br />
entiéndame, usted ahora es españo<strong>la</strong> a todos los<br />
efectos, un caldito, mejor un caldito, doña Sara,<br />
olvídese del ron, y guárdese sus pesos para<br />
algún caprichito, no se lo tome a mal, ande, una<br />
sopita <strong>la</strong> pondrá a tono mejor, mucho mejor que<br />
el ron. Y <strong>la</strong> viejecita apretaba los dientes y<br />
entre<strong>la</strong>zaba con más fuerza sus manos para<br />
contener una rabia y unas lágrimas que sólo <strong>la</strong><br />
impotencia refrenaba. ¿Por qué no podía el<strong>la</strong><br />
tomarse su copita de ron como había hecho<br />
siempre, carajo, qué problema había?
Españo<strong>la</strong>…Desde 1936 (entonces contaba el<strong>la</strong><br />
ocho años) no había pisado tierra españo<strong>la</strong> doña<br />
Sara. Su informe lo decía. ¿Cómo habría ido a<br />
parar tan lejos? La guerra, c<strong>la</strong>ro, el viento<br />
maldito de <strong>la</strong> guerra <strong>la</strong> fue arrastrando de un<br />
<strong>la</strong>do para otro como a una hoja huérfana, como<br />
a un trapito abandonado en <strong>la</strong> calle, seguro,<br />
aunque no me lo dijo el<strong>la</strong>, no, el<strong>la</strong> no hab<strong>la</strong>ba de<br />
esas cosas, ya no le interesaban, parecía, sólo le<br />
interesaba el ron, Arecha si puede ser, directora,<br />
es bueno, es el que tomo siempre, tengo <strong>la</strong><br />
costumbre y no me hace mal, se lo prometo.<br />
Pero yo hice mis averiguaciones.<br />
No tenía familia en el pueblo, me aseguró el<br />
secretario del ayuntamiento, al menos familia<br />
cercana. Por eso nadie se aproximó al autobús<br />
aquel<strong>la</strong> tarde para interesarse por el<strong>la</strong>, por eso<br />
el<strong>la</strong> no preguntó tampoco por ninguno. Pero <strong>la</strong><br />
noticia del regreso de <strong>la</strong> vieja Cubana corrió<br />
como <strong>la</strong> pólvora por <strong>la</strong>s otras residencias de<br />
ancianos, por <strong>la</strong>s so<strong>la</strong>nas, por los bares, por <strong>la</strong>s<br />
bodegas, por <strong>la</strong>s casas, y al fin algo se supo de<br />
aquel<strong>la</strong> misteriosa aparecida: siempre hay<br />
alguien que conoció, que oyó, gente a <strong>la</strong> que le<br />
contaron alguna vez historias, sucedidos.<br />
He consultado al doctor, doña Sara, y no, el ron<br />
no es una bebida medicinal como usted dice,<br />
aunque puede que sí, que alegre el alma, que<br />
aleje <strong>la</strong> me<strong>la</strong>ncolía, que espante <strong>la</strong>s te<strong>la</strong>rañas de<br />
<strong>la</strong> tristeza, que disipe los malos humores, que<br />
ayude a distraer los pensamientos, pero no cura<br />
<strong>la</strong> gripe, no es bueno para <strong>la</strong> circu<strong>la</strong>ción, usted<br />
está equivocada, doña Sara, <strong>la</strong> han informado<br />
mal, esa bebida no es nada recomendable para<br />
usted, debe creerme.<br />
Y yo <strong>la</strong> veía consumirse a <strong>la</strong> viejecita cada<br />
tarde, cada vez más comprimida en sus magras<br />
carnes de jilguerillo enjau<strong>la</strong>do, mirando de<br />
través por <strong>la</strong> ventana de <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> de estar hacia un<br />
horizonte indefinido mientras los otros ancianos<br />
seguían los programas de televisión, jugaban a<br />
<strong>la</strong>s cartas, dormitaban, o hacían <strong>la</strong>s tres cosas a<br />
<strong>la</strong> vez (tal vez ninguna). ¿En qué pensaba el<strong>la</strong>,<br />
qué recuerdos pob<strong>la</strong>rían su cabecita gacha, sus<br />
prolongados silencios? Desde allí no se veían<br />
mares de ensueño ni engañosos valles ni épicas<br />
montañas como en el oriente de su is<strong>la</strong> lejana ni<br />
se oían los cantos de cotorras o guacamayos en<br />
los patios ni se olía el viento perfumado de<br />
sal… no, allí solo se oían los chirridos<br />
estridentes de <strong>la</strong>s cigarras al atardecer, a veces a<br />
algún perro callejero y abandonado, con suerte a<br />
algún mirlo risueño persiguiendo una sombra, y<br />
sólo se veían <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>nuras interminables de <strong>la</strong><br />
Tierra de Campos, de los campos de tierra que<br />
dijera el poeta, los rastrojos amarillentos, los<br />
cielos viudos de nubes…<br />
¿Habría estado casada La Cubana? El informe<br />
aseguraba que sí, que incluso tenía una hija de<br />
<strong>la</strong> que no había noticia, tampoco del marido.<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
7<br />
Mire, doña Sara, vamos a hacer un trato, no<br />
piense usted más en regresar, me han llegado<br />
rumores, aquí se sabe todo, alegre esa cara, he<br />
comprado una botellita de ron, pásese usted por<br />
mi despacho y hab<strong>la</strong>mos, hab<strong>la</strong>mos despacito, y<br />
que esto quede entre nosotras como me dijo<br />
usted, ¿de acuerdo? Y fue entonces cuando vi<br />
por primera vez un amago de sonrisa en aquel<strong>la</strong><br />
cara de arrugas como surcos, un intento<br />
imposible de mirar hacia arriba para<br />
agradecerme el gesto con los ojos, <strong>la</strong> primera<br />
vez que separó sus manos instintivamente para<br />
buscar <strong>la</strong>s mías…<br />
Y a partir de entonces cada tarde, a <strong>la</strong>s seis,<br />
doña Sara entraba puntual en mi despacho con<br />
el mismo saludo: ¿p<strong>la</strong>ticamos un poco,<br />
directora? Y yo le preparaba su copita (diez por<br />
ciento de ron, noventa de agua fría, ese había<br />
sido el trato) y p<strong>la</strong>ticábamos. Yo no soy una<br />
ja<strong>la</strong>da como dicen, directora, el ron cicatriza <strong>la</strong>s<br />
heridas, ¿sabe usted?, es solo eso.<br />
Era verdad, sí, era verdad lo que rumoreaba <strong>la</strong><br />
gente del pueblo, y el<strong>la</strong> me lo confirmó una de<br />
aquel<strong>la</strong>s tardes, cuando el recelo y los silencios<br />
de los primeros días dejaron paso a <strong>la</strong>s<br />
confidencias espaciadas y a <strong>la</strong>s torrenteras de <strong>la</strong><br />
añoranza reprimida: habían sido tres los<br />
hermanos que nacieron allí, en el pueblo, dos<br />
varones y el<strong>la</strong>, y a sus padres los fusi<strong>la</strong>ron, sí, a<br />
los dos juntos, en <strong>la</strong>s tapias del cementerio,<br />
como a otros, en una noche <strong>oscura</strong> y fría de un<br />
noviembre lejano, de eso todavía se acordaba,<br />
cómo olvidar. ¿Sabe, directora? No es lo mismo<br />
con agua, parece caldo de chícharo, pero es<br />
mejor que nada, ¿eh?, je, je, je, ¿no me<br />
acompaña usted? Y lo que <strong>la</strong> gente no sabía y <strong>la</strong><br />
viejecita me confesó en susurros al abrigo de <strong>la</strong><br />
amistad cómplice y al empuje del ron dosificado<br />
era que podían haber sido cuatro hermanos al<br />
menos, sí, cuatro, porque aquellos salvajes le<br />
fusi<strong>la</strong>ron a <strong>la</strong> mamacita preñada de ocho meses,<br />
qué barbaridad, de eso sí se acordaba, pero de<br />
los portugueses no, no quería acordarse, de eso<br />
no me pregunte, directora, ¿otra copita? No se<br />
enterará nadie, se lo juro, pero esta vez de<br />
Arecha, si es posible. No, de los hermanos<br />
nunca supo, estarían ya muertos, quién sabe, y<br />
tampoco, tampoco habían regresado al pueblo<br />
jamás, se los tragó <strong>la</strong> tierra, el tiempo los iría<br />
devorando, como a el<strong>la</strong> el mar, así es <strong>la</strong> vida. El<br />
Arecha no se vende por aquí, doña Sara, ya se lo<br />
he dicho, pero este ron también es cubano, ¿no<br />
le gusta? Mañana otra copita, pero hoy ya no<br />
más, ese fue el trato.<br />
La vieja administraba sus historias cada tarde<br />
como yo el ron rebajado con que <strong>la</strong> obsequiaba<br />
a escondidas: tenían que durar, el<strong>la</strong> lo sabía, <strong>la</strong>s<br />
historias y el ron, por eso remoloneaba, o tal vez<br />
no, quizá no quería recordar (¿quiénes serían<br />
aquellos portugueses?), a fin de cuentas no
debía de haber sido una vida muy p<strong>la</strong>centera <strong>la</strong><br />
suya, de esas de atrapar fugazmente en lo<br />
álbumes para presumir en alguna ocasión<br />
de<strong>la</strong>nte de los otros ¿quiénes? o para regodearse<br />
en soledad con <strong>la</strong> añoranza de lo vivido, de los<br />
tiempos felices ¿por qué no? y yo tampoco <strong>la</strong><br />
obligaba, tenía que tomarse su tiempo, era muy<br />
dueña.<br />
Desde que bebía su copita de ron al atardecer se<br />
notaba a doña Sara menos triste, incluso algo<br />
más comunicativa con <strong>la</strong>s otras pensionistas,<br />
que querían saber demasiado, que preguntaban<br />
más de lo debido, ¿sabe usted?, y yo no quiero<br />
ir contando por ahí mi vida, qué le importará a<br />
nadie, so<strong>la</strong>mente he vuelto para esperar <strong>la</strong><br />
muerte, y porque me dijeron que aquí no tendría<br />
que andar por <strong>la</strong>s calles vendiendo dulcecitos y<br />
periódicos sin poder, porque familia no me<br />
quedaba ya allá, los perdí a todos, y así es duro,<br />
¿qué dice usted?, si aún es una moza, ande,<br />
ande, no piense en <strong>la</strong> muerte, que aún le queda<br />
mucha guerra que dar en estas tierras, que son<br />
<strong>la</strong>s suyas, no piense más en eso, aunque a lo<br />
mejor me he equivocado, tenía que haberme<br />
quedado allá, <strong>la</strong> soledad es igual de perra en<br />
todas partes, ¿no le parece, directora?<br />
Me parece, me parece, yo les diré que no <strong>la</strong><br />
vuelvan a l<strong>la</strong>mar tampoco Chavelita, estas<br />
limpiadoras son un poco desvergonzadas,<br />
discúlpe<strong>la</strong>s usted, doña Sara, no tienen<br />
educación. Se creen que no sé, pero sí, yo<br />
también sé que <strong>la</strong> Vargas se emborrachaba,<br />
como yo después de mi divorcio, para olvidar,<br />
pero ya no, directora, usted lo sabe, sólo una<br />
copita aguada, nada más, para no acordarme de<br />
los portugueses, porque de mi marido hace<br />
muchos años que no sé, ni me importa, y mi hija<br />
se marchó a Santiago y ya nunca más supe, son<br />
cosas del destino, que es muy traicionero, como<br />
el mar.<br />
¿Por qué Cuba? Yo sé que en esos años negros<br />
embarcaron a muchos niños hacia Bélgica, hacia<br />
Méjico, hacia Rusia… ¿Por qué fue usted a<br />
Cuba, doña Sara, si no es mucho atrevimiento?<br />
Y La Cubana cerró los ojos por toda respuesta,<br />
tal vez el ron, tal vez el sueño, <strong>la</strong> memoria<br />
quizá. Se me queda dormida en su sillita, pensé,<br />
hoy no le ha sentado bien su copa. Pero no.<br />
Yo tenía un tío en Cienfuegos, ¿sabe usted? Se<br />
había ido del pueblo por espantar el hambre<br />
antes de que sucediera aquello, sí, algunos años<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
8<br />
antes de <strong>la</strong> guerra (otros se marchaban a <strong>la</strong><br />
Argentina, yo lo sé). Y no le fue mal, lo contaba<br />
en <strong>la</strong>s cartas. Por eso me mandaron allá a mí, a<br />
<strong>la</strong> niña, él se encargaría, él tenía posibles, los<br />
niños se valdrían de una u otra forma aquí, eran<br />
maneras de pensar entonces. Y allí estaba<br />
cuando llegué, y me recibió bien, me crió como<br />
a una hija. Pero nunca le conté lo del barco, lo<br />
de <strong>la</strong> tripu<strong>la</strong>ción portuguesa, lo de aquel<strong>la</strong> noche<br />
interminable de travesía y de horror, ni a él ni a<br />
mi marido después, ni a mi hija, ni a nadie,<br />
¿sabe?, por vergüenza, nomás, ni a ellos ni a<br />
nadie, ¿sabe usted?, sí, ya sé, ahora ya sé que<br />
hice mal en cal<strong>la</strong>rme, en no denunciar para que<br />
los castigaran, pero tenía sólo ocho años, y eran<br />
otros tiempos, directora, malos tiempos, y el<br />
miedo, tenía mucho miedo, un mar de miedos<br />
siempre rondando a mi alrededor, una vida de<br />
miedos, y después, cuando grande, me asaltaba<br />
el recuerdo, no me dejaba vivir el recuerdo, me<br />
vio<strong>la</strong>ban una y otra vez los recuerdos, sólo el<br />
ron era capaz de anestesiarme <strong>la</strong> memoria, solo<br />
el traguito era capaz de apaciguar el recuerdo de<br />
aquel<strong>la</strong> noche negra como mi vida, sólo el ron<br />
me servía para cicatrizar <strong>la</strong>s heridas por un rato,<br />
directora, solo el ron, aunque después se<br />
abrieran otra vez, porque hay heridas que no<br />
acaban de cicatrizar nunca, directora, ¿sabe<br />
usted?<br />
Y <strong>la</strong> viejecita volvió a cerrar los ojos y a cal<strong>la</strong>r,<br />
y esta vez sí, esta vez se durmió aliviada, quién<br />
sabe, por aquel<strong>la</strong>s confidencias, o tal vez por <strong>la</strong><br />
copita rebajada de ron, o por el peso horrendo e<br />
imborrable de <strong>la</strong> memoria sumergida...<br />
Le eché para atrás el respaldo de <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> de<br />
ruedas y le puse un cojín para que reposara su<br />
cabeza vencida. Y permanecí allí, sentada frente<br />
a el<strong>la</strong>, viendo cómo apretaba sus manos<br />
sarmentosas, cómo gritaba a intervalos con voz<br />
ronca y cavernosa, cómo intentaba vanamente<br />
despegar el mentón de su pecho agitado, cómo<br />
temb<strong>la</strong>ba su f<strong>la</strong>co cuerpo amojamado en <strong>la</strong><br />
misma sil<strong>la</strong> de ruedas en que llegó a <strong>la</strong><br />
residencia aquel<strong>la</strong> tarde de agosto sin más<br />
compañía que los malos recuerdos y sin más<br />
apetencias que <strong>la</strong> muerte y una copita de ron<br />
para amortiguar <strong>la</strong> espera.<br />
Sí, ya lo sé, ahora ya lo sé, doña Sara, hay<br />
heridas que no acaban de cicatrizar nunca… ni<br />
en los sueños.
CREACIÓN LITERARIA - POESÍA<br />
Después de ti<br />
Si después de mirarme fijamente a los ojos<br />
ves que no existen sombras de mi vida pasada,<br />
que murió <strong>la</strong> ilusión, que ya no queda nada,<br />
que mataste <strong>la</strong> dicha con tus crueles antojos.<br />
Si después de tocar con tus manos <strong>la</strong>s mías<br />
notas que ya mi piel dejó de ser sensible,<br />
que hasta el dolor más cruel no pudo ser posible<br />
y resba<strong>la</strong>n <strong>la</strong>s penas de estas manos tan frías.<br />
Si después de que sientas mi pesar como tuyo,<br />
sepas lo que es sufrir amor en soledad,<br />
que tu cruz no fue tanta, que te di libertad,<br />
que lo que era tristeza es so<strong>la</strong>mente orgullo.<br />
Si después de que digan tus <strong>la</strong>bios un te quiero,<br />
no me tiemble <strong>la</strong> boca al pronunciar tu nombre<br />
y agaches <strong>la</strong> cabeza y no te sientas hombre,<br />
y veas c<strong>la</strong>ramente que no eres lo que espero.<br />
Si ves que ya no hay vida en este cuerpo inerte,<br />
que dejé de quererte, que no tengo esperanza,<br />
que a favor del olvido se inclinó <strong>la</strong> ba<strong>la</strong>nza,<br />
ya no esperes mi<strong>la</strong>gros, sólo aguardo <strong>la</strong> muerte.<br />
Día tras día<br />
Vivir día tras día <strong>la</strong> rutina,<br />
<strong>la</strong> espera sin espera del mañana,<br />
que agrieta más <strong>la</strong> herida que no sana<br />
y alqui<strong>la</strong> <strong>la</strong> tristeza en una esquina.<br />
El conjuro del sueño se termina,<br />
<strong>la</strong> pena entre <strong>la</strong>s rocas se enga<strong>la</strong>na,<br />
y a salvo en una is<strong>la</strong>, <strong>la</strong> desgana,<br />
impone cruel su firme disciplina.<br />
Morir noche tras noche de demoras<br />
que inyectan en <strong>la</strong> piel esa inclemencia<br />
del ritmo inquebrantable de <strong>la</strong>s horas.<br />
Sentir de tanto en tanto, que en ocasos,<br />
me espera en tu regazo <strong>la</strong> paciencia,<br />
amiga infatigable de mis pasos.<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
9<br />
Por creer<br />
Rosario Ramírez García-Calvillo<br />
Por unir a mi voz tu voz de p<strong>la</strong>ta,<br />
y saber que, aunque so<strong>la</strong>, estoy contigo,<br />
por beber de tus <strong>la</strong>bios, cual mendigo,<br />
los besos que me hicieron ser ingrata.<br />
Por fingir el reloj, que inexorable,<br />
paso a paso me da tu lejanía,<br />
al saber que tu amor es cobardía<br />
y tu cara es <strong>la</strong> cara del culpable.<br />
Por amar cuando el viento es solo frío<br />
y el calor de <strong>la</strong> dicha fugaz sueño,<br />
por querer ver el mar, sin más empeño,<br />
que llenar este hueco tan vacío.<br />
Por ser <strong>la</strong> frágil l<strong>la</strong>ma que perdura<br />
al roce de tu aliento con el mío,<br />
no creas, a <strong>la</strong>s puertas del hastío,<br />
que ya tu amor con otro amor se cura.<br />
La historia musa<br />
Es <strong>la</strong> historia incompleta de una vida<br />
por los vastos caminos del olvido,<br />
tan sensible a ese l<strong>la</strong>nto conmovido<br />
que perdió <strong>la</strong> esperanza y <strong>la</strong> partida.<br />
Es <strong>la</strong> historia de un beso consumido<br />
por los vientos feroces de tristeza,<br />
cuando el frío se viste de tibieza<br />
y <strong>la</strong> voz del amor es sólo ruido.<br />
Es <strong>la</strong> historia de un sueño y su simpleza<br />
que jamás pretendió ser otra cosa<br />
que aquel leve vo<strong>la</strong>r de mariposa<br />
en un mundo manchado de crudeza.<br />
Es <strong>la</strong> historia del ser y su pureza,<br />
de un castigo que impone <strong>la</strong> conciencia,<br />
de unas manos vacías, sin paciencia,<br />
y un reloj que se para sin motivos.<br />
Una historia de amor sin adjetivos,<br />
y un dolor que no duele en apariencia.
CREACIÓN LITERARIA<br />
Mi nombre es Doña Inés Díaz de Guzmán, mi<br />
padre era (Dios lo tenga en su gloria, pues a mí<br />
nadie sabe lo que me espera…) un poderoso<br />
acauda<strong>la</strong>do de <strong>la</strong>s tierras de Castil<strong>la</strong> en tiempos<br />
del reinado de Isabel y Fernando. No escribo<br />
esto para que lo lean mis coetáneos, sino más<br />
bien para que futuras sociedades, más<br />
iluminadas y menos anc<strong>la</strong>das en el <strong>oscura</strong>ntismo<br />
imperante en este momento, tengan a bien<br />
juzgarme con <strong>la</strong> mayor objetividad que les sea<br />
posible y les permita su conciencia.<br />
Mi padre siempre fue persona ade<strong>la</strong>ntada a su<br />
época, y deseaba fervorosamente que su única<br />
hija, aunque no gozara de los privilegios de que<br />
disponen los varones -pues éstos son bendecidos<br />
en el mismo momento de su nacimiento con<br />
ventajas con <strong>la</strong>s que nosotras no podemos ni<br />
soñar siquiera- tuviese una educación que nada<br />
habría de envidiar a <strong>la</strong> de los mismos<br />
marqueses. Como he mencionado<br />
anteriormente, mi padre, bendito sea, poseía<br />
cierta fortuna, no heredada, sino amasada como<br />
comerciante, y no dudó en gastar un séptimo de<br />
ésta (según leería con posterioridad en su diario)<br />
en dedicar<strong>la</strong> a <strong>la</strong> formación cultural de su única<br />
descendiente. Para ello contrató a una institutriz<br />
recién llegada de Francia, que me habría de<br />
enseñar francés, y un preceptor que debía<br />
iniciarme en <strong>la</strong> música y otras artes, además de<br />
en los números.<br />
Mi infancia y juventud pasaron felices, porque<br />
aunque no recordaba a mi madre -pues murió<br />
cuando yo aún no contaba con uso de razón- mi<br />
padre se esforzaba en que no me faltara de nada,<br />
desde el punto de vista material e intelectual. De<br />
manera que a casa acudían poetas, músicos,<br />
arquitectos a debatir los mismos temas (segura<br />
estoy de ello) que se trataban en pa<strong>la</strong>cio en esos<br />
días.<br />
Como corresponde a una mujer de mi posición,<br />
cuando no era más que una niña (16 años) el<br />
hijo de otro poderoso comerciante de <strong>la</strong> ciudad<br />
vino a cortejarme. El padre de éste era el mayor<br />
rival de mi padre en cuestiones de compra y<br />
venta, por lo que contrariamente a lo que yo<br />
había podido pensar en un principio, a mi padre<br />
<strong>la</strong> idea le hizo inmensamente feliz, pues<br />
comprendió que con <strong>la</strong> unión de los vástagos se<br />
acabarían <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s tretas en el negocio, y<br />
aceptó de buen grado <strong>la</strong> petición de matrimonio<br />
de Don Joaquín Ferraz. El mozo era alto y bien<br />
parecido, de manera que no me costó trabajo<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
ÍNCUBO<br />
10<br />
Pau<strong>la</strong> Martín-Moreno Romero<br />
acostumbrarme a él en el p<strong>la</strong>no físico. Su<br />
conversación, por otra parte, era más bien<br />
mediocre, pero yo me prometí a mí misma que<br />
una vez los dos viviéramos en el mismo hogar<br />
podría hacer que ciertas nove<strong>la</strong>s y tratados le<br />
sedujeran, y así poder hab<strong>la</strong>r, no sólo de<br />
negocios y de los dimes y diretes de <strong>la</strong> zona.<br />
Los desposorios tuvieron lugar un 15 de Marzo,<br />
y mi condición cambió en <strong>la</strong> medida en que dejé<br />
de ser una propiedad de mi padre (aunque éste<br />
nunca me hizo sentir como tal) para ser<strong>la</strong> de mi<br />
esposo. Nos insta<strong>la</strong>mos en un austero pa<strong>la</strong>cete<br />
de nuestra ciudad que mi suegro nos había<br />
ofrecido como presente por nuestra alianza<br />
matrimonial.<br />
Al principio, me desilusionaba con frecuencia,<br />
pues tenía que acostumbrarme a una vida<br />
distinta a <strong>la</strong> que había tenido en casa de mi<br />
padre: ya no había institutrices, ni libros con<br />
ideas modernas -pues a mi consorte no le<br />
parecían apropiados para una “dama”-, ni<br />
tampoco pensadores que vinieran a cenar y a<br />
compartir sus puntos de vista con nosotros. Mi<br />
idea de forjarlo de otra manera, más abierta,<br />
había fracasado. Después de un año de<br />
convivencia nació un niño: Diego. Y fue con<br />
Diego que mi vida volvió a tener algo de luz.<br />
Tenía <strong>la</strong> cara de su padre, que, como he dicho<br />
antes, es bien parecido. Pero su interior es mío,<br />
tiene <strong>la</strong>s mismas inquietudes y anhelos que su<br />
madre. Le gusta preguntar por <strong>la</strong> causa de todo<br />
y experimentar sin descanso. Confío en que<br />
sabrá alimentar ese espíritu despierto con que<br />
nuestro Señor le ha bendecido. Por mi parte,<br />
después de mucho pleitear con mi esposo<br />
conseguí que accediera a contratar una<br />
institutriz para una educación completa. Mi<br />
dicha en estos momentos era infinita, pues<br />
disfrutaba de los ade<strong>la</strong>ntos de mi hijo <strong>la</strong>s<br />
veinticuatro horas, y su vivez, su cara de ojos<br />
negros inquietos me conquistó de tal manera<br />
que cuando miraba <strong>la</strong> de su padre (tan parecida<br />
a <strong>la</strong> de Diego) veía una belleza que antes no era<br />
capaz de reconocer. No es que Joaquín hubiese<br />
cambiado, es que Diego me hacía verlo de otro<br />
modo. Además, mi hijo adoraba a su padre, y el<br />
padre al hijo, y a mí me gustaba observar (no sin<br />
cierta dosis de celos) cómo el niño abrazaba a<br />
Joaquín cuando éste llegaba de vuelta a <strong>la</strong> noche<br />
y le asía un mechón de pelo de manera cariñosa,<br />
no soltándolo hasta que transcurría cuestión de
media hora; siempre supuse que para que su<br />
padre no se ausentase de nuevo.<br />
Pues sí, me invadió un sentimiento, que si <strong>la</strong>s<br />
nove<strong>la</strong>s no mienten, se denomina amor, y mi<br />
vida estaba completa, hasta que hace un año mi<br />
padre murió de tuberculosis. Debido a <strong>la</strong><br />
estrecha re<strong>la</strong>ción que nos unía, pues nunca se<br />
había limitado a mantenerme y vestirme, como<br />
otros progenitores hacen, sino que actuaba para<br />
mí de maestro, confidente y consejero, yo me<br />
sumí en un estado de semiinconsciencia durante<br />
meses, en un intento de no reconocer este triste<br />
acontecimiento. Ni siquiera <strong>la</strong>s caricias de mi<br />
hijo me hacían salir de ese ensueño. Si bien es<br />
cierto que comía y bebía, no era capaz de<br />
levantarme de <strong>la</strong> cama por más de dos horas<br />
seguidas. Recuerdo a mi hijo llorar y a mi<br />
marido decir que se iba de montería; y es que en<br />
este momento que yo tanto lo necesitaba él<br />
volvía a ser el de antes: ya no contaba con el<br />
encanto y <strong>la</strong> sensibilidad que yo le había<br />
atribuido, tal vez sin motivo real, sino sólo por<br />
mediación de Diego. Ese cambio que se había<br />
operado en Joaquín, y que yo de tan buena gana<br />
había aceptado, no había sido más que fruto de<br />
mi imaginación.<br />
Entonces, y me tiemb<strong>la</strong> <strong>la</strong> mano al escribir esto,<br />
mientras mi marido estaba en una de sus<br />
monterías regresó una noche. Una noche de luna<br />
llena que no olvidaré, puesto que no debo<br />
olvidar, sino divulgar esta información a fin de<br />
que no se repita algo así… Joaquín pasó al<br />
dormitorio de puntil<strong>la</strong>s, como nunca antes había<br />
hecho, pues le gustaba hacer notar su presencia;<br />
y yo, entre ensoñaciones, le recibí en mi<br />
lecho… ¡Maldito sino!, ¡maldita noche! ¿Cómo<br />
iba a saber yo que ese hombre que me l<strong>la</strong>maba<br />
por mi nombre, que me hab<strong>la</strong>ba de mi hijo…?<br />
Recuerdo haber pensado que era extraño que<br />
hubiera regresado a casa tan pronto, pues suele<br />
ausentarse durante más de una semana cuando<br />
va de caza, y sólo habían pasado dos días,<br />
empero me reconfortaba tanto su presencia que<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
11<br />
no traté de preguntarle siquiera. En mi extravío<br />
noté cosas extrañas: su piel estaba más fría que<br />
de costumbre y lo achaqué a una tormenta; sus<br />
ojos eran ardientes, con un fuego, que yo en<br />
siete años de matrimonio no había visto jamás,<br />
no encontré nada en mi mente que justificara<br />
esto, así que lo re<strong>la</strong>cioné con mi estado febril.<br />
Mas hubo algo… ¡Oh, Padre Piadoso! Hubo<br />
algo que me quitó de manera fulminante <strong>la</strong><br />
venda de los ojos y me hizo salir de esa<br />
semiinconsciencia en que me encontraba para<br />
no dejarme volver a el<strong>la</strong> jamás: su boca, esa<br />
boca temb<strong>la</strong>ba cuando se alejaba de mí, tan<br />
rápidamente que mis ojos no podían seguir sus<br />
movimientos… y su piel, pálida cuando había<br />
entrado en el cuarto, ahora era rosada y<br />
saludable hasta un punto inconcebible, como <strong>la</strong><br />
de un bebé, ¡tan lleno de vida!<br />
Ése no era Joaquín. Entonces, ¿es posible que<br />
yo dejara entrar en mi lecho a un impostor?, ¿es<br />
posible que <strong>la</strong> criatura que llevo en mi vientre<br />
desde hace tres meses exactamente hoy no sea<br />
de mi marido?, ¿y quién era aquél que posó su<br />
mano en mi corazón antes de irse, y que desde<br />
que me falta mis fuerzas no hacen más que<br />
abandonarme?, ¿es posible que ese letargo en el<br />
que me encontraba me hiciera imaginar lo que<br />
no existe, lo que si contara me costaría <strong>la</strong> vida a<br />
manos de <strong>la</strong> Inquisición? Tal vez todo haya sido<br />
una fantasía; y sin embargo en sueños le veo, le<br />
veo y me dice: darás a luz a mi hijo con tu<br />
último aliento, y vendré a por él, pues me<br />
pertenece. ¡Dios mío, he leído numerosas veces<br />
sobre estos seres, pero nunca osé creer una<br />
pa<strong>la</strong>bra de esos re<strong>la</strong>tos de aldeanos que para mí<br />
no eran más que desvaríos de mentes crédu<strong>la</strong>s!<br />
Y ahora que soy yo, <strong>la</strong> que se ve envuelta en<br />
esta situación que hie<strong>la</strong> <strong>la</strong> sangre no hago más<br />
que temb<strong>la</strong>r y preguntarme sin cesar: ¿Qué será<br />
de mi pequeño Diego sin su madre?, ¿Qué será<br />
de… su madre?
CREACIÓN LITERARIA<br />
Juan llegó a su meta un atardecer en el que el<br />
sol achicharrante de agosto empezaba a<br />
hundirse entre <strong>la</strong>s dos mue<strong>la</strong>s pétreas de los<br />
castellones, entre un caramelizado color sepia y<br />
unos últimos rayos rojizos que atravesaban los<br />
borregos algodonosos, esas nubes perezosas que<br />
remueven como <strong>la</strong>s últimas ovejas remisas en<br />
querer pasar al aprisco. Mejor dicho, Juan no<br />
llegó a su destino de aquel día, el antiguo<br />
Santuario que dominaba toda <strong>la</strong> l<strong>la</strong>nura desde el<br />
semioculto valle de <strong>la</strong> sierra que, como un<br />
diorama, se extendía de Este a Oeste sobre <strong>la</strong><br />
tierra ocre verdeante de viñas y moteada de<br />
pequeñas casas de <strong>la</strong>branza y andenes con<br />
brocales de pozos de noria medio derruidos por<br />
el abandono y el paso del tiempo.<br />
Fue <strong>la</strong> extraña flojera que se apoderó de su<br />
ánimo al pasar frente a <strong>la</strong> <strong>quintería</strong> ruinosa que<br />
mostraba sus muros marrones de tapia con<br />
apenas algunos restos del revoco de yeso y cal<br />
que alguna vez tuvieron. Bueno, según me<br />
contaba, también influyó <strong>la</strong> súbita pérdida de<br />
aire de <strong>la</strong> rueda trasera de <strong>la</strong> bicicleta que notó<br />
al acercarse al parador de <strong>la</strong> otra casa que a<br />
menos de cincuenta metros se alzaba en el cruce<br />
de los dos caminos, apenas sendones, por uno<br />
de los cuales avanzaba en el silencio apenas roto<br />
por el ludir de <strong>la</strong> l<strong>la</strong>nta hendiendo el polvo<br />
batido y reseco por el sol.<br />
Se apeó en el parador abandonado y contempló<br />
unos instantes el viejo edificio cuyas tejas rotas<br />
casi todas y algunas amontonadas en el caballete<br />
en equilibrio inverosímil acentuaban aún más el<br />
deplorable estado de <strong>la</strong> construcción. Aún así, <strong>la</strong><br />
puerta pintada antaño de añil, después de<br />
almagra y más tarde de ocre amarillo, mostraba<br />
en los estratos descoloridos una especie de<br />
hospitalidad recia y antigua. No así los dos<br />
á<strong>la</strong>mos negros que levantaban hacia el cielo<br />
cárdeno <strong>la</strong>s ramas resecas y medio podridas sus<br />
troncos ahorquil<strong>la</strong>dos <strong>la</strong>nzando los palotones<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
LA OSCURA QUINTERÍA<br />
12<br />
Antonio Millán Hernández<br />
secos en un gesto amenazante, conminando al<br />
visitante a que se fuera.<br />
Muy cerca, el pozo de noria mostraba <strong>la</strong>s<br />
paredes del brocal, apenas unos retazos de tapia<br />
y mampostería que sostenían una viga de encina<br />
medio podrida con dos matojos de hierba que<br />
habían crecido en alguna coquera del palo. ”No<br />
lo creerás, pero <strong>la</strong> visión del brocal del pozo me<br />
inquietó más que ninguna otra cosa. Un súbito<br />
golpe de viento formó en el andén un remolino<br />
que se desp<strong>la</strong>zó sobre <strong>la</strong> hierba agostada<br />
animando <strong>la</strong> maleza y los cardos resecos con un<br />
movimiento circu<strong>la</strong>r que les imprimió un<br />
cabeceo de aquiescencia e incluso <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>nca de<br />
madera de fresno pareció asentir e hizo sonar<br />
con un clic-c<strong>la</strong>c inquietante <strong>la</strong> horquil<strong>la</strong> del gato<br />
que <strong>la</strong> sujetaba a pesar de <strong>la</strong> costra de grasa y<br />
polvo que <strong>la</strong> mantenía soldada al cuerpo de <strong>la</strong><br />
maquinaria... por el poyete de yeso y piedras;<br />
luego, todo quedó en paz. De pronto, <strong>la</strong>s<br />
cigarras, todas <strong>la</strong>s cigarras rompieron a cantar.<br />
Entonces –me dijo Juan- me dí cuenta del<br />
extraordinario silencio que me había<br />
acompañado hasta entonces. No sé porqué pero<br />
el movimiento de <strong>la</strong> puerta, fue como una<br />
invitación a que entrara en <strong>la</strong> casa. Y, a pesar de<br />
cierto desasosiego, lo hice. El interior era<br />
umbroso y fresco. A esas horas, casi de noche <strong>la</strong><br />
oscuridad ponía un tinte piadoso disimu<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong><br />
decrepitud de los viejos muebles rústicos y<br />
aperos (más bien sus restos) que ocupaban parte<br />
del suelo empedrado con cantos de río, desigual<br />
y cubierto casi todo él por hojas podridas y<br />
ma<strong>la</strong>s hierbas. Dos poyos a ambos <strong>la</strong>dos de <strong>la</strong><br />
chimenea ostentaban los andrajosos restos de un<br />
“redor” de anea cada uno casi reducidos a<br />
polvo, mostraban en los restos que aún<br />
quedaban <strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s de incontables chuscas y<br />
bolliscas que de<strong>la</strong>taban los muchos años de<br />
compañeros del fuego. En los <strong>la</strong>drillos del<br />
hogar, casi tapados por los restos de yeso y<br />
hollín antiguo había aún trozos de leños<br />
renegridos, polvorientos por el derrumbe lento,<br />
pero inexorable del humero. Los viejos palos, le<br />
produjeron <strong>la</strong> sensación de una fiesta a medio<br />
terminar, una fiesta alegre y cálida que haya que<br />
abandonar por motivos luctuosos. Se puso de<br />
pié sobre los poyos y examinó los desvanes que<br />
f<strong>la</strong>nqueaban <strong>la</strong> campana de <strong>la</strong> chimenea.<br />
Para su sorpresa, todos los utensilios que<br />
contenían los vasares estaban intactos aunque<br />
completamente cubiertos de una capa de polvo
acumu<strong>la</strong>da sólo Dios sabe durante cuánto<br />
tiempo. Un candil de hierro con <strong>la</strong> torcida casi<br />
de <strong>la</strong> consistencia de <strong>la</strong> madera y el aceite<br />
seboso, casi sólido. El salero de cuerno con <strong>la</strong><br />
tapa de corcho agrietada y unas cucharas de<br />
hierro casia soldadas con su propio óxido. Y, al<br />
fondo de uno de los vasares, entre una<br />
mesco<strong>la</strong>nza de cosas apenas identificables bajo<br />
el polvo, un p<strong>la</strong>to con un trozo de queso con <strong>la</strong><br />
consistencia del acero.<br />
Otra cosa l<strong>la</strong>mó su atención: <strong>la</strong> ausencia de<br />
cagadas de ratón, moscas muertas o los restos de<br />
alguna te<strong>la</strong>raña. Juan de pronto sintió deseos de<br />
abandonar aquel<strong>la</strong> casa y seguir su camino. Pero<br />
era <strong>la</strong>rgo el sendero hasta el Santuario, ya era<br />
noche cerrada y a pesar de <strong>la</strong> luna llena los<br />
perros guardianes de <strong>la</strong> majada de La Sima que<br />
rondaban de noche siempre alerta por <strong>la</strong>s<br />
alimañas y los perros asilvestrados eran un<br />
peligro real pues no hacían muchos distingos a<br />
<strong>la</strong> hora de revolcar y morder a cualquier<br />
sospechoso, hombre o animal que pasara por <strong>la</strong>s<br />
cercanías de su majada. Así que, entrando <strong>la</strong><br />
bicicleta a <strong>la</strong> <strong>quintería</strong>, se dispuso a pasar <strong>la</strong><br />
noche. Resolvió encender un buen fuego, por su<br />
compañía más que por el calor, pues <strong>la</strong> noche<br />
era cálida así que recogió unos tamaruscos del<br />
parador de <strong>la</strong> casa del cruce y unas cuantas<br />
cepas que tuvo que arrancar del montón cosido<br />
de hijos de á<strong>la</strong>mo, que había alrededor del pozo<br />
de noria. Reparó entonces en verdor de los<br />
árboles de <strong>la</strong> pequeña a<strong>la</strong>meda del arroyo<br />
cercano y <strong>la</strong> madera reseca y agrietada de los<br />
troncos y <strong>la</strong>s ramas de los dos que había junto al<br />
andén del pozo, como dos centine<strong>la</strong>s mustios<br />
levantando sus ramas a <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s que ya<br />
llenaban el cielo nocturno. En <strong>la</strong> <strong>quintería</strong> el<br />
fuego prendió al instante, y Juan desató <strong>la</strong>s<br />
gomas del portaequipaje de <strong>la</strong> vieja “Orbea”<br />
sacó <strong>la</strong> manta, <strong>la</strong> desdobló para que <strong>la</strong> mitad<br />
sirviera de colchón y se dispuso a pasar <strong>la</strong><br />
noche.<br />
“Me quedé dormido enseguida, porque si miras<br />
<strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas fijamente te re<strong>la</strong>jas mucho. Me quedé<br />
como un tronco, Antonio, sería también por <strong>la</strong><br />
costumbre de dormir tantas veces al “escampío”<br />
y tener aquel<strong>la</strong> noche un techo aunque malo<br />
donde refugiarme”, <strong>la</strong> mano de Juan agarró el<br />
jarro y se sirvió otro vaso casi hasta los bordes.<br />
“Ojalá no lo hubiera hecho y me hubiera ido<br />
como pensé <strong>la</strong> primera vez; a pesar de lo malo<br />
del camino, de <strong>la</strong> bicicleta sin aire y de los putos<br />
mastines de La Sima”. Se pasó <strong>la</strong> mano por <strong>la</strong><br />
cara, y casi con el mismo movimiento, levantó<br />
<strong>la</strong> boina y se rascó los cuatro pelos del <strong>la</strong>do<br />
derecho de <strong>la</strong> cabeza. Creo que debían ser<br />
alrededor de <strong>la</strong>s dos o <strong>la</strong>s tres, cuando un ruido<br />
lo despertó: no era un ruido grande pero<br />
enseguida se puso alerta. De pronto se dio<br />
cuenta de que quizá no fue el ruido sino <strong>la</strong><br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
13<br />
ausencia de él lo que lo había desve<strong>la</strong>do porque,<br />
de pronto todos los grillos que cantaban<br />
alrededor de <strong>la</strong> <strong>quintería</strong> habían dejado de<br />
hacerlo. Como si alguien los hubiera<br />
desconectado de un enchufe. Abrió los ojos y su<br />
vista se paseó por <strong>la</strong>s paredes de <strong>la</strong> casa, pero en<br />
<strong>la</strong> oscuridad rota apenas por un rectángulo de<br />
luz de luna que entraba por <strong>la</strong> puerta abierta,<br />
solo se distinguían <strong>la</strong>s figuras difusas de <strong>la</strong>s dos<br />
viejas sil<strong>la</strong>s valencianas y el serijo medio<br />
deshecho junto a <strong>la</strong> mesa; y en <strong>la</strong> pared frente al<br />
poyo, <strong>la</strong> forma apenas discernible de <strong>la</strong> collera<br />
con el cuero resquebrajado y duro como <strong>la</strong><br />
piedra colgada de <strong>la</strong> estaca de <strong>la</strong> que pendía <strong>la</strong><br />
cadena del tiro dándole <strong>la</strong> apariencia de un reloj<br />
de pared arcaico e inservible. Entonces, para su<br />
espanto, se dio cuenta de que en <strong>la</strong> puerta de <strong>la</strong><br />
casa había alguien, Recortada su silueta en <strong>la</strong><br />
luz de <strong>la</strong> luna, había una figura de pié al <strong>la</strong>do de<br />
fuera del poyete que golpeaba con los nudillos<br />
<strong>la</strong> reseca madera de encina; eran golpes suaves<br />
como si el que los daba quisiera despertar s los<br />
de dentro y al mismo tiempo no deseara hacerlo.<br />
Parecía un hombre de mediana estatura que<br />
empuñaba un bastón <strong>la</strong>rgo y curvado en su<br />
extremo. Sobre su cabeza, un tocado que a Juan<br />
le resultaba familiar y extraño al mismo tiempo,<br />
pero que añadía, de alguna manera un toque un<br />
tanto raro a su presencia. Juan se quedó quieto,<br />
mientras el corazón se le desbocaba en el pecho.<br />
Después se tranquilizó un poco, o hizo lo que<br />
pudo por tranquilizarse, y sentándose en el poyo<br />
preguntó:”Quién vive”.<br />
La silueta dejó de tocar <strong>la</strong> puerta y del bulto de<br />
sombras que <strong>la</strong> formaban surgió una voz no<br />
demasiado grave aunque tampoco aguda que<br />
preguntó a su vez: ”¿Puedo entrar en esta<br />
casa?”. Juan se quedó un tanto confuso por una<br />
respuesta tan educada, por lo que contestó a su<br />
vez: ”Pasa, o mejor dicho, pase “usté”. La voz<br />
al cabo de un instante ,volvió a surgir de <strong>la</strong><br />
silueta que, a los ojos de Juan. parecía hecha de<br />
retazos oscuros y negros; ”Si me d´ais licencia,<br />
paso dentro”. Juan se mosqueó (dentro de <strong>la</strong>s<br />
circunstancias) un poco. A pesar del canguelo<br />
que sentía respondió”Sí, hombre , pase “usté”.<br />
Otro instante de silencio antes de que <strong>la</strong> voz<br />
volviera a preguntar “Me tomo <strong>la</strong> licencia y
entro en <strong>la</strong> casa con su permiso”. Y Juan, más<br />
seguro: ”Venga , hombre sin tanta ceremonia.<br />
Pase”usté”, que avivo <strong>la</strong> lumbre. Entonces,<br />
mientras Juan echaba sobre los tizones una<br />
brazada de pinchos resecos y un par de cepas<br />
que levantaron casi al instante una l<strong>la</strong>ma que<br />
iluminó <strong>la</strong> estancia, <strong>la</strong> silueta ade<strong>la</strong>ntó un pié<br />
sobre el poyete y pasó a <strong>la</strong> casa.<br />
Juan se extrañó más de lo que estaba al ver el<br />
aspecto del recién llegado. Evidentemente era<br />
un pastor. Su indumentaria así lo proc<strong>la</strong>maba;<br />
desde <strong>la</strong> zamarra de cuero sin curtir,<br />
despellejada en los codos y en toda <strong>la</strong> parte<br />
de<strong>la</strong>ntera, hasta los altos “leguis” que cubrían<br />
los remendados pantalones de recia pana hasta<br />
<strong>la</strong> rodil<strong>la</strong>, pasando por los capillos de cuero y<br />
<strong>la</strong>s bastas abarcas de gruesas correas con que<br />
cubría sus pies.<br />
El personaje se quitó el antiguo capote con<br />
esc<strong>la</strong>vina que llevaba sobre los hombros y lo<br />
echó sobre el otro poyo, a modo de colchoneta.<br />
Juan miraba al recién llegado cuyo tocado<br />
consistía en una montera antigua de <strong>la</strong>na de<br />
oveja de <strong>la</strong>s que hacía muchísimos años no se<br />
veían por estas tierras. El <strong>la</strong>rgo bastón curvado<br />
en un extremo como un signo de interrogación<br />
era una gancha, antigua como toda su<br />
indumentaria.<br />
Sin pronunciar una pa<strong>la</strong>bra, siguiendo lo que a<br />
Juan le pareció un ritual que el recién llegado<br />
repetía muy a menudo, el pastor o mayoral o lo<br />
que fuera, se tumbó en el poyo. Juan, lo observó<br />
con disimulo mientras se acomodaba en el duro<br />
catre. Y le l<strong>la</strong>mó <strong>la</strong> atención que un hombre de<br />
campo no tuviera <strong>la</strong> piel tan morena y atezada<br />
como <strong>la</strong> tenía el mismo. Y entonces pensó que<br />
el hombre de <strong>la</strong> montera que no se había<br />
quitado, por cierto, al acostarse no era de esta<br />
época .O, quizás, pertenecía a algún remoto<br />
caserío perdido en los tortuosos montes de<br />
detrás del Santuario. Entonces Juan observó que<br />
<strong>la</strong> gancha tenía en su extremo curvado unas<br />
manchas que a <strong>la</strong> danzante luz de <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas<br />
parecían de color rojo oscuro, como de almagra<br />
mezc<strong>la</strong>da con hollín como de sangre seca. Juan<br />
murmuró un “Buenas noches nos dé Dios” que<br />
el otro contestó con un gruñido ininteligible en<br />
el que sonaba el nombre de Dios, pero no como<br />
una respuesta, sino como un maldición. La<br />
gancha permanecía al <strong>la</strong>do del pastor a lo <strong>la</strong>rgo<br />
del poyo, dándole al yacente el aspecto de una<br />
figura funeraria, quizás <strong>la</strong> de un antiguo Obispo<br />
con su báculo. Su inmovilidad era absoluta y al<br />
reflejo de <strong>la</strong> lumbre, parecía como si se hubiera<br />
fundido con el poyo como si se tratara en efecto<br />
de <strong>la</strong> escultura pétrea de una tumba antigua. Sus<br />
ojos, o eso le parecía a Juan no se apartaban de<br />
<strong>la</strong> viga de <strong>la</strong> tisera que cruzaba <strong>la</strong> <strong>quintería</strong><br />
sobre su poyo.<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
14<br />
Juan interrumpió su narración para echar un<br />
buen trago de vino del jarro situado sobre <strong>la</strong><br />
mesa, entre él y yo. ”Te lo juro, Antonio, era<br />
espeluznante todo. Desde <strong>la</strong> manera de entrar en<br />
<strong>la</strong> <strong>quintería</strong> haciéndose rogar hasta el desparpajo<br />
con el que colocó su camastro y se tumbó… y<br />
sobre todo su aspecto allí tumbado, mirando sin<br />
pestañear <strong>la</strong>s tirantil<strong>la</strong>s… si lo sé no le pregunto,<br />
si lo llego a saber no digo “ná”.<br />
Juan volvió a retomar su historia, si así puede<br />
l<strong>la</strong>mársele. Luego de que un leve<br />
estremecimiento recorriera su cuerpo al<br />
recordar, continuó. Después de un buen rato,<br />
por decir algo pregunté: ”¿Qué? ¿es usted de<br />
por aquí?” El otro sin moverse lo más mínimo<br />
respondió su voz saliendo de <strong>la</strong> sombra apenas<br />
discernible a <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas cada vez más<br />
escasas;”Yo habito aquí”. A Juan <strong>la</strong> inquietud le<br />
subió dos grados por lo menos, ante <strong>la</strong> respuesta<br />
nada brusca sino más bien tranqui<strong>la</strong>. Y Juan”.<br />
Pero ¿siempre? ¿Usté solo? ¿Y el ganado?”. La<br />
voz sin inflexión respondió de nuevo;”Algunas<br />
noches de luna llena, no todas, vengo aquí.<br />
Tengo que venir. Si hay alguien, cosa que nunca<br />
sucede, debo pedir licencia para entrar tres<br />
veces, a tres personas que pernocten en <strong>la</strong><br />
<strong>quintería</strong>. Tú eres <strong>la</strong> segunda.” La voz de Juan<br />
era apenas un hilo y <strong>la</strong> flojera que sentía desde<br />
que llegó a <strong>la</strong> casa se le acentuó, junto con un<br />
tembleque apenas disimu<strong>la</strong>do en <strong>la</strong>s piernas. A<br />
pesar de ello, y tratando de disimu<strong>la</strong>r el miedo,<br />
dijo: ”¿Qué…Cuál es <strong>la</strong> historia?”<br />
El pastor, sin abandonar ni por un momento su<br />
inmóvil postura empezó más que a hab<strong>la</strong>r, a<br />
recitar una historia que daba <strong>la</strong> sensación no<br />
quería contar pero que ago superior a su<br />
voluntad le obligara a hacerlo. Juan a pesar de<br />
querer haber estado a leguas de allí no tuvo más<br />
remedio que prestar oídos. Sobre todo, porque <strong>la</strong><br />
puerta de trillo se cerró de pronto con un<br />
golpazo que hizo estremecer <strong>la</strong>s paredes de <strong>la</strong><br />
casucha y derribó trozos del viejo revoco de<br />
yeso provocando finas cataratas de tierra<br />
pulverizada encima del poyo de Juan y del<br />
humero, cayeron varios terrones de barro sobre<br />
los tizones del hogar terminando casi con <strong>la</strong><br />
poca iluminación que aún quedaba.<br />
El pastor -su voz- comenzó así a contar una<br />
historia vieja de casas ”recias” de <strong>la</strong>branza, de<br />
amoríos entre criadas y pastores. De pastores
enamorados de sirvientas y de falsos frailes<br />
embaucadores y viciosos. De mensajes de amor<br />
en esque<strong>la</strong>s atada con cintas de colores dejados<br />
al albur del viento para que los encontrara el<br />
pastor amante al ir con su ganado a los pastos.<br />
De citas furtivas a <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> luna bajo los<br />
á<strong>la</strong>mos del pozo, entonces verdes y lozanos. Y<br />
habló del fraile corroído por los celos y <strong>la</strong><br />
lujuria que mató a <strong>la</strong> criada para poder<br />
conseguir<strong>la</strong>. Y de un girón de te<strong>la</strong> de<strong>la</strong>tor de <strong>la</strong><br />
camisa sangrienta de <strong>la</strong> criada que enganchada<br />
en un ruedamundos llegó como un mensaje de<br />
muerte hasta el lugar donde estaba el mozo con<br />
el ganado. De apresuradas carreras en <strong>la</strong> noche<br />
Del fraile enterrando el cadáver bajo los á<strong>la</strong>mos<br />
y sus manos llenas de sangre y tierra levantadas<br />
para defenderse de los golpes. Y del bastón del<br />
pastor cayendo una y otra vez sobre su cabeza,<br />
golpeando con furia homicida hasta <strong>la</strong> muerte y<br />
después. Juan, escuchaba horrorizado con los<br />
ojos abiertos como p<strong>la</strong>tos, agarrotadas sus<br />
manos en <strong>la</strong>s arrugas de <strong>la</strong> manta, mientras el<br />
pastor desgranaba aquel<strong>la</strong> sarta de horrores con<br />
una voz monótona, sin emoción; como un guión<br />
recitad mil veces del que no hay que dejar ni<br />
una coma. Al fin cuando aquel<strong>la</strong> historia<br />
terrible dio lugar a una pausa, se atrevió a<br />
preguntar con una voz que a él le pareció<br />
pertenecía a otro. ”Y que fue de aquel…<br />
aquel… pastor”.<br />
La voz que parecía venir de algún sitio del<br />
infierno, pues ahora <strong>la</strong> oscuridad era casi<br />
absoluta, respondió con lo que a Juan le pareció<br />
un ligero acento de emoción. El pastor arrojó al<br />
fraile al pozo de noria con una piedra atada al<br />
pie. Después entro en esta <strong>quintería</strong> y se ahorcó<br />
en esa viga que está encima de los poyos. La<br />
viga que ahora mismo estoy mirando. Los<br />
caseros al descubrir el cadáver huyeron dejando<br />
en <strong>la</strong> casa todo lo que tenían y nadie que<br />
conociera estos crímenes volvió a entrar aquí, ni<br />
a acercarse a este lugar. Ni tampoco a <strong>la</strong> casa de<br />
enfrente, <strong>la</strong> de los Mendoza, que hoy todo el<br />
mundo conoce como casa del Fraile. Juan estaba<br />
mudo de terror y por un sentimiento como de<br />
estar en el sitio en que no debía. Tras un silencio<br />
que le pareció eterno, algo vino a aumentar <strong>la</strong><br />
tensión. Algo raspó en el exterior de <strong>la</strong> puerta de<br />
<strong>la</strong> casa. Primero fue un leve roce, después un<br />
poco más fuerte, con insistencia. Deseando con<br />
toda su alma que el horror se hubiera acabado<br />
por esa noche, Juan fue a tientas hasta <strong>la</strong> puerta<br />
y <strong>la</strong> abrió de golpe. A <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> luna<br />
contempló un bulto informe que se movía a<br />
impulsos de una ligera brisa. Cuando miró con<br />
más atención, vio que se trataba de un pajito, de<br />
un ruedamundos que rozaba con <strong>la</strong> puerta. Pero<br />
colgando de él, en pleno centro casi, había una<br />
colgajo ensangrentado cuyo color rojo oscuro<br />
resaltaba a <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> luna llena .Juan recordó<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
15<br />
al punto el trozo de camisa que desató <strong>la</strong><br />
tragedia y <strong>la</strong> gancha llena de sangre que llevaba<br />
el pastor. Quiso volver a entrar y cuando se dio<br />
<strong>la</strong> vuelta tropezó con el cuerpo del pastor que<br />
detrás de él miraba con los ojos desorbitados el<br />
trapo que colgaba del ruedamundos, <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong><br />
luna resaltando su espantosa palidez.<br />
Después todo sucedió muy deprisa. Tan rápido<br />
que a Juan le pareció estar asistiendo a algo muy<br />
ensayado o, mejor dicho, que se estuviera<br />
representando siempre. Como si él y sólo él<br />
hubiera sido elegido para presenciarlo. El<br />
pastor, con los ojos inyectados en sangre,<br />
empujándolo a un <strong>la</strong>do y después de <strong>la</strong>nzar una<br />
maldición terrible a los cielos, gritando con voz<br />
aterradora y desesperada”!! ¿Pero es que ha<br />
vuelto ese hijo puta?!!”. Y enarbo<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong><br />
gancha correr hacia los á<strong>la</strong>mos a los que un<br />
súbito golpe de viento había animado y movían<br />
sus ramas esqueléticas como manos sarmentosas<br />
hacia el cielo, mientras el aire al correr entre los<br />
agostados palotes sonaba como un l<strong>la</strong>nto de<br />
mujer.<br />
El pastor se sumergió en <strong>la</strong>s sombras nocturnas<br />
de los á<strong>la</strong>mos sin dejar de gritar; ”¡¡¡Ven acá<br />
cabrón, ¿por qué has vuelto?!!! Una y mil veces<br />
te mataré!!! ¡¡¡¡ Aunque me queme en el<br />
infierno !!!. Y sus gestos eran acompañados de<br />
tremendos golpes del <strong>la</strong>rgo bastón sobre algo<br />
que a juzgar por el sonido, parecía tener <strong>la</strong><br />
consistencia del cuero o el corcho. Juan no pudo<br />
más; abandonó <strong>la</strong> casa saltando como una liebre<br />
sobre el poyete y corrió… Corrió como un<br />
gamo, como un galgo con <strong>la</strong> desesperación de<br />
quien quiere escapar de una pesadil<strong>la</strong>. Sus pies<br />
parecían vo<strong>la</strong>r sobre el camino polvoriento sin<br />
tocarlo apenas; una zancada, otra, otra, un salto<br />
para salvar el arroyo, otra zancada, otra… Por<br />
un paisaje que <strong>la</strong> luna convertía en un cuadro<br />
irreal, en un decorado de pesadil<strong>la</strong> de sólo dos<br />
colores: b<strong>la</strong>nco y sombra. Con los perros de La<br />
Sima saliéndole al encuentro y al verlo (u<br />
olerlo), huyendo espantados a refugiarse en <strong>la</strong><br />
majada, como si tras el o rodeándolo arrastrase<br />
un girón de otro mundo, un retazo de<br />
maldición… Con el corazón <strong>la</strong>tiéndole en <strong>la</strong>s<br />
sienes y zumbándole en los oídos; a los que<br />
extrañamente y a pesar de <strong>la</strong> distancia que su<br />
carrera había puesto entre él y <strong>la</strong> <strong>quintería</strong>, llegó<br />
el ruido de una zambullida en el agua…Y siguió<br />
moviendo <strong>la</strong>s piernas a toda <strong>la</strong> velocidad que<br />
pudo, hasta llegar al Santuario. Cayó<br />
derrengado en el parador, y en cuanto pudo se<br />
levantó. Medio a rastras l<strong>la</strong>mó en <strong>la</strong> puerta de <strong>la</strong><br />
vivienda del santero el cual tardó unos minutos<br />
en abrir (era de madrugada) y le rogó que le<br />
vendiera 4,5,6… Muchas ve<strong>la</strong>s (no recordaba<br />
cuantas para una ofrenda a <strong>la</strong> Virgen. Y no dijo<br />
nada. A nadie. Aunque le preguntaron al ver su<br />
aspecto, se cuidó mucho de decir <strong>la</strong> verdad,
Masculló algo de “los cabrones de los<br />
mastines”. Nunca refirió lo que le había pasado<br />
en aquel<strong>la</strong> negra <strong>quintería</strong>; porque estaba seguro<br />
de que lo habrían tomado por loco. Su secreto<br />
continuó siéndolo, incluso para su mujer y sus<br />
hijos. “So<strong>la</strong>mente te lo he contado a ti, porque<br />
siempre he pensado que eras una persona de<br />
mente abierta... Aunque <strong>la</strong> verdad es que si lo<br />
pienso, no sé porqué a ti, después de tantos<br />
años… Quizás porque creo que sabes escuchar.”<br />
Yo me quedé pensativo. Mirándole con<br />
admiración y sin saber que decir. Acudieron a<br />
mi mente <strong>la</strong> célebre frasecita de “Si non é<br />
vero…”, pero <strong>la</strong> deseché inmediatamente,<br />
porque no se me antojaba Juan capaz de<br />
inventarse no esa historia sino de imaginar el<br />
cuento más sencillo. Luego de un rato, por decir<br />
algo, le hice <strong>la</strong> pregunta más ramplona que se<br />
me vino a <strong>la</strong> cabeza.”¿Y <strong>la</strong> Orbea? Porque yo sé<br />
lo que apreciabas <strong>la</strong> bicicleta y lo que te costó<br />
poder<strong>la</strong> comprar”. Juan se me quedó mirando un<br />
<strong>la</strong>rgo rato, después apuró el vino que tenía en el<br />
vaso y se sirvió otro. Me miró de hito en hito, y<br />
me respondió: “La bicicleta (pausa). La bicicleta<br />
allí estará, mejor dicho allí está.” Se inclinó<br />
sobre <strong>la</strong> mesa y agarrándome el brazo me dijo<br />
en voz baja; su cara casi pegada a <strong>la</strong> mía:<br />
¿conoces a mi cuñao Joaquín qu’es mu listo, mu<br />
tonto diría yo. Te via contar lo que le pasó , pero<br />
que no s’entere, que le dá mucho coraje. Sobre<br />
tóo porque va a saber que’sio yo el que te lo ha<br />
dicho.”<br />
Un día que pasábamos por el camino La Cañá<br />
que como sabes está a unos doscientos metros<br />
de <strong>la</strong> Casa el Fraile, se empeñó en ir allí. Ni yo<br />
ni ninguno de <strong>la</strong> cuadril<strong>la</strong> quiso acompañarle. Y<br />
él por’acese el valiente, fue. Lo vimos dende<br />
lejos. Se acercó a <strong>la</strong> casa, a <strong>la</strong> de más abajo, ya<br />
sabes cuál, y pasó. Enseguida salió haciéndonos<br />
señas con una bomba de bicicleta. De pronto<br />
vimos cómo volvía <strong>la</strong> cabeza hacia el pozo de<br />
noria, como si algo le l<strong>la</strong>mara <strong>la</strong> atención,<br />
Luego se acercó al pozo (yo con el alma encogía<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
16<br />
por lo que me había pasao). Después se asomó<br />
al brocal múu despacico, atisbó un momento…<br />
y después arrancó a correr como un loco hacia<br />
donde estábamos nosotros. Cuando llegó, sin<br />
aliento a hab<strong>la</strong>r le tuvimos que dar un traguillo<br />
de vino, (media cuartil<strong>la</strong>, diría yo) para que se<br />
calmara. Cuando pudo empezar a hab<strong>la</strong>r nos<br />
contó, con los pelos de los brazos como<br />
alcayatas, que oyó una especie de chapoteo en el<br />
pozo y pensó: “!Coño, cangrejos!” y fue a<br />
mirar. Se asomó y vio cómo el agua del pozo se<br />
remecía, como si algo se agitara en el fondo. Al<br />
fijarse mejor, notó que algo o alguien que<br />
trepaba por <strong>la</strong> pared del pozo. Cuando su vista<br />
comprendió lo que estaba presenciando se<br />
quedó mudo de terror. El dice que no lo olvidará<br />
mientras viva. Por <strong>la</strong> pared del pozo,<br />
agarrándose a <strong>la</strong>s piedras que sobresalían, con<br />
<strong>la</strong>s ropas chorreantes de agua, subía algo que a<br />
él le pareció una persona con un hábito de fraile<br />
harapiento. Las manos ensangrentadas parecidas<br />
a garras. Mi cuñado se quedó inmóvil por el<br />
terror. De pronto, el fraile o lo que fuera<br />
aquello, levantó <strong>la</strong> cabeza y se le quedó mirando<br />
con unos ojos l<strong>la</strong>meantes donde ardía el odio.<br />
Un odio atroz, inhumano. Sus ojos refulgían<br />
entre los chorretones de sangre que corrían por<br />
<strong>la</strong> cabeza destrozada, sobre un rostro deformado<br />
por los vicios más horribles. A punto de<br />
desmayarse de <strong>la</strong> impresión, sacó fuerzas de<br />
f<strong>la</strong>queza y corrió hasta nosotros. Juan se volvió<br />
a rascar <strong>la</strong> cabeza por debajo de <strong>la</strong> boina y<br />
sonriendo con sorna me dijo.: “El gilipol<strong>la</strong>s lo<br />
cascó ante toos antes de volvese a desmayar.<br />
Así que sirvió de cachondeo durante un par de<br />
meses. El del fraile, le decían los de <strong>la</strong> cuadril<strong>la</strong>.<br />
Pero, lo más grande, pa que veas si es tonto, es<br />
que cuando de nuevo volvió en sí, me dice con<br />
mu poquita voz:” Una Orbea igualita que <strong>la</strong> tuya<br />
está en <strong>la</strong> <strong>quintería</strong>. Yo me quedé mirándolo y le<br />
dije muy serio. “Allí está güena“.<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos, 5 de mayo de 2010.
CINE<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
JEAN RENOIR EN HOLLYWOOD<br />
17<br />
Jesús Fernández Vallejo<br />
“El fracaso de La reg<strong>la</strong> del juego en su aparición me deprimió tanto que decidí renunciar al<br />
cine o abandonar Francia.” (Jean RENOIR.)<br />
Para ANA. Por todo.<br />
Introducción.<br />
El presente artículo es un estudio sobre <strong>la</strong> etapa<br />
americana de Jean Renoir, uno de los cineastas<br />
más importantes del cine europeo y del cine<br />
mundial de todos los tiempos. No exageramos al<br />
situarlo entre los escogidos en el panteón de los<br />
grandes creadores del séptimo arte, al <strong>la</strong>do de<br />
figuras como Ingmar Bergman, John Ford y<br />
Akira Kurosawa. Renoir dirigió entre 1924 y<br />
1969 un total de treinta y ocho pelícu<strong>la</strong>s, una<br />
obra prolífica, sin duda alguna, que <strong>la</strong> crítica ha<br />
venido c<strong>la</strong>sificando en cuatro grandes etapas<br />
perfectamente caracterizadas: 1) el período<br />
mudo (1924-1929), en el que alterna cine<br />
comercial y cine vanguardista; 2) los años<br />
treinta (1930-1939), una etapa en <strong>la</strong> que filma<br />
algunos títulos representativos del “realismo<br />
poético” (Los bajos fondos y La bestia humana)<br />
y, desde luego, sus grandes obras maestras (La<br />
gran ilusión y La reg<strong>la</strong> del juego); 3) el exilio<br />
americano, un período en el que ajusta su estilo<br />
a los temas y a <strong>la</strong>s formas del sistema de<br />
estudios; y, por último, 4) <strong>la</strong> etapa de retorno al<br />
cine francés tras una breve estancia en <strong>la</strong> India.<br />
Jean Renoir<br />
Intentaremos, pues, circunscribir nuestro<br />
análisis a <strong>la</strong> etapa americana del autor. Por<br />
tanto, sólo analizaremos el corpus de cinco<br />
pelícu<strong>la</strong>s realizadas por Renoir en Estados<br />
Unidos entre 1941 y 1946, un período que<br />
coincide con el desarrollo de <strong>la</strong> Segunda Guerra<br />
Mundial: Swamp Water / Aguas pantanosas<br />
[20th Century Fox, 1941], This Land Is Mine /<br />
Esta tierra es mía [RKO, 1943], The Southerner<br />
/ El hombre del Sur [PRODUCING PICTURES,<br />
1945], Diary of a Chambermaid / Memorias de<br />
una doncel<strong>la</strong> [M&A Alexander Prod., 1946] y<br />
The Woman on the Beach / La mujer en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya<br />
[RKO, 1947]<br />
En el transcurso de nuestro artículo daremos en<br />
varias ocasiones <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra al director, quien, de<br />
manera magistral, redactó un libro de memorias<br />
–Mi vida y mi cine, 1974- lleno de juicios, de<br />
reflexiones y de experiencias personales, al que<br />
no dudamos en calificar como uno de los<br />
mejores textos sobre el mundo del cine. (Un<br />
“panteón” bibliográfico al que pertenecen<br />
también títulos como El cine según Hitchcock,<br />
de François Truffaut, así como <strong>la</strong>s memorias de<br />
Capra, de Huston o de Bergman, entre otros.)<br />
Renoir dedica una considerable cantidad de<br />
páginas al re<strong>la</strong>to de su etapa americana: un<br />
“éxodo” –así lo califica él- narrado entre los<br />
capítulos 33 y 45, que se lee como un libro de<br />
aventuras, o una especie de nove<strong>la</strong> de<br />
aprendizaje.<br />
Una última ac<strong>la</strong>ración. El exilio político y<br />
cinematográfico de Jean Renoir tendrá como<br />
primera etapa Italia, donde comenzará Tosca<br />
(1940), un filme que acabará Carl Koch. En<br />
realidad, el nombre del autor no aparece en los<br />
títulos de crédito y, según apunta Ángel<br />
Quintana (1998), <strong>la</strong> práctica totalidad del<br />
metraje fue filmada por Koch. Este filme<br />
quedará fuera de nuestro cometido.<br />
1. Esbozo biográfico.<br />
El conocimiento del contexto político, social y<br />
personal adquiere en el análisis de <strong>la</strong> etapa<br />
americana de Renoir una importancia capital.<br />
¿Por qué y cuándo decide el director francés
exiliarse en Estados Unidos? Y siete años<br />
después, ¿a qué responde su deseo de regresar a<br />
Francia? En los siguientes párrafos intentaremos<br />
resolver estos interrogantes.<br />
Al estal<strong>la</strong>r <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial Jean<br />
Renoir recupera su condición de subteniente y<br />
es destinado al servicio cinematográfico del<br />
ejército. Sucedió entonces que Mussolini, tras<br />
haber visto La reg<strong>la</strong> del juego, solicitó conocer<br />
al director e invitarlo al Centro Sperimentale de<br />
Roma para impartir c<strong>la</strong>ses de cine. Renoir<br />
empieza a rodar La Tosca al tiempo que los<br />
alemanes organizan <strong>la</strong> toma de <strong>la</strong> Ciudad<br />
Eterna: a partir de ese momento el Duce iba a<br />
combatir al <strong>la</strong>do de Alemania. Entonces, el<br />
embajador de Francia en Roma le aconseja a<br />
Renoir que se marche de allí en el primer tren a<br />
París. No obstante, su co<strong>la</strong>borador Carl Koch y<br />
el actor Michel Simon se quedan para rodar La<br />
Tosca. Renoir recuerda ese momento con<br />
profunda emoción: “La despedida de mis<br />
co<strong>la</strong>boradores fue muy triste… Además de los<br />
acontecimientos políticos, lo que me afligía es<br />
que apenas había comenzado el rodaje de La<br />
Tosca”.<br />
La estancia en París es peligrosa. Los Renoir<br />
(Jean y Dido, su mujer), en compañía de los<br />
Cézanne, inician una escapada hacia el sur de<br />
Francia con paradas en algunas granjas donde<br />
fueron muy bien acogidos. Recibe en ese<br />
momento una carta de Robert F<strong>la</strong>herty, el<br />
director de Nanouk, el esquimal: le ordena que<br />
se presente de inmediato en el consu<strong>la</strong>do de<br />
Niza “donde me esperaba un visado para<br />
Estados Unidos”. Renoir tuvo que esperar aún<br />
varios meses para obtener un visado de salida de<br />
<strong>la</strong>s autoridades francesas. Y llegamos al<br />
momento c<strong>la</strong>ve en <strong>la</strong> vida de Renoir. Los<br />
co<strong>la</strong>boracionistas con el régimen nazi le<br />
proponen trabajar en el marco de <strong>la</strong> France<br />
Nouvelle, asegurándole que se beneficiaría de<br />
todos los medios necesarios para rodar<br />
“libremente” sus pelícu<strong>la</strong>s. “Había llegado el<br />
momento de desaparecer”: Renoir y su mujer<br />
toman en Marsel<strong>la</strong> un barco con destino a<br />
Argelia, y luego a Marruecos y a Lisboa… y,<br />
por fin, a Nueva York.<br />
El 31 de diciembre de 1940 los Renoir llegan a<br />
Nueva York. Robert F<strong>la</strong>herty los espera en el<br />
muelle: “Aquel hombre era todo amor”. (Renoir<br />
dedica el capítulo 34 -“Primeros tiempos en el<br />
país de los pieles rojas”- a re<strong>la</strong>tar <strong>la</strong> emoción y<br />
el estupor que le provocaron los edificios, <strong>la</strong>s<br />
calles y <strong>la</strong>s gentes de “aquel<strong>la</strong> ciudad<br />
sorprendente”.) Al poco tiempo se tras<strong>la</strong>dan a<br />
Hollywood: “es decir, según los neoyorquinos,<br />
[dejábamos] <strong>la</strong> civilización por <strong>la</strong> barbarie”.<br />
Renoir tenía un contrato con <strong>la</strong> FOX. En este<br />
punto de sus memorias el director francés<br />
manifiesta algo que constataremos en nuestro<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
18<br />
análisis fílmico posterior: Rápidamente<br />
comprendí que <strong>la</strong> Fox no esperaba que les<br />
ofreciera mis métodos personales, sino que<br />
adoptara los métodos hollywoodenses.<br />
En realidad, como afirman Faulkner y Duncan,<br />
“Renoir tuvo que empezar de cero y aprender <strong>la</strong><br />
forma de hacer cine del lugar”. Tuvo éxitos y<br />
fracasos. Muchas ideas y proyectos quedaron en<br />
el camino, y, al final, podemos concluir que no<br />
llegaría a adaptarse al sistema.<br />
No sin dificultad Renoir convence a Darryl F.<br />
Zanuck, jefe de <strong>la</strong> Fox, para que le confíe <strong>la</strong><br />
dirección de SWAMP WATER / AGUAS<br />
PANTANOSAS (1941), un filme de argumento<br />
puramente americano, con guión de Dudley<br />
Nichols, basado en <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> de Vereen Bell. De<br />
ese rodaje Renoir recuerda con emoción un<br />
doble descubrimiento: de un parte, <strong>la</strong> región de<br />
Okefenokee, refugio de animales salvajes de<br />
todo tipo; y, de otro parte, <strong>la</strong> bebida nacional del<br />
Sur, el bourbon. (En esto también admiramos el<br />
buen gusto del maestro.) Por otra parte, el<br />
director francés <strong>la</strong>menta cómo Darryl F. Zanuck<br />
le recrimina <strong>la</strong> tardanza en el rodaje y le impone<br />
filmar a <strong>la</strong> manera de Hollywood:<br />
concretamente, le obliga a rodar algunas escenas<br />
p<strong>la</strong>no a p<strong>la</strong>no en lugar de emplear el p<strong>la</strong>no<br />
secuencia. “Fue mi primera abdicación en<br />
Hollywood”.<br />
Tras su frustración con Zanuck en <strong>la</strong> Fox,<br />
Renoir firma un contrato con <strong>la</strong> Universal<br />
Pictures, donde le proponen trabajar con Deanna<br />
Durbin en una pelícu<strong>la</strong> bélica titu<strong>la</strong>da MI
ENCANTADORA ESPOSA (1942, Bruce<br />
Manning). Pero Renoir abandona el proyecto al<br />
cabo de diez semanas por problemas de salud,<br />
aunque al parecer también por desacuerdos con<br />
re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> producción cinematográfica.<br />
En 1943 escribe y produce para <strong>la</strong> RKO THIS<br />
LAND IS MINE / ESTA TIERRA ES MÍA. El<br />
punto de partida es un guión original escrito por<br />
el propio Renoir y Dudley Nichols, inspirado<br />
libremente en La dernière c<strong>la</strong>sse de Alphose<br />
Daudet. Renoir destaca de esta pelícu<strong>la</strong> el<br />
trabajo de Charles Laughton, un actor<br />
maravilloso que se implicaba hasta el fondo en<br />
cada escena de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong>. Además, gracias a él<br />
conoció <strong>la</strong> literatura de William Shakespeare<br />
cuyos textos recitaba en los descansos del<br />
rodaje. Esta vez <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> se termina<br />
rápidamente. Fue todo un éxito en <strong>la</strong>s sa<strong>la</strong>s de<br />
proyección americanas. Sin embargo, el estreno<br />
de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> en Francia después del conflicto<br />
bélico recibió duras críticas por su benevolencia<br />
con el régimen de Vichy y su visión a veces<br />
algo ingenua con <strong>la</strong> ocupación alemana.<br />
Pero en este periodo hollywoodense de Jean<br />
Renoir algunos proyectos cinematográficos no<br />
llegaron nunca a materializarse. El primero, un<br />
filme titu<strong>la</strong>do SARN, basado en <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> de<br />
Mary Webb, que el director quería rodar con<br />
Ingrid Bergman. Dudley Nichols y Renoir<br />
soñaban igualmente con el rodaje de una nueva<br />
versión de LOS BAJOS FONDOS, con una<br />
historia situada en Los Ángeles. “No había<br />
nada que hacer; a pesar del dinero que daban<br />
mis pelícu<strong>la</strong>s, yo no era comercial.”<br />
En 1944 <strong>la</strong> Office for War Information le<br />
propone a Renoir ir a Nueva York para<br />
participar en <strong>la</strong> producción de SALUTE TO<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
19<br />
FRANCE, un filme menor destinado a <strong>la</strong>s tropas<br />
americanas y a <strong>la</strong>s aliadas que tenían que<br />
desembarcar en <strong>la</strong>s costas de Francia para<br />
explicar <strong>la</strong> situación de este país bajo <strong>la</strong><br />
ocupación y para familiarizarse con sus<br />
costumbres. La pelícu<strong>la</strong> se rueda entre marzo y<br />
abril de 1944, seis semanas antes del<br />
desembarco de Normandía (6 de junio). (No<br />
hemos visto este filme: al parecer, <strong>la</strong> versión<br />
original tenía un metraje de 90 minutos que<br />
quedó reducido a <strong>la</strong> mitad.)<br />
Este proyecto le permitió conocer, entre otros<br />
“monstruos del teatro”, a Burguess Meredith,<br />
que se había casado con <strong>la</strong> ex mujer de Charlie<br />
Chaplin, Paulette Goddard. Meredith le abrió a<br />
Renoir <strong>la</strong>s puertas del mundo teatral<br />
neoyorquino. Dos años más tarde el director<br />
francés dirige a Burguess y a Goddard en THE<br />
DIARY OF A CAMBERMAID, una adaptación<br />
de una nove<strong>la</strong> de Octave Mirbeau. (Lamentable<br />
e incomprensiblemente, Renoir olvida en sus<br />
memorias el re<strong>la</strong>to de <strong>la</strong> producción de este<br />
filme.)<br />
En 1945 Robert Hakim le propone a Renoir<br />
dirigir THE SOUTHERNER, un filme basado en<br />
una nove<strong>la</strong> de George Sessions Perry, Hold<br />
Autumn in Your Hand, adaptada por Hugo<br />
Butler. Éste finalmente se retira de <strong>la</strong> escritura<br />
del guión: en realidad, Renoir lo reescribe a su<br />
manera con <strong>la</strong> ayuda de su secretaria Pau<strong>la</strong><br />
Salemson y los consejos de William Faulkner,<br />
quien no aparece acreditado. Renoir se muestra<br />
muy agradecido con él en sus memorias: “La<br />
influencia de este genio tiene sin duda mucho<br />
que ver con el éxito de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> que, rodada<br />
en 1945, se proyecta todavía en todos los países<br />
del mundo.” Este filme supuso <strong>la</strong> reconciliación<br />
de Renoir con Hollywood: en el<strong>la</strong> iba a poner de<br />
manifiesto sus ideas sobre el cine de autor. Este<br />
emotivo filme tuvo un enorme éxito y supuso<br />
para Renoir una consagración definitiva.<br />
Renoir filmará su último filme americano para<br />
<strong>la</strong> RKO: empieza el rodaje a principios de<br />
febrero de 1946 y lo estrena en junio de 1947.<br />
Se pone de acuerdo con Jack Gross, el productor<br />
contratado por el estudio, para escribir el<br />
argumento de THE WOMAN ON THE BEACH,<br />
a partir de <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> de Mitchel Wilson, None<br />
Too Blind. Pero en el trascurso de <strong>la</strong><br />
preproducción Gross muere y Renoir hereda<br />
toda <strong>la</strong> responsabilidad de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong>. “Aquel<strong>la</strong><br />
muerte me pareció un terrible presagio. No me<br />
equivocaba”. Renoir intenta modificar el guión<br />
durante <strong>la</strong>s tomas, lo que provoca un desorden<br />
de argumento. La pelícu<strong>la</strong> precipita el final de<br />
su etapa americana, pero no porque fuera un<br />
desastre de crítica y de público. Renoir tenía aún<br />
un contrato de dos pelícu<strong>la</strong>s con <strong>la</strong> RKO, pero<br />
unos días después del estreno <strong>la</strong> productora le<br />
propone rescindir el contrato a cambio de una
indemnización económica. La aventura<br />
americana de Renoir llegaba a su fin, y no<br />
precisamente de forma exitosa. Zanuck lo<br />
explicó a su manera: “Renoir tiene mucho<br />
talento, pero no es de los nuestros”. Faulkner y<br />
Duncan p<strong>la</strong>ntean <strong>la</strong> posibilidad de que Renoir<br />
estuviera en <strong>la</strong>s listas negras de los productores<br />
y los estudios por su activismo político durante<br />
los años cuarenta.<br />
Las tensiones vividas con <strong>la</strong> RKO y el fracaso<br />
económico de The Woman on the Beach obligan<br />
a Jean Renoir a un nuevo exilio, esta vez de<br />
regreso a Francia: se inicia así <strong>la</strong> última etapa de<br />
su filmografía marcada –apunta Quintana- “por<br />
<strong>la</strong> condición de extranjería”, por <strong>la</strong> sensación de<br />
extrañeza en su propia casa.<br />
De todos modos, Jean Renoir volvería a Estados<br />
Unidos, y acabaría convirtiendo este país en su<br />
tierra de adopción, en el espacio predilecto para<br />
vivir felizmente sus últimos años.<br />
2. Análisis fílmico: directed by Jean Renoir.<br />
2.1. Swamp Water (1941) y The Southerner<br />
(1945): el cine realista.<br />
SWAMP WATER / AGUAS PANTANOSAS<br />
(1941, 20 th Century Fox)<br />
Un travelling en retroceso muestra una ca<strong>la</strong>vera<br />
sobre una cruz que está c<strong>la</strong>vada en mitad de un<br />
pantano (según los títulos de crédito, <strong>la</strong> historia<br />
está localizada “in the Okefenokee Swamp in<br />
the State of Georgia”), a su vez –continúa el<br />
travelling <strong>la</strong>teral hacia <strong>la</strong> derecha- enmarcado en<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
20<br />
un espacio natural exuberante, de enorme<br />
riqueza tanto de árboles como de p<strong>la</strong>ntas. Ya<br />
queda de manifiesto <strong>la</strong> importancia del medio<br />
sobre el ser humano –los hombres del pantano-<br />
que poco puede hacer para vencerlo, para<br />
dominarlo: son incapaces de encontrar a unos<br />
tramperos que al parecer se internaron en ese<br />
lugar –cazan animales para vender sus pieles- y<br />
fueron atrapados por una mocasín. Thursday<br />
Ragan (Walter Huston) le pide una y otra vez a<br />
su hijo Ben Ragan (Dana Andrew) que no se<br />
asome al pantano.<br />
Por momentos el filme de Renoir se torna casi<br />
en una especie de documental sobre el modo de<br />
subsistencia de los habitantes de <strong>la</strong> comarca del<br />
pantano. No nos sorprende, pues, que el director<br />
invierta algo más de cinco minutos en mostrar<br />
casi palmo a palmo <strong>la</strong> naturaleza del lugar<br />
cuando en un viaje arriesgado Ben sale en busca<br />
de su querido perro. Al parecer Renoir se negó a<br />
reproducir este espacio natural en los estudios<br />
de <strong>la</strong> Fox y convenció a Zanuck para rodar los<br />
exteriores del filme en Georgia, en <strong>la</strong><br />
encantadora ciudad de Waycross.<br />
La parte descriptiva de <strong>la</strong> secuencia concluye<br />
cuando aparece en escena el hombre salvaje de<br />
<strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong>, Tom Keefer (Walter Brenan), el<br />
único individuo capaz de sobrevivir en este<br />
medio inhóspito. No tiene el viejo buena<br />
opinión de <strong>la</strong> gente del pantano: mucho menos<br />
de <strong>la</strong> familia de Ben. Pero entre ellos surge a<br />
partir de este momento una re<strong>la</strong>ción amistosa<br />
muy entrañable basada en <strong>la</strong> solidaridad y en <strong>la</strong><br />
comprensión mutua. En este sentido, en <strong>la</strong><br />
segunda visita de Ben, ya emancipado, pues<br />
abandona definitivamente su casa al enfrentarse<br />
una vez más a su incompresible y testarudo<br />
padre, en este retorno al paraíso perdido, los<br />
nuevos amigos hab<strong>la</strong>n ya distendidamente:<br />
-Esto es como estar en otro mundo –le dice<br />
Ben a su “socio”.<br />
-He oído decir que <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s son otros<br />
mundos. Son como balsas flotando en <strong>la</strong><br />
noche del señor y hay seres vivientes dentro<br />
igual que en este mundo al que l<strong>la</strong>mamos<br />
tierra. Vivir en este pantano es como vivir en<br />
una estrel<strong>la</strong> -dice Tom.<br />
-Este pantano –apunta Ben- no parecer ser<br />
tan peligroso como dicen.<br />
-No si se conoce. Pero puedes perderte y<br />
volverte loco tratando de encontrar <strong>la</strong> salida.<br />
Hay que conocer bien a todos los seres que<br />
viven aquí. De <strong>la</strong> misma manera que es<br />
necesario conocer bien a <strong>la</strong> gente para vivir<br />
fuera del pantano.<br />
Se trata sin duda alguna de una de <strong>la</strong>s escenas<br />
más intimistas y líricas del primer filme de<br />
Renoir en América. Filmada con una puesta en
escena muy austera con apenas movimientos de<br />
cámara, resuelta casi en su totalidad en p<strong>la</strong>nos<br />
fijos. (A veces, algunos p<strong>la</strong>nos nos han<br />
recordado a ciertos cuadros realistas.) Comienza<br />
ahora el auténtico aprendizaje de Ben: Tom le<br />
explica algunas costumbres remotas de los<br />
indios, algunas características sobre ese medio<br />
natural que le permitan colocar trampas y cazar<br />
panteras y otros animales salvajes para obtener<br />
buenas pieles. (Por otra parte, no olvidemos que<br />
uno de los temas preferidos de Renoir ya desde<br />
sus inicios es <strong>la</strong> amistad, un tema<br />
insuficientemente tratado en el cine y en <strong>la</strong><br />
literatura.).<br />
Otro personaje importante de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> es el de<br />
Julie (Anne Baxter) que representa a <strong>la</strong> mujer<br />
salvaje –una “gata salvaje” que, de hecho, es <strong>la</strong><br />
hija de Tom, quien <strong>la</strong> dejó de pequeña al<br />
cuidado de una familia de granjeros-, inadaptada<br />
en el mundo civilizado. Julie –seña<strong>la</strong>n Faulkner<br />
y Duncan- “recuerda a <strong>la</strong> inocente Virginie de<br />
La fille de l’eau”.<br />
Ahora le corresponde a Ben <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor de<br />
“educador”: le proporciona afecto, le compra un<br />
hermoso vestido y <strong>la</strong> invita a un baile de <strong>la</strong><br />
comunidad. Vemos, pues, cómo a lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong><br />
pelícu<strong>la</strong> Ben se mueve una y otra vez entre el<br />
medio civilizado y el medio natural. En <strong>la</strong><br />
ciudad solo encuentra hostilidad e<br />
incomprensión, envidia e ira; en cambio, en el<br />
campo, en el medio salvaje, en mil<strong>la</strong>s y mil<strong>la</strong>s<br />
de aguas pantanosas y cipreses sin un solo ser<br />
humano, está el sosiego y <strong>la</strong> tranquilidad, y por<br />
supuesto, <strong>la</strong> amistad y el amor que representan,<br />
indistintamente, Tom y si hija. ¿No es esto,<br />
acaso, una versión fílmica del tópico horaciano<br />
del beatus ille, o para entendernos mejor, del<br />
elogio a <strong>la</strong> “vida retirada” de Fray Luis de<br />
León?<br />
Ben representa al soñador rebelde de <strong>la</strong><br />
filmografía de Renoir: al igual que el<br />
protagonista de El hombre del sur, sueña con<br />
hacer fortuna con sus propias manos, con su<br />
esfuerzo en ese medio natural (en este caso el<br />
pantano, allí era <strong>la</strong> tierra baldía, en barbecho),<br />
para ir poco a poco adquiriendo medios que le<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
21<br />
permitan subsistir por su cuenta, ampliar sus<br />
miras de cazador (o, en el otro filme que<br />
analizaremos a continuación, ser un granjero).<br />
Renoir ha confesado en sus memorias que de <strong>la</strong><br />
nove<strong>la</strong> de Vereen Bell le interesó especialmente<br />
el carácter de los personajes del drama. “Me<br />
fascinaban –concluye Renoir- aquellos<br />
personajes primitivos”.<br />
THE SOUTHERNER / EL HOMBRE DEL<br />
SUR (1945, PRODUCING PICT.)<br />
The Southerner es, a nuestro juicio, el filme más<br />
interesante de <strong>la</strong> etapa americana de Jean<br />
Renoir. Desde luego, es el que menos se aleja de<br />
su estilo, de su mundo cinematográfico que<br />
había gestado de manera muy personal desde<br />
sus inicios, ya en el cine mudo, y que había<br />
consolidado en los años treinta. Hollywood es<br />
otra cosa: no importa tanto el director como <strong>la</strong><br />
estrel<strong>la</strong>, como el género, como el mercado.<br />
Así pues, en esta pelícu<strong>la</strong> analizaremos de<br />
manera especial aquellos aspectos que nos<br />
recuerdan a filmes anteriores de Renoir, sobre<br />
todo lo referente a su aportación al l<strong>la</strong>mado<br />
realismo poético. Veremos, en este sentido,<br />
cómo destacan temas como <strong>la</strong> naturaleza, <strong>la</strong><br />
ternura y <strong>la</strong> amistad, <strong>la</strong> solidaridad y el trabajo,<br />
y, por supuesto, uno de los grandes elementos<br />
del cine de Renoir, el humor.<br />
El tema de <strong>la</strong> amistad está p<strong>la</strong>nteado ya desde el<br />
propio prólogo del filme. Un narrador en<br />
primera persona –se presenta a sí mismo como<br />
“(un amigo) de <strong>la</strong> ciudad”- se dispone, a partir<br />
de un álbum de fotos, a re<strong>la</strong>tar <strong>la</strong> historia de su<br />
amigo Sam Tucker y su familia (“no hal<strong>la</strong>rán<br />
gente mejor, créanme”): Sam, un auténtico<br />
cabezota; Nona, su esposa; <strong>la</strong> madre de Sam,<br />
viuda; Harmie, un buen amigo de los Tucker;<br />
Daisy y Jotty, los hijos; y <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> de Sam.<br />
“Las guardo con cariño, al mirar<strong>la</strong>s me siento<br />
cerca de mis amigos”.<br />
Al igual que en Aguas pantanosas, en un<br />
momento del filme encontramos un<br />
p<strong>la</strong>nteamiento del tópico literario (y por qué no<br />
cinematográfico) del beatus ille, si cabe de<br />
manera más explícita y más determinante que en
el filme anterior. Su amigo “de <strong>la</strong> ciudad” no se<br />
siente atraído por <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong>s gentes del<br />
campo; en realidad, asegura en el prólogo, “sólo<br />
vuelvo para fiestas, bodas y ferias”. Observa<br />
cómo su amigo sufre todo tipo de penurias para<br />
sobrevivir y entonces le ofrece trabajar en una<br />
fábrica para obtener un sueldo que le permita a<br />
él y a su familia vivir en mejores condiciones.<br />
Pero Tim sabe que el sitio de su amigo Sam está<br />
en el campo:<br />
Algún día comprarás un tractor. ¿Y de dónde<br />
crees que saldrá? Créeme, hace falta gente para<br />
todo, y el mundo seguirá girando. Amas a tu<br />
granja y es justo que te quedes. A mí me gusta<br />
trabajar en una fábrica y vine para llevarte.<br />
Pero <strong>la</strong> vida en el campo sureño es muy difícil:<br />
mucho sufrimiento, especialmente por el<br />
insoportable calor, <strong>la</strong>mentables condiciones<br />
<strong>la</strong>borales, y escasas posibilidades de tomar<br />
iniciativas personales. Con todo, este es el único<br />
medio de salir del pozo de <strong>la</strong> pobreza. En <strong>la</strong><br />
primera secuencia Renoir muestra –ya vimos<br />
algo parecido en Swamp Water- de manera lírica<br />
y al mismo tiempo muy realista una escena de<br />
recogida del algodón: <strong>la</strong> cámara se mueve en<br />
ese medio natural con varios travelling muy<br />
ralentizados, siempre hacia <strong>la</strong> izquierda y a <strong>la</strong><br />
altura de los encorvados peones, acercándose a<br />
los personajes por medio de leves picados, para<br />
mostrarnos cómo trabajan estas gentes del sur.<br />
Emplea, además, un fondo musical muy<br />
elocuente, con ritmos y voces de blues.<br />
Observamos cómo Renoir no tiene prisa en su<br />
afán de realismo cinematográfico, de<br />
documentar con detalle <strong>la</strong> recogida y carga del<br />
algodón. El tío del protagonista es una víctima<br />
de este tipo de vida: antes de fallecer le invita a<br />
cosechar sus propias tierras, a no depender<br />
siempre de los terratenientes, de los jefes, de <strong>la</strong><br />
“gente con dinero”: “Cultiva tu propia cosecha”.<br />
Y en eso consistirá básicamente el resto de <strong>la</strong><br />
pelícu<strong>la</strong>: en una especie de “documental” sobre<br />
cómo hacerse granjero en <strong>la</strong> América profunda.<br />
No sería arriesgado aventurar que Renoir recibe<br />
<strong>la</strong> influencia del cine de Robert F<strong>la</strong>herty, el<br />
amigo que lo recibió con los brazos abiertos en<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
22<br />
el puerto de Nueva York, y es muy probable que<br />
tomara ideas de su cine. “El verdadero tema –<br />
apunta Renoir en sus memorias- era el de <strong>la</strong><br />
ma<strong>la</strong> alimentación de los campesinos. El chico<br />
estaba afectado de pe<strong>la</strong>gra. El médico lo cura<br />
recomendándole que coma legumbres y beba<br />
leche, y los padres quedan asombrados”. Pero el<br />
auténtico mensaje de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> –suscribimos<br />
<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de Faulkner y Duncan- es “el deseo<br />
y <strong>la</strong> necesidad de los <strong>la</strong>zos humanos”.<br />
Sam tiene ilusión en alqui<strong>la</strong>r un terreno en San<br />
Pedro, junto al río, para iniciar esta quijotesca<br />
empresa de convertirse en granjero: “Lleva tres<br />
años sin cultivar y debe ser fértil como el<br />
fango”. El camino no será nada fácil: antes al<br />
contrario, una serie de problemas se cruzarán<br />
una y otra vez en su camino, pero él no desiste<br />
en su empeño. Tardarán un año –le apunta su<br />
mujer al principio- en despejar, en limpiar este<br />
terreno adusto y agreste. Pero ya tiene todo en <strong>la</strong><br />
cabeza: pedirle prestadas unas mu<strong>la</strong>s al viejo<br />
Newar, a cambio de parte de <strong>la</strong> cosecha,<br />
semil<strong>la</strong>s y fertilizantes a Harmie, y un arado al<br />
viejo Pox. El tras<strong>la</strong>do de <strong>la</strong> familia al nuevo<br />
hogar recuerda sobremanera a Las uvas de <strong>la</strong> ira<br />
/ The Grapes of Warth, el filme de John Ford<br />
basado en una nove<strong>la</strong> homónima de John<br />
Steinbeck. (El mismo Ford realizó para <strong>la</strong> Fox<br />
La ruta del tabaco / Tobacco Road, 1941, que<br />
se sitúa en esta línea de cine “realista”<br />
comprometido.) Allí tendrán que vivir en un<br />
hogar inhóspito, una casa con “cuatro tab<strong>la</strong>s”, y<br />
soportar los rigores del invierno. (Es <strong>la</strong> cámara<br />
<strong>la</strong> que nos adentra en este espacio y nos lo<br />
muestra con todo detalle, moviéndose<br />
libremente, primero en su interior, luego, en <strong>la</strong><br />
escena siguiente, en su exterior: un rasgo propio<br />
del estilo de Renoir, que no debemos confundir<br />
en absoluto con <strong>la</strong> cámara subjetiva.)<br />
Sin duda alguna, <strong>la</strong> secuencia c<strong>la</strong>ve de <strong>la</strong><br />
pelícu<strong>la</strong> es el primer encuentro de Sam con el<br />
granjero Henry Devers. Éste –que más ade<strong>la</strong>nte<br />
mostrará una actitud muy insolidaria con Sam-<br />
le abre los ojos a partir del re<strong>la</strong>to de su propia<br />
miseria personal y familiar.<br />
-Y tú ¿cómo empezaste? –dice Sam.<br />
-Como aparcero. El primer año perdí <strong>la</strong><br />
cosecha por el granizo. Al otro <strong>la</strong> fiebre<br />
aftosa acabó con <strong>la</strong> vaca y el cerdo, mis<br />
ahorros. Mi esposa cogió una pulmonía y<br />
murió. Dos años después uno de mis hijos<br />
murió de fiebre de primavera. Tal vez los<br />
perdí porque no tenía dinero para médicos –<br />
le contesta Henry.<br />
Renoir tiene en muy alta estima <strong>la</strong> risa y el<br />
factor sorpresa, algo muy evidente tanto en el<br />
diseño de situaciones imprevisibles como en el<br />
tratamiento de los personajes y de los
argumentos más serios. El director francés ha<br />
visto y ha admirado a los clásicos del cine<br />
cómico norteamericano. Y ha interpretado<br />
papeles cómicos en algunas pelícu<strong>la</strong>s suyas. En<br />
este sentido, no podemos pasar por alto <strong>la</strong><br />
escena que se desarrol<strong>la</strong> en el Bar Rainbow<br />
protagonizada por Sam y Tim (el amigo “de <strong>la</strong><br />
ciudad”); aquél le acaba de contar a éste sus<br />
penurias económicas y lo de <strong>la</strong> enfermedad del<br />
niño; el amigo se compadece y le sugiere un<br />
trabajo mejor. Pero lo que se anuncia como una<br />
escena melodramática, más próxima a <strong>la</strong><br />
lágrima fácil, se resuelve magistralmente en<br />
forma de comedia: estos dos amigos calman <strong>la</strong>s<br />
pe<strong>la</strong>s con una birritas, Sam rechaza <strong>la</strong>s<br />
insinuaciones de una prostituta, y Tim destroza<br />
el garito.<br />
Véase, en esta misma línea, <strong>la</strong> escena del baile<br />
de <strong>la</strong> boda de <strong>la</strong> madre de Sam en <strong>la</strong> que casi<br />
todos terminan etílicos y tirados por el suelo:<br />
una vez más, <strong>la</strong> broma procede de <strong>la</strong> actuación<br />
de Tim que esconde una botel<strong>la</strong> de whisky en <strong>la</strong><br />
estufa para que nadie <strong>la</strong> encuentre, pero que<br />
termina prendiendo el fuego. Logra salvar<strong>la</strong> a<br />
tiempo en otra escena más de c<strong>la</strong>ra<br />
reminiscencia cómica que recuerda a los<br />
Keaton, Chaplin, Lloyd y compañía. Sin<br />
embargo, al contrario que en <strong>la</strong> secuencia<br />
anterior, a <strong>la</strong> comedia le sigue de inmediato <strong>la</strong><br />
tragedia: <strong>la</strong> fiesta se cierra con una trágica<br />
tormenta que inunda los campos y acaba con<br />
toda <strong>la</strong> cosecha. Un ejemplo c<strong>la</strong>ro de maestría<br />
en <strong>la</strong> concepción del guión.<br />
Pero para mí <strong>la</strong> secuencia más hermosa del<br />
filme, al mismo tiempo <strong>la</strong> más tierna, ocurre<br />
mucho antes. Un brevísimo p<strong>la</strong>no secuencia. No<br />
hay apenas diálogo, ni voz en off; sólo vemos lo<br />
que quiere <strong>la</strong> cámara de Renoir, en una escena<br />
de enorme intimismo: un cubo recoge el agua<br />
que entra por el tejado, los niños y <strong>la</strong> abue<strong>la</strong><br />
duermen plácidamente, <strong>la</strong> estufa mantiene<br />
caliente el hogar. (A esto Pasolini lo hubiera<br />
l<strong>la</strong>mado cine-poesía.) Y muy del mundo de<br />
Renoir es también <strong>la</strong> escena de los personajes en<br />
<strong>la</strong> ribera del río en <strong>la</strong> que no se necesitan <strong>la</strong>s<br />
pa<strong>la</strong>bras para mostrar cómo vive y cómo son los<br />
seres de esta entrañable familia. Así es: <strong>la</strong> madre<br />
<strong>la</strong>va <strong>la</strong> ropa, el niño se baña y juega<br />
prácticamente desnudo, el padre pesca con <strong>la</strong>s<br />
manos. (No muy lejos de esta visión idílica del<br />
hombre en un marco natural encontramos en<br />
The River, un título inmediatamente posterior y<br />
otra de sus obras maestras.)<br />
2.2. This Land is Mine (1943): un filme<br />
político antinazi.<br />
Renoir inicia este filme bélico con una<br />
contextualización histórica, aunque con una<br />
voluntad generalizadora muy c<strong>la</strong>ra al apuntar<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
23<br />
imprecisamente el espacio de <strong>la</strong> historia, casi a<br />
<strong>la</strong> manera cervantina: “Somewhere in Europe”<br />
(En algún lugar de Europa). Pero en realidad <strong>la</strong><br />
acción se sitúa en Francia durante <strong>la</strong> ocupación<br />
de los alemanes.<br />
Comienza el filme con un p<strong>la</strong>no fijo que<br />
muestra una estatua dedicada a los héroes de <strong>la</strong><br />
Primera Guerra Mundial, en el que se indica lo<br />
siguiente: 1914-1918 In memory of those who<br />
died to bring peace to the world (A <strong>la</strong> memoria<br />
de los que murieron por <strong>la</strong> paz del mundo). Y,<br />
por fin, un leve picado para fijar <strong>la</strong> atención del<br />
espectador en un titu<strong>la</strong>r periodístico “HITLER<br />
INVADES”. Un bando municipal del alcalde<br />
aboga por el co<strong>la</strong>boracionismo del pueblo<br />
invadido por los alemanes.<br />
Pero enseguida pasamos al nivel cotidiano de <strong>la</strong><br />
historia: <strong>la</strong> vida de un maestro soltero que vive<br />
con su madre, quien, por cierto, lo trata en todo<br />
momento como un niño. Es éste un recurso muy<br />
propio en el cine histórico de Jean Renoir:<br />
abordar un momento c<strong>la</strong>ve en <strong>la</strong> historia<br />
contemporánea desde <strong>la</strong>s vidas de los seres<br />
sencillos y no desde los grandes nombres, desde<br />
<strong>la</strong> “intrahistoria” en definitiva. (Así, por<br />
ejemplo, lo hace con <strong>la</strong> Revolución Francesa en<br />
La Marsellesa, y con <strong>la</strong> Primera Guerra<br />
Mundial en La gran ilusión.) Albert Lory<br />
(Charles Laughton) representa a lo <strong>la</strong>rgo del<br />
filme <strong>la</strong> sumisión al pueblo invasor. No<br />
cuestiona en ningún momento <strong>la</strong> invasión.<br />
Íntima amiga de Lory es <strong>la</strong> señorita Louise<br />
Martin (Maureen O’Hara), quien, a pesar de su<br />
amistad, no duda en recriminarle su actitud<br />
pasiva ante tal situación. Son, sin duda alguna,<br />
<strong>la</strong>s dos posturas (por supuesto habría más) que<br />
suscita <strong>la</strong> invasión ilegal de un pueblo soberano:<br />
el co<strong>la</strong>boracionismo (Laughton) o <strong>la</strong> resistencia<br />
(O’Hara). Laughton no esconde <strong>la</strong> cobardía y el<br />
miedo que le provocan los ataques aéreos, pero<br />
el amor por <strong>la</strong> señorita O’Hara lo retiene en ese<br />
lugar.<br />
La acción bélica de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> descansa en <strong>la</strong><br />
pa<strong>la</strong>bra. No es, pues, un filme que se desarrolle<br />
en los campos de batal<strong>la</strong>, en <strong>la</strong>s trincheras, en el<br />
mar o en el aire. Ésta es a nuestro juicio una de
<strong>la</strong>s principales virtudes del filme de Renoir. En<br />
este sentido, <strong>la</strong> secuencia c<strong>la</strong>ve del filme es <strong>la</strong><br />
reunión de Laughton con el director del colegio<br />
inmediatamente después del bombardeo aliado.<br />
El discurso antibélico de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> se basa en<br />
<strong>la</strong> moral y en <strong>la</strong> ética del individuo. El director<br />
defiende <strong>la</strong> lucha por <strong>la</strong> dignidad y por <strong>la</strong><br />
libertad del ser humano. Los alemanes ordenan<br />
de inmediato censurar <strong>la</strong>s páginas de algunos<br />
manuales, y <strong>la</strong> quema de otros libros. Pero un<br />
régimen totalitario –que se lo digan a Hitler,<br />
Mussolini, Stalin, o Franco- no puede “quemar”<br />
<strong>la</strong> memoria del individuo culto, lo aprendido; en<br />
todo caso, sólo fusi<strong>la</strong>r, y desde luego que lo<br />
hicieron. Los vencedores piensan que<br />
destruyendo <strong>la</strong> imprenta podrán acabar con el<br />
foco de <strong>la</strong> Resistencia. Pero sólo con <strong>la</strong><br />
intelectual. De inmediato los héroes del pueblo<br />
se <strong>la</strong>nzan a <strong>la</strong> lucha armada arrojando<br />
proyectiles contra los invasores. Los alemanes<br />
saben que el foco de resistencia principal radica<br />
en <strong>la</strong>s ideas que irradia el profesor Sorel.<br />
Quizás <strong>la</strong> escena más entrañable del filme es<br />
aquel<strong>la</strong> en <strong>la</strong> que O’Hara invita al profesor Lory<br />
a cenar. La historia pasa a un segundo p<strong>la</strong>no en<br />
favor de <strong>la</strong> explicitación de los sentimientos: es<br />
una de <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de amor más<br />
emocionantes del cine clásico americano. Para<br />
mí <strong>la</strong> secuencia tendría tres momentos o<br />
subpartes. Primero, en <strong>la</strong> parte final de <strong>la</strong> cena,<br />
Louise sirve ya el café, se sienta y en ese<br />
momento –Renoir mantiene unos segundos el<br />
p<strong>la</strong>no fijo- Lory intenta sincerarse. A<br />
continuación, los personajes se sientan: pero<br />
Renoir no utiliza el p<strong>la</strong>no- contrap<strong>la</strong>no del cine<br />
clásico para el desarrollo del diálogo: oímos<br />
fuera de campo <strong>la</strong> voz de Louise mientras<br />
vemos los titubeos de Lory para dec<strong>la</strong>rarse. Por<br />
último, asistimos a <strong>la</strong> dec<strong>la</strong>ración de amor de<br />
Lory, ahora de espaldas, casi fuera de campo,<br />
mientras vemos <strong>la</strong> sorpresa en el rostro de<br />
Louise, un primer p<strong>la</strong>no harto elocuente. (Este<br />
motivo se completa con otra dec<strong>la</strong>ración de<br />
amor ulterior en el juicio final en el que Lory<br />
confiesa su cobardía. Louise escucha sus<br />
pa<strong>la</strong>bras bañada en lágrimas.)<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
24<br />
Pero el profesor Lory entrará poco a poco en <strong>la</strong><br />
“historia”: enseguida comprende <strong>la</strong> importancia<br />
de <strong>la</strong> resistencia frente a los ocupantes, a los<br />
invasores. Los alemanes lo toman como rehén<br />
para amedrentar a los miembros de <strong>la</strong><br />
Resistencia, pero pronto queda en libertad. Es<br />
curioso: Lory nunca ha emitido un juicio<br />
negativo contra los alemanes, jamás ha<br />
participado en una acción de sabotaje, y casi<br />
siempre parece estar al margen de los<br />
acontecimientos históricos. Llega tarde a todo,<br />
está siempre en el lugar inadecuado: se le acusa<br />
de asesinar a un co<strong>la</strong>boracionista pero –como<br />
verá el espectador primero, y oirá luego el<br />
jurado del juicio- se trata de un caso de suicidio.<br />
Yo quería matar a George Lambert pero creo<br />
que no hubiera sido capaz. Soy muy débil y soy<br />
cobarde. Todo el mundo lo sabe, hasta el fiscal.<br />
Y por eso se bur<strong>la</strong> de mí… Sé muy bien que me<br />
espera <strong>la</strong> muerte… Esta mañana he podido ver<br />
con c<strong>la</strong>ridad [en un fusi<strong>la</strong>miento] cómo es ese<br />
maravilloso mundo que nos pintan. Hoy han<br />
caído diez hombres porque aún querían ser<br />
libres… La lucha es muy dura. Hemos de luchar<br />
primero contra nosotros mismos. Soy el primero<br />
en acusarme.<br />
Lory muere con dignidad. “Los verdaderos<br />
héroes –afirma Renoir- son modestos”. Los<br />
alemanes lo detienen mientras lee a sus alumnos<br />
<strong>la</strong> Dec<strong>la</strong>ración de los Derechos Humanos.<br />
El personaje del “maestro idiota” es uno de los<br />
grandes logros de <strong>la</strong> filmografía americana de<br />
Jean Renoir. La interpretación de Charles<br />
Laughton a lo <strong>la</strong>rgo del filme, pero sobre todo<br />
en <strong>la</strong> escena final, debería ser vista y analizada<br />
obligatoriamente en todas <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s de cine y<br />
de interpretación dramática.<br />
Recientemente Faulkner y Duncan han<br />
reivindicado el alcance político de este filme,<br />
muy denostado en <strong>la</strong> Francia de posguerra,<br />
porque aborda valientemente y sin tapujos “<strong>la</strong><br />
realidad del antisemitismo, los coqueteos del<br />
nazismo y el precio moral de <strong>la</strong> co<strong>la</strong>boración”.<br />
2.3. The Diary of a Chambermaid (1945): de <strong>la</strong><br />
comedia al melodrama.<br />
De nuevo el comienzo de una pelícu<strong>la</strong> de<br />
Renoir, en el que se apoya el discurso<br />
cinematográfico, es un texto escrito: en este<br />
caso, el diario de Celestine. El director sitúa <strong>la</strong><br />
cámara en el vagón: <strong>la</strong> joven Celestine con<br />
cierta torpeza baja sus maletas del tren. Renoir<br />
tirará de primeros p<strong>la</strong>nos para presentar de una<br />
manera precisa el temperamento de <strong>la</strong><br />
“camarera” en presencia de Joseph, el<br />
“mayordomo”. Y otra vez esa cámara de Renoir<br />
que se mueve y que les abre el paso a los<br />
personajes –y, c<strong>la</strong>ro está al espectador-, hasta<br />
llegar al espacio escénico del filme. Celestine se
presenta como una mujer pragmática, víctima de<br />
<strong>la</strong> sociedad c<strong>la</strong>sista de su época.<br />
Esta p<strong>la</strong>smación de <strong>la</strong> diferencia de c<strong>la</strong>ses ya<br />
estaba presente en La reg<strong>la</strong> del juego, <strong>la</strong> obra<br />
maestra de Renoir, y quizás su mejor pelícu<strong>la</strong>:<br />
los criados y los señores, que no creen en <strong>la</strong><br />
República, y que guardan bajo l<strong>la</strong>ve una<br />
riquísima cubertería. Renoir no tardará en<br />
p<strong>la</strong>smar su condición de director de comedias<br />
desde <strong>la</strong> escena en <strong>la</strong> que Celestine confunde al<br />
señor de <strong>la</strong> casa con un jardinero mientras que <strong>la</strong><br />
nueva fregona le hace gestos para decirle que se<br />
trata del jefe. Más que en ningún otro filme de<br />
esta etapa el director francés acude al registro<br />
coloquial en <strong>la</strong> e<strong>la</strong>boración de los diálogos. En<br />
esto <strong>la</strong> mordaz Paulette Goddard se aproxima a<br />
<strong>la</strong> salvaje Anne Baxter de Aguas pantanosas.<br />
Del grupo de los poderosos señores destaca el<br />
simpático señor Lan<strong>la</strong>ire que enseguida conecta<br />
con <strong>la</strong> extravertida Celestine, porque gracias a<br />
el<strong>la</strong> <strong>la</strong> alegría parece haber entrado por fin en<br />
esa seria y aburrida casa so<strong>la</strong>riega. Me l<strong>la</strong>ma <strong>la</strong><br />
atención una entrañable secuencia, muy propia<br />
del mundo de Renoir, que se desarrol<strong>la</strong> en el<br />
jardín de <strong>la</strong> casa, en <strong>la</strong> que ambos se sinceran.<br />
Primero es Celestine quien se disculpa por su<br />
atrevimiento el día anterior al confundirlo con<br />
un criado. Él, por su parte, elogia su encanto, su<br />
belleza, y le confiesa abiertamente sus gustos<br />
-Quisiera traer un poco de París aquí. A mí<br />
también me gustaría divertirme. Quizás<br />
podríamos ir juntos a París… Quieres<br />
hacerme el favor de salir y comprarte un<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
25<br />
pequeño regalo como señal de mi aprecio por<br />
ti.<br />
-Preferiría tener un recuerdo de usted… Una<br />
caja de rapé tal vez.<br />
Pues bien, el espectador escucha este<br />
par<strong>la</strong>mento pero en realidad está viendo a otros<br />
personajes que asisten atónitos a este encuentro<br />
entre el señor y su nueva criada. De nuevo<br />
vemos cómo el encuadre del cine de Renoir se<br />
ensancha, cómo <strong>la</strong> voz y el espacio en off<br />
cobran mucho protagonismo.<br />
Celestine se entera de que en realidad el señor<br />
Lan<strong>la</strong>ire no tiene nada. Y piensa entonces en su<br />
vecino, el estrafa<strong>la</strong>rio capitán Mojuet. Sospecha<br />
que este viejo loco sí puede facilitarle los lujos<br />
que tanto desea.<br />
-Si te vienes conmigo te lo daré todo. Todo…<br />
Nos casaremos… Tú serías <strong>la</strong> primera. Y deja<br />
que te diga una cosa: en mi habitación tengo<br />
escondidos 25.ooo francos. ¿Qué tal eso<br />
como regalo?<br />
El ritmo de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> es frenético. Pero ya<br />
sabemos cómo es y cómo piensa, en fin, a qué<br />
aspira <strong>la</strong> alocada camarera de <strong>la</strong> casa. Ahora<br />
bien, <strong>la</strong> llegada de George, el hijo de los<br />
Lan<strong>la</strong>ire, descoloca a Celestine: se convierte en<br />
su acompañante, en su lectora, en su amiga. Es<br />
ésta <strong>la</strong> segunda trama narrativa del filme: se<br />
p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> imposibilidad del amor por <strong>la</strong><br />
diferencia de c<strong>la</strong>se, a pesar de que George no se<br />
siente cómodo con este marbete. En el otro<br />
extremo, Joseph, el mayordomo, le recuerda a<br />
Celestine su humilde condición social: le<br />
sugiere hacerse cargo de un cabaret en<br />
Cherburgo, casarse con él. O simplemente<br />
apropiarse de algunos objetos de <strong>la</strong> casa y huir.<br />
“Somos iguales tú y yo”, le reitera en numerosas<br />
ocasiones. Al final matará al capitán Mojuet<br />
para apropiarse de su dinero e implicará a<br />
Celestine en este macabro asunto.<br />
Celestine arrastra demasiado sufrimiento –<br />
algunos hechos de un gris pasado- y no está<br />
dispuesta a soportar los caprichos del enfermizo<br />
hijo, de <strong>la</strong> prepotente madre y de esa agobiante<br />
casa de locos. Y por de<strong>la</strong>nte no tiene nada ni a<br />
nadie. Por eso <strong>la</strong> propuesta del mayordomo al<br />
menos <strong>la</strong> lleva a recapacitar y a mantenerse<br />
durante un tiempo más en <strong>la</strong> casa de los<br />
Lon<strong>la</strong>ire.<br />
Concluimos el comentario de este filme con el<br />
análisis de <strong>la</strong> secuencia en <strong>la</strong> que Joseph, el<br />
mayordomo, anuncia su deseo de renunciar a su<br />
cargo después de algo más de diez años: como<br />
tantas otras personas de su c<strong>la</strong>se, aspira a algo<br />
mejor, “<strong>la</strong> ambición de ser algún día mi propio<br />
amo”. (Algo simi<strong>la</strong>r a lo que aspiran otros<br />
personajes de Renoir como Sam –en El hombre
del sur-, o Ben –en Aguas pantanosas.) Renoir<br />
encuadra en p<strong>la</strong>no fijo y medio a Celestine y a<br />
Joseph –primero hab<strong>la</strong> él, luego el<strong>la</strong> lo secunda-<br />
para simbolizar que se trata en realidad de una<br />
reivindicación de c<strong>la</strong>se. Pero todo este tiene<br />
mucho de farsa, de juego de máscaras que<br />
esconde <strong>la</strong> verdad, un registro por otro <strong>la</strong>do muy<br />
habitual en el cine de Renoir. Nadie se mueve<br />
por sentimientos, sólo por lo material, y por el<br />
dinero, c<strong>la</strong>ro.<br />
En fin, ¿al final quién se lleva a <strong>la</strong> chica?<br />
¿Joseph o George? ¿Celestine podrá al final<br />
salir del pozo de miseria y de desarraigo en el<br />
que ha vivido durante tantos años? El filme se<br />
resuelve en una especie de epílogo: en un vagón<br />
de tren van sentados dos jóvenes, el hombre de<br />
c<strong>la</strong>se alta y <strong>la</strong> doncel<strong>la</strong>, anotando ciertos<br />
compromisos en un diario con destino a una<br />
nueva vida. Faulkner y Duncan han re<strong>la</strong>cionado<br />
el final de este filme con Catherine, <strong>la</strong> primera<br />
pelícu<strong>la</strong> de Renoir.<br />
2.4. The Woman on the Beach (1947): un film<br />
noir.<br />
De último filme de Renoir en América<br />
destacamos de manera especial los siguientes<br />
aspectos: <strong>la</strong> magistral interpretación de Robert<br />
Ryan en su papel de teniente Scott Burnett (de<br />
<strong>la</strong> guardia costera americana); el simbolismo del<br />
espacio natural –otra vez <strong>la</strong> presencia del agua,<br />
aunque esta vez no es un río sino el mar- y de<br />
los elementos escenográficos –en especial, los<br />
restos de un barco a <strong>la</strong> deriva-; y sobre todo el<br />
peso del pasado en el desarrollo de <strong>la</strong> trama<br />
argumental. En esto último, y muy<br />
especialmente en <strong>la</strong> historia de amor fou, es<br />
donde debemos ver <strong>la</strong> adscripción del filme al<br />
cine negro.<br />
La re<strong>la</strong>ción de amor entre Burnett y Peggy<br />
Butler surge desde el primer instante en que se<br />
ven: él, discreto, sonríe levemente; el<strong>la</strong>, con<br />
dotes de femme fatale, fuma, lo mira primero<br />
con cierta risita, luego para otro <strong>la</strong>do como si<br />
aquel tipo nada le importara, y no le da ni los<br />
buenos días. Pero no cabe duda de que <strong>la</strong> fuerza<br />
de <strong>la</strong> pasión amorosa es arrol<strong>la</strong>dora: él<br />
abandonará a su prometida, con quien está a<br />
punto de casarse; el<strong>la</strong> hará lo propio con su<br />
marido a quien sigue unido simplemente por<br />
pena, ya que por su culpa quedó ciego. Luego,<br />
en el segundo encuentro Scott y Peggy se<br />
muestran muy distantes y se hab<strong>la</strong>n entre el<br />
respeto y <strong>la</strong> indiferencia. Pero al final de esta<br />
secuencia ambos recapacitan, y es entonces<br />
cuando el<strong>la</strong> toma <strong>la</strong> iniciativa, y lo invita a su<br />
casa para tomar té. Da <strong>la</strong> sensación en estos<br />
primeros diálogos de que se conocen bastante,<br />
porque quizás se parezcan demasiado. (“Somos<br />
muy parecidos”, le dirá él.) Renoir apunta en<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
26<br />
sus memorias algunas ideas sobre el contenido:<br />
el gran tema de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> es <strong>la</strong> soledad, el<br />
desencanto, el vacío, el drama del ais<strong>la</strong>miento, y<br />
<strong>la</strong> influencia negativa de los fantasmas del<br />
pasado. No es, como reconoce el director, una<br />
temática muy presente en su filmografía.<br />
Renoir p<strong>la</strong>nifica a <strong>la</strong> manera del cine clásico<br />
americano, a partir de p<strong>la</strong>nos fijos y de una<br />
puesta en escena basada en el uso<br />
indiscriminada del p<strong>la</strong>no-contrap<strong>la</strong>no.<br />
En realidad, ellos se entienden muy bien aunque<br />
parecen hab<strong>la</strong>r a medias, en c<strong>la</strong>ve. Pero al<br />
espectador aún le falta información. Sólo<br />
sabemos que él ha estado una temporada en el<br />
hospital y que ha conocido a un enfermo ciego<br />
(¿un herido?). Al salir de una cena en casa de<br />
los Butler, Scott sabrá por boca de Peg cómo<br />
Tod se quedó ciego y <strong>la</strong> parte de culpa que el<strong>la</strong><br />
tiene en este asunto. Pero ahora el<strong>la</strong> ya no le<br />
quiere; en realidad, lo odia. Y entonces los<br />
amantes se besan. Ya no habrá marcha atrás en<br />
este affaire amoroso: ellos, cada uno a su<br />
manera, forman parte de los restos de un<br />
naufragio. No están satisfechos con sus<br />
respectivas vidas, no encuentras un asidero en<br />
otros asuntos ni en otros seres. Son iguales,<br />
pasan por lo mismo. Por eso el final del filme<br />
es muy previsible: me refiero a que será el<br />
mismo para los dos.<br />
El rasgo distintivo del filme, a juicio de<br />
Faulkner y Duncan, es que “se trata de un<br />
re<strong>la</strong>to psicológico creado por un cineasta que<br />
manifestó en más de una ocasión su<br />
abominación por <strong>la</strong> psicología del cine”. En<br />
cualquier caso, se trata de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> más<br />
“negra” –“un filme extraño, subterráneo y<br />
oscuro”, dirá André Bazin- no sólo de <strong>la</strong> etapa<br />
americana sino del conjunto de su filmografía<br />
Ángel Quintana, por su parte, ha seña<strong>la</strong>do que<br />
“[<strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong>] p<strong>la</strong>ntea una arriesgada trama<br />
criminal sin crimen, en <strong>la</strong> que el asesinato no se<br />
constituye como acción, sino como deseo”.<br />
Hemos hab<strong>la</strong>do de simbolismo en el filme. En<br />
primer lugar, ahí está esa nieb<strong>la</strong> que ambienta<br />
algunas escenas como muestra de una historia<br />
harto confusa, de unos personajes oscuros y
enigmáticos. O <strong>la</strong> lluvia que preconiza otro tipo<br />
de hostilidades en el horizonte de los<br />
personajes. (“Con este clima –apunta Tod<br />
Butler- en esta época del año se puede esperar<br />
cualquier cosa”.) El barco abandonado a <strong>la</strong><br />
deriva evoca los fantasmas del pasado, al menos<br />
así lo parece para el teniente, quizás un fracaso<br />
o una muerte. Pero es, al mismo tiempo, el<br />
espacio del amor adúltero en donde los amantes<br />
calman sus penas y algo más. La ceguera de<br />
Tod Butler es una forma de mostrar falta de<br />
comprensión afectiva y sentimental hacia su<br />
mujer. Y, por otra parte, quemar sus cuadros es<br />
cerrar <strong>la</strong> puerta al pasado: Ahora soy un<br />
hombre libre. Ese p<strong>la</strong>no final de <strong>la</strong> casa ardiente<br />
ofrece <strong>la</strong> posibilidad de leer de manera<br />
metafórica el filme: sólo “quemando” los<br />
fantasmas del pasado podemos superar los<br />
problemas e iniciar una nueva etapa con ilusión.<br />
Conclusiones.<br />
Jean Renoir definió el sistema de estudios de<br />
Hollywood como una auténtica “dictadura”. No<br />
tiene buenos recuerdos de su experiencia con los<br />
productores, con los administradores, pero sí<br />
con los actores. Le desagrada que le impongan<br />
cómo filmar (cómo p<strong>la</strong>nificar una secuencia) y,<br />
sobre todo, no contro<strong>la</strong>r el montaje final del<br />
filme. Sin embargo, no repara en elogios hacia<br />
<strong>la</strong> sociedad americana que lo acogió desde un<br />
primer momento con cariño y con entusiasmo.<br />
Los cinco filmes de <strong>la</strong> etapa americana (1940-<br />
1947) de Jean Renoir están muy por detrás de<br />
sus obras maestras de los años treinta. Con todo,<br />
en absoluto se trata de obras menores, sino más<br />
bien de producciones pergeñadas al socaire del<br />
cine de Hollywood. No cabe duda de que Renoir<br />
c<strong>la</strong>udica al sistema de estudios, y apenas deja<br />
entrever su estilo, su poesía cinematográfica.<br />
Pero si se analizan con detalle estas pelícu<strong>la</strong>s –<br />
como hemos intentado nosotros en este artículo-<br />
es fácil encontrar en ciertos personajes, en<br />
ciertos diálogos y, sobre todo, en <strong>la</strong> puesta en<br />
escena, <strong>la</strong> impronta de Jean Renoir. En<br />
cualquier caso, para mí ha sido un auténtico<br />
p<strong>la</strong>cer asomarme, revisitar, y comentar estas<br />
pelícu<strong>la</strong>s del maestro, monsieur Renoir. A él le<br />
debo gran parte de mi irrenunciable pasión por<br />
el cine.<br />
BIBLIOGRAFÍA.<br />
BAZIN, André: Jean Renoir. Períodos, filmes y<br />
documentos [1971], presentación de François<br />
Truffaut, prólogo a <strong>la</strong> edición castel<strong>la</strong>na de<br />
Ángel Quintana, Barcelona, Paidós, 1999.<br />
FAULKNER, Christopher y DUNCAN, Paul<br />
(ed.): “Hollywood 1941-1947”, en Jean Renoir.<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
27<br />
Conversación con sus pelícu<strong>la</strong>s 1894-1979,<br />
Colonia / Madrid, Taschen, 2007.<br />
QUINTANA, Ángel: Jean Renoir, Madrid,<br />
Cátedra, 1998.<br />
RENOIR, Jean: Mi vida y mi cine [1974],<br />
Madrid, Akal, 1993.<br />
FILMOGRAFÍA<br />
Swamp Water (1941) 20th Century Fox.<br />
Produced by Irvin PICHEL. Screen P<strong>la</strong>y by<br />
Dudley NICHOLS. With Walter Brennan,<br />
Walter Huston, Anne Baxter, Dana Andrews.<br />
This Land Is Mine (1943) An RKO Radio<br />
Picture. A Jean Renoir – Dudley Nichols<br />
Production. Screen P<strong>la</strong>y by Dudley NICHOLS.<br />
Presents Charles Laughton, Maureen O’Hara,<br />
with George Sanders.<br />
The Southerner (1945) Direction and<br />
Screenp<strong>la</strong>y by Jean Renoir. Producing Artists. A<br />
Jean Renoir Production. Produced by David L.<br />
Loew and Robert Hakim. Adapted by Hugo<br />
Butler from the novel Hold Autumn in Your<br />
Hand by George Sessions Perry. Starring<br />
Zachary Scott, Betty Field with J. Carrol Naish.<br />
The Diary of a Cambermaid (1946) M&A<br />
Alexander Productions, Inc. James Stacy<br />
Presents Paulette Goddard. Also starring<br />
Burguess Meredith, Hurd Hatfield, Francis<br />
Lederer. Screen P<strong>la</strong>y Burguess Meredith.<br />
Adapted from the novel by Octave Mirbeau and<br />
the p<strong>la</strong>y by Andre Heuse, Andre de Lorde and<br />
Thielly Nores.<br />
The Woman on the Beach (1947) A RKP<br />
Radio Picture. Joan Bennett, Robert Ryan,<br />
Charles Bickford. Scren P<strong>la</strong>y by Frank Davis<br />
and Jean Renoir. Adaptation by Michael Nogan.<br />
Based on the Novel None Son Blind by Mitchell<br />
Wilson.<br />
DOS CITAS NECESARIAS<br />
“El trabajo de Renoir ha estado iluminado<br />
siempre por una filosofía de <strong>la</strong> vida que se<br />
parece mucho a un secreto profesional: <strong>la</strong><br />
familiaridad. Gracias a esta familiaridad,<br />
Renoir ha conseguido los filmes más vivos de <strong>la</strong><br />
historia del cine, aquellos que todavía palpitan<br />
cuando se les proyecta cuarenta años después<br />
de su rodaje.” (François TRUFFAUT.)<br />
“He escrito que los filmes americano de Renoir<br />
eran admirables, pero sigo pensando en mi<br />
interior que son muy inferiores a los franceses y<br />
si no he aprovechado más <strong>la</strong>s ocasiones que he<br />
tenido de volverlos a ver ha sido porque de<br />
buena fe temía que su visionado me iba a<br />
confirmar en mi decepción más que hacerme<br />
rectificar <strong>la</strong> opinión que me habían producido<br />
cuando se estrenaron.” (André BAZIN.)
CINE<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
LA PRESENCIA ESCONDIDA DE DIOS EN EL CINE CONTEMPORANEO.<br />
CUANDO EL INVISIBLE SE HACE VISIBLE<br />
Cada día es más difícil educar prescindiendo<br />
completamente de los recursos audiovisuales, y<br />
en especial del cine. No es para desanimar, pero<br />
Tarkovski 1 decía: “El cine es un misterio para<br />
el propio director. El resultado, el film<br />
acabado, debe ser siempre un misterio para el<br />
director, de otra forma no sería interesante”.<br />
Pues bien, si el cine es un misterio, el cine<br />
religioso lo es más.<br />
La pregunta sobre “lo religioso” no es fácil de<br />
responder. Por una parte, sería necesario acotar<br />
1 Tarkovski nacido en <strong>la</strong> Unión Soviética en 1932 y<br />
muere en París en 1986, director de cine, actor y<br />
escritor ruso. Se le reconoce como uno de los más<br />
importantes e influyentes autores del cine soviético y<br />
uno de los más grandes de <strong>la</strong> historia del cine. Sus<br />
pelícu<strong>la</strong>s más importantes son <strong>la</strong> infancia de Iván<br />
(1962), So<strong>la</strong>ris (1972), Stalker (1979) y su última<br />
pelícu<strong>la</strong> Sacrificio (1986), en el que co<strong>la</strong>boró Ingmar<br />
Bergman, y que ganó cuatro premios en el festival de<br />
Cannes. Se le reconoce como un cineasta intimista,<br />
ocasionalmente controvertidas, siempre hermosas en<br />
cada fotograma, es considerado como un poeta del<br />
cine.<br />
28<br />
José Vicente Caminero Torija<br />
con mayor precisión qué se entiende por “lo<br />
religioso” y, por otra parte definirlo. Sin<br />
embargo, a lo <strong>la</strong>rgo de esta exposición lo iremos<br />
reve<strong>la</strong>ndo poco a poco, con cuentagotas.<br />
Aventurar una primera respuesta, supone<br />
diferenciar entre lo que constituye el drama<br />
humano que, como parte integral, incorpora <strong>la</strong><br />
dimensión religiosa y lo que responde con<br />
c<strong>la</strong>ridad al acontecimiento religioso (reve<strong>la</strong>ción,<br />
rito, moral). Esta sencil<strong>la</strong> diferencia nos permite<br />
comprender que, si el gran tema del séptimo arte<br />
es el hombre, de un modo u otro, siempre<br />
aparecerá una ventana a lo trascendente, aunque<br />
en ocasiones esté cerrada.<br />
Las formas en <strong>la</strong>s que aparece tratado lo<br />
religioso en el amplio contexto del drama<br />
humano 2 . Deseo, soledad, experiencia del límite<br />
(inclinación al mal, enfermedad y muerte,<br />
fracaso sentimental y profesional, presencia del<br />
mal), necesidad de padre y/o pertenencia, ídolos<br />
de <strong>la</strong> imaginación, tentación del sueño<br />
americano (idea de progreso como visión<br />
secu<strong>la</strong>rizada de <strong>la</strong> providencia), <strong>la</strong> traición al<br />
deseo y finalmente <strong>la</strong> recuperación del deseo.<br />
Todos estos temas aparecen más o menos<br />
visibles en cada film y constituyen una ventana<br />
abierta a <strong>la</strong> trascendencia. Todos ellos presentan<br />
<strong>la</strong> posibilidad de una respuesta religiosa.<br />
Cuando esta ventana a <strong>la</strong> trascendencia o a <strong>la</strong><br />
respuesta religiosa se cierra, aparece con nitidez<br />
el “nihilismo” que, en sí, no deja de ser un<br />
respuesta religiosa en sentido inverso: un “no”<br />
o, más bien, un “nada”. Así pues, resulta c<strong>la</strong>ro<br />
que, en <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong>s pelícu<strong>la</strong>s, lo religioso<br />
aparece como un tema puntual. El tratamiento<br />
que reciba permitirá distinguir de un modo<br />
gradual sí es algo marginal al drama que se<br />
representa o, por el contrario, es su raíz.<br />
Por tanto, el cine espiritual es un instrumento<br />
privilegiado para desplegar <strong>la</strong> competencia<br />
espiritual en educación. Así el cine, como medio<br />
audiovisual, accede al ser humano<br />
especialmente desde <strong>la</strong> afectividad, por lo que<br />
se convierte en una herramienta indicada para el<br />
desarrollo de <strong>la</strong> competencia emocional. De <strong>la</strong><br />
misma manera <strong>la</strong>s historias y los iconos que nos<br />
2 Orel<strong>la</strong>na, Juan, Como en un espejo. Drama<br />
humano y sentido religioso en el cine<br />
contemporáneo, Ed. Encuentro, Madrid 2007, pp. 17-<br />
101.
presentan <strong>la</strong>s pelícu<strong>la</strong>s nos permiten abordar <strong>la</strong><br />
competencia existencial, trascendente y<br />
religiosa que afectan al sentido de <strong>la</strong> vida y de <strong>la</strong><br />
muerte, a <strong>la</strong> búsqueda del amor y <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción, al<br />
deseo de justicia y <strong>la</strong> exigencia de <strong>la</strong><br />
solidaridad. Además hay un cine que presenta<br />
directamente el sentido cristiano y nos permite<br />
su presentación directa así por ejemplo en La<br />
vida secreta de <strong>la</strong> abejas se nos presenta a<br />
María de Nazaret, en Gran Torino hay una<br />
referencia explícita a <strong>la</strong> muerte de Cristo o en El<br />
pequeño Rambow se concluye con una oración<br />
cristiana.<br />
Es competencia de nosotros, como espectadores,<br />
de hacer y ofrecer una lectura “teológica del<br />
cine” para poder reconocer desde <strong>la</strong> naturaleza<br />
propia del lenguaje fílmico y desde <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ves de<br />
<strong>la</strong> narración audiovisual <strong>la</strong> presencia escondida<br />
del Invisible en tantas pelícu<strong>la</strong>s. Se trata de<br />
enfrentarse desde el cine a <strong>la</strong>s grandes preguntas<br />
religiosas de <strong>la</strong> humanidad, tales como el anhelo<br />
de pervivencia, el deseo de infinito, <strong>la</strong> exigencia<br />
de felicidad, <strong>la</strong> búsqueda de un significado y el<br />
descubrimiento de <strong>la</strong> realidad como signo y<br />
como misterio. Pelícu<strong>la</strong>s como El sétimo sello,<br />
Sacrificio, B<strong>la</strong>de Runner, Tiempos Modernos,<br />
Cielo sobre Berlín...<br />
Para que el mecanismo cinematográfico<br />
funcione necesitamos aproximarnos a <strong>la</strong>s<br />
condiciones de un cine. Esta ambientación<br />
forma parte del mecanismo psicológico del cine.<br />
Una pantal<strong>la</strong> grande, un sonido envolvente y el<br />
mecanismo de <strong>la</strong> proyección se convierten en<br />
proyección psicológica. Se inicia un proceso de<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
29<br />
identificación y rechazo de personajes, un<br />
itinerario de maduración a través de los giros<br />
del guión. Así en <strong>la</strong> oscuridad el sentimiento<br />
brota en <strong>la</strong> intimidad (¡Quién no ha reído o<br />
llorado en una pelícu<strong>la</strong>!), los sentidos se colocan<br />
alertas, así desde <strong>la</strong> sensibilidad se puede<br />
acceder a <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción.<br />
LO IMPLICITO Y LO EXPLÍCITO<br />
Miremos el itinerario que vamos a recorrer<br />
acompañados por algunas secuencias del cine<br />
contemporáneo. Dios aparece en el cine de<br />
forma explícita y de forma implícita.<br />
Cuando hab<strong>la</strong>mos de cine religioso, hab<strong>la</strong>mos<br />
de una presencia explícita. Así el cine religioso<br />
es aquel que por sus personajes, temas o<br />
instituciones trata sobre <strong>la</strong> religión. Sea budista<br />
como Primavera, verano, otoño e invierno...,<br />
sea musulmán como Viaje a <strong>la</strong> Meca, o bien sea<br />
cristiano como Teresa de Calcuta.<br />
En Como Dios , el actor Morgan Freeman hace<br />
del Todopoderoso Creador y se nos ofrece un<br />
ejemplo de una pelícu<strong>la</strong> en que se nos presenta<br />
directamente al Invisible.<br />
A pesar del tono de comedia y del carácter<br />
explícito de esta propuesta se trata de una<br />
interesante revisión de <strong>la</strong> imagen de Dios y<br />
como el ser humano busca un Dios<br />
todopoderoso que está detrás de todas <strong>la</strong>s<br />
causalidades pero con esta perspectiva lo que en<br />
el fondo intenta Bruce, el protagonista, es huir<br />
de su propia libertad y su responsabilidad.<br />
Veamos ahora un ejemplo de lo implícito. Esto<br />
es lo que venimos en l<strong>la</strong>mar el cine espiritual.<br />
Se trata de aquel cine que presenta historias<br />
auténticamente humanas. En el<strong>la</strong>s se p<strong>la</strong>ntean<br />
<strong>la</strong>s grandes cuestiones sobre el sentido de <strong>la</strong><br />
vida y <strong>la</strong> muerte, <strong>la</strong> posibilidad del encuentro<br />
interhumano en amistad o en amor esponsal,<br />
paternal, maternal, fraternal o filial, el empeño
por <strong>la</strong> justicia, los caminos de <strong>la</strong> compasión y el<br />
perdón, el deseo de <strong>la</strong> libertad, <strong>la</strong> lucha contra el<br />
mal y el ejercicio de <strong>la</strong> bondad. Cuando estos<br />
argumentos trasparentan en su trama el misterio<br />
profundo de los humanos que tiene <strong>la</strong><br />
potencialidad de mostrar <strong>la</strong> trascendencia, de<br />
indicar <strong>la</strong> presencia de Dios.<br />
Roberto Benigni, que se formó en los salesianos<br />
de Torino y que confesaba a Juan Pablo II que<br />
siempre llevaba en su cartera una imagen de<br />
Teresa de Lisieux nos presenta algo de esto en<br />
su pelícu<strong>la</strong> El tigre y <strong>la</strong> nieve. El poeta Atilio un<br />
día explica a sus hijas como fue su vocación. Os<br />
ruego que os fijéis en <strong>la</strong> metáfora del pajarito.<br />
En este caso esta pequeño pájaro tiene un<br />
carácter trascendente, no so<strong>la</strong>mente porque<br />
viene de arriba, sino porque tiene el poder<br />
misterioso de trasmitir una vocación, una<br />
misión.<br />
Así el actor-poeta es en el fondo el cineastapoeta<br />
que intenta encontrar <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras y <strong>la</strong>s<br />
imágenes justas para transmitir <strong>la</strong> emoción y el<br />
sentido. Y esta probablemente tendría que ser <strong>la</strong><br />
disposición del educador y el animador de<br />
pastoral, en el<strong>la</strong> dirección <strong>la</strong>s secuencia se<br />
pueden convertir en una valiosa ayuda, como<br />
los versos del poeta, pueden ayudar desde <strong>la</strong><br />
emoción a p<strong>la</strong>ntear <strong>la</strong>s cuestiones espirituales.<br />
LOS SIMBOLOS DE DIOS<br />
Como hemos visto Dios se hace presenta en <strong>la</strong><br />
pantal<strong>la</strong> de forma escondida. Para encontrar <strong>la</strong>s<br />
huel<strong>la</strong>s de Dios en el cine hemos de investigar<br />
en <strong>la</strong> semiótica de <strong>la</strong> trascendencia, en los<br />
símbolos de Dios. Veamos algunos.<br />
El símbolo por excelencia de Dios ha sido <strong>la</strong><br />
luz, ya los padres de <strong>la</strong> Iglesia usaban esta<br />
metáfora para explicar algunas cuestiones<br />
teológicas como <strong>la</strong> Trinidad: el sol (Padre) el<br />
rayo que visita (Hijo), <strong>la</strong> luz que ilumina<br />
(Espíritu Santo). En el cine <strong>la</strong> luz desde arriba,<br />
se puede reconocer como <strong>la</strong> visita de <strong>la</strong> gracia<br />
divina, algo que ya ha recibido el séptimo arte<br />
de <strong>la</strong> arquitectura, en los templos, y <strong>la</strong> pintura<br />
religiosa.<br />
Otra c<strong>la</strong>ve es el color. Para ilustrar este tema<br />
nos podemos fijar en una escena de Millones de<br />
Danny Boyle, donde predominan los colores<br />
trascendentales en <strong>la</strong> habitación del pequeño<br />
Damian: el azul del cielo, el dorado de <strong>la</strong>s<br />
cortinas que trasparentan <strong>la</strong> luz misteriosa y el<br />
b<strong>la</strong>nco de <strong>la</strong> santidad. Los códigos del color han<br />
sido profundamente estudiados por <strong>la</strong><br />
iconografía y nos dan importante pistas para <strong>la</strong><br />
representación de Dios.<br />
Pero además, el lenguaje fílmico tiene c<strong>la</strong>ves<br />
propias para significar. Tanto desde <strong>la</strong> posición<br />
de <strong>la</strong> cámara, por ejemplo, el picado radical<br />
como mirada de Dios. El contenido del cuadro,<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
30<br />
en este caso Dios habitualmente estaría fuera de<br />
campo, observemos como en tantas pelícu<strong>la</strong>s <strong>la</strong><br />
mirada o un ruido nos puede indicar el misterio<br />
de lo que no vemos. Algo de esto ocurre en el<br />
juego de <strong>la</strong>s miradas del final de Una historia<br />
verdadera de David Lynch.<br />
Otra pista son los símbolos convencionales una<br />
escalera que sube indica trascendencia, el<br />
horizonte muestra el infinito, una cruz en medio<br />
del paisaje, el cielo como el lugar donde habita<br />
Dios.<br />
El cielo estrel<strong>la</strong>do es <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ve simbólica de <strong>la</strong><br />
pelícu<strong>la</strong> de Lynch. Alvin Straight tiene 73 años,<br />
es viudo, padece un enfisema, tiene problemas<br />
de visión y de cadera y acaba de sufrir un<br />
brusco desfallecimiento. Sin embargo,<br />
emprende un <strong>la</strong>rgo camino para visitar a su<br />
hermano que acaba de tener un gravísimo<br />
percance de corazón. Será un camino<br />
penitencial y contemp<strong>la</strong>tivo emprendido en una<br />
máquina cortacésped a 10 Km/h. Los dos<br />
hermanos, tienen una vieja historia de<br />
enfrentamiento, tan vieja como Caín y Abel, y<br />
hace diez años que no se hab<strong>la</strong>n. Vamos a ver su<br />
encuentro silencioso. El suyo será un encuentro<br />
sin pa<strong>la</strong>bras.<br />
El cielo estrel<strong>la</strong>do muestra el más allá que<br />
espera al ser humano después de <strong>la</strong> muerte y <strong>la</strong><br />
reconciliación. La pelícu<strong>la</strong> termina, los finales<br />
son <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ve hermenéutica del texto, mostrando<br />
un cielo imposible ya que estamos en pleno día<br />
pero que se ha convertido en un territorio<br />
escatológico, lugar del Padre nuestro que estás<br />
en los cielos.
EL ROSTRO DE LA BONDAD<br />
Uno de los caminos privilegiados por su<br />
elocuencia para mostrar a Dios es el rostro de <strong>la</strong><br />
bondad humana. La imagen y semejanza que<br />
somos transparenta a su Creador. Hay el cine<br />
hay muchos “malos de pelícu<strong>la</strong>” pero también<br />
tenemos los buenos que siempre permanecen,<br />
los inocentes de corazón limpio, los ingenuos<br />
que atraen hacia sí lo mejor. Federico Fellini<br />
decía que había querido hacer de Gelsomina en<br />
L'Strada y de Cabira en Las noches de Cabiria<br />
dos personajes que trasparentaran <strong>la</strong> gracia de<br />
Dios. En <strong>la</strong> historia del cine hay una cosecha de<br />
buenos que indican ¡Qué bello es vivir! (1946)<br />
de Frank Capra.<br />
Los niños son un arquetipo frecuente de <strong>la</strong><br />
inocencia y <strong>la</strong> bondad. Millones, a <strong>la</strong> que antes<br />
nos referíamos con el tema del color, es un film<br />
del recientemente oscarizado Danny Boyle con<br />
Slumdog Millionaire. Este director, hijo de<br />
emigrantes ir<strong>la</strong>ndeses católicos, se formó en un<br />
colegio de los salesianos en Bolton (Reino<br />
Unido) hasta el grado de bachillerato y<br />
contempló muy seriamente <strong>la</strong> vocación<br />
religiosa, hasta que un sacerdote lo convenció<br />
de que ése no era su camino: «No sé si estaba<br />
tratando de salvarme del sacerdocio, o al<br />
sacerdocio de mí», confesaría en broma<br />
después. Lo cierto es que presenta en sus<br />
pelícu<strong>la</strong>s rostros de <strong>la</strong> bondad. Jamal Malik, el<br />
protagonista de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> de los ocho oscars, es<br />
un joven que cree en <strong>la</strong> providencia de <strong>la</strong><br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
31<br />
bondad, en el poder del amor y del ingenio.<br />
También el pequeño de Millones (2004) es un<br />
icono de <strong>la</strong> bondad. Junto con su hermano ha<br />
encontrado un monto de millones de liras y <strong>la</strong>s<br />
recibe como un regalo del cielo para dar<strong>la</strong>s a los<br />
pobres. Algunos santos que se le van<br />
apareciendo le ayudan. En el encuentro con San<br />
Pedro se nos constará una sugerente<br />
interpretación del mi<strong>la</strong>gro de los panes y los<br />
peces, donde vemos como <strong>la</strong> generosidad del<br />
niño nos hab<strong>la</strong> de cómo <strong>la</strong> bondad, que se<br />
esconde en el corazón del ser humano, es el<br />
mejor mi<strong>la</strong>gro de Dios.<br />
CAMINOS DE CONVERSIÓN.<br />
Damos otro paso en nuestro itinerario siguiendo<br />
<strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s de Dios en el cine. En este caso<br />
vamos a fijarnos en lo que técnicamente<br />
conocemos como historias de redención. Se<br />
trata de personajes que por distintos motivos<br />
entran en una situación desesperada, sin salida.<br />
Algunas veces motivada por sus propios actos,<br />
otras veces rodeados por el mal.<br />
Recordemos por ejemplo El señor de los<br />
anillos. En el<strong>la</strong> Tolkien despliega, a través de su<br />
mitología, <strong>la</strong> lucha de <strong>la</strong> humanidad contra el<br />
mal (Sauron/diablo) mostrando su inmensa<br />
capacidad de seducción (el poder del anillo), por<br />
encima de <strong>la</strong>s misma decisiones de los hombres,<br />
y, por contraste <strong>la</strong> bondad que reside en los<br />
pequeños hobbits que vencen al mal con el bien<br />
(Frodo) y <strong>la</strong> amistad (Sam).<br />
Nos detenemos en el análisis de Spiderman 3.<br />
El protagonista, Peter, ha hecho un camino de<br />
bajada. Sus deseos de venganza por <strong>la</strong> muerte de<br />
su tío se han visto incrementado por una sombra<br />
que como masa viscosa y negra se ha ido<br />
pegando a él. Poco a poco el Spiderman de <strong>la</strong><br />
bondad se ha convertido en el Spiderman negro.<br />
Sin embargo, <strong>la</strong> conversión es posible. Cuando<br />
el hombre sólo no puede viene <strong>la</strong> ayuda<br />
trascendente. Ha sido el sonido de <strong>la</strong> campana<br />
que estaba en <strong>la</strong> iglesia, bajo <strong>la</strong> cruz <strong>la</strong> que ha<br />
permitido a Spiderman vencer al mal<br />
simbolizado en ese traje. El personaje que ha<br />
pedido a Dios <strong>la</strong> venganza ahora se ha<br />
convertido en el heredero del mal que se sigue<br />
pegando/manchando/heredando de unos a otros.<br />
Tras <strong>la</strong> victoria viene <strong>la</strong> reconstrucción y por<br />
eso una ducha indica <strong>la</strong> limpieza para empezar<br />
de nuevo.<br />
LOS QUE DAN LA VIDA<br />
Conocemos como “figuras crísticas”, aquellos<br />
personajes que sin ser Jesús muestran en sus<br />
vidas alguno de los rasgos del Cristo resucitado<br />
presente en el corazón del mundo. Una de <strong>la</strong>s<br />
“figuras crísticas” más emblemáticas de <strong>la</strong>
historia de <strong>la</strong> literatura es el príncipe Mishkin,<br />
“El idiota”, inmortalizado por Fiodor<br />
Dostoievki. Pero el cine está también lleno de<br />
estás figuras como <strong>la</strong> Vianne de Choco<strong>la</strong>t de<br />
Lasse Hallström o <strong>la</strong> protagonista de El festín<br />
de Babette de Gabriel Axel.<br />
Nos podemos detener en el padre Chistopher de<br />
Disparando a perros. Vamos a ver <strong>la</strong> escena de<br />
su muerte, una “muerte crística”. De un tono<br />
semejante a <strong>la</strong> que podemos ver en Gran Torino<br />
de Clint Eastwood.<br />
El personaje es un sacerdote que a atendido a<br />
los refugiados en un colegio católico, que<br />
todavía existe en Kigali y permanece vacío, allí<br />
hubo una gran matanza. Cuando esto iba a<br />
ocurrir el sacerdote intentó salvar a un grupo de<br />
niños, sin embargo una patrul<strong>la</strong> lo detiene. Allí<br />
estaba un antiguo alumno.<br />
La “muerte crística” con los brazos en cruz del<br />
padre Christopher es ocasión de liberación para<br />
los niños que logran escapar gracias a su<br />
sacrificio. Como dirá Marie, <strong>la</strong> joven testigo del<br />
asesinato y que corre hacia <strong>la</strong> libertad, <strong>la</strong> vida es<br />
un enorme don que hemos recibido y que hemos<br />
de agradecer. Aquí aparece una belleza distinta,<br />
una transgresión del canon de belleza donde<br />
aparece que en <strong>la</strong> muerte se trasparenta una<br />
historia de amor. Es lo que el padre Christopher<br />
decía a Marie que el nunca les abandonaría. Es<br />
<strong>la</strong> belleza del amor entregado y de donación.<br />
LO IMPOSIBLE SE HACE POSIBLE<br />
Ya Meliès, uno de los inventores del cine,<br />
descubrió como el artilugio del cine permitía<br />
una frecuencia de los mi<strong>la</strong>gros que difícilmente<br />
se puede encontrar en <strong>la</strong> vida real. Así el cine se<br />
puede filmar <strong>la</strong> resurrección como hizo C. Th.<br />
Dreyer en Ordet, Mel Gibson en La pasión de<br />
Cristo o más recientemente Carlos Reygadas en<br />
Luz silenciosa.<br />
También <strong>la</strong> historia del cine ha filmado con<br />
cierta frecuencia curaciones mi<strong>la</strong>grosas, como<br />
un curioso suceso durante los bombardeos<br />
aliados en Eslovenia a final de <strong>la</strong> II Guerra<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
32<br />
Mundial como aparece en El tercer mi<strong>la</strong>gro de<br />
Agnieszka Hol<strong>la</strong>nd; <strong>la</strong> curación de pequeña<br />
recién nacida de Mary de Abel Ferrara; o <strong>la</strong><br />
curación del niño con parálisis por <strong>la</strong> mediación<br />
del padre Anatoli en La is<strong>la</strong> Pavel Lounguine.<br />
Esta presencia de lo sobrenatural y<br />
extraordinario se presenta como una huel<strong>la</strong> del<br />
misterio de Dios que acompaña a los hombres.<br />
Podemos recordar una pelícu<strong>la</strong> más infantil y<br />
que mezc<strong>la</strong> exteriores, niños, animales y efectos<br />
especiales. Se trata de <strong>la</strong> primera de <strong>la</strong> serie<br />
sobre Las Crónicas de Narnia. Basada en <strong>la</strong><br />
heptalogia de libros escrita por el escritor angloir<strong>la</strong>ndes<br />
CS Lewis entre 1939 y 1954, encarnado<br />
por Anthony Hopkins en <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> Tierras de<br />
penumbra (1993) de Richard Attenborough. En<br />
El león, <strong>la</strong> bruja y el armario, el león As<strong>la</strong>n<br />
reúne todos los requisitos de una figura crística.<br />
Tras su muerte a manos de <strong>la</strong> Jadis, <strong>la</strong> Bruja<br />
B<strong>la</strong>nca tiene lugar lo inesperado...<br />
Una resurrección con c<strong>la</strong>ros paralelos bíblicos:<br />
<strong>la</strong>s niñas como <strong>la</strong>s mujeres que van al sepulcro,<br />
el altar roto como <strong>la</strong> tumba abierta, el sol de lo<br />
alto como el Dios resucitador, <strong>la</strong> espada<br />
desenvainada de Lucía como el episodio de<br />
Pedro en el huerto. También aquí <strong>la</strong> muerte ha<br />
dado un retroceso y a sido vencida. La magia de<br />
los albores del tiempo (el pecado original) ha<br />
sido vencida por La magia de antes de los<br />
albores del tiempo (El Dios creador). Y estos<br />
mi<strong>la</strong>gros, sencillos iconos de lo imposible,<br />
también apuntan al Dios invisible.<br />
EL ESPÍRITU QUE ORA EN NOSOTROS<br />
Una de <strong>la</strong>s cosas sorprendentes para los que<br />
vemos frecuentemente cine, es <strong>la</strong>s veces que<br />
aparecen personajes rezando. Hay oraciones de<br />
agradecimiento como <strong>la</strong>s de Lana al comienzo
de Tierra de Abundancia (2004) de Wim<br />
Wenders, oraciones de súplica como <strong>la</strong>s de<br />
Sophie Scholl (2005) de Marc Rothemund,<br />
incluso oraciones en <strong>la</strong> duda como en Saraband<br />
(2003), <strong>la</strong> última pelícu<strong>la</strong> de Ingmar Bergman.<br />
La oración muestra al ser humano dirigiéndose a<br />
su Dios, pero también tenemos al Dios que se<br />
dirige a los hombres como en <strong>la</strong> vocación a<br />
Moisés en El príncipe de Egipto (1998) de<br />
Brenda Chapman, Steve Hickner y Simon<br />
Wells.<br />
MÁS ALLÁ DE LA MUERTE<br />
El cine se p<strong>la</strong>ntea con asiduidad el pregunta<br />
sobre Dios. Fijémonos en <strong>la</strong> secuencia del final<br />
de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> El color del paraíso de Majid<br />
Majidi. Se trata de una preciosa obra de<br />
inspiración islámica sobre un niño ciego que<br />
con sus manos y sus oídos anda buscando <strong>la</strong><br />
huel<strong>la</strong> de Dios en el mundo. A su <strong>la</strong>do un padre<br />
que no le acepta y que se niega a acariciarle. Un<br />
padre vestido de negro y con el corazón lleno de<br />
ira que so<strong>la</strong>mente busca su propia seguridad. Su<br />
testarudez ha llevado al niño a un accidente<br />
mortal, el mismo se ha <strong>la</strong>nzado tarde al agua<br />
mientras su hijo se ahogaba. El padre, por fin<br />
dolorido y arrepentido, mira al cielo, como<br />
pidiendo ayuda al Dios en el que decía no creer.<br />
Y el cielo responde con una mirada de Dios,<br />
recordad el picado radical y con un mi<strong>la</strong>gro<br />
sorprendente. La mano del niño trasfigurada se<br />
dirige hacia su Dios. No es una reanimación<br />
sino <strong>la</strong> incorporación a una vida nueva,<br />
resucitada, más allá de <strong>la</strong> muerte.<br />
LOS PREFERIDOS DE DIOS<br />
En el cine algunos personajes de <strong>la</strong> debilidad o<br />
de <strong>la</strong> pobreza se nos ofrecen como trasparencia<br />
de Dios. Hay una especie de re<strong>la</strong>to visual de <strong>la</strong>s<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
33<br />
bienaventuranzas donde hay niños paralíticos,<br />
como en Las l<strong>la</strong>ves de casa, que hacen de<br />
padres; pequeños minusválidos que son héroes<br />
enormes como en El inolvidable Simon Birch;<br />
personajes limpios de corazón como <strong>la</strong><br />
protagonista de Tierra de abundancia; gente<br />
que llora pero que resiste como en Tres colores:<br />
Azul o en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>smación cinematográfica de <strong>la</strong><br />
experiencia de duelo C. S. Lewis en Tierras de<br />
penumbra; los perseguidos pero que siguen<br />
siendo buenos como en Hotel Rwanda; o gente<br />
condenada pero que no pierde <strong>la</strong> esperanza<br />
como en L<strong>la</strong>nto por <strong>la</strong> tierra amada.<br />
Podemos traer a <strong>la</strong> memoria <strong>la</strong> secuencia del<br />
encuentro con un moribundo en <strong>la</strong> estación de<br />
Calcuta cuando <strong>la</strong> Madre Teresa dará un giro a<br />
su vida. Frabrizio Costa, el director de Teresa<br />
de Calcuta, nos muestra este momento vaciando<br />
<strong>la</strong> estación, abarrotada en <strong>la</strong> realidad, y con <strong>la</strong><br />
monja arrodillándose en señal de adoración. La<br />
descripción de este momento interior apunta a<br />
su decisión de servir a los más pobres de los<br />
pobres como imagen de Dios.<br />
PARA TERMINAR<br />
Hab<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> presencia escondida de Dios en el<br />
cine, es hab<strong>la</strong>r de un cine abierto a <strong>la</strong><br />
trascendencia, un cine que pueda impulsar los<br />
valores y estilos de vida positivos. Esto es lo<br />
que han hecho algunas pelícu<strong>la</strong>s como La<br />
historia del Spitfire Grill (1996) de Lee David<br />
Zlotoff. El trabajo fue un magnífico melodrama,<br />
con nitidez narrativa y moral. Zlotoff ape<strong>la</strong><br />
tanto al corazón como a <strong>la</strong> cabeza del<br />
espectador, y con un sutil dominio de <strong>la</strong> puesta<br />
en escena logra un rico mosaico de situaciones<br />
en <strong>la</strong>s que confluyen los grandes temas de hoy y<br />
de siempre: el amor, <strong>la</strong> familia, <strong>la</strong> compasión, el<br />
perdón, <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones humanas, <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones<br />
con Dios, etc...<br />
Por tanto, el cine puede tener sus peligros, pero<br />
puede contribuir a acercar personas distantes, a<br />
reconciliarnos con los demás, a inspirarnos,<br />
aportar valores y provocar esa transferencia de<br />
personalidad en una dirección enriquecedora y<br />
positiva
HISTORIAS Y COSTUMBRES<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
DEPORTE ANCESTRAL EN VILLARRUBIA<br />
Hab<strong>la</strong>r de deporte en Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos<br />
sería toda una hipotética historia, además de<br />
ilógica, puesto que se antepone <strong>la</strong> cultura, los<br />
medios sociales, económicos y los<br />
conocimientos deportivos de aquellos tiempos.<br />
El inicio o práctica del fútbol en Vil<strong>la</strong>rrubia<br />
como deporte importación se remonta a <strong>la</strong><br />
década de los años 30, limitándose<br />
exclusivamente al fútbol y su principio de<br />
desarrollo. Tal vez esta década tenga su<br />
anécdota o historia, como también puede que <strong>la</strong><br />
de los años 20; sin embargo, los 40 es cuando<br />
realmente aflora el interés por <strong>la</strong> práctica del<br />
fútbol, que tuvo su razón de ser, como primer<br />
terreno de juego, en un quiñón de don Paco del<br />
Águi<strong>la</strong>, situándolo en <strong>la</strong> confluencia inicio de <strong>la</strong><br />
calle Almería con el Paseo del Cordón. Allí se<br />
dieron <strong>la</strong>s primeras patadas a un balón por los<br />
estudiantes de aquel<strong>la</strong> época en tiempo estival,<br />
siendo difícil acop<strong>la</strong>r dos equipos, dirigidos por<br />
un técnico idóneo, don José Carruana Gálvez.<br />
Gallego de nacimiento y médico en <strong>la</strong> localidad<br />
durante un gran periodo de años, en distintas<br />
etapas de su vida fue jugador y directivo del<br />
Real Madrid, en esta última faceta en <strong>la</strong>s<br />
primeras directivas de Santiago Bernabéu.<br />
Una segunda exp<strong>la</strong>nada o terreno de juego<br />
donde practicar el fútbol fue en los huertos de <strong>la</strong><br />
casa pa<strong>la</strong>cio de Don Bernardo Marín del<br />
Campo, toda una manzana hasta llegar a <strong>la</strong>s<br />
C<strong>la</strong>risas. El primer proceder de aquellos<br />
aficionados faltos de divertimentos fue <strong>la</strong><br />
creación de uno o más equipos, en el primero de<br />
los casos había que buscarse rivales de otras<br />
localidades. De esta manera surgieron tres<br />
equipos que rivalizaron a veces más contra<br />
pueblos vecinos que entre ellos, Castil<strong>la</strong>,<br />
Hispania y Charango fueron sus nombres, el<br />
medio de locomoción en <strong>la</strong>s salidas fue <strong>la</strong><br />
bicicleta, todo un lujo de <strong>la</strong> época.<br />
34<br />
Francisco J. Serrano López<br />
Un tercer emp<strong>la</strong>zamiento, o lugar donde<br />
practicar el arte balompédico, fue en <strong>la</strong><br />
exp<strong>la</strong>nada de La Cooperativa. El día del partido<br />
se levantaban al alba para desalojar el terreno de<br />
juego de piedras, colocar <strong>la</strong>s porterías y marcar<br />
el campo. Qué decir de los vestuarios, bien<br />
cambiarse al descampado o ir vestidos desde<br />
casa como si de toreros se tratara.<br />
Era tradicional y a <strong>la</strong> vez caballeresco que cada<br />
equipo tuviera su madrina, por lo tanto el<br />
orgullo de cada uno de ellos radicaba en tener <strong>la</strong><br />
más atractiva y simpática señorita. Dentro de <strong>la</strong><br />
práctica deportiva, lo importante tanto como<br />
marcar un gol, era procurar no caerte y dar con<br />
tu cuerpo en una auténtica pedriza o patatal.<br />
También existían <strong>la</strong>s dosis de orgullo y<br />
pedantería, cuando se trataba de disponer y a <strong>la</strong><br />
vez presumir de un par de botas, cuando una<br />
mayoría usaba calzado de cáñamo en forma de<br />
sandalia, para entendernos, <strong>la</strong> clásica alpargata,<br />
era para los privilegiados, un síntoma de<br />
prepotencia, aunque en <strong>la</strong> mayoría de los casos,<br />
solo era una virtud económica y no sinónimo de<br />
jugar bien. También lo que era comprensible<br />
sobre este deporte era el aspecto físico de antes<br />
al de ahora, tal vez fuese factor importante<br />
demostrar más <strong>la</strong> virilidad que <strong>la</strong> técnica<br />
depurada. En los dos apartados lógicamente<br />
habría excepciones, pero en líneas generales,<br />
primaba más <strong>la</strong> ilusión y <strong>la</strong> defensa a ultranza de<br />
unos colores, en aquellos respetables señores,<br />
que ponían todo el empeño y <strong>la</strong> garra en sus<br />
acciones. Al parecer y volviendo a <strong>la</strong> rivalidad,<br />
el Castil<strong>la</strong> fue el equipo más internacional de<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia, disputando muchos partidos contra<br />
equipos de Ma<strong>la</strong>gón y Fuente el Fresno, y<br />
teniendo como medio de locomoción el lujo que<br />
era tener una bicicleta, les tendieron una trampa<br />
a <strong>la</strong> salida del pueblo. Tendiendo un cable en <strong>la</strong><br />
carretera de árbol a árbol, con el consiguiente
porrazo de alguno de ellos. Anteriormente <strong>la</strong>s<br />
bicicletas fueron pinchadas en <strong>la</strong> posada o lugar<br />
hospedaje.<br />
Finalizando <strong>la</strong> década de los 40 fue cuando en<br />
realidad se tomó el espíritu competitivo de los<br />
equipos en liguil<strong>la</strong>, con un total de cinco<br />
equipos: Castil<strong>la</strong>, Arenas, Vil<strong>la</strong>rta, Frente de<br />
Juventudes e Imperio, este último equipo cuyo<br />
nombre primitivo fue el de Hispania, era<br />
conocido como el equipo de los<br />
HUMOR<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
35<br />
económicamente pudientes. Para terminar esta<br />
breve semb<strong>la</strong>nza del fútbol vil<strong>la</strong>rrubiero en los<br />
años 40 citaremos un folleto anunciador de un<br />
partido de <strong>la</strong> época: Domingo 21 de Mayo de<br />
1944 a <strong>la</strong>s 7 de <strong>la</strong> tarde en el Campo de <strong>la</strong><br />
Cooperativa tercer partido del campeonato<br />
local. Copa del Excelentísimo Ayuntamiento, se<br />
disputará un interesantísimo encuentro entre el<br />
Castil<strong>la</strong> y el Hispania. A este encuentro asistirán<br />
altas jerarquías locales y del Movimiento. Se<br />
alinearán de <strong>la</strong> siguiente manera: Castil<strong>la</strong> =<br />
Pinga, Molina, Emiliano, Cabanes, Barenca,<br />
Calderón, Eugenio, Alises, García, Del Pozo, y<br />
Alfonso: Hispania = Calcerrada, Angelín,<br />
Villegas, Guzmán, Ruiz, Saneto, Andrés, Feito,<br />
Máximo, Guijarro, y Ruiz. Dicho folleto no<br />
estaba exento de publicidad, como el anuncio de<br />
un relojero donde además de publicitar sus<br />
habilidades en el buen arte de arreg<strong>la</strong>r toda c<strong>la</strong>se<br />
piezas en joyería, p<strong>la</strong>tería y relojería, era<br />
especialista en relojes de pulsera.
ECOLOGÍA<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
REFLEXIÓN SOBRE EL PATRIMONIO Y LA CALIDAD<br />
MEDIOAMBIENTAL DE VILLARRUBIA<br />
36<br />
David García Urda<br />
Agradecimientos para nuestro paisano Concepción Sepúlveda Rodríguez, “Conce”, que ama y conoce<br />
como pocos, si no como nadie, <strong>la</strong>s maravil<strong>la</strong>s y secretos de nuestro más cercano Patrimonio Natural, y<br />
siempre se ofrece para compartirlo, de manera totalmente desinteresada y con una desbordante pasión,<br />
a todos los vil<strong>la</strong>rrubieros que nos interesamos por su descubrimiento y disfrute.<br />
Por fortuna, a diferencia de lo que ocurre con<br />
aproximadamente dos tercios de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción<br />
mundial, en Vil<strong>la</strong>rrubia vivimos dentro Mundo<br />
Desarrol<strong>la</strong>do. Eso quiere decir que, en mayor o<br />
menor medida, nosotros y nuestros vecinos y<br />
conciudadanos tenemos al alcance y a nuestra<br />
disposición los más desarrol<strong>la</strong>dos<br />
conocimientos científicos y avances técnicos<br />
que se puedan encontrar a nivel mundial. Ello<br />
nos ha conducido en Occidente a lo que<br />
entendemos como <strong>la</strong> “Sociedad del Bienestar”,<br />
que permite que, de forma muy generalizada, <strong>la</strong>s<br />
personas que en el<strong>la</strong> nos insertamos podamos<br />
disfrutar, desde <strong>la</strong> infancia hasta <strong>la</strong> vejez, de<br />
unas condiciones de vida bastante dignas,<br />
traducidas en poder tener un acceso a una<br />
educación y formación muy completas, a un<br />
sistema sanitario bastante aceptable o en<br />
disfrutar de unas buenas condiciones de trabajo<br />
o de vida en caso de vejez, invalidez,<br />
desempleo... En definitiva, esta “Sociedad del<br />
Bienestar” en <strong>la</strong> que nos hemos insta<strong>la</strong>do, y en<br />
<strong>la</strong> que el Estado juega un papel básico al ofrecer<br />
una gran cobertura social, nos ha llevado a un<br />
altísimo nivel de vida sin parangón en <strong>la</strong><br />
Historia de <strong>la</strong> Humanidad y de ello debemos ser<br />
bien conscientes. Pero estos países tan<br />
desarrol<strong>la</strong>dos y avanzados como el nuestro, en<br />
ese acertado afán por llevarnos y mantenernos<br />
en esta “Sociedad del Bienestar”, se han dado<br />
cuenta desde hace ya tiempo que garantizar<br />
entre sus conciudadanos <strong>la</strong> Educación, <strong>la</strong><br />
Sanidad, <strong>la</strong>s Pensiones, etc… no son suficientes<br />
si no es cubierta otra necesidad vital que ya es<br />
valorada de primerísima magnitud: el respeto y<br />
el derecho al disfrute del Medio Ambiente. Así<br />
pues, por mucho que se hayan conseguido<br />
aquellos otros objetivos, no habremos logrado<br />
un pleno bienestar social y una plena calidad de<br />
vida mientras nuestro Medio Ambiente se<br />
encuentre en unas condiciones alejadas de lo<br />
ideal y deseable y nos veamos privados de su<br />
disfrute.<br />
Esto es así por una sencil<strong>la</strong> y lógica razón:<br />
nosotros los seres humanos venimos de <strong>la</strong><br />
Naturaleza, somos parte de el<strong>la</strong> y,<br />
consecuentemente, sólo podemos vivir dentro<br />
de el<strong>la</strong>. Desde luego que, desde nuestra<br />
aparición, <strong>la</strong>s personas hemos ido progresando<br />
material y tecnológicamente para superar <strong>la</strong>s<br />
adversidades a <strong>la</strong>s que <strong>la</strong> propia Naturaleza nos<br />
ha sometido durante milenios y,<br />
afortunadamente y gracias a el<strong>la</strong>s, hemos<br />
conseguido sobrevivir al frío, al calor, a <strong>la</strong>s<br />
epidemias, a <strong>la</strong>s hambrunas o superar<br />
incontables obstáculos, todo un logro y de lo<br />
que nos podemos sentir orgullosos como seres<br />
humanos. Pero no confundamos el desarrollo y<br />
los avances materiales y tecnológicos con el<br />
verdadero progreso. Si bien es cierto que<br />
muchísimos de estos avances nos han permitido<br />
mejorar enormemente el bienestar de <strong>la</strong><br />
Humanidad, lo cierto es que en muchos casos<br />
han sido a costa de <strong>la</strong> propia Naturaleza y, en<br />
consecuencia, de nosotros mismos. Por poner<br />
sólo algunos ejemplos comunes a toda <strong>la</strong><br />
Humanidad a nivel global: hemos contaminado<br />
el aire, el agua o los alimentos que consumimos<br />
y ahora nos afectan enfermedades generadas por<br />
el<strong>la</strong>s como el cáncer; hemos abusado del agua y<br />
ahora, con nuestros ríos, arroyos y acuíferos<br />
secos, dependemos para nuestro abastecimiento<br />
de trasvases venidos de fuera cuya cantidad y<br />
calidad no estará nunca garantizada; nos hemos<br />
aferrado a un tipo de vida en el que hemos<br />
hecho imprescindible el uso de hidrocarburos<br />
para el transporte y otro tipo de actividades y<br />
debido a ello hemos llegado a provocar un<br />
auténtico cambio climático, cuyas nefastas<br />
consecuencias ya estamos padeciendo y lo peor<br />
–dicen los expertos- aún queda por llegar; donde<br />
antes había parajes llenos de vida y color que<br />
transmitían alegría y ganas de vivir, ahora no<br />
vemos más que moles de <strong>la</strong>drillo y hormigón o<br />
montones de basura y residuos que cambian<br />
drásticamente nuestro estado de ánimo.<br />
Entonces, ¿a eso lo podemos l<strong>la</strong>mar progreso?<br />
No se trata de echar por tierra los logros que <strong>la</strong><br />
Humanidad ha conseguido durante milenios y<br />
milenios y que indudablemente nos han<br />
mejorado <strong>la</strong>s condiciones de vida, simplemente<br />
se trata de aplicar todos estos conocimientos,
avances y ade<strong>la</strong>ntos para conseguir un equilibrio<br />
con ese Medio Ambiente del que, por mucho<br />
que no quisiéramos, depende nuestras vidas. De<br />
<strong>la</strong> otra manera, no llegaremos a ningún <strong>la</strong>do.<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia, localización única y privilegiada: entre<br />
humedales y sierra.<br />
Ya a un nivel exclusivamente local, muy lejos<br />
de lo que muchos piensan, y desgraciadamente<br />
<strong>la</strong> mayoría de nuestros gobernantes, <strong>la</strong>s políticas<br />
medioambientales no consisten en crear parques<br />
y jardines muy bonitos, ni tampoco en poner<br />
muchas papeleras o incluso colocar<br />
contenedores para el recic<strong>la</strong>je, lo cual, no<br />
obstante, también es importantísimo. Muy al<br />
contrario, una verdadera política<br />
medioambiental es aquel<strong>la</strong> que hace todo lo<br />
posible por que <strong>la</strong> calidad medioambiental en<br />
todo lo que es su área de acción sea <strong>la</strong> más<br />
óptima posible en términos de salud y que su<br />
patrimonio medioambiental se conserve en <strong>la</strong>s<br />
mejores condiciones posibles para garantizarnos<br />
a nosotros mismos y a <strong>la</strong>s próximas<br />
generaciones su aprovechamiento y disfrute. Por<br />
tanto, una verdadera política medioambiental<br />
tiene que tener siempre como eje vertebrador<br />
tres pi<strong>la</strong>res básicos de los que nunca se puede<br />
alejar: ve<strong>la</strong>r por <strong>la</strong> calidad más óptima de <strong>la</strong>s<br />
condiciones del medio que envuelve a un núcleo<br />
de pob<strong>la</strong>ción y su entorno y que son<br />
indispensables para <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong>s personas,<br />
asegurar su Biodiversidad y trabajar por el<br />
establecimiento de un Desarrollo Sostenible<br />
dentro del mismo. Respecto al primero, todos<br />
estamos de acuerdo en <strong>la</strong> necesidad de respirar<br />
un aire limpio y beber un agua de calidad o de<br />
no estar en contacto con sustancias tóxicas o<br />
cancerígenas, por ejemplo. Respecto a <strong>la</strong><br />
Biodiversidad, hay que decir que ésta también<br />
es fundamental, puesto que cuanto más rico sea<br />
un determinado ecosistema, más nos podremos<br />
beneficiar. Así, existen multitud de p<strong>la</strong>ntas<br />
silvestres con propiedades medicinales y otro<br />
tipo de usos muy valiosos o cantidad de<br />
especies animales también silvestres -como<br />
muchas aves e insectos- nos causan<br />
silenciosamente un beneficio tremendo en <strong>la</strong><br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
37<br />
vida cotidiana y en actividades económicas<br />
como <strong>la</strong> agricultura, por no hab<strong>la</strong>r del potencial<br />
económico que supone en re<strong>la</strong>ción al cada vez<br />
más importante sector turístico dentro de <strong>la</strong>s<br />
actividades terciarias, cuyo predominio<br />
constituye a día de hoy <strong>la</strong> tarjeta de identidad de<br />
una economía plenamente moderna y<br />
desarrol<strong>la</strong>da. Y en cuanto al Desarrollo<br />
Sostenible, que duda cabe de que si seguimos un<br />
modelo de desarrollo económico que pone<br />
límites a los recursos que el propio medio nos<br />
ofrece y sobre los que basamos nuestra<br />
subsistencia, pondremos en riesgo nuestro<br />
propio futuro y, sobre todo, el de <strong>la</strong>s próximas<br />
generaciones. Por tanto, esas tres son <strong>la</strong>s<br />
grandes premisas sobre <strong>la</strong>s que se debe apoyar<br />
una política medioambiental, a <strong>la</strong>s cuales se les<br />
debe de añadir algo esencial sin lo cual no<br />
podrían prosperar: <strong>la</strong> necesidad de desarrol<strong>la</strong>r<br />
entre toda <strong>la</strong> ciudadanía <strong>la</strong> Educación<br />
Ambiental, principalmente entre los jóvenes,<br />
pero, también, entre los no tan jóvenes.<br />
Respecto a nuestro pueblo, ¿cuál es <strong>la</strong> situación<br />
del Patrimonio y <strong>la</strong> Calidad Medioambiental de<br />
una Vil<strong>la</strong>rrubia que está a punto de finalizar <strong>la</strong><br />
primera década del siglo XXI? Si queremos<br />
saber <strong>la</strong> respuesta preguntémosles a nuestros<br />
mayores, pero, sobre todo, a todos aquellos que,<br />
situados en <strong>la</strong>s esferas socioeconómicas bajas y<br />
humildes de <strong>la</strong> Vil<strong>la</strong>rrubia de hace cuarenta y<br />
tantos años o más y dentro de un contexto de<br />
extrema desigualdad social, pudieron subsistir y<br />
sacar ade<strong>la</strong>nte a sus familias gracias al<br />
Patrimonio Natural de nuestra localidad. Y si<br />
no, cuando el capataz de un gran terrateniente<br />
no elegía en <strong>la</strong> P<strong>la</strong>za a algún jornalero o peón<br />
para trabajar en sus tierras, cómo se sacaba éste<br />
el jornal, qué llevaba para comer a su casa. ¿A<br />
caso no tenía el alivio de disponer de una<br />
pequeña pero muy fértil parce<strong>la</strong> en <strong>la</strong> vega<br />
regada por el Gigüe<strong>la</strong> en <strong>la</strong> que sacaba<br />
productos básicos como patatas, legumbres o<br />
tomates? ¿A caso el mismo Gigüe<strong>la</strong>, Guadiana o<br />
<strong>la</strong> confluencia de ambos en lo que ahora es el<br />
Parque Nacional no le proporcionaba multitud<br />
de animales comestibles como peces, cangrejos<br />
o ranas, además de patos y otro tipo de aves<br />
acuáticas? ¿A caso no tenían <strong>la</strong> opción de ir a<br />
Nuestra Sierra a por un haz de leña que bajaban<br />
luego al pueblo para intercambiar<strong>la</strong> con los<br />
panaderos por un poco de pan? ¿A caso en <strong>la</strong><br />
misma Sierra no encontraban otro tipo de cosas<br />
que llevarse a <strong>la</strong> boca o a <strong>la</strong> de sus hijos<br />
hambrientos? Sí, durante mucho tiempo, durante<br />
muchas décadas e incluso siglos de gran<br />
desigualdad socioeconómica, el Gigüe<strong>la</strong>, el<br />
Guadiana, Las Tab<strong>la</strong>s, <strong>la</strong> Sierra y, en general,<br />
todo el Patrimonio Medioambiental situado<br />
alrededor de nuestro pueblo han aliviado los
estómagos hambrientos de muchos<br />
vil<strong>la</strong>rrubieros.<br />
Otro “Balcón de La Mancha”: La “Cruz de Ocaña”,<br />
a <strong>la</strong> que se llega ascendiendo <strong>la</strong> Co<strong>la</strong>da de<br />
Valparaiso.<br />
Y ahora, ¿qué aspecto vienen presentado –no<br />
tengamos en cuenta este excepcional año<br />
pluviométrico, que se repite muy de vez en<br />
cuando- desde hace ya algunos lustros <strong>la</strong>s vegas<br />
del Gigüe<strong>la</strong>? ¿Qué vemos en ese paraje l<strong>la</strong>mado<br />
los Ojos del Guadiana que da nombre a nuestro<br />
municipio y nos sitúa con letras mayúscu<strong>la</strong>s en<br />
el mapa de España? ¿Dónde están Las Tab<strong>la</strong>s de<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia, que, habiendo sido lo mismo -y tras<br />
haber hecho con estas inusuales lluvias<br />
invernales un amago de resucitar- en nada se<br />
parecen a lo que unos kilómetros más ade<strong>la</strong>nte<br />
es un Parque Nacional? ¿Cuál es <strong>la</strong> causa por <strong>la</strong><br />
que se ha pedido desc<strong>la</strong>sificar como Reserva de<br />
<strong>la</strong> Biosfera a lo que queda de nuestras Tab<strong>la</strong>s y<br />
resto de humedales, que, igualmente, en años<br />
como este resucitan efímeramente? ¿Por qué<br />
parece que Vil<strong>la</strong>rrubia se acaba al pie de <strong>la</strong><br />
Sierra cuando realmente va mucho más allá?<br />
¿Por qué, dentro de nuestra propia Sierra, no<br />
nos dejan pasar por los caminos por los que<br />
muchos de nuestros antepasados iban a buscarse<br />
<strong>la</strong> vida porque no había otra cosa? ¿Qué fue de<br />
aquel<strong>la</strong>s extensas dehesas y encinares que<br />
antaño envolvían buena parte de los alrededores<br />
de Vil<strong>la</strong>rrubia y que también daban alimento o<br />
leña entre otros? ¿Qué queda de todo ello? Hoy<br />
en día, afortunadamente, ya no dependemos de<br />
todo aquello como dependían muchos de<br />
nuestros antepasados, pero lo que está c<strong>la</strong>ro es<br />
que desde entonces hasta ahora algo se ha hecho<br />
mal o muy mal. Tanto que a cualquier joven<br />
vil<strong>la</strong>rrubiero le cuesta creer que el paisaje de<br />
nuestro pueblo fuera tan diferente hace tan sólo<br />
unas décadas, como es el caso de nuestros<br />
humedales, o que aún hoy día existan parajes<br />
emblemáticos muy ligados a nuestra historia y<br />
acerbo popu<strong>la</strong>r de los que no podemos disfrutar,<br />
como es el caso de Nuestra Sierra.<br />
En cuanto a <strong>la</strong> Calidad Medioambiental de<br />
nuestro pueblo, <strong>la</strong> realidad hace levantar<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
38<br />
también bastantes suspicacias, siendo un hecho<br />
el que en los últimos lustros ha proliferado el<br />
número de casos de enfermedades entre<br />
nuestros vecinos, especialmente <strong>la</strong>s<br />
cancerígenas, y, a falta de un estudio sobre ello,<br />
cabe <strong>la</strong> posibilidad que esté directamente<br />
re<strong>la</strong>cionado con <strong>la</strong> cada vez más deteriorada<br />
calidad del aire o el agua que bebemos y<br />
determinados productos que consumimos<br />
derivados de el<strong>la</strong>, sobre todo del agua<br />
procedente del acuífero que se sitúa bajo<br />
nuestras explotaciones agrarias, contaminado<br />
por algunos productos agrarios muy nocivos.<br />
En resumen, Vil<strong>la</strong>rrubia, y más en concreto lo<br />
que es su término municipal, ha gozado<br />
históricamente de un privilegiado Patrimonio y<br />
Calidad Medioambiental que actualmente está,<br />
o bien seriamente degradado -si no del todo-, o<br />
bien totalmente fuera del alcance y disfrute de<br />
los vil<strong>la</strong>rrubieros. Y los responsables de todo<br />
hemos sido nosotros los propios vil<strong>la</strong>rrubieros,<br />
nuestros políticos y gobernantes –unos<br />
impuestos en tiempos pasados, pero otros<br />
elegidos por nosotros mismos ahora en<br />
democracia- y esos nuevos grandes propietarios<br />
que llegados de fuera quieren arrebatarnos este<br />
Patrimonio y Calidad medioambiental que a<br />
todos nos pertenece y del que tenemos derecho<br />
a disfrutar como vil<strong>la</strong>rrubieros que somos. Pero<br />
centrémonos en <strong>la</strong> parte que nos toca a nosotros<br />
como ciudadanos. Más por ignorancia y dejadez<br />
que de forma intencionada, nosotros los<br />
vil<strong>la</strong>rrubieros hemos sido los que en su día, de<br />
alguna u otra manera, permitimos <strong>la</strong><br />
canalización del Gigüe<strong>la</strong> y <strong>la</strong> desaparición de<br />
sus fértiles vegas, con <strong>la</strong> consecuente<br />
destrucción de Las Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia, o que<br />
a<strong>la</strong>mbrasen <strong>la</strong> Sierra y desde entonces no<br />
podamos acceder y transitar por aquellos tramos<br />
y parajes que por Historia, Tradición y, sobre<br />
todo, por Ley nos pertenecen. También estamos<br />
siendo nosotros los que, víctimas de una<br />
equivocada política agraria sugerida por <strong>la</strong>s<br />
altas esferas políticas e institucionales hace ya<br />
años, estamos dejando vaciar el acuífero que<br />
antaño hacía manar Los Ojos del Guadiana, así<br />
como los múltiples manantiales que también<br />
alimentaban <strong>la</strong> vega del Gigüe<strong>la</strong>, hasta tal punto<br />
que, si se sigue así, no terminará habiendo agua<br />
para nada, c<strong>la</strong>ro ejemplo de lo que no es el<br />
Desarrollo Sostenible. Del mismo modo, en<br />
re<strong>la</strong>ción a nuestras actividades agrarias, también<br />
parece que no somos muy conscientes de que<br />
utilizamos en exceso productos muy nocivos y<br />
tóxicos como ciertos p<strong>la</strong>guicidas y herbicidas<br />
que igualmente contaminan ese mismo acuífero<br />
y consecuentemente terminan penetrando en<br />
nuestro organismo con <strong>la</strong>s consecuencias que ya<br />
hemos dejado entrever. Volviendo a nuestro río<br />
más cercano, llevamos ya bastante tiempo
viendo sin hacer ni demandar nada a nuestros<br />
políticos y gobernantes que el poco agua que<br />
habitualmente suele llevar el Gigüe<strong>la</strong> ya<br />
aproximándose a nuestro Parque Nacional de<br />
Las Tab<strong>la</strong>s procedente de <strong>la</strong> Depuradora<br />
Municipal suele ir circu<strong>la</strong>ndo en unas<br />
condiciones poco menos que <strong>la</strong>mentables;<br />
esperemos que <strong>la</strong>s obras de ampliación que se<br />
están acometiendo en esta infraestructura<br />
pongan solución a tan esperpéntica situación. Y,<br />
finalmente, tampoco parece importarnos mucho<br />
que otras joyas de nuestro patrimonio<br />
medioambiental -fuera ya de lo que es Nuestra<br />
Sierra y humedales- como son los corredores<br />
ecológicos representados por nuestros arroyos,<br />
que conectan fundamentalmente sierra y<br />
humedales, o ecosistemas menores pero no de<br />
inferior valor ecológico como son los pequeños<br />
montes de encinas y, especialmente, “Los<br />
Arenales” vayan siendo destruidos. Estos<br />
últimos, que, entre a otras especies vegetales y<br />
animales de gran interés, dan cobijo a una de <strong>la</strong>s<br />
colonias de abejaruco –ave migratoria<br />
procedente de África- más importantes de <strong>la</strong><br />
comarca, están siendo víctima de extracciones<br />
de arena y vertidos muy peligrosos cuya<br />
legalidad está bajo sospecha. Y si hab<strong>la</strong>mos del<br />
Vertedero Municipal…<br />
Grupo de f<strong>la</strong>mencos en <strong>la</strong> Dehesa Boyal, parte de <strong>la</strong>s<br />
antiguas Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia (abril de 2010).<br />
Podríamos seguir así con un <strong>la</strong>rgo etcétera, pero<br />
llegados a este punto debemos de cambiar <strong>la</strong><br />
dirección de discurso y tratar de dar un soplo de<br />
optimismo, pues, a pesar de los pesares, aún hay<br />
razones para haberlo. Vil<strong>la</strong>rrubia, al margen ya<br />
de lo que es su Calidad y Patrimonio<br />
Medioambiental, ha cambiado mucho en <strong>la</strong>s<br />
últimas décadas y, sobre todo, <strong>la</strong> vida de sus<br />
habitantes. El bienestar y <strong>la</strong> calidad de vida de<br />
los vil<strong>la</strong>rrubieros se han transformado para bien<br />
de forma radical y en nada se parece a <strong>la</strong> que<br />
describíamos líneas arriba, cuando muchísimos<br />
de nuestros antepasados debían ir cada día a <strong>la</strong><br />
P<strong>la</strong>za para que lo eligiesen para trabajar, y, si<br />
eso no ocurría, marchar a <strong>la</strong> vega, a <strong>la</strong> sierra o a<br />
cualquier otra parte de nuestro entorno y<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
39<br />
abastecerse de lo que ofrecía <strong>la</strong> Naturaleza. Pero<br />
aún no podemos hab<strong>la</strong>r de un bienestar pleno,<br />
porque aún queda mucho por hacer dentro de lo<br />
que es el ámbito de nuestra sociedad y porque<br />
aún estamos muy lejos de aprovecharnos y<br />
disfrutar plenamente de lo que es nuestro<br />
Patrimonio y Calidad Medioambiental, una de<br />
<strong>la</strong>s piedras angu<strong>la</strong>res de nuestro bienestar.<br />
Ahora no necesitamos ese Patrimonio<br />
Medioambiental para poder subsistir como<br />
muchos de nuestros antepasados, pero lo<br />
seguimos necesitando para vivir, y no para vivir<br />
de cualquier manera, sino para llevar una vida<br />
de calidad, que es a lo que aspira cualquier<br />
sociedad moderna y avanzada. En una<br />
“Sociedad del Bienestar” como en <strong>la</strong> que nos<br />
encontramos en <strong>la</strong> actualidad, el Medio<br />
Ambiente y <strong>la</strong> Naturaleza nos ofrecen salud,<br />
ocio e incluso riqueza económica. Sobra decir<br />
que vivir o transitar sobre un entorno sin<br />
contaminación de ningún tipo y lleno de vida en<br />
toda su diversidad es altamente favorable para<br />
nuestro organismo, tanto en términos físicos<br />
como en términos psíquicos. Igualmente, el<br />
Medio Ambiente y <strong>la</strong> Naturaleza son el<br />
escenario ideal para desarrol<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s actividades<br />
de ocio más saludables que podamos imaginar y<br />
que son una alternativa a otras actividades de<br />
entretenimiento perjudiciales y nocivas. Así,<br />
entre otras muchas, pensemos en actividades<br />
deportivas como el senderismo o el<br />
cicloturismo, <strong>la</strong> afición a <strong>la</strong> observación y<br />
contemp<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> Naturaleza, como <strong>la</strong><br />
ornitología, o pasar un día en el campo con los<br />
amigos o <strong>la</strong> familia. Y finalmente, que duda<br />
cabe que dentro de esta “Sociedad del<br />
Bienestar”, en el que <strong>la</strong>s actividades terciarias se<br />
han convertido en el motor económico de <strong>la</strong>s<br />
economías desarrol<strong>la</strong>das, el sector servicios y el<br />
turismo –concretamente el turismo rural y<br />
verde- se erigen como un recurso económico<br />
altamente potencial en aquel<strong>la</strong>s zonas con un<br />
valioso patrimonio medioambiental. Respecto a<br />
esto último, en este año pluviométrico tan<br />
excepcional y sin haberse resuelto el problema<br />
de fondo, sólo <strong>la</strong> llegada de más de 200.000<br />
visitantes a Las Tab<strong>la</strong>s –temporalmente<br />
“resucitadas”- en <strong>la</strong> primera parte del año nos<br />
puede dar una idea del peso que puede llegar a<br />
tener este sector económico si recuperamos,<br />
cuidamos y sabemos divulgar y ofrecer el<br />
Patrimonio Medioambiental de Vil<strong>la</strong>rrubia.<br />
Situado al <strong>la</strong>do de un Parque Nacional -Nuestro<br />
Parque Nacional- éste se compone, por un <strong>la</strong>do,<br />
de otros destacadísimos humedales, que serían<br />
<strong>la</strong>s Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia y el Río y Ojos del<br />
Guadiana, dec<strong>la</strong>rados por <strong>la</strong> Unesco Reserva de<br />
<strong>la</strong> Biosfera. Por otro, una extensa sierra que,<br />
junto al resto de los Montes de Toledo, ha sido<br />
catalogada por <strong>la</strong> Unión Europea como Lugar
de Interés Comunitario (LIC). Además, ambos<br />
se encuentran a su vez salpicados por multitud<br />
de corredores ecológicos y microecosistemas<br />
como los ya mencionados, completando el<br />
conjunto de todos ellos una de <strong>la</strong>s ZEPAs (Zona<br />
de Especial Protección de Aves) más<br />
importantes a nivel nacional ¿Alguien da más?<br />
Sigamos valorando económicamente todo este<br />
patrimonio, ahora haciendo, con los pies sobre<br />
<strong>la</strong> tierra, un ejercicio de imaginación:<br />
supongamos que desde ya los vil<strong>la</strong>rrubieros en<br />
general, nuestros políticos y gobernantes locales<br />
en particu<strong>la</strong>r, y con el apoyo de esferas<br />
institucionales mayores, decidimos ponernos<br />
manos a <strong>la</strong> obra y, de una u otra manera,<br />
comenzamos movernos por recuperar y<br />
revalorizar en su justa medida todo ello. Por<br />
empezar por algo, logramos que se tape el canal<br />
con el que comenzó <strong>la</strong> desaparición de <strong>la</strong> vega y<br />
consecuentemente de <strong>la</strong>s Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia.<br />
A <strong>la</strong> vez, después haber sido transformadas <strong>la</strong><br />
mayor parte de el<strong>la</strong>s en siembras y cultivos<br />
baldíos, <strong>la</strong>s reconvertimos en lo que fueron y<br />
pueden volver a ser, un espacio natural de<br />
primera magnitud, como lo es su hermano<br />
mayor, Nuestro Parque Nacional. Todos hemos<br />
podido comprobar este tiempo de atrás el<br />
impresionante poder de regeneración que tienen,<br />
como humedales que son, nuestras vegas y<br />
tab<strong>la</strong>s, y el potencial paisajístico y biológico que<br />
es capaz de atesorar cuando hace presencia su<br />
elemento nuclear, el agua.<br />
Por seguir con otra cosa, ahora supongamos que<br />
ampliamos nuestra red de Caminos Públicos<br />
serranos, y <strong>la</strong> escueta oferta con que contamos a<br />
día de hoy -Sendil<strong>la</strong> de San Cristóbal, Sendil<strong>la</strong><br />
de La Virgen, Senda de La Virgen a <strong>la</strong> Fuente<br />
del Membrillo, Camino de Los Picones… y<br />
Carretera de Urda, por sumarle algo más y<br />
hacer<strong>la</strong> un poco más digna- <strong>la</strong> ampliamos a <strong>la</strong><br />
treintena de caminos semejantes que, a día de<br />
hoy, están cerrados a pesar de que <strong>la</strong> legis<strong>la</strong>ción<br />
vigente dice que todos ellos deberían estar<br />
abiertos al tránsito público. Algunos de ellos<br />
serían el Camino del Batanejo, el Camino del<br />
A<strong>la</strong>millo, el Camino de Manciporras, el Camino<br />
de Matabestias o el Camino de <strong>la</strong> Pedriza de <strong>la</strong><br />
Encina. A todos ellos habría que sumar también<br />
<strong>la</strong>s vías pecuarias de Valparaíso y Los Santos –<br />
co<strong>la</strong>das <strong>la</strong>s dos- y El Carrerón –cañada en este<br />
caso-.<br />
Entretanto, revalorizamos y protegemos esos<br />
otros espacios de los arenales, los encinares…<br />
para darnos de nuevo un chapoteo en el agua:<br />
supongamos también que, otra cosa que en este<br />
caso no está tanto- y a <strong>la</strong> vez sí- en nuestras<br />
manos, el P<strong>la</strong>n Especial Alto Guadiana,<br />
funciona y con el tiempo se va recargando el<br />
Acuífero 23 y, finalmente… terminan por manar<br />
los Ojos de Guadiana, conocidos en toda España<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
40<br />
y referente de primera magnitud para cualquier<br />
turista que viene a <strong>la</strong> zona. A <strong>la</strong> vez, eso supone<br />
de nuevo un río Guadiana y un Parque Nacional<br />
de nuevo vivos y de forma natural. Del mismo<br />
modo <strong>la</strong> recuperación de este acuífero<br />
equivaldría al renacimiento de los manantiales<br />
de nuestra vega –Ojo de La Médica, Fuente de<br />
Las Pozas, Ojo Ricopelo, Los Ojuelos…-,<br />
aspecto también c<strong>la</strong>ve para <strong>la</strong> recuperación de<br />
<strong>la</strong>s Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia.<br />
Inigua<strong>la</strong>ble panorámica del Parque Nacional de Las<br />
Tab<strong>la</strong>s y los tab<strong>la</strong>zos de Vil<strong>la</strong>rrubia desde <strong>la</strong> Sendil<strong>la</strong><br />
de La Virgen.<br />
Perfecto, hemos logrado recuperar un<br />
impresionante Patrimonio Natural. A<br />
continuación lo ponemos en valor.<br />
Seguidamente lo divulgamos y ofertamos y…<br />
finalmente, <strong>la</strong> familia López Marín decide venir<br />
desde Asturias a Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos, famoso<br />
por su belleza, riqueza y variedad paisajística.<br />
Lo hace con el deseo de pasar un agradable fin<br />
de semana en contacto con <strong>la</strong> Naturaleza. Hace<br />
ya un tiempo, encantados tras una experiencia<br />
previa, unos amigos que estuvieron aquí les<br />
aconsejaron que vinieran por esta zona de La<br />
Mancha cuando se le presentara <strong>la</strong> ocasión. Les<br />
contaron que a lo <strong>la</strong>rgo de un fin de semana<br />
estuvieron viendo los famosos Ojos del<br />
Guadiana y su Centro de Interpretación,<br />
dependiente de Vil<strong>la</strong>rrubia, y un pletórico<br />
Parque Nacional de Las Tab<strong>la</strong>s de Daimiel. Este<br />
último lo vieron desde dos perspectivas<br />
distintas. Una de el<strong>la</strong>s, in situ, recorriendo <strong>la</strong>s<br />
pasare<strong>la</strong>s, los observatorios… y otra, que les<br />
sorprendió también sobremanera, recorriendo <strong>la</strong><br />
Sendil<strong>la</strong> de La Virgen, desde donde disfrutaron,<br />
con una panorámica privilegiada, del gran<br />
humedal manchego y de los tab<strong>la</strong>zos de<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia, y además respirando el saludable y,<br />
a <strong>la</strong> vez, aromático aire del que uno disfruta<br />
recorriendo los Montes de Toledo. Pero eso no<br />
fue todo, y ese fin de semana también les dio<br />
para adentrarse aún más en estos Montes de<br />
Toledo recorriendo <strong>la</strong> Co<strong>la</strong>da de Valparaíso,<br />
quedándose boquiabiertos con panorámicas<br />
como <strong>la</strong> de <strong>la</strong> “Cruz de Ocaña” –otro de los
numerosos “balcones” de La Mancha a donde<br />
conducen estas travesías- o ese monumento de<br />
<strong>la</strong> Naturaleza l<strong>la</strong>mado “Peñamorejón”. Y,<br />
entremedias, todavía les dio tiempo a disfrutar<br />
de <strong>la</strong>s maravil<strong>la</strong>s de los arenales, con sus<br />
importantes colonias de abejaruco y <strong>la</strong>garto<br />
oce<strong>la</strong>do o <strong>la</strong> multitud de elementos botánicos de<br />
interés que en ellos proliferan.<br />
Con ese más que seductor referente, a <strong>la</strong><br />
primavera siguiente <strong>la</strong> familia López Marín<br />
decide acudir sin pensárselo más a nuestro<br />
municipio. Se alojará en una de <strong>la</strong>s numerosas<br />
casas rurales que aquí con el tiempo se han ido<br />
habilitando y su programa para los dos días que<br />
pasarán aquí será en primer lugar visitar el<br />
sábado por <strong>la</strong> mañana los Ojos del Guadiana y<br />
el Parque Nacional. Maravil<strong>la</strong>dos por el<br />
espectáculo de los humedales manchegos, <strong>la</strong><br />
tarde el sábado <strong>la</strong> emplearán en recorrer ahora<br />
<strong>la</strong>s restauradas Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia, visitando<br />
el Centro de Interpretación que en el<strong>la</strong>s se ha<br />
habilitado y haciendo algunos de los numerosos<br />
itinerarios que en el<strong>la</strong>s se han abierto y <strong>la</strong>s<br />
recorren, con sus observatorios, paneles de<br />
información sobre flora, fauna, geología,<br />
etnografía, etc. Como se encuentran anexas a<br />
zonas de arenales y de encinares, estos también<br />
los recorren, pues algunos de esos itinerarios<br />
conectan con estos otros espacios próximos.<br />
El domingo cambiarán de escenario y centrarán<br />
sus miras en Nuestra Sierra, tal como hicieron<br />
sus amigos. Así, <strong>la</strong> mañana <strong>la</strong> emplearán en<br />
recorrer una buena parte del Camino de<br />
Manciporras, descubriendo por primera vez el<br />
“monte mediterráneo”, otro mundo también<br />
fascinante que hasta el momento tampoco nunca<br />
experimentado por ninguno de sus miembros.<br />
La buena señalización de estos caminos y vías<br />
pecuarias serranos, con sus paneles<br />
interpretativos también acerca de <strong>la</strong> flora, fauna,<br />
geología, etnografía… -presentes y habituales,<br />
como es normal, en cualquier otra zona de<br />
España que se precie de sus paisajes y tesoros<br />
naturales- facilita sobremanera su tránsito por el<br />
sector vil<strong>la</strong>rrubiero de los Montes de Toledo. La<br />
idea de esta familia era <strong>la</strong> de volver a comer a<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia y emplear parte de <strong>la</strong> tarde en hacer<br />
un tramo de <strong>la</strong> Sendil<strong>la</strong> de <strong>la</strong> Virgen y así<br />
disfrutar de esa otra visión de <strong>la</strong>s tab<strong>la</strong>s de<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia y Daimiel, tal como les habían<br />
aconsejado esos amigos. Pero, después de un día<br />
y medio con tanta actividad, el cansancio y <strong>la</strong>s<br />
fuerzas, unidas al <strong>la</strong>rgo viaje que les queda por<br />
hacer, les hace tomar <strong>la</strong> decisión de emplear ese<br />
tiempo en descansar y, finalmente, iniciar el<br />
regreso. Así pues, muy a su pesar, no han<br />
podido hacer ese trayecto tal como habían<br />
p<strong>la</strong>neado y tal como era su deseo. Pero no pasa<br />
nada. Durante el viaje de regreso, incluso ya<br />
antes de iniciarlo, se han prometido que<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
41<br />
volverán en el otoño. Y no sólo por poder<br />
disfrutar por fin de nuestros humedales desde <strong>la</strong><br />
Sendil<strong>la</strong> de La Virgen o de San Cristóbal, sino<br />
porque también quieren volver a deleitarse<br />
paseando por tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia y Daimiel,<br />
esta vez con los colores y <strong>la</strong> avifauna de <strong>la</strong> etapa<br />
otoñal-invernal. Igualmente, les gustaría hacer<br />
otra de <strong>la</strong>s grandes rutas que atraviesan <strong>la</strong> sierra<br />
y de <strong>la</strong> que le hab<strong>la</strong>ron muy bien durante esa<br />
primera estancia en nuestro pueblo: <strong>la</strong> Co<strong>la</strong>da de<br />
Los Santos y los escenarios que ésta incluye<br />
como el Barranco de Los Santos, Jalúa, Los<br />
Melecos o Las Bañaderas. Y, sin duda, si aún<br />
quedara algo de tiempo, de nuevo se acercarían<br />
a ver los legendarios Ojos del Guadiana. Y<br />
posiblemente lo harían en compañía de otros<br />
amigos, que, animados por <strong>la</strong> familia López<br />
Marín, también se decidirían ir a descubrir los<br />
escenarios naturales de Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos.<br />
Como luego harían unos familiares de estos<br />
otros aconsejados por ellos, y después unos<br />
compañeros de trabajo de estos últimos, unos<br />
conocidos de los cuales también acudirían<br />
posteriormente tras escuchar el re<strong>la</strong>to de su<br />
gratísima experiencia por aquí…y así una y otra<br />
vez.<br />
Recorriendo <strong>la</strong> Co<strong>la</strong>da de Los Santos se llega a<br />
parajes tan espectacu<strong>la</strong>res como este: “Las<br />
Bañaderas”.<br />
Pero, ¿cómo repercutiría todo esto en <strong>la</strong><br />
economía local? Lógicamente, no todos los<br />
vil<strong>la</strong>rrubieros vivirían de esto. Como tampoco<br />
todos los vil<strong>la</strong>rrubieros viven de <strong>la</strong> agricultura,<br />
<strong>la</strong> construcción, <strong>la</strong> industria, el comercio, <strong>la</strong><br />
hostelería u otros oficios. Pero, de una u otra<br />
manera, directa o indirectamente, <strong>la</strong><br />
rehabilitación de nuestro Patrimonio<br />
Medioambiental y su re<strong>la</strong>ción con el sector<br />
servicios y del turismo crearía un más que<br />
evidente beneficio económico que repercutiría<br />
en el resto de sectores económicos: generaría <strong>la</strong><br />
habilitación de casas rurales, algún que otro<br />
hotel o pensión, incluso algún albergue o<br />
camping en los que encontrarían alojamiento <strong>la</strong><br />
familia López Marín. Antes de llegar e<br />
insta<strong>la</strong>rse <strong>la</strong> familia López Marín, el propietario
de cualquiera de el<strong>la</strong>s se ve obligado a pedir los<br />
servicios de un carpintero, fontanero,<br />
electricista, cerrajero, cristalero o albañil locales<br />
para arreg<strong>la</strong>r algún desperfecto causado durante<br />
<strong>la</strong> estancia de los inquilinos anteriores. Esos<br />
mismos servicios serían requeridos para reparar<br />
también algún que otro desperfecto producido<br />
en esta ocasión en alguna de <strong>la</strong>s numerosas<br />
insta<strong>la</strong>ciones e infraestructuras públicas y<br />
municipales habilitadas en los espacios<br />
naturales visitables (centros de interpretación,<br />
paneles informativos, paseos y pasare<strong>la</strong>s,<br />
papeleras…), insta<strong>la</strong>ciones e infraestructuras<br />
que previamente habrían generado empleo<br />
durante su proceso de construcción,<br />
levantamiento o colocación. Igualmente,<br />
algunos/as vil<strong>la</strong>rrubieros serían contratados<br />
como personal para estar al cargo del<br />
mantenimiento, vigi<strong>la</strong>ncia del buen estado y<br />
limpieza de esas insta<strong>la</strong>ciones o para atender e<br />
informar a los visitantes en los Centros de<br />
Interpretación de Las Tab<strong>la</strong>s de Vil<strong>la</strong>rrubia o de<br />
los Ojos del Guadiana. Una vez en Vil<strong>la</strong>rrubia,<br />
los López Marín irían a comer y a cenar a algún<br />
bar-restaurante del municipio. Allí consumirían,<br />
entre otros, pan e<strong>la</strong>borado en cualquiera de <strong>la</strong>s<br />
panaderías locales y, el señor López, amante del<br />
buen vino, pediría de bebida un buen vino de los<br />
e<strong>la</strong>borados en algunas de <strong>la</strong>s cooperativas y<br />
bodegas vil<strong>la</strong>rrubieras, de donde procedería<br />
también el aceite virgen con que aliñarían <strong>la</strong>s<br />
ensa<strong>la</strong>das con que acompañarían sus<br />
degustaciones. Además de <strong>la</strong> belleza natural de<br />
nuestro pueblo, de estos dos últimos productos<br />
culinarios de gran calidad harían propaganda y<br />
publicidad gratuita allá en Asturias nuestro<br />
amigo el señor López al hab<strong>la</strong>r de su estancia en<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia a familiares, paisanos, amigos,<br />
compañeros o conocidos una vez hubieran<br />
regresado a su lugar de origen. Por otro <strong>la</strong>do,<br />
esta familia contrataría a alguna empresa de<br />
turismo activo rural que crearían algunos de<br />
nuestros vecinos para recorrer con ellos y<br />
enseñarles, como guías-intérpretes, algunos de<br />
los escenarios que tendrían previstos visitar.<br />
Antes de iniciar esas visitas, <strong>la</strong> familia López<br />
Marín se acercaría a algún establecimiento<br />
comercial del pueblo para comprar pipas y agua<br />
para mientras hacen <strong>la</strong>s excursiones, y también<br />
se acercan a alguna de <strong>la</strong>s gasolineras de<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia para llenar el depósito de cara a esos<br />
desp<strong>la</strong>zamientos en vehículo por <strong>la</strong> zona. Y<br />
cuando han finalizado su estancia en<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia, antes de partir hacia Asturias,<br />
deciden pasarse por una de <strong>la</strong>s queserías locales<br />
para llevarles a algún ser querido un queso<br />
manchego como recuerdo.<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
42<br />
Sin dejar de imaginar con los pies en <strong>la</strong> tierra,<br />
volvamos a <strong>la</strong> realidad y reflexionemos<br />
entonces si es apta <strong>la</strong> actual situación del<br />
Patrimonio y Calidad Medioambiental de<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia. ¿No se le podría sacar muchísimo<br />
más partido en cualquiera de esas tres vertientes<br />
a <strong>la</strong>s que nos hemos referido, o sea, salud, ocioentretenimiento<br />
y beneficio económico?<br />
¿Merece <strong>la</strong> pena esforzarse infinitamente más<br />
por su recuperación y conservación? La<br />
respuesta cae por sí so<strong>la</strong>. Políticos y ciudadanos<br />
de Vil<strong>la</strong>rrubia debemos empezar a valorarlo en<br />
su justa medida y empezar a trabajar en ello si<br />
realmente queremos alcanzar <strong>la</strong> “Sociedad del<br />
Bienestar” y una Vil<strong>la</strong>rrubia moderna y<br />
avanzada. Contamos con un Patrimonio<br />
Medioambiental excepcional, envidiable para<br />
cualquier otro municipio de <strong>la</strong> comarca, que<br />
debería hacer de nuestro pueblo un lugar mucho<br />
más atractivo en el que vivir y también mucho<br />
más atrayente para <strong>la</strong> gente que viene de fuera<br />
que lo es en <strong>la</strong> actualidad. Son muchas <strong>la</strong>s cosas<br />
que hay que corregir y rectificar y en <strong>la</strong>s que<br />
hay que ponerse a trabajar y dos son <strong>la</strong>s vías<br />
para conseguir esta meta. Por un <strong>la</strong>do, a nivel<br />
particu<strong>la</strong>r, apoyar o participar en aquel<strong>la</strong>s<br />
iniciativas y movimientos tanto institucionales<br />
como ciudadanos que, con una participación<br />
abierta a todos, persiguen precisamente <strong>la</strong><br />
recuperación de nuestro Patrimonio y Calidad<br />
Medioambiental, como pueden ser <strong>la</strong> Agenda<br />
Local 21, el P<strong>la</strong>n Especial Alto Guadiana<br />
(PEAG) o el Movimiento por Las Tab<strong>la</strong>s y el<br />
Guadiana (MXTG). Por otro, también a nivel<br />
particu<strong>la</strong>r como ciudadanos, demandando a<br />
nuestros gobernantes y a nuestro Ayuntamiento<br />
muchísima más implicación en ello, pues, sólo<br />
de esta manera, desde <strong>la</strong>s esferas institucionales<br />
y de gobierno se empezará realmente a trabajar<br />
en una verdadera política medioambiental. Esto<br />
último es así porque, por reg<strong>la</strong> general, nuestros<br />
políticos y gobernantes sólo se mueven y<br />
trabajan en un determinado asunto por demanda<br />
y presión social, y si no <strong>la</strong> hay, pues poco o<br />
nada harán.<br />
En definitiva, resulta imposible separar <strong>la</strong><br />
“Sociedad del Bienestar”, así como el<br />
Desarrollo y el Progreso, del Medio Ambiente,<br />
y, menos aún, de una política medioambiental<br />
seria y rigurosa. De manera que sería un<br />
auténtico pecado capital que los vil<strong>la</strong>rrubieros<br />
diéramos <strong>la</strong> espalda o, peor aún, dejáramos<br />
desaparecer el potencial medioambiental de<br />
nuestro pueblo, cuyo nombre y una de <strong>la</strong>s<br />
principales señas de identidad lo dicen todo:<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos…del Guadiana, que<br />
tiene como patrona a <strong>la</strong> Virgen… de <strong>la</strong> Sierra.
HISTORIA<br />
Ing<strong>la</strong>terra contra España. Felipe II el Prudente<br />
contra Isabel I, <strong>la</strong> Reina Virgen. Pero también el<br />
servicio secreto más extenso y complejo de <strong>la</strong><br />
mayor potencia de <strong>la</strong> época contra un espionaje<br />
astuto y agresivo, recién creado o recreado por<br />
el despiadado y talentoso secretario de Estado<br />
inglés Francis Walsingham.<br />
Al adentrarse en <strong>la</strong> década de 1580 <strong>la</strong> poderosa<br />
monarquía españo<strong>la</strong> entra en una fase de<br />
apogeo… al menos, sobre el papel. Completada<br />
<strong>la</strong> anexión de Portugal con <strong>la</strong>s bril<strong>la</strong>ntes<br />
campañas navales del marqués de Santa Cruz en<br />
<strong>la</strong>s Azores, en tregua con el imperio turco y con<br />
Francia paralizada por <strong>la</strong>s guerras entre<br />
católicos y hugonotes protestantes, en esos años<br />
todo parecía posible para <strong>la</strong> España de Felipe II.<br />
Las victorias del gobernador de los Países Bajos<br />
Alejandro Farnesio, particu<strong>la</strong>rmente <strong>la</strong> toma de<br />
Amberes (<strong>la</strong> más rica ciudad f<strong>la</strong>menca) y el<br />
asesinato de Guillermo de Orange, líder de <strong>la</strong><br />
revuelta neer<strong>la</strong>ndesa, hacen presagiar, si no un<br />
fulgurante triunfo español en <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga guerra de<br />
F<strong>la</strong>ndes, sí un co<strong>la</strong>pso a medio p<strong>la</strong>zo de <strong>la</strong><br />
resistencia de Ho<strong>la</strong>nda y Ze<strong>la</strong>nda, bastiones de<br />
<strong>la</strong> revuelta.<br />
Felipe II<br />
Al otro <strong>la</strong>do del mar, a apenas unos kilómetros<br />
del puerto f<strong>la</strong>menco de Dunquerque, Ing<strong>la</strong>terra<br />
observa con aprensión <strong>la</strong> amenaza continental<br />
que supone una España victoriosa tan cerca de<br />
sus costas. Tras décadas de alianza entre ambas<br />
coronas, <strong>la</strong> llegada al trono de Isabel I (1559)<br />
supone el comienzo de un terremoto<br />
diplomático. La nueva reina apenas tarda unos<br />
meses en reimp<strong>la</strong>ntar el protestantismo y se<br />
rodea de consejeros fervientemente protestantes,<br />
marginados o perseguidos en el reinado de <strong>la</strong><br />
anterior soberana católica María Tudor. La<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
DUELO DE ESPÍAS<br />
43<br />
Carlos Carnicer<br />
suerte de Isabel y de sus partidarios, su propia<br />
supervivencia, dependen del triunfo de <strong>la</strong> causa<br />
protestante en <strong>la</strong> is<strong>la</strong>.<br />
Irónicamente, en esos primeros años, <strong>la</strong> mayor<br />
amenaza para Isabel no proviene de España,<br />
sino de Francia. En especial cuando suben al<br />
trono los jóvenes Francisco II y su bel<strong>la</strong> esposa,<br />
<strong>la</strong> escocesa María Estuardo, quienes proc<strong>la</strong>man,<br />
orgullosamente sus derechos a los tronos de<br />
Escocia y de <strong>la</strong> propia Ing<strong>la</strong>terra. A pesar de los<br />
recelos de Isabel hacia España, Felipe II no va a<br />
mover entonces un dedo en su contra, pues no le<br />
conviene favorecer a su enemigo más temible:<br />
Francia.<br />
Pero <strong>la</strong>s cosas, entonces como ahora, cambian<br />
muy deprisa. La política religiosa de Isabel<br />
expulsa de Ing<strong>la</strong>terra a un número creciente de<br />
católicos que se refugian en F<strong>la</strong>ndes, Francia y<br />
España. La revuelta f<strong>la</strong>menca lleva al duque de<br />
Alba y a los ejércitos españoles a <strong>la</strong> vecindad de<br />
Ing<strong>la</strong>terra. Pío V excomulga a Isabel y c<strong>la</strong>ma<br />
por una invasión que restaure el catolicismo en<br />
<strong>la</strong> is<strong>la</strong>.<br />
Sin aliados firmes, espléndida, pero también<br />
dramáticamente ais<strong>la</strong>da, <strong>la</strong> Ing<strong>la</strong>terra isabelina<br />
va convirtiéndose en el refugio, <strong>la</strong> esperanza y<br />
<strong>la</strong> cabeza de los protestantes europeos.<br />
Contrarréplica perfecta de <strong>la</strong> po<strong>la</strong>ridad contraria<br />
que representa <strong>la</strong> España católica de Felipe II.<br />
Un anticipado telón de acero confesional va<br />
adensándose y separando a los europeos del<br />
último tercio del siglo XVI.<br />
La hostilidad hacia España y lo que representa<br />
se manifiesta pronto en <strong>la</strong> piratería consentida y<br />
aun impulsada por el gobierno inglés contra <strong>la</strong>s<br />
naves y <strong>la</strong>s posesiones españo<strong>la</strong>s en América, a<br />
menudo indefensas. Es <strong>la</strong> hora de los Hawkins,<br />
Frobisher y Drake. Entre 1568 y 1572 se vive<br />
una situación de guerra no dec<strong>la</strong>rada, con mutua<br />
expulsión de embajadores y embargos de naves<br />
y mercancías. También hacia 1568, en esta<br />
partida de ajedrez entran en juego nuevas<br />
piezas: <strong>la</strong> rebelión en F<strong>la</strong>ndes, el ejército de<br />
ocupación de Alba amenazadoramente cerca de<br />
<strong>la</strong>s costas inglesas y María Estuardo, derrocada<br />
del trono de Escocia y que cae prisionera de<br />
Isabel cuando se refugia en suelo inglés.<br />
Una rebelión de nobles católicos en 1569 y <strong>la</strong><br />
conspiración del florentino Ridolfi en 1571<br />
muestran pronto lo peligrosa que para Isabel va<br />
a resultar <strong>la</strong> prisión en Ing<strong>la</strong>terra de su católica<br />
prima María: su causa sirve de catalizador de
todas <strong>la</strong>s conspiraciones, de todos los idealismos<br />
que sueñan con destronar a <strong>la</strong> hereje Isabel y<br />
con restaurar el catolicismo en <strong>la</strong> is<strong>la</strong> bajo el<br />
gobierno de <strong>la</strong> Estuardo.<br />
En París, <strong>la</strong> terrible matanza de San Bartolomé,<br />
con miles de hugonotes masacrados en una so<strong>la</strong><br />
noche, es un aldabonazo para los protestantes de<br />
toda Europa, un aviso de <strong>la</strong> suerte que les espera<br />
si los papistas se imponen. Walsingham,<br />
embajador inglés en Francia y testigo de los<br />
hechos, no lo olvidará nunca. Al ascender a <strong>la</strong><br />
secretaría de Estado, comienza a organizar, a<br />
costa de su propio bolsillo, un servicio de<br />
espionaje a esca<strong>la</strong> continental, con agentes en<br />
<strong>la</strong>s principales ciudades europeas.<br />
Celoso calvinista, cultivado en Italia (como su<br />
homólogo el secretario Antonio Pérez, estudió<br />
en Padua), hábil, y llegado el caso,<br />
maquiavélicamente sin escrúpulos, afirmaba de<br />
sí mismo que no encontraba nada que reprochar<br />
a su conciencia cristiana en lo privado por lo<br />
que había encontrado preciso hacer en servicio<br />
de lo público. Una esquizofrenia moral muy<br />
propia de los hombres de <strong>la</strong> época (¿sólo de<br />
el<strong>la</strong>?) que no dudaban en recurrir al engaño, <strong>la</strong><br />
trampa, <strong>la</strong> falsificación y el asesinato en nombre<br />
de su particu<strong>la</strong>r visión de los intereses del<br />
Estado. Tendrá un gran éxito infiltrándose entre<br />
los exiliados católicos ingleses y proyectando<br />
complots contra su reina, en buena parte<br />
teledirigidos por él mismo, que luego se encarga<br />
de desarticu<strong>la</strong>r.<br />
En lo político, será el aliado del conde de<br />
Leicester, favorito de Isabel. Enemigo furioso<br />
de España, en <strong>la</strong> que ve encarnada todo cuanto<br />
detesta y le asusta, estimu<strong>la</strong>rá <strong>la</strong>s correrías de<br />
los piratas ingleses, alentará a los protestantes<br />
hugonotes franceses, protegerá a Don Antonio,<br />
el rival de Felipe II por el trono de Portugal,<br />
apoyará el envío de armas, créditos y tropas a<br />
los rebeldes de F<strong>la</strong>ndes. Según sus propias<br />
pa<strong>la</strong>bras, para que el perro español se rompa los<br />
dientes intentando roer el hueso duro que son<br />
los Países Bajos: todo un ejemplo de guerra<br />
preventiva en casa ajena.<br />
Enfrente tiene a los servicios secretos más<br />
complejos y vastos de <strong>la</strong> época, dirigidos en <strong>la</strong><br />
cúpu<strong>la</strong> por el propio Felipe II y el secretario de<br />
Estado, pero extendidos por toda Europa como<br />
una abigarrada te<strong>la</strong> de araña con múltiples<br />
terminales. Embajadores, gobernadores,<br />
virreyes, almirantes: cada representante del rey<br />
posee su propia red de agentes, corresponsales,<br />
en<strong>la</strong>ces, correos. El prestigio del rey de España,<br />
<strong>la</strong> adhesión a <strong>la</strong> causa católica y <strong>la</strong> fama del oro<br />
y <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta españoles permiten a Felipe II y sus<br />
delegados en el exterior reclutar informadores y<br />
captar a algunos de los personajes c<strong>la</strong>ve en <strong>la</strong>s<br />
cortes de <strong>la</strong>s otras potencias.<br />
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En 1585 <strong>la</strong> hostilidad entre <strong>la</strong>s dos coronas<br />
rompe ya en una guerra que curiosamente nunca<br />
llegará a dec<strong>la</strong>rarse de forma oficial, pero que<br />
durará casi veinte años y no concluirá hasta <strong>la</strong><br />
desaparición de los dos monarcas. La toma de<br />
Amberes había disparado todas <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>rmas en<br />
Londres ante el previsible co<strong>la</strong>pso de <strong>la</strong><br />
resistencia neer<strong>la</strong>ndesa. Isabel, espoleada por<br />
Leicester y Walsingham, decide enviar dinero y<br />
un ejército expedicionario inglés en apoyo de<br />
los rebeldes. Es una auténtica dec<strong>la</strong>ración de<br />
guerra de facto contra España, que se completa<br />
con el envío de <strong>la</strong>s naves de Drake que atacan<br />
Galicia y <strong>la</strong>s is<strong>la</strong>s de Cabo Verde antes de<br />
descargar su furia contra <strong>la</strong>s mal protegidas<br />
ciudades indianas de Santo Domingo y<br />
Cartagena.<br />
Francis Waksingham<br />
Diplomáticamente <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones ya estaban<br />
rotas desde <strong>la</strong> expulsión de Bernardino de<br />
Mendoza, el embajador español en Londres,<br />
acusado de conspirar a favor de <strong>la</strong> cautiva María<br />
Estuardo. Mendoza pasa por Francia, se dirige a<br />
España a recibir instrucciones y vuelve a París<br />
para hacerse cargo oficialmente de <strong>la</strong> embajada<br />
a finales de 1584. Las actividades de espionaje<br />
en Francia, Escocia e Ing<strong>la</strong>terra quedan en<br />
manos de este diplomático belicoso, veterano de<br />
<strong>la</strong>s guerras de F<strong>la</strong>ndes, que se considera<br />
hechura del duque de Alba.<br />
Ese mismo año c<strong>la</strong>ve de 1585 Ing<strong>la</strong>terra y<br />
España se atacan <strong>la</strong> una a <strong>la</strong> otra en lo<br />
económico decretando el embargo de barcos y<br />
mercancías del enemigo en los puertos propios.<br />
Pero todavía más importante es que, antes de<br />
que termine el año, Felipe II se decide a<br />
preparar una flota para <strong>la</strong> invasión de Ing<strong>la</strong>terra<br />
(que mucho más tarde será conocida como <strong>la</strong><br />
Armada Invencible). El rey y sus ministros se<br />
han terminado de convencer de que el único<br />
modo de acabar con <strong>la</strong> guerra de F<strong>la</strong>ndes es
derrotando a Ing<strong>la</strong>terra y castigando <strong>la</strong> osadía de<br />
su reina. Dicho en <strong>la</strong>s propias pa<strong>la</strong>bras de un<br />
consejero de Felipe II, se trataba de meter el<br />
fuego en casa de <strong>la</strong> reina de Ing<strong>la</strong>terra para que,<br />
ocupada en apagarlo, no le quedaran ganas de<br />
enredar en lo ajeno.<br />
Mientras se prepara <strong>la</strong> Empresa de Ing<strong>la</strong>terra, <strong>la</strong><br />
guerra secreta entre ambas naciones va<br />
intensificándose. Los espías al servicio de<br />
Felipe II recorren los puertos ingleses, acechan<br />
los preparativos y <strong>la</strong>s defensas de Ing<strong>la</strong>terra,<br />
mientras los agentes de Walsingham, muchas<br />
veces por tortuosos caminos indirectos (debido<br />
el embargo, <strong>la</strong>s noticias pasan de Portugal y<br />
España a Italia, y de allí a Ing<strong>la</strong>terra) avisan del<br />
acopio de naves, suministros y hombres que se<br />
hacen en Andalucía y Lisboa.<br />
La operación tiene una incógnita política<br />
importante: ¿quién gobernará Ing<strong>la</strong>terra si se<br />
consigue conquistar<strong>la</strong>? En 1585 todavía <strong>la</strong><br />
respuesta es obvia: por supuesto, <strong>la</strong> prisionera,<br />
católica y legítima heredera María Estuardo.<br />
Precisamente para eliminar esa posibilidad el<br />
Par<strong>la</strong>mento inglés decreta que en caso de<br />
rebelión o asesinato de <strong>la</strong> reina Isabel serán<br />
ejecutados como reos de alta traición no solo los<br />
propios conspiradores, sino también los<br />
beneficiarios del crimen o el destronamiento,<br />
incluso aunque no hubiesen participado de<br />
ninguna forma en el complot. Se da así base<br />
legal (aunque dudosamente moral) a lo que en<br />
realidad significa una sentencia de muerte<br />
anticipada contra María Estuardo.<br />
Ya solo falta dar cuerpo al complot que <strong>la</strong> lleve<br />
al patíbulo. Y tal conspiración llega en 1586,<br />
cuando agentes provocadores de Walsingham<br />
como Gifford, Maude y Poley, seguramente con<br />
<strong>la</strong> co<strong>la</strong>boración de los agentes de <strong>la</strong> propia<br />
María Estuardo en Francia, se infiltran en los<br />
círculos de exiliados católicos ingleses en<br />
Francia y los conectan con un grupo de jóvenes,<br />
ricos, idealistas e inconscientes nobles católicos<br />
de Ing<strong>la</strong>terra encabezados por Anthony<br />
Babington. Son víctimas propiciatorias del<br />
hechizo fatal que <strong>la</strong> causa desesperada y<br />
romántica de <strong>la</strong> reina de Escocia ha llegado ha<br />
adquirir entre sus partidarios y de <strong>la</strong> habilidad<br />
de Walsingham para proyectar una conjura con<br />
<strong>la</strong> que espera librarse definitivamente de María<br />
Estuardo y robarle esta baza a Felipe II.<br />
Porque, aunque <strong>la</strong> escocesa había prometido al<br />
embajador Mendoza redactar un testamento<br />
legando sus derechos al trono de Ing<strong>la</strong>terra al<br />
rey de España, tal documento nunca llegó a<br />
manos de Felipe II. Algún historiador supone<br />
que le fue incautado a María Estuardo con sus<br />
demás papeles y que Isabel lo rompió con sus<br />
propias manos. Mendoza intentaría luego<br />
acumu<strong>la</strong>r testimonios de los servidores de María<br />
corroborando su intención de transmitir tales<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
45<br />
derechos al Rey Prudente. Pero <strong>la</strong> desaparición<br />
de <strong>la</strong> reina de Escocia dejaría <strong>la</strong> elección de un<br />
soberano católico para Ing<strong>la</strong>terra como un<br />
espinoso asunto pendiente entre Felipe II y el<br />
Papa, cuyos intereses no eran, ni mucho menos,<br />
coincidentes.<br />
España apenas participa en <strong>la</strong> conspiración de<br />
Babington. En París, Mendoza se entrevista con<br />
algunos implicados, les anima a actuar contra<br />
Isabel y promete <strong>la</strong> ayuda militar españo<strong>la</strong> una<br />
vez puesta en marcha <strong>la</strong> rebelión y liberada<br />
María Estuardo. En Madrid, los despachos<br />
cifrados del embajador que informan del<br />
complot son recibidos con caute<strong>la</strong> por Felipe II,<br />
quien duda de que el secreto de una<br />
conspiración así se pueda mantener por mucho<br />
tiempo.<br />
Isabel I<br />
Su desconfianza está plenamente justificada.<br />
Con cierto pánico por que el asunto no se le<br />
vaya de <strong>la</strong>s manos, Walsingham ordena el<br />
arresto de los implicados, que son ejecutados<br />
poco después con extremada crueldad en <strong>la</strong>s<br />
horcas de Tyburn. El leal secretario está ahora<br />
en condiciones de servir en bandeja a su señora<br />
<strong>la</strong>s pruebas escritas, muy probablemente<br />
manipu<strong>la</strong>das por su descifrador Phelippes, de <strong>la</strong><br />
intervención directa de María Estuardo en <strong>la</strong><br />
conspiración.<br />
El juicio contra el<strong>la</strong> que se sigue es una mera<br />
representación cuyo resultado se conoce de<br />
antemano y <strong>la</strong> ejecución en Fotheringay de una<br />
reina soberana, ilegalmente detenida durante<br />
cerca de veinte años en un país en el que había<br />
entrado como asi<strong>la</strong>da, se retrasa unos meses,<br />
hasta principios de 1587, por los escrúpulos de<br />
conciencia, sinceros o fingidos, de una Isabel<br />
que sabe que no le interesa escandalizar a todas<br />
<strong>la</strong>s coronas de Europa ejecutando a una reina<br />
ungida, pero que sabe también perfectamente<br />
que mientras María viva su trono y su propia<br />
vida estarán amenazados por cualquier nueva<br />
conspiración.<br />
Mientras se desarrol<strong>la</strong> el último capítulo del<br />
drama de María Estuardo, los ingleses se habían
hecho con los p<strong>la</strong>nes de <strong>la</strong> flota del Marqués de<br />
Santa Cruz. Fue un éxito, sin duda, de su<br />
espionaje. Pero cuando <strong>la</strong> hora de <strong>la</strong> invasión<br />
llegue, en 1588, a España no le importará que se<br />
conozca <strong>la</strong> composición de su armada, que de<br />
hecho circu<strong>la</strong>rá incluso impresa por toda<br />
Europa. A Alejandro Farnesio, sin embargo,<br />
(quizás de modo poco realista, porque resulta<br />
imposible mantener secreta una operación de tal<br />
envergadura), le parecerá irrealizable una<br />
empresa de <strong>la</strong> que se hab<strong>la</strong>ba ya abiertamente en<br />
todas partes, particu<strong>la</strong>rmente en Roma, entre <strong>la</strong><br />
curia papal, ante los oídos de los espías ingleses<br />
que pulu<strong>la</strong>ban por <strong>la</strong> Ciudad Eterna a <strong>la</strong> caza de<br />
noticias de <strong>la</strong> Armada.<br />
La verdad es que, en gran parte debido a los<br />
constantes retrasos en <strong>la</strong> partida de <strong>la</strong> Armada y<br />
a los cambios de p<strong>la</strong>nes en Madrid, en parte<br />
también porque, a pesar de todo, lo esencial del<br />
secreto se mantuvo a salvo, cuando <strong>la</strong> flota de<br />
invasión zarpe por fin de de La Coruña, los<br />
ingleses ignorarán los esenciales cuándo y<br />
dónde del golpe que se les viene encima. En<br />
realidad, y a despecho de haberse convertido en<br />
el secreto peor guardado de Europa, <strong>la</strong> Armada<br />
se presentará ante <strong>la</strong>s costas de Ing<strong>la</strong>terra<br />
logrando una inicial sorpresa estratégica de <strong>la</strong><br />
que no supo luego sacar partido, encontrándose<br />
con que <strong>la</strong>s flotas inglesas estaban aún divididas<br />
y que Drake y sus barcos estaban encerrados y<br />
desprevenidos en Plymouth.<br />
La moneda echada al aire que era una operación<br />
naval en el siglo XVI dependía entonces, a<br />
finales de julio y primeros de agosto de 1588, de<br />
una compleja combinación de factores de<br />
coordinación, de pericia en el mando, pero<br />
también psicológicos e incluso de fortuna, como<br />
comprobarían los propios ingleses tan solo un<br />
año después cuando una expedición de<br />
semejante envergadura, a <strong>la</strong> que España apenas<br />
pudo oponer ninguna fuerza naval, se convirtió<br />
en un desastre que no consiguió ninguno de sus<br />
objetivos, y menos el principal que llevaba de<br />
sublevar Portugal a favor de Don Antonio de<br />
Crato.<br />
Pero mientras <strong>la</strong> Armada se preparaba, zarpaba<br />
hasta Ing<strong>la</strong>terra y se enfrentaba a su fatal<br />
destino, <strong>la</strong> diplomacia secreta de Felipe II se<br />
había apuntado algunos tantos a su favor. El<br />
principal fue mantener a Francia paralizada, y<br />
por lo tanto a Ing<strong>la</strong>terra ais<strong>la</strong>da de cualquier<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
46<br />
socorro o ayuda. El verano de <strong>la</strong> Armada fue el<br />
del recrudecimiento de <strong>la</strong> guerra religiosa en<br />
Francia, el verano de <strong>la</strong>s barricadas en París,<br />
cuando <strong>la</strong> Liga católica, manejada por el<br />
embajador Mendoza, se levantó y expulsó al rey<br />
Enrique III de su capital. Antes de eso, el mismo<br />
Mendoza había logrado del monarca francés <strong>la</strong><br />
autorización para que <strong>la</strong>s naves españo<strong>la</strong>s<br />
pudieran acogerse en cualquier puerto francés,<br />
una posibilidad con <strong>la</strong> que no se contó, por falta<br />
de coordinación, cuando <strong>la</strong> Armada se encontró<br />
en el Canal de <strong>la</strong> Mancha perseguida de cerca<br />
por <strong>la</strong> flota inglesa. ¿Qué hubiera sucedido si en<br />
vez de echar el anc<strong>la</strong> en el desprotegido puerto<br />
de Ca<strong>la</strong>is a <strong>la</strong> espera de conectar con <strong>la</strong> flotil<strong>la</strong><br />
de invasión de Farnesio, <strong>la</strong> Armada lo hubiera<br />
hecho en el más seguro puerto de Boulogne? ¿Y<br />
si un año antes, en 1587, hubiese tenido éxito un<br />
complot de los católicos franceses de <strong>la</strong> Liga<br />
para apoderarse de ese puerto y ponerlo al<br />
servicio de <strong>la</strong> Armada que vendría de España?<br />
En 1588, además, el único diplomático inglés en<br />
el extranjero, sir Edward Stafford, embajador de<br />
Isabel I en Francia, trabajaba para Mendoza y<br />
aportó valiosa información a España y<br />
desinformación a su gobierno en Londres. Al<br />
mismo tiempo, el embajador francés en<br />
Londres, el católico barón de Châteauneuf,<br />
actuaba como un auténtico en<strong>la</strong>ce de<br />
inteligencia al servicio de España, amparando a<br />
los espías de Mendoza en Ing<strong>la</strong>terra. Incluso<br />
James Croft, uno de los negociadores ingleses<br />
enviados por Isabel I a los Países Bajos para<br />
tratar un acuerdo con Farnesio que impidiera a<br />
última hora el ataque español contra su reino<br />
(<strong>la</strong>s negociaciones se desarrol<strong>la</strong>ron desde 1587<br />
hasta el mismo momento en que <strong>la</strong>s naves<br />
españo<strong>la</strong>s llegaron ante <strong>la</strong> costa inglesa), había<br />
sido, y acaso tal vez aún lo fuera, un agente<br />
captado por Mendoza: sus otros colegas<br />
denunciaron a <strong>la</strong> reina el trato preferencial que<br />
los españoles le dispensaban y sus reuniones<br />
aparte con el propio Farnesio.<br />
¿Se imaginan cuánto hubiesen a<strong>la</strong>rdeado los<br />
historiadores ingleses de <strong>la</strong> eficacia de sus<br />
servicios secretos y cuántas nove<strong>la</strong>s hubiesen<br />
salido de <strong>la</strong> pluma de los escritores anglosajones<br />
si un embajador español hubiera trabajado para<br />
Walsingham en el mismo momento en que <strong>la</strong><br />
Armada Invencible se dirigía contra Ing<strong>la</strong>terra?<br />
El almirante que lideraría <strong>la</strong> campaña contra <strong>la</strong><br />
Armada, lord Howard de Effingham, (pariente,<br />
por cierto, del embajador Stafford, y por quien<br />
éste conocía algunos detalles de los preparativos<br />
navales ingleses), seguramente exageraba, pero<br />
quizás tampoco andaba muy descaminado<br />
cuando se quejaba de que mientras <strong>la</strong> reina de<br />
Ing<strong>la</strong>terra gastaba solo unos cientos de coronas<br />
en espionaje, Felipe II estaba al tanto de todo<br />
cuanto se hacía en Ing<strong>la</strong>terra.
HISTORIA<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
UN PROYECTO FRUSTRADO Y<br />
UNOS BIENES CIERTOS EN VILLARRUBIA<br />
Cuando a mediados de agosto del pasado año<br />
hice una exposición pública comentada sobre<br />
<strong>la</strong>s Ordenanzas de <strong>la</strong> Cofradía de <strong>la</strong> Virgen de <strong>la</strong><br />
Sierra, manifesté que <strong>la</strong> cuestión del patronato<br />
de <strong>la</strong> referida advocación en <strong>la</strong> vil<strong>la</strong> era un<br />
asunto todavía no cristalizado en <strong>la</strong>s primeras<br />
décadas del siglo XVII, fecha de dichas<br />
Ordenanzas, y, por otro <strong>la</strong>do, que <strong>la</strong> economía<br />
de <strong>la</strong> cofradía existente en nuestra localidad bajo<br />
dicha advocación se sustentaba sobre <strong>la</strong><br />
propiedad de ciertos bienes y pagos que recibía<br />
<strong>la</strong> mencionada institución.<br />
Conocedor hoy de otras fuentes, que en ese<br />
momento no pude utilizar, quisiera ofrecer unos<br />
breves datos sobre unas cuestiones que tienen<br />
que ver con lo antes mencionado. A <strong>la</strong>s mismas<br />
hago alusión en el título de esta breve<br />
aportación a <strong>la</strong> historia de nuestra localidad,<br />
completando de este modo lo dicho en <strong>la</strong><br />
ocasión precedente.<br />
Curiosamente, el documento objeto ahora de<br />
comentario se encuentra en un fondo<br />
archivístico un tanto extraño, pues no se<br />
corresponde con el referente al título del ducado<br />
de Híjar, lo que sería más lógico, dado el<br />
señorío sobre nuestra pob<strong>la</strong>ción, sino dentro de<br />
los legajos de otro título nobiliario, el de Osuna,<br />
a cuyo fondo desconozco cómo ha podido<br />
llegar. En cualquier caso, poco importa esto<br />
para <strong>la</strong> historia que ahora nos ocupa.<br />
1. Un proyecto frustrado.<br />
Personalmente no sé mucho más del asunto de<br />
lo que aquí expongo. Tampoco <strong>la</strong>s fuentes que<br />
conozco resultan más explícitas. He datado el<br />
documento que ha llegado a mis manos en 1624,<br />
aunque no es algo sólido y, por tanto, debe<br />
quedar como fecha orientativa. Lo aquí narrado<br />
debió suceder en torno a dicha fecha, unos años<br />
antes o después.<br />
El hecho es que a finales del primer cuarto del<br />
siglo XVII, posiblemente unos años antes de <strong>la</strong><br />
fecha antes registrada, parece que se había<br />
suscitado entre los círculos de poder de <strong>la</strong><br />
localidad, sin duda los próximos al duque de<br />
Híjar, <strong>la</strong> posibilidad de establecer un monasterio<br />
en <strong>la</strong> ermita de <strong>la</strong> Virgen de <strong>la</strong> Sierra. En el<br />
referido proyecto participarían, probablemente,<br />
por ciertos indicadores que da <strong>la</strong> fuente, <strong>la</strong>s<br />
autoridades locales de Vil<strong>la</strong>rrubia y, más<br />
47<br />
Luis Rafael Villegas Díaz<br />
todavía, <strong>la</strong>s religiosas, de <strong>la</strong>s que dependerían<br />
algunas de <strong>la</strong>s cuantías que se recogen en el<br />
texto. Además de el<strong>la</strong>s, posiblemente en el<br />
proyecto participaba también <strong>la</strong> cofradía de <strong>la</strong><br />
Virgen, de modo institucional, a tenor de esas<br />
menciones.<br />
El hecho parece que era una novedad que<br />
cambiaba <strong>la</strong> situación que se había mantenido<br />
en <strong>la</strong> mencionada ermita hasta esos momentos.<br />
Por lo que dice el documento, en el<strong>la</strong> parece que<br />
había habido en tiempos precedentes un<br />
ermitaño a cargo de <strong>la</strong> misma. Este, al parecer,<br />
se encargaba de recibir una serie de limosnas<br />
que ofrecían los fieles que se desp<strong>la</strong>zaban al<br />
santuario por devoción a <strong>la</strong> Virgen. La cuantía<br />
recaudada no se quedaba con el<strong>la</strong> y tampoco<br />
consta que <strong>la</strong> entregase a <strong>la</strong> cofradía existente en<br />
Vil<strong>la</strong>rrubia, sino que <strong>la</strong> daba a un encargado,<br />
posiblemente, del señor de <strong>la</strong> localidad, quien<br />
parece que <strong>la</strong> destinaba a <strong>la</strong>s necesidades de <strong>la</strong><br />
ermita.<br />
En <strong>la</strong>s fechas referidas, da <strong>la</strong> impresión de que<br />
el mencionado ermitaño había abandonado el<br />
puesto o había fallecido, dando <strong>la</strong> sensación de<br />
que el mismo no había sido ocupado por otra<br />
persona, pues si así hubiera sido lo hubiera<br />
registrado sin duda el documento.<br />
La referida circunstancia es <strong>la</strong> que, tal vez, hizo<br />
que se p<strong>la</strong>ntease el proyecto mencionado de<br />
establecer en el complejo de <strong>la</strong> ermita el<br />
susodicho monasterio. El texto no registra cuál<br />
pudiera ser <strong>la</strong> orden religiosa que estuviese<br />
interesada en insta<strong>la</strong>rse allí, si es que <strong>la</strong> había.<br />
Lo que sí aparece con mayor nitidez es que el<br />
proyecto se hal<strong>la</strong>ba ya c<strong>la</strong>ramente asumido y se<br />
estaba trabajando en él, pues el título de<br />
encabezamiento reza así: “Raçón de lo que tiene<br />
<strong>la</strong> ermita de Nuestra Señora de <strong>la</strong> Sierra y lo<br />
que se le puede adiudicar para el monesterio<br />
que se le a de haçer”. La decisión, pues, parece<br />
que estaba tomada, aunque todavía quedasen<br />
múltiples cuestiones por resolver.<br />
Una, no pequeña, era <strong>la</strong> económica, que tendría<br />
una doble vertiente, difícil de definir a tenor del<br />
texto conocido. La cuantía recogida en el<br />
referido registro podía asignarse, bien a<br />
satisfacer <strong>la</strong>s necesidades materiales de <strong>la</strong><br />
construcción del edificio del mencionado<br />
monasterio que se pretendía edificar; o bien, por<br />
otro <strong>la</strong>do, a evaluar <strong>la</strong> dotación de dicho centro,<br />
puesto que los religiosos allí establecidos debían
sustentarse de algún modo. No podemos<br />
determinar a qué se destinaría <strong>la</strong> evaluación de<br />
tales cuantías.<br />
Tampoco se deben considerar necesariamente<br />
excluyentes. Probablemente, en principio, se<br />
podrían destinar a <strong>la</strong> construcción y, tras <strong>la</strong><br />
edificación, luego pudiesen quedar como<br />
dotación del centro religioso allí establecido.<br />
Sea como fuere, lo cierto es que el proyecto no<br />
pasó de tal y en <strong>la</strong> ermita de <strong>la</strong> Virgen no se<br />
estableció monasterio alguno. ¿Se aprovechó <strong>la</strong><br />
ocasión para hacer alguna reparación del<br />
edificio? Es posible, aunque no se tenga<br />
constancia de ello. En cualquier caso no estarían<br />
orientadas a <strong>la</strong>s mencionadas infraestructuras<br />
monásticas, pues no ha quedado en <strong>la</strong><br />
edificación resto alguno que permita sostener, al<br />
menos como sospecha, algo simi<strong>la</strong>r.<br />
El proyecto, como reza el título del epígrafe,<br />
quedó frustrado, pero gracias a su p<strong>la</strong>nteamiento<br />
podemos llegar a conocer <strong>la</strong>s otras cuestiones<br />
que se tratan a continuación.<br />
2. Unos bienes ciertos.<br />
Como ya dije en <strong>la</strong> intervención a <strong>la</strong> que he<br />
hecho mención al inicio de estas páginas, <strong>la</strong><br />
cofradía de <strong>la</strong> Virgen de <strong>la</strong> Sierra podía contar<br />
con determinados ingresos para hacer frente a<br />
<strong>la</strong>s necesidades de los gastos para el culto y para<br />
los días de fiesta que celebraban. Hoy podemos<br />
saber con mayor precisión tales cuestiones,<br />
gracias al documento que estoy comentando.<br />
Gracias al mismo sabemos que el patrimonio de<br />
<strong>la</strong> ermita, de cuya gestión se ocuparía <strong>la</strong><br />
cofradía establecida en Vil<strong>la</strong>rrubia, que contaba<br />
para tales menesteres con un mayordomo, como<br />
dije en <strong>la</strong> ocasión anterior, disponía de los<br />
siguientes bienes raíces:<br />
- “Tiene unas casas, que baldrán duçientos<br />
ducados, en que vive Bernaldino”<br />
- “Tiene en Xetar dos aças que rentan seis<br />
ducados”<br />
- “Más una huerta en <strong>la</strong> misma ermita, que<br />
benefiada (sic) sería de mucho interés”<br />
Las casas mencionadas, en <strong>la</strong>s que vivía y tenía<br />
arrendadas en esos momentos el tal Bernardino,<br />
se hal<strong>la</strong>rían en nuestra localidad, aunque su<br />
ubicación no se conoce y es imposible<br />
establecer<strong>la</strong> por el momento. Su valor era de<br />
una cierta consideración, pues esos 200 ducados<br />
suponían una cuantía de unos 150.000<br />
maravedíes, cifra de cierta entidad.<br />
Por lo que atañe a <strong>la</strong>s dos hazas de tierra<br />
existentes en Jétar, cuya superficie<br />
<strong>la</strong>mentablemente no da el texto, suponían una<br />
renta de 6 ducados, o lo que es lo mismo, unos<br />
4.500 mrs. anuales.<br />
No parece que en el proyecto se contemp<strong>la</strong>se el<br />
desprenderse de tales bienes, puesto que se<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
48<br />
hab<strong>la</strong> de rentas. Es más c<strong>la</strong>ro en el caso de <strong>la</strong>s<br />
hazas de Jétar, menos en el caso de <strong>la</strong>s casas.<br />
Pero en este último, el texto registra una<br />
cantidad, puesta en el margen izquierdo de <strong>la</strong><br />
anotación, que corresponde a 2.200.<br />
Probablemente se trate de maravedíes y sea <strong>la</strong><br />
cantidad correspondiente al arriendo anual de<br />
dichas casas por el mencionado Bernardino. De<br />
ser así, no resultaría una renta muy alta, pues no<br />
alcanzaría el 1,5%.<br />
La huerta existente en <strong>la</strong> ermita no parece que<br />
en esos momentos se hal<strong>la</strong>se explotada. Por eso<br />
el texto no registra renta alguna y dice que, tal<br />
vez, se podría acondicionar para tal fin con<br />
algún provecho. Posiblemente se ubicase en lo<br />
que antaño se conocía como a<strong>la</strong>meda existente<br />
en el barranco contiguo a <strong>la</strong> ermita, en <strong>la</strong> caída<br />
del parador, por donde discurría un pequeño<br />
hilo de agua procedente de <strong>la</strong> fuente del<br />
“nacimiento”. No me cabe <strong>la</strong> menor duda de que<br />
los más viejos tendrán memoria de ello. Yo lo<br />
recuerdo perfectamente.<br />
Lamentablemente no anotaron su posible<br />
superficie, aunque no debería ser elevada,<br />
puesto que se trataba de una huerta y con<br />
recursos hídricos algo limitados. Por otro <strong>la</strong>do,<br />
su no explotación en el momento del registro<br />
del documento tal vez se debiese a <strong>la</strong> ausencia<br />
del ermitaño mencionado con anterioridad y se<br />
hal<strong>la</strong>ría aneja al puesto; bien de éste o de un<br />
santero, cuya presencia se cita en otras<br />
ocasiones.<br />
Además de <strong>la</strong>s referidas rentas,<br />
correspondientes a los mencionados bienes<br />
raíces, se podía contar con otra serie de<br />
cuantías, que el texto registra bajo <strong>la</strong><br />
denominación de “limosnas” y que son de<br />
diversa entidad. El texto comentado registra <strong>la</strong>s<br />
siguientes:<br />
- “La limosna ordinaria de los pueblos<br />
conveçinos se puede estimar en çien ducados”<br />
- “La limosna que da el conçejo de <strong>la</strong><br />
predicaçión cada año, que son doçe mill mrs.”<br />
- “La limosna de <strong>la</strong> te<strong>la</strong>, que baldrá otros doçe<br />
mill mrs.”<br />
- “Toda <strong>la</strong> limosna que llegan los monesterios<br />
çircunbeçinos, ques el pan del agosto, que<br />
montará çinquenta fanegas de todo pan”<br />
- De <strong>la</strong> misma procedencia: “el vino, que serán<br />
çien arrobas”<br />
- Igualmente: “<strong>la</strong> çera, <strong>la</strong>na, ajos, toçino y<br />
huebos, ques <strong>la</strong> demanda ordinaria”<br />
Como se ve, <strong>la</strong> ermita tenía toda una serie de<br />
ingresos procedentes de <strong>la</strong>s localidades del<br />
entorno, sobre <strong>la</strong>s que tendría ciertos derechos.<br />
El texto <strong>la</strong>s denomina limosnas y <strong>la</strong>s pagarían,<br />
probablemente, aquellos núcleos en los que<br />
existía una cofradía de <strong>la</strong> Virgen de <strong>la</strong> Sierra, en<br />
su mayor parte del territorio sanjuanista, pero<br />
también algunas del ca<strong>la</strong>travo.
Las correspondientes a los referidas localidades<br />
parece que alcanzaban los 100 ducados, es<br />
decir, unos 7.500 mrs., cantidad nada<br />
desdeñable.<br />
Pero más compromiso existiría en Vil<strong>la</strong>rrubia, <strong>la</strong><br />
localidad donde se hal<strong>la</strong>ba <strong>la</strong> cofradía madre.<br />
Contribuía bajo dos conceptos, cuya cuantía era<br />
igual. En primer lugar, lo que aportaba el<br />
concejo (el ayuntamiento de entonces) en<br />
concepto de predicación, que posiblemente se<br />
trataba de los cultos que se hacían con motivo<br />
del tras<strong>la</strong>do de <strong>la</strong> imagen a <strong>la</strong> localidad, como<br />
indican <strong>la</strong>s Ordenanzas. Los gastos de dicho<br />
tras<strong>la</strong>do (y tal vez de los hechos cuando <strong>la</strong>s<br />
autoridades acudían a <strong>la</strong> ermita para <strong>la</strong> fiesta de<br />
septiembre) reportaban unos 12.000 mrs.<br />
En segundo lugar, igual cuantía aportaba <strong>la</strong><br />
denominada “limosna de <strong>la</strong> te<strong>la</strong>”. Desconozco a<br />
qué se puede referir el texto con dicha<br />
expresión. A mi modo de ver, se trataría,<br />
posiblemente, de <strong>la</strong> cantidad aportada por <strong>la</strong><br />
cofradía vil<strong>la</strong>rrubiera, que recaudaría <strong>la</strong>s<br />
limosnas entre los miembros con una te<strong>la</strong> o<br />
saco. La redacción del texto <strong>la</strong> diferencia del<br />
concepto aportado por el concejo, puesto que se<br />
trataba de dos instituciones c<strong>la</strong>ramente<br />
diferenciadas.<br />
Todavía de mayor dificultad de explicación son<br />
esos otros ingresos expresados en especie y que,<br />
además, se asocian a monasterios circunvecinos.<br />
No conozco <strong>la</strong> existencia de ninguno. Más bien<br />
hay que pensar que se trataría de lugares de<br />
culto en los alrededores y en cuyos términos<br />
tendría ciertos derechos <strong>la</strong> ermita de <strong>la</strong> Virgen.<br />
Tal ocurriría con Jétar, que mucho tiempo atrás<br />
contó con un edificio de culto con carácter<br />
parroquial. Y así otros posibles, tal vez en su<br />
mayor parte ubicados en territorio de San Juan.<br />
En cualquier caso, se trataba de cantidades que<br />
se aportaban en especie. No parece que se<br />
tratase de bienes correspondientes al diezmo<br />
eclesiástico, sino que da <strong>la</strong> impresión de que se<br />
trata de los tributos que tendrían que pagar los<br />
vasallos al comendador ca<strong>la</strong>travo de <strong>la</strong><br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
49<br />
encomienda vil<strong>la</strong>rrubiera y que habrían pasado a<br />
manos del señor de <strong>la</strong> localidad cuando fue<br />
vendida al conde de Salinas, el cual los habría<br />
anexionado al patrimonio de esos centros de<br />
culto. De modo simi<strong>la</strong>r se habría procedido,<br />
quizás, en otros núcleos del entorno vincu<strong>la</strong>dos<br />
a <strong>la</strong> ermita de <strong>la</strong> Virgen<br />
Las 50 fanegas de pan, <strong>la</strong>s 100 arrobas de vino y<br />
<strong>la</strong>s otras cantidades correspondientes a cera,<br />
<strong>la</strong>na, ajos, tocino y huevos, ponen de manifiesto<br />
sobre qué bases descansaba <strong>la</strong> producción y <strong>la</strong><br />
economía de <strong>la</strong> localidad y <strong>la</strong>s del entorno. No<br />
serían <strong>la</strong>s únicas producciones, pero sí <strong>la</strong>s<br />
principales, entre <strong>la</strong>s que destacan con mucho,<br />
como se puede apreciar, <strong>la</strong>s correspondientes al<br />
cereal y al viñedo.<br />
Sin embargo, tal vez convenga subrayar, no<br />
tanto <strong>la</strong>s producciones domésticas (tocino, es<br />
decir, cerdo, y huevos), sino <strong>la</strong> correspondiente<br />
a <strong>la</strong> cera, procedente de los colmenares<br />
existentes en el término de <strong>la</strong> localidad y de<br />
cuya explotación probablemente derive el actual<br />
topónimo Jétar, corrupción de Jetar.<br />
En el ba<strong>la</strong>nce global de todo este listado de<br />
bienes y rentas, el montante para acometer <strong>la</strong><br />
construcción del referido monasterio parece que<br />
era evaluado en más de 200 ducados anuales,<br />
una cantidad que, sin ser excesiva, era<br />
importante.<br />
* * *<br />
Los proyectos de <strong>la</strong> construcción de ese<br />
monasterio en <strong>la</strong> ermita de <strong>la</strong> Virgen de <strong>la</strong> Sierra<br />
no pasaron de eso, de un proyecto. En cualquier<br />
caso, gracias al mismo podemos conocer un<br />
poco mejor algunos datos referentes a nuestra<br />
historia local, aunque no sea más que a través de<br />
esta fotografía estática, carente de referencias<br />
evolutivas en el tiempo. Pero menos es nada.<br />
Hoy tenemos un dato más sobre el que construir<br />
nuestro pasado.<br />
Granada, marzo de 2010
HISTORIA<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
UNA MUERTE QUE CAMBIÓ LA HISTORIA<br />
50<br />
Juan Carlos Zamora Muñoz<br />
Un hecho sucedido en Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos cambió el curso de <strong>la</strong> historia de España. Me refiero a <strong>la</strong><br />
muerte del maestre de <strong>la</strong> Orden de Ca<strong>la</strong>trava Don Pedro Girón, acaecida en esta vil<strong>la</strong> cuando iba de<br />
camino a sus esponsales con <strong>la</strong> infanta Isabel, <strong>la</strong> que habría de ser <strong>la</strong> reina de Castil<strong>la</strong> Isabel <strong>la</strong> Católica.<br />
El objetivo de este artículo es profundizar en lo que sucedió, para intentar dar a conocer parte del legado<br />
histórico de <strong>la</strong> localidad transmitido durante generaciones.<br />
La Corte de Enrique IV.<br />
El 22 de julio de 1454 fallece tras un <strong>la</strong>rgo<br />
reinado Juan II de Castil<strong>la</strong> y al día siguiente es<br />
proc<strong>la</strong>mado rey Enrique IV. Le correspondió el<br />
trono por ser el primogénito del difunto rey, por<br />
de<strong>la</strong>nte de sus hermanastros Alfonso e Isabel. El<br />
homenaje que recibe el nuevo rey por los<br />
grandes del reino fue unánime, comenzando su<br />
reinado con muy buenas perspectivas, al<br />
depositar los estamentos del reino su confianza<br />
en el nuevo monarca, que contaba en ese<br />
momento con <strong>la</strong> edad de 29 años.<br />
Grabado de Enrique IV<br />
Antes de su acceso al trono intervino en <strong>la</strong><br />
convulsa política castel<strong>la</strong>na de <strong>la</strong> época junto a<br />
su favorito Juan Pacheco (marqués de Villena).<br />
En 1440 se casó a <strong>la</strong> edad de quince años con<br />
B<strong>la</strong>nca de Navarra hija de Juan I de Navarra, de<br />
<strong>la</strong> que no tuvo ningún hijo y por tal motivo <strong>la</strong><br />
repudió, consiguiendo <strong>la</strong> nulidad matrimonial.<br />
En 1455 se casó de nuevo con su prima Juana<br />
de Portugal, en 1462, cuando <strong>la</strong> impotencia del<br />
rey corría como un rumor generalizado, <strong>la</strong> reina<br />
dio a luz una niña, a <strong>la</strong> que bautizaron con el<br />
nombre de Juana, que sería acusada de ilegitima<br />
por un sector de <strong>la</strong> nobleza castel<strong>la</strong>na.<br />
La trayectoria seguida por Enrique IV hasta<br />
1463 siguió los cauces adecuados por el<br />
comportamiento que tuvo con los grandes y el<br />
amplio uso que hizo del perdón real con los<br />
díscolos y conflictivos desde los primeros meses<br />
de reinado. La nobleza castel<strong>la</strong>na no estaba<br />
dispuesta a someterse incondicionalmente al<br />
soberano, p<strong>la</strong>ntándole cara no solo en <strong>la</strong> defensa<br />
de sus privilegios, sino en el uso de ciertas<br />
costumbres.<br />
En 1462 se había renovado el hostigamiento<br />
contra el reino nazarí de Granada, se intenta<br />
reconciliar con los Grandes de España huidos a<br />
Aragón y acepta el trono de Cataluña, ofrecido<br />
por los mismos cata<strong>la</strong>nes, descontentos con Juan<br />
II de Aragón. Precisamente <strong>la</strong> cuestión cata<strong>la</strong>na<br />
provoca, a partir de 1463, <strong>la</strong> caída en desgracia<br />
de los nobles más cercanos al rey, estando entre<br />
estos el marqués de Villena. Con <strong>la</strong> pérdida de<br />
confianza en el Consejo de Juan Pacheco,<br />
asciende a favorito del monarca Beltrán de <strong>la</strong><br />
Cueva, miembro de <strong>la</strong> poderosa familia<br />
Mendoza. A partir de 1463 los nobles<br />
desafectos emprenden una campaña contra<br />
Enrique IV y e<strong>la</strong>boran el Manifiesto de Burgos<br />
(1464) en el que se critican aspectos diversos de<br />
<strong>la</strong> gestión del monarca, se incluyen <strong>la</strong>s protestas<br />
de <strong>la</strong>s ciudades y se critica <strong>la</strong> sucesión al trono<br />
en <strong>la</strong> persona de Juana, su hija, considerada<br />
fruto del adulterio de <strong>la</strong> reina Juana con Beltrán<br />
de <strong>la</strong> Cueva, por lo que fue bautizada con el<br />
sobrenombre de “<strong>la</strong> Beltraneja”. La presión de<br />
los nobles obliga al rey a ceder y a reconocer<br />
como heredero a su hermanastro Alfonso,<br />
estableciéndose una comisión encargada de<br />
analizar <strong>la</strong> crisis y emitir un dictamen que<br />
procure <strong>la</strong> pacificación de Castil<strong>la</strong>. Este<br />
dictamen, <strong>la</strong> sentencia de Medina del Campo<br />
(1465), de signo desfavorable a los intereses de<br />
Enrique IV, empuja a éste a combatir a los
sublevados, quienes responderán deponiéndolo<br />
simbólicamente en efigie y proc<strong>la</strong>mando rey a<br />
su hermanastro Alfonso de once años de edad<br />
en <strong>la</strong> “Farsa de Ávi<strong>la</strong>”. En esta ceremonia<br />
estaban presentes Juan Pacheco, y su hermano,<br />
Pedro Girón.<br />
La infanta Isabel.<br />
Grabado de <strong>la</strong> Farsa de Ávi<strong>la</strong>.<br />
Nació el 22 de abril de 1451 en el pueblo<br />
abulense de Madrigal de <strong>la</strong>s Altas Torres,<br />
tercera hija de Juan II de Castil<strong>la</strong> de <strong>la</strong> Casa de<br />
Trastámara, siendo su madre Isabel de Portugal<br />
que se casó con éste tras <strong>la</strong> muerte de su primera<br />
esposa María de Aragón. En 1453 nacería su<br />
hermano Alfonso, por lo cual nada hacía<br />
presagiar que un día ocuparía el trono de<br />
Castil<strong>la</strong>. Tras <strong>la</strong> muerte de su padre en 1454 se<br />
tras<strong>la</strong>dó junto a su madre a Arévalo, donde<br />
trascurrieron los años de infancia de <strong>la</strong> que sería<br />
<strong>la</strong> futura reina. En este periodo su madre<br />
comenzó a ver perturbadas sus facultades<br />
mentales y se iniciará <strong>la</strong> instrucción de <strong>la</strong> niña.<br />
Isabel iba creciendo, y entraba en el uso de<br />
razón; quienes <strong>la</strong> rodeaban insistían en que era<br />
una chiquil<strong>la</strong> despierta.<br />
La inminencia del nacimiento de <strong>la</strong> hija de<br />
Enrique IV alteraba <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones de sucesión.<br />
Ante esta situación los consejeros del rey<br />
decidieron que los infantes, Isabel y Alfonso,<br />
ambos de corta edad, tenían que estar en <strong>la</strong><br />
Corte y ser mantenidos en custodia hasta que se<br />
decidiese su destino. Sin duda, el rey creyó que<br />
teniendo cerca de sus hermanastros, podría<br />
contro<strong>la</strong>r mejor <strong>la</strong>s intrigas de <strong>la</strong> corte y <strong>la</strong><br />
posible formación de un poderoso bando<br />
contrario a su discutida hija. Las re<strong>la</strong>ciones de<br />
Isabel con Enrique IV y su hermano Alfonso<br />
eran buenas, sin embargo <strong>la</strong> situación en <strong>la</strong><br />
Corte era muy tensa, ya que <strong>la</strong> alta nobleza<br />
estaba enfrentada entre aquellos que pretendían<br />
una monarquía fuerte y los que querían un rey<br />
servil que fuera apto para sus propios intereses.<br />
La infanta Isabel ya estaba en edad de<br />
prometerse y el rey, su hermanastro, quería<br />
utilizar<strong>la</strong> como instrumento eficaz para hacerse<br />
nuevos aliados o para disuadir a sus enemigos.<br />
Los intentos de prometer<strong>la</strong> en matrimonio<br />
fueron varios, y en todos ellos <strong>la</strong> infanta dio<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
51<br />
prueba de su temple, marcando para el resto de<br />
su vida los rasgos de personalidad y religiosidad<br />
que distinguirían el carácter de Isabel <strong>la</strong><br />
Católica.<br />
Hasta los hechos que se re<strong>la</strong>tan, se negociaron<br />
una serie de posibles en<strong>la</strong>ces con <strong>la</strong> infanta.<br />
Entre los primeros pretendientes estuvo el<br />
infante Fernando (que con posterioridad sería su<br />
futuro marido), nieto del rey de Aragón, pero<br />
ese trato se deshizo debido a <strong>la</strong> poca simpatía de<br />
Enrique IV por <strong>la</strong> casa de Aragón y sobre todo<br />
cuando el padre de Fernando heredó <strong>la</strong> corona<br />
de Aragón. Su hermanastro, enemistado con el<br />
nuevo rey aragonés, prefirió negociar el<br />
casamiento de <strong>la</strong> infanta con Carlos, príncipe de<br />
Viana, que era el primogénito de <strong>la</strong> corona de<br />
Aragón y cuyo carácter e intereses gustaban al<br />
rey castel<strong>la</strong>no pero <strong>la</strong> oposición del rey aragonés<br />
y <strong>la</strong> muerte prematura del príncipe, en 1461,<br />
impidió este matrimonio. Más tarde tuvo de<br />
pretendiente al rey Alfonso V de Portugal,<br />
viudo y con veinte años más que el<strong>la</strong>. Éste fue el<br />
pretendiente más difícil de desahuciar, pero<br />
Isabel era hábil y se apoyó en <strong>la</strong>s leyes de<br />
Castil<strong>la</strong>, que prohibían a <strong>la</strong>s infantas contraer<br />
matrimonio sin el beneplácito de los nobles del<br />
reino.<br />
Isabel <strong>la</strong> Católica.<br />
El maestre de Ca<strong>la</strong>trava, Pedro Girón.<br />
Segundo hijo de Alfonso Téllez Girón y de<br />
María Pacheco, señora y propietaria de<br />
Belmonte, lugar donde nació alrededor del año<br />
1423. Fue introducido en <strong>la</strong> Corte durante el<br />
reinado de Juan II por el Condestable Álvaro de<br />
Luna, como paje del monarca, al igual que su<br />
hermano Juan Pacheco. El rápido y gran<br />
ascenso que experimentan los dos hermanos en<br />
<strong>la</strong> Corte de Castil<strong>la</strong>, recibiendo numerosas<br />
donaciones por parte de Juan II y de su hijo el<br />
príncipe Enrique, provoca que con posterioridad<br />
los veamos unidos para manejar éxitos y<br />
contiendas en beneficio propio, no importando
los incesantes cambios de bando (partidarios o<br />
enemigos de Enrique IV).<br />
El momento culminante del ascenso de Pedro<br />
Girón se produce en el año 1445, fecha en <strong>la</strong><br />
cual es elegido vigésimo noveno maestre de<br />
Ca<strong>la</strong>trava. Tras esta elección se produjo <strong>la</strong><br />
división de <strong>la</strong> nobleza castel<strong>la</strong>na y en este<br />
enfrentamiento lucharían los dos hermanos<br />
contra Álvaro de Luna provocando su caída y<br />
de alguna manera <strong>la</strong> muerte de su mentor. A<br />
partir de su confirmación como maestre de<br />
Ca<strong>la</strong>trava y una vez superadas <strong>la</strong>s luchas<br />
internas, se inició <strong>la</strong> actuación de Pedro Girón<br />
como uno de los grandes de Castil<strong>la</strong>, hábil<br />
político y terrible adversario, que destacó en el<br />
caos que envolvía a Castil<strong>la</strong> como uno de los<br />
más turbulentos cortesanos.<br />
Armas del maestre Pedro Girón.<br />
Con el poder y riqueza alcanzada, este hombre<br />
de turbulenta conducta daría lugar a dramáticos<br />
acontecimientos en algunas encomiendas a su<br />
mando y con su comportamiento inmoral violó<br />
el voto de castidad realizado al profesar en <strong>la</strong><br />
Orden de Ca<strong>la</strong>trava, no impidiéndole disfrutar<br />
de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción con Isabel de <strong>la</strong>s Casas, de <strong>la</strong> que<br />
tuvo cuatro hijos, Alfonso, Rodrigo, Juan y<br />
María. Para ver <strong>la</strong> catadura del personaje, un<br />
cronista de <strong>la</strong> época, Alonso de Palencia, recoge<br />
en su crónica un intento por parte de este de<br />
mancil<strong>la</strong>r el honor de <strong>la</strong> reina viuda: “… el<br />
maestre de Ca<strong>la</strong>trava, don Pedro Girón,<br />
instigado por el rey, y con el mayor descaro,<br />
porque el pudor estaba desterrado de aquel<strong>la</strong><br />
corte, trató de atentar al honor de <strong>la</strong> reina<br />
viuda que, después de <strong>la</strong> muerte de su esposo,<br />
encerrada en <strong>oscura</strong> habitación y condenada a<br />
voluntario silencio, vivía dominada por tal<br />
pesadumbre, que ya degeneraba en especie de<br />
locura. Favoreció el rey cuanto pudo el inocuo<br />
propósito; mas no pasó del ánimo de los que lo<br />
concibieron, quedando libre de toda sospecha<br />
<strong>la</strong> castidad y virtud de aquel<strong>la</strong> señora”.<br />
Pacto de matrimonio.<br />
Tras <strong>la</strong> “Farsa de Ávi<strong>la</strong>”, Enrique IV ordenó a<br />
los nobles sublevados que dejasen el partido del<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
52<br />
infante Alfonso y le obedecieran como legítimo<br />
rey, ante <strong>la</strong> falta de respuesta ordenó que se<br />
hiciese <strong>la</strong> guerra a Juan Pacheco y los suyos.<br />
Pero una vez proc<strong>la</strong>mado rey el infante Alfonso,<br />
muchos nobles siguieron a éste, perdiendo así el<br />
monarca castel<strong>la</strong>no numerosos apoyos. Con este<br />
alzamiento comenzaron tres años de<br />
enfrentamiento y división en Castil<strong>la</strong>. Junto a <strong>la</strong><br />
lucha se iniciaron negociaciones entre los dos<br />
bandos. Enrique IV solicitó <strong>la</strong> intervención de<br />
Roma siendo apoyado por el Papa como el<br />
legítimo rey de Castil<strong>la</strong>.<br />
Mientras tanto, <strong>la</strong>s maniobras de Juan Pacheco<br />
modificaron el curso de los acontecimientos.<br />
Trató de a<strong>la</strong>rgar los preparativos del<br />
enfrentamiento para forzar nuevas<br />
negociaciones y llegar a una tregua en <strong>la</strong> que<br />
adoptó, con <strong>la</strong> aprobación de los dos bandos en<br />
litigio, el papel de mediador. En los siguientes<br />
meses engañó a los dos reyes con su ambigua<br />
postura; por un <strong>la</strong>do mantenía entrevistas con<br />
Enrique IV y por otro dirigía el bando que<br />
apoyaba al “rey” Alfonso. En estos difíciles<br />
momentos para el reino castel<strong>la</strong>no, Juan<br />
Pacheco y actuando en <strong>la</strong> sombra, su hermano,<br />
Pedro Girón, utilizaron el reino de Castil<strong>la</strong> y <strong>la</strong>s<br />
tierras andaluzas como p<strong>la</strong>taforma para sus<br />
proyectos y ambiciones. A raíz de <strong>la</strong> rebelión,<br />
Enrique IV se vio apremiado a realizar nuevas<br />
concesiones para atraer a <strong>la</strong> nobleza disidente,<br />
por lo que el monarca pactó con los hermanos<br />
Pacheco-Girón que abandonaran el bando de <strong>la</strong><br />
causa del infante Alfonso, volver a <strong>la</strong><br />
obediencia real, apoyo económico y militar en<br />
el conflicto, el perdón para éstos y el<br />
matrimonio entre Pedro Girón y <strong>la</strong> infanta<br />
Isabel, hermanastra del rey.<br />
Vuelto Pedro Girón al bando real, se dispuso a<br />
preparar <strong>la</strong> boda con <strong>la</strong> infanta. Sin embargo, el<br />
voto de castidad realizado al profesar en <strong>la</strong><br />
Orden de Ca<strong>la</strong>trava y su dignidad maestral, eran<br />
impedimentos para poder casarse y por este<br />
motivo, solicitó a Roma que le fuese dispensado<br />
el voto de castidad y se le permitiera el<br />
casamiento con <strong>la</strong> infanta Isabel y poder<br />
renunciar al maestrazgo en su hijo Rodrigo pese<br />
a su minoría de edad. Una vez aprobadas <strong>la</strong>s<br />
bu<strong>la</strong>s a favor de Pedro Girón, éste celebró<br />
capítulo en el Convento de Ca<strong>la</strong>trava en <strong>la</strong><br />
primavera de 1466, donde renuncio a su cargo y<br />
sentó en <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> maestral a su hijo Rodrigo con<br />
<strong>la</strong>s oportunas dispensas pontificias por su<br />
nacimiento ilegítimo. Con esto pretendía seguir<br />
contro<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong> Orden, de donde obtenía un<br />
importante apoyo económico y militar, que<br />
preveía que iba a necesitar en un futuro para sus<br />
aspiraciones de engrandecimiento personal. El<br />
nacimiento ilegítimo de su hijo y su minoría de<br />
edad serían seña<strong>la</strong>dos por los cronistas de <strong>la</strong><br />
época como motivo de malestar de algunos
electores, por ser contrario a los estatutos de <strong>la</strong><br />
Orden de Ca<strong>la</strong>trava, y dado el gran poder que<br />
ostentaban el marqués de Villena, su tío el<br />
Arzobispo de Toledo y Pedro Girón, evitó<br />
cualquier tipo de protesta sobre el<br />
nombramiento.<br />
Llega <strong>la</strong> noticia a <strong>la</strong> infanta.<br />
Tras el pacto de matrimonio realizado entre el<br />
rey castel<strong>la</strong>no y el maestre de Ca<strong>la</strong>trava, <strong>la</strong><br />
joven infanta, que contaba con quince años,<br />
sintió un golpe de indignación y terror cuando le<br />
llego <strong>la</strong> noticia. Pedro Girón era un hombre<br />
viejo (una disparidad de edades frecuente en <strong>la</strong><br />
época), un verdadero monstruo para cualquier<br />
muchacha, y aún más para una infanta, a quién<br />
tenía que repugnar el bajo origen del maestre al<br />
pertenecer a <strong>la</strong> nueva nobleza, además de <strong>la</strong><br />
licenciosa conducta del pretendiente; al saber de<br />
los hijos ilegítimos que tenía y lo que se decía<br />
de que el maestre había intentado atentar contra<br />
el honor de <strong>la</strong> reina viuda, su madre. La infanta<br />
estaba fuera de si, palidecía de cólera y de<br />
desesperación, esta vez no podía negarse al<br />
haber realizado el pacto su hermanastro sin su<br />
consentimiento deseoso de asegurar su posición.<br />
El currículum vitae de Pedro Girón era como<br />
para echarse a temb<strong>la</strong>r, se dirigía éste con su<br />
séquito, desde tierras de <strong>la</strong> Orden de Ca<strong>la</strong>trava,<br />
con el propósito de inclinar <strong>la</strong> voluntad de <strong>la</strong><br />
infanta. Isabel hizo lo que sus maestros<br />
espirituales le habían enseñado; ponerse de<br />
rodil<strong>la</strong>s y pedir a Dios que le sacara de ese<br />
trance. Según cronistas de <strong>la</strong> época, su dama,<br />
Beatriz de Bobadil<strong>la</strong>, incapaz de seguir viendo<br />
sufrir a Isabel cogió un cuchillo para atentar<br />
contra <strong>la</strong> vida del maestre antes de que se<br />
esposara con su señora.<br />
Muerte del maestre de Ca<strong>la</strong>trava.<br />
Algo parecía irremediable, cuando en aquel<strong>la</strong><br />
primavera de 1466 Pedro Girón dejó Almagro<br />
con un imponente séquito y sus pendones<br />
desplegados, preparado ya para <strong>la</strong> esperada boda<br />
regia como un acontecimiento inmediato, bien<br />
provisto de regalos, brocados y joyas para<br />
obsequiar a <strong>la</strong> infanta, con un lucido<br />
acompañamiento de magnates, caballeros,<br />
<strong>la</strong>cayos y servidores. Al final de <strong>la</strong> primera<br />
jornada, estando impaciente y muy contento de<br />
alcanzar poderes y grandezas, al entrar con su<br />
séquito en Vil<strong>la</strong>rrubia de los Ojos para hacer<br />
acopio de fuerzas y descansar con el fin de<br />
proseguir camino al día siguiente hacia <strong>la</strong><br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
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residencia de Isabel, de pronto se sintió enfermo<br />
al llegar a <strong>la</strong> localidad. Los médicos<br />
diagnosticaron anginas, pero nada pudieron<br />
hacer para que el mal cediera. Durante toda <strong>la</strong><br />
noche pareció como que una mano invisible<br />
fuera estrangu<strong>la</strong>ndo por momentos al enfermo.<br />
Cuando por fin se entero de que su mal no tenía<br />
remedio y le preguntaron si quería un sacerdote,<br />
se apoderó de él una salvaje desesperación. Al<br />
tercer día, este turbulento personaje murió sin<br />
arrepentimiento, “b<strong>la</strong>sfemando desesperado y<br />
acusando a Dios porque a una vida de cuarenta<br />
y tres años no añadía cuarenta días más para<br />
alcanzar <strong>la</strong> grandeza que iba a recibir”. El 2 de<br />
mayo de 1466, el soberbio maestre falleció en <strong>la</strong><br />
casa del comendador ca<strong>la</strong>travo de esta vil<strong>la</strong>, que<br />
estaba situada en lo que actualmente es <strong>la</strong><br />
Glorieta del Pato. Pedro Girón se fue de este<br />
mundo comido por su propia ambición lejos de<br />
<strong>la</strong> gloria humana y divina prometida, creyendo<br />
que con su muerte se frustraba el deseo de<br />
convertirse en uno de los personajes más<br />
poderosos del reino, ya que si se hubiese<br />
producido este en<strong>la</strong>ce su linaje hubiera<br />
emparentado con <strong>la</strong> familia real. Con cal<strong>la</strong>da<br />
previsión, Pedro Girón hizo testamento, y todos<br />
sus bienes y títulos pasaron a manos de sus hijos<br />
bastardos. La infanta Isabel recibió <strong>la</strong> noticia de<br />
<strong>la</strong> muerte del maestre con lágrimas de alegría y<br />
gratitud, viendo ante sí el cielo abierto para<br />
crear su propio destino.<br />
Capil<strong>la</strong> del maestre Pedro Girón en <strong>la</strong> iglesia del<br />
sacroconvento de Ca<strong>la</strong>trava La Nueva.<br />
Se especuló con el envenenamiento (recurso<br />
nada raro en <strong>la</strong> época), pero nunca se sabrá,<br />
quizás fuera ordenado por sus enemigos entre<br />
los Grandes de Castil<strong>la</strong>, por miembros del<br />
partido aragonés o incluso por el mismo<br />
monarca de Aragón, para evitar así el<br />
matrimonio con <strong>la</strong> infanta. En Vil<strong>la</strong>rrubia de los<br />
Ojos el destino fue aliado y salvador de <strong>la</strong><br />
infanta Isabel, en el futuro reina de Castil<strong>la</strong> y<br />
uno de los personajes más fascinantes de <strong>la</strong><br />
historia de España.
FOTOGRAFÍA<br />
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 5 – JUNIO 2010<br />
VISTA DE LOS PINOS DE RENALES<br />
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