Historias de la Procura - Consejo General de Procuradores de España

Historias de la Procura
Nº 90/Febrero 2011
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Don Laureano Gay,
el procurador cuyo nieto
llegó a vicepresidente del
Tribunal Constitucional
Procuradores
Para contar
esta historia, y
por fijar una fecha
de referencia, tenemos que
remontarnos al 15 de octubre
de 1918. Ese día salía a la calle
el número 20 del año XIV
de la revista “El procurador
español”, antecedente de la
publicación que el amable lector
tiene ahora en sus manos o
consulta por Internet,
con un artículo laudatorio al
procurador barcelonés
don Laureano Gay Llopart.
El tiempo pasa, y 93 años
después, el destino quiere que
un nieto de este procurador,
Eugeni Gay Montalvo, sea
nombrado vicepresidente del
Tribunal Constitucional (TC).
“El procurador español”,
que se definía como el “órgano
científico-profesional de la
clase de procuradores de
España”, se editaba entonces
cada quince días y tenía un
precio de suscripción de
3 pesetas al trimestre en
Madrid, y 3,50 en provincias.
En sus páginas se hacían
habitualmente homenajes y
retratos de personalidades
a las que la Procura estaba
agradecida, como los decanos
de los colegios o compañeros
como Laureano Gay Llopart, a
los que, según se relataba con
la prosa de la época, “tanto
les debemos por sus trabajos,
por su constancia, por sus
sacrificios y bondades”.
Laureano Gay era a su vez
hijo de procurador, don Manuel
Raimundo Gay y Thomás, quien
fuera secretario del Colegio
de Barcelona y uno de los
fundadores y corresponsal de
la “Revista de procuradores”,

Laureano Gay Llopart.
antecedente de “El procurador
español”, publicada desde
1872. La tradición jurídica
estaba inoculada en la familia,
ya que un hermano de don
Manuel Raimundo era a su vez
magistrado.
Laureano Gay, el abuelo del
actual vicepresidente del TC,
nació el 26 de junio de 1870. Se
colegió en 1892, y desempeñó
los cargos de diputado tercero
y secretario del Colegio de
Barcelona. Colaboró con “El
procurador español”, de la que
era representante en Barcelona, y
publicó el libro “Vulgarización del
Consejo de familia”, cuyas ventas
fueron destinadas precisamente
al sostenimiento de la revista.
Y como un gesto más de amor
y de sus múltiples desvelos por
la profesión, “sacrificándose
para cuanto pueda enaltecerla”,
contribuyó con dinero y regalos
a la restauración del altar de
San Ivo, patrón del Colegio
barcelonés.
Acabada la Guerra Civil, don
Laureano ya no volvió a ejercer
la Procura, y se
jubiló. Eugeni Gay le
recuerda repasando
sus papeles en el
despacho, o leyendo.
Pero, sobre todo,
no puede olvidar las
veces en las que,
siendo un niño, iba de
la mano de su abuelo
por los pasillos del
Palacio de Justicia
de Barcelona, cuando
éste iba a saludar
a sus antiguos
compañeros, a la sala
de notificaciones, o
a las dependencias
del Colegio de
Procuradores. Eugeni
Gay, que en aquel
entonces, a mediados
de la década de los
cincuenta, tendría 8 ó
9 años, no olvida a los
ordenanzas del Colegio
que siempre tenían un caramelo
para regalarle. Don Laureano
disfrutó de una excelente salud
y falleció el 29 de septiembre de
Eugeni Gay Montalvo, vicepresidente del TC.
1960 a la edad de 90 años, todo
un logro para los hombres de su
generación.
Tuvo cinco hijos, pero
sólo uno continuó la tradición
jurídica, Leopoldo Gay de Rich,
ya fallecido. Don Leopoldo tuvo
tres hijos, de los cuales dos se
dedicaron a la Abogacía. Uno de
ellos es Eugeni Gay Montalvo, de
64 años, y elegido este pasado
mes de enero vicepresidente del
TC. Magistrado del alto tribunal
desde 2001, fue con anterioridad
y durante 11 años presidente del
Consejo General de la Abogacía,
máximo órgano de los abogados
españoles. Fue el primer catalán
en presidir esta institución.
Anteriormente, desde 1989 hasta
1997, fue decano del Colegio
de Abogados de Barcelona,
y en 1993 fue elegido presidente
de la Unión Profesional.
Y ésta es sólo una parte de su
larguísimo currículo.
Eugeni Gay ha sabido
transmitir su pasión por
la Abogacía no sólo a sus
compañeros, como demuestra
que le hayan
elegido en tantas
ocasiones para
que les represente
en los cargos más
importantes, sino
también en su
faceta como padre.
De sus cuatro hijos,
dos son letrados.
Parece inevitable
que alguno de
sus siete nietos,
el mayor aún en
edad escolar, siga
el camino trazado
en el mundo de
la Justicia por,
hagamos cálculos,
¡el padre de su
tatarabuelo!
¿Alguien se atreve
a apostar en
contra? q
R. de A.
Procuradores
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