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76 El acto de <strong>escribir</strong><br />
debe también respetar la trama de los hechos y llegar a una conclusión<br />
igual o análoga a la de la historia original. Extensión: libre.<br />
Partiendo de un cuento de hadas u otra historia conocida por todos<br />
los participantes, crear una serie de variaciones con forma de minificción.<br />
Se vale cambiar el final de la historia, inventar situaciones<br />
que no se den en la original, jugar a cambiar el carácter de los personajes.<br />
Un buen ejemplo puede ser el siguiente conjunto de textos<br />
brevísimos, hecho por el escritor mexicano José Luis Zárate a partir<br />
de los personajes y la anécdota de “Caperucita Roja”.<br />
Una pareja de cada animal, pero el lobo se niega a subir al<br />
Arca sin Caperucita.<br />
Después de hacer el amor el cazador no puede quitarse de la<br />
cabeza la idea que algo hay de lobo en Caperucita.<br />
En la terapia para curar su adicción a otras especies Caperucita<br />
y el lobo se conocen.<br />
Se decía que eran celos injustificados pero Caperucita Roja no<br />
podía dejar de ver con odio a los tres cochinitos.<br />
La enfermedad es un invierno lento y cruel. Por eso la abuela recibió<br />
con tanta alegría al lobo, le invitó un té, lo dejó almorzar a gusto.<br />
Con una leve sensación de ridículo, las lobas advertían a sus<br />
cachorros contra las caperucitas.<br />
El mínimo y dulce Francisco de Asís trajo a la aldea al terrible<br />
lobo, dócil al fin. “No peques más”, dijo al dejarlo en casa de<br />
Caperucita.<br />
Quien anda con lobos a aullar se enseña. El lobo sabe decir,<br />
clarito: “Caperucita”.<br />
El cazador sacó del lobo, milagrosamente aún con vida, a Caperucita,<br />
a la abuela, a tres cochinitos, a un despistado que dijo<br />
llamarse Gepeto.<br />
Hachas, sangre, muerte. El cuento de Caperucita es terrible, y<br />
más la versión que se cuentan entre sí los lobos.