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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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74 <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Patriarcas</strong> y <strong>Profetas</strong><br />

las cataratas <strong>de</strong> <strong>los</strong> cie<strong>los</strong>”. Vers. 11. El agua se veía caer <strong>de</strong> las<br />

nubes cual enormes cataratas. Los ríos se salieron <strong>de</strong> madre e inundaron<br />

<strong>los</strong> valles. Torrentes <strong>de</strong> aguas brotaban <strong>de</strong> la tierra con fuerza<br />

in<strong>de</strong>scriptible, arrojando al aire, a <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> metros, * macizas rocas,<br />

que al caer se sepultaban profundamente en el suelo.<br />

La gente presenció primeramente la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> las obras <strong>de</strong><br />

sus manos. Sus espléndidos edificios, sus bel<strong>los</strong> jardines y alamedas<br />

don<strong>de</strong> habían colocado sus ído<strong>los</strong>, fueron <strong>de</strong>struidos por <strong>los</strong> rayos,<br />

y sus escombros fueron diseminados. Los altares don<strong>de</strong> habían<br />

ofrecido sacrificios humanos fueron <strong>de</strong>struidos, y <strong>los</strong> adoradores<br />

temblaron ante el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Dios viviente, y comprendieron que<br />

había sido su corrupción e idolatría lo que había provocado su<br />

<strong>de</strong>strucción.<br />

A medida que la violencia <strong>de</strong> la tempestad aumentaba, árboles,<br />

edificios, rocas y tierra eran lanzados en todas direcciones. El terror<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres y <strong>los</strong> animales era in<strong>de</strong>scriptible. Por encima <strong>de</strong>l<br />

rugido <strong>de</strong> la tempestad podían escucharse <strong>los</strong> lamentos <strong>de</strong> un pueblo<br />

que había <strong>de</strong>spreciado la autoridad <strong>de</strong> Dios. El mismo Satanás, obligado<br />

a permanecer en medio <strong>de</strong> <strong>los</strong> revueltos elementos, temió por<br />

su propia existencia. Se había <strong>de</strong>leitado en dominar tan po<strong>de</strong>rosa<br />

raza, y <strong>de</strong>seaba que <strong>los</strong> hombres viviesen para que siguieran practicando<br />

sus abominaciones y rebelándose contra el Rey <strong>de</strong>l cielo.<br />

Ahora lanzaba maldiciones contra Dios, culpándolo <strong>de</strong> injusticia y<br />

<strong>de</strong> crueldad. Muchos, como Satanás, blasfemaban contra Dios, y si<br />

hubieran podido, le habrían arrojado <strong>de</strong>l trono <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r. Otros,<br />

locos <strong>de</strong> terror, extendían las manos hacia el arca, implorando que<br />

les permitieran entrar. Pero sus súplicas fueron vanas. Su conciencia<br />

<strong>de</strong>spertó, por fin, y se convencieron <strong>de</strong> que hay un Dios en <strong>los</strong> cie<strong>los</strong><br />

que lo gobierna todo. Lo invocaron con fervor, pero <strong>los</strong> oídos <strong>de</strong>l<br />

Creador no escuchaban sus súplicas.<br />

En aquella terrible hora vieron que la transgresión <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong><br />

Dios había ocasionado su ruina. Pero, si bien por temor al castigo<br />

reconocían su pecado, no sentían verda<strong>de</strong>ro arrepentimiento ni verda<strong>de</strong>ra<br />

repugnancia hacia el mal. Habrían vuelto a su <strong>de</strong>safío contra<br />

el cielo, si se les hubiera librado <strong>de</strong>l castigo. Así también cuando<br />

<strong>los</strong> juicios <strong>de</strong> Dios caigan sobre la tierra antes <strong>de</strong>l diluvio <strong>de</strong> fuego,<br />

* Cada cien pies equivalen a 30.5 metros.

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