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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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682 <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Patriarcas</strong> y <strong>Profetas</strong><br />

y espíritu noble me sustente.<br />

Entonces enseñaré a <strong>los</strong> transgresores tus caminos<br />

y <strong>los</strong> pecadores se convertirán a ti.<br />

Líbrame <strong>de</strong> homicidios, oh Dios,<br />

Dios <strong>de</strong> mi salvación; cantará mi lengua tu justicia”.<br />

Salmos 51:1-3, 7-14.<br />

Así en un himno sagrado que <strong>de</strong>bía cantarse en las asambleas<br />

públicas <strong>de</strong> su pueblo, en presencia <strong>de</strong> la corte, <strong>los</strong> sacerdotes y<br />

jueces, <strong>los</strong> príncipes y guerreros, y que iba a preservar hasta la<br />

última generación el conocimiento <strong>de</strong> su caída, el rey <strong>de</strong> Israel relató<br />

todo lo concerniente a su pecado, su arrepentimiento, y su esperanza<br />

<strong>de</strong> perdón por la misericordia <strong>de</strong> Dios. En lugar <strong>de</strong> ocultar la culpa,<br />

quiso que otros se instruyeran por el conocimiento <strong>de</strong> la triste historia<br />

<strong>de</strong> su caída.<br />

El arrepentimiento <strong>de</strong> David fue sincero y profundo. No hizo<br />

ningún esfuerzo para aminorar su crimen. Lo que inspiró su oración<br />

no fue el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> escapar a <strong>los</strong> castigos con que se le amenazaba.<br />

Pero vio la enormidad <strong>de</strong> su transgresión contra Dios; vio la<br />

<strong>de</strong>pravación <strong>de</strong> su alma y aborreció su pecado. No oró pidiendo<br />

perdón solamente, sino también pidiendo pureza <strong>de</strong> corazón. David<br />

no abandonó la lucha en su <strong>de</strong>sesperación. Vio la evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> su<br />

perdón y aceptación, en la promesa hecha por Dios a <strong>los</strong> pecadores<br />

arrepentidos.<br />

“Porque no quieres sacrificio,<br />

que yo lo daría; no quieres holocausto.<br />

Los sacrificios <strong>de</strong> Dios son el espíritu quebrantado;<br />

al corazón contrito y humillado<br />

no <strong>de</strong>spreciarás tú, oh Dios”. Vers. 16, 17.<br />

Aunque David había caído, el Señor lo levantó. Estaba ahora en<br />

armonía íntima con Dios y en unidad con sus semejantes. En el gozo<br />

<strong>de</strong> su liberación cantó:<br />

“Mi pecado te <strong>de</strong>claré<br />

y no encubrí mi iniquidad.<br />

Confesaré mis rebeliones a Jehová [...]

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