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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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Capítulo 55—El niño Samuel<br />

Este capítulo está basado en 1 Samuel 1 y 2:1-11.<br />

Elcana, un levita <strong>de</strong>l monte <strong>de</strong> Efraín, era hombre rico y <strong>de</strong><br />

mucha influencia, que amaba y temía al Señor. Su esposa, Ana, era<br />

una mujer <strong>de</strong> piedad fervorosa. De carácter amable y mo<strong>de</strong>sto, se<br />

distinguía por una seriedad profunda y una fe muy gran<strong>de</strong>.<br />

A esta piadosa pareja le había sido negada la bendición tan<br />

vehementemente <strong>de</strong>seada por todo hebreo. Su hogar no conocía la<br />

alegría <strong>de</strong> las voces infantiles; y el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> perpetuar su nombre<br />

había llevado al marido a contraer un segundo matrimonio, como<br />

hicieron muchos otros. Pero este paso, inspirado por la falta <strong>de</strong> fe en<br />

Dios, no significó felicidad. Se agregaron hijos e hijas a la casa; pero<br />

se había mancillado el gozo y la belleza <strong>de</strong> la institución sagrada <strong>de</strong><br />

Dios, y se había quebrantado la paz <strong>de</strong> la familia. Penina, la nueva<br />

esposa, era ce<strong>los</strong>a e intolerante, y se conducía con mucho orgullo<br />

e insolencia. Para Ana, toda esperanza parecía estar <strong>de</strong>struida, y la<br />

vida le parecía una carga pesada; no obstante, soportaba la prueba<br />

con mansedumbre y sin queja alguna.<br />

Elcana observaba fielmente las or<strong>de</strong>nanzas <strong>de</strong> Dios. Seguía existiendo<br />

el culto en Silo, pero <strong>de</strong>bido a algunas irregularida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l<br />

ministerio sacerdotal no se necesitaban sus servicios en el santuario,<br />

al cual, siendo levita, <strong>de</strong>bía aten<strong>de</strong>r. Sin embargo, en ocasión <strong>de</strong> las<br />

reuniones prescritas, subía con su familia a adorar y a presentar su<br />

sacrificio.<br />

Aun en medio <strong>de</strong> las sagradas festivida<strong>de</strong>s relacionadas con<br />

el servicio <strong>de</strong> Dios, se hacía sentir el espíritu maligno que afligía<br />

su hogar. Después <strong>de</strong> presentar las ofrendas, participaba toda la<br />

familia en un festín solemne aunque placentero. En esas ocasiones,<br />

Elcana daba a la madre <strong>de</strong> sus hijos una porción para ella y otra<br />

para cada uno <strong>de</strong> sus hijos; y en señal <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>ración especial para<br />

Ana, le daba a ella una porción doble, con lo cual daba a enten<strong>de</strong>r<br />

que su afecto por ella era el mismo que si le hubiera dado un hijo.<br />

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