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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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36 <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Patriarcas</strong> y <strong>Profetas</strong><br />

plantas <strong>de</strong>l campo. Con el sudor <strong>de</strong> tu rostro comerás el pan, hasta<br />

que vuelvas a la tierra, porque <strong>de</strong> ella fuiste tomado; pues polvo eres<br />

y al polvo volverás”. Génesis 3:17-19.<br />

Era voluntad <strong>de</strong> Dios que la inmaculada pareja no conociera<br />

absolutamente nada <strong>de</strong> lo malo. Les había dado abundantemente el<br />

bien, y vedado el mal. Pero, contra su mandamiento, habían comido<br />

<strong>de</strong>l fruto prohibido, y ahora continuarían comiéndolo y conocerían<br />

el mal todos <strong>los</strong> días <strong>de</strong> su vida. Des<strong>de</strong> entonces el linaje humano<br />

sufriría las asechanzas <strong>de</strong> Satanás. En lugar <strong>de</strong> las agradables labores<br />

que se les habían asignado hasta entonces, la ansiedad y el trabajo<br />

serían su suerte. Estarían sujetos a <strong>de</strong>sengaños, aflicciones, dolor, y<br />

al fin, a la muerte.<br />

Bajo la maldición <strong>de</strong>l pecado, toda la naturaleza daría al ser<br />

humano testimonio <strong>de</strong>l carácter y las consecuencias <strong>de</strong> la rebelión<br />

contra Dios. Cuando Dios creó al hombre lo hizo señor <strong>de</strong> toda la<br />

tierra y <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> seres que la habitaban. Mientras Adán permaneció<br />

leal a Dios, toda la naturaleza se mantuvo bajo su señorío.<br />

Pero cuando se rebeló contra la ley divina, las criaturas inferiores se<br />

rebelaron contra su dominio. Así el Señor, en su gran misericordia,<br />

quiso enseñar al hombre la santidad <strong>de</strong> su ley e inducirlo a ver por<br />

su propia experiencia el peligro <strong>de</strong> hacerla a un lado, aun en lo más<br />

mínimo.<br />

La vida <strong>de</strong> trabajo y cuidado, que en lo sucesivo sería el <strong>de</strong>stino<br />

<strong>de</strong>l hombre, le fue asignada por amor a él. Era una disciplina que su<br />

pecado había hecho necesaria para frenar la ten<strong>de</strong>ncia a ce<strong>de</strong>r a <strong>los</strong><br />

apetitos y las pasiones y para <strong>de</strong>sarrollar hábitos <strong>de</strong> dominio propio.<br />

Era parte <strong>de</strong>l gran plan <strong>de</strong> Dios para rescatar al hombre <strong>de</strong> la ruina y<br />

la <strong>de</strong>gradación <strong>de</strong>l pecado.<br />

La advertencia hecha a nuestros primeros padres: “Porque el día<br />

que <strong>de</strong> él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:17), no significaba<br />

que morirían el mismo día en que comieran <strong>de</strong>l fruto prohibido, sino<br />

que ese día sería dictada la irrevocable sentencia. La inmortalidad<br />

les había sido prometida bajo condición <strong>de</strong> que fueran obedientes;<br />

pero mediante la transgresión per<strong>de</strong>rían su <strong>de</strong>recho a la vida eterna.<br />

El mismo día en que pecaran serían con<strong>de</strong>nados a muerte.<br />

Para que poseyera una existencia sin fin, el hombre <strong>de</strong>bía continuar<br />

comiendo <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong> la vida. Privado <strong>de</strong> este alimento, vería<br />

su vitalidad disminuir gradualmente hasta extinguirse la vida. Era el

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