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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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356 <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Patriarcas</strong> y <strong>Profetas</strong><br />

acompañara sus esfuerzos por obtener la posesión <strong>de</strong> Canaán; pero<br />

ahora confiaron excesivamente en sus propias fuerzas y quisieron<br />

realizar la obra sin la ayuda divina. “Hemos pecado contra Jehová<br />

-gritaron-. Nosotros subiremos y pelearemos, conforme a todo lo que<br />

Jehová, nuestro Dios, nos ha mandado”. Deuteronomio 1:41. ¡Cuán<br />

terriblemente enceguecidos <strong>los</strong> había <strong>de</strong>jado su transgresión! Jamás<br />

les había mandado el Señor aque subieran y pelearan. No quería él<br />

que obtuvieran posesión <strong>de</strong> la tierra por la guerra, sino mediante la<br />

obediencia estricta a sus mandamientos.<br />

Aunque sin sufrir el menor cambio <strong>de</strong> corazón, el pueblo había<br />

confesado cuán inicua y estúpida había sido su rebelión al oír el<br />

relato <strong>de</strong> <strong>los</strong> espías. Ahora veían el valor <strong>de</strong> la bendición que tan<br />

impetuosamente habían <strong>de</strong>sechado. Confesaron que su propia incredulidad<br />

era la que les había vedado la entrada a Canaán. “Hemos<br />

pecado contra Jehová”, dijeron, y reconocieron que la culpa era <strong>de</strong><br />

el<strong>los</strong>, y no <strong>de</strong> Dios, a quien tan inicuamente habían acusado <strong>de</strong> no<br />

cumplir las promesas que les hiciera. A pesar <strong>de</strong> que su confesión<br />

no provenía <strong>de</strong> un arrepentimiento verda<strong>de</strong>ro, sirvió para vindicar la<br />

justicia con que Dios <strong>los</strong> había tratado.<br />

Aun hoy el Señor obra en forma similar para glorificar su nombre<br />

e inducir a <strong>los</strong> hombres a reconocer su justicia. Cuando <strong>los</strong><br />

que profesan amarlo se quejan <strong>de</strong> su provi<strong>de</strong>ncia, menosprecian sus<br />

promesas, y, cediendo a la tentación, se unen a <strong>los</strong> ángeles ma<strong>los</strong><br />

para hacer fracasar <strong>los</strong> propósitos <strong>de</strong> Dios, con frecuencia el Señor<br />

predomina sobre las circunstancias <strong>de</strong> tal manera que trae a estas<br />

personas al punto don<strong>de</strong>, aunque no se hayan arrepentido <strong>de</strong> corazón,<br />

se convencerán <strong>de</strong> que son pecadoras y se verán obligadas a<br />

reconocer la maldad <strong>de</strong> su camino, y la justicia y la bondad con que<br />

las trató Dios. De esta forma Dios crea <strong>los</strong> medios para contrarrestar<br />

y hacer manifiestas las obras <strong>de</strong> las tinieblas. Y a pesar <strong>de</strong> que el<br />

espíritu que incitó a aquellas personas a seguir su impía conducta no<br />

ha cambiado radicalmente, ellas hacen confesiones que vindican el<br />

honor <strong>de</strong> Dios, y justifican a aquel<strong>los</strong> que las reprendieron fielmente<br />

y a quienes resistieron y calumniaron. Así será cuando por fin se<br />

<strong>de</strong>rrame la ira <strong>de</strong> Dios, cuando el Señor venga “vino el Señor con<br />

sus santas <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> millares, para hacer juicio contra todos y <strong>de</strong>jar<br />

convictos a todos <strong>los</strong> impíos <strong>de</strong> todas sus obras impías que han hecho

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