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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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Del Sinaí a Ca<strong>de</strong>s 349<br />

Esta manifestación <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sagrado <strong>de</strong>l Señor tenía por objeto motivar<br />

a todo Israel a poner coto al creciente espíritu <strong>de</strong> <strong>de</strong>scontento<br />

y <strong>de</strong> insubordinación. Si el <strong>de</strong>scontento y la envidia <strong>de</strong> María no<br />

hubieran recibido una pública reprensión, habrían resultado en gran<strong>de</strong>s<br />

males. La envidia es una <strong>de</strong> las peores características satánicas<br />

que existen en el corazón humano, y es una <strong>de</strong> las más funestas en<br />

sus consecuencias. Dice el sabio: “Cruel es la ira, e impetuoso el<br />

furor; mas ¿quién parará <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la envidia?”. Proverbios 27:4.<br />

Fue la envidia la que provocó la primera discordia en el cielo, y el<br />

albergarla ha obrado males in<strong>de</strong>cibles entre <strong>los</strong> hombres. “Porque<br />

don<strong>de</strong> hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra<br />

perversa”. Santiago 3:16.<br />

No <strong>de</strong>bemos consi<strong>de</strong>rar como cosa baladí el hablar mal <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>más, ni constituirnos nosotros mismos en jueces <strong>de</strong> sus motivos<br />

o acciones. “El que murmura <strong>de</strong>l hermano y juzga a su hermano, [357]<br />

murmura <strong>de</strong> la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres<br />

hacedor <strong>de</strong> la Ley, sino juez”. Santiago 4:11. Solo hay un Juez, “el<br />

cual aclarará también lo oculto <strong>de</strong> las tinieblas, y manifestará las<br />

intenciones <strong>de</strong> <strong>los</strong> corazones”. 1 Corintios 4:5. Y todo el que se encargue<br />

<strong>de</strong> juzgar y con<strong>de</strong>nar a sus semejantes usurpa la prerrogativa<br />

<strong>de</strong>l Creador.<br />

La Biblia nos enseña en forma especial que prestemos cuidado<br />

a no acusar precipitadamente a <strong>los</strong> llamados por Dios para que<br />

actúen como sus embajadores. El apóstol Pedro, al <strong>de</strong>scribir una<br />

clase <strong>de</strong> pecadores empe<strong>de</strong>rnidos, <strong>los</strong> llama “atrevidos y obstinados,<br />

no temen <strong>de</strong>cir mal <strong>de</strong> <strong>los</strong> po<strong>de</strong>res superiores, mientras que <strong>los</strong><br />

ángeles, que son mayores en fuerza y en po<strong>de</strong>r, no pronuncian juicio<br />

<strong>de</strong> maldición contra el<strong>los</strong> <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Señor”. 2 Pedro 2:10, 11. Y<br />

Pablo, en sus instrucciones dadas a <strong>los</strong> que dirigen las iglesias, dice:<br />

“Contra un anciano no admitas acusación sino está apoyada por dos<br />

o tres testigos”. 1 Timoteo 5:19. El que impuso a ciertos hombres<br />

la pesada carga <strong>de</strong> ser dirigentes y maestros <strong>de</strong> su pueblo, hará a<br />

éste responsable <strong>de</strong> la manera en que trate a sus siervos. Hemos<br />

<strong>de</strong> honrar a quienes Dios honró. El castigo que cayó sobre María<br />

<strong>de</strong>be servir <strong>de</strong> reprensión para todos <strong>los</strong> que, cediendo a <strong>los</strong> ce<strong>los</strong>,<br />

murmuren contra aquel<strong>los</strong> sobre quienes Dios puso la pesada carga<br />

<strong>de</strong> su obra. [358]<br />

[359]

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