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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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292 <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Patriarcas</strong> y <strong>Profetas</strong><br />

Esteban cuando fue llevado ante sus jueces: “Entonces todos <strong>los</strong><br />

que estaban sentados en el Concilio, al fijar <strong>los</strong> ojos en él, vieron su<br />

rostro como el rostro <strong>de</strong> un ángel”. Hechos 6:15. Tanto Aarón como<br />

el pueblo se apartaron <strong>de</strong> Moisés, “tuvieron miedo <strong>de</strong> acercarse a<br />

él”. Viendo su terror y confusión, pero ignorando la causa, <strong>los</strong> instó<br />

a que se acercaran. Les traía la promesa <strong>de</strong> la reconciliación con<br />

Dios, y la seguridad <strong>de</strong> haber sido restituidos a su favor. En su voz<br />

no percibieron otra cosa que amor y súplica, y por fin uno <strong>de</strong> el<strong>los</strong> se<br />

aventuró a acercarse a él. Demasiado temeroso para hablar, señaló en<br />

silencio el semblante <strong>de</strong> Moisés y luego hacia el cielo. El gran jefe<br />

comprendió. Conscientes <strong>de</strong> su culpa, sintiéndose todavía objeto <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>sagrado divino, no podían soportar la luz celestial, que, si hubieran<br />

obe<strong>de</strong>cido a Dios, <strong>los</strong> habría llenado <strong>de</strong> gozo. En la culpabilidad hay<br />

temor. En cambio, el alma libre <strong>de</strong> pecado no quiere apartarse <strong>de</strong> la<br />

luz <strong>de</strong>l cielo.<br />

Moisés tenía mucho que comunicarles; y compa<strong>de</strong>cido <strong>de</strong>l temor<br />

<strong>de</strong>l pueblo, se puso un velo sobre el rostro, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces continuó<br />

haciéndolo cada vez que volvía al campamento <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> estar en<br />

comunión con Dios.<br />

Mediante este resplandor, Dios trató <strong>de</strong> hacer compren<strong>de</strong>r a<br />

Israel el carácter santo y exaltado <strong>de</strong> su ley, y la gloria <strong>de</strong>l evangelio<br />

revelado mediante Cristo. Mientras Moisés estaba en el monte, Dios<br />

le entregó, no solamente las tablas <strong>de</strong> la ley, sino también el plan <strong>de</strong><br />

la salvación. Vio que todos <strong>los</strong> símbo<strong>los</strong> y tipos <strong>de</strong> la religión judaica<br />

prefiguraban el sacrificio <strong>de</strong> Cristo; y era tanto la luz celestial que<br />

brota <strong>de</strong>l Calvario como la gloria <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> Dios, lo que hacía<br />

fulgurar el rostro <strong>de</strong> Moisés. Aquella iluminación divina era un<br />

símbolo <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong>l pacto <strong>de</strong>l cual Moisés era el mediador<br />

visible, el representante <strong>de</strong>l único Intercesor verda<strong>de</strong>ro.<br />

La gloria reflejada en el semblante <strong>de</strong> Moisés representa las<br />

bendiciones que, por medio <strong>de</strong> Cristo, ha <strong>de</strong> recibir el pueblo que<br />

obe<strong>de</strong>ce <strong>los</strong> mandamientos <strong>de</strong> Dios. Atestigua que cuanto más estrecha<br />

sea nuestra comunión con Dios, y cuanto más claro sea nuestro<br />

conocimiento <strong>de</strong> sus requerimientos, tanto más plenamente seremos<br />

transfigurados a su imagen, y tanto más pronto llegaremos a ser<br />

participantes <strong>de</strong> la naturaleza divina.<br />

Moisés fue un símbolo <strong>de</strong> Cristo. Como intercesor <strong>de</strong> Israel,<br />

veló su rostro, porque el pueblo no soportaba la visión <strong>de</strong> su glo-

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