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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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Moisés 219<br />

ver esa maravil<strong>los</strong>a escena, cuando una voz proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> las llamas<br />

le llamó por su nombre. Con labios temblorosos contestó: “Heme<br />

aquí”. Se le amonestó a no acercarse irreverentemente: “quita el<br />

calzado <strong>de</strong> tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.<br />

[...] Yo soy el Dios <strong>de</strong> tu padre, el Dios <strong>de</strong> Abraham, el Dios <strong>de</strong> Isaac<br />

y el Dios <strong>de</strong> Jacob”. Era el que, como Ángel <strong>de</strong>l pacto, se había<br />

revelado a <strong>los</strong> padres en épocas pasadas. “Entonces Moisés cubrió<br />

su rostro, porque tuvo miedo <strong>de</strong> mirar a Dios”. [228]<br />

La humildad y la reverencia <strong>de</strong>ben caracterizar el comportamiento<br />

<strong>de</strong> todos <strong>los</strong> que se acercan a la presencia <strong>de</strong> Dios. En el<br />

nombre <strong>de</strong> Jesús po<strong>de</strong>mos acercarnos a él con confianza, pero no<br />

<strong>de</strong>bemos hacerlo con la osadía <strong>de</strong> la presunción, como si el Señor<br />

estuviera al mismo nivel que nosotros. Algunos se dirigen al Dios<br />

gran<strong>de</strong>, todopo<strong>de</strong>roso y santo, que habita en luz inaccesible, como<br />

si se dirigieran a un igual o a un inferior. Hay quienes se comportan<br />

en la casa <strong>de</strong> Dios como no se atreverían a hacerlo en la sala <strong>de</strong><br />

audiencias <strong>de</strong> un soberano terrenal. Estas personas <strong>de</strong>ben recordar<br />

que están ante la vista <strong>de</strong> Aquel a quien <strong>los</strong> serafines adoran, y ante<br />

quien <strong>los</strong> ángeles cubren su rostro. A Dios se le <strong>de</strong>be reverenciar<br />

gran<strong>de</strong>mente; todo el que verda<strong>de</strong>ramente reconozca su presencia se<br />

inclinará humil<strong>de</strong>mente ante él, y como Jacob cuando contempló la<br />

visión <strong>de</strong> Dios, exclamará: “¡Cuán terrible es este lugar! No es otra<br />

cosa que casa <strong>de</strong> Dios, y puerta <strong>de</strong>l cielo”. Génesis 28:17.<br />

Mientras Moisés esperaba ante Dios con reverente temor, las<br />

palabras continuaron: “Dijo luego Jehová: “Bien he visto la aflicción<br />

<strong>de</strong> mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa <strong>de</strong> sus<br />

opresores, pues he conocido sus angustias. Por eso he <strong>de</strong>scendido<br />

para librar<strong>los</strong> <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> <strong>los</strong> egipcios y sacar<strong>los</strong> <strong>de</strong> aquella tierra a<br />

una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye leche y miel [...]. El<br />

clamor, pues, <strong>de</strong> <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Israel ha llegado ante mí, y también he<br />

visto la opresión con que <strong>los</strong> egipcios <strong>los</strong> oprimen. Ven, por tanto,<br />

ahora, y te enviaré al faraón para que saques <strong>de</strong> Egipto a mi pueblo,<br />

a <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Israel””.<br />

Sorprendido y asustado por este mandato, Moisés retrocedió y<br />

dijo: “¿Quién soy yo, para que vaya al faraón, y saque <strong>de</strong> Egipto<br />

a <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Israel?” La respuesta fué: “Yo estaré contigo; y esto<br />

te será por señal <strong>de</strong> que yo te he enviado: cuando hayas sacado <strong>de</strong><br />

Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte”.

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